Disclaimer: Nada en esta vida es mío, mucho menos Naruto ni sus personajes. Copyright Masashi Kishimoto.

Fandom: Naruto

Pareja: Sasuke Uchiha / Sakura Haruno y quizá otro personaje por allí que es una sorpresa.

Advertencia: Por ahora, ninguna… Recalco, POR AHORA. O_O En este aspecto, teman cualquier cosa.

Recuerdos y pensamientos en CURSIVA

Género: One True Pairing (OTP)


A TRAVÉS DEL OJO DE BUEY

Parte I

Kakashi sensei se lo había dicho no hace mucho tiempo, en una calurosa tarde, luego de un largo entrenamiento en el campo de adiestramiento. Él la había vencido solo porque había fingido mucho dolor cuando ella logró acertar un puñetazo en sus costillas. Sakura, luego de eso, corrió hacia él, asustada de no haber calibrado lo suficiente su fuerza, con horror pensó que había sido demasiada. Cuando llego junto a él, la sorprendió con un clon y luego una llave, con la cual ella terminó con un kunai rosándole peligrosamente la garganta. Recordó lo que le dijo en aquella ocasión.

"– Es tu naturaleza Sakura... si dejaras de lado esos sentimientos... simplemente dejarías de ser nuestra Sakura, la Sakura del equipo siete. La compasión y la bondad son sentimientos muy profundos que no muchos hombres en estos días son capases de sentir. Pero tu jovencita, rompes con ese patrón a la perfección. Sin embargo, debes tener cuidado, no todo son merecedor de ello... esos sentimientos podrían llevarte a la tumba."–

Y definitivamente Kakashi sensei, tenía razón...

– ¿Qué has hecho Sakura? – susurro para sí. Su bondad hacia los más débiles e indefensos... – ¿Cómo es que no podía luchar contra esos sentimientos? – pensó, aún estaba digiriendo todo lo que había pasado aquella madrugada con todas las alarmas en su cabeza encendidas; se decía,una y otra vez, que aquello era peligroso, acceder a una misión que no estaba autorizada por la Hokage.

Habían trascurrido tres noches y dos días desde su reunión con la miembro del consejo. Lo que ella le había revelado en aquella conversación no la dejaba dormir.

"–Este es un sitio que se suponía que luego de la de la Masacre del Clan Uchiha había sido disuelto, al igual que Raíz, sin embargo, siguió operando clandestinamente. Estos departamentos eran estrictamente confidenciales, y su prioridad era permanecer secretos, sepultados entre centenares de vidas entregadas a cambio de la preservación de la paz entre clanes y aldeas. La mayoría de las misiones se efectuaban en la clandestinidad absoluta, he independientemente de la aldea y de su gobierno. Eran laboratorios de investigación, experimentación, tortura y espionaje que servían y obedecían con fines particulares al consejo, más específicamente a su fundador... Danzo Shimura él es el amo y señor de todo este submundo." – había dicho Utatane.

Sakura había palidecido cuando entendió la magnitud de poder que manejaba ese hombre. Por lo que había escuchado de su maestra, Danzo era un hombre despreciable. Su apetito por el poder era algo extremo. Utatane le dijo que su ambición se había vuelto desmedida, y hacía mucho tiempo que él ya no distinguía cuando sus órdenes hacían daño a otras personas.

Había comenzado a tomar medidas él solo y argumentaba sus órdenes con "el fin justifica los medios". Cuando Koharu se dio cuenta de lo que significaba ello, ya era demasiado tarde, Danzo había comenzado a comportarse de manera extraña, decidiendo de manera independiente y alejándose del frete común que ellos, Homura, Danzo y ella representaban para el gobierno de Konoha.

Y fue entonces cuando comenzó a temerle y a temer por la seguridad de la aldea.

La anciana había decidido espiarlo... micrófonos en sus oficinas e interceptando correos y pergaminos, cualquier cosa que le permitiese investigar.

Él había estado susurrado palabras y lisonjearías a su conveniencia, estaba comprado y vendido favores y manipulado un sinfín de situaciones políticas. Todo eso cubierto por una máscara de rectitud, imparcialidad y diplomacia.

Sakura entendió que Danzo Shimura era más peligroso de lo que se creía, pero Utatane le había dado su palabra, le había asegurado que a pesar de que esas instalaciones funcionaban de manera autónoma, todo lo hacían era para el bien y por el bien de Konoha.

Sakura había habiab reprochado el hecho de que la ancianantambien estaba actuado como Danz, investigando a espaladas de la alda. Pero Utatane le había aclarado el porqué no había hecho público sus descubrimientos. El primero, revelar la existencia de un gobierno paralelo dejaría expuesta a la aldea como una nación débil y a su Hokage como una completa incompetente delante de sus iguales, esto podía desencadenar movimientos invasores en contra de Konoha; Utatane consideraba que era demasiado peligroso y podía desencadenar en otra cosa peor. Lo segundo es que aún no tenía una prueba definitiva. No había algo sólido con lo que inculpar a Danzo de sus fechorias y conspiraciones.

