Kankuro, quién había alejado a Sari de donde se encontraban Gaara y Matsuri, había llevado a la chica hasta una de las habitaciones de la casa, en el segundo piso. Le cubrió la boca con una de sus manos para que ésta dejara de gritar y, una vez dentro del cuarto, la soltó sobre la cama como quién suelta un costal.
—¡Imbécil! —exclamó la castaña, sentada en medio de la cama con el ceño fruncido—. ¡¿Qué rayos te pasa?! —volvió a gritar, al observar como el mayor le ponía el seguro a la puerta.
—Cállate, eres demasiado ruidosa —dijo Kankuro, sonriendo divertido al ver la expresión furiosa de esa chica, manteniendo su posición junto a la puerta, mientras ella seguía sentada en la cama, prácticamente arrodillada, donde él la había arrojado.
—¿Para qué me trajiste? ¿Acaso piensas abusar de mí? —la chica se levantó de la cama y se bajó un poco la corta falda que llevaba puesta. De pronto, una divertida idea de cruzó por la mente del Sabaku No del medio, quién sin pensarlo dos veces, volvió a arrojar a la contraria contra la cama, esta vez, acorralándola con su propio cuerpo.
—Vaya, pero ¿cómo has adivinado mis intenciones? —le preguntó, riendo internamente al notar la cara de susto que ponía Sari, le causaba mucha risa verla de esa manera, cuando siempre parecía que planeaba hacer cosas malas.
Realmente le molestaba que siempre estuviera alrededor de su hermano menor, porque lo que Gaara necesitaba no era una fan loca que se entrometiera en su vida, sino una persona que lo amara y lo ayudara a superar sus traumas, esa chica no era buena para Gaara y era por eso que Kankuro la alejaba de él cada vez que podía. A diferencia de su hermanito, él tenía mucha experiencia con gente de ese tipo.
—¿Q-qué? —Sari apoyó sus dos manos contra el pecho de Kankuro, intentando apartarlo, en ese momento notó lo duro que estaba, parecía que ese tipo sí tenía buena forma física. Al pensar en ello, se sonrojó como un tomate, podía sentir como si su rostro estuviera ardiendo por la vergüenza.
El castaño se acercó un poco más, casi respirándole sobre el cuello, dentro de su oído.
—Aunque si tú te dejas, ya no será abuso —le susurró.
El cuerpo entero de Sari se paralizó, apartando a Kankuro de un empujón, pero éste apenas se movió con la poca fuerza que ella tenía. Pudo ver lo roja que estaba y no se aguantó la risa, reventando en carcajadas mientras se alejaba de ella y se sentaba en la cama.
—Cielos, debiste ver tu cara, sólo bromeaba —decía entre risas, logrando que Sari volviera a ponerse roja, pero esta vez, por la vergüenza.
—¡Eres un imbécil! —ella le gritó, bajándose de la cama para correr hacia la puerta, quitarle el seguro y salir de ahí como alma que lleva el diablo.
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Matsuri y Gaara habían regresado a la fiesta después de conversar un rato sobre todo aquello del accidente. Ella había estado tentada a decirle que lo conocía de antes, que solían ser amigos, que ella era esa amiga de la infancia que él intentaba recordar, pero no se atrevió a hacerlo, tuvo miedo, no sabía cómo él podía reaccionar.
—Gaara-kun —la chica lo llamó, mientras ambos volvían a internarse en medio de la multitud de gente desconocida—. ¿Ya no te duele la cabeza?
Gaara asintió ligeramente.
—Ya no, estoy bien, los dolores sólo son temporales —aseguró, sonriendo de manera casi imperceptible, así podía tranquilizarla.
—¡Querida prima! —ambos voltearon al oír el grito casi estridente de Ino, la cual había aparecido de la nada, pues en toda la noche no la habían visto. Lo cierto era que Ino no era tan impulsiva como Sari y se había estado tomando su tiempo para presentarse frente a esos dos—. Qué bueno que te veo, estaba buscándote para presentarte a un amigo —tomó a Matsuri de la mano y la jaló lejos de Gaara, el cual sólo frunció el ceño.
