Aclaración: Rurouni Kenshin no es mío, ni tuyo… si a ti te hablo, es del maestro Watsuki.
Advertencia: me da lata advertir esto, porque a alguien le daría vergüenza una escena caliente, todos lo hemos hecho no?
Svó djúp og blá, augun pin. (Tan profundo y azul tus ojos.)
Capitulo 9: La sombra que es mi yugo.
-Satsuyi y Muroshi, necesito que entrenen como si fuera una batalla verdadera, como si defendieran su vida en ella.- los hombres apuntados se pusieron en posición de ataque, mirándose seriamente. Uno de los dos iba a morir en la práctica, lo sabían perfectamente. Kaoru admiraba sorprendida la calidad de espadachines con los cuales trabajaba, ambos atacaban profundamente, dando estocadas que en un principiante, podrían haber resultado mortales. No era para menos, tal eficacia había dado por resultado que la revolución durara tantos años.
Dentro del campamento solo se encontraban los mejores del Japón. Los expertos luchadores, los más brillantes estrategas y los más audaces espías. Por esas mismas razones, Kaoru suponía que algo grande estaba por venir, ya que se rumoreaba entre los patriotas, el total derrocamiento del shogunado.
Kaoru se retiro del improvisado campo de batalla, caminando por entre el campamento, daisho al cinto. Aun se sentía incomoda al sentir la cercanía del arma. Es cierto que ella era muy buena en el manejo de la espada, pero, si tenía que ser sincera, nunca había matado a nadie. Quien demonios la obligó a incluirse con los patriotas?.
Nadie. Solo el amor desenfrenado que le carcomía la sangre por sus venas. Ese amor que era capaz de convertir su acompasada respiración, en jadeos profundos y desesperados.
Suspiro. Todo esto era por Shinta.
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Ya transcurría alrededor de una semana en la cual Kaoru ni se había acercado a él. Después del encuentro que tuvieron en una carpa, el resultó ser muy orgulloso para ir en su búsqueda. Sabía muy bien que ella regresaría a sus brazos cuando toda esta revolución terminase, aun que él no creía que podría soportar ni un minuto más sin ella bajo su cuerpo.
Era momento de entrar en plan de cacería.
Se asomó ligeramente hacia el exterior de la cabaña, comprobando que realmente ella pasara por fuera.
Toda la presión de la próxima batalla, la indiferencia de Kaoru hacia el, el presentimiento de que alguien estaba por llegar solo para complicarle mas las cosas, lo tenían al borde de la histeria.
Y ese no era precisamente el momento para perder la calma.
Ahora, solo era cuestión de esperar por ella.
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Kaoru caminaba muy despistada, tenia muchas cosas que hablar con el, pero no sabía como abordar el tema. Eran necesarias unas muy buenas disculpas después del golpe propinado en tan delicada zona. Además de el hecho de no haberse entregado en ese momento a Shinta.
Kami-sama ¡¡, si no llegaba a tener por lo menos un hijo no sería mas que su maldita culpa. Muy bien, ya era momento de conversar.
Ahora caminaba decididamente hacia la cabaña de Kenshin. Claro que iba decidida, pero cuando sintió tan calidas y fuertes manos apretarla contra un cuerpo tan o mas calido que el suyo, toda su fortaleza se desvaneció. Cuando se trataba de él, jamás podía resistirse.
Viró su cuello hacia la persona detrás de ella, dispuesta a besarlo con ansia. Abrió los ojos buscando la feroz mirada ámbar y cual fue su sorpresa al toparse con unos morbosos ojos cafés posados sobre un amasijo de grasa y cicatrices, la cual no podía ser llamado rostro.
El atrevido hombre sonrió ampliamente, mostrando sus casi ausentes dientes y un aliento que sumergía a Kaoru en el más repugnante de los pozos.
-ven mujer, no te resistas.- Dijo con voz áspera al sentir que Kaoru trataba vanamente de salir de su amarre.
Kaoru ya no podía aguantar sus nauseas y cuando el hombre empezó a arrastrarla hacia una cabaña vacía, perdió la razón. Es que acaso ese hombre iba a violarla?. Y donde demonios estaba Battousai en esos momentos?.
Ya era presa de la desesperación y el hombre sin más, la arrojó fuertemente dentro de la estancia. Acompañó al golpe un sonido seco y un débil quejido.
El atrevido personaje empezó a despojarse rápidamente de sus ropas, aprovechando el aturdimiento de la joven.
