Capítulo 19: Novios

Aquella mañana, Matsuri se levantó un poco tarde, ya que no había dormido casi nada, puesto que habló por teléfono hasta tarde con su novio. Se sentía muy extraña al decirlo, pero no por eso, no se sentía feliz, Gaara realmente era su novio ahora y eso la llenaba de emoción y nerviosismo a la vez.

Después de darse una ducha y de ponerse el uniforme del colegio, bajó a desayunar con sus padres. Su mamá estaba friendo algunos huevos, los cuales puso en su plato apenas ella se sentó.

—Parece que te costó un poco despertar, cariño, no deberías hablar hasta tarde con tu novio —dijo Ayako, sonriendo al notar que su hija se sonrojaba ligeramente, mientras que su esposo arrugaba las hojas del periódico que estaba leyendo.

—Sí, mamá —respondió Matsuri, comenzando a desayunar en silencio, ya que se sentía un poco cohibida de hablar esos temas con sus padres, sobre todo con su padre, que no se veía nada feliz por su nueva relación.

Ryu siempre había visto a Matsuri como una bebé, incluso si ya tenía dieciséis años, le seguía pareciendo que ella era su princesa, era como si tan sólo ayer le hubiese llamado papá por primera vez, pero ahora ya tenía novio, no quería imaginar que en un tiempo más, tal vez se iría de la casa a formar su propia familia, aquello le deprimía terriblemente.

—Cariño, ¿quieres que te lleve a la escuela? —le preguntó a su hija, la cual se estaba bebiendo un vaso de leche. En ese momento, el celular de Matsuri sonó con una notificación y ésta leyó la pantalla para ver de qué se trataba, tecleó un par de veces y luego miró a su padre.

Ella negó con la cabeza, para luego sonreírle.

—No, gracias, papá, iré con Gaara-kun y sus hermanos.

Como solía hacerlo casi todos los días, el corazón de Ryu Koyama fue destrozado por la frialdad de su hija, al preferir a un muchacho que a su progenitor. Matsuri terminó de desayunar, se despidió de sus padres y salió hacia la calle para juntarse con sus vecinos, quienes ya le debían estar esperando.

—Ayako… —llamó el castaño a su esposa—. ¡Mi hija ya no me quiere! —exclamó dramáticamente, mientras su mujer se le acercaba, palmeándole la espalda.

—Claro que te quiere, Ryu, no digas bobadas —trataba de consolarlo, aunque debía admitir que ver llorar y dramatizar a su esposo era algo gracioso.

Matsuri salió de la casa y se encontró a Gaara parado afuera, el cual dibujó una pequeña sonrisa en sus labios con tan solo verla, no podía recordar ninguna otra mañana en donde le haya parecido que Matsuri era tan bonita, ¿sería acaso porque ahora era su novia?

—Buenos días, Gaara-kun —lo saludó la castaña, bajando la mirada tímidamente; nunca había tenido un novio antes, no estaba segura de cómo debía actuar ante él—. ¿Uh? —exclamó al notar que sólo Gaara estaba ahí—. ¿Y tus hermanos?

—Se adelantaron, tenían examen —contestó el pelirrojo, tomándola de la mano, lo cual provocó que toda la cara de la chica se pusiera roja como un tomate, a la par que el calor se apoderaba de ella—. Vamos, estamos retrasados.

—S-sí —contestó Matsuri, entrelazando sus dedos con los de Gaara, gesto que para él no pasó desapercibido y que le dio confianza para apretar un poco más su agarre.

Y así, tomados de la mano, caminaron hacia la parada de autobús que los llevaría a la escuela. Éste no tardó mucho en aparecer, por lo que ambos subieron y se sentaron, Matsuri junto a la ventana y Gaara junto al pasillo.

—Gaara-kun —lo llamó la castaña, apretando un poco más su mano—. Tú… ¿has logrado recordar más cosas? —preguntó curiosa y preocupada, a lo que él negó rápidamente con la cabeza.

—No, ¿por qué? —cuestionó, algo confuso.

—Por nada —dijo Matsuri, bajando la mirada y sintiéndose aliviada. Era cierto que había decidido decirle la verdad a Gaara, pero primero deseaba consultarlo con sus hermanos, no quería mentirle a su novio, engañarlo era lo último que deseaba en el mundo.

Gaara observó su expresión, ella lucía inquieta y nerviosa, así que la tomó del mentón para obligarla a verlo.

—¿Pasa algo? —le preguntó, mirándola a los ojos. Pudo ver el momento en que las mejillas de Matsuri se tornaron rojas y sonrió ante ello, al saber que él lo provocaba.

La chica se mordió el labio inferior.

—N-no…

—Matsuri… —Gaara frunció el ceño, su voz ronca y su mirada penetrante no hacían más que ponerla de los nervios—. Oye, no hagas eso delante de mí.

—¿Q-qué cosa, Gaara-kun? —preguntó confusa, parpadeando varias veces seguidas, pero sintió que su respiración se detuvo cuando Gaara se acercó a su oído para susurrarle, parecía que ni siquiera le importara que hubiera otras personas en el autobús.

—Morderte los labios —dijo el pelirrojo—. Eso sólo yo puedo hacértelo.

—Gaara-kun —se quejó la chica, dándole un pequeño e indoloro golpe en el hombro, mientras sentía que su cara hervía y echaba humo por la vergüenza. Nunca pensó que Gaara fuese del tipo atrevido en sus relaciones.

