Capítulo 3: Tú y yo, a donde lleguemos

Se dejó caer sobre su cama con una sonrisa en sus labios. Hoy no había estado tan mal, al final del día Gaara no se portó tan grosero, aunque sí era muy pesado, ella era capaz de seguirle el juego y era divertido.

—Al final volveremos a ser amigos, ya verás… —se dijo ilusionada, aunque en realidad estaba pensando que esto la hacía más feliz de la cuenta, pero ¿qué más daba?

Después de darse unas cuantas vueltas en su cama y de terminar su tarea, decidió darse un baño, pues ya faltaba poco para la cena y no tenía ganas de bañarse muy tarde.

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Gaara estaba en su habitación oyendo música, le gustaban las canciones con mucha guitarra y las voces guturales, esas que casi le dejaban sordo cuando las oía. Estaba muy concentrado siguiendo la letra, con los audífonos puestos, cuando de pronto alguien abrió la puerta de golpe, dándole un pequeño susto.

—¡Gaara! —lo llamó su mamá enojada, llevándose una mano a su cintura—. He estado llamándote desde hace rato, pero claro, ya veo por qué no me respondías.

El pelirrojo se quitó tranquilamente los audífonos, apagando el reproductor para mirar a su progenitora, que se veía muy molesta.

—¿Sucede algo? —interrogó como si nada, bastante despreocupado, pues la verdad no le interesaban los problemas de otras personas que no fuesen él mismo, ni siquiera si se trataba de su madre.

—Así es, ¿sabes dónde están tus hermanos? Ninguno ha llegado aún.

—No tengo idea —respondió Gaara desinteresado, lo que realmente molestaba a Karura, pues su hijo parecía desconectado del mundo que lo rodeaba, nada le llamaba la atención y eso le preocupaba mucho.

—Gaara, ya que eres el único que está en la casa, entonces te lo pediré a ti, quiero que vayas donde los vecinos y les preguntes en donde queda el bazar más cercano, necesito unas cortinas nuevas —dijo la mujer castaña en tono de amabilidad, pero Gaara sabía que le estaba ordenando, así que ni siquiera dijo algo, simplemente se levantó y se dirigió a la casa de los vecinos, obviamente sin dejar de bufar primero.

Karura sólo suspiró, su hijo estaba cada vez más irritable y no hallaba la forma de que se le quitara ese humor de perros, si tan sólo pudiera volverlo a como era antes…

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En su cuarto, Matsuri estaba a punto de comenzar a quitarse la ropa para meterse a bañar, cuando un grito de su madre la distrajo, interrumpiéndola.

—¡Matsuri, baja que necesito un favor!

La castaña suspiró.

—¡Ya voy, mamá! —respondió algo fastidiada, pues le habían interrumpido sus planes. Como desde hace rato ya se había cambiado, poniéndose una pollera de cuadros rojos, corta de color negro, una blusa de mangas largas color crema y unas zapatillas negras de caña larga. Tomó una campera que estaba sobre su cama y bajó, ya que comenzaba a hacer frío, sin embargo, no se esperaba encontrarse con cierto chico pelirrojo.

—Matsuri, necesito que ayudes a este amable joven y lo lleves al bazar —le dijo su madre con una sonrisa, pero la joven aún no salía de su trance, estaba sorprendida de verlo a él precisamente en su casa y más por la forma en que de pronto comenzó a mirarla.

Gaara pov.

Que fastidiado me sentía, tener que hacerle favores a mamá era lo último en mi lista de prioridades, sin embargo, si no lo hacía ella me castigaría, a fin de cuentas, ella era mi madre y yo aún era menor de edad, me faltaba al menos un año y medio para poder mandarme solo, así que sin rechistar salí a cumplir con el encargo.

No quería tener que golpear en la puerta vecina. ¿Por qué Temari y Kankuro no estaban? Maldita sea, no soportaba hacerle los mandados a nadie.

—Demonios —mascullé con fastidio. Me acerqué a la puerta vecina y toqué el timbre con aburrimiento, tenía planeado preguntar la famosa dirección y marcharme lo más pronto posible, además no tenía ganas de ver a la tonta vecina. Esa chica era muy extraña, primero me odiaba, me gritaba y me trataba de grosero y después trataba de acercarse a mí, llamándome de esa manera que no me gustaba para nada, aunque debía admitir que la palabra sonaba genial en sus labios, cuando ella lo decía me hacía estremecer levemente.

Por fin, después de tocar como cuatro veces, salió una señora bastante joven y podría decir que, hasta guapa, se parecía un poco a Matsuri, así que deduje que se trataba de su madre.

Ella me sonrió y yo le expliqué que era lo que necesitaba, traté de no sonar demasiado altivo, después de todo era mi vecina y era una persona mayor que yo, así que tenía que respetarla.

—¡Matsuri, baja que necesito un favor! —exclamó la señora mirando hacia las escaleras que daban al segundo piso.

—¡Ya voy, mamá! —escuché en respuesta, con esa voz que en cierta medida me traía calma. No comprendía bien lo que me pasaba con esa chica, me gustaba mucho hacerla enojar, pero también me agradaba su sonrisa, era la primera vez que una persona me hacía contradecirme de esa forma.

Se tardó unos minutos en bajar, yo comenzaba a fastidiarme más, cuando de pronto oí sus suaves pasos. Volteé a verla y me quedé sorprendido. Traté de disimular en lo más posible mi expresión, actuando tan frío como siempre, pero no podía evitar mirarla, la verdad es que… Matsuri es muy hermosa.

Fin Gaara pov.

Matsuri pov.

