Aclaración: Rurouni Kenshin no es mio por desgracia enorme de kami-sama, es del genio de Nobuhiro Watsuki.

Este capitulo contiene una canción de Silvio Rodríguez, que a mi me estremece la piel, espero que a ustedes también, porque esa es la gracia de agregarla al fic.

Recuerden que ahora han transcurrido dos años desde la partida de Kenshin al Ishin Shishi, o sea, Kaoru tiene 21 y Kenshin o Shinta 22.

Svó djúp og blá, augun pin. (Tan profundo y azul, tus ojos)

Capitulo 4: I'm a fountain of blood. (Soy una fuente de sangre, Bachelorette, Bjórk)

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En una calle de Kyoto, año 1866, en la medianoche.

Te amare, te amare como al mundo

Te amare, aunque tenga final…

Hiko Seijuro hacia honra valientemente a su categoría de XIII representante del estilo Hitten Mitsurugi, al hacer unas maniobras que, si los del Shinsen-gumi no las estuvieran viendo en ese momento, jamás hubieren creído posible de realizar por un ser humano.

Atacaba con fiereza, retrocedía y volvía a atacar con una velocidad sobrehumana, mientras la sangre tibia le caía a los ojos y lo hacia maldecir por dentro.

En tanto su baka deshi maldecía de la misma forma, pero por un motivo mucho mas importante… en ese mismo instante Kaoru estaba muriendo, y ellos no eran capaces de acabar con unos principiantes hombres del Shinsen?.

Al cabo de tres minutos, tan solo quedaba el capitán de la tercera tropa y un montón de cadáveres descuartizados brutalmente, regados por el nuevo campo de batalla en el que se había convertido la humilde calle.

Kenshin miraba profundamente al hombre al final de la calle. Ámbar contra ámbar. Cuando estaba listo para atacar, sintió un fuerte golpe en la nuca, que le hizo perder casi de inmediato el conocimiento, mientras murmuraba:

-maldito seas, Hiko Seijuro¡¡- y su cuerpo cayo inerte sobre la tierra y la sangre.

Ahora era Hiko quien miraba ferozmente al capitán de coleta alta.

-cual es tu nombre?- pregunto secamente el maestro Hiko, mientras entrecerraba peligrosamente los ojos..

-Hajime Saito…-contesto con una voz profunda, de ultratumba, que hacia perfectamente juego con la escena ante ellos - ahora, déjeme acabar con ese maldito demonio que ha matado a tantos de los míos.- dijo señalando con repugnancia el cuerpo del pelirrojo, que ahora descansaba en los brazos del que alguna vez fue su shishou.

-lo siento muchachito, pero tu estúpida venganza tendrá que esperar para renacer en otra ocasión… ahora este hombre esta bajo mi protección- acotó agriamente ahora- a no ser que quieras enfrentarte al maestro del estilo Hitten Mitsurugi, claro esta¡¡- rió confiadamente mientras desenfundaba su reluciente katana. Sabia perfectamente que el no se atrevería a encararlo. El muchacho parecía joven, pero seguramente, no era idiota.

El otro hombre lo miro con furia contenida, mientras escupía su sangre y su ira de manera despreciable. Ni de broma se enfrentaría a ese hombre tan arrogante¡¡.

-nos volveremos a ver pelirrojo… y la próxima vez no estará tu maestro para salvar tu patriota trasero- murmuro levemente, mientras daba la media vuelta y regresaba por donde mismo había llegado. En tanto Hiko había alcanzado a oír las palabras del hombre, por lo que no pudo evitar esbozar una estúpida sonrisa, mas parecida a una carajada.

El atractivo maestro no paraba de preguntarse como un hombre como su baka deshi, podía haberse hecho de tantos enemigos en tan corto lapso de tiempo.

-realmente has cambiado mucho en dos años, Shinta…Kenshin…- corrigió tristemente, mientras apartaba un rojizo mechón de cabello del infantil rostro de su ex-pupilo. Una de las pocas caricias que recordaría haberle dado. Después de esto, partió en dirección a la posada en que sabía, se hospedaba el pelirrojo espadachín.