Gaara solamente se rio, volviendo a sentarse derecho, a lo que Matsuri aprovechó para apoyar la cabeza sobre su hombro y así viajar juntos hasta llegar a la parada de la escuela.

Cuando llegaron a la parada de la escuela, los dos se acercaron caminando, Gaara le tomó la mano a Matsuri y ella se puso nerviosa, sabía que todos se darían cuenta de su relación, así que soltó rápidamente del agarre, pero él volvió a tomarla, más firmemente.

—¿Qué sucede? —le preguntó, notando lo inquieta que ella estaba. Su novia bajó la mirada, sin detener sus pasos, hasta que llegaron a la gran puerta, en donde otros estudiantes también ingresaban.

—Nada, Gaara-kun —le respondió—. Es sólo que pensé que iba a ser incómodo para ti que todos pregunten por qué venimos de la mano —confesó, pero su novio negó con la cabeza, mostrándole una suave sonrisa, para luego encogerse de hombros.

—No me incomoda para nada —fue todo lo que dijo, apurándose para caminar más rápido. Cuando llegaron a su salón, los estudiantes que ya estaban ahí los miraron con sorpresa, en especial, cierta chica de cabello castaño, la cual se sintió furiosa, el solo hecho de que ellos dos entraran juntos y tomados de la mano, despertó su odio hacia Matsuri.

—¡Buenos días, chicos! —exclamó Naruto, corriendo a saludarlos, tan enérgico como siempre, hasta que notó sus manos tomadas—. ¿Uh? ¿Y eso? —los señaló—. ¿Acaso ya están saliendo?

Matsuri se sonrojó como un tomate, parecía que esta mañana estaba siendo la más vergonzosa de su vida, pero Gaara no tuvo ningún problema en asentir.

—Así es —respondió como si nada.

—Vaya, felicidades —dijo el rubio, apoyando una mano sobre el hombro de su amigo—. Eso quiere decir que ambos tenemos novia, deberíamos ir a celebrar con una cita doble —su sonrisa maliciosa no se hizo esperar, Gaara no pudo evitar que le diera un poco de risa.

—Claro —fue todo lo que respondió.

Después de eso, Matsuri pasó a sentarse junto a sus amigas, Hinata no tardó en felicitarla, Sari la ignoró olímpicamente y Sakura sólo miraba por la ventana, parecía ida.

—¿Qué le sucede? —le susurró Matsuri a Hinata, la cual se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—No tengo ni la menor idea —respondió la peli azul, también susurrando.

Desde que había llegado, Sakura estaba así, no hablaba con nadie y sólo miraba por la ventana, incluso había ignorado a Sasuke, quien ahora estaba muy enojado porque su novia no le hacía caso, aunque ese enojo se le olvidó al ver entrar a su hermano mayor, ya que tenían clases con él.

—Buenos días, alumnos —dijo Itachi, poniendo su maletín sobre el escritorio.

—¡Buen día, sensei! —exclamaron los alumnos, haciendo una leve reverencia, aunque Sasuke ni siquiera se molestó en ello, no dejaba de mirar a Itachi con enojo, estaba seguro de que el idiota de su hermano estaba jugando a dos bandas. Miró de reojo a Gaara, frunciendo el ceño, ¿sería buena o mala idea decirle que Itachi andaba con su hermana mayor?

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Cuando sonó el timbre para salir al primer receso, Sari se puso de pie de un golpe, apoyando sus dos manos sobre el pupitre, buscó con la mirada a Matsuri y la vio como si la fuese a matar, la pobre chica hasta tembló al darse cuenta de ello.

—Matsuri, quiero hablar contigo —dijo con seriedad.

—C-claro… —respondió ésta, poniéndose de pie con nervios. Gaara se le acercó al darse cuenta de lo que estaba pasando, era obvio que Sari le iba a reclamar a su novia por la relación que tenían, esa chica era una entrometida y una cizañera de lo peor.

—Matsuri —habló él, tomando su mano—. Si me necesitas me llamas, ¿está bien?

La chica le sonrió y le asintió, luego se alejó junto a Sari. Gaara se cruzó de brazos y se sentó sobre la mesa, soltando un suspiro, tan sólo esperaba que Sari no le hiciera ningún daño a Matsuri.

—Hey —escuchó la voz de Sasuke, el cual se había parado frente a su persona, mirándole con seriedad—. Gaara, tengo que decirte algo —aseguró, captando la atención del pelirrojo, pues no era muy usual que Sasuke le dirigiera la palabra, a menos que Naruto estuviera con ellos.

—Claro, dime.

Sasuke abrió su boca para hablar, pero en ese momento, Sakura se puso de pie a su lado y le tocó el hombro.

—Necesito hablar contigo —dijo la peli rosa, a lo que Sasuke frunció el ceño, no entendía qué pasaba con ella, primero lo ignoraba y le colgaba las llamadas y ahora le pedía hablar. Volteó a ver a Gaara y éste le indicó que lo esperaría, así que Sasuke salió del salón junto a Sakura.

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Sari y Matsuri llegaron hasta el patio de la escuela, aquella zona donde no iban muchos estudiantes, así podrían hablar sin interrupciones o molestias.

—¿Qué significa esto, Matsuri? —reclamó la chica, claramente furiosa—. O sea, tú sabías que me gustaba Gaara, ¿y ahora eres su novia? ¡Eres la peor amiga del mundo!

Matsuri abrió sus ojos con sorpresa, a decir verdad, lo había olvidado por completo, ni siquiera recordaba que Sari le había pedido ayuda para acercarse a Gaara una vez, incluso ese día ella negó tener algo con el pelirrojo. Parecía que si era la peor amiga del mundo.

