Aclaración: Ya todas lo saben, no son míos… pero tampoco de ustedes ajajajajajajajajaajajajaj, claro que pertenecen a Nobuhiro Watsuki.
Capítulo 7: I'm going hunting, I'm the hunter. (Estoy cazando, soy el cazador.)
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Maldita sea, Hiko.¡¡¡¡¡ Ya suéltame¡¡¡¡- El hombre pelirrojo, se encontraba maniatado, sentado sobre la única silla de la habitación. Se sacudía incansablemente, tratando de zafarse de sus amarres. Más Hiko ni siquiera le miraba. Estaba pasmado con la imagen de su hija. Era una muñeca de porcelana, pero se veía asquerosamente cansada. Desesperadamente deteriorada. Salvajemente golpeada.
Alguien debía pagar, y para Hiko, el culpable era quien poseía la roja cabellera.
Pero… no podía matarle. Por más que le deseara la muerte, jamás se atrevería a ponerle una mano encima. Era casi su hijo.
Se acerco lentamente, katana en mano, amedrentando. Claro que sin efecto alguno. Kenshin se encontraba consumido por su ira e impotencia.
A el, Hitokiri Battousai lo estaba deteniendo una simple soga. Era para reírse.
Escúchame bien con tu pelirroja cabeza, Shinta… Kenshin. Quien demonios seas¡¡¡¡. Me llevare a mi hija, y quiero que jamás vuelvas a ponerle una mano encima, ni siquiera que te acerques a ella. Es tiempo de que empieces a preocuparte por lo que has decidido para tu vida- Kenshin le miraba con odio, pero una sonrisa ladina cruzo por sus labios. Nadie le iba a quitar a su mujer. Ni dios ni el diablo. Menos un simple mortal.
Créeme cuando te digo que, si no te hubieras unido a Ishin Shishi, yo te hubiera dejado a mi hija. Te podrías haber casado con ella. Pero tu testarudez te ha jugado en tu contra esta vez.- dicho esto tomo a una inconsciente Kaoru en sus brazos y partió, dejando a Kenshin solo, mas solo de lo que jamás se pudo haber sentido.
Desde el exterior del inmueble, Hiko pudo escuchar un último grito de desesperación…
Hiko¡¡¡¡¡… jamás te podrás librar de mi, ni Kaoru tampoco¡¡¡¡. Nos volveremos a ver mi amor, te lo juro¡¡¡¡¡.- Seijuro negó con la cabeza, mientras miraba el pálido rostro de su hija y pensaba en lo cierto del juramento de Shinta. Siempre seria como una turbia sombra bajo la luz de su hija.
Y camino por la calle desierta en dirección desconocida.
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Dos meses después, por las calles de Kyoto…
-Ya me he aburrido de maldecirte Hiko Seijuro, pero no puede ser que hayas desaparecido de la faz de la tierra.
Kenshin ya llevaba meses buscando a Kaoru y a su padre, pero cuando sabia que estaba a punto de alcanzarlo, el muy desdichado de Hiko tomaba sus cosas y a Kaoru, y partía en otra dirección, sin que el fuera capaz siquiera de vislumbrar a Kaoru.
Pero ahora tenía una pista muy buena. Después de conversar con una de las geishas que atendía a los del Ishin, tenia la certeza de donde se encontraba su maestro.
No era mas que una casucha que apenas se mantenía en pie. De ella apenas salía un destello de luz, proveniente de una vela que se encontraba sobre la mesa.
Como agradecía Kenshin a esa geisha, la información dada. Por lo que le había dicho, Hiko viva en la cabaña que ahora se encontraba frente a el. Pero el muy bastardo de Hiko se encontraba en una noche de pasión con una jovencita en la misma casa en que ahora estaba la geisha.
- Esta es una oportunidad única, mi amor. Ni pienses que la dejare pasar.- dicho esto camino hacia la humilde puerta de la cabaña y sin reparos abrió de ella.
¿Cómo podía ser que cada vez que veía a Kaoru, la encontraba mas bella que entes?. ¿Es que acaso su belleza no tenia limites?
Imaginando, pudo ver a una Kaoru con el vientre abultado, y pensó en lo hermosa que se vería con un hijo dentro del vientre… suyo, por supuesto.
La mujer se encontraba de pie, al lado de la mesa, sosteniendo la vela que iluminaba trémulamente la habitación. Su tierno cuerpo apenas estaba cubierto por una fina tela, que simulaba muy mal ser una yukata. Su pelo suelto, se balanceaba con la suave brisa que se colaba por las ventanas. Tenía los ojos muy abiertos y la boca ligeramente separada, incitándolo, inocentemente a ser besada.