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Te amare, te amare en lo profundo

Te amare, como tengo que amar…

Kaoru aun podía sentir, pero no era mas que el frió de la muerte. Ahora que estaba por morir, se arrepentía profundamente de haber deseado su muerte. Porque ahora, lo único que deseaba con toda su alma, era ver el hermoso rostro de su amado sonriéndole. De lo único que se arrepentía, era de no haber ido a buscar a Kenshin, donde demonios sea que estuviera. Y la única persona que quería que estuviera con ella en ese momento, no se encontraba… maldita sea¡¡… estaba mas sola que nunca. Solo ella y la muerte.

-Padre, ven por mi pronto, onegai.-pensó la muchacha tristemente.

En ese instante sintió como unos fuertes brazos, muy familiares y calidos, la levantaban firmemente y la depositaban en un lugar tibio, que ella pudo reconocer como un futón. Ahora sentía lágrimas caer sobre sus mejillas, mientras alguien le vendaba sus heridas muñecas y entre desvaríos pudo escuchar:

-hija, onegai… no dejes a tu padre solo. Te necesito aquí, conmigo… y Shinta también te necesita. Estuve con el ahora, y me dijo que vendría por ti… tienes que esperarlo hermosa, como siempre amor. Pero no me dejes como tu madre lo hizo.

Y más lágrimas volvían a mojar el pálido rostro de Kaoru.

Hiko se sentía mal por mentirle a su hija. Era cierto que estuvo con Kenshin, pero después de dejarlo recostado en su habitación de la posada, aun inconsciente, se había prometido no dejar que se acercara más a su pequeña Kaoru-chan. Y ya tenia resuelta la forma de hacer esto posible.

Al principio tuvo la firme esperanza de traer de vuelta a Kenshin, a su vida pasada y con Kaoru en ella, pero al notar el destello ámbar en su mirada, brillando por el filo de su katana y cargada de odio, se dio cuenta de que no era más que un peligro en la vida de su pequeña hija. Y su decisión no la iba a cambiar por nada del mundo.

Volvió la mirada a su pequeña, y felizmente noto el rosado apareciendo sutilmente en sus delicadas mejillas… el futuro de su hija esta decidido, ciertamente…

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Te amare, te amare, como pueda

Te amare, aunque no sea la paz…

El joven abrió lentamente los ojos, molesto por la tenue luz del alba que se colaba por la pequeña ventana. De pronto, salto desesperado buscando su daisho, y tratando vagamente de recordar la forma en la que había llegado a la posada.

Rápidamente se llevo una mano a la nuca de manera inconsciente, como recordando súbitamente el golpe que havia recibido la noche anterior y volvió a repetir:

-maldito seas Hiko Seijuro… mil veces maldito¡¡- y salio corriendo como la noche anterior, en dirección a la cabaña en el bosque. Pero esta vez nadie podría detenerlo, porque corría con una sola persona ocupando su mente…

-Kaoru… si algo te llegó a pasar, yo no se que haría con esta vida maldita que tengo. Nada habrá valido la pena. Ni la sangre, ni las muertes, ni mi vida…

Seguía creyendo que nadie lo detendría, hasta que escuchó una voz bastante familiar.

-Himura-kun… tengo otro sobre para ti… el trabajo lo debes realizar ahora.- el hombre no pedía un favor, estaba ordenando.

-Katsura-san- el pelirrojo hizo una leve reverencia a modo de saludo a su superior dentro del Ishin Shishi- no podría ser en la noche?… ahora tengo algo de suma importancia que hacer- los ojos del pelirrojo suplicaban, pero Katsura pareció no darse por enterado.

-lo siento Himura-kun. Pero cuando decidiste entrar al Ishin Shishi, sabias que el trabajo era lo primero, ne?- Katsura ya conocía el verdadero motivo de la extraña salida del espadachín, por lo que considero importante no permitir que su mas fuerte hombre se distrajera en su lucha por una simple muchachita… ya habría tiempo para eso.