—Y-yo… —tartamudeó, bajando la mirada—. Lo siento mucho, Sari-chan, no pensé para anda en lo que ibas a sentir…

Sari estaba borda de la ira, tenía ganas de darle una paliza a Matsuri, ¿cómo se atrevía a salir con el chico que a ella le gustaba? ¿Quién se creía que era para hacer eso?

—Tú… —alzó su mano, dispuesta a estampar la palma contra la mejilla de su amiga, se dio el impulso, pero a medio camino se detuvo, volviendo a bajar la mano, una idea pasaba por su cabeza en ese momento, una idea brillante.

—Sari-chan, de verdad lo lamento —continuó hablando Matsuri, ajena a las ideas perversas que se cocinaban en la mente de su amiga, pues continuaba con la vista gacha—. Yo sé que somos amigas y que traicioné tu confianza al no decirte nada, p-pero me gusta mucho Gaara-kun y… —se cubrió el rostro con ambas manos, para evitar llorar—. Si tú quieres yo… yo terminaré con él —dijo, aunque la sola idea le hacía doler el corazón, ella quería mucho a Sari y no deseaba lastimarla.

¿De verdad Matsuri era tan tonta? Eso fue lo que Sari pensó al oírla, aunque se sintió ligeramente tentada a decirle que sí, pero no, no iba a dejar que se lavara las manos fácilmente de esto.

—Claro que no, tonta —respondió, abrazando a Matsuri, intentando calmarla para que no fuera a llorar— Está bien, Matsu, no pasa nada —aseguró, soltando un suspiro—. No tienes que hacer algo tan tonto por mí, si ustedes se gustan, está bien que estén juntos.

La castaña la miró con sus brillantes ojos negros aguados, se sentía muy mal por haber hecho enojar a Sari.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, es en serio —dijo, asintiendo con la cabeza y sonriendo, para luego volver a abrazar a su amiga—. Perdón por enojarme, no tiene sentido, sé muy feliz con Gaara, ¿sí?

—Sí, Sari-chan —respondió Matsuri, asintiendo con la cabeza y secándose las lágrimas que estaban a punto de salir de sus ojos—. Te quiero mucho, ya no quiero que estemos alejadas —añadió, pues siempre había considerado a Sari como una de sus queridas amigas, le dolía que las cosas no fuesen como antes entre ellas.

—Ya no estaré más alejada —dijo Sari, esbozando una enorme sonrisa.

Por un instante, en serio había pensado en dejar todo así, en volver a ser amiga de Matsuri como lo era antes, pero no, ¿por qué siempre Matsuri se tenía que salir con la suya? No, no quería que las cosas fueran así, por eso, sólo iba a fingir, para dar el golpe cuando menos lo esperara.

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Naruto y Hinata estaban caminando por el patio de la escuela, yendo a sentarse a un banco que estaba cerca de la salida de la cafetería. La chica llevaba un jugo de fruta en caja en sus manos, bebía con la pajita, mientras él comía un poco de melonpan. Cuando Hinata se sentó, Naruto se quedó de pie a su lado.

—Ah, recordé que a mi amiga del internet le gusta este dulce —comentó casualmente, pero apenas la ojiperla lo escuchó, se atragantó con el jugo.

—¿A-amiga de internet? —preguntó nerviosa. ¡Había olvidado por completo lo del internet! No le dijo a Naruto que ella era esa amiga, ¿se iría a enojar si se lo decía ahora? Quizás se vería como una acosadora frente a él.

El rubio se sentó a su lado, dándole una mordida al melonpan, éste tenía un sabor inusual para él, que nunca lo había probado antes, pero hoy tuvo curiosidad cuando lo vio.

—Sí, es una chica muy simpática que conocí por el chat —respondió, sin notar la reacción de su novia—. ¿Sabes? Te la presentaré un día, bueno… no conozco su cara, pero es buena, te caerá bien.

La chica no dijo nada, solamente volvió a beber de su jugo, encogiéndose un poco en su lugar, no sabía cómo contarle a Naruto que eso de conocer a su amiga no iba a poder llevarse a cabo, pues ella ya estaba ahí, de cuerpo presente.

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—¿Qué pasa? —Sasuke frunció el ceño cuando notó que Sakura no lo miraba.

Ambos habían ido a parar al rincón detrás de las escaleras del tercer piso, él estaba apoyado contra la pared y ella solamente veía hacia el piso, parecía enojada, pero no hablaba, estaba comenzando a exasperarlo.

—Sakura —insistió.

Ella levantó finalmente la mirada, viéndolo con sus ojos llorosos. Esa imagen lo hizo callar como si le hubieran dado una bofetada, ¿por qué Sakura estaba así? ¿Qué estaba pasando?

—Últimamente has estado actuando raro —comenzó a decir ella—. Me has ignorado, no respondes mis mensajes y muchas veces pareces muy distante, tenía miedo de pensar que estabas enojado conmigo porque he evitado… ya sabes… —la Haruno volvió a mirar al suelo, aferrando sus dos manos al borde de su falda, estaba temblando, sentía que se le partía el corazón en dos—. Pero… luego de lo que vi, entendí todo, Sasuke-kun.

Él la observó confundido, no entendía anda de esto, ¿se había estado portando así con ella? Ni siquiera se dio cuenta.

—¿De qué estás hablando? —cuestionó, frunciendo aún más el ceño—. ¿Qué fue lo que viste?

Sakura se secó una lágrima, no quería mirarlo, sabía que no tendría las fuerzas si es que veía sus ojos.

