Muy a pesar de que últimamente no se llevaban tan bien, Ino y Sakura siempre habían sido buenas amigas. A veces Ino era una persona muy pretenciosa y prepotente, pero, sin contar eso, realmente era una buena amiga y eso Sakura lo sabía muy bien, más ahora, después de haberle contado todo lo sucedido con Sasuke.
—Sasuke-kun es un idiota y esa Karin es una… —interrumpió sus propias palabras, ya que no quería decirlo, sabía que sólo haría sentir peor a Sakura, la cual estaba sentada a su lado, junto a su cama de hospital—. Ya no llores, no vale la pena.
La peli rosa se secó las lágrimas con el dorso de la mano, hipando sólo un poco, no sabía muy bien cómo sentirse, pero no le era fácil controlarse, se sentía avergonzada frente a Ino, aunque ella no hubiese hecho nada malo.
—No sé cómo tuve el valor de terminar con él, no creí que me atrevería, pero cuando vi que se hacía el desentendido, yo… —cerró sus ojos verdes, mientras empuñaba ambas manos—. Me sentí enojada y le dije que lo dejáramos.
Ino suspiró, solía hacerse la fuerte y la mala frente a las demás chicas, pero con Sakura siempre era diferente, ambas se dejaban caer cuando estaban junto a la otra y se daban apoyo mutuo.
—Sé perfectamente que lo amas como una tonta, así que debió ser difícil para ti, pero es lo mejor, no debes permitir que nadie te pase por encima —aseguró, tomando la mano de su amiga para tratar de reconfortarla—. Sasuke-kun no te merece y punto.
Sakura asintió con la cabeza, intentando calmarse un poco.
—¿Ya te sientes mejor de tu operación? —interrogó, cambiando de tema para no seguir pensando en las cosas que le hacían sentir mal. La rubia asintió con la cabeza, recostándose sobre su cómodo cojín blanco—. Escuché que cuando te trajeron, tu padre no estaba en la ciudad y que Sai cuidó de ti toda la noche.
Ino no estaba enterada de eso, había visto a Sai luego de despertar de la anestesia, aunque estaba muy aturdida y no sabía muy bien qué hora era, así que se sorprendió bastante. Pudo sentir que sus latidos se aceleraban, ni siquiera sabía que su corazón podía latir tan rápido.
—¿Lo hizo? Pues… qué bueno —dijo como si nada, aunque sentía sus mejillas arder y, para Sakura, esto no pasó desapercibido.
—Ino… —le llamó la Haruno—. ¿Por qué te sonrojas?
—No me he sonrojado, eres daltónica, pelo de chicle.
Su amiga frunció el ceño, no le gustaba ese apodo, aunque adoraba su color de cabello, era el más peculiar de todos, pero era bonito.
—¿Será posible que te guste Sai? —preguntó, entrecerrando la mirada, notando como los ojos de la rubia se abrían por la sorpresiva pregunta.
—¡Claro que no! —exclamó—. ¿A quién le gustaría ese tipo tan raro?
Al ver lo avergonzada que estaba su amiga, Sakura no dudó en insistir con el tema, preguntándole una y otra vez si acaso a ella le gustaba o no Sai, pero Ino sólo negaba y se enojaba. Estuvieron hablando un buen rato después de eso, sobre otros temas, de ese modo, Sakura se olvidó por un momento de Sasuke.
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Ir de compras siempre le había resultado tedioso a Shikamaru, odiaba cuando acompañaba a su madre y ésta se la pasaba de tienda en tienda comparando los precios, a ver cuál era el que más le convenía, a pesar de que tenía dinero hasta para regalar. Temari parecía ser una chica centrada, pero, al igual que su madre, era jodidamente indecisa a la hora de comprar, lo supo cuando ingresaron a la quinta tienda de la tarde.
—Qué problemático… —murmuró, soltando un suspiro.
