Capítulo 18: Juntos
Era un poco raro encontrarse ahí, escondido detrás de un árbol, mientras espiaba a su hermano mayor. Sasuke llevaba casi toda la mañana siguiendo a Itachi, lo había visto dirigirse al parque y, ahora, conversaba animadamente con una hermosa chica de cabello castaño. No podía quitarse de la mente lo que había visto durante el festival, Itachi siempre había sido el correcto, el ejemplo a seguir, el hijo perfecto, ¿qué demonios se suponía que estaba haciendo con una alumna?
Lo peor de todo era que ahora estaba con otra chica, no estaban haciendo nada malo, no, pero Sasuke no era idiota y podía notar algo extraño entre ambos.
—¿No te aburres de espiar a tu hermano? —escuchó una voz femenina detrás de él, la cual le hizo dar un ligero salto del susto. Sasuke frunció el ceño y miró a la chica, se la había encontrado hace un rato y ella se ofreció a echarle una mano.
—Karin, esto es serio —respondió, notando aquello que la chica traía en las manos; su celular—. Oye, ¿de dónde lo sacaste?
—Estás tan concentrado que ni lo notaste, hasta te tomé una foto —la pelirroja le enseñó la fotografía que hace rato había subido a Instagram, ¿por qué demonios no le ponía bloqueo a la pantalla de su celular? Qué descuidado.
—Dame eso —el chico le quitó el teléfono de la mano a su "amiga" y se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta, sin siquiera mirarlo, ya tendría tiempo para hacer eso después. Volteó a ver hacia donde estaba Itachi y no lo vio, se le había escapado—. Joder…
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Aunque ya eran casi la una de la tarde, él apenas y se estaba despertando. Los fines de semana solía dormir bastante, ya que siempre estaba solo y lo único que tenía por hacer era salir a practicar baloncesto, Naruto nunca se preocupaba de levantarse temprano o de desayunar, lo cierto es que era muy descuidado con sus horarios alimenticios y con todo lo que consumía, ya que, por lo general, sólo era ramen.
Después de darse una ducha rápida y de poner a hervir un poco de agua para su ramen, el rubio notó que su celular estaba pitando. Cuando lo miró, se dio cuenta de que tenía unos cuántos mensajes de Hinata, de buenos días y cosas así. No pudo evitar sonreír tontamente antes de contestarle de vuelta, disculpándose por la demora.
Era difícil pensar en que ya tenía una novia, le hacía mucha ilusión, pero también estaba un poco nervioso, era la primera vez que tenía ese tipo de relación y no sabía muy bien cómo actuar, sólo sabía que le gustaba muchísimo Hinata, que nunca se había sentido así por ninguna chica, ella era demasiado linda y tierna, lo volvía loco completamente, no podía siguiera esperar para volver a verla.
—Ah, mi agua —dijo al escuchar el pitido de la tetera, que le indicaba que el agua ya había hervido. Dejó de lado el teléfono y fue a coger el recipiente de ramen, para verter un poco de agua caliente dentro y esperar a que su comida deliciosa estuviera lista. Estaba esperando a que acabaran los tres minutos, cuando el timbre de su departamento sonó.
Naruto se apresuró a abrir la puerta, encontrándose con alguien a quién no esperaba para nada ver, al menos, no en esa época del año, ya que él solía venir sólo para navidad y año nuevo a pasar esos días, pero apenas era noviembre.
—¿Ero-sennin? —preguntó incrédulo, observando al hombre de edad ligeramente avanzada, larga cabellera canosa y sonrisa ladina, el cual ingresó a su departamento sin recibir invitación—. ¿Qué estás haciendo aquí? Todavía falta bastante para diciembre.
—¿Así saludas a tu padrino? —contestó el hombre, evadiendo la pregunta de su ahijado, quién solamente le miraba confundido. Jiraiya era un novelista famoso y bastante premiado, aunque su literatura no era para cualquiera, sus novelas sólo eran aptas para adultos y eso lo ponía en una especie de pedestal para quiénes lo seguían, ya que adoraban las escenas subidas de tono y la manera especial que tenía el hombre de relatar los sucesos.
Naruto, que no había olvidado que su ramen ya debía estar listo, cerró la puerta y se sentó a la mesa, destapando el envase para soplar un poco el humo.
—No es normal verte por aquí tan pronto —contestó, frunciendo ligeramente los labios, aunque no podía negar que se sentía feliz, pues odiaba estar solo.
Jiraiya se sentó en el pequeño sofá de la sala de Naruto, el departamento era pequeño, pero contaba con el espacio justo para ser relativamente cómodo.
—He decidido hacer teletrabajo por ahora, mi investigación ya se completó, así que me quedaré un tiempo.
El rubio estaba un poco sorprendido con la noticia, ciertamente, era poco el tiempo que llegaba a compartir junto a su padrino, aunque, no podía sentirse más feliz en estos momentos, del modo que fuera, ya no iba a estar solo.
—¡Entonces prepararé otro ramen! —exclamó el emocionado chico, poniéndose de pie para ir en busca de otro envase de fideos instantáneos, mientras su padrino solamente asentía con la cabeza, sabía que el fuerte de su ahijado no era la cocina, pero agradecía el gesto.
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Matsuri ya había perdido la cuenta de las veces que Gaara la había besado, fueron tantos besos, tantos roces de labios, que ella ya no sabía siquiera si valía la pena contar. Podía sentir el aliento suave del pelirrojo tan cerca de ella, provocando que sus piernas temblaran, que su estómago se sintiera apretado y que sus manos sudaran como si estuviera dando un discurso frente a toda la escuela.