—Ya sé que te gusta otra chica, Sasuke-kun, lo entiendo, después de todo, yo no te doy lo que quieres.

—¿Qué? —el azabache arqueó una ceja, ahora sí que estaba confuso, ¿de qué se suponía que se había perdido? ¿Cómo que le gustaba otra chica y recién se enteraba de ello?

—No lo niegues, ¿sí?

—Sakura —el Uchiha apoyó sus dos manos sobre los hombros de su novia, estaba consternado, no soportaba verla así—. Te juro por dios que no tengo idea de qué me estás hablando, ¿podrías explicarme?

La peli rosa apartó sus manos de un golpe.

—No me toques —dijo enojada, pero llorando—. T-terminamos, Sasuke-kun —tras decir aquello, salió corriendo, dejando a Sasuke con la boca abierta.

Parpadeó un par de veces, sin poder creer lo que acababa de suceder, ¿Sakura le había terminado? ¡Pero si él no había hecho nada malo! Se llevó las dos manos a la cabeza, revolviéndose el cabello, realmente Sakura terminó con él, pero ¿por qué?

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Las primeras clases del día habían terminado rápido, durante el almuerzo, Tenten se había juntado con Temari para comer juntas y charlar un rato, ambas se habían vuelto grandes amigas desde que se conocieron, pero todavía Temari no le tenía la confianza suficiente como para contarle sobre su romance secreto, de hecho, igual que el resto de estudiantes, Tenten pensaba que el novio de Temari era Shikamaru.

—¿En serio tú hiciste esto? —cuestionó la rubia, sacando un poco del bento de su amiga—. Está realmente delicioso, no sabía que podías cocinar tan bien.

Tenten sonrió, cocinar se le daba bien, aunque no solía hacerlo seguido.

—No sólo soy buena dando palizas —dijo a modo de broma. Temari le correspondió la sonrisa y Tenten vio hacia el frente, Neji Hyûga iba pasando junto a uno de sus compañeros de clase, él lucía serio e impecable como siempre, pero volteó a ver a Tenten y ésta enseguida desvió la mirada.

—¿No has hablado con él desde que terminaron? —preguntó Temari, notando a la castaña negar con la cabeza—. Todavía no entiendo cómo es que ese idiota fue capaz de hacerte algo tan feo, se ve como una persona muy correcta e integra.

La mueca que hizo Tenten al escucharla mostraba su dolor, no podía entender a Neji, pensaba que nunca lo haría.

—Él es una persona difícil —fue lo que dijo—. Yo realmente lo quiero mucho, no sabes cuánto, por lo mismo me estaba volviendo una tonta —soltó un suspiro al recordar lo sumisa que se comportaba con Neji, se sentía avergonzada de sólo acordarse—. Creo que el amor nos cambia y nos vuelve más vulnerables, ¿no crees?

Temari asintió, podía entender a Tenten, ella no estaba pasándolo del todo bien tampoco, Itachi estaba siendo distante nuevamente, no podía comprenderlo, se suponía que ya estaban bien, ¿por qué él se portaba así? Incluso había pasado más tiempo con Shikamaru, que ni siquiera era su verdadero novio.

—Pero bueno, ¿al menos te aclaró eso de la apuesta?

—No —dijo la castaña, volviendo a negar con su cabeza—. Y no quiero, siento que me dolería demasiado saber qué apostó, es mejor así, ¿no crees?

—Supongo…

Las dos chicas siguieron comiendo, cuando, de pronto, se les acercó Kankuro, el hermano menor de la rubia, quién se sentó frente a ellas. Temari le vio con el ceño fruncido, no le gustaba que la interrumpieran cuando estaba comiendo, menos si lo hacía en compañía.

—¿Qué haces tú aquí? —dijo de mala gana.

—Oye, qué amargada —se quejó el castaño, pero pasó de ella para mirar a Tenten—. Yo venía a saludar a Tenten, ¿cómo estás?

—Hola, Kankuro, estoy bien, ¿y tú? —respondió Tenten, dedicándole una amplia sonrisa al hermano de su amiga.

Temari parpadeó confundida, sabía que ellos dos se conocían y que tenían un trato cordial, pero no tenía idea de que fuesen tan cercanos como para sonreírse mutuamente de esa manera, ¿o es que se traían algo más de lo que ella no estaba enterada?

—Ah, Temari —dijo su hermano, volviendo a centrar su atención en ella—. Me encontré a tu noviecito cuando venía para acá, dice que quiere verte en la azotea.

—¿Eh? —cuestionó Temari, ese Shikamaru siempre era así de inoportuno, pero estaba segura de que, si lo dejaba plantado, se metería en un grave problema, así que decidió que lo mejor era atender ese encuentro. Se comió lo último que le quedaba a su cajita de almuerzo y guardó todo—. Tenten, ¿puedes llevarlo al salón por mí? —le rogó a su amiga, juntando sus dos manos a modo de súplica—. Iré a ver que quiere mi… novio —lo último lo dijo con una graciosa mueca de disgusto.

Kankuro frunció el ceño al verla irse.

—Aquí entre nos —le dijo a Tenten—. No me cae bien su novio, siempre veo a Temari deprimida —antes de que la castaña abriera la boca, él volvió a hablar—. ¡No le vayas a decir que me preocupo por ella! —exclamó, avergonzado.

Tenten se carcajeó.

—¿Por qué no? —preguntó, notando que el chico se sonrojaba un poco—. Creo que es adorable que te preocupes por tu hermana, pero no parece que Shikamaru sea un mal novio, al menos es lo que yo he notado.