La rubia miraba los productos de la tienda, la mayoría eran cosas de belleza, perfumes, maquillaje, cuidado de la piel, etc. Su madre no era una mujer pretenciosa, no cuidaba mucho de su aspecto personal, pero seguía siendo joven y bonita, seguramente, cualquiera de esos regalos le agradarían, o eso había dicho Shikamaru cuando ella le describió a su madre.
—¿Crees que un perfume esté bien? —le preguntó al pelinegro, el cual bostezó. Temari frunció el ceño, era obvio que no se la estaba pasando muy bien—. Oye, si te estás aburriendo, vete —dijo de mala gana.
—No seas gruñona, no es eso —respondió él, llevándose una mano detrás de la nuca—. Y sí, creo que eso le podría gustar, es algo sencillo y práctico.
Temari no le dijo nada, pero asintió con la cabeza, dirigiéndose hacia donde estaba la dependienta para preguntarle por recomendaciones y precios, Shikamaru sólo esperaba que Temari se decidiera pronto, porque se estaba volviendo loco.
Sacó su celular para revisar la hora, pero al volverlo a guardar, vio pasar al profesor Itachi Uchiha por fuera de la tienda, éste llevaba su maletín y lucía apurado, pero serio como siempre. Lo notó desde donde estaba, el Uchiha ingresó a la cafetería del frente y saludó muy familiarmente a una de las meseras, cosa que le hizo fruncir el ceño.
¿Qué clase de relación tenía él con esa mujer? ¿Acaso estaba engañando a Temari?
—Shikamaru —la voz de la rubia le sacó de sus pensamientos, se volteó y notó que ella llevaba una pequeña bolsita de regalo en color lila en su mano, con una pequeña cinta rosada adornándola—. Ya terminé, podemos irnos, ¿qué estabas viendo?
Él dudó si debía o no decirle lo que vio, sabía que Temari y ese sujeto no lo estaban pasando muy bien, por cosas que ella le había comentado.
—No es nada, vamos —respondió finalmente, decidiendo no contarle nada, era mejor que no se involucrara más en todo eso.
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Aunque esa cafetería no era un lugar privado, últimamente, Itachi prefería estar ahí y organizar sus clases en una de las mesas, tomando un café y comiendo unos dangos. El ambiente era tranquilo, además, ella estaba ahí. Él sabía perfectamente que tenía una relación, pero suponía que no había nada de malo en querer pasar tiempo con una amiga, ¿no?
—Creo que esto es todo —dijo para sí mismo, guardando el documento y apagando la computadora. La taza de café que estaba en su mesa todavía humeaba, así que la tomó entre sus manos y bebió un sorbo.
—¿Ya te irás? —preguntó Izumi, quien se sentó a su lado—. Mi turno ya acabó, pensé que podíamos comer pastel que sobró de hoy y charlar un rato —propuso, mostrando su bonita y brillante sonrisa. Itachi solía no sentir nada cuando la veía, pero, recientemente, le conmovía notar las margaritas que se formaban en sus mejillas.
—Puedo quedarme un rato —contestó él, así que ella sonrió más ampliamente.
—Iré por el pastel —le avisó, levantándose de su silla para ir hacia la cocina.
En lo que ella regresaba, el celular de Itachi comenzó a sonar, lo sacó de su bolsillo y frunció ligeramente el ceño al ver que se trataba de Temari. No es que no le quisiera contestar, ni nada por el estilo, simplemente, en ese momento prefería terminar lo que estaba haciendo ahí, aunque no fuese nada importante. Al ver que Izumi regresaba con dos platos con pastel, él apagó su celular y se lo volvió a guardar en el bolsillo, luego la llamaría de vuelta y le diría que había estado trabajando.
—¿Pasa algo? —preguntó la castaña al llegar, notando que él se guardaba el teléfono. Dejó los dos platos sobre la mesa y se devolvió para buscar la jarra de café caliente, ya que ella también quería beber un poco.
—No es nada —contestó el azabache cuando la vio volver. Izumi se sentó a su lado y se sirvió un poco de café en una taza que acababa de traer—. Sólo eran cosas del trabajo, pero nada importante, pueden esperar.
