Capítulo 10: Consecuencias y enredos Parte 1

Después de que las clases de la mañana ya hubiesen acabado, Matsuri se encontraba junto a Hinata, Sari e Ino en el patio, las cuatro comían su almuerzo, pero estaban muy calladas.

—No es lo mismo sin Sakura-chan —murmuró la ojiperla, quién bajó la mirada con desánimo. Sabían que su amiga estaba castigada y que no la verían por ese día, al menos.

—Así es —le respondió Matsuri.

—Ustedes son demasiado dependientes de esa pelo de chicle —opinó Ino, quién no se mostraba para nada interesada en volver a ver a la Haruno—. ¿A quién le importa que no haya venido?

—¿Cómo puedes decir eso? —le regañó su prima, con el ceño fruncido. Matsuri sabía el tipo de relación de amigas-enemigas que llevaban Ino y Sakura, pero la rubia siempre solía pasarse de la raya con sus comentarios, era muy malintencionada.

Ino simplemente le hizo un desprecio, mirando en otra dirección. Sari parecía ajena a lo que hablaban las otras tres, estaba más interesada en ver hacia la cancha de baloncesto, en donde los chicos, en especial Gaara, se lucían entrenando.

—Gaara es tan apuesto —murmuró de pronto, captando la atención de las otras chicas.

—No lo mires tanto, yo lo vi primero —se quejó Ino.

Sari frunció el ceño, observando furiosa a la rubia que estaba a su lado.

—Obviamente yo lo vi primero, tonta. No te atrevas a meterte entre Gaara y yo.

—Gaara es mío, tontita, lo fue desde que nos vimos por primera vez —insistió Ino, apuntando con su dedo índice una y otra vez sobre el hombro de Sari.

Matsuri suspiró. ¿Qué rayos pasaba con esas dos? ¿Cómo podían discutir así sobre la propiedad de otra persona? Aunque lo que había dicho Sari era muy cierto, Gaara era apuesto, demasiado apuesto.

—Ah, no puede ser, no debería pensar así de Gaara-kun —se regañó mentalmente, cerrando sus ojos al darse cuenta de que su rostro se había puesto rojo y su corazón se había acelerado al observar cómo Gaara encestaba una canasta. ¿Cómo podía ser tan guapo?

En la cancha, los chicos continuaban con su práctica, Naruto estaba especialmente emocionado por el hecho de que finalmente tendrían un buen equipo para poder competir en el torneo contra las demás escuelas, todo gracias a que Gaara era increíblemente bueno, a pesar de que decía no haber jugado antes.

—¡Buen tiro! —exclamó el rubio tras ver a Gaara encestar nuevamente—. Este año seguramente ganaremos.

—¿No estarás siendo demasiado positivo? —la pregunta de Sasuke provocó que el ceño de Naruto se frunciera.

—Tú siempre tan amargado —se quejó el de ojos azules, a lo que una venita se marcó en la frente del Uchiha.

Gaara, ajeno a las tonterías de ese par, tan sólo se acercó a la banca para beber un poco de agua. Cuando dejó la botella nuevamente en su lugar, miró de reojo la muñequera que siempre traía consigo. Se le vino a la mente la niña de sus vagos recuerdos, se preguntaba si acaso ya la habría visto y no había podido reconocerla, ¿quién podría ser? ¿Acaso estaba en esa escuela? Quizá era alguna de sus compañeras, o quizá ella ya ni siquiera vivía ahí.

—No debería pensar tanto… —se dijo a sí mismo, soltando un suspiro.

Últimamente había pensado mucho menos en sus memorias perdidas y había estado de mejor humor que nunca, era poco lo que se enojaba por no poder recordar, todo ello se lo debía a una persona, a una chica que lograba hacerlo sonreír con su torpeza y su dulzura; todo se lo debía a Matsuri.

Mientras Sasuke y Naruto continuaban discutiendo en voz alta, el pelirrojo fijó sus ojos aguamarina en el grupo de chicas que estaban en el patio almorzando. Aquella rubia loca y la otra castaña de quién siempre olvidaba el nombre parecían estar discutiendo, mientras Matsuri y la ojiperla las intentaban separar. Durante un pequeño segundo, Matsuri lo miró y él también la miró a ella, ambos estando a varios metros de distancia, aun así, parecía como si estuviesen frente a frente y a solas. Matsuri desvió la mirada entonces, provocando que él frunciera el ceño, volviendo a la realidad al mismo tiempo.