Vio tristemente como el pelirrojo tomaba, cabizbajo, el sobre en sus manos y partía nuevamente a su misión. De aquellas que le dejaban manchado el ropaje de sangre y el alma con un olor fétido a muerte. Y hablo en voz baja:

-que pena que jóvenes como tu tengan que sacrificar su vida… pero todo se te retribuirá Kenshin… te lo prometo- y emprendió camino hacia la reunión que le esperaba en la sala.

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Te amare, te amare, lo que queda

Te amare, cuando acabe de amar…

Kaoru abrió lentamente sus ojos zafiros, resentidos por las luz que le otorgaba el mediodía a su habitación… de la misma forma en que, momentos antes, lo hicieron los ámbares de quien tanto amaba.

Lo primero que notó, fue la luz fuerte que iluminaba la instancia y le hacia ver una blancura que le rodeaba… - es que ya estoy muerta?- se pregunto internamente de manera triste. Pero al cabo de un rato, la luz se esfumó, dejando ver completamente la escena ante ella.

Parte de su ropa se encontraba perfectamente doblada sobre el bello tatami, y el resto, pudo suponer que se encontraba guardado en las maletas que se encontraban a su alrededor.

Extrañada por la situación, se levanto delicadamente y camino en dirección a la cocina, buscando a su padre, ya que creía con certeza que el había llegado la noche anterior y le había curado las heridas.

Lo encontró en la cocina, al igual que cada mañana cocinando para ella. De repente sintió un ataque irracional de vergüenza que le hizo bajar la cabeza y balbucear torpemente.

-Padre… yo… umm… no…ehhh- Ante esta situación y la mirada confundida de su padre, no pudo más que bajar aun más su cabeza.

-Kaoru, hija… el desayuno esta servido. Por favor, finjamos que nada ha sucedido aquí. Ahora ven y abraza a tu padre- dijo abriendo sus brazos y sonriendo abierta y sinceramente, como hacía mucho tiempo no lo hacia.

Y la joven no pudo más de pena y vergüenza, así que corriendo, se enterró furiosamente en los brazos de su padre, tratando de buscar en su calidez, algún consuelo a sus tristezas. Entonces se atrevió a preguntar:

-Padre, por que toda mi ropa esta guardada en las maletas?... acaso nos iremos de viaje?- pregunto con la esperanza de que la respuesta fuera afirmativa. Poder viajar lejos de Kyoto y lejos de Shinta.

-Claro que habrá un viaje mi pequeña curiosa… pero quien saldrá de casa serás tú.- dijo esto con un tono muy serio, que a Kaoru le pareció más de tristeza.

-y a donde se supone que iré?...- la muchacha ya no podía mas de curiosidad, y eso lo demostraba el brillo infantil de sus ojos.

Justo en ese momento tocaron la puerta, interrumpiendo la respuesta de su padre.

-Dejemos que tu futuro esposo te conteste eso, hija- acoto seriamente mientras se dirigía a abrir la puerta.

-Esposo, no puede ser padre… pero si yo no deseo casarme¡¡- la muchacha casi gritaba de la angustia que la situación le provocaba.

Hiko abrió la puerta, sonriendo tristemente a las personas que venían entrando. Eran tres en total. Dos tenían la apariencia de ser sirvientes del hombre más alto. Este tenía la apariencia de ser extranjero, ya que sus rasgos era nórdicos: alto, fornido, extremadamente rubio y de unos ojos celestes que se confundían con el cielo. Vestía al modo occidental, con un traje negro que le hacia ver mucho mas apuesto de lo que era.

Entonces, este hombre se acerco lentamente hasta donde se encontraba Kaoru, y con una leve sonrisa, le acaricio la mejilla.

-Mi nombre es Patrick Spand Voight, y seré tu esposo dentro de unas horas, mi hermosa Kaoru- y diciendo esto, hizo tronar sus dedos, alejándose de Kaoru con una cínica sonrisa en los labios, a lo que los sirvientes reaccionaron y, tomando a la joven de cada brazo, la arrastraron hacia la salida de la humilde cabaña.