Era por eso que tenían que actuar con cuidado. Era demasiado peligroso mover fichas, si estar seguros de nada y por eso la anciana tambiénle había asegurado que ella y los suyos estarían ahora bajo su protección y le prometió que de ninguna manera serán perjudicados.

"–Haré esto por usted... Pero jamás lo haré por este lugar y mucho menos por Danzo. Solo quiero que entienda bien eso. – le dijo Sakura aquella noche. –Usted asegura de que ese hombre es leal, si es así, como médico, no pudo quedarme sin hacer nada... pero tampoco me quedaré cruzada de brazos si presiento que algo le llegase a pasar a mi familia o amigos por culpa de esto. No dude de que encontraré algún medio para regresar y contarle todo a la Hokage. Si usted cumple su promesa, yo haré todo lo que esté en mis manos para ayudar a ese hombre.–"

Los AMBU la habían escoltado de regreso cuando ya casi amanecía y a Utatane, no la había vuelto a ver desde ese entonces. Con ese pensamiento en mente vio como el reloj de su alcoba marcaba las cinco de la madrugada. –Genial– dijo en voz alta. No había podido dormir y Sakura sospechaba que comenzaba a sufrir un grabe caso de insomnio por estrés, sería como un maldito zombi en el turno que le correspondía hoy en el hospital.


– ¡Cielos! – exclamo Ino, sí que luces terribles esta mañana, como si hubiese entrenado toda la noche. La chispeante voz de Ino Yamanaka resonó en la habitación acompañada de una mueca sorprendida en sus ojos azules.

Ciertamente Sakura lucia exhausta esa mañana. Sus ojos estaban teñidos de cansancio, dos medias lunas violáceas habían aparecido debajo de ellos y no había parado de bostezar y lagrimear en todo lo que lleva de tiempo en aquel despacho.

–Sí, eso fue lo que hice– mintió la pelirroja junto con un verdadero y enorme bostezo al final de la frase. –Reservé el campo de entrenamiento ayer por anoche y cuando me di cuenta; había amanecido– dijo con voz perezosa y casi pegajosa.

–Toma, lo necesitas más que yo, le dijo la rubia tendiéndole el humeante y perfumado café que traía consigo. –Un moka vainilla, con dos de azúcar. Sakura tomó el humeante líquido, tomo un resoplido de satisfacción, llenado sus pulmones con el perfumado y reconfortante olor de aquel maravilloso líquido, para luego tomar un gran trago.

–Gracias. – de verdad eres un sol resplandeciente Inocerda. Le agradeció.

–Lo sé frentona...no me mereces–dijo– y tras de ello sonó una burbujeante risilla caprichosa muy de la rubia. Luego de eso, el silencio lleno la habitación por unos instantes y en ese instante la pelirosa, pensó en contarle todo a Ino, ella era su mejor amiga... sabía que podía confiar en ella.

– ¿Podía?

–Si podía... pero luego pensó que sería muy egoísta de su parte contarle algo que podía ser potencialmente peligroso y preocuparla sería muy egoísta de su parte, también era por otra cosa. La mente de Sakura se debatía entre hacer lo correcto y su propio... ¿ego? , no estaba segura.

Sakura calló.

Ino por un instante sintió un profundo frío en sus huesos, vio un destello de duda y preocupación en los ojos de su amiga, la conocía demasiado bien como para no notar algo que la estuviese molestando.

– ¿Todo va bien Sakura? – pregunto sin rodeos la ojiazul.

La sorpresa se dibujó por un segundo en el rostro Sakura y recordó a Utatane y su secreto...no podía decir nada a nadie, mientras veía como los ojos de su amiga la escudriñaban a fondo. De la forma más natural que pudo, le quito peso a su estado de ánimo y se excusó. – ¿Sabes Ino? En realidad, si hay algo que no va bien... y es que estoy exhausta, esa última misión en la aldea, los campos de arroz, ¿recuerdas? –Esa donde investigue ese brote de... – mintió y siguió mintiendo luego de esa excusa –... creo que le pediré a Tsunade que me dé el día–dijo– tallándose los ojos la pelirosa.

Ino sonrió, –Lo sé –dijo comprensivamente– tus reportes eran un dolor en el trasero. Tsunade sama ordeno clasificar el centenar de pruebas que hiciste. No quiero volver a pasar por algo así, se quejó su amiga, recalcando su malestar con uno de sus traviesos y característicos pucheros.

Sakura le sonrió mientras se disponía a marcharse mientras se despojaba de su bata médica, puso en orden sus cosas y le dio un rápido adiós a su amiga.

Iría a la oficina de su maestra y luego a casa.

Ino no despego sus ojos azules de la espalda de su amiga cuando la vio marcharse y quedó con cierta inquietud alojada en su pecho.