- ¿Por qué has venido?... no fue suficiente con lo que me has hecho ya?.- pregunto Kaoru, aun mirándolo, pero con una tristeza, un temor, una valentía y un amor tan marcados en sus zafiros, que Kenshin nunca creyó posible hasta ahora, que tales sentimientos pudieran unirse tan perfectamente.
- Kaoru, perdóname, yo… nunca quise abandonarte.- Kenshin se acercó, lentamente, con una mano al frente, intentando, tal vez, tocar su frágil alma.
-eso ya no importa ahora, pero… pensé que me amabas. Como pudiste golpearme tan brutalmente esa tarde?. Es cierto que yo no deseaba casarme con ese hombre y jamás deje que me hiciera suya, entonces… por que me golpeaste?- hablo con un tono casi nulo, un susurro, mirando hacia el suelo. Tristeza.
-pero de que demonios estas hablándome Kaoru, yo nunca te puse una mano encima¡¡¡. Fue el maldito de tu esposo¡¡¡- Kenshin ya se encontraba corroído por la ira. Quizás que otras cosas Hiko le ha contado sobre mi.
- pero mi padre me dijo que tu me habías dejado así, que estabas enfurecido porque me había casado con otro…- esta vez ella levanto la vista, encontrándose de nuevo con esos ámbares que la hacían estremecer.
Y Kenshin lo noto…
El hombre se acerco y puso sus manos sobre la cintura de Kaoru, quien se estremeció al toque.
- dime entonces…Kaoru, desconfías de mi ahora?- dijo mientras se acercaba descaramente a los labios de Kaoru. Ella apenas podía pensar, sofocada por la excitación.
Kenshin también noto eso…
-nunca, pero… yo no puedo recordar mucho de lo que sucedió ese día, entonces mi padre se ocupo de llenar esos vacíos. Yo no desconfié de ti. Solo le creí a mi padre.- entonces Kaoru sintió unos feroces labios posándose sobre los suyos acompañados de un gemido de felicidad y deseo que salio de ellos. Sabía que esa noche sucedería.
Kaoru no quiso hacer más tormentoso su suplicio, así que de inmediato, y con una sensualidad que Kenshin no conocía en ella, se despojo de su yukata revelando todas las bondades de su femineidad.
Ante este nuevo descubrimiento, Kenshin no pudo evitar reaccionar. Su cuerpo se desentendió de su mente y gobernaba su universo y, prontamente el cuerpo de Kaoru.
Ella no reaccionaba, solo miraba tibiamente como las manos de su amante recorrían los lugares mas tiernos de su cuerpo, aquellos en la que la piel es mas blanca, suave y sensible.
Recién lo estaba descubriendo…
Kaoru se sentía húmeda…
Kenshin se sentía ardiendo…
Ambos supieron que estaban listos para más.
Caminaron junto hacia el cercano fotón, y ahí Kaoru vio como el se despojaba de sus ropajes. Como un golpe le llego la desnudez de el. Era la primera vez que le veía desnudo, por lo que se ruborizo en extremo.
Kenshin tembló de deseo ante esta imagen, mas pensó que aunque ella lo golpeara en la cabeza en ese mismo momento, podría excitarse aun mas.
El se recostó suavemente sobre el cuerpo de ella, sin soltar todo su peso. Todo debía ser suave, dulce, candente y lujurioso. Tal como se sentían en ese momento.
-mírame¡¡- era mas una suplica que una orden, pero aun así Kaoru le obedeció. Noto que sus ojos eran mas dorados ahora. Pasión en ellos. Ella deseaba que esa pasión se desbordara de ellos, que explotara, solo para ella.
-déjame entrar en ti, Kaoru…- parecía casi un sollozo.
- siempre estarás en mi Shinta…- parecía casi un gemido.
Pero Kenshin no lo sentía así, ella aun le temía, pero esperaba que después de esto, se volvieran solo uno. Kenshin temía que al serlo, ella viera lo podrida que se encontraba su alma.
Prefirió correr el riesgo.
Entonces tomo fuertemente sus caderas mirando siempre esos ojos, que lograban cautivar los suyos, esos labios de los que era prisionero, esa piel que hacia parecer la suya no mas que tierra.