—G-Gaara-kun… —lo intentó llamar, siendo callada casi de forma inmediata por un nuevo beso del chico, quién la abrazaba por la cintura y continuaba saciando todas las ganas que había estado reprimiendo de tenerla así, de poder besarla y de demostrarle sus sentimientos—. Espe… espera, Gaara-kun —insistió Matsuri.
—¿Qué? —cuestionó él, frunciendo el ceño.
—Mi teléfono suena —contestó la chica, sacándose del pequeño bolso que traía el celular, el cual, efectivamente, no dejaba de sonar y titilar—. ¿Bueno? Ah, papá, sí, ya voy.
—¿Tu padre? —Gaara la miró curioso, entonces ella asintió con la cabeza, avergonzada—. Debes ir, pero antes… —separándose un poco de ella, soltó un hondo suspiro, todo lo que venía a decirle se le había olvidado, sólo se había concentrado en besarla, en hacer suyos esos labios que había deseado tanto—. Hay algo que quiero que sepas.
—¿Qué es, Gaara-kun? —cuando Matsuri lo miró a los ojos, sintió que se le iba a salir el corazón por la boca, Gaara era tan apuesto, era tan dulce con ella, no podía evitar derretirse ante él, lo adoraba, la volvía loca.
Gaara acarició la mejilla de la más baja, volviendo a acercar su rostro al de ella, para robarle un corto beso.
—Voy totalmente en serio contigo —aseguró, sorprendiéndola un poco—. Vine a buscarte para que lo supieras, porque te juro que estaba perdiendo la razón, me gustas mucho y no me arrepiento de lo que pasó aquí —atrapando las mejillas de Matsuri entre sus manos, la obligó a mantenerle la mirada—. Sé que puede que te asuste, he escuchado que nunca has salido con nadie, pero… sólo quiero que sepas que yo seré paciente y voy a respetar lo que sea que tú quieras —Gaara se sentía un poco torpe al decir todo eso, era la primera vez que se abría de ese modo con una persona, la primera vez que hablaba de lo que sentía tan sinceramente, era normal que le dieran nervios y sintiera vergüenza.
Por su parte, al escucharlo, Matsuri optó por abrazarlo con fuerza, estaba tan feliz de oír esas palabras, porque calmaban enormemente su ansiedad y su miedo, aunque sabía que aún tenía que encontrar el modo de decirle a Gaara que ella era su amiga de la infancia, porque no deseaba seguirle ocultando algo tan importante como eso.
—Gaara-kun, te quiero —confesó, con las mejillas rojas como un tomate, mientras él solamente se sentía estremecer.
—Yo también te quiero —correspondió, besándola una vez más, ahora que podía hacerlo, no pensaba perder ninguna oportunidad, Matsuri era la chica de sus sueños, la mujer que le revolucionaba el interior, no había nadie como ella en todo el mundo. Al separarse de ella, dibujó una leve sonrisa—. Te acompañaré, me gustaría ver cómo está Ino, sabes que no me agrada mucho, pero tampoco le deseo el mal.
—Vamos —contestó la castaña, tomando su mano.
Sus padres debían estar aún en la habitación de Ino, se suponía que se iban a despedir de ella y luego todos regresarían a casa, pero seguro se habían distraído más de la cuenta hablando con Inoichi, su padre era muy cercano al padre de Ino, siempre se la pasaban charlando de cosas en común, eran realmente buenos amigos.
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Sakura y Hinata habían aprovechado de ir a ver a Uno un rato, después de que apareciera Gaara y se llevara a Matsuri, ambas estaban seguras de que ahora esos dos estarían arreglando sus asuntos, así que no querían interrumpir. Se habían topado a los padres de Matsuri, a quiénes dijeron que la chica había ido al baño.
—Entonces, cerda, ¿cómo te sientes? —preguntó Sakura, provocando que la rubia frunciera el ceño.
—No me insultes, frentona, estoy convaleciente —se quejó, a lo cual, al verlas discutir nuevamente, Hinata sintió que sudaba frío.
—Chicas, por favor —decía la ojiperla. En eso, su teléfono comenzó a sonar, ella lo sacó de su pequeño bolso y sonrió cuando se dio cuenta de que se trataba de Naruto—. ¿Sí, Naruto-kun? Oh, sí vi tu mensaje —hablaba alegremente, siendo observada con curiosidad por las otras dos chicas—. Estoy visitando a Ino-chan en el hospital, oh, ya veo, entonces nos vemos en un rato…
Mientras ella continuaba hablando, Ino miró a Sakura, Hinata ignoraba a ambas olímpicamente, podrían haber estado haciendo un espectáculo de lucha libre ahí mismo y la ojiperla ni caso les haría.
—¿Acaso ya está saliendo con Naruto? —susurró la rubia, a lo cual, Sakura asintió.
—Todavía no lo creo, después de que se desmayaba con sólo verlo —contestó la peli rosa, también susurrando, pues su amiga ni siquiera las miraba, ellas podían hablar a sus anchas y Hinata ni en cuenta—. Pero me da gusto por ellos dos, son tal para cual.
—¿Y qué hay de Sasuke-kun? —Ino se acomodó sobre la cama, interrogando a la Haruno con mirada inquisidora, consiguiendo que ésta se ofuscara un poco.