—¿Gaara? —pregunté un tanto asombrada, no me esperaba esa visita, pero no pude evitar sonreír, me hizo recordar a cuando éramos pequeños y siempre quedábamos a una hora para jugar. Los niños del parque le tenían miedo a Gaara, decían que era un bravucón y que les golpeaba, pero yo no les hacía caso, a mí me gustaba jugar con él. Recuerdo que una vez jugamos a la casita, yo era la mamá y él el papá y teníamos un bebé, que era un gatito que yo tenía de mascota en ese tiempo.

Realmente era feliz cuando estaba a su lado.

—Hmp. ¿qué me ves? —me preguntó Gaara de pronto, con esa voz fría que ahora parecía envolverlo en una coraza de hielo. Lo recordé en este instante y reaccioné; él ya no era el mismo, ya no era mi amigo Gaara, pero aun así quería estar a su lado.

—P-perdón —me disculpé, bajando la mirada apenada y pude jurar que hasta estaba un poco sonrojada por el calor que sentí inundar mis mejillas—. ¿Quieres que te acompañe al bazar? Con mucho gusto, Gaara-kun —volví a sonreírle.

Él sólo me miró de forma indiferente y salimos de mi casa, pero antes me fijé en que mi mamá me guiñó un ojo, ¿qué me habría querido insinuar?

A pesar de que yo debía guiarlo, Gaara caminaba delante de mí. A los pocos minutos comencé a molestarme, pues no se suponía que fuera tan grosero conmigo, si yo le estaba haciendo un favor.

Di un par de pasos rápidos y me paré delante de él.

—Oye, ¿quién te crees para ignorarme? —le reclamé, pero él seguía con su fría expresión.

—Me creo yo mismo, ¿por qué? —me respondió con una sonrisa arrogante, que obviamente me colmó la paciencia. La verdad era que no sabía cómo reaccionar ante él, por más que trataba de ser amable su forma de ser me exasperaba demasiado, siempre trataba de hacerme enojar y lo conseguía fácilmente.

—Eres un idiota, encima de que te hago un favor acompañándote, te burlas de mí de esta manera. ¡Pues ahora llega solo! —le grité enojadísima. Creo que en ese momento no pensé en lo que estaba haciendo, porque de tan molesta que me encontraba, lo único que hice fue correr sin siquiera mirar por donde iba, así que no vi el auto que venía hacia mí, a toda velocidad.

Fin Matsuri pov.

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Temari llegó a casa con un libro en mano, había estado estudiando en la biblioteca, había muchas cosas interesantes ahí y se entretuvo leyendo, tanto así que no tomó el tiempo que se tardó en hacerlo.

Pero lo mejor no era el haber leído, sino lo que se encontró en ese lugar, sin duda, tenía mucha suerte.

¿Dónde iba este libro? —se preguntó confundida. Miraba cada estante sin recordar cual era exactamente de donde había obtenido aquel libro, hasta que sin querer chocó contra el pecho de alguien—. Lo siento —se disculpó apenada, sin embargo, al levantar la mirada se quedó sorprendida al posar sus ojos azules sobre la imponente figura de un hombre alto, de cabello y ojos negros y una mirada muy enigmática: era su profesor de matemáticas.

Ten cuidado, podrías caerte —dijo él, posando ambas manos sobre sus hombros. Le sonrió quedamente, mirándola con fijeza —. Tú… ¿Eres una de mis alumnas no es verdad?

Eh… s-sí… supongo —respondió la chica bajando la mirada, estaba apenada y un enorme sonrojo cubría sus mejillas. No solía ser nada tímida con los hombres, pero tenía que tener en cuenta de que este no era cualquier hombre, sino que su profesor.

Déjame adivinar, eres la nueva alumna, Sabaku No.

Sí —asintió Temari con la cabeza. Entonces, Itachi observó el libro que ella llevaba en su mano.

Veo que te gusta la mitología japonesa, sin embargo, ese libro que tienes es muy poco explicativo —alzó la mirada, alternándola entre varios de los estantes, hasta que de pronto se fijó en uno de ellos. Caminó a pasos lentos, tomando un libro de portada negra, pero que tenía una especie de ángel en colores gris y blanco, muy bonito, con los bordes dorados—. Te recomiendo este, te gustará.

Gracias… sensei —dijo Temari aún apenada, recibiendo el libro que él le ofrecía. Se notaba que era un hombre muy intelectual, tal vez el tipo que a ella la enloquecían, porque debía admitir que fuera como fuera ese profesor podría volver loca a cualquier mujer.

No tienes que llamarme sensei cuando no estamos en clases, me hace sentir como un anciano —dijo Itachi de pronto, dándole la espalda y marchándose sin más.

Por su parte, Temari ya no dijo nada, sólo podía observar el camino que él había tomado, preguntándose si es que acaso este había sido un encuentro del destino.

—Uchiha Itachi, que hombre tan apuesto —susurró para sí, aunque de pronto, otro rostro se vino a su mente, uno que no le agradó del todo—. Ese cabeza de piña…

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La chica se divertía oyendo un poco de música mientras hacía su tarea, recostada de barriga sobre la cama. Usaba sólo un sencillo short de color café claro y una remera de tirantes rosada. Escribió un par de cosas en su libreta y decidió cerrarla.

—Es inútil, estoy aburrida —se dijo Tenten soltando un suspiro. Se levantó de la cama y dejó su libreta sobre la mesita de noche, para tomar el teléfono que estaba junto. Sonrió ampliamente al pensar en que llamaría a su novio, pero luego de unos segundos esa sonrisa se borró.

