"Haz tu voluntad: ese será el todo de la ley".
-Aleister Crowley.
Prólogo
The man comes around.
El ir y venir de la gente era abrumador.
Familias, amigos, parejas, etcétera. Reunidos en un solo lugar para que ver qué clase de evento podrían realizar los "estudiantes definitivos", este era el punto de vista de Kirigiri Kyoko.
Muchas cosas pasaban por su mente, cosas como el supuesto envenenamiento de su "padre", la forma en que quería romper toda relación con él, la próxima visita de su amiga y el reciente distanciamiento de su abuelo, Kirigiri Fuhito.
«... Es repulsivo», se dijo a si misma.
Esta mañana no había desayunado nada por culpa de un malestar en el estomago, un tipo mucho más incómodo de náuseas se podría decir que era. Su orígen probablemente se encontraba en el poco sueño que tuvo las dos noches anteriores.
«Envenenado o no, estás bien, y si lo estás... Entonces nada me lo impide», pensó con una fría determinación.
En ese momento, su analítica psique no estaba mirando las cosas desde el prisma moralista o sentimentalista, lo hacía desde el "lógico", y para una detective de tal calibre, el prisma lógico se aplicaba a la vida de formas diferentes.
En palabras simples: ella iba cortar toda relación con ese hombre el mismo día del festival y nadie ni nada la iba a detener, solo así creía que avanzaría a ser la "mejor de toda la familia Kirigiri". Dicho sea, que también tenía en mente exponer todos los secretos que él guardaba.
¿De qué falleció su madre? ¿Por qué tantos de los fondos de la academia no iban a los clubs, Curso de Reserva o al material didáctico? ¿Qué eran esos proyectos financiados por la academia?
«Después de esto... no tengo más motivos para seguir en este lugar»
... ... ...
... ... ...
Dolor de musculos y huesos, pérdida de memoria, visión borrosa, caída de dientes, ciclo de dormir irregular, medicamentos obligatorios...
Y lamentos.
Todo eso, era lo que venía en la vejez de alguien que llevó un estilo de vida en el que nunca aprendió a tomarse un tiempo. Alguien tan ambicioso, que no vió los daños que hizo en el camino.
Ese fue el estilo de vida de un joven Kirigiri Fuhito.
—Con que era hoy... —Con sus cansados ojos, observó el anuncio del periódico que promocionaba el festival de la academia Pico de Esperanza.
Si había algo que a Fuhito le pesaba más que nada, eso era leer, escuchar o ver algo relacionado a esa academia actualmente dirigida por su hijo. No le pesaba por desagrado, si no por el mal recuerdo de como Jin abandonó la tradición de los Kirigiri, como él mismo lo condicionó para que criara a Kyoko.
En pocas palabras, lo insensible, lo mal padre y lo obstinado que fue.
—Ya no tengo nada que perder... —dijo ajustándose las gafas, acto seguido caminó a donde guardaba su fedora.
Él era conocedor de las intenciones de Kyoko al ingresar a la academia a la par que hizo público el nombre de la legendaria familia de detectives, los Kirigiri.
Ahora, en la vejez, Fuhito comprendió que vivió obsesionado con dejar un legado, lo que no entendía era que no iba a poder decidir quién viviría, quién moriría y quién iba a contar su historia.
Jin no lo haría.
Todos aquellos fiscales y abogados con los que trabajó, no lo harían.
Kyoko no lo haría.
Había desperdiciado su vida y ahora no tenía nada más que arrepentimientos.
—... Pero no dejaré que Kyoko pase por lo mismo... se los prometo.
Antes de salir de la casa, miró la foto de dos mujeres, una bastante joven y una mayor. La joven, tenía un cabello de color lila mientras que la mayor lo tenía negro.
Era una foto de su difunta esposa junto a la a difunta esposa de Jin días antes del nacimiento de Kyoko.
Parte 1
—Blackjack...
Mirando el mazo de cartas que Togami Shinobu había puesto al centro de la mesa, Naegi tragó ruidosamente.
