Prólogo

I don't want to set the world on fire.

«Si yo siempre pude decidir qué será del futuro de ustedes... entonces»

La cadavérica mano se acercó a la mejilla de Naegi como si fuera la acción más normal del mundo.

«Asi es... Fuiste tú y nadie más. Tú nos dejaste morir»

Levantó esos ojos que hace ya mucho tiempo habían perdido su brillo, aquello que mostraba a cualquier persona cuan sincero era el chico sobre su inusual optimismo.

Sentía que su cerebro se estaba derritiendo a la par que su pecho ardía y un malestar se formaba en la boca del estómago.

—¿Naegi-kun?

Sacado de esos turbios pensamientos tan abruptamente, Makoto volteó la cabeza para ver a la responsable.

Se terminó encontrando con los ojos de Seiko que tenían una mirada de preocupación dirigida a él lo que por lógica, le hizo sentir mal. Lo que menos quería hacer en un día como este era preocupar a una amiga tan querida.

«¿Q-qué fue eso? No lo entiendo, por un momento fue como si... Como si...»

No tenía el valor para terminar esa frase ni siquiera con la voz de su mente.

—E-estoy bien Kimura-senpai. Solo estaba pensando en quién podría ganar el torneo. Ugh... y también recordé que debo ir a un lugar cuando inicie el descanso antes de la última ronda.

—O-oh, ya veo...

Ruruka tenía ganas de quitarse el gorro y estrellarlo en la cara de Seiko. Quería mucho a su amiga pero no podía evitar frustrarse al ver lo lenta que era.

«Seiko... no sé yo pero, ¿no has notado las miradas de esas chicas? ¡Te están tratando de prender fuego!», dijo señalando mentalmente a Ibuki y Maizono.

... ... ...

... ... ...

Junko no dejaba de mirar sutilmente al chico sabiendo que algo raro le estaba pasando.

Naegi Makoto, su opuesto total, ¿no mostrándose optimista, como si hubiera un montón de pensamientos negativos en su mente? Maldita sea, tenía que gozarlo.

No solo lo gozaba en silencio, también... Despreciaba verlo así. ¿Dónde estaba el placer en verlo tan decaído si no era por sus acciones como Desesperación Definitiva?

Y nuevamente se contradecía. Ya que verlo tan mal por algo o alguien que no era ella también la hacía sentir bien.

Se podría decir que contradicción era una de las palabras que definía a la persona conocida como "Enoshima Junko", aunque ella era inconsciente a tal hecho.

Parte 1

—Killer Killer...

Al instante Mukuro se puso en alerta máxima. Estaba más que lista para buscar el objeto más punzo cortante del lugar y ponerlo cerca del cuello de Tajihara.

—Vamos, no pongas esa cara... Debiste haber sabido que vendría a verte, no me perdería esto por nada del mundo. Imagina, el día en que Ikusaba Mukuro demuestre que ni siquiera Oogami Sakura es rival para ella.

El disgusto que Mukuro estaba sintiendo era algo que no podía describir, pero lo comparaba a los dolores de estómago que sufría en su infancia cuando Junko y ella aún vivían en las calles.

—¡¿Uck-?!

Negandose a dirigirle palabra alguna al perturbado individuo frente a ella, alzó una mano y lo agarró del cuello para empujarlo contra la pared. Lo había hecho de tal forma que al mínimo movimiento hostil que hiciera empezaría a asfixiarlo.

—Je, que ruda eres. No importa, eso me gusta.

—... ¿Qué. Carajo. Quieres?

—Ya te lo dije...

Takumi no era ningún idiota, no iba a revelarle sus objetivos a Mukuro de forma tan simple. Puede que la amara de forma enfermiza, pero sabía que ella no comprendería el razonamiento al que había llegado.

Para que Ikusaba Mukuro se convirtiera en alguien absolutamente invencible, los obstáculos de su vida debían de ser eliminados y los nombres de esos obstáculos eran Enoshima Junko y Naegi Makoto.