Sakura luego de hablar con Tsunade sama se tomó una hora para el almuerzo, quería algo rápido y ligero, así que busco una máquina expendedora de alguno de los corredores y comió en el patio del hospital, no podía sacarse de la cabeza al "shinobi sin nombre", era como ella lo había denominado y con relación a eso de último minuto la chica, decidió visitar el gran bazar de la aldea antes de volver a su hogar, debía reabastecer su botiquín de hierbas medicinales y prepararlo todo para la misión.


El ruido del gran mercado de Konoha hizo vibrar sus oídos. El gran mercado estaba ubicado el centro de la aldea, era un área al aire libre; que funcionaba a la sombra de un sinfín de desgastadas lonas que cubrían el sol del mediodía. Cientos de vendedores esperaban con ansia negociar en sus miles de coloridos puestos que estaban siempre repletos de todas las mercancías que se pudiesen imaginar... joyas, pieles, ropas y trajes tradicionales, seda, juguetes, comestibles y hasta locales especializados en armas.

Fue en ese lugar donde de pequeña, al parecer, se dio cuenta de que quería convertirse en ninja.

Su padre la había llevado consigo cuando tenía apenas seis años, ese día habían ido por suministros para su hogar, cuando pasaron delante de una pequeña tienda de lona roja brillante y cortinajes completamente abiertos, dentro se encontraba un gordo mercader, con un gran bigote blanco y con una gran sonrisa. Sakura al pasar por allí detuvo su pequeño andar y su padre que la tomaba de la mano se vio obligado a detenerse y mirar que había llamado tanto la atención de su hija.

La pequeña había soltado el agarre de su padre y corrió dentro del lugar, llegando al borde del tapiz que separaban los artículos expuestos del suelo. A los pies de la chiquilla, ella observaba un kunai de juguete del color rosa, un rosa igual de su cabello. Su padre la había seguido, llamándole por su nombre, pero ella no hizo caso, solo pensaba en "eso" que era tan bonito y rosa... como ella. Saludando muy cortésmente al hombre de la tienda, su padre llego junto a ella y vio lo que las manos de su pequeñita sostenían y como luego la niña le miraba con grandes ojos anhelantes. Él solo le sonrió.

El regordete mercader rio– al ver la escena– Parece que el pequeño retoño quiere ser una gran ninja. – había dicho, mirándola con su cara sonriente.

Fue allí, en ese momento, en donde por primera vez escucho esa palabra.

"Ninja"

Cuando regreso a casa y le había mostrado a su mamá lo que su padre le había obsequiado, puso el grito al cielo… Ya que la señora Haruno aspiraba otra clase de vida para su pequeña.

Sakura sonrió al recordar eso.

El olor a hierbas frescas, la regreso al presente, había llegado a la zona de los herbarios. Ella experimentaba con la farmacología y la toxicología, le gustaba hacer eso en su tiempo libre, desarrollar venenos y antídotos, así que regularmente visitaba ese mercado. Los recolectores de herbajes le saludaron con familiaridad cuando cruzó la amplia calle llena de flores y plantas medicinales frescas, buscando lo que podría necesitar para completar el botiquín que se llevaría al país del Té, salido a todos con cortesía, pero paso de ellos, para el viaje necesitaba las hierbas deshidratadas, si las llevaba frescas, se estropearían porque no tendrían un correcto procedimiento de secado, así que se encaminó al establecimiento del confiable señor Arata, un viejo amigo de Tsunade sama.

Escucho resonar el sonido de la campanilla del establecimiento y el característico olor a hierbas medicinales, entremezclándose con el de madera barnizada del establecimiento penetro en su nariz, al momento de entrar. El señor Arata era un hombre de unos ochenta años; con el cabello muy largo recogido en una coleta baja y con profundas arrugas en su rostro, siempre vestía de blanco, usaba gafas redondas y detrás de estas, se dibujaban un par de pequeños ojos rasgados. Era un hombre muy amable.

– ¡Señorita Haruno! – Exclamo el octogenario – ¡qué sorpresa verla!

–Buenas tardes, señor Arata– contesto la chica con una pequeña sonrisa, Sakura pensaba que el señor Arata era todo un personaje, era conocido en toda la aldea, ya que era el mejor herborista de la zona, sus tés aromáticos eran adquiridos por los mejores restaurantes, hoteles y casa de té.

–Pasa jovencita, no te quedes allí, ¿en qué puedo ayudarte? –dijo el anciano desde el mostrador.

–Sakura fue directamente hacia él. –Verá, señor Arata, necesito...– comenzó decir, pero calló dándose cuenta de que no sabía que pedir exactamente, porque no sabía con qué se enfrentaría cuando atendiera al shinobi sin nombre.

Y se sintió tonta.

El señor Arata, pudo ver la duda en la cara de la chica y se preocupó. – ¿Se encuentra bien, señorita Haruno?