Para cualquiera que los viera juntos, eran tal vez la pareja perfecta, pero no era tan cierto como parecía, Neji siempre estaba alejado, metido en su propio mundo y manteniéndose frío, era casi como un cubo de hielo y a veces ella no soportaba aquello, pero no quería causarle un disgusto, así que sólo se quedaba callada.

—Bueno, le llamaré, después de todo es mi novio, ¿no? —se trató de convencer de que esa era una buena idea, sin embargo, apenas marcó el número le salió la vocecita que decía que estaba apagado, así que le fue imposible comunicarse con él, lo que la decepcionó—. Ay, Neji… —suspiró.

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Cuando Matsuri estaba por cruzar la calle, un auto de color blanco se pasó una luz verde y se dirigía hacia ella a toda velocidad. Cuando lo vio se quedó paralizada, el miedo era tan intenso que no podía moverse, pensó que iba a morir, pero de pronto una cabellera rojiza se le atravesó. Sintió como la tomaban por la cintura con fuerza y segundos después se vio cayendo al otro lado de la calle, con el peso de alguien más encima de ella.

Abrió sus ojos oscuros como la noche, para notar el hermoso color aguamarina de los ojos de Gaara, el cual le miraba intensamente, tanto que se sentía atravesada por una daga justo en el pecho.

—G-Gaara-kun… —susurró, adolorida por el golpe que se había dado en la espalda, pero entonces miró hacia su costado y vio la mano de Gaara apoyada junto a su rostro, sangrando—. ¡Gaara-kun, estás herido! —exclamó preocupada.

Se levantó torpemente, haciendo que ambos quedasen sentados sobre la acera, para luego tomar la mano del muchacho entre las suyas. Gaara tenía un horrible corte, el cual no paraba de sangrar y ella no sabía qué hacer. Sin darse cuenta, gruesas lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, al tiempo que el chico la veía algo sorprendido y adolorido.

—¿Por qué lloras? —le preguntó, confuso, aunque tal vez fuera por lo que acababa de pasar—. No ha sido para tanto, no te han atropellado.

—N-no… n-no estoy llorando por eso —negó la chica con la cabeza, tratando de contener sus lágrimas, pero por más que lo intentaba sólo lograba poner muecas que le causaban gracia al pelirrojo, se veía tan endemoniadamente tierna—. E-es que… te has lastimado por mi culpa… —terminó Matsuri, llorando más fuerte.

Gaara sintió una punzada en su pecho, no le importaba que la gente se detuviera a su alrededor y se les quedase mirando extrañada. Ella… estaba llorando por él. Nunca nadie había llorado por él, al menos no que no fuera de su familia y esta chica era tan extraña, ¿por qué siempre se preocupaba por lo que pasaba con él?

No supo ni en qué momento ya se encontraba saltando frente a ese auto para evitar que le hicieran daño, no quería verla lastimada, por eso incluso fue capaz de arriesgarse por ella… ¿Pero por qué?

—D-deja de llorar, estás avergonzándome —habló por fin, con un leve y casi imperceptible sonrojo en sus mejillas de porcelana. Rasgó una parte de su camiseta con su mano sana y vendó su herida, mientras la castaña lentamente disminuía sus lágrimas.

—P-perdóname, Gaara-kun —se disculpó apenada por lo que había causado, pero había sentido tanto miedo, tanto pavor cuando vio ese auto venir hacia ella, sin embargo, el miedo fue peor al ver que Gaara estaba sangrando, que por protegerla a ella se había lastimado, eso no se lo podría perdonar ella misma—. Y-yo soy una tonta…

—Sí lo eres —dijo el chico, poniéndose de pie con indiferencia—. En fin, ya pasó todo, vámonos antes de que se nos haga tarde, aún no hemos comprado esas cortinas.

—S-sí —respondió la castaña, asintiendo con la cabeza mientras miraba de reojo la herida vendada del chico, al igual que su camiseta rota—. ¿Te duele? —interrogó.

—Sólo un poco, pero no es nada —dijo Gaara algo cortante, mirando al frente y sin voltear hacia ella en ningún momento. Comenzó a caminar y notó de reojo como Matsuri bajaba la cabeza; no quería hacerla sentir mal, eso lo molestaba, no lo dejaba tranquilo—. Pero… hubiera sido peor si a ti te pasaba algo —terminó su frase, volviendo a caminar un poco más rápido.

Matsuri volvió a agachar la mirada, pero con una leve sonrisa en su rostro y un dulce sonrojo en sus mejillas. Gaara la había salvado, su querido amigo Gaara la había rescatado.

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Hinata estaba frente a su laptop haciendo un trabajo de la escuela, cuando de pronto miró en el costado inferior de su pantalla, en donde avisaba una pequeña ventanita que "chico ramen" acababa de iniciar sección. Se trataba de una aplicación de chat muy parecía al antiguo Messenger, en donde se podía contactar a los demás mediante correo electrónico y hablar por mensajes instantáneos.

—Es… N-Naruto-kun… —sus mejillas inmediatamente se sonrojaron y su corazón se aceleró. El correo de Naruto se lo había dado Sakura, pero ella muy pocas veces se conectaba, de hecho, hoy lo había hecho para hablar con la peli rosa sobre el trabajo, nunca pensó que coincidiría con el rubio ojiazul.

—Y-yo… mejor cerraré esta cosa —se dijo, dirigiendo el mouse hacia la cruz para cerrar el programa, sin embargo, antes de poder hacerlo, éste le habló.

Chico_ramen dice:

-¡Hola! ¿Quién eres? Creo que no te conozco.

Hinata se quedó estática frente a la pantalla, mirando y leyendo una y otra vez la única línea de texto que él le había enviado. Sus dedos temblaban sobre el teclado, queriendo responderle. ¿Pero que iba a decirle?