-no, no, no¡¡¡ padre, no puede hacerme esto¡¡¡- sollozaba la muchacha mientras trataba de luchar inútilmente por zafarse del agarre de sus captores.

Cuando el ario hombre noto que la mujer estaba fuera de la cabaña, se acerco a Hiko y muy lentamente le habló:

-Siempre es un placer hacer tratos contigo, Hiko Seijuro…- y soltó una carcajada que pareció venir del mismo infierno.- pero te prometo que la cuidare mucho, nunca le faltara nada… eso era lo que querías, cierto?- y diciendo esto desapareció tras el umbral de la puerta.

-lo siento mucho Kaoru, pero todo esto es por tu bien- habló muy despacio, con la voz quebrada por el llanto.

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Te amare, te amare, si estoy muerto

Te amare, el día siguiente además…

Un hombre pelirrojo caminaba lentamente, mientras el ya pasaba el mediodía. Su misión había salido más difícil de lo que esperaba. Ahora se dirigía camino a la pensión, dispuesto a darse un rápido baño, comer un poco y encaminarse hacia la cabaña de Hiko. La suerte de su Kaoru le tenía el alma perturbada, por lo que apenas se pudo concentrar mientras se desarrollaba la operación.

En la posada no se encontraba nadie, pero después de darse el baño, se dirigió a la cocina dispuesto a comerse hasta las sobras, ya que hacia dos días que no probaba alimento alguno. Como si la mala suerte lo estuviera siguiendo, solo habían sobras en la cocina, pero sobras que su estomago recibió agradecido y contento ya su cuerpo, fue a su habitación en busca de su daisho.

-Pronto iré por ti, mi pequeña Kaoru… y te prometo que no te dejare sola otra vez- pensó mientras se sentaba en el suelo un momento, a descansar su adolorido cuerpo.

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Te amare, te amare, como siento

Te amare, como dios, como jamás…

Kaoru se aprecio tristemente en el espejo frente a ella. No podía creer que la noche anterior estuvo a punto de morir y esta noche le pertenecería a otro hombre. Su padre la salvo de la muerte para llevarla al mismísimo infierno…

Una solitaria lagrima cayo por su mejilla al imaginar el hecho de que se casaría con otro hombre… pero ya se había jurado que jamás seria suya. Aunque tuviera que morir a golpes, jamás se le entregaría.

Las sirvientas de terminaron de arreglar el cabello, y ambas le hicieron notar lo hermosa que se veía: vestía un vestido color marfil, ajustado desde su pecho hasta su cadera y después de abría hacia abajo en forma de campana, calzaba unos zapatos blancos de taco alto, muy usados en occidente. El cabello estaba tomado en un peinado muy elaborado, que le dejaba caer unos hermosos bucles desde la espalda a sus hombros y el maquillaje era muy sencillo. Solo un poco de brillo en los labios y una crema que le dejaba la cara como con estrellas.

En definitiva, se veía radiante. Pero ella deseaba de todo corazón verse así para su Shinta y no para ese hombre desconocido que le esperaba en el lugar donde se realizaría el matrimonio civil.

Todo pasaba muy rápido en su cabeza. Primero se estaba vistiendo frente el espejo, luego, se encontraba en la oficina lista para casarse y ahora, de la nada. Se encontraba en la habitación con su nuevo esposo, al que odiaba más que a su nueva vida.

Su ahora esposo, se acercaba deliciosamente lento hacia ella, mientras Kaoru temblaba de miedo. Era muy joven aun, pero sabía perfectamente lo que sucedería ahora. Sintió un fuerte agarre en su cintura y noto como los brazos de su esposo la apretaban a su cuerpo.

-Aléjate de mi¡¡, no quiero que me toques un solo cabello… me entendiste¡¡¡- luego de gritarle, le dio un certero golpe en la mandíbula, que lo arrojo a la pared mas cercana.

El hombre respiraba agitadamente pero mantenía una sonrisa en su rostro y acercándose rápidamente, le propino un fuerte golpe en la mejilla, que la dejo tirada en el suelo y con hilo de sangre cayendo de sus labios.