Ese era el razonamiento al que Killer Killer llegó.

—... Simplemente quiero ver cómo barres el suelo con aquellos que se atrevieron a participar sabiendo que estaban en presencia de una diosa.

Mukuro hizo una mueca de disgusto mientras lentamente lo soltaba. Golpearlo hasta dejarlo inconsciente o más lejos no era una opción, al menos no en este momento. Si lo hacía corría el riesgo de llamar la atención del público o peor, de alguno de sus compañeros.

—Escúchame bien, y más te vale hacerlo porque no lo repetiré.

Takumi no dijo nada por dos motivos; quería saber que diría y Mukuro había sacado un cuchillo de la bolsa que tenía, obviamente ese cuchillo estaba apuntando a su garganta en este momento.

—Si te acercas a mí o a alguno de mis amigos, no dudaré en usar esto o dejar que el jefe de seguridad te muela a golpes. Puede que sea un bastardo que solo se preocupa por hacer escalar a su "amigo" hacía el puesto de director, pero si ve a alguien como tú dando vueltas por aquí, no va a dudar en atacarte.

«... ¿De dónde vino todo eso?»

Killer Killer tuvo que tragarse el resto de sus palabras, no podía permitir que su enojo le ganara.

—¿Quedó claro? —preguntó la Soldado Definitiva en un tono contundente.

—... Sí...

Asintiendo, Mukuro se dio media vuelta y dejó solo a Takumi.

Él quería reírse, pero no tenía la fuerza para hacerlo. Toda la que tuvo hace tan solo unos momentos se había ido que contener su enojo, felicidad y miedo.

La felicidad y el miedo era obvio de dónde venían, pero su enojo había sido provocado por un nuevo factor, algo que no pudo prever.

«Tch, así que también le tiene aprecio a los otros... Oh bueno, cruzaré ese puente cuando llegué a el. Primero lo primero, eliminar a Enoshima y Naegi... Aunque al parecer ahora debo ser más cauteloso»

Parte 2

—Muy bien gente, ¡¿quién esta listo para el último combate de la primera ronda?!

Una vez más, el ruido fue tanto que incluso Chisa tuvo que cubrirse los oídos. Se prometió a si misma que después de esto iba a pedirle una indemnización a Jin.

—Mis pobres tímpanos...

Entre sollozos, la maestra volvió a su asiento mientras Pekoyama y Maki se acercaban a sus respectivos lugares en el ring.

Por está vez, la multitud en las gradas se mantuvo en silencio, podían sentir esa aura mortal que ambas chicas emitían. Eran como dos ventiscas frías, una del norte y otra del sur, apunto de converger en un solo punto y arrasar con todo aquello que se pusiera en sus caminos.

—¡A! ¡A! ¡Aachu!

—¿Seguro que no tienes frío? Deberías ponerte esa chaqueta y no solo tenerla sobre tus hombros —preguntó Hiroko a su hijo.

—Estaré bien mamá, aquellos batidos saludables que compré hace rato evitaran que me enferme.

«... Oh por dios, esta a nada de volverse un hippie completo»

Todos vieron como a paso lento pero seguro un hombre con cabellera rubia y fedora blanca se acercó a las chicas. Era Kizakura.

Él había tomado el lugar de Chisa en esta ronda porque, en palabras de las ex alumna; tenía mucho miedo de la chica recién inscrita en el torneo.

«Ugh diablos, estoy demasiado sobrio para esto pero le prometí a todos que no volvería a beber, además...», sus ojos vagaron hasta la puerta por donde Kyoko había salido hace poco. «Je, ¿qué clase de tío sería si decepciono a mi sobrina?»

—Díganme jovencitas, ¿están listas?

Las dos asintieron al mismo tiempo y de la misma forma, lentamente y sin dejar de mirarse.

—Entonces... ¡Inicien!