A los lados, tenía a Kimura, Kirumi y Mukuro que no se venían muy diferentes en cuanto a reacción, los 4 compartían una expresión nerviosa, tensa y, ¿asustada? Eso último solo estaba en Naegi y Seiko.
—El concepto de la "suerte' es tan trivial —dijo Celes—. En términos científicos, es solo una acumulación de probabilidades positivas, para los religiosos es la bendición del, o los Dioses de la respectiva religión. Los que práctican "magia" —tuvo algo de disgusto con la última palabra—, creen que la misma es la alteración del equilibrio entre la buena y mala suerte, alternar el equilibrio entre la "realidad personal".
Sin entender mucho de lo que decía, las mentes de las tres chicas que acompañaron al Estudiante Afortunado produjeron el pensamiento de Naegi vestido como un mago.
—Si me preguntas a mi, no creo en nada de eso. Simplemente veo a la suerte como "algo" que debe existir. Aún así, eso no impide que se avive mi curiosidad.
Desde hace un rato, Celes se aseguraba que no trabarse para que sus palabras sonaran lo más refinadas posibles, como si fuese algo que un extranjero diría.
—Es todo lo que tenía que decir, esos fueron mis motivos para retarte a este imprevisto juego.
Simplona curiosidad sobre la suerte tan aleatoria que tienes.
Makoto no le dijo nada, solamente mantuvo la mirada sobre la Apostadora Definitiva.
«Un juego para probar mi suerte tan aleatoria...», dirigió la mirada a las cartas. «Pero el Blackjack no es algo al azar, no del todo»
No era ningún tonto, tenía conocimiento sobre la jugada que muchos apostadores realizaban para llevarse mejores ganancias en los juegos que ofrecían los casinos.
En pocas palabras, el conteo de cartas.
El problema residía en que Naegi no sabía cómo aplicarlo, y en caso de saberlo, hacerlo haría que entrara en conflicto sobre su moralidad. Lo sentía un acto deshonesto, aunque no juzgaba a quienes si lo aplicaban.
Pero si dependía del azar, este terminaría jugándole en contra. El recuerdo de aquel juego que tuvo con algunos amigos de secundaria pasó por su mente, vaya que eso desencadenó una serie de eventos... curiosos. Solo con decir que terminó con él y un ladrón en la estación de policía es suficiente.
«No tengo que temer, Celes solo quiere ver a mi suerte actuar, ¿verdad?», pensó tratando de convencerse a sí mismo.
Naegi tenía que aprender una valiosa lección: nunca pensar o decir ese tipo de cosas antes de tiempo.
—Ya que no apostaremos dinero, tenemos que poner otra cosa, ¿no crees?
«Si pusiéramos dinero, te dejaría en la quiebra», fue el pensamiento malicioso de Celes.
Al notar la sonrisa que emitía una sensación sadista, Naegi estuvo tentado a ponerse las gafas especiales para comunicarse con Monoegi y Monoinata para que le diesen apoyo.
—No, estoy sacando conclusiones apresuradas... —murmuró asegurándose de que nadie lo escuchara—. Celes-san, ¿qué es lo que quieres apostar?
«Pobre, mordió el cebo», Fuyuhiko cerró los ojos y suspiró. Seguro Hinata, Ibuki o alguien de su clase que conociera al chico lo iba a confrontar después por no haber evitado que Naegi cayera en las garras de Celestia Ludenberg.
—Es muy simple Makoto, algo que muchos niños alrededor del mundo hacen a la hora de jugar cosas de azar —Uno de sus dedos cubiertos por cierta pieza excéntrica de aluminio tocó la parte inferior de su labio, como si eso hiciera más elegante la sonrisa que tenía—, el perdedor tendrá que cumplir una orden del ganador, y será absoluta.
Hubo muchas reacciones en el grupo de 4.
Mukuro sintió que su presión sanguínea aumentaba y tenía algo de malestar en el pecho, todo surgía de la preocupación que ahora tenía por Naegi.