La joven salió de sus pensamientos y se disculpó, con una sonrisa nerviosa, la única opción que tenía era… –Necesito... hierbas medicinales... de toda clase, todas las que tenga. El boticario se sorprendió con tal pedido, pero cuando lo pensó bien... ella era la discípula de la Hokage y no había nada de extraño en lo que la chica pedía.

Sakura gasto una pequeña fortuna en esa tienda y salió de allí con un par de grandes bolsas en cada mano. El camino a casa se le hizo más corto de lo esperada, no supo por qué tuvo esa sensación, pero se lo atribuyo al agotamiento, simplemente no se dio cuanta por donde iba en la calle y sin darse cuenta ya estaba en el pórtico de su casa y girando la llave de su puerta de entrada.

Deposito las bolsas aun lado y se quitó las botas ninja desordenadamente, camino por el corredor que daba a la sala y a las escaleras. Iba desvistiéndose, desabrochando su falda, no se preocupaba, ya que vivía sola, tenía dieciséis años y con su sueldo en el hospital había podido darse el lujo de alquilar un pequeño domicilio, no muy lejos de la casa de sus padres.

Iba escaleras arriba, despojándose ahora de su blusa. Con cada pisada, la madera crujía bajo sus pies, su casa no era ni lujosa, ni espaciosa, de hecho, era muy simple, pero había algo fabuloso en ella y era que su baño, tenía una gran bañera. –Amaba esa cosa, era muy reconfortante luego de un largo día.

Pero ni el agua caliente, ni las sales aromáticas y la suave espuma que la cubría hasta el cuello hizo que puedo dejar pensar en ese shinobi...

Sin rostro.

Sin nombre...

... y al que tenía que encontrar.

– ¡Encontrar! – pensó. Por un pequeño segundo la pelirosa entro en pánico, la anciana no había dicho nada de eso.

– ¿Cómo has podido ser tan torpe Sakura? – se dijo. Acababa de darse cuenta de que no sabía cómo lo encontraría. Necesitaba comunicarse con la anciana o buscarla rápido. Se incorporó de la tina, con la piel brillante por la humedad, el cabello mojado y pequeñas burbujas deslizándose suavemente por su piel.

El vapor se deslizó entre sus pies cuando salió de su baño y noto que las puestas de su balcón estaban abiertas de par en par y una suave brisa mecía las cortinas. Ella nunca dejaba las puertas abiertas y como si alguien hubiese leído sus pensamientos justo en esos momentos, lo vio allí, descansando en medio de su cama, era otro pergamino, sellado por el consejo, en tres sacadas recorrió las distancias que la separaban de esta, rompió el sello apresuradamente y leyó.

A Sakura Haruno.

Este pergamino lo he escrito con la finalidad de tocar puntos que por las circunstancias de nuestra reunión no tuvimos tiempo de tocar. Bien sabes que, como misión oficial, deberás ir al país del Té. Una epidemia de la que no se tiene registro está asolando esas tierras. Serás enviada en calidad de investigadora, médico y embajadora de buena voluntad a aquellas tierras. Esa es la orden que te asigno Tsunade–sama.

Mientras, que el consejo te pide cumplir con todo lo que se te ordene allí, mientras aguardas a la verdadera razón de tu viaje. No vaciles a pesar de lo que veas a partir de allí porque te serán reveladas verdades. Él ira por ti, ten fe en él, no importa cuánto tarde. Sin importar quien sea, no te asustes. Confía en mi Sakura Haruno, tú, mi querida niña, serás el principio de todo.

Todo esto, es por justicia y a largo plazo, por el bienestar de la aldea, por las personas que vivimos aquí y para todos los que luchamos por ella. Este favor que te he pedido... nunca podré pagártelo.

Sin más que decir, me despido, no sin antes decir que tienes mi más sincera y eterna gratitud.

Koharu Utatane.

La angustia de Sakura creció al terminar de leer, mientras que un fuego que no quemaba, en sus dedos, el pergamino se volvió cenizas. Parpadeo nerviosamente, pensando que se estaba volviendo loca, porque algo como esto no le pasaría a ella; se decía mientras se sentaba en el borde de la cama.

Sakura pensó en sus maestros... en lo decepcionados que estarían si descubrían lo que ella estaba a punto de hacer. Un terrible frío corrió por su cuerpo al darse cuenta de que haber aceptado la proposición de la anciana, también había aceptado hacer algo a espaldas de sus senseis... en otras palabras, estaba traicionado la confianza de cada uno de ellos, pero... ¿qué se suponía que debía hacer?, ¿negarse?, Era cierto que la consejera no estaba en muy buenos términos como la Hokage, pero para llegar a actuar a espaldas de Tsuande sama tenía que ser alguien muy importante para esa mujer.

Ella era una chica osada y hasta impulsiva – ¿De verdad estaba lista para hacer algo así? – Estaba colocando muchas cosas en juego.

