Iba saliendo del baño, cuando se topó con Naruto, parado de pie junto a la puerta. Hinata ahogó un grito de la impresión al verlo, el rubio parecía serio y no le apartaba la vista de encima.
—Al fin sales —le dijo el chico. Le tomó por la muñeca y la jaló lejos de ahí, llevándola en otra dirección, un lugar donde pudieran hablar sin que nadie les fuera a interrumpir.
—N-Naruto-kun, ¿qué…?
El rubio se detuvo cuando llegaron al salón de baile, en donde cerró la puerta detrás de ambos, observando a la chica de ojos perla sin cambiar en lo más mínimo su expresión.
—Quiero hablar contigo y no dejas de evitarme, Hinata, tuve que tomar medidas —él le respondió finalmente, frunciendo el ceño—. ¿Exactamente qué te hice para que no quieras hablarme? ¿Es porque te vi aquí ensayando?
Automáticamente, las mejillas de la Hyuga se tiñeron de rojo. Todo esto era tan vergonzoso, de todas las personas que podían haber descubierto su afición por el baile, justo tenía que ser Naruto, el chico que más le hacía avergonzar en el planeta, debido a lo mucho que le gustaba.
—¿Me odias, Hinata? —la pregunta del rubio le hizo alzar inmediatamente la vista, negando con la cabeza de forma ferviente.
—No, no, Naruto-kun, claro que no —ella aclaró lo más rápido que pudo—. Yo jamás, jamás podría odiarte… ya te había dicho… —volvió a bajar la mirada, sentía que su corazón estaba acelerado, que sus piernas temblaban. Estar a solas con Naruto no era cosa fácil, habría deseado tener el coraje para decirle que estaba completamente enamorada de él, para poder abrazarlo, para besarlo, pero sabía que jamás sería capaz de eso.
—¿Entonces? —el chico frunció los labios, ahora parecía que hacía un puchero, se veía muy adorable en opinión de Hinata.
Ella nuevamente le miró, antes de comenzar a hablar.
—Me gusta mucho bailar, ¿sabes? —comenzó diciendo ella—. Es algo que siempre hago cuando estoy a solas, desde pequeña. Mi familia es muy conservadora, mi padre es un empresario reconocido, él desea que yo sea como él —se mordió el labio inferior—. Una vez me descubrió bailando, le dije que quería dedicarme a eso, se enfadó muchísimo, dijo que nadie de su familia sería un vago —de pronto, sus ojos se llenaron de lágrimas, Naruto se sintió un poco tonto, quería reconfortarla, pero no sabía cómo—. Si él supiera que yo sigo en esto, me mataría, por eso yo… me avergüenzo y me da mucho miedo.
—Hinata… —Naruto meditó un momento sus palabras, hasta que por fin habló—. Yo en verdad estaba sorprendido cuando te vi bailar, creo… no, estoy seguro de que tienes un enorme talento. Entiendo si tu padre se opone a eso, las familias son difíciles —por unos segundos, su mirada se opacó, para él no era fácil hablar de temas familiares, debido a su pena—. Pero no te avergüences, tampoco tengas miedo, te juro que yo no le diré a nadie.
La chica asintió con la cabeza, aún estaba mirando al piso, así que se sorprendió cuando el Uzumaki apoyó una de sus manos sobre su mentón y le alzó el rostro, obligándola a verlo.
—No llores, ¿sí? —él le sonrió—. Te ves mucho más bonita cuando sonríes.
Por alguna razón, en ese momento ella no se sintió avergonzada a morir, se sentía feliz, comprendida, así que le sonrió a Naruto. El rubio se sentía perdido en su mirada, sus ojos aperlados, como dos lunas. Bajó un poco la mirada y los labios femeninos parecían tan atrayentes que no pudo evitar acercarse a ellos. Estuvo a sólo unos centímetros de tocarlos, pero el sonido del timbre que avisaba el comienzo del segundo periodo resonó en sus oídos.
—D-debemos ir a clases —dijo la peli azul, a lo que Naruto asintió en silencio, le soltó y ambos salieron del salón para volver a su aula.