Maki apenas tuvo tiempo de usar su brazo para detener la espada de bambú de Pekoyama. Tuvo que morderse el labio para evitar que algún ruido saliera de su boca, no quería dejar en evidencia a todos que eso le había dolido.

—... Te conozco...

Los ojos de Maki se abrieron al máximo cuando la escuchó murmurar tales palabras, no lo esperaba.

Por supuesto, ella sabía sobre Pekoyama Peko. ¿Qué persona del bajo mundo de Japón no conocía a la espadachín que protegía devotamente al hijo del clan yakuza más grande? Repuesta obvia: nadie.

Maki estaba segura de que nadie sabía su identidad en su... otra "vida" antes de llegar con la señora Bianchi hace algunos años.

—¿Cómo lo...?

—La Central de Detectives tenía tu nombre archivado como sospechosa de un asesinato hace tres meses antes de saber que fue obra de Killer Killer.

—Je, así que las raíces de los yakuza llegan hasta los "honrados' detectives de esta nación.

—¿Sorprendida?

—No, es así en todas partes del mundo.

Siguieron intercambiando golpes. Los puñetazos de Harukawa estaban a la par con la habilidad con la espada de Pekoyama, era como si la participante sorpresa estuviera tratando de golpearla con dos cuchillos invisibles.

Se mantenían inusualmente cerca, sin darse ningún momento para respirar y planear sus siguientes movimientos a diferencia de los enfrentamientos pasados donde los oponentes se alejaron al menos durante 1 minuto o 30 segundos.

La realidad de por qué se mantenían tan cerca era que no querían que nadie escuchara lo que estaban discutiendo.

—¿Entonces? ¿Cómo diste conmigo?

—... Digamos que al am-, digo, a Fuyuhiko-kun le interesa saber la identidad de la persona que alguna vez trató de eliminar a Killer Killer y Genocider Jack.

—... Eres una muy mala mentirosa —dijo la chica de ojos rojos en un tono frío y enojado.

Pekoyama fue tomada por sorpresa, no espero que de un momento a otro los ataques de Maki fueran con la intensión de ser contundentes.

Era como si las manos de la cuidadora de infantes fueran cuchillos en si, cuchillos dispuestos a obtener por la fuerza la respuesta a por qué la espadachín de cabello plateado conocía su vida anterior.

La pelea estaba en un punto tan severo que el público más que considerarla emocionante la veía preocupante por el bienestar de ambas chicas. A Maki no le importaba que sus manos chocaran contra el sólido bambú seco y Peko estaba siendo empujada al grado de solo defenderse.

—Uhm... Quiero invitar a esa chica a una cita pero... me preocupa que se rompa la muñeca o algo, ¿debería ir a detener la pelea?

—No hagas nada imprudente Kaito —reprendió Kaede a su amigo—. Si saltaras en medio de su pelea te dejarían como carne molida.

—... Kaede, no necesitaba esa imagen mental —Shuichi tenía el rostro verde al decir eso.

Un poco lejos de donde el detective y sus amigos estaban sentados, Fuyuhiko observaba todo con gran preocupación grabada en su rostro.

No quería que la chica a la que consideraba su hermana saliera herida.

«¿Qué estás haciendo Peko?»

El mundo se paralizó para Pekoyama Peko cuando, tras volver a chocar su espada con la mano de Harukawa Maki... una grieta apareció en el medio.

—¿Qué pasa, no tienes la voluntad de pelear? —contrario a lo que algunas personas creerían al escuchar palabras así, no había malicia en el tono de Harukawa. De hecho, no había nada, estaba vacío, su voz era seca y penetraba en los oídos de la Espadachín Definitiva como agujas—. No me sorprende, todos saben que ya no tienes algo que proteger, perro faldero.

—... No... N-no...

Los alumnos de la Clase 77-B y su maestra vieron algo que casi les hace gritar que se detuvieran, todos y cada uno estuvo a punto de hacerlo pero sabían que ni haciendo eso podían detener lo que estaba ocurriendo y saltar en medio de ambas chicas sería simplemente estúpido.