Sacudió su cabeza y decidió volver a la práctica, no creía poder comer nada ese día, no sentía hambre.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Temari subió hasta la azotea de la escuela, en donde había sido citada por su "novio". No había nadie en ese lugar, excepto él, quién se encontraba recostado sobre una banca, mirando al cielo. Parecía que ya había tomado su almuerzo, pues había una caja de bento vacía sobre el suelo.

—Ya estoy aquí —dijo la rubia, mirando a ese chico con el ceño fruncido. Shikamaru parecía ignorarla, cosa que le molestaba de sobremanera—. Oye, imbécil, ¿acaso estás muerto? —cuestionó.

—Tsk —el Nara cerró los ojos un momento, procediendo a sentarse—. Estaba demasiado cómodo viendo las nubes, no tienes nada de paciencia, mujer —le dijo con pereza. Su actitud despreocupada no hacía más que exasperar a la hermana mayor de Gaara, pues era una chica temperamental, odiaba que se burlaran de ella y más, si se trataba de una persona como Shikamaru Nara.

—Jódete —le respondió, no le importaba ser grosera con él—. Tú me pediste que viniera, dime qué querías.

El chico bostezó, parecía que estaba quedándose dormido.

—Ah, sí, mis padres quieren conocerte —le comunicó, como si fuera la cosa más normal del mundo.

—¡¿Qué?! —exclamó ella, abriendo los ojos como platos—. ¿Qué estás diciendo? ¿Olvidas que no soy tu novia de verdad?

El Nara se puso de pie, cuando lo hacía, podía notarse la diferencia de altura entre ambos, ella se veía mucho menos intimidante cuando la miraba hacia abajo.

—Lo sé, pero ellos no —le contestó, como si no fuera nada—. Si no quieres que les diga a todos sobre tu romance con el profesor, más te vale que hagas lo que te digo.

—Eres un imbécil —la rubia alzó su mano para golpearlo, pero él rápidamente le agarró la muñeca, deteniéndola.

—Puede que lo sea, pero te tengo en mis manos, Te-ma-ri —le recordó, pronunciando cada sílaba de su nombre en un tono de burla. Después de mantenerla así durante un par de segundos, Shikamaru la soltó y se alejó de ella, dejándola sola en la azotea.

Temari tan sólo se quedó ahí, furiosa y mordiéndose la lengua, sabía que no podía decirle nada o él cumpliría su promesa de delatar su relación, era lo que menos quería, no podía meter en problemas a Itachi y no podía meterse ella misma en esos aprietos.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

El día escolar estaba a punto de terminar, el profesor Kakashi terminaba de dar sus últimas instrucciones, antes de dar un comunicado muy esperado por todos.

—Bueno, chicos, antes de finalizar la clase les hablaré sobre los festivales que se vienen en cosa de nada —comenzó a decir el peli plateado—. Primero el festival cultural, el cual comienza sus prepara dentro de la siguiente semana, presidenta y vicepresidente, por favor pasen a dar los anuncios —señaló a Matsuri y a Gaara, los cuales se pusieron de pie al oírse llamados, una con entusiasmo y el otro con fastidio.

La castaña caminó al frente del salón, mientras que Gaara sólo se paraba a su lado, sosteniendo unos cuántos papeles. El profesor volvió a su escritorio para verlos hablar.

—Bueno, como saben, la semana que entra comenzaremos a preparar el festival cultural de la escuela —dijo la chica, mientras sonreía alegremente—. Sabemos que es uno de los eventos más grandes que tenemos, junto al festival deportivo, que es después del año nuevo —hizo una pequeña pausa antes de continuar—. Este año le toca a nuestro salón hacer una cafetería, pero podemos elegir el tema que más nos guste. Además de eso, la escuela está organizando una obra de teatro y todos pueden participar —miró hacia su costado—. Gaara-kun, por favor.

Gaara bufó antes de pasar puesto por puesto repartiendo esos papeles que traía en las manos.

—Gaara-kun les está repartiendo los volantes con la petición para las audiciones de la obra, quiénes obtengan un papel podrán contar con puntos extra para las calificaciones del final del año —al terminar de hablar, la castaña sonrió, escuchando las exclamaciones de sorpresa de sus compañeros, pues parecía una buena oferta la de los puntos extra por sólo hacer un papel en una obra escolar.