Los ojos de Kirumi se entrecerraron al mirar a Celes con algo de desprecio. La Sirvienta había escuchado de la reputación que presidía a la Apostadora Definitiva, era por eso que no podía visualizar un escenario positivo para el Afortunado de la Clase 78.
Kimura se sintió de manera similar a Mukuro, solo que ella sentía unas palabras trabadas en su garganta. Quería decirle con todas sus fuerzas a Makoto que no aceptara el juego.
¿Y qué hay de la reacción de la persona en medio de todo esto?
Naegi llegó a una conclusión inmediata, algo que podría salirle o muy bien o muy mal.
Pero su mente estaba en paz con la idea de que si todo salía bien, finalmente la verdadera "Celestia Ludenberg" se haría presente, por lo menos frente a él.
Y, antes de que las chicas objetaran para impedir el juego, el chico hizo una declaración que poco creerían, fue dicha por una persona como lo era él.
—Acepto, me parecen buenas condiciones —Indirectamente suprimió los recuerdos de aquel juego junto a unos amigos de secundaria.
Celestia no pronunció ni una palabra más, simplemente hizo un "snap" con los dedos y una baraja de cartas fue depositada en la mesa por Pekoyama Peko.
Naegi analizó una de las cartas con detalle, encontrando curioso el reverso pintado de negro y con un patrón de hexágonos, rombos y otro tipo de figuras geométricas.
De hecho, si cerraba los ojos en concentración, parecía que había un pentagrama.
Mukuro también lo notó y se volvió a estremecer de tan solo pensar en qué podría hacer un pentagrama en el reverso de las cartas.
Parte 2
—¡Una hora para el inicio, mi emoción se desborda!
Chabashira Tenko parecía estar apunto de saltar en el interior del gimnasio.
Los trabajadores ya había realizado las últimas revisiones para asegurar la resistencia de la arena especial montada para el torneo.
Sakura junto a Asahina y su hermano Yuta fueron los primeros en ir a ver cómo había quedado, les había seguido Nekomaru y por último Tenko.
—Te comprendo totalmente —Nidai formó una sonrisa—, ¡como quisiera probar ya la resistencia de esto!
Aoi y Yuta rieron nerviosamente preguntadose si realmente la arena podría aguantar golpes y patadas de alguien como Nekomaru o incluso Sakura que era más hábil.
—Debes ser consciente de que no solo la fuerza física decidirá el resultado —Sakura se cruzó de brazos junto a una mirada sería dirigida al entrenador—, también se requería de cerebro y estrategia, con ese elemento en su forma pulida, incluso Ikusaba-san podría vencernos a ambos.
—No, eso es imposible. ¡Porque nada ni nadie me arrebatará a oportunidad de enfrentarme a la Artista Marcial Definitiva!
El entusiasmo de Nekomaru superó al de Tenko con creces.
—¿Sa-saben? No temo porque destruyan la arena, temo porque hagan que los espectadora salgan volando.
Aoi y Tenko asintieron a las palabras de Yuta, tanto la Nadadora como la Artista de Neo-Akihido podían ver muchos escenarios en sus mentes como resultado de la pelea entre esos dos. En todos había destrucción masiva.
... ... ...
... ... ...
—¡Ja, ja! ¡Sabía que se estaban ocultado aquí!
—¡Onee-chan, arruinaste nuestra treta!
Akane Owari no había seguido a Nidai, en lugar de eso, fue a la entrada de la academia para comprobar algo que tenía tiempo pensando.
Cuando llego al puesto de seguridad que el —ausente— Boxeador Definitivo atendía, dichas sospechas se confirmaron porque vió a un grupo de infantes yendo y viniendo con las manos cargadas de golosinas.
—¿No les dije que tenían que comer más saludablemente? Tsumiki también se los recomendó.
—Oh vamos —reclamó el mayor de los niños—, ¿qué tiene de malo que probemos los asombros dulces de este festival?
«¿De dónde los han estado sacando?, si fuera del puesto de Ruruka Ando, estarían hiperactivos...»