Vieron el agarre de Peko flanquear.

No solo su mano, todo su cuerpo estaba levemente tembloroso.

—¿Tú crees que quiero recordar lo que hice? —susurró Maki—... Siempre supe que nunca podría borrar ni expiar todo lo que pasó, pero al menos lo intento. Y no te tomes como algo personal lo que te acabo de decir, es solo la verdad. Todos aquellos que han oído sobre ti saben que ya no estás al servicio de la familia Kuzuryu.

Sentía como su espada se le escapaba de la mano.

—¿Qué puedes hacer cuando tu espada, tu alma, ya se ha roto, intento de samurai moderno?

En un ataque de ira, el puño desnudo de Pekoyama Peko golpeó el rostro de Harukawa Maki con toda la fuerza que tenía.

Puede que ese movimiento marcara la victoria de la Espadachín Definitiva, pero ella no lo sentía así.

También en ese momento, la impotencia se apoderó de la Clase 77-B al ver la forma tan decaída en que Peko se retiró.

... ... ...

... ... ...

—Kizakura... Lo dejo en tus manos.

Jin miraba con enojo a ambas chicas. Sabía que algún tipo de pelea verbal había ocurrido entre ellas pero no las detuvo por miedo a que el resultado de hacerlo fuera peor.

Muy a su pesar, Yukizome Chisa y Kizakura estaban de acuerdo.

—Tch, esas dos mataron el ambiente festivo. La tendrás difícil Chisa, aunque bueno algo me dice estos enfrentamientos de la segunda ronda le subieran los ánimos a todos... puede que hasta a tu alumna.

—¿Qué tienes ahora en mente? —con sus ojos mirándolo fijamente y sin parpadear, preguntó la ex alumna al caza talentos.

«Agh, realmente da miedo cuando hace eso»

—S-solo digamos que todo va a salir bien, ¿ok?

Parte 3

—Fue todo un viaje...

Touko estaba acostada sobre una banca con una toalla mojada sobre su frente. No tenía los recuerdos pero fácilmente pudo deducir lo que Syo hizo gracias a lo que escuchó murmurar a Tanaka que estuvo ahí mismo poco tiempo.

—¡Ajá, sabía que estarías aquí! —llamó una voz demasiado animada para el gusto de la deprimente escritora.

Solo levanto la vista y se volvió a recostar con la misma apatía de siempre al ver quien era.

—¿Por qué vienes a molestar, chica de crecimiento anormal?

—¿Ah?

—¡Vamos, eres anormal, y no lo digo solo por tus pechos! Maldita sea, ya eres más alta que tu hermano y si no fuera por tu voz tan chillona p-pensaría que eres mayor que yo.

—... No es mi culpa que Makoto sea enano... —fue lo único que pudo decir la atónita Komaru.

Touko quedó sin palabras, su cuerpo estaba apunto de hacer algo que no había hecho... nunca.

—Je... Jeje...

Por primera vez en su vida, río de forma honesta.

Cuando comprendió lo que hizo, se tapó la boca inmediatamente y la parte cínica de su mente le dijo que buscara un cepillo de dientes. Su lado obsesivo le decía que acababa de cometer un pecado, no debía de reírse en presencia de nadie más que su adorado Byakuya Togami.

«¿Eh...? No había... ¡No, no! ¡¿Cómo pude permitirme no pensar en Byakuya-sama todo esté tiempo?!»

—Oye, estás... ¿estás bien? Luces enferma. ¿Te esforzaste de más en tu pelea?

—Tú... ¡Tú!

—¿Yo? —Komaru se señaló a si misma mientras mantenía ese tono de despistada que según su hermano, tenía siempre.

Touko le lanzó un dedo acusatorio apunto de decirle un montón de cosas que cualquiera de su clase consideraría demasiado hasta para ella.

Sin embargo, una vez más, no pudo hacer nada.