Casi nada podía arrebatarle su estabilidad, muy pocas cosas a exención de –Sasuke… – susurró en voz baja. A veces cuando Sakura lo recordaba y el dolor se enroscaba en su cuerpo como una serpiente, pensaba que sería mejor odiarle por todo lo que les había hecho a Naruto y a ella... pero el corazón es un órgano caprichoso.

Sakura a veces podía ser más fuerte que eso, de arrojar todo eso que sentía en su pecho, pero algunas otras veces no y pensar en él, era como el dolor de una estocada que se clavaba el su pecho. Era algo desesperante, tan penoso como las imploraciones de la consejera, eso la había deshecho por completo y su bondad no pudo evitar salir a flote y comprometerse sin pensarlo, además, era para salvar la vida de una persona. El código de honor de un médico era "salvar todas las vidas que fueran posibles" Los enemigos al ser heridos de gravedad... dejaban de ser eso, "enemigos" y se volvían, a los ojos de Sakura simples personas que requerían de sus conocimientos, luego de ser salvados, la ley se encargaría de juzgarlos.

Con ese pensamiento, de alguna manera tranquilizadora, la pelirosa al fin pudo descansar, solo la cubierta con un grueso albornoz de baño, de a poco se fue relajando en su cama y sus hombros se hundieron en su mullida cama, sus ojos se cerraron y su respiración se acompasó con el ritmo ahora lento de su corazón.


El olor a panecillos tostados y café se sentía fuertemente cuando esa mañana un ave mensajera picoteo en la ventana de su cocina, era de parte de la Hokage, se le notificaba su suspensión del hospital durante el tiempo que durase la misión en la península de Izuka. También se le comunicaba que el barco que llevaría a su equipo médico y a ella a al país del Té estaría esperándoles al atardecer en el puerto principal de la ciudad.

Luego del desayuno Sakura decidió empacar todo lo necesario, su mochila con cambios de ropa suficientes y pergaminos médicos, había tenido que sellar las hierbas en pergaminos de invocación, ya que eran demasiadas; eso le llevo tiempo, también preparo pergaminos de comprobación de venenos y antídotos, una serie extra de kunais envenenados y sus implementos médicos regulares.

Se había pasado toda la mañana organizándolo todo, cuando reparo en el reloj de su buró, ya daba el medio día, entonces fue cuando escucho que llamaban a su puerta.

Descalza, bajó por las escaleras; el toque se volvió algo más persistente... ya se le hacía familiar. Llegando al portal, desatoro el cerrojo y abrió, allí estaba... esa sonrisa zorruna, esos brillantes ojos azules y aquel erizado cabello rubio.

–Sakura-chan... ¡buenas tardes! – soltó un risueño Naruto sin dejar de sonreír.

Sakura nunca podía evitarlo, cuando él sonreía así, era contagioso, le devolvió la sonrisa, saludándole también y moviéndose invitándole a pasar. Naruto se quitó los zapatos en el pequeño recibidor y siguieron hasta llegar a la sala, Naruto se echó en su sofá con toda la confianza del mundo.

–Fui por ti al hospital, para invitarte a Ichiraku – dijo el rubio, con los ojos puestos en el techo y su cabeza soportada por sus antebrazos.

–Estoy de permiso. – Contestó Sakura llanamente. La verdad no quería decir mucho, había hecho todo lo posible por no encontrárselo estos últimos días y se sentía terrible por eso.

–Eso dijeron las enfermeras, últimamente solo hablo con ellas...– su tono había cambiado. Era una mescla de reproche y seriedad, solo pudo percibir eso, porque no la miro, pero continuo. –Estás extraña, evitándome o algo… Comenzó a decir. Era oficial, Sakura ahora se sentía como una perra egoísta ahora y lloró internamente. Ella le miro aún desde estrada de su casa, era la primera vez que Naruto lucia dolido y usaba ese tono cortado con ella. Seguía sin mirarla, Naruto había decidido fijar su vista en algún punto de su mesa ratona.

–Naruto yo…

–Escucha...- la interrumpió –Sé que soy insoportable a veces y la mayoría del tiempo actuó como un tonto, pero nunca me habías dejado de lado, por eso– dijo el chico sin quitar la vista del techo.

Un silencio incómodo cayó entre los dos, Sakura se había quedado de pie y –Por Kami... Naruto había sido tan directo, que no supo cómo reaccionar y quiso decirle, quiso contarle todo lo que había ocurrido porque él era su mejor amigo, su compañero, pero no pudo, simplemente no pudo. Sakura pensó que era porque había dado su palabra, pero tampoco era eso. Algo le peso más en su corazón, por muy egoísta que sonara, se admitió así misma que esto que haría era importante, que sería como Naruto o como Sasuke... que haría algo osado, valiente… Ellos se atrevieron a hacer cosas que rompía todas las reglas.

Ellos hacían y continuaban haciendo cosas audaces– se dijo. Esto lo hacía por ella misma, para sentirse capaz, poderosa, gloriosa, para ser igual a ellos. Luego de todo, cuando cumpliera la misión y volviera a la aldea, sería igual a ellos, aunque eso era algo que solo ella sabría, pero eso, no importaba.