—¿Qué con él? —evadió la pregunta. Todavía las cosas estaban raras con él, quería verlo, pero Sasuke insistía en que no tenía tiempo, ¿de verdad estaba tan ocupado?
—Nada, sólo que te noto extraña, ¿preocupada?
Cuando Sakura iba a contestar, Hinata interrumpió, acercándose a ambas.
—Sakura-chan, Naruto-kun me dijo que nos viéramos para ir al cine, pregunta si te gustaría ir también —invitó amablemente, pero Sakura no deseaba hacer mal tercio entre la pareja recién formada, así que negó rotundamente con la cabeza.
—No, no, no quiero estar en medio de los flamantes novios —dijo en tono de broma, poniendo un poco roja a la adorable Hyûga.
Ino, por su parte, no volvió a insistir sobre el tema de Sasuke, aunque sabía que algo estaba inquietando a su amiga.
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Después de haber dormido un poco, Sai se había levantado y se dio una ducha. Estaba un poco inquieto respecto al estado de Ino, aunque no sabía muy bien por qué le sucedía aquello, ciertamente, ella no le agradaba en lo más mínimo, no soportaba que siempre tratara de indagar sobre él o sobre lo que sentía hacia Matsuri, pero, de algún modo, se había acostumbrado a su presencia, al hecho de ver su cara berrinchuda, sus ojos azules tan hermosos, o la forma desafiante en que ella siempre lo miraba.
—Debo estar volviéndome loco —se dijo, sacudiendo la cabeza frente al espejo del baño, cuando se dio cuenta de que estaba pensando demasiado en ella. Se terminó de arreglar un poco el cabello y salió del baño, bajando hacia el comedor, en donde su madre se encontraba preparando el almuerzo.
—Por fin te levantas, hijo, ¿dónde estuviste toda la noche? Tu padre y yo estábamos preocupados —reclamó, frunciendo ligeramente el ceño. Aunque ella y su esposo sabían que Sai podía cuidarse perfectamente solo, aun así, les preocupaba que no llegara a dormir y ni siquiera avisara en donde iba a pasar la noche.
—Lo lamento, madre —contestó, sentándose a la mesa. Su padre no estaba, seguramente, había ido a trabajar—. Una amiga de la escuela fue hospitalizada, como no tenía quién cuidara de ella, me quedé a acompañarla, ya que tuvieron que operarla de emergencia.
—¿Qué? —la mujer de cabello castaño claro dejó de cocinar, mirando a su hijo con la boca abierta—. ¿Y está bien? —Sai asintió con la cabeza ante la pregunta, dejándola un poco más tranquila—. Bueno, aun así, debiste avisar al menos, Sai.
—Lo olvidé —confesó, soltando un suspiro.
—Te perdono por esta vez —dijo su madre, volviendo a concentrarse en el platillo que estaba preparando. Por su parte, Sai se puso de pie, caminando hasta el pequeño altar que conservaban en la sala de la casa, se trataba de un memorial sobre su hermano mayor, quién había fallecido hace ya algunos años. Sai y su hermano eran adoptados, ambos habían sido rescatados por sus padres de aquel orfanato en donde él solía ir a jugar con los niños, estaba muy agradecido con su familia, porque le habían salvado de vivir sin un hogar, cuando él tenía ocho años y su hermano diez. No olvidaba de dónde venía y, aunque no sabía quiénes eran sus padres biológicos, no le importaba en lo más mínimo, no lo necesitaba, ya que él lo tenía todo ahora.
Extrañaba mucho a su hermano, él había sido asaltado y asesinado cuando sólo tenía quince años, Sai contaba con trece años y fue muy difícil para él asimilar la pérdida, pero gracias a sus padres, había podido superarlo poco a poco, aunque ya nunca más fue capaz de sonreír como lo hacía antes, a menos que compartiera con los niños del orfanato, los únicos a quiénes les dedicaba su sonrisa genuina.
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Sari se encontraba en su habitación, estaba sentada en su escritorio, revisando su perfil de redes sociales, tenía bastantes notificaciones, como siempre, sobre todo en Instagram, en donde solía subir fotografías de todo tipo y era relativamente popular. Llevaba pensando toda la noche y parte del día en cómo procedería con la información que había recaudado sobre Gaara. No estaba segura de decirle a él la verdad, teniendo en cuenta que ya le gustaba Matsuri, quizá aquello sólo terminara por unirlos definitivamente.
Se revolvió el cabello, molesta, pues, aunque tenía una ligera idea, carecía de las pruebas para hacer su historia creíble, necesitaba obtener alguna evidencia que la respaldara, pero ¿qué cosa podría servirle?
—Pero mira nada más —murmuró, al ver entre sus sugerencias una cuenta cuyo dueño claramente conocía muy bien. Al hacer click e ingresar al perfil, por mera curiosidad, descubrió al chico posando en una fotografía bastante atrevida, sin camisa, dejando ver el buen cuerpo que éste poseía.
Unas cuántas fotos más del mismo estilo plagaban toda la cuenta de Instagram de Kankuro Sabaku No, que parecía no medirse en el hecho de enseñar lo que tenía. En una que otra foto, aparecía al lado de Gaara o de Temari, en otras pocas salían los tres, pero en la mayoría estaba él, enseñándolo todo.