Perla de la luna dice:

-No… no nos conocemos.

Se sintió mal al mentir, pero sentía demasiada vergüenza de decirle que ella era Hinata, su compañera de clases, seguro él le preguntaría por qué tenía su correo y explicarle eso le acarrearía un gran bochorno. Lo mejor era hacerse la desentendida de todo.

Chico_ramen dice:

-Pues me llamo Naruto, mucho gusto.

-¿Y tú como te llamas?

Nuevamente Hinata se quedó sin saber que escribir, no quería que Naruto supiera de quien se trataba, por eso haría lo posible porque no lo notara.

Perla de la luna dice:

-Yo me llamo Hikari, mucho gusto.

Sí, había mentido, pero no tenía nada de malo, no es que fueran a hablar otra vez, así que daba igual que le inventara un nombre, porque seguro que Naruto para mañana no lo recordaría.

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—¿De verdad no te duele? —le preguntó Matsuri por quinta vez, obteniendo un gesto de negación por parte del pelirrojo. Estaba muy preocupada por él, anteriormente esa herida había estado sangrando bastante, pero ahora ya parecía bajo control.

—Deja de preguntarme, pareces una loca —habló el chico con cierto fastidio, más que nada porque le incomodaba toda esa atención que prestaba Matsuri a su persona. Nunca nadie le había tratado como ella, por más que lo intentaba no podía dejar de sentirse a gusto a su lado y eso era molesto, pues no quería formar lazos de amistad con nadie, mucho menos con una chica tan linda, de la cual perfectamente se podría enamorar.

—Mou, sólo me preocupo por ti, después de todo te heriste por mi culpa —Matsuri hizo una cara de berrinche, que a ojos de Gaara la hacía ver tremendamente graciosa, sin embargo, lo que ella dijo no le gustó.

Así que sólo se estaba preocupando porque el accidente fue su culpa. Esa era una gran decepción, pero no sabía por qué lo sentía así.

—No tienes por qué preocuparte por mí, no eres nada mío —desvió la mirada para no tener que verla, así que no pudo notar la expresión de tristeza de Matsuri al oírlo.

A ella en verdad le dolían sus palabras, le dolía que él no recordara lo buenos amigos que solían ser, era cruel que después de haberse prometido no olvidarse jamás, él se hubiera visto obligado a abandonar todos sus recuerdos. No era justo.

—Pues es cierto que no somos nada… —lo secundó la castaña algo enfadada, para luego dar paso a una enorme sonrisa—. Pero eso puede cambiar —se volteó hacia Gaara, tomando sus dos manos para hacer que entrelazaran los meñiques—. Desde este momento Gaara-kun y yo somos amigos, prometido.

—¡Oye! —el chico alejó su mano de inmediato—. N-no hagas promesas con las manos de alguien más por tu cuenta —se quejó, pero al ver la sonrisa en el rostro de Matsuri fue como si oponerse a lo que ella acababa de decir le resultara imposible, era demasiado adorable como para decirle que no, así que sólo pudo terminar por suspirar con resignación—. De acuerdo —accedió, alzando su mano para mostrar su meñique a la chica—. Es una promesa.

—Je, no lo olvides, lo has prometido —Matsuri entrelazó sus dedos una vez más—. Desde hoy seremos amigos.

Los dos niños entrelazaron sus dedos en son de una promesa.

Desde hoy Gaara-kun y yo somos amigos, ¿ne? —sonrió la pequeña niña castaña con una luminosidad que casi dejó encantado al pelirrojo, el cual asintió con la cabeza, con sus mejillas levemente enrojecidas.

Sí, desde hoy eres mi mejor amiga —respondió sonriendo. Ella era su primera amiga, la que siempre tendría a su lado.

Gaara se alejó de Matsuri cuando sintió una leve punzada de dolor en su cabeza. Se llevó una mano a su frente y la sostuvo, algo mareado, lo que preocupó a la castaña.

—¿Estás bien, Gaara-kun? —le preguntó inquieta, mirándole con sus enormes ojos negros llenos de preocupación, lo que sin duda lo conmovía, pero asintió con la cabeza para calmarla, pues en realidad el dolor ya había pasado.

Siempre que un vago recuerdo venía a su cabeza solía dolerle. Esta vez había visto como hace tiempo atrás hizo una promesa similar a la que acababa de hacer, eso le hizo sentir algo mal, puesto que no era capaz de recordar a esa niña, a pesar de que era lo que más anhelaba, no podía hacerlo por más que se forzara a acordarse de ella.

—Sólo fue un dolor de cabeza, pero no ha sido nada, regresemos pronto que nos hemos tardado mucho —dijo algo cortante, comenzando a caminar antes de que Matsuri lo hiciera y dejándola rápidamente atrás. Siempre que veía a esa niña sentía deseos de estar solo, de gritar, por eso solía comportarse tan frío si había alguien a su alrededor, era lo mejor darse prisa para poder estar solo con sus pensamientos.

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Gaara pov.

Cuando regresé a casa lo primero que hizo mamá fue preguntar por sus famosas cortinas, aunque al ver que yo estaba herido prácticamente las arrojó al suelo y me hizo un montón de preguntas fastidiosas. Traté de responderlas rápido y me fui a mi habitación, recostándome en mi cama para descansar de ese día tan largo que había tenido, pero en lugar de cerrar los ojos observé con detenimiento mi dedo meñique, ese con el que había hecho la promesa con Matsuri.