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Temari estaba furiosa, todo el mundo estaba hablando de cómo ella estaba saliendo con un chico de un curso menor, aquel que era conocido como el genio vago. No tenía ni la menor idea de que ese tal Shikamaru era famoso en la escuela, pero por lo que había oído, ese chico era súper dotado y siempre tenía el puntaje más alto en todos los exámenes, excepto porque a veces se quedaba dormido, tenía calificaciones perfectas. Aunque fuera de eso, estaba más sorprendida de lo rápido que volaban los chismes.
—Pareces fastidiada —escuchó la voz de Tenten, la cual se sentó a su lado, en su acostumbrado lugar.
—No me pasa nada —le respondió la rubia, volteando a ver a su amiga castaña. Le sorprendió un poco verla sin sus habituales chonguitos en la cabeza—. Oh, ¿y este cambio de look a qué se debe?
Tenten se sonrojó ligeramente.
—Oh, pues el día de hoy tengo una cita —respondió, parecía que ella era una chica muy segura de sí misma, pero a su vez, se sentía avergonzada al tocar temas como ese—. Cumpliré dos años con mi novio.
—¡Vaya! ¿Dos años? —exclamó Temari con sorpresa—. Yo no he durado ni un mes —comentó entre risas. En ese momento, vio como el profesor de matemáticas se adentraba al salón, llevaba un maletín en una mano y en la otra un pesado libro de álgebra. No se veía muy contento y Temari podía adivinar por qué.
—Yo espero cumplir mucho más —le susurró Tenten, ya no podían hablar tan cómodamente, pues el profesor estaba en el aula y no le gustaba que se hablara de otros temas que no tuvieran que ver con su clase.
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Las clases acabaron rápido aquel día, sin darse cuenta, era ya la hora del almuerzo. Matsuri y sus amigas tomaron sus almuerzos para irse juntas a alguna parte del comedor, incluso Sari e Ino iban con ellas, aunque la penúltima no dejaba de ver a Matsuri con rabia.
Por su parte, Naruto se dirigió hacia donde estaba Gaara, sacando el almuerzo de su mochila.
—Oye, Gaara, amigo, ¿no quieres almorzar conmigo y Sasuke? —le invitó animadamente.
El pelirrojo le miró escéptico al principio, alzó una ceja, sin entender a qué se debía la invitación de Naruto, pero el rubio sólo le sonrió ampliamente.
—¿No le molestará a tu amigo? —preguntó Gaara, observando de reojo a Sasuke Uchiha, quién se encontraba unos metros más atrás de Naruto, esperándole.
El pelinegro se dio cuenta de que era blanco de la mirada del nuevo, así que sólo murmuró su característico "Hmp" y miró en otra dirección.
—¡Claro que no! —exclamó Naruto, todavía tan alegre como siempre, entonces, bajó la voz para susurrar algo—. Fue su idea, de hecho.
Gaara se sorprendió un poco, tenía entendido que el Uchiha no le tenía en muy alta estima, pero parecía ser que no era así del todo.
—Bien —fue todo lo que dijo.
Los tres chicos se dirigieron al comedor, tomando asiento en una mesa relativamente cercana de la que estaban utilizando las muchachas. Naruto, apenas se sentaron, pudo notar que su amigo Sasuke veía a su novia de reojo y ésta le ignoraba.
—¿Aún no has aclarado las cosas con Sakura-chan? —le interrogó, a lo que Sasuke frunció ligeramente su ceño, mientras bebía un poco de refresco de lata.
—Ese no es asunto tuyo —le respondió, altanero como siempre.
—Claro que lo es —el rubio se veía un poco molesto, pero no especialmente enojado—. Ambos son mis amigos, además, lo de Karin fue mi culpa, no debí pedirte eso.
Sasuke tan sólo negó.
—No, yo debí decirle a Sakura —cerró sus ojos, soltando un ligero suspiro—. Ya hablaré con ella cuando acaben las clases, no pasa nada, es una chica madura y entenderá.
Gaara -quien había estado en silencio durante toda la conversación- de pronto lucía algo inquieto. Naruto, el más perceptivo del grupo, de inmediato se dio cuenta de ello.