Para él era incómodo el estar rodeado de gente que no sabía quiénes eran, sin Matsuri, ya no tenía con quién hablar y aquello le ponía de mal humor.
—¿Quieres? —escuchó la voz de Naruto, quién le ofrecía un trago, el rubio traía otro trago en su mano izquierda, del cual parecía estar bebiendo. Gaara aceptó el ofrecimiento en silencio—. ¿Qué haces aquí tan solo? Te ves aburrido, se supone que una fiesta es para pasarlo bien.
—Las fiestas no son lo mío —confesó—. Vine porque Matsuri nos invitó a mis hermanos y a mí, pero no sé, no me gustan mucho estas cosas.
—¿Matsuri-chan? —el rubio bebió un poco de su vaso, era cerveza—. ¿Ella es la chica que te gusta?
Gaara, que estaba bebiendo de su cerveza, se atragantó y comenzó a toser cuando Naruto le dijo aquellas palabras, lo que provocó que el Uzumaki se carcajeara.
—¿Es tan obvio? A estas alturas asumiré que todos lo saben, menos ella —a pesar de que admitirlo le hacía sentir avergonzado, no ganaría mucho con negar lo que sentía; además, parecía que Naruto era bastante rápido captando esas cosas.
—No, no, creo que, si no lo hubieses comentado antes, no me habría dado cuenta —el chico se rascó la nuca, aún con su sonrisa—. A mí me gustaba muchísimo Sakura-chan, ¿sabes? Desde que era pequeño yo siempre la miraba, me gustaba porque es inteligente y bonita, aunque tiene un carácter un poco fuerte, eso también me gustaba de ella.
—¿Cómo superaste que sea la novia de tu mejor amigo?
El rubio soltó un suspiro.
—Supongo que sólo lo acepté.
Matsuri se encontraba hablando con un par de chicos que Ino le había presentado, la rubia no era nada tonta y había buscado la manera perfecta de mantenerla lejos de Gaara, al menos por esa noche. Apenas vio que su prima se entretenía un poco, se alejó, para ir en busca del pelirrojo, al cual vio hablando con Naruto.
—Gaara, ¿bailas? —preguntó, acercándose a él para tomarlo de la mano. El pelirrojo no se mostró muy cooperativo, lo cierto era que no le agradaba Ino ni la actitud que ella tenía, como si fuera su dueña.
—Bueno, los dejo, diviértanse —Naruto se alejó sin que le dijeran nada, pensaba ir por otro trago y ver si encontraba con quién bailar.
—No me gusta bailar —Gaara le respondió, con el ceño fruncido.
—No seas aburrido, anda, sólo es un baile, juro que te dejaré después de eso.
—¿Y Matsuri? —él no se hizo esperar para interrogarla sobre el paradero de la castaña, a lo cual, Ino le señaló con su índice.
—Ahí, rodeada de chicos —le respondió.
El pelirrojo frunció el ceño nuevamente. No le gustaba ver a Matsuri así, con tantos tipos a su alrededor, pero parecía tan divertida con ellos, era cosa de ver cómo se reía.
—Bailemos una sola canción —dijo Gaara, un poco cabreado por lo que veía.
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Tenten se había separado de su novio Neji porque éste de pronto había dicho que quería ir al baño. Había pasado como media hora desde eso y ella se estaba empezando a preocupar, así que comenzó a buscarlo por los alrededores. Primero había ido al baño, claro, pero ahí no estaba. Acabó revisando casi toda la casa, hasta que, finalmente, fue a buscarlo al patio. Sonrió al verlo cerca de la fuente, mientras hablaba por teléfono.
Se acercó a él para abrazarlo, pero antes de llegar, escuchó algo que la desconcertó.