Ella lo miraba sin poder hacer nada. Todo le daba vueltas y su cuerpo no reaccionaba por la debilidad. Ella era una guerrera y aun así no podía defenderse de un simple hombre?. Algo estaba mal, muy mal. Lo sabía ciertamente.
Eso fue hasta que vió una brillante katana atravesar el potente cuerpo del hombre, partiéndolo por la mitad, desde la entrepierna hasta la cabeza.
Kaoru tembló, hasta que ambas partes del cuerpo cayeron, permitiendo ver al destajador.
-pensaste por algún momento que dejaría a ese bastardo tocar lo mio?- el dueño de los ojos ámbares miraba deslumbrado la perfección de la belleza en todo su esplendor.
Su mujer se encontraba sentada con las piernas flectadas hacia un lado, su cabello suelto, una mirada sensual dirigida exclusivamente a él y unas gotas de sangre manchaban con sabor a muerte sus sensuales labios, los cuales invitaban a ser usurpados.
De un movimiento felino capturó los labios de Kaoru, saboreando la sangre de aquel conocedor del filo de su katana y su ira.
-esta vez no podrás huir de mi… estas cazada Kaoru.- La antes nombrada gimoteo impaciente, con solo su voz, el podía invitarla hacia una mundo mas calido, mas arrebatado. Y ella como casi siempre, aceptaba gustosa el viaje.
Un viaje el cual Kenshin estaba seguro, no debía ser muy agradable.
Quien deseaba viajar a las tinieblas, solo Kaoru lo deseaba. Solo ella aceptaba esa alma tormentosa y la reclamaba como suya. El solo se dejaba llevar. Con ella todo era así de mágico, de inocente, que hasta en las noches más ardientes, no podía evitar pensar que estaba haciendo el amor con una criatura celestial.
La desesperación estaba haciendo de ambos, sus presas. Torpemente empezaron a desvestirse. El ungimiento de hundirse en el cuerpo del otro nuevamente les poseía.
Kenshin se encontraba sobre el prominente cuerpo de su mujer. Ella temblaba. El aun se encontraba reticente a entrar en ella.
Era tan delicada y suave, que el pensaba que con su fuerza podría romperla y romperse el junto a ella. ¿Cómo podría este cruel demonio osar romper un ángel?.
Aunque prefería ser el quien la rompiera y no cualquier bastardo que se topara con ella. Sabía muy bien que había varios hombres del campamento rondando a la dulzura de mujer, pero todos, al saber que era mujer del Hitokiri, apenas se aventuraban a observarla de reojo.
Ahora ya sabía que hacer. Era muy cierto que no era la primera vez que se amaban, pero algo había cambiado. Por una extraña razón se sentía perverso estando desnudo sobre Kaoru. Necesitaba su amor declarado, su mirada suplicante, sus gemidos ahogados. Más que nada, necesitaba su permiso.
-Kaoru…permitirías a este indigno entrar en ti?. –susurró Kenshin, siendo interrumpido sólo por los jadeos que emanaban de el. Empezando por los hombros, iba palpando todo el contorno de la curva silueta de Kaoru.
Pero no la miraba a los ojos. Temía ver la negación dispuesta en ellos.
-mírame Kenshin… no ves que sin ti dentro mío, me siento tan vacía, tan seca?- los ojos de Kaoru brillaban imponentes, mientras Battousai la miraba perplejo. Como era posible que ella se sintiera igual que él. En esa semana en la que estuvieron sin mirarse y mucho menos rozarse, el se sentía desfallecer. El apetito que emanaba solo por ella era algo mucho más fuerte que el deseo físico.
Era la necesidad de amar.
-Shinta, amor…tienes todo el permiso para entrar en mi.- lo dijo en un solo jadeo. El Hitokiri Battousai estaba domado. Sin ningún tipo de reparos, entro en ella fuerte y directamente. Siempre con la reprochante mirada del cuerpo ensangrentado sobre el piso. Ambas mitades parecían ser una prolongación del arrepentimiento y la culpa.
Aun así, Kenshin no logro hacer más que ese movimiento.
Porque el sentir el filo de una espada en su cuello, se vio obligado a detenerse.
Quien fuera el imprudente iba a pagar. Y con su vida.
-vaya, vaya, vaya, esta escena si que me parece conocida.-una voz mas grave que los truenos de las montañas rugió dentro de la estancia.
Maldito Hiko Seijuro.
-levántate asqueroso bastardo. Vas a tener que pagar por desflorar a mi hija… con tu vida.- dijo mientras le arrojaba su hakama, para que cubriera así su masculinidad.
Kenshin se levantó, no avergonzado ni mucho menos temeroso.