—Oh —ella frunció ligeramente sus labios—. Si tienes que irte, entenderé… —añadió, bajando la mirada con tristeza, aunque rápidamente el Uchiha negó con la cabeza.
—No es así, me quedaré contigo —aseguró, esbozando una suave sonrisa, a la cual ella correspondió.
Ambos comenzaron a charlar y a comer pastel, reían, bebían café y volvían a reírse, ni siquiera se dieron cuenta de lo rápido que se pasaba el tiempo cuando estaban juntos.
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Kiba nunca tenía mucho que hacer después de salir de la escuela, sus dos padres eran veterinarios y, si bien, a él le encantaba ayudarlos a cuidar de los animales, a veces se sentía un poco aburrido de ello, así que salía a correr junto a Akamaru, su mascota. Estaba atardeciendo, mientras ambos trotaban cerca de la orilla del río, ubicado al centro de la ciudad. Estaba concentrado en sus pensamientos, en lo sucedido con Hinata y con Naruto, al principio, cuando supo que estaban juntos, en serio había querido hacer algo para separarlos, porque estaba furioso y tenía envidia, pero, a medida que pasaron los días, desistió de ello, él no era esa clase de persona.
—Debería buscarme otra chica y olvidarme de Hinata —se dijo, soltando un suspiro. Dejó de correr para poder tomar un poco de aire y entonces escuchó que su perro comenzaba a ladrar como un loco—. ¿Qué pasa, Akamaru? —le preguntó, notando que el pequeño corría hacia la orilla del río, así que Kiba lo siguió, metiéndose ambos debajo de un puente.
El castaño dejó de correr cuando su mascota se detuvo junto a una chica que estaba sentada ahí, apoyada contra la pared y con los ojos cerrados. Él la reconoció, era la joven del salón de junto, la que estaba enamorada de Naruto.
—Oye… —la llamó, agachándose junto a ella, pudo notar que se tenía fiebre y que respiraba agitada—. ¿Qué haces aquí? —preguntó, tocándole la frente—. Esta chica está ardiendo —murmuró con preocupación.
No entendía qué rayos hacía ahí esa joven, pero eso no importaba, parecía muy enferma, así que la ayudó a levantar.
—¿Q-quién es? —preguntó ella, confundida y somnolienta.
—Soy Kiba, eres Shion, ¿no? —respondió él—. ¿Puedes caminar? ¿Qué sucedió?
La chica abrió sus ojos de color violáceo y lo miró, soltando un suspiro.
—Estaba caminando y me caí, me sentía muy mal y no pude levantarme luego —dijo, a lo que Kiba le ayudó para salir de ahí, mientras Akamaru continuaba ladrando, pero mucho más despacio.
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Temari arrojó el celular contra el piso de su habitación al escuchar por quinta vez el maldito mensaje de la grabadora de voz, porque, nuevamente, Itachi no le contestaba. Estaba tan enojada y frustrada, que se dejó caer sentada sobre su cama, cubriéndose el rostro con ambas manos.
—¿Qué demonios sucede? ¿Qué debo hacer para que me respondas? —se preguntó, haciendo todo lo posible por no tragarse sus lágrimas. Se suponía que estaban bien, que ambos se querían, ¿entonces por qué Temari tenía que rogar por un poco de atención de su novio?
No era justo.
—¡Temari! —escuchó la voz de uno de sus hermanos, junto a los pasos que indicaban que se acercaba, así que rápidamente se secó las pocas lágrimas que se habían asomado a través de sus ojos, no quería que nadie la viera así.
Kankuro tocó a la puerta de la habitación de su hermana, sabía que, si entraba sin tocar, ésta lo mataría a golpes, ella era sumamente susceptible con su privacidad.
—Adelante —dijo Temari desde el interior, así que el castaño abrió con cuidado.