Komaru Naegi, la joven dos años menor a ella que conoció en un Arcade después de tener un episodio como Syo y dejarse llevar de tal forma que atacó incluso a su querido. Era una chica bastante inocente, un poco mandona y muy, pero muy apegada a sus pasiones por lo que Touko podía decir.

Prácticamente, eran dos polos muy opuestos.

Y si era así, entonces, ¿por qué no podía simplemente decirle algo muy hiriente como para alejarla de una buena vez? ¿Por qué no lo hizo antes cuando se encontraron por primera vez en este infernal evento?

—Tú... ¿Qué ha-haces aquí?

—Estaba preocupada, así que le pregunté a Makoto por ti y me dijo que estarías aquí. Realmente te conoce bien.

—Ja, ni si-siquiera hablo con él...

—Ah, eso no es necesario. Makoto siempre ha sido así, conociendo hasta por lo más mínimo a alguien y preocupándose a pesar de que no se conozcan del todo —había algo, una pesadez en las palabras de Komaru. Fukawa pudo notarlo porque ella tenía algo así todo el tiempo.

Era un sentimiento de auto desprecio.

—A veces me gustaría ser más como mi hermano...

—¿Q-qué estás diciendo? Si tu ya tienes muchas cualidades y to-toma en cuenta que no nos co-conocemos mucho. Vamos, si ya las pude ver en tan poco tiempo entonces pu-pue-e... —Fukawa tomó una larga respiración antes de volver a hablar—... Entonces puedo decir que cualquiera que te conozca lo consideraría un privilegio por conocer a alguien con tantas virtudes buenas.

La sonrisa en el rostro de Touko poco a poco cambio a una expresión de terror mientras empezaba a ponerse pálida. No ayudaba la cara de sorprendida con la que Komaru la miraba.

«Re-re-re-re... ¡¡¡¿¿¿Realmente dije eso???!!!»

Poco a poco, Komaru salió del shock y sus ojos miraron hacia la salida del lugar de descanso. No buscaba salir, simplemente estaba mirando hacia la nada mientras sus pensamientos no paraban.

—Si lo dices tú, entonces debe ser verdad...

La mala mente de Fukawa Touko, aquélla que le decía lo horrible, desagradable, mala persona y muchas cosas que —no— era, se detuvo en ese momento.

Lo único que quedó fue ella mirando al rostro de su... ¿amiga? Mientras sin saberlo, su pálido rostro habitual se teñía de rosa.

Parte 4

Algunos minutos antes.

Tanaka no dejaba de mirar con un ceño fruncido a Souda y, para sorpresa de ambos, Hanamura también miraba con severidad al mecánico.

—¡Vamos chicos, me prometieron ayudarme a recibir a mamá! ¡Les trajó comida hasta a tus hamsters, Tanaka!

—... "Sniff", Sonia-san sería un buena madre.

—Dioses oscuros denme paciencia...

Tanaka estaba aquí por lo que Hanamura había dicho: Souda y él le ayudarían a recibir a su madre que llegaba un poco tarde. El problema era que cuando el criador fue a buscar al mecánico, lo encontró llorando debajo de una banca aledaña a donde Fukawa Touko estaba acostada.

—¡Aaaghh, me lo voy a llevar a la fuerza! —exclamó el cocinero mientras jala a Souda de su overol. El peli rosa no puso resistencia alguna.

—"Sigh", pensé que ya lo había superado.

—Yo también. Todos saben que aunque Sonia siga sintiendo algo por él, los sentimientos no son mutuos.

—... Eso fue inesperadamente maduro de tu parte considerando las cosas obsenas que dices.

—¡Hey eso duele! Pero también, este no es un tema cualquiera, ya sabes... La vida amorosa de Hinata-kun realmente fue un desastre el año pasado.

—No te equivocas, fue algo que nos afectó a todos. Aún así, lo admiro por mantenerse firme hacía la persona a la que él ama y con quien quiere unir su hilo rojo.