Al terminar de repartir los volantes, Gaara volvió a pararse junto a Matsuri, era gracioso ser una especie de "asistente" de ella, pero le gustaba ver la seguridad con la cual ella se desenvolvía como presidenta, de algún modo, se sentía orgulloso de que esa chica con aspecto de boba y tímida, en realidad sí fuese una buena líder.

Después de que todo el salón votara por un tema para su café, la clase acabó y con el tema ya decidido, la presidenta tomó notas para comunicar todo a la directora de la escuela. Los demás iban saliendo, mientras que ella se quedaba organizando algunas cosas más.

—Matsuri —le llamó Gaara. Ella alzó la mirada y se encontró con aquel par de ojos aguamarina, esos que siempre solían mirarla hasta hacerla temblar.

—Ah, Gaara-kun, sólo recojo esto y voy donde la directora, ¿no te irás a casa? —le dijo un poco nerviosa, es que él lograba ponerla así cuando la miraba de ese modo tan fijo. Guardó todo lo que estaba encima de su mesa en su mochila y volvió a mirar al más alto—. Seguramente tus hermanos estarán esperándote.

—Temari y Kankuro pueden irse a casa sin mí —le respondió él, frunciendo un poco el ceño—. Prefiero quedarme y ayudarte, no me agrada la idea de que regreses sola a casa y tarde —dijo al tiempo que tomaba un par de libros que Matsuri había levantado, pensando en ir a devolverlos a la biblioteca, rozándole la mano a la castaña.

Ella bajó la mirada, por algún motivo, su rostro se sentía caliente cuando tenía a Gaara así de cerca de ella.

—Ah, b-bueno, gracias —aun mirando al piso, decidió adelantarse y caminar hacia el pasillo, con la cara roja como un tomate. No podía entender qué era lo que sucedía últimamente con ella, pero cada vez que veía a Gaara, que estaba cerca de él o que, por algún motivo, sus manos se tocaban, ella se ponía nerviosa y se avergonzaba.

El pelirrojo la siguió en silencio, sonriendo para sus adentros, le agradaba pasar tiempo a su lado, aunque ni siquiera hablaran.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Hinata caminaba hacia la salida de la escuela, iba un poco distraída, pensando en cosas sin importancia. Dejó sus zapatos en el casillero y los cambió por los zapatos para salir, luego de eso, fue hacia la puerta, pero se detuvo al ver que unos metros más adelante se encontraba Naruto de pie. Su rostro se puso rojo, sus latidos se aceleraron y sentía sus piernas flaquear, ¿tanto así le gustaba el rubio que con sólo verlo se sentía inquieta? Sabía que su primo Neji la estaba esperando con el auto para irse a casa, pero ella en serio quería hablar unos minutos con el Uzumaki.

—N-Naru… —antes de poder llamarlo, se vio interrumpida cuando una joven de larga cabellera rubia y ojos violetas se puso de pie frente a Naruto, el cual lucía un poco nervioso. Hinata se escondió detrás de un pilar, no sabía por qué, pero sentía que no los debía interrumpir.

Desde donde ella estaba no lograba oír nada de lo que hablaban, sólo podía ver cómo esa chica se sonrojaba y le entregaba una especie de carta al rubio, el cual recibió la misma con una sonrisa en los labios, acto seguido, esa joven se lanzó a los brazos de Naruto, plantándole un beso en los labios y, de paso, rompiendo el corazón de la ojiperla, quién no podía creer lo que estaba viendo.

Neji Hyûga, el primo de Hinata, se encontraba de pie junto al auto familiar, esperando a su prima, la cual todavía no salía de la escuela. El día de hoy había sido un poco extraño para él, normalmente, veía a su novia Tenten durante los descansos y después de clases a veces ella se iba junto a él y Hinata a casa, pero desde el cumpleaños de Sakura, no sabía nada de la castaña, desde que la encontró llorando en brazos del chico ese. Frunció el ceño al recordar aquella imagen, que no le había gustado nada.

Vio a su prima llegar caminando, mirando hacia el suelo, parecía que algo le había pasado.

—Hinata, ¿estás bien? —le preguntó, a lo que ella alzó la cabeza para mirarlo, regalándole una de sus dulces sonrisas.

—Claro que sí, Neji nii-san, vamos a casa —le respondió, dirigiéndose al auto.