—Estoy cansado de mentirle a Tenten —dijo al teléfono. La chica estaba sorprendida, así que se escondió detrás de un arbusto para poder oír más, pues no entendía a qué se refería Neji con eso de mentirle—. Sí, ya lo sé, pero me molesta todo esto, pensar que empecé a salir con ella porque perdí una apuesta —él se detuvo un momento, mientras los ojos de la castaña se abrían con la sorpresa—. Era algo que iba a durar poco y ya van dos años de mentiras, no sé cómo solucionarlo…
Tenten pudo sentir cómo algunas lágrimas rodaban por sus mejillas, no sabía qué hacer, no se podía mover, estaba paralizada. Neji habló un poco más, se despidió de quién sea que fuese esa persona y regresó a la fiesta. Cuando él por fin se había ido, ella sólo se quedó ahí, detrás del arbusto, mientras se cubría el rostro con ambas manos, llorando.
—Maldición, ¿a dónde se fue esa loca? —se preguntaba Kankuro, caminando por el jardín, pues unos chicos le habían dicho que hace un momento habían visto a una chica castaña ir hacia allá. No quería que Sari volviera a molestar a su hermano, pensaba mantenerla a raya toda la noche si era necesario. Cuando se acercó a unos arbustos, pudo escuchar a la perfección un sonido que le llamó la atención, se trataba de un sollozo, alguien lloraba.
Con cuidado, apartó las ramas y hojas, descubriendo a una chica que estaba sentada en posición fetal, escondiéndose el rostro entre sus rodillas, mientras lloraba con mucha amargura.
—¿Estás bien? ¿Sucede algo malo? —le preguntó. Apenas y pudo respirar cuando ella alzó el rostro para verlo, todavía llorando.
Era muy bonita.
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Naruto estaba sentado en la gran escalera de la sala de la casa de Sakura, observando como ésta y Sasuke se portaban melosos en medio de la pista. Se bebió su quinto vaso de cerveza, molesto. La verdad era que todavía le gustaba mucho Sakura, la quería, siempre lo había hecho y no dejaba de odiar un poco a Sasuke por ser quién estaba con ella.
—Tsk, presumido —murmuró al ver como el azabache le daba un beso a su chica en los labios. Quizá era que había bebido bastante, pero eso le hizo enojar mucho, así que desvió la mirada.
—Naruto-kun —una dulce voz lo distrajo de su amargura. Cuando miró hacia su costado derecho, Hinata se había sentado a su lado. Se veía demasiado hermosa con ese vestido blanco y el cabello suelto, Hinata era muy bonita—. ¿Qué haces aquí solo?
No sabía de dónde había sacado el valor para ir a hablarle a Naruto, pero en el momento en que le vio solo y con aquella expresión de tristeza en el rostro, Hinata no pudo evitarlo y se acercó a él. Hasta hace poco, ella le había confesado sobre su gusto por el baile, él había sido muy dulce y comprensivo con ella y la ojiperla, de algún modo, también quería hacer lo mismo por ese chico que tanto le gustaba.
—Hinata, hola —le saludó el rubio, sonriendo alegremente al verla, puesto que cada vez que Hinata hablaba con él, se sentía animado—. Nada, yo sólo me aburro aquí, ya sabes.
La chica hizo un pequeño puchero al oír esa respuesta, no le gustaba que el rubio estuviera aburrido y, sobre todo, que estuviera solo. Naruto era una persona que merecía estar siempre rodeado de amistades.
—Qué bonita te ves haciendo eso —dijo de pronto, observando cómo el rostro de la ojiperla se ponía rojo hasta las orejas debido a sus palabras—. Eh, yo quise decir… L-lo siento, Hinata. ¿No quieres bailar? —desvió la mirada, también sonrojado.
—Claro, Naruto-kun —a pesar de que ella había aceptado, no era capaz de verlo a los ojos.
Ambos se pusieron de pie y fueron hacia la pista de baile.
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Temari se encontraba furiosa mientras se bebía una botella de cerveza ella sola, estaba observando a Shikamaru, quién hablaba con cierta pereza con uno de sus amigos que no paraba de comer patatas fritas. Luego de unos minutos, el pelinegro se le acercó, poniéndose de pie frente a ella.
—¿Cuánto más puedes beber, mujer? —le preguntó, frunciendo el ceño.