—Temari, que bajes a cenar —dijo Kankuro, pero apenas vio a su hermana, notó que ésta no lo miraba. Tenía su celular tirado en el piso, aunque no le había pasado nada, era evidente que ésta lo había arrojado porque estaba enojada. Él frunció el ceño—. ¿Pasa algo malo? —cuestionó, pero la rubia negó casi de inmediato.
—No, ya voy —aseguró, sonriendo.
El menor asintió con la cabeza y volvió a cerrar la puerta. Estaba seguro de que Temari estaba llorando, incluso si ella era sumamente orgullosa y se hacía la fuerte la mayoría del tiempo, era su hermana melliza y él la conocía mejor que nadie, incluso mejor que Gaara, después de todo, habían llegado al mundo casi al mismo tiempo.
—Voy a matar a ese Nara… —murmuró enojado, mientras se dirigía hacia las escaleras del primer piso.
Después de mirarse al espejo y asegurarse de que nada anormal se viera en su rostro, Temari salió de su cuarto y se dirigió al comedor para cenar con su familia; sin embargo, no notó que su teléfono sonaba, aun tirado en el piso, mostrando el nombre de Nara Shikamaru.
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Después de que Sari se había despedido y de que ya hubiese cenado y terminado sus deberes, Matsuri se sentó sobre su cama para ver una película, abriendo su laptop. Le gustaba ver todo tipo de películas o series, a veces no dormía bien por estar viendo esas cosas, por eso intentaba controlarse los días de semana.
Tic Tic.
El sonido de un mensaje de WhatsApp le llamó la atención cuando apenas estaba abriendo Netflix en su ordenador. Cogió el teléfono y sonrió al ver el nombre de su novio en la pantalla.
"¿Sigues despierta? Veo la luz encendida en tu habitación, sal un momento."
Ella no envió una contestación, simplemente se levantó de su cama y salió hacia el balcón, notando que Gaara ya estaba del otro lado, vestido con su ropa de dormir, una remera ligera y un pantalón de tela largo. Ella traía su típica pijama de short y blusita de tirantes, todo en color rosado, con dibujos de flores estampadas por toda la tela.
—¿Por qué usas pijama de niña? —le molestó su novio al verla salir, aunque no podía negar que se veía linda, le encantaba como se veía el color rosa en Matsuri.
La chica se sonrojó y se cubrió -sin mucho éxito- su cuerpo con las manos.
—T-tono, soy una niña —respondió, sacándole la lengua—. ¿Para qué me llamabas? —cuestionó, tratando de no mirarlo demasiado fijo, porque sus ojos no paraban de desviarse del rostro de Gaara hacia el resto de su cuerpo, en especial, sus fuertes brazos y lo poco que lograba verse de su pecho.
—Mmm —el pelirrojo ladeó el rostro, la reacción de Matsuri ante sus dichos se le había hecho muy tierna y graciosa—. Para nada, solamente quería verte.
—Bueno, ya me viste —dijo Matsuri, frunciendo sus labios—. Así que ya me voy —se dio la media vuelta para volver a entrar a su cuarto, pero se sorprendió cuando sintió que alguien agarraba su muñeca, volteándola. Abrió sus ojos sorprendida cuando vio a Gaara frente a ella—. G-Gaara-kun, pero ¿qué?
El pelirrojo no dejaba de verla fijamente, su mirada era tan penetrante, que parecía que la atravesaba.
—Usé el árbol —contestó él, encogiéndose de hombros. Había un árbol que enraizaba justamente entre las dos casas, tenía ramas firmes y fuertes, así que no fue nada difícil para alguien fuerte y atlético como Gaara el trepar al mismo y saltar hacia el balcón de enfrente.
—¿Estás loco? —la chica le regañó de inmediato—. Te pudiste haber caído, es peligroso, no vuelvas a hacer algo así —dijo enojada, dándole un pequeño golpe en el pecho al más alto.