Neji no dijo nada, sólo se subió al auto y le ordenó al chofer que partiera hacia la mansión.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Había estado encerrada en su habitación desde que sus padres la encontraron haciendo una fiesta, sin teléfono, sin computadora ni cualquier otra cosa que le permitiera comunicarse. Lo cierto era que los padres de Sakura podían ser muy exagerados cuando estaban molestos, pero todo había sido culpa de ella, por hacer las cosas a escondidas.

—No aguanto estar así… —dijo la peli rosa, en medio de un hondo suspiro—. Necesito ver a Sasuke-kun, al menos hablarle —con ambas manos se revolvió el cabello, desesperada, sentía que se volvería loca si no podía ver a Sasuke. Y es que sus padres no sólo estaban enojados por la dichosa fiesta, claro que no; sino, por cómo la habían encontrado con su novio en una situación comprometedora.

Sakura era una chica lista, ella sabía bien cuáles eran las medidas que se debían tomar antes de tener su primera relación sexual, pero debía admitir que, en ese momento con Sasuke, los métodos anti conceptivos y preventivos habían sido lo último que vino a su mente, era perfectamente normal que sus padres estuvieran furiosos al verla siendo tan irresponsable, algo que, claramente, ellos no le habían enseñado.

La Haruno sabía que a esas horas su padre debía estar en el trabajo, mientras que su madre de seguro se había quedado dormida viendo alguna de esas series que jamás podía ver por completo, pues siempre se le cerraban los ojos a la mitad de un capítulo. La chica abrió lentamente la puerta de su cuarto, caminando de puntitas por el pasillo. Bajó las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible, hasta que logró llegar a la sala, en donde, de manera efectiva, su mamá dormía frente al televisor.

—Es mi oportunidad… —murmuró al ver el celular de la señora Haruno sobre la mesa de centro, mientras la mujer seguía durmiendo plácidamente, sosteniendo el control remoto con una mano sin nada de fuerza, ya estaba por caerse.

La peli rosa estiró su mano con muchísimo cuidado hacia el teléfono celular de su madre, el cual estaba sobre la mesa de centro. Se alejó dando pasitos cortos, debía darse prisa, antes de que su progenitora se despertara y se diera cuenta de que ella había tomado el teléfono.

Al llegar al baño, cerró la puerta despacio, luego se sentó sobre el retrete que estaba cerrado y marcó el número de su novio. El marcado comenzó a sonar, Sakura tragó saliva, pues él estaba tardando bastante en contestar.

¿Bueno? ¿Quién habla? —finalmente se oyó la voz masculina del otro lado.

—S-Sasuke-kun, soy yo —susurró la rosada, no quería alzar la voz para no ser descubierta—. Oh, Sasuke-kun, te he extrañado…

Sakura… —la voz de Sasuke le hizo sonreír al pronunciar su nombre, era realmente tranquilizante poder escuchar a su amado después de dos días de no poder comunicarse con él.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

—Maldita sea, odio cuando se me olvidan las cosas —Ino murmuraba para sí misma, mientras corría de regreso al salón de clases. Había olvidado su pluma favorita de tinta morada, no podía si quiera pensar en escribir con otra cosa o en un color diferente. Al llegar al salón, notó que su pluma estaba tirada en el piso, pero aparentemente estaba intacta. La recogió y soltó un hondo suspiro—. Qué bueno, no le pasó nada.

Rápidamente guardó la pluma en su bolso y se dispuso a caminar hacia la salida de la escuela. Casi todos se habían ido ya, seguramente sólo quedaban los integrantes de los clubes y uno que otro delegado. Mientras iba por el pasillo, pasando por fuera del salón de artes, miró de reojo hacia el interior. Había un par de alumnos dibujando, todos ellos parecían concentrados, parecía que llevaban a cabo un club en ese salón a esas horas. La rubia fijó sus ojos entonces en Sai, quién estaba sentado de espaldas a ella, realizando un paisaje sobre un lienzo. Parecía como si el pincel fuese una extensión más de su cuerpo, el color se iba impregnando sobre la tela, mientras él movía su mano con delicadeza.

Ino detuvo sus pasos sólo para mirarlo, era increíble el talento de ese chico, aunque su personalidad era un tema aparte.