-Vas a obedecerme, porque eres mi esposa… y aunque tenga que matarte a golpes, tu serás mía, lo entendiste?- el hombre se acerco bruscamente hacia la joven.

Entonces Kaoru cerró fuertemente los ojos. Ese golpe había dolido, pero solo sería el primero de la noche. Y entonces lo comprendió: sufriría todo esto y muchísimo más solo para entregarse puramente a su Shinta. Lo haría todo por amor.

Sus pensamientos fueron borrados de súbito de su mente, cuando sintió un nuevo golpe en el vientre…- Shinta¡¡¡- llamo al muchacho con el pensamiento.

Y todo se oscureció de repente…

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Te amare, te amare junto al viento

Te amare, como único ser…

-Shinta¡¡¡- escuchó el muchacho en su sueño, lo que lo hizo despertar de golpe. La noche empezaba a caer ya sobre Kyoto. No podía recordar en que momento se había quedado dormido. Pero ese grito, sonaba tan real, tan desesperado, tan como…

-Kaoru¡¡¡- y de repente lo recordó todo. Por tercera vez corría apresuradamente por los pasillos de la posada, daisho al cinto, porque, por lo que presentía, lo necesitaría muy pronto. Y solo a juzgar por la forma en que escucho el llamado de su Kaoru.

Ya en la calle, empezó a correr por las calles, esquivando personas, niños y la idea de que a Kaoru le hubiera sucedido algo.

Entonces fue cuando lo escucho todo. La conversación de dos señoras en medio de la multitud:

-supiste que la hija del alfarero Hiko Seijuro se casará con el alemán?- la mujer sonreía al saber que tenia la noticia del día y que su amiga no la sabia.

-No te puedo creer mujer, por kami-sama¡¡… yo pensé que ella tenía novio, ese joven pelirrojo con el que se la veía.

Entonces Kenshin lo comprendió: lucharía por el amor de Kaoru, inconsciente de que ella ya se había prometido lo mismos minutos antes.

-Y cuando se celebra la boda, lo sabes?- la mujer lucia tremendamente curiosa.

-ja.ja.ja… es que acaso no lo sabes?... ellos se casaron en la tarde, hace como tres horas. Pero que despistada eres¡¡- y las mujeres emprendieron el camino en direcciones opuestas.

Y al igual para Kenshin, todo se oscureció de repente…

Te amare, hasta el fin de los tiempos

Te amare, y después te amare.

Continuará…

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Talcahuano, Chile, 17-11-2005 , 23:47 hrs. Y por supuesto, con un pucho (cigarrillo) en la mano

Notas de la autora:

Ufff… chikas, por fin pude actualizar. De verdad me tenía loka todo el ajetreo de la semana. Todas las que estudiamos estamos en las mismas o no?

Nunca he dejado de asombrarme de la maravilla que es MSN… se que es una idiotez el comentario pero… han notado la cantidad de hombres raros que aparecen por ahí?

Primero te aman… después te odian… después te vuelven a amar. Y cuando les dices que tú no los amas… te putean como quieren y te borran de sus contactos MSN.

Hombres¡¡¡¡ quien los entiende… yo no por lo menos. Ahh¡¡¡ y esto que acabo de contar, no es que me haya pasado a mi… le paso a un amiga. (ya ohhh +).

Aquí va el cambio de escena para quien me la deseaba de corazón: (la venganza de Kaoru)

Kaoru despertó lentamente de su tranquilo sueño. Ahora, ya tenia las cosas mucho mas claras que en la noche anterior. Y tomada la decisión, se vistió con su mejor kimono dejando ver sus hombros, se hizo su mejor peinado y se maquillo de la manera más provocativa que encontró. En resumidas cuentas, se veía totalmente como una femme fatale.