—Pero qué presumido —murmuró la castaña, frunciendo ligeramente el ceño—. Cómo odio a los hombres que lo único que saben hacer es enseñar el cuerpo —decía para sí misma, abriendo una de las fotos. Se mordió el labio inferior y volvió a hablar—. Aunque el idiota este no está feo…
Después de un rato de revisar toda la cuenta, Sari se cansó y decidió que mejor haría otra cosa para distraerse, ver un par de vídeos, algo que tuviera sentido, porque ser stalker de ese tipo, definitivamente, no era el mejor de los panoramas.
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Matsuri y Gaara habían ido a ver a Ino a su habitación, mientras la rubia se encontraba descansando y mirando la televisión. Su padre le avisó que iría a casa a cambiarse y a tomar una ducha, ya que no había tenido tiempo ni de eso, mientras que los padres de Matsuri regresaron a casa temprano, después de despedirse de Inoichi Yamanaka.
—Ah, Gaara, viniste a verme —dijo Ino al verlo entrar, sonriendo ampliamente—. Pero no te hubieras molestado, estoy bien.
—Espero que pronto mejores —dijo el pelirrojo, siempre serio e indiferente, no cambiaba su actitud por nada, a no ser que se tratara de algo relacionado con Matsuri.
—Gracias —respondió la rubia, todavía un poco adolorida por la reciente operación. Miró de reojo a su prima, quién se le acercó y se sentó a un lado de ella—. Hinata y Sakura estuvieron aquí hace poco, pero se retiraron, mis tíos también se fueron, ¿no irás a tu casa? —preguntó, curiosa, ya que no entendía qué era lo que Matsuri hacía aún en el hospital.
—Sí, es que planeaba acompañarte hasta que el tío Inoichi regrese —contestó la castaña—. No me gustaría que te quedes sola mientras tanto, Ino-chan.
La rubia se sonrojó levemente, avergonzada por la actitud amable y cálida de la contraria.
—N-no tienes que hacerlo —se quejó, cruzándose de brazos y desviando la mirada. En eso, el celular de Matsuri comenzó a sonar como loco, así que la castaña se disculpó con ambos presentes y salió de la habitación para hablar con mayor comodidad. Ino miró a Gaara fijamente en ese momento, los dos se habían quedado solos en el cuarto—. Te gusta demasiado, ¿no es verdad? —preguntó, un tanto divertida al notar que Gaara había seguido con la mirada a Matsuri hasta que ésta abandonó el cuarto de hospital.
El pelirrojo, un poco avergonzado, solamente se hizo el desentendido.
—Eso no te importa —aclaró, carraspeando un poco su garganta, pero Ino dejó salir una sonora carcajada.
—Está bien, no tienes que ocultármelo, Matsuri ya me dijo todo, sé que se besaron —Gaara la miró un poco sorprendido, pero no alcanzó a decir nada, cuando Ino volvió a tomar la palabra—. No tienes que preocuparte por mí, ya no te pienso molestar, es aburrido si no cooperas —admitió, soltando un suspiro.
Gaara no pudo evitar sonreír de forma suave y ligera, casi invisible.
—Me alegra oír eso.
Después de unos momentos, Matsuri regresó, tan jovial y alegre como siempre.
—Era el tío Inoichi, dijo que regresará en menos de una hora, así que te cuidaré yo hasta que él aparezca, Ino-chan.
—Como quieras —contestó la rubia, un tanto molesta por ser cuidada por alguien como Matsuri, era como si se tratara de su niñera. Por otro lado, Gaara por primera vez no se sentía incómodo junto a Ino, después de que ella decidiera ya no molestarlo, se sentía más aliviado que nunca, porque significaba que nadie se interpondría entre él y Matsuri.
O eso creía él.
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Decir que Temari estaba frustrada era poco, estaba casi histérica. Mientras intentaba terminar una serie que hace poco había comenzado, no dejaba de cuestionarse por qué Itachi no atendía sus llamadas, ¿acaso estaría ocupado? ¿Estaba lleno de trabajo? ¿O estaba con otra…? Se sentía siempre tan estúpida ante esos pensamientos, él era muy distraído, nunca estaba pendiente de su celular y Temari lo sabía, pero, aun así, cada que no contestaba, ella se sentía insegura, ¿sería acaso por la gran diferencia de edad y estatus que había entre los dos?
Por lo que sabía, Itachi venía de una familia con mucho dinero, no por nada, los Uchiha eran bastante conocidos en el medio empresarial e incluso fuera de él. Itachi casi no le hablaba de su familia, sólo sabía que su hermano iba en la misma escuela, que estaba en el salón de Gaara, que ambos vivían con sus padres y nada más, pensar en que casi no conocía al hombre que amaba era muy abrumador.
Tic, tic.
El sonido de una notificación de Facebook le hizo pausar la serie que estaba viendo, tomando el celular a la velocidad de la luz, ansiosa de que fuera Itachi, pero no, sólo se trataba del estúpido de Shikamaru Nara, quien había comentado una foto que ella compartió, un meme matemático. Shikamaru era un chico listo, era obvio que entendería la broma, pero él sólo puso que era algo muy problemático como para que diera risa.
Temari soltó una carcajada.
—Sólo es un idiota —murmuró, sorprendida cuando el "idiota" le envió un mensaje privado, la burbuja del chat se abrió enseguida, así que Temari leyó el mensaje, que decía: "Hola, veo que eres bastante problemática, incluso para el humor"
La rubia pensó durante un momento su respuesta, no sabía qué decir, pero algo se le vino a la mente.
