Only Yours

XI. Fox Tears.

Caminando por las calles de Kanagawa, Kaede sintió que el cielo se nublaba, su luz se había atenuado, no sabia si estaba completamente apagada pero pedía al cielo con toda su alma que no fuera así, no quería estar solo o lo que era lo mismo, sin Hanamichi.

Aunque tenia a su familia, solo aquel rudo pelirrojo logro hacer que dejara de sentir la soledad que reinaba en su corazón, que su frialdad y el hielo que abundaba en su interior menguara solo para convertirse en una llama ardiente que ni una helada podría apagar.

Una gota callo en su rostro, comenzó a llover, por un momento creyó que lloraba pero hacia tanto tiempo que no lo hacia que había olvidado como, aunque una gran angustia le llenaba el pecho todo el tiempo desde que Hanamichi termino su relación con el, no había derramado una sola lagrima.

Continuo bajo la lluvia sin apurar el paso, sin sentir casi nada, ni el frío viento en sus mejillas o la helada agua que congelaba su cuerpo al traspasar su ropa.

Estaba triste, pero no sabía como expresar ese sentimiento, se sentía impotente por que no sabia que hacer para que el tiempo acelerara su paso. No tenia caso que pensara en la forma de reconquistar al pelirrojo, estaba seguro de que nada cambiaria su decisión y claro que hasta cierto punto lo merecía, de eso estaba conciente como de que también era culpable de su nueva soltería, la cual, lo volvía loco.

Llego al fin a su casa, mas mojado que el vagabundo que aun soportaba la lluvia afuera, sin que a nadie le importara. Al mirarlo pensó en si mismo, si Hanamichi no lo perdonaba y lo aceptaba de nuevo, estaba seguro de que terminaría así, loco y en un basurero, estaba exagerando, lo sabia, no todo estaba dicho, pero en ese momento sentía que se moría.

Sin poder sacar toda esa tristeza que lo llenaba se sentó en su cama después de darse una ducha caliente, pero no pudo dejar de sentirse frío, estaba helado por fuera y por dentro, y aunque sentía un dolor extraño, no sabia como expresarlo. Desde que su abuelo murió no había llorado jamás, por lo tanto había olvidado que de esa forma podría desahogar su malestar.

Se recostó en su cama, mirando hacia el techo, no sabia que hora era, pero no le importaba, mientras nadie lo molestara seria libre de no hacer nada.

Se quedo dormido con poca ropa, intento dejar de pensar y lo logro solo algunas horas después de que le rogó a Kamisama una nueva oportunidad.

Los días continuaron sin grandes dificultades, por lo menos a la vista de todos, pero dentro de los corazones de Kaede y Hanamichi todo se había derrumbado, dejándolos muy heridos y poco interesados en cualquier otra cosa que no fuera para Sakuragi recuperarse y para Rukawa que su ex novio le diera otra oportunidad.

Hanamichi seguía sin asistir a las prácticas de basketball, el profesor Anzai solo les informo que así seria por unos días, que su salud no era óptima y que necesitaba reposo.

Kaede se preocupó enormemente y llego a pensar que Hanamichi estaba mal por su culpa, fue tanto su desconcierto que no pudo evitar acercarse a el, justamente cuando estaba a punto de irse a su casa y se despedía de sus amigos.

—Hola – lo saludo nervioso sin realmente aparentarlo – podemos hablar... solo un segundo... por favor – añadió y Hanamichi que aun lucia sorprendido accedió al verlo tan necesitado de su atención.

—Ok – aceptó solo segundos después de pensarlo y ver que su ex novio no parecía deseoso de molestarlo.

Caminaron hasta un apartado paraje donde un bondadoso árbol se mecía con el viento de otoño. Hanamichi se recargo en el tronco, no lucia muy fresco, tal vez lo que el profesor Anzai les había comunicado con respecto al pelirrojo era verdad, pero tenia sus dudas y no quiso quedarse con ellas.

—Como has estado? – preguntó el pelinegro.

—Bien, dentro de lo que cabe – sonrió sin tomar en cuenta quien lo acompañaba.

—Entonces, por que no entrenas mas?

—Pues... por que estoy cansado.

—Tú nunca te cansas – le reprochó.

—Ahora si.

—Solo dime la verdad, quieres? – su tono indicaba autoridad, una que debía ser respetada.