—Tsk, no me regañes, niña —contestó, tomándola del mentón y acercando un poco su rostro al de ella—. Necesitaba hacer esto, o no podría dormir —susurró antes de besarla. Matsuri se sorprendió, claro, pero no tardó en corresponderle, porque sabía que ella no podía resistirse a los labios de la persona que tanto adoraba.
La castaña se alzó un poquito para poder guindarse del cuello del más alto, respondiendo al dulce y suave roce de sus labios, hasta que sintió que le faltaba el aire, por lo que tuvo que separarse sólo un poco.
—Creo que yo no podré dormir ahora —confesó, sintiendo que sus mejillas se ponían rojas—. Eres malo, Gaara-kun, ¿ahora cómo me voy a conformar con un solo beso?
Gaara echó un rápido vistazo a la habitación de Matsuri, luego volvió a mirarla a ella y dibujó una sonrisa ligeramente perversa.
—No es tan tarde todavía, puedes tener más —respondió, volviendo a besarla, esta vez, con un poco más de intensidad. Gaara era el único chico que Matsuri había besado en toda su vida, pero no necesitaba hacer ninguna comparación para saber que él era realmente bueno en eso, ni siquiera lo aparentaba, pues siempre alejaba a las chicas de su lado, pero Gaara era un gran besador, eso le hizo preguntarse con quién había practicado antes, aunque sus pensamientos se deshilaron totalmente cuando sintió como una de las manos del chico se deslizaba por su espalda, bajando peligrosamente.
Él se detuvo justo en el lugar correcto, pero Matsuri tembló como una hoja de otoño cuando Gaara acarició su piel debajo de la tela de su pijama. Rompió el beso y lo miró entre sorprendida y asustada, cosa que él notó, alejando inmediatamente su mano de aquel lugar.
—Lo siento —se disculpó sinceramente, lo último que quería en el mundo era espantar a Matsuri, sabía que ella era inocente e inexperta, no tendría que haberse atrevido a algo como eso—. Perdón, Matsuri, no debí hacer eso…
Intentó marcharse, se sentía muy avergonzado por su acción, pero Matsuri lo abrazó con fuerza, ni siquiera alcanzó a darle la espalda.
—Gaara-kun —lo llamó, escondiendo el rostro en su pecho—. No te vayas, por favor, no quiero que te vayas pensando que hiciste algo malo.
Gaara frunció el ceño, bajando la mirada, solamente podía ver la cabellera castaña de su novia.
—Pero hice algo malo…
La chica negó —No es cierto —aseguró, levantando su cabeza para poder mirarlo—. Me asusté, pero es porque me sorprendí, n-no es porque hicieras algo malo, solamente… nunca me habían acariciado así —explicó, poniéndose más roja que hace un rato, apostaba que hasta estaba más roja que la cabellera de Gaara.
—Igual lo siento —Gaara rodeó el cuerpo pequeño de Matsuri con sus brazos, dándole un dulce beso sobre su cabeza, en lo que ella volvía a esconderse en su pecho—. Me sentía demasiado feliz y me dejé llevar, sé que todo esto es nuevo para ti, así que trataré de ser más cauteloso —la vio asentir, todavía sin verlo, ella le causaba demasiada ternura, no se lo podía explicar—. Te quiero mucho —murmuró.
—Yo también te quiero mucho —respondió su novia, apretando más el abrazo.
Gaara realmente quería controlarse con ella, pero cuando sentía sus pechos contra su torso, algo dentro de él luchaba por despertar y hacerle perder la cordura; sin embargo, se contuvo con todas sus fuerzas.
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Era muy aburrido practicar artes marciales él solo, por eso, su tío Hiashi se había ofrecido a practicar con él. Neji era un prodigio, por su puesto, pero su tío también lo era y no le fue difícil darle una paliza, tirándolo al suelo por quinta vez en lo que llevaban de práctica.
—¿Qué sucede, Neji? —preguntó el mayor, viendo a su sobrino tirado sobre el piso de la habitación—. Hoy has caído demasiadas veces, ¿no estás pensando con claridad?