—Ah… —Sai dejó caer el pincel al suelo, debido a que su mano aún dolía bastante, el sonido del golpe sacó a la Yamanaka de su trance. Sai se agachó para recoger el pincel, entonces volteó hacia la entrada por instinto, notando a la rubia que estaba parada junto a la entrada. Apenas ella se vio descubierta, se fue corriendo como alma que lleva el diablo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

La rubia se sentía furiosa, hoy había sido un día horrible en la escuela, después de saber que tendría que hacerse pasar por la novia de Shikamaru frente a sus padres, ciertamente, tenía ganas de matarlo. Además de eso, no había podido hablar a solas con Itachi y éste no le contestaba las llamadas ni los mensajes, le había enviado varios, pero no quería pecar de hostigosa.

—Demonios… —murmuró, echándose boca abajo sobre la cama y luego, cubriéndose la cabeza con una almohada. En serio quería gritar, sentía que estaba bajo demasiado estrés, todavía con los exámenes de ingreso a la universidad, el festival cultural y todo lo que pronto vendría.

Su celular comenzó a sonar, lo había dejado sobre la mesita de noche, así que estiró su mano para contestar.

—Hola —dijo sin ánimo alguno, aunque la voz del otro lado le devolvió un poco de alegría—. Ah, Itachi… —se levantó de la cama como un resorte, poniendo una sonrisa alegre al escuchar la voz de su querido profesor, el único que lograba hacerla sentir bien.

Se quedó un rato hablando con el Uchiha, olvidándose por un momento del molesto de Shikamaru Nara.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Después de haber cenado y de haberse dado una ducha, Matsuri salió del baño envolviendo su cuerpo en una toalla de color rosa, llevando otra más pequeña en la cabeza, de color blanco. Se metió a su habitación, secándose el corto cabello castaño con la toalla blanca, mientras su mente repasaba una y otra vez imágenes de Gaara. Podía ver a Gaara de niño jugando con ella, a Gaara adolescente, mirándola malhumorado, luego veía a Gaara sonriéndole, a Gaara jugando baloncesto, viéndose tan apuesto. Cerró los ojos con fuerza cuando la última imagen hizo que su corazón se agitara. No podía entender qué le pasaba últimamente, que no lograba dejar de pensar en él; antes también pensaba mucho en él, de hecho, todo el tiempo, pero ahora era distinto, era de un modo que no lograba comprender del todo.

—¿Qué me sucede? —se preguntó, dejando salir un hondo suspiro. Se llevó una de sus manos al pecho y, efectivamente, sus latidos estaban disparados, la sensación de presión en su pecho, como si alguien le apretara el corazón con la mano, era sofocante.

Después de ponerse la pijama, la chica se sentó en su escritorio para hacer los deberes, no eran muchos, ni muy difíciles, así que no le tomó demasiado terminar. Cuando por fin acabó, escuchó el sonido de una notificación de WhatsApp, así que tomó el teléfono para ver de qué se trataba; abrió ligeramente sus ojos con sorpresa al notar que quién le había escrito era Gaara.

"Hey, ¿estás despierta? Veo tu luz encendida, sal al balcón un momento"

La chica volteó a ver de inmediato a su ventana, la cual estaba ligeramente abierta, dejando pasar un poco de viento hacia su cuarto. Se levantó, caminó hacia la misma y la abrió para pasar al balcón, Gaara estaba apoyado sobre el barandal, con el teléfono en la mano, el cual le enseñó apenas la vio salir.

—Gaara-kun, ¿sucede algo? —preguntó ella, apoyándose también contra el barandal de su propio balón.

El pelirrojo negó con la cabeza.

—No pasa nada, sólo estaba aburrido, no podía dormir —le confesó el de ojos aguamarina—. ¿Estabas haciendo los deberes?

—Así es —respondió Matsuri, asintiendo con la cabeza. Miró hacia el cielo un momento y luego volvió a observar a Gaara, iba vestido con un short corto y una camiseta sin mangas para dormir, incluso en pijama lucía increíblemente guapo. Matsuri se dio cuenta en ese instante que, quizás, ella estaba sintiendo algo más por Gaara, algo más que sólo amistad.

—Matsuri… —la llamó él, haciendo que ella le mirase—. Cántame algo para dormir.

Matsuri lo quedó viendo durante unos breves segundos, parpadeando, algo confusa.

—¿No dijiste que no te gustaban las canciones?