Tragó todo ese vómito verbal que estuvo a punto de soltar.

–A veces eres eso y más– se burló la chica. Eso había hecho que volviera su rostro hasta ella. Sakura le miraba de manera juguetona, moviendo nerviosamente sus pies descalzos sobre la mullida alfombra. Quería aplacar esa tención en la que se habían sumergido.

–Lo siento. – se disculpó. Lo hacía por todo, por dejarlo de lado, por no poder contarle su secreto y por mentirle en estos momentos. –De verdad he estado ocupada. –le dijo mientras se acercaba a él. La luz del ya pasado medio día se derramó entre ambos, Naruto se incorpora del sofá y se frotó la nariz con el dorso de la mano en un movimiento casi infantil. – ¿Entonces todo está bien entre nosotros? – esa momentánea inseguridad que envolvió su voz casi había desaparecido. Sakura respondió con otra pregunta.

– ¿Y... qué podría estar mal entre nosotros? – Sakura ladeo su rostro y puso "esos ojos" de compresión, de amabilidad... de que todo estaba bien. Tras un suspiro del rubio cambio de conversación, porque simplemente decidió no seguir por ese camino; en su interior, en el fondo, sabía que ocurría algo, era una habilidad que todo equipo de shinobis adquiera, y él conocía también a Sakura como se conocía así mismo. –Entonces... ¿a dónde iremos?, porque si estás del permiso en el hospital, eso quiere decir que tenemos una misión...

–En realidad...– comenzó, y entonces le conto toda "la situación" en la península de Azuka y lo que Tsunade sama le había pedido. Naruto se preocupó al igual que la Hokage, alegando que no podía ir sin él, Sai y Kakashi sensei, porque ¿quién cuidaría de ella si enfermaba también?, ¿quién la traería de vuelta si eso ocurría? Ella le explico que de ocurrir eso, no podía volver, no podía traer la enfermedad hasta la nación del fuego, entonces Naruto se negó a dejarla ir, el mismo iría a hablar con Tsunade para que enviaran a alguien más. Eso resintió un poco a Sakura, pero ella sabía que su amigo solo estaba preocupado. –Nada malo pasará–le tranquilizó, al contrario, estaré más preocupada si ustedes me acompañan, ya que ese mismo miedo que sentientes por mi bienestar yo lo experimentaría también, pero multiplicado por tres. –No puedo cuidar de ti, ni de Sai y tampoco de Kakashi sensei mientras estoy curando aun pueblo entero, al parecer, iré con un equipo médico especializado, no te preocupes, si llegase a pasarme algo, no dudo que ellos encontrar la forma de resolverlo. – le dijo la kunoichi, sentándose frente a él, alisando los pliegues de su falda.

Naruto sabía que ella tena razón. Suspiro derrotado.

–Oye Naruto... Tengo hambre, ¿aún quieres ir por ese ramen?... yo invito. Sakura sabía que sus ahorros del último mes quedarían en la barra del Ichiraku esa tarde, pero no le importo, quizá era otra manera de aliviar la culpa que sentía por mentir y omitir.

...

Anochecía en la costa, la tibieza del día estaba diluyéndose y un tono añil cubría el cielo sobre su cabeza; mezclándose con los rayos del sol que se derramaban en el horizonte. En mar, los pequeños navíos pesqueros oscilaban lentamente en el puerto y el viento se llevaba consigo el canto de las gaviotas y hacía batir su cabello furiosamente.

Una distraída Sakura estaba sentada en una roca saliente a los pies de la playa, oliendo el salitre y haciendo garabatos con una rama en la arena húmeda, junto a ella descansaba su mochila. Se había adelantado una hora, así que su equipo médico aún no llegaba.

Ahora se sentía despejada, había sido buena idea salir con Naruto, en el restaurante se habían topado con su antiguo maestro y su otro compañero, así que pudo despedirse de todos, Kakashi sensei no le sorprendió su misión, ni los términos en lo que se marcharía, solo le había deseado buena suerte. Sai, por otro lado, luego de despedirse con el típico apelativo hacia ella, le había obsequiado un pequeño frasco lleno de tinta, ella se descolocó un poco, no es que fuese a necesitar tinta para escribir a donde ella se dirigía y tampoco es que ella tuviese un particular talento en las artes como él, pero conociendo a Sai no le pareció extraño. Luego él le explico que era tinta especial, si quería comunicarse con ellos solo tenía que escribirlo y automáticamente aparecería en el pergamino que él llevaba siempre consigo. –Está combinada con mi chakra, es muy útil cuando se viaja en grandes distancias, ya que la comunicación es más rápida que las aves mensajeras o las invocaciones... Utilízalo si estás en problemas fea, iremos enseguida– dijo Sai tras una de sus sonrisas.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una voz llamándole a lo lejos. Cuatro figuras se alzaban cuando desvió su mirada a lo largo de la costa. Por el flanco derecho de la playa se acercaba Oyone y Kito. Eran ninjas que, como ella, pertenecían al cuerpo médico de Konohagakure y junto a ellos Tsunade sama y Shizune, esta última le saludaba con su brazo extendido, abanicándolo de un lado a otro.