El castaño se sentó, apoyando una mano sobre su rodilla.
—Creo que estoy fuera de práctica, tío —respondió, respirando agitado, pero rápidamente se puso de pie y volvió a adoptar la posición de pelea, para comenzar los ataques contra su mayor.
Hinata estaba sentada en una esquina del dojo familiar, mirando el entrenamiento que éstos dos realizaban, aunque se distraía de vez en cuando con la computadora, mientras charlaba con Naruto, pero no era ella, sino su alter ego.
—¿Quién es el chico ramen? —escuchó una voz a su lado, por lo que dio salto del susto. La ojiperla se volteó y se dio cuenta de que su hermana estaba espiando su conversación, así que rápidamente cerró la pantalla del portátil.
—H-Hanabi-chan —la regaño—. No deberías espiar conversaciones ajenas.
La menor se cruzó de brazos y abultó las mejillas como si fuera un pez globo.
—¿No me vas a presentar a tu novio entonces?
—N-no es mi… —Hinata se puso totalmente roja, iba a decir que no era su novio, pero, claro que lo era—. Eh, b-bueno, esto… —comenzó a jugar nerviosamente con sus dedos, todavía no le decía a su padre sobre Naruto, solamente Neji lo sabía en su familia y no había pensado sobre dejárselo saber a su hermana menor, ella no era precisamente la más tolerante con las otras clases sociales.
—Oh… —Hanabi Hyûga entrecerró la mirada—. Entonces sí es tu novio, ¿no?
—N-no te voy a decir nada —contestó la mayor, agarrando su laptop y poniéndose de pie, para irse corriendo hacia su habitación, aunque su hermana la siguió, exigiéndole que le presentara a ese chico.
Por su parte, Neji y su tío Hiashi no les prestaron la menor atención, ellos seguían concentrados en su práctica y no parecían notar lo que ocurría a su alrededor, pero, asimismo, Neji tenía la mente en otro lado, con otra persona, pues todavía no dejaba de pensar en Tenten y en algún modo de hablar con ella y componer las cosas.
Tenía que haber un modo de que Tenten lo escuchara.
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Cuando Itachi llegó a casa, ya era bastante tarde, se distrajo hablando con Izumi incluso después de que cerraron la cafetería, pues se habían quedado juntos en el parque y luego la acompañó a casa. El profesor Uchiha abrió la puerta y encendió la luz, dando un salto del susto que se llevó al ver a su hermano menor sentado en la sala, el cual le miraba de mala gana.
—¡Sasuke! —exclamó, notándolo enojado, de brazos cruzados y cabreado—. ¿Qué haces ahí? ¿Y por qué estás de malas?
—Tengo que hablar contigo, te estaba esperando —respondió el menor.
Itachi arqueó una ceja, era muy raro que Sasuke quisiera hablar con él, asi que se sentó frente a su hermano para escuchar lo que este tenía que decirle.
—Bien, dime.
Sasuke se acomodó en el asiento, todavía estaba triste y desconcertado por lo sucedido con Sakura en la escuela, pero ya pensaría en cómo arreglarlo, primero tenía que aclarar un par de puntos con el idiota de su hermano mayor.
—Te vi en la escuela con Sabaku No Temari —soltó de una, observando como los ojos de su hermano se abrían enormemente—. También te vi con la otra chica, la de pelo castaño —Sasuke descruzó sus brazos—. Dime, Itachi, ¿andas con dos mujeres?
—Sasuke… —susurró el mayor, todavía fuera de sí por todo lo que acababa de oír—. ¿Acaso me estuviste espiando?
El Uchiha menor le dio una patada al suelo, furioso.
—¡El punto no es ese! —gritó.
—Baja la voz —ordenó Itachi, no quería despertar a sus padres y que éstos se enteraran de lo que estaba pasando ahí—. Mira, hermano, será mejor que te calmes, lo que hago o no hago no es de tu incumbencia.