—Claro, pueden disfrutarlos —Los niños creyeron ver a la sonrisa del lobo feroz en el rostro de Owari—, ¡solo si los comparten con su hermana mayor!
Parte 3
Afuera de la carpa donde estaba lo necesario para fotos temáticas y las cabinas comunes para tiras de estás mismas, había una larga fila que habría abrumado a las encargadas del puesto de no ser por la ayuda adicional.
—Sato, ¿qué tanto nos falta?
—Ehm, conté a diez personas, ocho parejas y tres familias.
Mahiru suspiró, por lo menos le reconfortaba ver las sonrisas que ponían las personas al ver sus fotos.
Maiya le sugirió al resto de las chicas que cerraran el puesto temprano con la excusa de tener que hacer unas preparaciones para el torneo. No era del todo una mentira considerando que faltaba una hora para el inicio de este.
Por el momento, cada una se encontraba haciendo algún acomodo para dejar todo listo una vez tuvieran que abrir de nuevo en el intervalo entre el final del torneo y el inicio del concierto.
Solamente dos estaban trabajando juntas, y eran Saioinji y Mikan.
—Y-yo pensaba que ibas a tener tu propio puesto —Le dijo la enfermera.
—Egh, simplemente no vi qué podría hacer en uno. Y entre nosotras, solo complicaría las cosas —dijo desviando la mirada—. Todavía tengo que ayudarte con "eso", ¿lo olvidas? Pero no pienses que lo hago por bondad o algo así.
Natsumi alcanzó a escuchar lo que estaban hablando y se rió mentalmente ante la actuación "tsundere" de Saioinji. La Bailarina no podría confesar que quería ver por lo menos a Mikan intentarlo, pero también tenía cierto miedo.
Si Mahiru se había resignado, era por una razón, y Saioinji sabía cuál era. Aún así, decirle en este momento o que se lo dijera la misma persona le causaría el mismo nivel de daño emocional, así que tanto ella como las demás tenían un tiempo mentalizandose para sanar su —futuro— corazón roto.
Y apesar de todo lo que estaba en contra... Se podría decir que Saioinji era la única que conservaba la esperanza para que los sentimientos de Mikan fueran correspondidos, obviamente tampoco lo admitiría.
—... Te lo agradezco —fue el débil murmuro de Mikan.
Una espina causó una punzada en los corazones de todas.
¿La razón? Ya había sido mencionada.
... ... ...
... ... ...
«¡Se siente extraño! ¡Es como un montón de mariposas y colores chillones danzando en mi estómago y cabeza!»
Chiaki tenía una expresión tensa por no saber qué hacer por el repentino arrebato de Ibuki.
—¿Por qué no solo lo ignoras...?
—¡No ayuda tratar de ignorarlo! ¡Cuando lo hago, aparecen imágenes de él! ¡Y me gusta!
A final de cuentas, la Gamer Definitiva no podría culparla. Ella se sintió igual cuando su querida maestra le hizo darse cuenta de que tenía un enamoramiento, aunque no tenía un tono tan exagerado.
—¿Qué pasa aquí?
Por la parte norte del escenario llegó Maizono con una expresión de preocupación similar de la de Chiaki. Le seguían cuatro adolescentes y una adulta, solo que a paso lento.
—¡Aaah, Maizono-samaaa! —lloró Ibuki mientras se arrastraba. Cuando se acercó a la Idol, se agarró de los pliegues de su uniforme—. ¡Necesito su ayuda, es urgente!
Gotas de sudor producidas por estar nerviosa bajaron desde la frente de Sayaka, se debía mayormente a que podía sentir las miradas de su grupo sobre ella.
—¿Q-qué es lo que necesitas? —preguntó junto a la desagradable sensación de que se arrepentiría.
De manera caricaturesca, Ibuki inhaló aire como si eso le diese el valor para decirle.
—¿Qué se supone que haga si me enamoré de Makoto? —dijo como si nada.
Sayaka mantenía su sonrisa en el intento de procesar lo que su superior le había dicho.