La chica frunció el ceño también, observándole con la botella en la mano y acercándola a sus labios.
—¿A ti qué? —le respondió—. Lárgate de mí vista, me pone de malas verte. Además, ¿no deberías estar durmiendo?
Shikamaru dejó escapar una pequeña risilla divertida al oírla.
—¿Estás ebria, Temari?
La rubia chasqueo la lengua, ultimadamente, ¿a él qué le importaba si ella estaba ebria o no? Ese estúpido no hacía más que incordiarla con su presencia, con todo su ser, desde que lo había conocido. Aún no podía entender cómo es que se había atrevido a amenazarla con algo tan bajo como lo era su relación con el profesor.
—Te odio —respondió la chica, pero él seguía riéndose, era obvio que le resultaba gracioso el burlarse de ella.
—No vengas a mí cuando estés cayéndote de borracha —le dijo entonces, dándole la espalda para irse, pero Temari lo ignoró y sólo siguió bebiendo.
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—Ten —dijo Kankuro, entregándole un pañuelo a aquella muchacha que había encontrado llorando. No sabía qué más hacer, odiaba ver a las chicas llorar, sobre todo si se trataba de alguien linda como ella.
Ambos estaban sentados en la misma banca en donde antes habían estado Gaara y Matsuri. Ella recibió el pañuelo y se limpió las lágrimas.
—Gracias…
—No quiero ser imprudente, pero ¿por qué llorabas? —le preguntó el muchacho, notando como ella se volvía a poner triste y bajaba la mirada. Aquello le hizo sentir nervioso, no sabía muy bien cómo actuar—. N-no tienes que decirme, olvídalo.
Tenten suspiró.
—Fue algo relacionado con mi novio… —le dijo entonces, captando la atención del Sabaku No.
—Oh, ya veo… —él no sabía qué decir, no era bueno con los temas amorosos, no lo había sido nunca, estaba seguro de que la única persona más torpe que él en asuntos románticos era su hermano menor, aunque aquello estaba en discusión, pues ahora Gaara había admitido que le gustaba una chica (la cual todos sabían que era Matsuri).
Tenten, quién se había quedado en silencio, nuevamente rompió a llorar, cubriéndose el rostro con ambas manos. Kankuro se puso nervioso otra vez, no sabía qué hacer, así que optó por abrazarla, en un intento por hacerla sentir un poco mejor. No es que fuera por ahí abrazando chicas que apenas acababa de conocer, pero tampoco se le ocurría otra forma de reconfortarla.
—Por favor, no llores… —le dijo el castaño, mientras que ella sólo se dejaba abrazar.
En ese momento, ninguno de los dos se percató de que cierto chico de cabellera larga se les acercaba. Neji, quién siempre parecía tener una expresión serena en su rostro, en ese momento estaba furioso. ¿Qué carajo hacía el tipo ese abrazando a su novia?
—¡Tenten! —exclamó.
La chica se separó de inmediato de aquel extraño que la había ayudado, observando a su novio con los ojos rojos de tanto llorar y las mejillas marcadas por sus lágrimas. El Hyûga frunció el ceño y arrugó la nariz.
—¿Por qué lloras? ¿Qué te hizo este imbécil? —exigió saber. Kankuro se puso de pie, furioso por haber sido insultado.
—¡El único imbécil aquí eres tú! —le gritó el castaño, apuntándole con un dedo, pero Neji lo ignoró, pasó de él como si fuera una pared, lo que molestó aún más al chico.
—No es nada, me voy a casa —dijo Tenten, poniéndose de pie. Se volteó hacia Kankuro y le hizo una muy ligera reverencia a modo de agradecimiento—. Te agradezco por tu ayuda —dijo antes de irse, pasando al lado de Neji como si fuera cualquier persona, cosa que sorprendió mucho al Hyûga.
Neji volvió a mirar a Kankuro con el ceño fruncido antes de seguir a Tenten.
—Tsk, no pude ni preguntar su nombre —murmuró el chico castaño, pues aunque el novio de ella lo había gritado, en ese momento no estaba prestando atención.