—¿Pasa algo, Gaara? ¡Lamento si te dejamos de lado! —exclamó, algo preocupado de haber sido grosero con su nuevo amigo, después de todo, a nadie le gusta que se hablen temas que no comprendes frente a uno.
—No es eso —Gaara negó rápidamente—. Es que yo… mh, es un poco vergonzoso decirlo…
Sasuke le miró, se había dado cuenta de inmediato cuál era el problema.
—¿Es sobre una chica? —de inmediato, pudo notar que la pálida piel del chico se teñía muy sutilmente de rojo—. Espero que no se trate de Sakura —añadió, recordando con cierto fastidio que el otro día los había encontrado juntos en la biblioteca.
—Obviamente no —Gaara frunció el ceño—. No importa de quién se trata, es sólo que yo… uhm, ¿cómo supiste que esa chica realmente te gustaba? Es decir, no sé cómo explicarlo.
—Oh, ¿entonces no sabes si esa chica te gusta? —Naruto se mostró interesado, inclinándose hacia el pelirrojo como si quisiera que le contaran con mayor detalle el "chisme"—. Bueno, yo tampoco sé mucho de eso, a mí me gustaba Sakura-chan, pero Sasuke me la quitó.
—Deja eso, retrasado —le dijo Sasuke—. Y bueno, para responder a tu pregunta… —esta vez, se dirigió a Gaara—. Primero, no pidas consejos de este idiota, Naruto es virgen, él no entiende nada del amor. Segundo, sólo puedo decirte que cuando sucede, simplemente lo sabes.
—¡Sasuke, idiota! —Naruto pegó el grito, dándole un golpe a la mesa con las dos manos.
—¿Qué? ¿Quieres pelea? —el Uchiha no tardó en responder.
—Ya verás…
Ambos se observaban con enfado; de pronto, Gaara sintió como si un relámpago brotara entre ellos, algo muy gracioso, pensó, así que no pudo evitar reírse. Ambos chicos le voltearon a ver.
—Ustedes dos son muy graciosos —fue todo lo que dijo, antes de darse cuenta de que, después de muchísimo tiempo, se estaba riendo con normalidad, como todo el mundo.
¿Quizá estaba obteniendo nuevos amigos?
Por otro lado, en la mesa de las chicas, Sakura se comía un pan de melón, dándole mordiscos discretos mientras observaba a Sasuke de reojo. Fue Hinata quién se atrevió finalmente a preguntar qué sucedía, ya que Matsuri (para variar) se encontraba en las nubes.
—¿Sucede algo, Sakura-chan? —le preguntó la de ojos perla, a lo cual, la peli rosa negó rápidamente con la cabeza.
—No es nada —le respondió, aunque tenía el ceño fruncido y se notaba que estaba bastante molesta.
Ino, quién acababa de llegar con su bandeja del almuerzo, se sentó frente a Sakura mientras se reía.
—Uy, frentezota, esa cara dice todo lo contrario —habló, metiéndose rápidamente a la conversación—. ¿Qué te sucede? ¿Discutiste con Sasuke-kun?
A Sakura le saltó una venita en la frente, odiaba cuando Ino llamaba "Sasuke-kun" a su novio. Dejó de lado su rabia un segundo, recordando que, probablemente, Sasuke ya ni siquiera era su novio. En ese momento su expresión cambió, poniéndose triste.
—Sasuke-kun es un idiota —dijo al fin—. Esta mañana yo lo vi con otra chica…
—¡¿Qué?! —gritaron las tres chicas presentes además de Sakura, incluso Matsuri ahora parecía atenta.
—¿Cómo que lo viste con otra chica? —cuestionó la castaña.
—¿Sasuke-kun te fue infiel? —esta vez fue Ino—. No puedo creerlo.
Sakura soltó un hondo suspiro, antes de explicar brevemente lo que había visto durante la mañana. La verdad era que ya ni siquiera tenía ganas de realizar su fiesta de cumpleaños, estaba pensando en cancelarla, pero obviamente, Ino no se lo permitió, ya tenían todo listo.