—Que verdad?

—Es por que no quieres verme que no asistes a los entrenamientos, tanto me odias? – una rabia y unos celos poco contenibles se apoderaron de su ser al ver la indiferencia con la que lo trataba.

—El mundo no gira a tu alrededor Zorro feo – le dijo molesto, su mirada decía "no me provoques".

—Estas seguro? – pregunto amenazante, acercándose demasiado al pelirrojo, tomándolo por sorpresa – No serás un cobarde que no enfrenta a sus problemas o a sus ex novios? – de alguna manera no podía evitar sentirse impotente y buscar su atención aunque fuera a base de insultos.

—¿Qué te crees Imbécil? – le espetó muy molesto y lo empujo con dos sus manos, moviéndolo solo un poco, temblaba de nervios y coraje, le dolía que lo insultara, y no iba a admitir que tenia razón.

—Si estas bien, por que no vienes, por que no me enfrentas, me vas a ignorar toda la vida, vas a ser tan cobarde como para dejarlo todo, por que no quieres verme...? – su comentario fue acompañado por un desagradable tono de burla, era obvio, estaba siendo despreciado por primera vez y su orgullo no le permitía soportarlo sin agotar hasta su ultima arma.

—CALLATE MALDITO! – grito dolido y decidido a lastimarlo igual – Aunque tienes razón en una cosa... Ya no te quiero ver, pero ya no te quiero ver porque te odio, te odio como no tienes idea... pero no te creas tan importante, si no he venido es por que no me he sentido muy bien, el doctor me a recetado reposo, mi espalda no esta bien así que no voy a forzarme para quedar inválido.

—Entonces, era verdad? – sus palabras lo hicieron reaccionar, su tono cambio y su semblante también, a uno de arrepentimiento.

—Si, es verdad, no estoy muy bien, pero no es por ti! – le hubiera encantado ser mas duro.

—Lo siento... yo creí que...

—Sabes que Rukawa, no me importa, y será mejor que dejes de molestarme sino quieres que te acuse con el director.

—Yo te molesto? – la incredulidad en su gesto sorprendió a Hanamichi como nunca.

—Si, me molestas mucho!

—Pero dijiste que...

—Dije muchas cosas la ultima vez que nos vimos pero ahora pienso diferente, dije que intentaría olvidar lo que sucedió, pero cambie de opinión porque he comenzado a olvidar, pero también he comenzado a olvidar...me de ti – eso no pasaría nunca.

—No... Tú dijiste que... – ese fue un golpe directo a su corazón.

—Que dije kitsune? Dímelo, por que no recuerdo haberte dicho que podías molestarme.

—Dijiste que solo nos daríamos un tiempo... que...

—No, eso fue lo que tu quisiste entender y sinceramente... creo que... Ya no quiero tener nada que ver contigo – de eso no estaba seguro pero aun así lo dijo.

—No, no Hana, no digas eso, dijiste que no seria como antes, que no seriamos enemigos – su voz temblaba, sentía que se desgarraba por dentro.

—No me importa, aun te odio y no quiero verte otra vez! – se dio la vuelta para irse.

—No! – al ver que se iba lo tomo por el brazo e intento besarlo a la fuerza, pero Hanamichi no se lo permitió, lo empujo y sin pensar mas en que forma quitárselo de encima lo golpeo fuertemente con su puño, en la mejilla izquierda.

—Te dije que ya no quería nada contigo, así que déjame en paz! – se volteo furioso con los puños muy apretados, y de inmediato se dirigió a su casa, cansado, molesto, dolido y confundido con lo acababa de sucederle.

—Hana... – susurro tirado en el suelo, como nunca humillado, demasiado triste para su propio bien. Suspiró intentando de alguna manera desquitar el sentimiento de vació que sentía, la angustia que sentía le parecía dolorosa pero no podía descargar ese gran cúmulo de emociones porque no sabia como.

Era oficial, habían terminado, pero Kaede no lo había entendido, hasta ese momento en el que Hanamichi lo golpeo por su propia culpa, fue que lo supo, lo asumió pero no podía aceptarlo.

Su cuerpo nunca le pesó tanto, se levanto con mucho esfuerzo, tambaleándose como si estuviera ebrio, no le dio importancia, siguió su camino al gimnasio intentando no pensar, deseando que todo fuera un sueño, un horrible sueño del que ya quería despertar.