—No me digas… —repetía en voz alta, al tiempo que iba escribiendo—. Seguro que te ha costado un montón entender el chis… te —al terminar de escribir, revisando que no tuviera faltas de ortografía –se sentía como una idiota cuando eso le ocurría– envió el mensaje, sin poder dejar de observar la pantalla del teléfono, hasta que el "escribiendo" apareció en ella.
"Me has pillado"
Sonrió divertida ante la respuesta, nunca creyó que Shikamaru fuese de los que se rinden, pensó que lucharía un poco más, pero no fue así, él decidió darle la razón. Sin darse cuenta, siguieron intercambiando mensajes durante toda la tarde y ella ya no volvió a pensar en lo frustrante que era que su novio real no le contestara; su novio falso había conseguido llamar más su atención.
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Sakura se había despedido de Naruto y Hinata cerca del hospital, en donde éstos dos se habían reunido, se sentía un poco deprimida, ya que no había logrado hablar con Sasuke durante todo el día y lo extrañaba mucho. No había querido mirar su teléfono, no quería ilusionarse con que él le respondiera y que no hubiera ninguna contestación.
Iba caminando a casa, hacía un buen día y ya casi era la hora de la comida, seguramente su madre había preparado algo delicioso, como siempre hacía. Cruzando un enorme puente lleno de candados puestos ahí por las parejas, estiró un poco los brazos y sonrió, no quería seguir preocupada por tonterías, así que se dispuso llegar a casa llena de energías y esperar con paciencia a que su novio le contestara.
Tras llegar al otro lado del puente, notó que unos metros más adelante estaba Sasuke, le sorprendió verlo y sonrió como una boba, estaba por llamarlo, cuando notó que Karin, la prima de Naruto, aparecía al lado del azabache y ambos lucían como si llevaran un rato juntos, ella sonreía, mientras Sasuke tenía una expresión indescifrable en el rostro. ¿Sasuke no le respondía porque estaba con ella? En un solo segundo, sus dudas fueron respondidas, cuanto observó en vivo y en directo como la pelirroja besaba a su novio.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y sintió como su corazón se rompía en pedacitos muy pequeños, ni siquiera podía moverse, pero tampoco podía seguir viendo, así que apartó la mirada. Un autobús se detuvo justo frente a ella, pues estaba junto a la parada, así que se subió al mismo apenas pudo reaccionar, dejando atrás a esos dos.
Mientras tanto, Sasuke apartó a Karin de su lado, aunque no fue brusco, tampoco había sido cuidadoso.
—¿Qué te sucede? —cuestionó, enojado—. Karin, ¿por qué me besas?
La chica solamente bajó la mirada, había sido un impulso de su parte, no podía aguantar más lo que sentía por Sasuke y por eso lo había besado, pensó que, si seguía a su corazón, quizás, las cosas podrían tornarse a su favor, pero al ver la expresión del azabache, se dio cuenta de que no sería así.
—Lo siento, no sé en qué estaba pensando —se disculpó, mordiéndose el labio inferior, tenía que decirle todo a Sasuke ahora mismo, sino, se volvería loca—. Lo que pasa es que me gustas, Sasuke —confesó, mirándolo fijamente, usando toda la seguridad que tenía para no desfallecer—. Sé que tienes novia, pero… pero quería saber si puedes mirarme, aunque sea un poco, ¿no tengo ninguna oportunidad?
El azabache solamente negó con la cabeza, soltando un suspiro; no era la primera vez que algo así le ocurría, después de todo.
—Karin, lo lamento, yo quiero a Sakura —aseguró, tratando de calmarse, le agradaba Karin, no quería ser grosero con ella ni mucho menos hacerle daño, la consideraba una buena amiga—. Realmente la quiero, deseo hacer las cosas bien con ella y por eso no puedo fijarme en ti, perdón.
La pelirroja asintió con la cabeza, lo sabía, pero al menos tenía que intentarlo, ¿no?
—Entiendo —dijo, sonriendo de forma suave, solamente para ocultar el corazón roto que ahora tenía.
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Hinata y Naruto estaban juntos en el cine, viendo una película, ambos reían con las escenas graciosas y se susurraban comentarios sobre lo que acontecía, mientras el rubio se llenaba la boca de palomitas de maíz. Los dos lo estaban pasando increíble, así fue durante toda la película, hasta que ésta se terminó. Al salir del cine, Naruto aprovechó para tomar la mano de Hinata, la cual se sorprendió un poco, sintiéndose avergonzada.
—¿Y cómo estaba Ino? —preguntó él, ya que no había querido informarse antes respecto de eso, porque estaba concentrado en pasarlo bien con su novia.
—Ella está bien, fue atendida a tiempo —contestó la ojiperla, aferrándose a la mano de Naruto un poco más fuerte—. N-Naruto-kun… —lo llamó, bajando la mirada—. ¿Quieres que vayamos a comer algo?
El rubio se rascó la nuca, un poco nervioso, se sentía algo torpe estando junto a Hinata, ella era tan bonita y tan dulce, mientras él no tenía nada que ofrecerle, literalmente nada.
—Me gustaría, pero no traje más dinero —confesó, apenado, pero su novia solamente sonrió.
—Yo invito —contestó, sin dejar de observarlo. Conocía bien lo que había sucedido con los padres de Naruto, él mismo se lo había contado a modo de desahogo, aunque claro, no directamente a ella, sino a su alter ego de internet, todavía no había sido capaz de confesarle que ella era esa persona.