Mientras la rubia regañaba a la de pelo rosa y le intentaba explicar que quizá lo que vio había sido un mal entendido, Matsuri no pudo evitar fijar su mirada en Gaara, el cual se encontraba en la otra mesa, sentado junto a Naruto y Sasuke. Cuando lo vio sonreír, no supo por qué, pero sus mejillas se pusieron rojas. ¿Por qué Gaara se veía tan guapo cuando sonreía?
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El hombre de cabello negro azabache y ojos oscuros como la noche caminaba por uno de los pasillos desiertos de la escuela. Ya todos se habían ido, incluso los demás profesores. Estaba molesto, furioso, no sabía muy bien cómo explicar lo que estaba sintiendo.
Se detuvo cuando una persona se paró frente a él, mirándole con el ceño fruncido. Él la había estado evitando durante todo el día, por lo cual, obviamente estaba muy enojada.
—¿Ya me vas a dejar explicarte? —le preguntó Temari al profesor, el cual, indiferente, sólo intentó pasarla de largo, pero no pudo hacerlo, pues fue frenado por el brazo de la menor, quién le había cogido firmemente por la muñeca.
—Temari, esto es contraproducente —dijo Itachi, pero ella sólo rio.
—No decías eso antes —la rubia rápidamente le abrazó por la espalda, para impedir con mayor ahínco que éste se fuera a retirar, al menos no sin haberla escuchado primero.
Itachi cerró los ojos y soltó un suspiro, aquello se estaba volviendo más complicado de lo que pensó al principio. Le gustaba su alumna, sabía que eso estaba mal, pero ella ya tenía un novio de su edad, era mejor así, aunque le diera cierta sensación de desazón.
—Tú ya has encontrado a un muchacho de tu edad, es algo normal, no tienes que explicarme nada, es lo mejor —él no se alejó de ella, a pesar de que dijo esas palabras.
—No, no —ella rápidamente le corrigió—. Él no es mi novio, ese maldito idiota me está chantajeando —le aclaró, a lo cual, Itachi se volteó, soltándose de su agarre—. Él nos descubrió y me hizo esto a cambio de no decir nada, pero… tengo miedo…
—Oh, Temari... —el Uchiha le miró sorprendido, no esperaba algo así. Sin duda, era una situación grave, aquel chiquillo podía perfectamente echarlos de cabeza tanto a él, como a Temari, hacer que le despidieran y a ella la expulsaran, ¿por qué razón le habría extorsionado de aquella forma? Era algo muy extraño, ¿quizá sólo porque le gustaba la rubia? No es que le pareciera algo raro, Temari era una chica hermosa, pero había algo sumamente sospechoso en todo aquello.
—No sé qué hacer, no quiero que nos delate… —ella le volvió a abrazar, esta vez de frente, esperando conseguir un poco de consuelo entre los brazos del Uchiha.
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Tenten se encontraba en el parque, ya se había cambiado el uniforme de la escuela, había llevado una muda de ropa, pues no le daba tiempo de regresar a su casa a cambiarse, pues vivía bastante lejos. Estaba muy emocionada por salir con Neji, pero después de un rato la emoción se había ido; había pasado media hora desde que él ya debería estar ahí y ni siquiera le había llamado, así que ahora mismo se sentía decepcionada y triste. Realmente creyó que esta vez sería diferente, que Neji llegaría, pero no, no aparecía.
Estaba haciendo lo posible por no llorar, de verdad odiaba ser una chiquilla sentimental y chillona, pero incluso ella tenía esos sentimientos, esas ganas de querer compartir el tiempo con la persona que amaba y la frustración de no poder hacerlo, así que no pudo evitar dejar que una lágrima recorriera su mejilla, deslizándose hasta su barbilla para luego perderse.
Decidió que lo mejor sería ir a casa, así que comenzó a dar cortos pasos desganada, mirando al suelo. Entonces chocó su frente contra el torso de alguien.
—¿A dónde vas? —la voz de Neji le hizo levantar la mirada rápidamente—. ¿Por qué llorabas? —el chico de ojos perlados frunció el ceño al darse cuenta de que su novia tenía los ojos húmedos y claramente se veía una ligera marca de lágrima sobre su rostro.