Sakura bajo de la roca cuando llegaron junto a ella y Tsunade les dio las últimas indicaciones del viaje y les señalo a ella, a Oyone y Kito cuál era el barco en donde partirían. Era un barco mediano, de velas de un azul muy intenso. Sakura desde hace rato sospecho que era ese, era el único navío que se veía convulsionado en el puerto. Se dirigieron hasta él, la Hokage las presentó con el capitán y les explico quiénes eran. El capitán era un sujeto alto, de unos veinte años, quizás un poco más, tenía la piel tostada por el sol y largos cabellos negros al igual que sus afilados ojos, vestía ropa holgada que no era típica de la zona y eran de una tonalidad roja muy oscura, llevaba una larga pañoleta de color verde que cubría su cabeza y un arete de oro en la oreja izquierda y su nombre era Kai.

Shizune le susurró al oído que le parecía apuesto.

–Y era cierto– pensó Sakura.

Tsunade y Shizune los dejaron luego de eso, tras una afectuosa despedida por parte de ellas. Partieron un par de horas después, con el mar un poco picado, a través de un oscuro cielo, siendo guiados por las estrellas sobre sus cabezas.


A miles de millas, lejos de la Tierra de Fuego, en el País del Río, casi en la frontera del País de la Lluvia, una tormenta se arremolinaba en los cielos, las oscuras nubes se apelmazaban entre sí, recorridas por una maraña de resonantes centellas que iluminaban el sombrío paisaje. Una montaña se alzaba, aguda, pedregosa e imponente en aquel paisaje, su falda se iluminaba constantemente por los relámpagos que caían, sonoros e inclementes. El viento soplaba poderoso... violento trayendo consigo una ligera cortina de llovizna... era el preludio de una gran tempestad.

Pudo sentir la fuera del aluvión chocar en su pálido rostro cuando al fin se derramó sobre aquellos parajes, mientras volvía de cazar, había sentido que algo se acercaba, ni siquiera eso había intentado ocultar su chakra; podía sentirlo acercarse. Lo hacía adrede; como si quisieraque él estuviese consiente que aparecería en cualquier instante; unos minutos después, una difusa mancha oscura se precipitó de entre los árboles. Llevaba una capa negra que le cubría hasta los pies y una máscara... que a le resulto familiar. El recién llegado levanto su brazo al frente, la manga de su túnica se deslizó mostrándole el antebrazo envuelto en un pañuelo blanco, ese pañuelo; era una clara señal de que no quería problemas, que venía en son de paz.

No hizo ningún movimiento brusco o engañoso luego de eso, solo hurgo entre sus ropas y depositó algo en el suelo y sin más, se marchó de la misma forma en que apareció.

La humedad destilaba incesante sobre la áspera superficie rocosa de aquella cueva. Ocultas, en las profundidades de los riscos de aire pesado y embalsamado a tierra mojada, centenares de habitaciones de metálicas puertas se dispersaban en aquellos pasillos de surcadas paredes de entre los incontables y sinuosos corredores iluminados pobremente entre sí. El mismo había colocado el genjutsu sobre aquel lugar y sé lamentó por cualquier curioso que entrara allí, probablemente moriría enloquecido, perdido en el lío de pasadizos que era ese lugar.

Calado hasta los huesos, el agua cedía a cada paso que daba entre las roñosas charcas estancadas en los agujeros del suelo de aquella madriguera; gordas ratas de montaña corrían por doquier, podía sentir su peso pasar sobre sus botas; chillaban, tenían miedo de ahogarse. En su mano, sostenía lo que aquel shinobis había abandonado delante de él en las afueras.

La aldaba rechinó ante el impulso de su empuje y atravesó el vano a su habitación. Se despojó de su capa, dejándola escurrir en el respaldo de una maltrecha silla, el mismo destino tuvieron su camisa y malla. A pesar de lo burdo del sitio, todo en aquel dormitorio estaba en perfecto orden, había un desgastado buro, repleto de frascos y una pequeña biblioteca con libros y pergaminos amontonados en ella y una serie de velas que mantenían tibia y bien iluminada la estancia.

Sacudió ligeramente su cabeza, queriendo deshacerse del molesto goteo de su cabello; que solo terminó pegándosele más al rostro. Aletargado se dejó caer pesadamente en su catre, en su mano aún sostenía aquella carta.

Afuera la había estudiado, buscando un sello explosivo o cualquier otra trampa, pero... era un simple sobre sin destinatario ni remitente. Sabía que era, pero siempre era cauteloso, deslizo sus dedos dentro del pliegue, rasgándolo y liberando la información que se escondía dentro. Una serie de folios se deslizaron en sus manos y una fotografía cayó sobre su pecho.