No sabía si esa extraña visión que tuve en el momento había sucedido o no, pero me había dejado bastante inquieto, tanto como para comportarme como un idiota con Matsuri. No podía culparla, ella sólo trataba de acercarse a mí y era algo que realmente me sorprendía, ya que nunca nadie había deseado acercarse a mi persona y querer conocerme, todos me aislaban y para mí era mejor así.

Por eso Matsuri era diferente a todos los demás.

En el fondo no sabía bien qué era eso que ella me provocaba, pero me gustaba estar cerca de ella, aunque fuera seco y antipático, era lindo verla sonrojarse o inflar las mejillas como un globo.

—Que idiota soy… —susurré con pesar, porque realmente algo extraño estaba sucediendo conmigo desde que la conocí a ella, algo nuevo para mí.

Fin Gaara pov.

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En casa de Kiba, se estaba viviendo una campal batalla entre el muchacho de cabellos castaños y otro chico de cabello negro y piel pálida, el cual poseía dos ojos azabaches y una mirada un tanto sínica, su nombre era Sai y aunque era amigo de los chicos, era bastante reservado.

Sasuke estaba sentado junto a los dos chicos observando el encuentro, pero repentinamente se puso de pie al darse cuenta de que Naruto no les prestaba la más mínima atención, desde hace un rato estaba concentrado en su notebook y no dejaba de escribir tras soltar pequeñas e intrigantes risitas.

—¿Qué haces, dobe? —preguntó curioso, mirando de reojo la pantalla de la laptop, a lo que Naruto pegó un salto por la impresión, pues no se esperaba oírlo detrás de un momento para el otro.

—¡Teme! —gritó enfadado—. ¡No me asustes de esa manera!

—No te he asustado, sólo pregunté qué haces, ya que ni siquiera le prestas atención al juego —dijo el Uchiha con el ceño fruncido. Volvió a espiar en la pantalla de la laptop y leyó algo interesante—. ¿Quién es Hikari?

—¡E-eso no es de tu incumbencia! —exclamó Naruto sonrojado y cubriendo la pantalla de su portátil—. Es sólo una amiga —explicó por fin.

Sasuke arqueó una ceja, incrédulo.

—No me digas que por fin tienes novia y dejarás de ser un freak.

—¡Cállate! —Naruto se puso de pie y le apuntó con el dedo índice en forma acusadora—. Para empezar, tú me robaste a mi novia, así que no opines sobre eso.

—Tenías doce años cuando te gustaba Sakura y ni siquiera era tu novia, no seas idiota —Sasuke lo miró de mala gana y luego regresó a sentarse, descubriendo que por la sonrisa retorcida que acababa de poner Sai, había ganado el juego contra Kiba.

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Matsuri pov.

Me dejé caer con delicadeza dentro de mi cama después de haberme dado un refrescante baño. Estaba contenta, a pesar de que al final Gaara-kun se comportara frío conmigo, aceptó ser mi amigo, hicimos una promesa, como hace años.

Todavía podía recordar esa promesa de cuando éramos niños, para mí fue muy triste que Gaara-kun la olvidara, pero como la hicimos nuevamente eso ya no importa. Yo lo veía como si estuviera recuperando a mi mejor y más preciado amigo, y eso me hacía sonreír.

Encendí la luz de mi mesita de noche y me puse a escribir en mi diario todo lo sucedido en mi día, todo con referencia a Gaara. De pronto me di cuenta de que pensaba demasiado en él, de que todo lo que hacía me recordaba a él.

Pero eso no podía ser nada malo, éramos amigos, nada más que eso.

Fin Matsuri pov.

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Un nuevo día había llegado y todos los jóvenes estaban entrando a sus salones. Por la calle, casi a una cuadra de llegar a la escuela, se encontraban cuatro jóvenes riendo entre ellos, o más bien, sólo tres reían y el cuarto se veía realmente amargado.

—Vamos, Gaara, deberías reírte un poco, ha sido un buen chiste —le aconsejó su hermano mayor, Kankuro, a lo que Gaara simplemente le miró de mala gana. Odiaba los chistes y las bromas, no era alguien con sentido del humor y para sus hermanos eso estaba muy claro.

—Kankuro, ya sabes que Gaara es un amargado —le dijo Temari de lo más despreocupada, observando como la otra chica, Matsuri, reía divertida ante su comentario.

—Yo te haré reír, Gaara-kun —aseguró, golpeándose el pecho en señal de confianza, pero obviamente el pelirrojo no hizo caso a sus palabras, no creía que ella fuese capaz de contarle un chiste que lo hiciera reír. Por su parte, Matsuri se paró justo delante de él, deteniéndole los pasos, para mirarlo con sus enormes ojos negros—. ¿Qué le dijo un pez a otro pez?

Temari y Kankuro se quedaron en silencio, mientras que Gaara sólo arqueaba una ceja. Era una pregunta ridícula, porque los peces no hablan.

—¿Qué? —preguntó finalmente, cabreado de no captar la idea de la broma, hasta que ella le respondió.

—Nada —fue tan simple como eso, pero bastó para que Kankuro y Temari estallaran en carcajadas, al igual que la misma chica que contó el chiste, quien ahora se sostenía el estómago, pero Gaara seguía con el entrecejo arqueado, sin comprender.

—Jajaja, ¡Un pez a otro pez, nada! —repitió Kankuro con una enorme carcajada y lágrimas saliendo de sus ojos, fue cuando el pelirrojo lo entendió.

—Eso es tan… literal… —no supo por qué, pero de un momento a otro una extraña mueca de sonrisa se formó en sus labios. Ahora que lo pensaba mejor, el chiste tenía bastante lógica, los peces nadan, por eso el pez le dijo al otro: Nada—. Es… una estupidez…

—Lo sé, pero te ha hecho reír —lo apuntó la castaña tan risueña como siempre. Gaara se sorprendió al darse cuenta de que era verdad, de verdad había reído con el chiste a pesar de ser una completa tontería, así que lo único que pudo hacer para responder fue cruzarse de brazos y desviar la mirada, soltando su característico "hmp".