—N-Neji…
El recién nombrado tan sólo suspiró, jalando a la más baja por la muñeca, para rodearla con sus brazos.
—Siento llegar tarde, no llores por favor —le susurró, abrazándola.
Tenten tan sólo asintió, tenía muchas ganas de llorar, pero estaba feliz porque Neji esta vez sí había llegado.
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Gaara se encontraba en su habitación, realizando un poco de tarea. Realmente no le gustaba hacerlas, en sus anteriores escuelas solía saltarse todo eso y le daba igual tener malas calificaciones, siempre buscaba que lo expulsaran, metiéndose en problemas. Pero por alguna razón, esta vez era diferente. En realidad, él tenía muy claro cuál era el motivo de su permanencia en esa escuela; la torpe vecina que no dejaba de hacerlo sentir tan feliz siempre que la veía.
—Permiso, cariño —escuchó la voz de su madre, seguido de unos golpecitos a su puerta. Ella no esperó una respuesta antes de entrar, tan sólo abrió, acercándose a su hijo, el cual se encontraba sentado en el escritorio con sus libros y cuadernos—. Te traje algo de comer, pequeño.
Ella dejó sobre el escritorio una pequeña bandeja con unos cuantos bollos y un poco de té, a lo cual su hijo tan sólo asintió con la cabeza.
—Gracias —le respondió, cogiendo uno de los bollos para llevárselo a la boca y darle un mordisco.
—¿Y cómo vas con la pequeña Matsuri?
Ante la pregunta de su madre, Gaara se atragantó escandalosamente. Comenzó a darse golpes en el pecho, mientras Karura sólo se reía, ¿acaso su hijo podía ser más obvio? El pelirrojo bebió un poco de té y, finalmente, logró pasar el trozo de comida, mirando a su madre con sorpresa. Ésta simplemente dejó salir una pequeña carcajada.
—Gaara, cariño, no fue difícil darme cuenta —le aclaró, antes de ser interrogada—. Es ella, ¿no? —pudo observar como el rostro del menor de sus hijos comenzaba a tornarse de color rojizo, era muy leve, pero se notaba sobre su piel de porcelana—. No debes avergonzarte, no tiene nada de malo que te guste alguien, ¿sabes?
—Mamá, esto es vergonzoso —el chico frunció el ceño un poco—. Yo sé que no es algo malo, pero… bueno, igual sólo somos amigos, no es para tanto —desvió la mirada.
—Oh, ¿no se lo has dicho? —Karura se acercó nuevamente a Gaara, tomándole de la mano—. Está bien si decides no decirlo por el momento, hijo, pero no debes quedarte callado para siempre, no sabrás si eres correspondido a menos que lo intentes.
Después de sus palabras, Karura decidió abandonar la habitación de Gaara, para dejarle hacer sus tareas en paz y que también pensara sobre sus problemas. Lo cierto era que se sentía emocionada por Gaara, esta era la primera vez que su hijo sentía algo por una chica, él ya se encontraba en esa edad, ya había dejado de ser un niño; pero más que eso, comenzaba a llevarse bien con las demás personas. Había oído de Temari y de Kankuro que él se había inscrito en el club de baloncesto, incluso que ya se llevaba con algunos de sus compañeros de clases. Eso, sin duda, significaba que su pequeño estaba mejorando.
—Oh, mi querido Gaara, me alegra tanto que estés bien —pensó, sonriente.
Por su parte, Gaara tan sólo se cruzó de brazos, cerrando los ojos mientras intentaba pensar en las palabras de su madre. ¿Le diría a Matsuri que ella le gustaba? La verdad era que no se sentía para nada seguro, no sabía si era una buena idea, pero tampoco le parecía buena idea sólo callarse y esperar a que otro tipo se le acercara a su castaña.
Un momento, ¿acaso había pensado en Matsuri como algo de su propiedad?