—... Mi duda es, ¡¿cuando se va a confesar?! ¡Chiaki-san esta apunto de golpearlo y después besarlo por ser tan maldito denso!

—¡Callense los dos, no me dejan tenerme auto compasión tranquilamente! —les gritó Souda.

... ... ...

... ... ...

Una vez Tanaka y Hanamura se llevaron a Souda, alguien más de la Clase 77-B llegó al lugar al mismo tiempo que Komaru.

La chica simplemente estaba aburrida y quería estirar las piernas, así que fue hacia la zona de descanso buscando a Owari para molestarla un poco.

Lo que encontró fue mucho mejor.

«... Oh~ No sabía que ibas a ese lado, Fukawa-senpai»

Hiyoko Saionji presenció a escondidas la interacción entre Touko y Komaru, incluso notó aquel sonrojo en el rostro de la escritora. Vió que perduró mientras ambas abandonaban el lugar.

—Je, creo que ya sé como quitarme el aburrimiento.

Hiyoko había cambiando desde el año pasado pero algo no había quedado atrás: su deseo de fastidiar a la gente y tratarla como menos.

Ya no era algo que aplicara tanto hacía los de su clase pero con la Clase 78... Bueno, con ellos no tenía ningún apegó así que básicamente no le importaba joderlos.

—"Fukawa Touko es una...", hmm, me pregunto cuántos estúpidos se creerán eso.

Conclusión

El demonio disfrazado.

—¡¿Por qué se te ocurrió algo así maldito insensato?! ¡¿Esta es tu idea de "sigilo"?!

—¡Cállate! ¡¿Qué querías que hiciera, algún cachivache que lo hiciera Invisible?!

—¡Pues si idiota, el profesor Forte puso los planos de una mierda así en nuestra memoria!

—¡No me reclames, ya ni siquiera tenemos el treinta por ciento de los datos con los que viajamos en el tiempo!

En el escritorio frente a los dos osos robóticos que peleaban, estaba una máscara.

La máscara había sido diseñada por Monoinata de forma que tuviera una similitud con Monoegi.

En pocas palabras, era una máscara de oso con un ojo izquierdo fino que brillaba en verde intenso y una sonrisa lisa que no buscaba ser amenazadora, si no burlona.

Si Makoto la viera, diría que era una sonrisa cínica.

... ... ...

... ... ...

—Eso si que fue... algo.

Naegi estaba debajo de las gradas estirándose, su cuerpo se había entumecido un poco. Se le permitía entrar a ese lugar por ser un alumno de la academia, aunque por petición de Yukizome, Jin puso la condición de que quien entrara ahí tendría que ayudar con algunas de las cosas por preparar para la siguiente ronda.

—No tienes que decirlo, esa chica de la espada parecía un zombie al irse.

Naegi giró la cabeza para encontrar que Junko estaba a su lado comiendo una paleta que parecía de algodón de azúcar. Ese sabor era realmente empalagoso.

«¿En qué momento llegó?»

—Si... Me preocupa un poco.

—Y a mi me preocupas tú, Makoto-kun~

La actuación inició.

—Eres mi querido y lindo compañeros de clases, Muku-chan te aprecia mucho y me duele verte tan, ¿cuál podría ser la palabra...? Ah si, te ves muy decaído.

Makoto sintió un poco de asco debido al tono usado por Junko y al instante se reprendió mentalmente por eso.

«¿Qué te pasa? Ella solo está preocupada por ti, no puedes ser así»

A pesar de repetirse eso en mente varias veces en el lapso de 30 segundos, aquel sentimiento de asco y desagrado no desaparecio, solo fue sepultado bajo muchas otras preocupaciones.

—Bueno, tienes razón Enoshima-san... Hay algo que no deja de preocuparme.

La gran y aterradora sonrisa de Junko no pudo evitar hacer acto de presencia.

Mordió el anzuelo.