—P-pero yo soy el hombre —se quejó el Uzumaki, frunciendo ligeramente sus labios, a lo cual, Hinata volvió a sonreírle, acercándose ligeramente a él, para darle un beso corto. Antes habría encontrado inimaginable el hacer algo como eso, pero ahora que él era su novio, ahora que sabía que sus sentimientos eran correspondidos, ya no tenía miedo de mostrarle su afecto.
—Naruto-kun, ya estamos en el siglo veintiuno, las chicas también invitan —dijo con amabilidad, haciendo que Naruto bajara totalmente la guardia, pues ella tenía razón, así que no le quedó más opción que aceptar; todavía más, cuando su estómago sonó del hambre, haciéndolos reír a ambos.
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Cuando Sakura llegó a casa, se arrojó sobre su cama a llorar, ni siquiera saludó a sus padres o fue a comer, no tenía ganas de nada de eso, solamente podía repetir en su mente la imagen de Sasuke y Karin besándose, la cual le hacía sentir como una estúpida, Sasuke realmente se había hartado de ella y la cambió por la Uzumaki, una chica que, de seguro, le daba todo lo que él buscaba en una mujer.
—Sasuke-kun… —murmuró, escondiendo el rostro en la almohada. Se sentía como si estuviera rota, vacía, jamás había pasado por algo así antes, agradecía que ni su madre ni su padre la hubieran sentido llegar, porque le daría demasiada vergüenza que supieran que su hija era una tonta y una cornuda.
Su teléfono comenzó a sonar de pronto, estaba sobre la cama, se había caído ahí cuando ella se arrojó, así que notó que la pantalla se iluminaba, mostrando el nombre de su novio en ella. Se mordió el labio inferior y se secó las lágrimas, observando aquel nombre durante un par de segundos más, hasta que la llamada se cortó. No pasaron siquiera diez segundos, cuando una segunda llamada entró, ¿ahora resultaba que él quería hablar con ella, cuando toda la mañana la ignoró? Claro, seguro ya no estaba con Karin.
Sakura, furiosa, agarró el celular y le quitó la batería, así no tendría que ver más llamadas de él ni de nadie.
—Estúpido… —murmuró, echándose a llorar una vez más.
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Después de despedirse de Karin, Sasuke había regresado a su casa, Itachi todavía no llegaba, suponía que se había ido a reunir con su "otra novia". Aún no podía creer que su hermano estaba jugando a los dos bandos, se preguntaba cómo lo hacía Itachi para pasar como una persona recta e incorruptible, cuando cometía ese tipo de actos inmorales. Estaba seguro de enfrentarlo apenas tuviera la oportunidad, o al menos, de exponerlo, no podía permitir que su hermano se siguiera haciendo el santo.
Al estar finalmente en su hogar y revisar con tiempo y calma su celular, notó los mensajes de Sakura, también que ella había comentado esa dichosa foto que le tomó Karin, debía admitir que la chica al menos era buena fotógrafa, captó su mejor ángulo. Revisó los mensajes, ella le había escrito algunos, así que respondió, pero como Sakura no parecía estar conectada, decidió que mejor la llamaría.
Intentó una vez, pero ella no contestó, así que frunció el ceño y volvió a llamar, sin embargo, repentinamente, Sakura le colgó. Al llamar una tercera vez, la voz automática anunciaba que ella había apagado su equipo.
—¿Qué? —se preguntó, intentando una cuarta vez, pero sucedió lo mismo que en la ocasión anterior, ¿acaso su novia no quería hablar con él? ¿Se habría enojado por algo?
No era algo raro que Sakura se enojara, su novia tenía su carácter, pero no recordaba haber hecho nada malo, ¿o sí? ¿Era porque se tardó en responderle? No, no podía ser, ella no era tan infantil, entonces, ¿qué había pasado?
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Cuando Kankuro invitó a una cita a Tenten, esto no era precisamente lo que tenía en mente, tenía la errónea idea de que a todas las chicas les gustaba ir a ver una película, comer algo y luego, quizás, salir a pasear por el parque, pero él sabía que esta chica no era igual a las demás, Tenten no era alguien con ese tipo de ambiciones, ella sólo esperaba divertirse junto a la persona que estuviera a su lado, de un modo que les agradara a ambos, por eso, cuando la chica le dijo que quería practicar un poco de lucha, no se sintió decepcionado, sino emocionado. Ambos vestían uniformes de karate, aunque Kankuro no conocía nada de las bases del deporte, era muy rápido en aprender cada cosa que ella le señalaba, incluso si la castaña lo arrojaba al suelo un par de veces.
—Auch, eso dolió —se quejó el chico, luego de ser golpeado contra el suelo de lona una vez más, aunque su caída estaba ensayada por Tenten para no provocarle ningún daño.
—Eres un llorón —dijo la chica, sentándose a un lado de su amigo, el cual permanecía aún recostado sobre el piso. La castaña le extendió su mano, pero cuando él iba a tomarla, ella la apartó, sonriente—. También eres demasiado confiado.
—Qué mala eres —reclamó Kankuro, sentándose junto a Tenten, la cual estaba mirando por la ventana en ese momento, así que él aprovechó de apreciar lo bonita que era—. No sabía que tu familia tuviera una escuela de karate —comentó, intentando desviar su atención del rostro de la joven, la cual le observó.