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Después de que un montón de chicos le estuvieran hablando, Matsuri se puso a buscar a Gaara con la mirada, cuando al fin había logrado deshacerse de ellos, pues no la dejaban ir a ninguna parte. Mientras caminaba entre las personas de la fiesta que se divertían bailando, pudo ver la rojiza cabellera del chico un poco más adelante, entre un par de chicos que le tapaban la visión. Se acercó cuánto pudo, sorprendiéndose al ver que su prima Ino estaba besando a Gaara y éste no hacía nada por alejarla.
No sabía por qué, pero aquella imagen le había dolido mucho, tanto, que hasta tuvo ganas de llorar. No hizo más que alejarse corriendo, no quería interrumpir aquel momento.
—¿Qué te pasa? —cuestionó Gaara, alejando a la rubia de él, había sido tomado por sorpresa con un beso y realmente le molestaba, ¿cómo podía ser tan atrevida esa chica? Obviamente él no quería besarla, la única a la que él quería besar era a cierta castaña.
—¿No te gustó mi beso? —le preguntó Ino, sonriendo juguetonamente, pero pudo notar la mirada de furia del más alto.
Gaara no le dijo nada, simplemente se dio la media vuelta y se marchó, tenía que buscar a Matsuri. No debería haberle dado ni siquiera un baile a aquella mujer.
Matsuri, por su parte, había corrido hacia afuera de la fiesta, quería irse a casa, ya no se sentía con ánimos de estar en ese lugar, así que pidió un taxi apenas estuvo pudo. Se montó en el auto y le indicó la dirección al conductor.
—¿Qué me pasa? —se preguntó mentalmente, mientras miraba por la ventana, ¿por qué le dolía ver a Gaara con otra chica? ¿Qué estaba pasando con ella?
¡Él sólo era su amigo!
Debería ponerse contenta por él, pero no lo estaba, sólo estaba muy confundida.
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Era ya entrada la noche cuando Sakura y Sasuke se encontraban solos en la habitación de ella, pues él se había quejado de que le dolía un poco la cabeza. La peli rosa le había llevado, diciendo que le daría una pastilla para luego enviarlo a casa, así que ella se encontraba rebuscando en su botiquín.
—Aquí está, Sasuke-kun —le dijo con una sonrisa, entregándole la pastilla al chico, el cual se la llevó a la boca sin más—. No la tragues aún, déjame traerte un poco de agua —Sakura salió del cuarto por unos minutos, en los cuales, Sasuke aprovechó para sentarse sobre la cama de la chica, cuando ella volvió, lo encontró mirando hacia la ventana—. Aquí tienes —dijo, ofreciéndole el vaso.
—Gracias —habló Sasuke, bebiendo el agua para poder ingerir el medicamento—. Tu cuarto es bonito, es la primera vez que vengo.
Sakura no pudo evitar sonrojarse al darse cuenta de que aquello era verdad, era la primera vez que traía a su novio a su habitación, estaban los dos solos, eso comenzaba a ser un poco incómodo.
—Oh, g-gracias, Sasuke-kun —murmuró, bajando la mirada. Su corazón había comenzado a latir muy rápido—. ¿Bajamos ya? —cuando ella iba a dirigirse a la puerta, Sasuke la jaló por la muñeca y la obligó a caer sentada sobre sus piernas. La peli rosa estaba sorprendida y su rostro ardía de la vergüenza, ¿qué le pasaba a Sasuke?
Él tan sólo la miró.
—¿Qué sucede? —se atrevió a preguntar, repleta de nervios. Sus piernas estaban ubicadas alrededor de las de Sasuke, era una posición un poco comprometedora.
—Nada, ¿por? —le respondió él, acercándose a sus labios.
Sasuke podía ser un chico bastante frío, todo el mundo podía incluso pensar que no tenía sentimientos del todo, pero no era así. Sasuke nunca habría tomado a Sakura como su novia si no sintiera nada por ella; aunque tratara de disimularlo y parecer distante, dentro de él, los sentimientos eran tan fuertes que muchas veces no se conformaba sólo con besarla o abrazarla, necesitaba mucho más.