—No sé —dijo él, cruzándose de brazos y mirándola acomplejado—. Oye, por cierto… —Tenten dejó de comer para mirarlo, entonces Kankuro se quedó viendo sus lindos ojos de color chocolate, realmente le parecían muy hermosos—. Hoy te ves linda, ¿sabes?

La chica se sonrojó, no sabía qué decir, ¿por qué Kankuro siempre le decía ese tipo de cosas?

—V-vamos, no digas mentiras —se quejó, llevándose a la boca un montón de arroz.

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Gaara estaba comiendo junto a Naruto y Kiba, Sasuke les había dicho que quería estar solo y que los vería por la tarde en el entrenamiento del equipo de baloncesto, ninguno entendía qué le sucedía, pero parecía de muy mal humor.

—Entonces —habló Kiba, el cual todavía seguía un poco sentido con Naruto, pero entendía que Hinata estaba enamorada del rubio, no era un mal perdedor, después de todo—. ¿Ya sabes cuándo será nuestro primer juego, Naruto?

El rubio le dio un sorbo a su ramen instantáneo, por supuesto, era lo único que él comía en los almuerzos.

—El teme dijo que será este viernes —contestó mientras sorbía.

—¿El viernes? —repitió Gaara, bebiendo un poco de refresco—. Supongo que tendremos que entrenar más estos días —añadió, frunciendo ligeramente el ceño—. Quería salir con Matsuri… —murmuró para sí, pero Naruto, que era sumamente entrometido, le escuchó.

—¡No te olvides de nuestra cita doble! —exclamó entusiasmado—. Eso tenemos que hacerlo sí o sí.

Kiba chasqueó la lengua.

—El rico humillando al pobre —se quejó el castaño, mirando de reojo a los otros dos, ¿cómo es que él era el único que no tenía novia? Hasta el perezoso de Shikamaru salía con una chica guapísima y mayor que él, la hermana de Gaara era una de las bellezas del instituto, lo peor y más humillante, era que hasta Chouji ya tenía novia, una chica de otro instituto, ¿y él? Que lo mordiera Akamaru.

—Vamos, Kiba —Naruto le dio un fuerte golpe en la espalda a modo de ánimo—. Ya encontrarás a una chica linda que sólo te quiera a ti, no seas negativo.

Él no dijo nada, sinceramente, creía que no valía la pena enojarse con Naruto por el hecho de estar saliendo con Hinata, él sabía muy bien que, tanto Naruto como Hinata, no lo habían hecho con la intención de pasarlo a llevar, ambos eran sus amigos y estaba contento por ellos.

—Espero que sí —dijo el castaño, dando un suspiro de resignación.

Mientras esos dos charlaban, Gaara miró hacia la mesa en donde las chicas estaban almorzando, notó que Sari estaba integrada al grupo, cosa que se había vuelto inusual últimamente, pero no es como si a él le interesara esa chica, solamente le preocupaba qué clase de cosas le había dicho a Matsuri durante el primer receso; aunque, al ver a su novia sonreír risueña, supuso que todo había salido bien.

Realmente es mi novia… —pensó para sí mismo, emocionado en el interior, aunque su rostro no lo demostrara, o eso creía él.

—Se te van a salir los ojos de tanto mirarla, Gaara —le dijo Naruto, dándole suaves codazos en la costilla para llamar su atención, a lo que Gaara reaccionó cruzándose de brazos y haciéndole un desprecio.

—Ya cállate —fue todo lo que dijo.

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Shikamaru estaba recostado sobre la banca de madera de la azotea de la escuela, no dejaba de mirar las nubes, las formas esponjosas le llamaban mucho la atención, en especial, si se veían como animales o cosas. Estaba seguro de que, si pudiera, pasaría toda la vida viendo esas nubes, aunque, había otra cosa que también podría pasar una vida entera observando.

—Aquí estoy —escuchó su voz, la persona en la que justamente acababa de pensar. Desvió la mirada y la vio, estaba de pie a su lado, cruzada de brazos y cargando una expresión de completo fastidio.

—Hola —dijo Shikamaru, tomando asiento para mirarla, pero Temari no lucía nada contenta con tener que estar ahí, a veces se preguntaba si en serio era tan molesto como para que ella lo detestara con tantas ganas.

La chica hizo una mueca de desagrado.

—¿Para qué me llamaste? —exigió saber.

El Nara suspiró. Tomó su mochila que estaba sobre el suelo, a un lado de él.

—Mi madre te envió un regalo —explicó, rebuscando dentro de su bolso—. No podía decirle que no te lo daría, así que bueno, ten —dijo extendiéndole a la rubia una taza, era una taza de tamaño normal, con un precioso diseño de flores tribales, Temari no pudo evitar abrir sus ojos con sorpresa al verla.

—Oh… gracias —respondió, cogiendo aquel objeto delicadamente entre sus manos—. Dile a tu madre que le agradezco… —añadió, un poco más relajada. Sinceramente, creía que Shikamaru la llamaría para fastidiarla o para decirle algo que la haría enojar, pero le sorprendía que no hubiese sido así—. Oye… —lo llamó, sentándose al lado de él, procurando que la hermosa taza no se le fuera a caer.

—Dime —el chico volvió a mirar al cielo, tener a Temari a su lado le inquietaba, no sabía por qué le pasaba eso, pues nunca le había sucedido una cosa parecida.