Hanamichi por su parte tampoco estaba muy bien, el pecho le dolía, tanto que no pudo evitar descargar su dolor como mejor sabia, lloró hasta que se sintió seco, y hasta que Hanagata – quien se había quedado en casa por un resfriado – llego a su habitación y lo abrazo al verlo tan mal, otra vez.

—Que paso?

—No sé, empezamos bien y después...

—Pelearon?

—Si pero...

—Que?

—Yo lo golpeé, no debí hacerlo pero el me provoco... seguramente ahora se olvidara de mi – se abrazo con fuerza a Toru, seguía llorando.

—No lo creo.

—El tuvo la culpa, quiso besarme después de que me ofendió y...

—Pelearon.

—Si, fue su culpa, fue su culpa...

—Te creo. Todavía lo odias?

—Si.

—En ese caso te recomiendo que dejes de verlo por un tiempo, como esta tu espalda?

—No sé, me duele.

—Ya fuiste con tu Médico?

—No, iré mañana.

—Ok y no te preocupes demasiado, no creo que deje de amarte en mucho tiempo – Hanamichi solo asintió, calmando su llanto y pensando positivamente.

Otro día más sin verlo, otro día mas sin tenerlo, se estaba volviendo loco, no había nada que lo calmara y ni siquiera tenía ganas de practicar. Intentaba dormir pero no podía, no era tarde así que decidió ir al minibar y beber lo que fuera que encontrara sin que nadie lo notara.

—Kaede! – su hermano lo asusto y casi tira el pequeño vaso en que bebía – Que sorpresa, jamás creí verte escondido de papa y mama para beber.

—Idiota, me asustaste.

—Que te pasa, reprobaste Literatura?

—No, Hanamichi me dejó – se bebió todo el contenido del vaso de un trago, sin mirarlo.

—Que!...Como?...Cuando? – su sorpresa fue grande.

—Hace casi 5 días, creo – nuevamente se sirvió y volvió a beberse todo.

—Y como estas? – era retórico.

—No me ves?

—Si, ya te vi – ahora entendía el comportamiento de su hermano, le hubiera encantado que se lo dijera en cuanto sucedió.

—Cuéntame – dijo, se sentó y Kaede al fin encontró un desahogo.

Horas después, en el apartamento de soltero de Ken Rukawa, Kaede y su hermano mayor, descansaban mirando hacia el techo, esperando distinguir formas inexistentes en la oscuridad de la noche.

—Por que eres tan hip! malo con Akira?...hip! – preguntó bastante borracho.

—Porque hip! me arruino la hip! Vida – respondió bastante borracho.

—No es cierto hip!

—Tu que sabes? Hip!

—Todo lo que me dijiste hip!

Un silencio inundó la sala de estar por algunos minutos, hasta que Ken se levanto con más de una idea en la cabeza.

—Salgamos, vamos al "Dragon Fly"! – propuso alegre.

—No lo creo.

—Por que no, hay chicos preciosos bailando en jaulas y si le doy algo al guardia de la entrada, seguro que nos deja entrar.

—No tengo ganas de nada.

—Ok... espérame aquí.

Kaede no lo miró, solo alzo los hombros y bebió un poco mas del delicioso whisky que su hermano le dio.

Cuando volvió con la guitarra en mano, hasta el hipo se le quitó, jamás imaginó lo que su hermano estaba apunto de proponerle.

—Le daremos una serenata! – Entusiasmado gritó – solo déjame afinarla – se sentó en el sillón cerca de un atónito Kaede que lo miraba como si fuera un extra terrestre.

—Estas loco – lo ignoro, Hanamichi ni siquiera quería verlo y a su estúpido hermano se le ocurría hacerle una inútil visita.

—Claro que no – comenzó a cantar – Llevemos juntos serenaaaataa, juntos hasta el balcón aquel... – canturreo ebrio.

—Cállate.

Yo la guitarra y tu maracas...

—No tengo maracas.

Como cuando teníamos 16 – siguió cantando, ignorando la molestia de su hermano.

—Yo tengo 16, tu no.

—Ok, entonces, cantaremos... di, di por que... nos dijimos adiós, tu me dijiste adiós a mi y yo te dije adiós, queriéndonos así...

—Cállate!