—S-Sasuke-kun… —la chica murmuró contra sus labios, estaba demasiado temblorosa, aquello hizo sonreír a Sasuke, justo antes de besarla.
No era la primera vez que se besaban en un lugar completamente a oscuras y estando a solas de ese modo, pero Sakura no podía evitar sentirse nerviosa y asustada.
—Sasuke-kun… —la chica volvió a susurrar entre los besos, sorprendiéndose cuando su novio la recostó sobre la cama y luego comenzó a besar su cuello, tal acción le hizo soltar un leve gemido, el cual, Sasuke respondió con un gruñido.
—No bajemos —le susurró al oído.
Sakura cerró sus ojos, comenzaba a dejarse llevar al sentir las caricias de Sasuke sobre sus piernas, aquellas manos grandes que subían, haciendo un camino por encima de su piel. Enredó sus dedos entre los cabellos negros del Uchiha, buscando sus labios para volver a besarlo, mientras el calor en el cuerpo de ambos aumentaba. Estaba tan concentrada en ello, que apenas y escuchó cuando la puerta de su cuarto se abrió de golpe.
—¡¿Qué significa esto, Sakura Haruno?!
Sasuke se apartó de encima de ella y Sakura abrió los ojos como platos al ver que sus padres estaban en la puerta de su cuarto, que no sólo la habían visto en aquella intima situación con su novio, sino que, de seguro, habían visto la fiesta de abajo.
Era mujer muerta.
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Gaara había regresado a casa junto a sus hermanos, estaba un poco molesto, pues Matsuri se había ido sin siquiera avisarle y se suponía que ella había sido quién le invitó, ¿cómo podía irse sin siquiera decirle algo?
—Pff, tonta —murmuró, dejándose caer sobre su cama. No tardó mucho en cerrar sus ojos y quedarse dormido, estaba muy cansado, las fiestas no eran algo habitual para él, además, aún estaba algo molesto por el beso que le había dado Ino.
Esa Ino, ¿quién se creía que era?
—Gaara-kun —escuchó una voz que le llamaba—. Gaara-kun, mírame, Gaara-kun —insistía aquella voz, una voz de niña bastante dulce.
—¿Eh? —el pelirrojo volteó el rostro para ver en la dirección desde donde provenía la voz. Era un niño apenas.
—¡Mira, Gaara-kun, es para ti! —dijo la muchacha, entregándole una muñequera de color rojo y negro, la cual era bastante bonita—. Es un regalo muy especial, debes cuidarla mucho.
—Oh, gracias… —el pequeño Gaara sonrió cuando recibió el regalo de su querida amiga, susurrando su nombre en voz baja.
Cuando despertó, ya era de día, las aves cantaban afuera y él estaba un poco atontado. Había vuelto a soñar con su amiga, con el momento en que le dio la muñequera, la que guardaba y cuidaba aún. Estaba seguro que había dicho su nombre durante el sueño, pero ahora no se acordaba, tampoco recordaba su cara, otra vez.
—Rayos… —murmuró, cubriéndose el rostro con una de sus manos. Odiaba no poder mantener esas imágenes en su mente cada vez que se despertaba.
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El fin de semana había pasado bastante rápido, Matsuri se encontraba sacando sus cosas del casillero, mientras seguía dándole vueltas a lo que había sucedido durante la fiesta. El beso entre Gaara e Ino no lo podía olvidar, seguía repitiéndose en su mente una y otra vez, por ende, había evitado a Gaara durante todo el fin de semana.
—Rayos… —suspiró.
—Matsuri —una voz masculina le hizo dar un salto por la sorpresa, aquella voz gruesa y profunda que la ponía un poco nerviosa a veces. Se dio la vuelta, sólo para descubrir que Gaara la miraba con una cara de pocos amigos, bastaba con sólo verlo para darse cuenta de que él estaba molesto, aunque ella no sabía la razón.