Total y absolutamente encolerizado.
Kaoru miraba la escena avergonzada. Su padre no le quitaba la mirada de encima, haciendo parecer que no lograba notar el estado de desnudez de su hija. Ella se tapó rápidamente, sin poder sostener la mirada crítica de su padre.
-Kaoru levántate. Nos vamos a casa¡¡… y ni se te ocurra decir que quieres quedarte. Esta guerra no es tuya, no te incumbe. Dejémosela al gran Hitokiri Battousai.- cada palabra era lanzada con un deje de ironía, que Kenshin ni siquiera se molestó en negar.
Hiko reaccionó violentamente al notar la indecisión de su hija. Kaoru miraba a su padre y a Kenshin, sin saber que hacer. Seguir desesperadamente al amor u obedecer sometidamente a su padre. Que hacer?
-ven acá maldita sea¡¡.- Hiko explotó, descargando toda su ira contra Kaoru, quien habría recibido una fuerte cachetada, si Kenshin no hubiera sujetado la mano que otorgaría el golpe.
Kaoru había cerrado los ojos, esperando así el golpe que nunca llegaría. Al sentir la tardanza abrió los ojos, temerosa, encontrándose con la peor escena que podría haber imaginado.
Kenshin, su amor y su padre, peleando por ella. Ambos nunca ocuparon sus katanas, solamente se lastimaban ocupando sus puños, sus piernas y sus dientes.
Ahora era Shinta quien mordía a Hiko en un brazo, mientras este trataba infructuosamente se sacárselo de encima.
Kaoru ahora no pudo soportar la carcajada que se asomaba por su garganta, la soltó alegre por el simple hecho de saber que los dos hombres de su vida jamás se harían daño. Se amaban mutuamente como idiotas y a la vez, la amaban a ella.
Los hombres pararon en seco al escuchar la agradable risa de la joven mujer. Ella se tapaba la boca con una mano y con la otra sujetaba fuertemente su fértil vientre.
-que es tan gracioso?¡- preguntaron ambos mientras dejaban de morderse e insultarse.
-es solo que pensé que iban a matarse, pero con mordidas e insultos dudo mucho que lo puedan lograr… jajajaja.- y Kaoru empezó otra ronda de carcajadas que dejaron estupefactos a los hombres.
Kenshin abrió la boca para acotar algo a la situación, pero no pudo decir nada ya que ese justo momento entro una persona, la encargada del campamento en ese momento.
-que sucede aquí, no se dan cuenta de que nos estamos preparando para una importante batalla, quizás la ultima?...vayan a alistarse rápido¡¡¡- el hombre estaba a punto de estallar, sus dos mejores espadachines estaban semidesnudos mientras el futuro del Japón se estaba definiendo. Era para no creérselo.
-vamos¡¡.- dijo Kaoru casi atorada. La verdad es que estaba muy nerviosa. Era su primera pelea verdadera. No se creía capaz de matar a nadie.
-vamos a donde, si tu no vas a ninguna parte¡¡.- ambos hombres volvieron a hablar al unísono. Se miraron perplejos.
-pues claro que vamos…y vamos los tres¡¡¡.- Kaoru salio de la cabaña dispuesta a vestirse apresuradamente y acabar con esa batalla que llevaba librando hacia mas de cuatro años. Contra Shinta y contra su destino. Esta vez no iba a perder por ningún motivo…ninguna de ambas batallas.
Continuara…
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Talcahuano, Chile, 17:51 -22-02-06, en la practica ajajajajajjaj si me pillan me sacan.
Si que me demorado para actualizar este fic, pero es que estoy tan feliz que solo me he centrado en Kaoru, la loca por el cual estoy encantada escribiendo.
Ahora a los reviews:
ane himura: pero si este fic no se ha acabado, quedan dos capítulos, muchas gracias negrilla y nos encontramos en tu ff.
CiNtHiA: la verdad es que me dio pena pegarle a ken en parte tan sensible ajajajaj cuídate y muchas gracias-.
Gabyhyatt: si loca, kao también conoce el hitten ajajaja gracias por tu tiempo.
kaoru-luna: gracias compañera, y ya sabes en lo que estamos no?
Satsuki Haru: ajajajajajaj maestra de maestras, ojala yo hiciera un lemon la mitad de bueno que los tuyos. Muchas gracias.
Verito.S: ajajajajajjaja muchas gracias, pero debes actualizar ne?
Ya solo quedan dos capítulos para el final y ni se imaginan en que terminara.
Se despide con su infaltable pucho en la mano y una copa ausente en la otra.
MONIKA-DONO