—Eres el primer chico que no me llama loca por invitarlo a practicar conmigo —habló ella, apoyando sus dos manos sobre el piso, para echarse un poco hacia atrás—. Neji solía venir… aunque sólo al inicio, después ya no quiso, él es realmente bueno.
Kankuro no pudo evitar fruncir el ceño al oírla, aunque no era muy común que Tenten le hablara de su ex, no era algo que le agradara que sucediera.
—¿Aún lo quieres mucho? —cuestionó, recargando el antebrazo sobre su pierna flexionada, mientras, por dentro, se mordía el labio inferior, le daba mucho miedo escuchar algo afirmativo, sin embargo, la respuesta no llegó.
—Prefiero no pensar en eso —dijo Tenten, poniéndose de pie y sacudiéndose el uniforme—. Venga, Kankuro, ponte de pie, te volveré a patear el trasero.
—Eso crees —el castaño se levantó también, mirándola de modo desafiante, no estaba dispuesto a seguir perdiendo, ni ante ella, ni mucho menos ante Neji Hyûga—. Ven aquí, Tenten, te haré llorar —advirtió.
La chica no perdió el tiempo, yendo hacia él con una patada limpia, luego unos cuantos golpes que Kankuro esquivó bastante bien, así que Tenten dio un giro sobre sí misma y volvió a atacarlo con una patada, esta vez, más potente, la cual el chico recibió de lleno en el estómago, pero no soltó la pierna de Tenten.
—¡Eso es trampa! —exclamó ella, aunque a él no le importó, la soltó de golpe y la hizo caer al suelo, tropezándose junto con ella y cayéndole encima—. ¡Kankuro, cómo te atreves! —Tenten le dio un golpe en los hombros, mientras él solamente se reía a carcajada limpia.
—¿Quién llora ahora?
La chica frunció el ceño, chasqueando la lengua, sabía que esa jugada no era justa, pero realmente no importaba, lo estaban pasando bien juntos, así que, al cabo de unos segundos, también se empezó a reír. Mientras ella mostraba felicidad, Kankuro volvió a perderse en su rostro, sentía el impulso de besarla, pero no quería echar a perder el buen momento, así que, con todas sus fuerzas, se contuvo, levantándose de encima de ella.
—Es bueno que sonrías mucho, te ves más bonita —comentó, sin notar que Tenten se sonrojaba un poco, nadie solía decirle que era bonita.
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En el hospital, Neji se encontraba nuevamente visitando a Lee, a pesar de lo idiota que éste era, se trataba de su mejor amigo, sin importar lo distintos que ambos eran, llevaban mucho tiempo de conocerse y de apoyarse mutuamente. El pelinegro se encontraba comiendo una manzana, no soportaba más la comida del hospital, por eso prefería mil veces una dulce fruta.
—¿Entonces no le explicaste a Tenten? —preguntó el enfermo, el cual solamente observaba a su consternado amigo, que lucía realmente afectado.
—Ya sabes cómo es, no me dejó ni hablar —contestó, soltando un hondo suspiro—. Ella cree que estuve saliendo con ella por una apuesta —añadió, frunciendo el ceño—. Es una tonta, entendió todo mal, además, no sé de dónde pudo oírlo.
—¿Te refieres a esa apuesta que hicimos de que no serías capaz de decirle que te gustaba? —Lee se llevó una mano al mentón, pensativo—. ¡Ah! —exclamó de pronto—. ¿Entonces escuchó cuando estabas hablando conmigo ese día? Creo que fue cuando Sakura-san estaba de cumpleaños, ¿recuerdas que te llamé para pedirte que le dieras un mensaje por mí? Ese día hablamos sobre eso.
Neji abrió sus ojos con sorpresa, era verdad, ese día habló por teléfono con Lee al respecto, ¿entonces Tenten malinterpretó las cosas?
—Genial, todo por esa estupidez —se revolvió el cabello y miró hacia el piso, sabía que no era así, sabía que él tenía la culpa de que Tenten le haya perdido la confianza y no quisiera verlo, no era sólo el malentendido de la apuesta, sino todas las cosas estúpidas que él hizo después.
—Deberías insistir y hablar con ella, o dile que venga a verme y yo le explico —propuso el pelinegro, pero el Hyûga negó con la cabeza, todavía manteniendo su vista en el piso.
Eso no iba a servir, no podía cargarle sus culpas a Lee, sería algo irresponsable y cobarde de su parte.
—No, a mí me corresponde aclararlo con ella, pero gracias —fue todo lo que dijo, después de eso, hablaron de otras cosas, después de todo, eran amigos con muchos temas pendientes.
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Era ya de noche cuando la familia de Matsuri estaba fuera de la casa de sus vecinos, tocaron el timbre y esperaron a que éstos salieran. La persona que abrió la puerta fue Temari, la rubia lucía muy linda, aunque se veía un poco apagada, Matsuri tenía en mente preguntarle más tarde cuál era el problema.
Cuando ingresaron a la sala, vieron que Kankuro estaba ahí, jugando alguna clase de videojuego junto a su hermano menor, el cual se descuidó apenas vio entrar a la castaña, por lo que perdió rotundamente.
—¡En tu cara, Gaara! —exclamó el mayor, pero su hermano lo ignoró, parándose del sofá para ir a saludar a sus vecinos e invitados. No entendía muy bien por qué a su madre se le había ocurrido la brillante idea de invitar a los vecinos a cenar, pero le parecía que Matsuri se veía hermosa con ese vestido rosa pastel y sus mejillas ligeramente sonrojadas.