Camino descaradamente por las calles de Kyoto, en busca de la posada donde había averiguado, se hospedaba el baka de Shinta. Hizo caso omiso a los silbidos de los hombres de la posada y subió al segundo pido, donde se encontraban las habitaciones. De golpe, abrió la primera que encontró, descubriendo a un hombre gordísimo con tres geishas a su alrededor. Todos en la habitación estallaron en risas al ver el rostro de Kaoru, rojo como el cabello de Shinta….

-Shinta¡¡¡- y recordando, dejo atrás la escena que se le hacia muy familiar.

Descubrió la otra puerta y allí lo encontró: estaba sentado en el tatami, con la katana en su hombro, se veía tan dulce…

-Shinta… Shinta, despierta koi- la mujer lo miraba dulcemente.

Kenshin despertó lentamente, seducido por el olor a jazmines que emanaba de la persona frente a el… y abrí los ojos oblongos al ver que, nada mas y nada menos, la que estaba agachada frente a el, era su Kaoru. Desde esa posición estaba mirando en platea…podía ver perfectamente mas que el nacimiento de los pechos de su amada… y eso lo traía mas que loco… no en vano ya tenia 22 años ne?

Kaoru al darse cuenta del efecto que provocaba en el, sonrió para sus adentros. Esto iba a ser divertido… si señor¡¡¡ muy divertido.

Entonces se abrazo fuertemente al pecho del hombre, haciéndole notar toda su anatomía. Por supuesto que el cuerpo de Kenshin empezó a reaccionar solo.

Entonces, la tomo entre sus brazos y la llevo hasta el futón… quedaron de pie frente a frente, entonces Kaoru hizo dar la vuelta a Kenshin, haciendo que este quedara de espaldas a ella.

El hombre ya estaba desbocado, ahora esperaba las manos de su mujer recorrer toda su espalda de manera sensual.

Kaoru levanto su kimono hasta su rodilla y cuando escucho a Kenshin suspirar de lo relajado de que estaba, procedió a plantarle lo que se conoce hasta el día de hoy, como la mejor patada en el trasero del mundo.

-orororororororooooooooooooo¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡, fue todo lo que se pudo escuchar de la boca del espadachín, mientras desaparecía incrustándose la pelirroja cabeza en la pared.

Kaoru no podía mas reír a carcajada limpia, revolcándose en el suelo. Cuando al fin pudo controlar las lagrimas de risa que amenazaban con salir, saco la cabeza de su amor de la pared y tomándolo de la coleta alta, lo arrastro sin vergüenza alguna por las calles de Kyoto, mientras la gente murmuraba algo de las mujeres descaradas que engatusan a los hombres, y de los hombres que se emborrachan solo para llevarse a una geisha a la cama.

En tanto kaoru no paraba de decirle a Kenshin que jamás lo dejaría ir de nuevo, mientras nuevos ataques de risa llegaban a su garganta al ver el estupido rostro con ojos de espiral de su amor, que solo seguía diciendo: ororororro¡¡¡ esta bien Kaoru koishii…

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Gabyhyatt.(siempre presente…un besoteee)

Cisne.negro.(lokilla… me encanta tu ff, idóla)

FINE.(jijiji, siempre cumplo nene, y no soy tan malita, un abrazo de oso para ti)

Kaoru-luna.(amiga…eso solo fue una advertencia, asi que…actualiza¡¡,gracias y suerte)

CiNtHiA.(jojo, no podría matarla, porque asi nadie leeria mi ff, nos leemos em msn)

Lazara. (amigissss, no te preocupes porque piensen que somos una vagas… lo somos¡¡¡ jijijij un besote y nos leemos en msn jijijijij)

Ghia-hikari.(lokilla, ni tu novio ni ningun hombre vale morir por ellos, que ellos me mueran y nos dejen el mundo a nosotras ajajajajaajaj, muxas gracias y una besote)

Kiara Fujimuya.(jijijij no te preocupes, todos nos demoramos en leer ff, entiendo que estamos ocupadas… un besote y gracias por tu review.)

Arcasdrea. (intimaaaaa…si tu dices que mejoro, debo sentirme halagada… muchas gracias y nos encontramos en msn… como siempre o en el the end po, jajaja)