—Ja, ja, no te enojes hermano... entonces cantaremos...mmm – se quedo pensativo

—Carajo! – se levanto y se encerró en el baño, no deseaba escuchar mas.

—Si Kaede! Cantémosle! – Ken lo siguió y con una voz menos borracha nuevamente se inspiro – ...A veces sé que si, que pierdo la cabeza, y puedo aparentar que esto no me interesa... hasta puedo llegar a ser indiferente... sino estas cooonmigooo... – le cantó tras la puerta del baño, muy desafinado al igual que su guitarra vieja.

Kaede se quedó en el baño, se miro al espejo, lucia fatal, su hermano seguía cantando tras la puerta, pero el recordó lo que una vez Hanamichi le dijo.

—Kaede... escucha esta parte...me encanta: Con tu adiós, el dolor, se metió en mis sueños, nuestro amor no murió, y eras mi venenoooo, nos dejamos llevar, fuimos indiferentes yyyyy lo nuestro llego a su fiiiiiin...

El zorro salió del baño con prisa, sorprendiendo a quien seguía cantando y se dirigió a la computadora de su hermano, bajo una canción de Internet y la gravó en un disco compacto. Busco en donde tocar la música y encontró una pequeña grabadora con reproductor de discos compactos entre las cosas de su hermano, recordaba que tenia una pero no sabia donde estaba. Segundos después se fue con su hermano hacia donde Hanamichi vivía a las 2 de la madrugada.

Llegaron sin avisar, afortunadamente las batería viejas de aquella grabadora aun servían. Al fin encendieron el aparato, y la música comenzó a sonar a todo lo que daba el aparato reproductor.

—Hanamichi, Te quiero! – gritó el zorro después de terminarse la botella de vodka que su hermano conservaba con cariño y la lanzo sin cuidado sobre el pasto a su alrededor.

Se tambaleaba de un lado a otro, pero estaba decidido, tenia que poner en práctica su última arma.

La música sonaba alegre y Ken intentaba acompañarla con su guitarra desafinada, a su vez que cantaba los peores coros escuchados, con su voz.

—Vas a ser mi dulce niño! – intentaba bailar pero no podía, e igualmente intentaba cantar al mismo tiempo que el vocalista de la canción pero le era muy difícil, por que ni siquiera se sabia la canción completa.

Ya lo ves, Estoy

Tan loco por ti

Cuando te veo venir

No se ni que decir

Que no encuentro la manera

De decirte lo que siento

Que tengo un nudo por dentro

Que de amor me estoy muriendo

Ya lo ves

Yo voy

Siempre detrás de ti

Para lararararar – no pudo segur la letra de la canción y solo dijo lo que se le ocurrió.

Que lararara

Pero no sé que mas lararar...

Parte del coro comenzó e intento de igual manera cantarlo y bailarlo a la par que su hermano hacia lo mismo con la guitarra en brazos.

Ya te lo tengo advertido

Lo tengo bien decidido

Yo te voy a enamorar!

Y conmigo tú vas a estar

No quieras disimularlo

Si en mi también has pensado

Vente conmigo que yo quiero estar contigo!

na, na, na – Ken cantaba alegre lo único que sabia de la letra

na, na, na

na, na, na

—Mi dulce niño!

na, na, na

Tú me fascinas

na, na ,na

Por tu sonrisa,

Por tu mirada niño.

na, na, na

—Mi dulce niño!

Tú eres mi vida

na, na, na

Contigo niño

quiero pasar los días

na, na, na

Las baterías de la grabadora se terminaron y antes de que le sonido se distorsionara un poco mas la apago terminando la canción con una ultima frase llena de verdad.

—Mi dulce niño! – lo grito por ultima vez, esperando que la luz de la casa de Hana se encendiera, o que le lanzaran agua en la cabeza.

Nada paso por los siguientes 3 minutos, lo cuales fueron una eternidad.

—Vaya... parece que no funcionó – habló Ken, la cara de su hermano lucia demasiado triste, mientras miraba hacia arriba hasta que una luz se encendió y un tipo mas alto que Hanamichi salio de su casa.

Donde estaba Hanamichi, por que no salía, el dijo que le perdonaría cualquier cosa si le cantaba esa canción, aunque si lo consideraba con justicia no la había cantado toda, solo la tarareo e intento moverse un poco.