—Oh, hola, Gaara-kun —ella trató de saludarlo con normalidad, pero lo cierto era que no podía, no entendía por qué, no sabía por qué se sentía de ese modo, era algo tan tonto.
—¿Por qué te fuiste el otro día sin avisarme? Y luego me evitaste —el chico le preguntó sin rodeo alguno, era de los que solían ir al grano—. ¿Qué te pasa?
La castaña le miró un poco sorprendida, pues no pensaba que a Gaara le importara aquello, mucho menos que hubiera notado el hecho de que ella lo evitaba.
—Lo siento mucho, Gaara-kun —le respondió, soltando un suspiro—. Tan sólo me sentí mal y decidí ir a casa, lamento no haberte avisado, yo…
—¿Te sentiste mal? —la interrumpió el pelirrojo—. ¡Con mayor razón debiste decirme! —exclamó de pronto—. ¿Qué hubiese pasado si te sucedía algo? Te fuiste sola, ¿acaso eres tonta? —Gaara realmente estaba preocupado, al escuchar que ella no se sentía bien, se había imaginado lo peor—. ¿Estás enferma? ¿Te sientes bien ahora? —cuestionó, llevando una de sus manos a la frente de la muchacha, la cual, sintió como su rostro ardía de la vergüenza en ese momento.
—G-Gaara-kun, ¿qué haces? —ella se quejó, pero fue ignorada por el chico, quién se tocó su propia frente con la otra mano.
—Pareces estar bien… —murmuró—. Como sea, debiste avisarme —alejó su mano de la frente de Matsuri, la cual había sentido como si se le fuese a salir el corazón.
Ella tan sólo miró al piso, ¿qué rayos sucedía con ella? ¿Por qué le avergonzaba tanto estar cerca de Gaara? Pero, de todos modos, el hecho de que él se preocupara por ella le hacía muy feliz, tanto como cuando él le confesó que aún pensaba en su amiga de la infancia, porque esa amiga era ella.
—Está bien, lo haré la próxima vez —dijo ella, esbozando una dulce sonrisa, la cual Gaara se quedó viendo fijamente.
Él, siempre tan sereno y tranquilo, se sorprendió al sentir cómo sus mejillas se sentían cálidas, ¿acaso estaba sonrojado? Y no sólo eso, sino que también su corazón estaba acelerado. En momentos así, realmente deseaba decirle a Matsuri que ella le gustaba, y mucho.
—Matsuri, yo… —justo cuando iba a hablar, se vio interrumpido por una voz detrás de él, alguien que llamaba a la castaña.
—Matsuri —cuando Gaara se volteó, puro ver a aquel chico pálido, de cabellera negra, ese que iba en un curso superior y que, por como miraba a Matsuri, no le agradaba ni un poco—. Te estaba buscando.
—Oh, Sai-sempai —dijo la alegre muchacha, yendo a saludar a su superior, su amigo—. ¿Me necesitas para algo?
Mientras Matsuri se alejaba para hablar con su mayor, Gaara sólo empuñó sus manos. Estaba tan celoso.
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Apenas había acabado la primera clase cuando Sari salió a comprar un refresco. Estaba un poco ofuscada, no dejaba de pensar en lo sucedido el día de la fiesta en casa de Sakura. Ese estúpido de Kankuro se las iba a pagar.
—Maldito imbécil… —murmuró, apretando la caja de jugo que tenía en su mano, lo cual provocó que todo el jugo saliera de la caja y la empapara, manchando su ropa—. ¡Ah! —exclamó.
Dejó la caja a un lado, mientras intentaba limpiar su uniforme. ¿Cómo podía ser tan torpe?
Kankuro, quién iba pasando por ahí, observó todo el espectáculo, riéndose al ver lo tonta que era esa niña. Se notaba que era muy malintencionada, pero de algún modo, llamaba su atención.
—Mira nada más, qué chiquilla más boba —dijo el chico, notando como ella alzaba la mirada como si fuese una antena de radio captando señal.