—En unos días será el cumpleaños de mi madre —comenzó a decir la chica, mirando de reojo su nuevo regalo, le parecía muy bonito, más que todo, porque ella gustaba de coleccionar tazas con diseños elegantes, tenía varias en su casa—. No puedo pedirle esto a mi novio real, ya sabes… así que —bajó la mirada, un poco avergonzada—. ¿Me podrías acompañar a comprarle un regalo?

Shikamaru la miró, desviando su atención de sus preciosas nubes.

—No soy bueno para esas cosas —dijo, aunque podría haber puesto miles de excusas más para no ir, lo cierto era que le gustaba pasar tiempo con aquella mujer problemática—. Así que no esperes mucho de mí.

Temari sonrió, suponía que esa extraña respuesta era un sí.

—Descuida, ella no es muy exigente.

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Matsuri se sentó sobre una de las gradas del gimnasio de baloncesto, en donde los chicos del equipo estaban practicando para el encuentro que tendrían contra el instituto de Kumogakure. Los que integraban el equipo eran Sasuke, Naruto, Kiba, Chouji y Gaara, aunque también había chicos de otros salones y grados, pero ellos cinco eran los titulares. La castaña estaba emocionada viendo jugar a su novio, desde la primera vez que lo había visto lanzar el balón, se había sentido atraída hacia él. ¿Cómo es que una chica inexperta como ella era la novia de un chico tan apuesto y genial? De sólo pensar en ello, se sentía como una niña escandalosa por dentro.

—¡Aquí, Gaara! —exclamó Naruto, indicándole a su amigo que estaba libre para recibir el pase. Estaban jugando contra los chicos no titulares del equipo, un partido de práctica para probar las tácticas que habían estado planeando.

El pelirrojo dio el pase, entonces Naruto se acercó al aro, dando un par de botes y encestó un tiro sencillo, sin que nadie le pudiera detener.

—¡Bien hecho, equipo! —escuchó Matsuri, volteando a ver hacia su costado, no había notado que había un equipo de porristas, eran liderados por una jovencita rubia, de ojos violetas, junto a otra chica de cabellera roja, ella las conocía porque eran del salón que estaba al lado del suyo; Shion y Karin.

—¡Naruto, si llegas a perder este viernes te aplastaré! —gritó Karin, la chica de pelo rojo, animando de un modo muy particular a su primo.

Sasuke cogió el balón de las manos de uno de los chicos del otro equipo, dribleó hasta el aro y dio un potente salto, clavando el balón con todas sus fuerzas, como si intentara descargar su furia de ese modo, porque sí, estaba furioso y frustrado, Sakura lo había dejado sin que él entendiera por qué y, luego de eso, lo había estado evitando.

—¡Tomen un descanso! —indicó el capitán del equipo, pues se sentía demasiado abrumado, necesitaba un corto respiro, así que salió del gimnasio.

Gaara corrió hacia donde Matsuri estaba sentada, viendo su entrenamiento. Ella le ofreció una toalla y una botella de agua, el pelirrojo primero se secó el sudor y luego bebió un poco de agua de la botella.

—Gracias —le dijo a Matsuri, esbozando una suave sonrisa—. ¿Qué haces aquí? Deberías ir a casa.

Su novia hizo un adorable puchero, uno de esos que le provocaban morderla.

—Quería estar contigo y verte practicar —respondió la castaña, mirando de reojo la muñequera que Gaara llevaba puesta, él siempre la usaba en sus prácticas, la que ella le había regalado—. Gaara-kun, juegas increíble.

—No es para tanto —contestó Gaara, negando con la cabeza. Miró hacia la puerta del gimnasio y vio a Sari ahí parada, ella le sonrió, pero Gaara sólo frunció el ceño—. Oye, ¿no te hizo nada esa chica? Sari.

—¿Eh? —Matsuri le miró confundida—. ¿Por qué me haría algo? Ella es mi amiga —respondió, aunque no quería decirle a Gaara que, de hecho, Sari le había reclamado por su relación, consideraba que eso no era algo necesario.

Gaara tampoco quería hacerle saber a Matsuri que su –supuesta– amiga había estado tratando de meterle cosas en la cabeza a él, no le gustaría ver triste a su dulce niña por causa de esa chica desalmada.

—Por nada —dijo al fin—. Voy a volver al juego —avisó, a lo que Matsuri asintió con la cabeza, mostrándole una brillante sonrisa. Gaara correspondió al gesto y se alejó de vuelta a la práctica.

Sari se acercó en cuanto vio a Gaara volver al juego, sentándose junto a Matsuri.

—¿No irás a casa? Quería ir contigo —se quejó, inflando las mejillas, era un gesto que solía hacer muy seguido antes, igual que lo de irse juntas a casa, solían conversar sobre muchas cosas, a veces pasaban la tarde juntas oyendo música o dibujando, ambas eran chicas risueñas y joviales.

—Quería ver el juego de Gaara-kun, pero saldrá tarde, si quieres podemos ir a casa y charlar un rato —ofreció amablemente, a lo cual, Sari asintió animada, incluso si sólo estaba fingiendo ser buena con Matsuri—. Entonces déjame despedirme de él y nos vamos, ¿sí?

—Date prisa, anda —le urgía la de cabellera más larga, ya quería estar en casa de Matsuri y ver qué podía encontrar que le sirviera para su idea de venganza.

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Hinata estaba yendo a casa junto con su primo Neji, el cual no hacía otra cosa que mirar por la ventana del auto. La chica ladeó el rostro, un poco confusa, desde que Neji y Tenten habían terminado, él estaba así, actuaba más raro de lo normal, ella no sabía qué pensar, pero tampoco quería preguntarle y cometer alguna imprudencia.