Por otro lado, Temari y Kankuro se mostraban sorprendidos por lo sucedido, ver a Gaara reír no era cosa de todos los días, sin embargo, era algo agradable.

—Bueno, venga ya, estamos llegando tarde a la escuela —habló la mayor de todos, para que volviesen a caminar porque se habían quedado parados en mitad de la calle.

Gaara siguió caminando, pero ahora se mostraba más amargado que al principio, aunque eso sólo provocaba reír a la castaña.

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Estaban ya en clases, la clase más aburrida del día; matemáticas. Matsuri estaba quedándose dormida, pero repentinamente volteó y se dio cuenta de que Gaara no la dejaba de mirar. Era tan extraño cuando él la miraba, se sentía atravesada y era incómodo, demasiado para ser verdad. No podía entenderlo, porque nunca había sentido eso con nadie antes.

—Resuelvan esto —dijo el profesor Itachi, mirando severamente a sus alumnos. A pesar de no ser una mala persona, era increíblemente serio y frío, podía calar los huesos del más duro de sus alumnos, menos los de su hermano, quién lo miraba de la misma manera.

—Eso es muy fácil —se dijo con una sonrisa arrogante.

Mientras el Uchiha murmuraba lo fácil que era aquel ejercicio, Naruto se encontraba frente al problema más difícil en toda su vida, no entendía absolutamente nada y por más que lo miraba lo único que conseguía era un dolor de cabeza. Al verlo tan afligido, Hinata se le acercó levemente, ya que ella se sentaba justo atrás de él.

—¿Te pasa algo, Naruto-kun? —le susurró, a lo que el rubio se volteó preocupado, pero a la vez sorprendido, ya que Hinata jamás le hablaba, era algo muy poco usual.

—Sí, la verdad es que no entiendo nada del problema, Hinata. ¿Tú lo comprendes?

—Claro —respondió Hinata sonriéndole dulcemente. Naruto se sonrojó sin darse cuenta, pues siempre le había parecido que Hinata tenía una hermosa sonrisa, sin embargo, ella nunca se la dedicaba a él y ahora lo había hecho. Sonrió para sí y se acercó a la joven que se había ofrecido amablemente a explicarle el asunto.

Por otro lado, estaba Shikamaru dormido sobre el banco y al verlo Itachi se molestó, no se suponía que algún alumno en su clase hiciera algo como eso, así que, tomando el borrador de la pizarra, se acercó a pasos lentos y calmados.

—Alumno Nara —lo llamó con tranquilidad, pero al ver que no respondía, no le quedó de otra, golpeó con toda su fuerza el borrador contra el banco de Shikamaru, el cual se despertó exaltado y mirando para todos lados—. Salga del salón, alumno Nara, tendrá un reporte de mala conducta —le advirtió, pero el chico no le prestó demasiada atención, simplemente se puso de pie y salió dando un bostezo, para luego caminar con flojera hacia la biblioteca o algún otro lugar donde pudiera continuar su siesta.

Después de acabar con el problema, Gaara volvió a mirar a Matsuri, simplemente no podía desviar su vista de ella, por alguna razón estaba hipnotizado con ella y Sari se dio cuenta, lo que le hacía hervir la sangre de la envidia. ¿Por qué Gaara se fijaba de esa manera en Matsuri? ¿Acaso en verdad había algo entre ellos? Eso no lo sabía, pero pensaba averiguarlo.

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El primer periodo de clases había terminado y Sari cogió a Matsuri del brazo apenas el timbre sonó, ni Sakura ni Hinata alcanzaron a decir nada cuando vieron como ambas castañas se alejaban apuradas.

—¿Qué les pasará? —inquirió con extrañeza la peli rosa, no era muy común ver una escena así.

—N-no lo sé, pero Sari-san se veía algo molesta, ¿no crees? —le dijo Hinata, siempre tan tímida y jugando con sus dedos como si fuese lo más interesante del mundo. Sakura asintió ante su comentario, con cierta preocupación. A pesar de ser amigas, Sari era la más alejada de todas ellas y por eso no la conocían tan bien, no sabían que podría hacer estando enojada, ni mucho menos por qué se había puesto así.

—¿Me darían permiso? —escucharon una voz gruesa y masculina a sus espaldas. Ambas chicas se voltearon y se quedaron mudas al ver a su nuevo compañero de clases, Gaara, quien las observaba con esos ojos tan penetrantes y serenos que habían vuelto locas a todas las jóvenes de la escuela.

Hinata estaba impactada, así que ni se movió, pero Sakura se hizo a un lado para dejarlo pasar, sin evitar mirarle el trasero en cuanto éste le dio la espalda, pues, como ella siempre decía; tenía novio, pero no estaba ciega.

—Sí que es guapo —susurró.

—¿Quién es guapo? —le habló su novio al oído, el cual tenía el ceño fruncido y se veía verdaderamente molesto. Ella soltó una risita nerviosa y miró a Hinata como pidiéndole ayuda, pero ésta sólo negó fervientemente con la cabeza—. Estoy esperando, Sakura, ¿quién es guapo?

—P-pues tú, Sasuke-kun, ¿quién más? —contestó riendo, para luego fulminar con la mirada a su amiga.

—Y-yo debo irme, iré a buscar a Matsuri-chan —avisó antes de salir corriendo, no quería verse envuelta en peleas de pareja.