Y se sumergió en las profundidades de sus entrañas, en la estrechez de su inocencia y en la tibieza de su bondad. Gimiendo. Ella lloraba. Se sentía débil de placer, pero Kenshin lo compensaba con su fuerza. Aun así, el era muy gentil. Tenía una mano firmemente posada bajo sus caderas y la otra, tras su nuca, sosteniéndola cada vez que parecía desvanecerse.
El se mecía lentamente dentro de ella, pero Kaoru no emitía ningún gemido, solo habría su boca desesperadamente buscando bocanadas de aire.
El nunca acelero el ritmo, siempre fue torturantemente despacio, siempre. Era mucho mejor así. El no tenía mucha experiencia en esas materias del amor. Pero las veces que había incursionado en ellas, aprendió que el sexo sereno era mucho más placenteramente doloroso.
De esa forma se lo demostró Kaoru al llegar al apogeo de su deseo, se arqueo insolentemente hacia el cielo, como una extensión de su placer, topándose antes, con el duro pecho de su hombre, el cual se agitaba violentamente jadeante.
Se miraron, dulce y febrilmente y Kaoru se sorprendió de ver esos ojos ámbares de nuevo. Pensó que al entregarse a Kenshin, este volvería a ser el mismo.
Algo no andaba bien dentro de su alma…
- ahora, nunca nadie me podrá alejar de ti. Pero… para eso, debo matar a tu padre.- Kenshin sabia lo que esto provocaría, pero era lo que el creía correcto.
-acaso el gran Hitokiri no podrá perdonar a Hiko, solo por el hecho de ser mi padre?.- ahora ella le miraba profundamente, reprochadora.
-sabes que nunca haría algo que te molestara no?- Kenshin sonreía. Claro que quería matar a Hiko, pero si su mujer le pedía lo contrario… quien era el para desobedecer?...
Dicho esto, la beso dócilmente, el demonio del Hitokiri había sido domado.
El beso duro hasta que ella se sacudió nerviosamente.
-que sucede Kaoru?- el temía que ella le volviera a temer. Acaso había sido brusco con ella?. No lo creía.
-mi padre viene…susurro Kaoru, -ocultando su desesperación- tienes que irte ya¡¡- dijo mientras se levantaba y se ponía la yukata, ocultando lo que solo Kenshin conocía ahora.
- escúchame Kaoru, no me iré¡¡¡, ya es momento de que me enfrente a tu padre¡¡¡. El la tomaba de los hombros, tratando así que su absurda idea entrara en la testaruda cabeza de su mujer.
-no es el momento¡¡¡… vete, hazlo por mi esta bien?- Kaoru lo miraba, sensual, suplicante y amenazadoramente.
Kenshin se atemorizo de lo que una simple mirada de su dueña, podía hacer con su espíritu, pero aun así, algo dentro de el se complació de eso.
- esta bien amor.. tu ganas esta vez, pero recuerda esto… yo soy tu cazador ahora, y donde quiera que vayas, siempre te cazaré. Lo entendiste?- dijo mientras la besaba ferozmente y mordía su labio inferior, haciendo que este sangrara. Ella gimió, pero de placer renovado Con la lengua limpio ese pequeño rastro de sangre y salio corriendo por la ventana.
Mientras Kaoru pensaba que no le importaba ser cazada y terminaba siendo devorada como hace unos momentos.
En eso entro su padre…
-todo bien Kao-chan?- dijo mientras inspeccionaba el lugar, algo estaba diferente.
-muy bien padre, muy bien.- dijo mientras miraba hacia el bosque, a través de la ventana, mientras algo parecía fuego entre las tinieblas.
- que te sucedió en el labio?.- apunto con el dedo hacia el leve hinchazón que había en el.
-oh, padre. Fue mientras estaba en el bosque, alguien me golpeo, sin intención, claro.
Hiko noto que lo único diferente ahí, era su inocente hija, que según deducía, ya no era tan inocente. Ese maldito de Shinta, ya tendremos nuestro tiempo para saldar cuentas….
-y… se puede saber quien fue?... lo conocías?- Hiko inspeccionaba ahora la expresión en el rostro de su hija, el cual cambio súbitamente.
-fue… un cazador…- mi cazador…
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Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Mi primer lemon o mejor dicho intento de lemon. Espero comentarios para saber como me quedó.
La voy a hacer cortísima porque estoy escribiendo en el trabajo y si me pillan, bye bye practica….
Unos cariñosos saludos a:
--CiNtHiA
--kaoru-luna
--gabyhyatt
-- ane himura
-- Lazara
Un besote gigante para todas nenas……
Antes de irme, el titulo adivinen de quien es: por supuesto que de Bjork en una de mis canciones preferidas, Bachellorette.