—En definitiva, estoy jodido… —murmuró. Se revolvió la rojiza cabellera con las dos manos, antes de ponerse de pie y dirigirse a la ventana de su habitación, más específicamente, al balcón. Se sorprendió un poco al ver a Matsuri afuera, mirando las estrellas con mucha concentración—. ¿Qué haces? —le preguntó, llamándole la atención y provocando que ella diera un salto, sorprendida por oírle tan de repente.
—Gaara-kun… —murmuró la chica—. Sólo miraba al cielo, la noche está linda —ella le respondió—. ¿Y tú qué haces afuera?
—Tenía calor —mintió.
Matsuri le sonrió dulcemente, provocándole todo tipo de sensaciones en el interior. Esa chica era algo contra lo que él no podía, aunque quisiera.
—¿Irás a la fiesta de cumpleaños de Sakura-chan?
El pelirrojo frunció ligeramente el ceño.
—No he sido invitado, así que no.
Observó divertido como Matsuri inflaba las mejillas como un globito, era verdaderamente adorable, tan linda, ¿cómo es que un chico como él podía optar a semejante criatura? No era más que un inadaptado que ni siquiera podía recordar su propia vida.
—Pues yo te invito, Gaara-kun, anda, vamos, también pueden ir Temari-san y Kankuro-san, ¿sí? Vamos, vamos —le insistía ella de manera infantil. A Gaara no le quedó más remedio que rendirse ante tanta insistencia.
—Bien, bien, llorona —sólo sonrió al ver como la castaña le sacaba la lengua y luego se regresaba a su habitación.
Gaara se quedó un rato más ahí, sintiendo la suave brisa nocturna acariciar su piel, hasta que se cansó y decidió entrar a su cuarto.
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En un abrir y cerrar de ojos, el día Sábado había llegado, y con él, la fiesta de cumpleaños de Sakura. La Haruno estaba cumpliendo 17 años y había organizado una fiesta realmente llamativa aquella vez. Sus padres no estaban en casa, así que tuvo toda la libertad de hacer parecer su casa una discoteca (obvio, idea de Ino) y llenarla de alcohol hasta en los floreros. Todos sus invitados se encontraban bailando animadamente, aunque a la mayoría no los había visto ni por si acaso. Muchos de ellos habían llegado invitados por otros amigos suyos, algunos eran conocidos de Ino, de Sari, incluso había gente que invitó Naruto.
A Sakura no le molestaba el mar de gente, al contrario, le hacía sentir popular, querida, se sentía alegre con toda esa gente reunida para celebrarla, aunque fuera por una vez.
—Sakura —la voz de Sasuke la sacó de su ensoñación, pues se encontraba sumergida en el ambiente fiestero. No había hablado con Sasuke desde lo sucedido ese día, no se atrevía a dirigirle la palabra, no quería que él le explicara nada, pues tenía miedo de descubrir que él le engañaba con otra chica.
—Sasuke-kun… —la peli rosa bajó la mirada. Sasuke aprovechó para darle un vistazo.
Sakura llevaba puesto un vestido de color rosa oscuro, de un tono más brillante que su cabello. Era corto, con una caída en A, muy bonita. Su cabello corto iba suelto, pero una cinta roja pasaba por sobre su cabeza, evitando que su rosada cabellera se esparciera hacia los lados. Realmente se veía hermosa, el Uchiha no podía evitar querer abrazarla y besarla, por muy enojada que ella estuviera con él.
—Quiero que conozcas a alguien, Sakura —él volvió a hablar, aunque debía mantener un tono de voz ligeramente alto, debido al volumen de la música. Desde atrás de él, se asomó la chica con el cabello rojo y que usaba anteojos. Sakura se sorprendió, sin saber qué decir—. Ella es Karin, Karin Uzumaki.
—¿Uzumaki?
La pelirroja le extendió su mano a Sakura, no parecía una mala persona, aunque tenía una mirada un tanto altanera.
—Así que eres la novia de Sasuke, mucho gusto, soy Karin Uzumaki, soy la prima de Naruto, lo conoces, ¿no?
Los ojos de Sakura se abrieron ligeramente por la sorpresa. ¿Esa chica era la prima de Naruto? Pero cómo, no se parecían en nada, además, eso no justificaba que ella hubiera abrazado a Sasuke, aunque fuera la hermana del presidente.