—¡Ah! —dio un salto cuando su teléfono sonó, estaba tan concentrada en ver a su primo, que se asustó por el ruido.

Neji volteó a verla y frunció el ceño, notó que su prima respondía un mensaje de texto, seguramente de Naruto Uzumaki.

—¿Ya le dijiste a mi tío que estás saliendo con ese chico? —cuestionó, mirando la reacción de sorpresa de Hinata, la cual bajó la mirada y volvió a guardarse el teléfono.

—N-no —respondió, ligeramente nerviosa, era cierto, no le había dicho nada a su padre, seguramente él no se lo tomaría muy bien, ¿qué iba a pensar Hiashi de verla salir con un chico sin padres?

—No le gustará —aseguró el mayor, pero Hinata no respondió.

Neji volvió a mirar por la ventana, el cielo comenzaba a ponerse negro, parecía que iba a llover; era normal, ya que estaban en noviembre, hacía frío y la temporada de lluvias se acercaba.

—¿Has hablado con Tenten? —interrogó de pronto el castaño, pero sin mirar a la chica que estaba a su lado, le daba demasiada vergüenza hacerlo.

Hinata, por su parte, asintió.

—Hablamos a veces en los recesos y por las tardes por mensaje —contestó, entonces Neji volteó a verla—. Ella parece estar muy bien.

—Ya veo —fue todo lo que dijo Neji, apretando los puños. Le dolía escuchar que Tenten estaba bien sin él, se le partía el corazón, realmente la quería, pero ¿por qué fue tan estúpido? Pensaba que sólo estar con ella de vez en cuando era suficiente, pero se dio cuenta de que no, no lo era, tendría que haberle demostrado con hechos lo mucho que la amaba.

—Neji nii-san —lo llamó su prima, ella estaba viendo hacia abajo, parecía un poco molesta—. Eres mi primo y te quiero mucho, pero… por favor, ya no hagas sufrir a Tenten, ella es una buena chica y te quiere, si tú no piensas retribuirle eso, mejor ya no la busques.

Neji abrió sus ojos como platos, ¿en serio Hinata acababa de regañarlo? Hinata, la chica sumisa y débil, la que nunca se enojaba, ¿ella estaba molesta con él?

Justo cuando iba a contestar, el auto se detuvo y el chofer les avisó que ya habían llegado a casa, así que Hinata se bajó y no lo dejó hablar, Neji se sentía como si le hubiera pasado por encima una aplanadora.

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Cuando Sakura llegó a casa, se encerró en su habitación y se echó a llorar sobre la cama. Por más que sus amigas le habían estado preguntando qué sucedía, ella no les había querido contar, le daba mucha pena y vergüenza decirles que Sasuke le era infiel con Karin.

Sus padres no estaban en casa, ya que llegaban un poco más tarde, así que le cayó perfecto para poder llorar todo lo que quisiera, o eso creyó, pues su celular comenzó a sonar como loco. No quería responder, así que fue a apagarlo, pero al ver que se trataba de Ino, decidió contestar.

—¿Sí? —dijo, tratando de sonar normal, aunque no lo consiguió.

Hey, frente de marquesina, estoy aburrida, ¿por qué no vienes a verme? —escuchó del otro lado la voz de la rubia. Sakura se secó una lágrima y se sentó sobre la cama.

—No tengo muchas ganas de salir ahora, Ino, además, tengo mucha tarea —respondió, oyendo una especie de "Mh" del otro lado.

¿Estás llorando, Sakura? —preguntó Ino—. A mí no me engañas, ¿qué te hizo Sasuke-kun?

Con sólo oír la mención de ese nombre, la peli rosa no lo soportó y volvió a estallar en llanto, se sentía tan estúpida y tan triste, no entendía por qué le estaba pasando todo eso, si todo lo que había hecho era amar a Sasuke con todas sus fuerzas.

—Ay, Ino… —fue todo lo que dijo, tratando de contenerse para poder hablar, pero era inútil.

Nada de "ay, Ino", levanta ese trasero y esa frente kilométrica y ven ahora mismo aquí, me cuentas todo y te desahogas —le ordenó la Yamanaka, se notaba por el tono de su voz que estaba realmente molesta—. Sabes que si yo pudiera iría hasta ti, ¿no?

Sakura asintió, aunque su amiga no podía verla.

—Lo sé, lo sé —respondió—. Iré para allá, espérame.

Después de terminar la llamada, se fue al baño para lavarse el rostro y calmarse un poco, no podía salir a ver a Ino con esa cara llena de lágrimas y esos ojos rojos e hinchados.

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—Matsuri, ¿qué es esto? —se quejó Sari, agarrando un disco del escritorio de su amiga, era de un grupo que para ella era malísimo—. ¿Cómo puedes tener esta cosa? ¡Es un desperdicio de dinero! —exclamó.

Matsuri se levantó de la cama y le quitó el disco de las manos.

—Oye, a mí me gustan —respondió, inflando los mofletes, entonces Sari estiró sus dos manos y con ellas le apretó las mejillas, sacándole el aire—. Sari-chan —se quejó Matsuri.

Sari se empezó a reír, luego le revolvió el cabello a Matsuri.

—Ya, ya, perdona —dijo, tirándose sobre la cama. Cuando hizo eso, su pie dio contra algo que estaba debajo de la misma, así que Sari se agachó y lo tomó, era un cofre de madera muy bonito—. ¿Qué es esto?