—No te creo nada, sé que estabas mirando al nuevo —dijo Sasuke cruzándose de brazos, pues no era para nada un idiota y sabía muy bien que su novia no era tan santa como parecía, aunque tampoco podía condenarla por mirar a otros chicos, él también veía a otras a veces, pero no era nada más que eso, sólo mirar, no obstante, el nuevo no le agradaba en lo más mínimo, sentía que algo escondía y odiaba a la gente que escondía cosas.

—¿Te has molestado conmigo, Sasuke-kun? —preguntó avergonzada la chica, pero en lugar de recibir una reprimenda, su novio simplemente la abrazó, haciéndole entender que todo estaba bien y que no estaba enojado con ella, sólo algo celoso.

—Olvídalo, sólo no mires a ese nuevo otra vez, no me agrada.

Sakura asintió con la cabeza, sin comprender por qué su novio le decía eso de una persona a la cual aún no conocía. ¿Cómo podía no agradarle así nada más?

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Gaara nuevamente estaba practicando sus tiros con salto en la cancha de baloncesto, aprovechando que no había nadie ahí. Se había quitado la camisa de la escuela y se había cambiado los zapatos por tennis deportivos, para así correr y saltar mejor. No dejaba de pensar en lo sucedido ayer, cuando Matsuri le había descubierto jugando, se veía muy linda cuando estaba sonrojada.

—¿En qué tonterías pienso? —se preguntó al anotar la canasta. Fue a recoger la pelota, cuando de pronto oyó un sonido extraño, al parecer alguien se acercaba corriendo, pero no le prestó atención y siguió con lo suyo. A decir verdad, desde que había llegado a Tokio este deporte le llamaba bastante la atención, hasta estaba pensando en inscribirse al club de la escuela, al menos eso le serviría para matar el tiempo.

Dribleó hasta el centro de la cancha y una vez ahí dio un espectacular salto, lanzando la bola desde esa distancia para realizar un tiro desde media cancha, el cual entró perfectamente al aro, por lo que sonrió.

—¡Wow, eso fue genial! —escuchó una escandalosa voz masculina. Miró hacia su costado y descubrió a su compañero de clases, Naruto, el cual le miraba como si fuera un héroe o algo parecido—. ¡Eres increíble, amigo! —le felicitó.

El pelirrojo se fijó un poco más en él, dándose cuenta de que traía puesto el uniforme del club de baloncesto bajo el de la escuela. Así que Naruto pertenecía al club.

—Gracias, supongo —dijo de manera desinteresada. Siempre le había importado poco si los demás lo halagaban o lo criticaban, a él sólo le interesaba hacer las cosas a su manera, sean buenas o malas.

—Pero es en serio —insistió Naruto, acercándosele y extendiendo su mano—. Soy Naruto, y realmente admiro como juegas, no había visto a nadie lanzar así y eso que estoy en clubs de baloncesto desde la primaria —rio alegremente—. ¿Dónde lo aprendiste?

Ante la pregunta Gaara se mostró un tanto incómodo. Ahora que lo pensaba, no tenía ni la menor idea, un día simplemente lo intentó y le salió bien, desde entonces casi no fallaba ninguna canasta… ¿Eso quería decir que él jugaba antes de perder la memoria? Y tal vez… si aún se acordaba como jugar, podía significar que estaba recordando algunas cosas, ¿no?

—Yo… la verdad no lo sé —respondió lo primero que le vino a la cabeza, no estaba dispuesto a contarle a ese chico sobre su padecimiento, pero tampoco quería ser demasiado grosero, era por eso que la gente no se le acercaba—. ¿El club está aceptando miembros?

—Todo el tiempo —contestó Naruto—. Ahora no podemos jugar porque nos falta gente, nuestro armador sufrió una grave lesión y ya no podrá jugar por varios meses, así que tuvimos que renunciar a un importante campeonato que será dentro de un mes y algo, ya que nadie más quiere jugar —reconoció con cierta tristeza, haciendo notar que el deporte era muy importante para él, pues era algo que le hacía sentir vivo, que le hacía parte de algo grande—. Es una lástima.

—Yo jugaré —dijo Gaara de pronto, sorprendiendo a Naruto, quien no se esperaba un ofrecimiento como ese, aunque en cierta forma le había alegrado completamente el día, si Gaara era aceptado podría participar del campeonato. Por otro lado, Gaara pensaba que si jugaba tal vez recuperaría más recuerdos.

—¡Eso sería estupendo! —exclamó el chico emocionado.

Gaara delineó una pequeña sonrisa y después volvió a coger la pelota para seguir practicando.

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—¿Qué te pasa, Sari-chan? —cuestionó la castaña molesta, soltándose del agarre de su amiga de mala gana, pues le había dolido ser jalada de esa manera—. ¿Estás loca?

—No es eso —Sari la miró en forma inquietante, haciendo que Matsuri se sintiera preocupada—. Matsu, tengo algo muy importante que preguntarte.

—¿Qué cosa?

Sari se le acercó como si le fuera a contar un secreto, pero a la vez puso una expresión de tristeza, mostrándole a su amiga que estaba sufriendo. En realidad, sabía que Matsuri era una persona muy sensible y pensaba manipularla de esa manera.

—Amiga, yo… quiero saber qué relación hay entre Sabaku-san y tú —dijo mirando a Matsuri, sin llamarle directamente por su nombre al chico, como hacia la mayoría de las veces, la cual al principio se sorprendió bastante. ¿Relación?

—¿Q-qué dices? —cuestionó un tanto avergonzada—. N-no hay ningún tipo de relación entre nosotros… es decir, sí la hay —se enredó ella misma, pero respiró hondo para poder responder bien—. Somos vecinos, y… somos amigos, pero nada más.