Gaara frunció el ceño, desviando la mirada hacia un costado.

—Si no quieres no lo hagas —respondió, parecía bastante fastidiado, aunque para Matsuri se veía como un niño haciendo berrinche, como solía hacerlo cuando eran pequeños, así que no pudo evitar dejar escapar una pequeña carcajada, muy bajita.

—Bien, bien, lo haré —le dijo, aclarándose un poco la garganta, para luego comenzar a cantar una canción que, desde que ella y Gaara jugaban juntos, sabía que a él le encantaba, era una canción de cuna típica de Japón, la cual siempre relajaba al pelirrojo. Cuando Matsuri se la cantó, Gaara pudo sentir como una enorme calidez sacudía su corazón, una sensación dulce y que, extrañamente, se le hizo muy familiar, aunque no sabía por qué.

La canción era conocida, era obvio que la había escuchado antes, pero esta era la primera vez, desde que podía recordar, que oírla le producía tal sensación. Gaara estaba sin palabras.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Era un nuevo día de clases y Matsuri se dirigía a la escuela junto a sus tres acompañantes, los hermanos Sabaku No. Gaara y ella caminaban delante de los dos mayores, hablando sobre los preparativos del festival, mientras Temari se encontraba sumamente distraída, al igual que Kankuro, ninguno de los dos parecía estar en su centro aquel día.

Al atravesar las puertas de la escuela, Matsuri se alejó de Gaara para ir a saludar a sus amigas, Sakura estaba con Hinata e Ino, finalmente había asistido a clases.

—¡Chicas, Sakura-chan! —saludó emocionada, agitando su mano mientras corría hacia las jóvenes. Se detuvo al llegar frente a ellas, mientras sonreía alegremente—. Qué bueno que por fin has venido, Sakura-chan.

—Lo sé, las extrañé muchísimo —dijo la peli rosa, abrazando a sus amigas, incluida Ino, por supuesto.

—No me abraces, frente de marquesina —se quejaba la rubia en tono de molestia, aunque no hacía nada por romper el abrazo.

Cuando Sakura las soltó, Ino notó como Gaara y sus dos hermanos se acercaban a ellas, el pelirrojo luciendo tan sereno y frío como siempre, a diferencia de los otros dos.

—Oh, Gaara, hola, hoy estás muy guapo —dijo la Yamanaka, sin una pizca de vergüenza, ella no tenía tiempo para sentir aquello, cuando su máxima prioridad era conquistar el corazón del pelirrojo y hacerlo todo suyo.

Gaara, por su parte, no le dijo nada, tan sólo asintió con la cabeza, volteando a ver a Matsuri después.

—Voy a entrar primero, Matsuri, luego seguimos viendo lo del festival —hizo un leve gesto de saludo hacia Sakura y Hinata antes de encaminarse hacia su casillero para cambiarse los zapatos. Temari lo siguió en silencio, pero Kankuro se quedó atrás.

—Disculpen, chicas —habló, parecía un poco apenado—. La verdad es que el otro día en la fiesta de Sakura vi a una chica y me gustaría saber si es que acaso la conocen —aunque preguntaba de manera casual, por dentro se sentía bastante nervioso, no esperaba estarle preguntando directamente a las chicas, pero no había podido sacarse de la mente la imagen de esa castaña y sus ojos llenos de lágrimas.

—Oh, Kankuro-san, ¿acaso esto se trata de amor? —le molestaba Matsuri, provocando un leve sonrojo en las mejillas del mayor.

—¡N-no es eso! —exclamó.

Todas dejaron salir unas cuantas risas, antes de pedirle a Kankuro que les diera algunas señas de la chica en cuestión, las cuales él no tardó en aportar.

—Uhm, creo que hablas de Tenten-chan —dijo Hinata en pose pensativa, en ese momento, el castaño recordó como el novio de esa chica le llamaba "Tenten".

—Oh, cierto, ya recordé —Kankuro se golpeó la palma de la mano con la otra hecha un puño, ahora podía buscar a Tenten, ahora que sabía su nombre. En realidad, no tenía ningún motivo o razón para querer volver a verla, pero eso no le importaba, ya pensaría en algo.

Matsuri también llevaba una pose pensativa, hasta que recordó algo.

—Es cierto, Tenten-san está en el mismo salón que Temari-san —aseguró la chica—. Incluso, creo que son bastante cercanas.