—Hola, señor y señora Koyama —saludó, haciendo una ligera reverencia, mientras sus hermanos reían por lo bajo, Gaara hacía todo lo posible por ganarse a sus futuros "suegros". Después de saludar a los mayores, el pelirrojo observó nuevamente a la hija de ambos, delineando una suave sonrisa—. Hola, Matsuri.
—H-hola, Gaara-kun —respondió Matsuri, sus mejillas ardían cada vez más al recordar los besos de Gaara en el hospital, no podía olvidarse de esa sensación, era algo maravilloso que ansiaba repetir.
La madre de los Sabaku No llegó desde la cocina, acompañada de su esposo Rasa, quién saludó a sus vecinos con su habitual seriedad. No dejó de observar a la pequeña hija de sus vecinos, no se llevaba mucho con ellos, pero tenían un trato cordial, así que no le parecía mal conocerlos un poco, como había dicho Karura, era posible que se convirtieran en familia.
—Me alegra que hayan llegado —dijo Karura, saludando a sus invitados con alegría—. Por favor, pasemos al comedor —invitaba, señalando hacia donde tenía ya lista la mesa para todos—. Ayako-san, qué guapa —halagaba a la madre de Matsuri mientras amabas se perdían tras la puerta.
Temari también fue hacia el comedor, mientras Kankuro apagaba la consola de videojuegos, se sentía muy animado, a pesar de que le dolía el cuerpo después de haber estado practicando movimientos de karate con Tenten. Él, junto a su padre, entraron al comedor, dejando a Gaara y a Matsuri a solas.
—Te ves muy linda —dijo Gaara, provocando que un sonrojo más fuerte apareciera en el rostro de la castaña—. Ven, vamos antes de que nos vengan a buscar.
—Sí —la chica asintió, siguiéndolo hacia el comedor.
La cena fue bastante tranquila, a pesar de que Gaara estaba un poco asustado de que sus hermanos o su madre fuesen a hacer algún chiste estúpido respecto a su relación con Matsuri, eso no sucedió, pero sentía escalofríos recorrer todo su cuerpo a cada momento, pues Ryu, el padre de Matsuri, no dejaba de verle con el ceño fruncido, realmente no parecía caerle bien.
Después de acabar de comer, Gaara llevó discretamente a Matsuri hasta el patio trasero de su casa, los demás no paraban de hablar de temas que sólo ellos entendían, hasta Kankuro y Temari se habían integrado, así que al chico le pareció el momento propicio para quedarse a solas con ella.
—A tu papá en serio no le agrado —comentó, soltando un leve suspiro, pero Matsuri solamente sonrió, negando con la cabeza.
—No es eso, él solamente piensa que lo quiero cambiar por ti —respondió, avergonzándose un poco después de darse cuenta de lo que había dicho—. Eh, q-quise decir…
—¿Lo quieres cambiar por mí? —Gaara la interrumpió, un tanto divertido—. Es normal, soy más joven y guapo —bromeó, pero la chica frunció el ceño al escucharlo.
—Oye, mi papá es el mejor —reclamó.
Gaara estaba de acuerdo en ello, podía ver lo mucho que el señor Koyama se preocupaba de su hija, cuánto la quería, por esa razón, no lo tenía a él en su lista de personas favoritas, seguramente no quería que llegara a lastimar a Matsuri, pero Gaara no planeaba hacerlo.
—Oye… —la llamó, tomando su mano, haciendo que el corazón de la castaña se acelerara—. Sobre lo de hoy en el hospital…
Matsuri sintió que las piernas le temblaban, mirando hacia el suelo.
—¿Qué pasa con eso?
Al darse cuenta de que ella no lo miraba, Gaara la tomó del mentón, obligándola a verlo a los ojos, necesitaba ver sus hermosos ojos todo el tiempo.
—No terminamos de hablar —dijo él, acercando un poco su rostro al de la más baja, la diferencia de alturas era considerable, así que tuvo que encorvarse un poco—. Yo quería preguntarte algo.
—¿Qué cosa? —la chica se sentía tan pequeña estando junto a él, al tenerlo tan cerca, era como si se hubiera embriagado de él, de su rostro, de su piel, incluso de sus besos, no hacía más que anhelar estar mucho más cerca suyo.
El pelirrojo tragó saliva, no sabía si era demasiado rápido, pero no podía aguantar más esta situación, el no saber qué eran ahora, necesitaba saberlo.
—¿Quieres ser mi novia? —le preguntó a Matsuri, observando la sonrisa que se formaba en los labios de ella. Matsuri sabía que todavía estaba pendiente el decirle la verdad, que aún tenía que contarle que ella era su amiga de la infancia, pero, en ese instante, en ese pequeño momento, todo lo que deseaba era demostrarle sus sentimientos.
—Sí —respondió en un susurro, justo antes de que Gaara volviera a besarla, sintiéndose el más dichoso ser sobre la tierra, por fin la chica que quería era su novia, finalmente, Matsuri era suya.
Desde la ventana de la sala, el padre de Matsuri lloraba graciosamente, mordiéndose la corbata del traje, mientras Karura y Ayako solamente aplaudían llenas de felicidad. Rasa estaba de brazos cruzados, sonriendo quedamente, mientras Kankuro y Temari tomaban sus celulares para tener un pequeño recuerdo.
Sí, toda la familia había estado espiando a la nueva pareja.
Continuará…