—Bueno, yo los dejo conversar, iré a buscar a mi primo —Karin se alejó antes de que Sakura pudiera decir cualquier cosa, parecía que todavía estaba algo asombrada.
—Naruto me pidió que ayudara a Karin con su mudanza, ella viene de otra ciudad y sus padres no vienen con ella, como él no pudo, yo lo reemplacé por esos días, pero la verdad es que Karin es un poco efusiva y creo que le gusto, aun así, no tengo nada con ella.
Mientras Sasuke intentaba explicarse, la Haruno sólo escuchaba, sin decir o hacer nada, hasta que éste terminó de hablar.
—Sasuke-kun… —ella finalmente le miró—. ¿Ella no te gusta ni siquiera un poco? Es una chica bonita, ¿sabes? Probablemente yo no pueda competir contra ella, así que…
—¿Qué tonterías dices? —Sasuke la interrumpió, con el ceño fruncido—. Yo debería estar molesto contigo por ignorarme, ¿sabes? No me gusta Karin y nunca va a gustarme otra que no seas tú, tonta.
La chica no dudó en abrazarlo fuertemente al escuchar esas palabras, casi llorando. Amaba tanto a Sasuke, desde que era una niña había caído en los encantos de aquel chico y, sin más, se había enamorado perdidamente. No soportaba estar enojada con él, no hablarle, no poder abrazarlo, era un tormento tan grande, que no podía sino creerle y arreglar las cosas con él, porque lo necesitaba a su lado. El azabache, por supuesto, correspondió a su abrazo. En ese momento, la pregunta que Gaara le había hecho el otro día se le vino a la cabeza, ¿cómo podía saber que esa chica era la correcta? Pues simplemente lo sentía al tenerla entre sus brazos; estaba seguro de ello.
—Te amo… —Sasuke le murmuró al oído. Ella pensó que estaba alucinando, pero sólo sonrió, emocionada.
—Yo también te amo —le respondió.
En otro lugar de la fiesta, Gaara se encontraba sentado en un sofá, totalmente solo, observando en todas direcciones, hasta que Matsuri se sentó a su lado, entregándole un vaso con líquido de color anaranjado dentro.
—¿Sólo refresco, en serio? —el pelirrojo frunció el ceño, a lo que ella sonrió de forma risueña.
—No deberías beber, Gaara-kun, podría hacerte mal —le respondió la castaña, sentándose a su lado. Gaara bufó, dándole un sorbo a su refresco de naranja; no estaba mal, aunque él prefería algo de alcohol en una fiesta—. ¿Por qué esa cara? No seas amargado, anda.
—Eres muy mañosa —le dijo el chico, tomándose todo el refresco de un solo trago—. Iré por algo de cerveza, mínimo —Gaara se puso de pie para caminar hacia la barra de bebidas que había en la sala, pero se detuvo de golpe al sentir una ligera punzada en su cabeza. Se llevó una mano a la sien derecha, cerrando sus ojos. En ese momento, un par de imágenes cruzaron su mente; una niña sonriendo, llamándolo.
Al ver que Gaara se sostenía la cabeza, Matsuri se alarmó. Se puso de pie, asustada, acompañándolo al patio, donde la música no se oyera tan fuerte, para que así, él pudiera despejarse.
—¿Estás bien, Gaara-kun? —le preguntó, una vez que llegaron a una banca que había en el jardín de la casa de Sakura. La verdad es que el hogar de la peli rosa era relativamente grande, no era una mansión de lujo ni mucho menos, pero tampoco era una casa común y corriente, se notaba que sus padres ganaban bien. Matsuri, con cuidado, ayudó a Gaara a sentarse, agachándose frente a él para comprobar su estado.
El dolor de cabeza de Gaara desapareció en un par de segundos, en donde todas las imágenes volvieron a desvanecerse.
—No es nada… estoy bien —él rápidamente intentó negar lo que había pasado, no quería parecer un pobre tonto delante de Matsuri, le molestaba verla preocupada por él.