El hermano mayor de Gaara se sorprendió un poco al escuchar que su hermana conocía a Tenten, pero después de todo, eso era mejor, sería mucho más fácil poder volver a verla si tenía la excusa de Temari.

—Ya veo. ¡Gracias, chicas! —después de eso, salió corriendo hacia el interior de la escuela, mientras que Sakura tomaba la palabra.

—¿No deberían de haberle dicho que Tenten es la novia de tu primo, Hinata? —le dijo a la ojiperla, la cual sólo soltó un suspiro de resignación.

—Olvidé mencionarlo —respondió, encogiéndose de hombros.

A decir verdad, Hinata había notado el extraño alejamiento de Tenten hacia su primo, no había querido meterse, pues ella tenía sus propios problemas también, problemas cuyo nombre comenzaba con la letra "N".

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Era ya el primer descanso después de las clases de la mañana. Neji estaba caminando por el pasillo hacia el salón de su novia. Estaba bien si ella no le hablaba durante un rato, pero ya iban tres días en los cuales literalmente ella le había estado ignorando, ya no podía tolerarlo, se merecía una explicación. Al llegar al salón, notó como todos salían para ir a comer o ir al baño, a distraerse un poco afuera, así que entró sin más, llamando la atención de unas cuantas chicas de ahí. Neji era apuesto y popular, no por nada, era el presidente del consejo estudiantil, no era fácil que pasara desapercibido.

—Tenten —llamó a la chica, la cual se encontraba guardando sus cosas. Al oír la voz de él, Tenten dejó caer su lápiz al suelo por la impresión—. Tengo que hablar contigo —dijo con voz demandante. Su mirada amenazante provocó que todos quisieran salir de ahí rápido, excepto por Temari, ella no le conocía y no sabía lo terrible que podía ser el presidente del consejo.

—No quiero hablar contigo, Neji —respondió la Ama, agachándose para recoger su lápiz. Temari frunció el ceño al notar el aura que rodeaba a ese chico que, si bien era bastante agraciado, se podía notar que no poseía una muy buena actitud.

—Dije que vamos a hablar —prácticamente ordenó el oji blanco, desviando su mirada hacia la rubia que era la única que aún seguía ahí—. A solas —dijo a modo de indirecta.

—¿Por qué debo hacer lo que dices? —se quejó, sin intimidarse ni un poco ante el imponente Hyûga.

Tenten observó la escena, se dio cuenta de que, si no intervenía, Neji se ensañaría contra Temari y, conociéndolo, era capaz de hacerle la vida imposible durante lo que quedaba del año, ella no quería eso, así que se vio obligada a intervenir.

—Temari, está bien, hablaré con él, es mi novio, así que está bien —dijo, aunque no tuviera ni una pizca de ganas de quedarse a solas con su novio. Temari tan sólo asintió con la cabeza antes de abandonar la sala, pero sin apartarle la vista a Neji Hyûga ni por un segundo, hasta perderse detrás del marco de la puerta. Siempre que Tenten hablaba de su novio sus ojos parecían brillar de la emoción, ¿pero por qué ahora que por fin lo conocía, parecía como si toda esa ilusión se hubiese ido de la chica de chonguitos?

Neji arqueó una ceja al quedarse a solas con su novia.

—¿Y bien? —le preguntó sin más—. Has estado actuando extraña, me has evitado desde la fiesta, ¿qué sucede contigo?

Los ojos de la joven china observaron con furia al tan temido genio Hyûga, ¿realmente se estaba preguntando qué estaba mal con ellos?

—Wow —exclamó ella—. Me sorprende que notaras que te he estado ignorando, cuando rara vez me haces caso.

—¿Qué? —Neji la miró sorprendido, era la primera vez en la vida que Tenten le hablaba de esa manera, con aquel todo despectivo, ¿acaso había dicho o hecho algo para ofenderla? Si no, no entendía qué pasaba con ella, no era normal verla actuar así, siempre solía ser amable con las personas, aún si poseía un carácter fuerte la mayoría del tiempo.