Era una chiquilla, de ojos verdes y cabello rosa. Le sonreía desde el retrato.

Sus ojos se movieron hasta la primera hoja de los documentos, allí decía que se llamaba Haruno Sakura, tenía dieciséis años de edad, que era chunin y un ninja médico. También explico LAS circunstancias de ella en aquella misión y que iba acompañada por dos miembros más del cuerpo médico de la aldea.

El siguiente pliego era una detallada carta dirigida a él, de parte de un miembro del consejo de su antigua aldea, está a diferencia de las otras estaba escrita a mano y le hacía saber que ella estaba al tanto de su situación y que esa joven estaba dispuesta a ayudarle y que ella aguardaría por él en el país del Té.

Sé que esto no repara lo que te hicimos hacer, ni el daño que te provocamos en lo personal, esto es cosa mía. Quiero que sepas que no ha pasado ni un día en que no piense en esa noche, ni en ti y quiero ayudarte, aunque solo pueda hacerlo de esta manera. Si decides aceptar mi ayuda, debes protegerla, ella puede darte más tiempo para eso que tienes que hacer; incluso puede que encuentre alguna manera de salvarte, puede que de curarte... lo sé, lo siento en el fondo de mi corazón.

Esto era una respuesta a su última comunicación con Konoha... Una misiva que había enviado y que nunca fue contestad hasta ahora. De alguna manera eso había logrado turbarlo, sentía su pecho acelerado... desde hacía mucho nada había logrado hacerlo sentir así.

Élconocía a los miembros del consejo o al menos creyó conocerlos alguna vez. Todo cambio luedo de que Danzo lo utilizo y luego lo traicionó, incumpliedo su promesa y dejandole a su suerte.

Trataron de deshacerse de él en cuanto puso un pie fuera de la aldea. Al principio fueron ataques de ninjas elite, al parecer enviados por mandato del Hokage, eso lo esperaba, sabía que traicionar a su nación conllevaba esa clase de riesgos.

Luego fueron ataques aislados con mercenarios de cierto nivel, pero muy tontos para darse cuenta de quien estaba enfrentado.

Pero una noche, cuando vio a los AMBUS y al mismo Danzo ir personalmente por su cabeza, dio por sentado que ese trato solo había sido una trampa, una treta que no vio venir... Y el mismo le había puesto todo en bandeja de plata. Se había presentado con un discurso en el que él actuaba en nombre del Hokage y por la futura paz entre las naciones.

El consejo se deshacía de lo que teñí que deshacerse sin remordimiento alguno y él era un cabo suelto principalmente para uno de ellos en particular.

Sonrió para sí mismo, era una situación irónica, hacía mucho tiempo el único médico con el que pudo tratarse sin que lo delatara, terminó por intentar asesinarle.

Lo más justo, sería pensar que esto sería otra de sus trampas y por Kami habían visto mucha traición y maldad en su vida y quizás debía apreciar cuando alguien le tendía una mano.

– ¿Ahora Konoha velaba por él? – rio internamente. –Pero... ¿y si era genuino? –se dijo – ¿Y si podía... aunque sea comprarle un poco más tiempo a la muerte? Era algo tentador –Muy tentador– susurró, mirando nuevamente con sus oscuros orbes, la imagen de esa sonriente chica.

CONTINUARÁ

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NOTAS DEL AUTOR

Como ya se habrán dado cuenta, quiero darle a Sakura su propia aventura, porque siento que Kishimoto desperdicio mucho potencial de Sakura como personaje y su desarrollo individual pudo ser más rico de lo que fue, tanto como el de Naruto y Sasuke (no entiendo cómo es que él no comprende que Sakura no eran un personaje popular entre las niñas). Bien! Espero que me cuente que les pareció este segundo capítulo. Me costó mucho redactar la última parte y como se habrán dado cuenta esta es la aparición de nuestro "shinobi descosido" JAJAJAJAJA. Por otro lado, Sasuke aún no aparecerá, pero, pronto lo hará, ¡LO PROMETO! Lo otro es que, no quiero apresurar las cosas, si voy un poco lenta con el desarrollo de la historia es porque es necesario, por favor, tengan paciencia. También estoy tratando de que cada personaje conserve su personalidad original, no quiero salirme de allí, bueno… x_x al menos estoy tratado de que eso no pase.

El boticario y el apuesto capitán Kai, fueron una invención mía… XD quisiera que pudiesen ver la imagen que tengo de Kai en mi mente. *_* verán más del próximo capítulo.

Me encantaría saber sus opiniones, también sugerencias y por supuesto críticas, me disculpo de antemano si hay algún error por allí, de verdad. También trataré de actualizar de dos a dos semanas si me es posible.

! SE BUSCA BETA!

¡Bueno, creo que eso es todo lo que quería decir, nos vemos en el próximo cap!

Próximo capítulo: "A TRAVÉS DEL OJO DE BUEY" Parte II