«... Creo que rezaré por ella...», pensó Chiaki, a ella había llegado la sensación de que la reacción de Sayaka no era la única.
—... ¿Eh? —Maizono decidió fingir confusión.
Bueno, las sospechas de que no era la única ahora estaban confirmadas. Aunque ella se esperaba algo así de Mukuro, nunca de alguien como Mioda.
Parte 4
—Harumaki, Harumaki...
Tanto Shuichi como Hajime y Kaede mantenían la mayor distancia posible de Kaito para ahorrarse la pena ajena.
En un muy lamentablemente intento por distraer al aspirante a astronauta, Shuichi sugirió concentrarse exclusivamente en la búsqueda de Naegi.
Hajime tuvo un mal presentimiento, creía que esté tenía múltiples fuentes, pero la principal estaba en el puesto de cómics y el escenario para el concierto.
—Haruma... ¡Oh, es el chico del que hablaban! —señaló Kaito saliendo momentáneamente de su trance solo para regresar a el al instante.
Tenía razón, Kaede fue la primera en ver al chico entrar al casino acompañado por tres chicas mientras era escoltado.
«Ahora entiendo mi mal presentimiento», pensó Hinata. Estaba seguro de que tendría que pedirle a Sonia que cubriera la deuda, bueno, eso solo en caso de que Naegi ganase una.
Shuichi tenía una línea de pensamiento similar, después de todo, estaba seguro de que si no es enfrentaba a Celestia Ludenberg, seguramente lo haría contra algún otro apostador experto.
—¿Deberiamos pensar en algo y sacarlo de ahí? —preguntó Kaede.
Hajime negó con la cabeza. Antes de que las ventanas se oscurecieran, estaba seguro de haber visto a Pekoyama Peko en el interior.
Sin importar cuál fuese su trabajo, estaba seguro de que les impediría sacar a Naegi del casino. O al menos en una pieza.
—No hay nada de que preocuparse, Makoto estaba con la Soldado Definitiva. Todo le va a salir bien —dijo Hinata levantando los pulgares de manera nerviosa, lo cierto es que ni él estaba seguro de sus palabras.
Esa inseguridad se transmitió a Kaede y Shuichi.
Conclusión
22 y 00 = El Loco.
La tensión estaba en el aire.
Los espectadores así como uno de los participantes estaban seguros de que había una humedad inusual en el aire. Fue a tal grado que Shinobu revisó el aire acondicionado, solo se encontró con que estaba trabajando a la perfección.
Makoto consideraba a Celestia como una gran amiga y alguien que podía organizar buenas competencias en los días de clases más monotos, pero aún así temía el tener que hacer algo que ella le ordenara.
Si no conociera bien a la apostadora, entonces el Estudiante Afortunado no tendría tanto miedo. Pero era porque la conocía bien que le temía, estaba seguro de que si perdía, le pediría algo como ser su mayordomo por una semana, un mes o para toda la vida.
Un fuerte escalofrío atacó a su columna de tan solo pensarlo.
Tenía 25 rondas para salir bien librado, actualmente iban en la número 3 y las cosas no pintaban nada bien para el chico.
Celestia hubiera querido que fueran 50 o 100 rondas, pero estaban contra el reloj y sabía de las responsabilidades de Naegi como representante de la clase.
«Ella debe estar contando cartas»
De las cartas que recibió, Celestia agarró otra del mazo de cartas. Aún no completaba un 21.
A Naegi le había tocado un fortuito 11, solo tenía que sacar una carta con el número 10 y tendría su primera victoria.
«Yo lo sabía, no puedo depender de la suerte. Tampoco soy un matemático que sabe cuál parte del mazo es la más probable en que esté un diez»
Tratando de controlar los latidos de su corazón, acercó la mano izquierda al mazo.
«Lo único que puedo hacer, ¡es depender de mi optimismo!»
La carta fue tomada y...
—¿Qué...?
Los amenazantes ojos rojos de Celestia parecieron tener un brillo carmesí al ver el número de la carta.
Era ese tan esperado 10.