—No saldrá, ya cantaste, ya hiciste el ridículo, ahora vete – dijo Hanagata.

—No, quiero verlo – testarudo como siempre insistió.

—Por que demonios no entiendes que para que deje de pensar en lo que hiciste debes dejarlo solo? – le explico como si fuera un idiota.

—Por que no quiero! Y si no sale, yo mismo entrare por el – camino hacia adelante, pero Toru no lo dejo pasar, no pensaba hacerlo, pero el hermano del zorro sumó sus fuerzas y casi lo derriban de no ser por que el joven pelirrojo salio al fin.

—Rukawa's! – grito Hanamichi y ambos lo miraron con ojos brillosos.

—Hanamichi – Kaede se acerco como pudo al pelirrojo e intento a abrazarlo – Te quiero, Te amo, Ya me perdonaste? – sí notó que Hanamichi estaba tenso y que no correspondió a su abrazo.

—No – le respondió serio, no negaba para si mismo que lo deseó cuando lo escuchó, pero la sensatez le dijo que no era posible, que nada quedaba olvidado, que todo seguiría igual, que lo único que podía ayudarles era el tiempo.

—Pero tú dijiste...

—Lo recuerdo, pero cuando lo dije no sabia que la usarías para burlarte de mi – estaba serio, como nunca.

—No Hana, yo no me he burlado y si estoy "así" es por que no soporto estar sin ti, me entiendes? – sus ojos brillaban, Hanamichi temía que si derramaba alguna lagrima se rendiría ante su imagen, casi estaba seguro de que no soportaría verlo llorar al rechazarlo, aun así, lo intentó.

—No es suficiente, necesito tiempo, ya te lo he dicho hasta el cansancio, por que no lo entiendes? – le dijo al borde del llanto, la expresión de Kaede le provocaba una horrible angustia, temía que hiciera algo malo, pero tenia que ser egoísta por una vez y exigirle tiempo.

—Lo siento, yo creí que si... ja, ja – se toco la nuca, agacho la cabeza, estaba avergonzado, Hanagata tenia razón, había hecho el ridículo – Perdón por... todo – se dio la vuelta pero no dijo adiós.

Ken lo siguió sin decir nada y esta vez lo llevo a su casa.

Hanamichi se quedo viéndolo partir, algunas lagrimas no pudieron evitar caer de sus ojos, pero esta vez intento que fuera la ultima.

Ken acompaño a su hermano hasta su habitación, en el trayecto a casa, Kaede se quedo dormido, Ken creyó que lloraría, que gritaría, que diría algo mas pero no fue así, solo se durmió al recargar su cabeza en el respaldo de su asiento.

Kaede estaba tan borracho cuando llego a su casa, que estaba seguro de que no iría a clases al día siguiente, mas tarde vomito, pero se volvió a dormir hasta muy tarde del día siguiente.

Solo despertó cuando su madre entró preocupada a su habitación, después de la 1 de la tarde.

Tocó pero nadie le respondió, así que se acomodo a un lado de su hijo y lo acarició hasta que despertó.

—Buenos días – dijo la madre de Kaede, este solo la miro somnoliento con ojos rojos y parpados pesados.

—Que hora es?

—Después de medio día.

—Que! – se levanto rápido y un mareo lo dejo knockeado en su propia cama.

—No te preocupes – nuevamente acaricio su cabeza, eso parecía disminuir su dolor – Ya llamé a la escuela y les dije que te enfermaste, pero puedes asistir al entrenamiento si después de un buen almuerzo y una ducha te sientes bien

—Si, tal vez.

—Ken me contó todo.

—Mmm... – cerró los ojos, esperaba un sermón de su madre.

—No voy a recriminarte nada, o a reclamarte, o a sermonearte o lo que sea que creas que voy a hacer, solo quiero saber algo.

—Que cosa? – sintió un alivio después de lo que escuchó.

—Ya lo aceptaste, es decir, estas conciente de que ya no es tu pareja?

—Creo que si, no sé...

—Ken me ha dicho que hasta ahora no has... llorado.

—Y eso que...

—Como que "que"! – eso era un serio problema.

—No me gusta llorar, lo sabes, no lo he hecho en demasiados años, así que no puedo.

—Lo has intentado?

—Para que?

—Para que te sientas mejor!

—No quiero.