—¿De verdad? —volvió a preguntar Sari, estaba segura de que Matsuri mentía, además no estaba enterada de que fueran vecinos, pero eso no le importaba, no podía permitir que hubiera algo entre ellos, porque para ella, Gaara ya le pertenecía—. ¿Es en serio, amiga?

—Claro —Matsuri asintió con la cabeza, pero al cabo de unos segundos miró a Sari confundida —. ¿Por qué tanto interés?

—Bueno, eso es porque… —la chica hizo una pausa, mostrando una gran sonrisa y cogiendo las manos de su compañera—. Es que… creo que estoy enamorada de él, amiga, y ya que ustedes se llevan tan bien yo… pues pensé que tal vez… querrías ayudarme…

Los ojos de Matsuri se abrieron como platos y sin saber por qué, sintió una ligera opresión en el pecho. Ella no se habría podido imaginar algo así. ¿Sari enamorada de Gaara? Por un lado, podría ser una buena oportunidad para que su amigo se llevara bien con la gente, si tenía una novia, si se enamoraba… pero a la vez, aquella idea le inquietaba, no podía imaginarse a Gaara siendo feliz con alguien más. Estaba segura de que esos no eran celos, porque para ella Gaara era sólo un amigo, no había nada más, no tenía ningún otro sentimiento hacia él y de eso estaba convencida.

—C-claro… —respondió por fin, esbozando una pequeña sonrisa incómoda—. Con gusto te ayudaré, Sari-chan, sería… genial que Gaara-kun y tú fuesen novios —bajó la mirada, sin comprender el dolor que de pronto sofocaba su pecho.

—¿De verdad? ¡Eres la mejor, Matsuri! —Sari se lanzó a sus brazos emocionada. Aunque en el fondo sabía que lo que acababa de hacer había sido realmente cruel de su parte, no se iba a arrepentir, haría cualquier cosa por obtener lo que deseaba y en este momento deseaba tener a Gaara sólo para ella.

No iba a permitir que Matsuri interfiriera.

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Temari estaba caminando por la biblioteca, buscando un libro sobre la evolución humana para la clase de biología, cuando de pronto sus pues tropezaron con algo en el suelo que la hizo caer de rodillas, golpeándose una de ellas y haciendo que le sangraran. Pensó que se trataba de libros tirados en el piso, pero al voltearse se dio cuenta de que era algo completamente diferente.

Junto al estante de los libros había un chico durmiendo como si se encontrara en su propia casa y, además, era el mismo imbécil de la otra vez.

—¡Oye, tú! —lo llamó muy enojada, zarandeándolo para poder despertarlo—. ¡¿Quién te crees que eres para dormirte en plena biblioteca? ¡Oye! —volvió a gritarle.

—¿Pero qué demonios sucede? ¿Está temblando? —se quejó somnoliento. Abrió lentamente sus ojos y lo primero que divisó fue unos bellos ojos azules, los cuales le veían con rabia. Cuando se fijó mejor en donde estaba, se dio cuenta de que esa era la misma chica que la otra vez lo había golpeado, la que además estaba acuclillada a su lado y sin que fuese voluntario él bajó la mirada y vio toda su ropa interior—. Vaya, amarillos —susurró.

—¿Q-qué dices? ¡Imbécil! —Temari se levantó sonrojada y le estampó un fuerte puñetazo en la mejilla derecha, para luego irse corriendo del lugar—. ¡Te odio, pervertido!

—Pero ¿qué pasó? —se cuestionó confuso el chico Nara, no entendía nada de lo que había pasado, sólo que alguien le había puesto unas bragas delante y luego lo golpeó con fuerza. Se levantó sobándose la mejilla y miró hacia el lugar por el que la rubia se había marchado—. No entiendo de donde sale ni por qué me pega, esa chica está mal de la cabeza y es una problemática —bufó.

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El segundo periodo de clases estaba comenzando y Kakashi se había aparecido diez minutos tarde, para dar comienzo a las votaciones de la directiva del grupo. Muchos se presentaron como candidatos, pero la que obtuvo la mayoría de votos fue Matsuri, puesto que todos sabían lo responsable que era ella, así que con elegirla estaban reconociendo sus méritos.

—Bueno, ya tenemos a nuestra presidenta, ahora nos falta el vicepresidente —dijo el profesor de cabellera plateada. Miró la lista de los alumnos y sonrió debajo de su tapabocas—. Bien, me gustaría hacer una excepción respecto a los otros años —puntualizó—. Normalmente el segundo con la mayoría de votos es elegido vicepresidente, pero esta vez lo elegiré yo —alzó la mirada al ver que nadie se oponía, después de todo lo más importante era el presidente, entonces posó su vista sobre un alumno en particular—. Gaara-kun, quiero que tú seas el vicepresidente de la clase.

—¿Qué? —cuestionó el pelirrojo—. ¿Y yo por qué?

—Pienso que es una buena forma de integrarte al resto del grupo —dijo Kakashi con una nueva sonrisa, haciendo énfasis en que no aceptaría un no por respuesta.

Por su parte, Gaara simplemente bufó con fastidio. Esto iba a ser en verdad molesto, aunque viéndolo desde el otro lado, él y Matsuri ya eran algo así como amigos, así que no tendría que soportar a ningún otro idiota.

—Como sea —aceptó al fin. Miró a la que sería su compañera en la directiva del grupo y se fijó en que ésta le sonreía, nuevamente le enseñaba su dulce sonrisa, esa que lo dejaba sin palabras.

Siempre que la veía sonreír así, sentía deseos de saber más de ella.

Continuará…