—Claro que no, no me mientas —la chica llevó una de sus manos a la frente del muchacho, el cual se sorprendió un poco, abriendo ligeramente sus cuencas oculares más de lo normal—. Qué bueno, no tienes fiebre —dijo, soltando un suspiro—. ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Te dolía la cabeza? Quizá es mejor que nos vayamos.
El pelirrojo apartó la mano de Matsuri de su frente de forma delicada, no quería lastimarla.
—Realmente no tengo nada… tan sólo… recordé algunas cosas…
—¿Eh?
Matsuri le miró sin comprender, aunque al cabo de unos segundos, parecía que se le había encendido la ampolleta. Era verdad, la enfermedad de Gaara, aquella que le impedía recordarla, la cual había hecho que él la olvidara, debido a ese accidente. Ella lo sabía, sí, pero él no podía enterarse de eso, así que decidió hacerse la desentendida.
—¿A qué te refieres, Gaara-kun?
—Verás… —Gaara suspiró. Había estado pensando y, si quería que algún día Matsuri lo mirara como algo más que un amigo, tenía que ser sincero con ella y contarle cuál era su mayor aflicción—. Cuando era más pequeño, mi familia y yo sufrimos un accidente. Perdí la memoria en aquel momento, no recuerdo absolutamente nada antes del día en que me desperté en el hospital.
Ella tan sólo le observaba sin saber qué decir. Podía imaginar lo horrible y tortuoso que tuvo que haber sido todo eso para Gaara. Nunca creyó que él le tendría la confianza como para contárselo, se sentía agradecida por ello, era un gesto muy dulce de parte del pelirrojo.
—Lo lamento mucho, Gaara-kun, debió ser terrible para ti —le comentó, sentándose a un lado de él para poder abrazarlo. Gaara se quedó inmóvil, no correspondió, pero tampoco negó el gesto de Matsuri.
—Hasta hace muy poco, no lograba recordar nada, tan sólo sabía que en el pasado tuve una amiga muy importante cuando vivía aquí en Tokyo —la sangre de Matsuri pareció congelarse en ese momento, ¿Gaara estaba hablando de ella? Oh—. La verdad es que siento que esa persona me necesita, pero no puedo recordarla por más que intento. Sólo que a veces, pequeñas imágenes me vienen a la mente, he tratado de que esas cosas no se me vuelvan a olvidar.
—Gaara-kun… —la castaña lo llamó, provocando que él la mirara, ella le sonrió nuevamente. Gaara no podía evitar caer como un bobo ante aquella luminosa sonrisa que Matsuri tenía—. Tal vez… no te sirva de mucho, pero sabes que tienes mi apoyo, ¿sí? Yo voy a ayudarte en lo que sea para que puedas recordar, soy tu amiga y siempre voy a estar para ti.
Esta vez fue Gaara quién la abrazó a ella, a lo cual, el corazón de Matsuri dio un vuelvo enorme dentro de su pecho. Él quería recordarla, era increíble que, aunque la hubiese olvidado debido a ese accidente y la enfermedad que éste le provocó, todavía le importara la promesa que habían hecho de niños. Ese era Gaara, su querido Gaara.
Sari, quien observaba de lejos la escena, estaba furiosa, apretando sus puños con ira, mientras observaba cómo la mosca muerta de su amiga se "liaba" con el chico con el cual dijo que le ayudaría. Estaba a punto de ir hacia ellos y armar el escándalo de su vida, pero un fuerte agarre en su brazo le impidió moverse de su lugar.
—¿A dónde crees que vas? —la cuestionó Kankuro, quién había sido testigo de las intenciones para nada buenas de aquella castaña.
Sari observó al mayor con enojo.
—¿Qué rayos quieres tú? Suéltame —la chica intentaba zafarse, pero él tenía demasiada fuerza.
—Tú no vas a ir a molestarlos, ¿me oyes? —sin más, Kankuro cogió a la menor tal cual un saco de patatas y, mientras ésta gritaba y pataleaba, se la llevó de ahí.
Para su suerte, ni Gaara ni Matsuri habían notado el escándalo.
Continuara…