Cuando Matsuri lo vio, rápidamente lo agarró, su cara era de horror, pues no podía permitir que nadie viera lo que guardaba ahí.

—¡Esto es privado! —exclamó, volviendo a meterlo bajo la cama. Sari frunció el ceño, ¿qué podía esconder ahí Matsuri como para que se pusiera de ese modo? Esa reacción era claramente anormal—. Perdona, Sari-chan, pero no puedes verlo.

La chica de cabellera más larga hizo un gesto de mano, dando a entender que no importaba. La dueña de la habitación suspiró y volvió a sonreír, sentándose junto a su amiga nuevamente.

—¿Ya terminaste la tarea? Porque yo ya acabé, por si quieres ayuda —comentó, enseñándole su cuaderno a su amiga, entonces Sari agarró el cuaderno y lo miró.

—Matsuriiiii —habló, alargando la última vocal—. ¿Me dejas copiarla? Te prometo que cambio algunas cosas, anda, anda —insistía, sacudiendo el cuerpo de la pobre chica, a la cual no le quedó más remedio que asentir con la cabeza.

—Está bien —contestó. En eso, recibió un mensaje instantáneo, reconoció el sonido especial que le había puesto a Gaara, así que agarró el teléfono a la velocidad de la luz—. Ah, Gaara-kun ya llegó de su entrenamiento, está afuera, ¿te molesta si salgo un momento?

Sari negó con la cabeza, sonriéndole.

—Ve, yo mientras termino aquí —le dijo, así que Matsuri se levantó y salió de la habitación, para dirigirse al encuentro con su novio, que le esperaba afuera de su casa.

Apenas se vio sola en el cuarto, Sari se agachó bajo la cama y cogió el cofre que Matsuri había guardado celosamente, no sabía por qué, pero pensaba que iba a encontrar algo interesante ahí y no se equivocó, cuando lo abrió, encontró una muñequera igual a la que usaba Gaara, además, una fotografía de él y de Matsuri de cuando parecían tener diez años, ambos estaban usando la muñequera en la foto.

—Esto es lo que necesito —murmuró sonriente, aunque, por un momento, pensó en que quizás sería mejor no hacer nada, dejar que Matsuri fuera feliz con Gaara y ella seguir con su vida, claro que le gustaba ser amiga de esa chica, pero, cuando pensaba en todo lo que ella no tenía y Matsuri sí, se llenaba de ira y de envidia y volvía a pensar en que lo mejor era ponerla en su lugar.

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Matsuri abrió la puerta de su casa y sonrió al ver a su novio ahí afuera, el cual estaba vistiendo el uniforme de deportes de la escuela, traía el cabello húmero, se notaba que había tomado una ducha después de las prácticas, lo cierto era que lucía muy apuesto.

—¿Te fue bien en el entrenamiento, Gaara-kun? —le preguntó, sin poder dejar de verlo, se sentía como una niña boba viendo a un príncipe azul, su corazón se aceleraba de sólo tenerlo frente a ella.

—Sí —Gaara asintió con la cabeza, rebuscando algo en su bolsillo—. Cuando venía para acá, vi algo que me pareció que te quedaría bien.

—¿Eh? —ella ladeó el rostro, un poco sorprendida—. ¿Qué es?

El pelirrojo sacó un bonito pasador para el cabello, con un adorno en forma de flor de color violeta. Se acercó a Matsuri, recogiéndole el cabello de un costado y le colocó aquel adorno con mucho cuidado. Cuando se alejó, notó que el rostro de su novia estaba completamente rojo.

—Te queda muy bien —dijo, esbozando una suave sonrisa. Su mano bajó hasta el mentón de Matsuri, luego fue a acariciar su mejilla—. ¿Por qué te sonrojas? Boba.

—N-no lo estoy —respondió la castaña, mirando al suelo, sentía que iba a escupir el corazón por la boca—. Gracias por el regalo —añadió, llevándose una mano al pasador—. Es muy bonito.

Él negó con la cabeza.

—No, tú haces que se vea bonito —aseguró, acercando su rostro al de Matsuri, para luego depositar un dulce beso sobre su frente—. Voy a entrar a casa, te veo mañana, ¿sí?

—Sí —dijo Matsuri, mordiéndose el labio inferior al verlo alejarse. En serio se moría de ganas por besarlo en los labios, pero le daba demasiada vergüenza tomar la iniciativa, así que, si él no lo hacía, ella sólo se quedaba con la idea. Pero Gaara notó su acción y, frunciendo el ceño, habló.

—Te dije que sólo yo puedo morderte —murmuró, aparentando estar molesto, aunque en realidad sólo se sentía provocado. Acortó nuevamente la distancia entre sus rostros y, con sus dientes, atrapó suavemente el labio inferior de Matsuri, la cual creyó que las piernas se le iban a desbaratar, un cosquilleo extraño la recorrió de pies a cabeza y cerró los ojos, entonces Gaara soltó su labio y esta vez la besó, rodeando su pequeña cintura con ambas manos, apegándola a su cuerpo.

La chica alzó un poquito las puntas de sus pies, Gaara era demasiado alto, pero no le fue difícil corresponder aquel beso, era tan suave y dulce, pero poco a poco se volvía intenso, una intensidad que hacía que ambos se sintieran como en el paraíso.

Desde la ventana, Sari miraba todo con el ceño fruncido, parecía que Matsuri hasta se había olvidado de ella, y claro, ¿qué le iba a importar ella si estaba muy a gusto besándose con Gaara?

—Disfruta mientras puedas… —murmuró alejándose, ya no quería ver eso.

Continuará…