—Neji, no te hagas el inocente ahora —prosiguió la chica, sosteniendo su mirada furiosa ante la sorprendida del más alto—. Jamás me haces caso, me ignoras, me dejas plantada, nunca me dices lo que sientes por mí… —esta vez bajó la mirada, sentía deseos de llorar, pero no iba a hacerlo frente a él—. Me siento como una estúpida, ¿sabes? Yo realmente te amo, dudo que algún día pueda amar a alguien como lo hago contigo…

El corazón de Neji se encogió en ese momento, se sentía culpable, porque todas las cosas que Tenten estaba diciendo eran ciertas, él solía ser así de frío y distante con ella, pero no era porque quisiera hacerlo, no era porque quisiera ser cruel con ella a propósito, sino que nunca había calculado el alcance de sus desaires, sólo hasta este momento.

—Tenten yo… —intentó apoyar su mano sobre el hombro de su novia, pero ella le apartó de un manotazo.

—No me toques —le advirtió—. Y por favor vete, déjame sola. Terminamos, Neji Hyûga.

Los ojos blancos del Hyûga se abrieron por la sorpresa de las palabras de Tenten, no podía creer lo que estaba escuchando.

—¿Qué estás diciendo? ¿Terminar? Pero Tenten… —nuevamente intentó acercarse a ella; sin embargo, la castaña lo empujó.

—¡Vete! —exclamó con fuerza, dando las gracias de que ambos estuvieran solos para no hacer el ridículo frente a todos sus compañeros de salón.

Finalmente, Neji decidió no decir nada, tan sólo bajó los brazos, dio la media vuelta y salió del salón, sin poder creer que Tenten había terminado con él, sin siquiera saber que ella no le había dicho el motivo verdadero por el cual se había dado su ruptura.

Después de verlo salir, Tenten se sentó en su banco y se echó a llorar, cubriéndose el rostro con ambas manos. Se sentía destrozada, pero sabía que esto era lo mejor, puesto que Neji no la quería de verdad, él sólo estaba con ella porque había perdido una apuesta, después de todo.

Kankuro, quién iba hacia el salón de su hermana Temari con la perfecta excusa para acercarse a hablar, se detuvo afuera del mismo luego de oír el extraño sonido de alguien sollozar. Ingresó en silencio, sin decir nada, notando que sólo había una persona sentada en un banco, la cual lloraba. Pudo reconocerla al instante, sorprendido porque parecía que siempre se encontrarían de la misma forma.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Matsuri había ido a cambiar sus libros para el siguiente periodo de clases. Estaba distraída como siempre, así que se sorprendió cuando un simpático dibujo de ella en versión chibi se le cruzó por delante. Se dio la media vuelta y notó que Sai estaba parado ahí, sonriéndole.

—Sempai, me asustaste —le dijo, devolviéndole la sonrisa—. ¿Esta soy yo? —le preguntó, tomando el dibujo entre sus manos para poder verlo mejor.

—Estaba aburrido, así que decidí dibujarte y dártelo —respondió el pelinegro, feliz de observar lo contenta que lucía Matsuri con su regalo, simplemente, no podía evitar sentirse emocionado cuando la veía así de entusiasmada.

Gaara, quién había ido a sacar también sus libros para el siguiente periodo, se detuvo en seco al ver como nuevamente Matsuri sonreía junto a ese chico pálido de tercer año. Frunció el ceño cuando notó que las mejillas de la castaña se ponían algo rojas, no podía soportar el imaginar que a Matsuri le gustara él o cualquier otro tipo.

—Mi prima no pierde el tiempo, ¿no? —la voz de Ino lo sacó de sus pensamientos por un instante. Miró hacia su costado, ella estaba de pie a su lado, observando lo mismo que él—. Se ve que ellos dos se llevan muy bien, ¿no crees, Gaara?

El pelirrojo le devolvió una expresión fría y vacía antes de darse la media vuelta.

—No me importa —fue todo lo que dijo antes de irse, vendría por sus libros luego.

Ino no le tomó mucha importancia a la huida de Gaara, sólo volteó a ver nuevamente a su prima, quién continuaba hablando alegremente con aquel pintor, el cual también parecía sonreír de forma poco frecuente. Fue ahí que algo hizo click dentro de la mente de la Yamanaka.

—Oh, con que es eso… —murmuró, sonriendo de manera maliciosa.

Estaba más que segura de que a Sai le gustaba Matsuri, si lograba hacer que esos dos salieran, su boba prima ya no sería un obstáculo para ella y Gaara, tendría el camino libre y el chico que tanto le gustaba sería todo suyo.

—Eres muy lista, Ino, muy lista —decía en susurros, alabándose a sí misma.

Continuará…