—¿Qué quieres, estúpido? —le preguntó, frunciendo el ceño, pero entonces, al recordar lo que había sucedido con él, su rostro se puso rojo por completo.
—¿Yo? Sólo iba pasando, de ti no quiero nada —le dijo él, continuando su recorrido. Sari sólo se quedó en el mismo lugar, observando como el mayor se marchaba.
¿Por qué ese sujeto la molestaba tanto? Definitivamente no se parecía en nada a su hermano Gaara.
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Temari suspiró al observar al profesor suplente que había venido hoy, pues, al parecer, Itachi estaba enfermo. De verdad tenía muchas ganas de verlo, no podía ir a su casa, tampoco podía llamarlo por ahora, pues él había cambiado de número hace poco y todavía no se lo daba, debido al poco tiempo que habían tenido ambos para encontrarse.
—¿Te pasa algo? —le preguntó su compañera de asiento, Tenten.
Temari se volteó a verla, la castaña siempre estaba alegre, parecía feliz todo el tiempo, pero ese día era distinto, su expresión era apagada y parecía como si hubiera llorado mucho.
—No es nada —dijo la rubia—. ¿Te sucede algo a ti? Luces muy mal… es decir, preocupada, apagada, no sé.
Tenten sólo asintió, con desánimo.
—Es una historia larga —murmuró, no podía alzar mucho la voz, ya que estaban en medio de una clase—. Después te cuento.
—Está bien, pero sea lo que sea, ánimo —Temari trató de hacerla sentir mejor. Llevaban poco de conocerse, pero Tenten siempre había sido amable con ella y parecía una chica bastante alegre y divertida, no le gustaba el hecho de verla tan desanimada, no era grato.
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Durante todo el fin de semana, Sasuke había estado tratando de llamar a Sakura, pero ella no respondía sus llamadas, hoy no había venido a la escuela, estaba realmente preocupado, ¿tan mal le había ido con sus padres? Estaba seguro de que sí, por poco y lo mataban a él, de no haber sido porque la misma peli rosa lo defendió.
Ella no tenía permiso de hacer una fiesta, cuando sus padres decidieron volver antes de su viaje, estaban sumamente enfadados al ver lo que ella había hecho sin siquiera avisar, pero lo que peor los había puesto había sido el encontrarlos a ambos en la cama. Todo había sido su culpa, si él se hubiese aguantado, quizá a Sakura no le habría ido tan mal.
—Ps, teme —la voz de Naruto le distrajo. Volteó a verle como si nada, sin demostrar sus preocupaciones en su rostro.
—¿Qué? —preguntó. Miró de reojo al frente, el profesor Iruka daba su clase como de costumbre.
—Ten —Naruto le arrojó un papel sobre el escritorio, el cual, Sasuke desarrugó para descubrir que había un mensaje escrito en él—. Ayer vi a Sakura-chan, ya sabes que nuestras madres son amigas, me dio eso para ti, se arrugó, perdón.
Sasuke sólo bufó, ese idiota no tenía cuidado con nada. Decidió ignorarlo y comenzó a leer, en aquella nota, Sakura le contaba que estaba castigada, que iría a clases el martes, pues sus padres estaban realmente enfadados y no querían que viera a Sasuke, aunque sabían que no podían evitarlo, pues eran compañeros de escuela. También le avisaba que lo amaba mucho y que por favor no estuviera preocupado. Sasuke simplemente suspiró, al menos sabía que su novia seguía viva.
Por su parte, Hinata no dejaba de ver a Naruto, mientras el rubio intentaba prestar atención a clase sin éxito, pues hasta una mosca lo distraía. Le parecía tan dulce, le gustaba tanto.
Y en el otro lado del salón, Gaara tampoco apartaba su vista de Matsuri, se sentía como un tonto, pero era inevitable. ¿Cómo podía hacer para que esa chica tonta se diera cuenta de sus sentimientos? Era un novato en temas así, todo lo que anhelaba era poder decirle que le gustaba, pero ¿cómo?
—¿Qué debo hacer, Matsuri? —se preguntó.
Continuará…