—No quieres sentirte mejor o no quieres llorar?

—No quiero llorar, no tiene caso, y no creo poder sentirme mejor después de hacer algo tan estúpido! – llevo sus manos a su cabeza, su brusco movimiento al casi gritar le provoco un mareo.

—No es estúpido llorar! – Kaede la miro, nunca le había gritado y de alguna manera se sintió peor aun, si eso era posible.

—Déjame solo madre, no te necesito tanto como crees?

—No se si necesites una madre ahora, lo que si sé es que necesitas desahogarte como lo hacen las personas normales

—No soy normal.

—Si lo dices por que eres gay, déjame decirte que eso no es cierto, todos sin excepción necesitamos desahogar nuestras penas y tristezas de la misma manera... llorando!

—Yo no – ese nuevo dolor le lleno el cuerpo de repente, era mas fuerte que antes, algo en su pecho se contraía de una manera cruel.

—Recuerdas cuando murió tu abuelo?

—Si.

—Pues si mal no recuerdo esa fue la última vez que te vi llorar.

—Esa fue la última vez que lo hice.

—Pues deberías intentarlo.

—Eso no me lo va a devolver... Y ya déjame en paz! – la miró con demasiado dolor, parecía que solo ella podría lograr lo que quería de su hijo.

—No, mírate, pareces un fantasma, estas mal y la única forma en la que puedes seguir vivo es desahogando tu horrible sufrimiento, sé que te duele, a mi me dolió las 4 veces que me distancie de tu padre y llore porque me dolía, me dolía tanto que no quería levantarme de la cama o salir, pero por lo menos llorando podía sentirme mejor.

—No es cierto, no voy a sentirme mejor y tu sigues con mi padre, lo perdonaste y ahora eres feliz o no? – le replicó molesto sin muchas ganas de seguir la conversación.

—Si, pero cuando recuerdo todo lo que pasé, la nostalgia me entristece y de vez en cuando aun lloro por ello.

—Eso significa que no has sanado del todo.

—No te burles de mí – su mirada lo hizo sentir pequeño.

—No lo hago Madre... déjame solo y estaré bien, te lo prometo.

—No. Tienes que desahogarte y como no tienes amigos tiene que ser conmigo – esa conclusión era obvia.

—NO! – le grito mostrándole una mueca de dolor y poco respeto – DEJAME EN PAZ, LARGATE, NO TE NECESITO! – su grito termino cuando su rostro fue violentamente ladeado, solo una bofetada bien dada por parte de su madre lo hizo callar.

La miro con demasiado dolor, arrepentimiento, sus ojos brillaban, sus puños apretados comenzaban a ponerse cada vez mas blancos y sus labios apretados no le anunciaban a su madre una buena reacción.

Simplemente lo abrazo con fuerza y al fin un sollozo por parte de su hijo le hizo sentir un peso menos encima. Acariciaba su espalda esperando que Kaede al fin dejara escapar todo ese acumulación de tristeza que no lo dejaba respirar. Ella lo vio suspirar muchas veces, se preguntaba la razón, pero no se atrevía a preguntarle, esperaba que el recurriera a ella, pero no lo hizo, por eso ella decidió acercársele sin esperar lo mejor de su hijo.

Ken le describió la situación, todo lo que sabia, por que estaba seguro de que necesitaba ayuda, el creyó que con una buena borrachera seria suficiente, pero ni siquiera eso logro hacerlo llorar y descargar al fin su pena.

A Kaede le era realmente doloroso llorar, cada lagrima le costaba una gran sacudida en su cuerpo, era como si sus ojos y su cuerpo no estuvieran capacitados para ese tipo de hábito. A su madre le dolía verlo así, pero lo único que podía hacer era consolarlo, abrazarlo con fuerza y decirle que el tiempo todo lo curaría.

Horas después Kaede se quedo dormido, su cansancio físico se sumó a el emocional y al fin descanso con un poco de paz en los brazos de su madre.

N/A: Hello otra vez, quería hacer sufrir al zorro pero creo que no logre como quería, pero me parecio suficiente por esta vez. Creo que todavía faltan mas de dos capis para terminar este fic, espero que no se aburran con lo que sigue. Gracias por sus anteriores reviews, les prometo que de ahora en adelante cuando estén logados, los voy a contestar. Hasta prontito.