—¿No lo es? —cuestionó Sasuke, poniéndose de pie y apuntando con su índice al más alto de los dos—. Se supone que debes darme el ejemplo, ¿no? —hizo una mueca de disgusto—. Itachi el perfecto, Itachi el que hace todo bien, no eres más que un falso, ¿sales con una alumna? —antes de que él pudiera responder, Sasuke continuó—. Me das asco, Itachi.
—Ya basta —exigió, Sasuke ni siquiera le dejaba hablar y sólo lo juzgaba sin conocer la historia, aunque lo de salir con una alumna era cierto—. Sasuke, te estás pasando de la raya.
—Mira —dijo Sasuke, llevándose una mano a las sienes, ya sentía que le dolía la cabeza y que no quería saber más de todo este embrollo—. Realmente no me importa lo que hagas, pero por tu propio bien, termina ese asunto con la hermana de mi compañero de clases, si no quieres que se lo diga a todo el mundo.
Al oírlo, realmente Itachi tuvo miedo, porque sabía que Sasuke era capaz de cumplir su amenaza.
—Sabes que puedo perder mi trabajo y Temari puede ser expulsada.
Su hermano sólo sonrió sarcástico, dándole la espalda.
—Pues debiste pensarlo antes —fue todo lo que dijo, antes de dirigirse a las escaleras para subir a su habitación. Itachi -que se había puesto de pie hace un momento- cayó sentado sobre el sofá, consternado. Fue entonces que recordó a Temari y que no le había contestado las llamadas.
Se suponía que hablaría con ella al llegar a casa, pero ahora no sabía siquiera si se atrevía a llamarla o tan siquiera a verla.
—*—*—*—*—*—*—*—
El día viernes llegó sin que casi nadie lo notara, fue rápido. Hoy, los chicos jugarían su primer partido de baloncesto contra otra escuela y todos se sentían nerviosos. Gaara y sus hermanos estaban desayunando, su padre ya se había ido a trabajar y su madre se encontraba limpiando la casa.
—Terminé, me iré primero —dijo Temari, poniéndose de pie y alejándose para ir a lavarse los dientes. Ninguno de sus hermanos dijo nada, pero ambos se vieron entre sí con confusión, pues la rubia llevaba ya un rato actuando muy misteriosa, no quería irse con ellos a la escuela y parecía muy triste y deprimida.
—¿Sabes qué le pasa? —preguntó Gaara, a lo que Kankuro negó con la cabeza, soltando un suspiro.
—Creí que tú sabrías, su novio va en tu salón, ¿no los has visto pelear o algo?
—Para nada —contestó el pelirrojo, frunciendo levemente el ceño—. Temari ni siquiera se acerca al salón, no sé si habrán peleado, pero él luce igual que siempre.
El mayor se cruzó de brazos, poniéndose en pose pensativa, tratando de responderse a sí mismo cuál era el problema de su hermana mayor, pero nada venía a su mente, hasta que parpadeó y se golpeó la palma de la mano con un puño.
—¡Es cierto! —exclamó, llamando la atención de Gaara, pues pensaba que Kankuro diría algo relacionado a Temari, pero no—. Gaara —lo llamó—. Tengo algo para ti.
Gaara le observó con cierta curiosidad —¿Para mí?
—Así es —respondió el castaño. Se puso de pie y se dirigió a donde había dejado su mochila de la escuela, buscó algo dentro y luego de que lo obtuvo, se lo arrojó a su hermano menor por encima de la mesa, el cual abrió sus ojos con sorpresa—. Ten, me los dieron ayer afuera de la farmacia, pero yo no los voy a usar, te servirán más a ti.
El pelirrojo no dijo nada, solamente se le podía ver apretando los puños con rabia, mientras su cara adquiría el mismo tono de su cabellera, no sabía si por el enojo o por la vergüenza.
—¡Kankuro! —exclamó, agarrando lo que su hermano le había arrojado y mostrándoselo; era un paquete de condones—. ¿Qué te pasa? ¿Por qué me das esto?
—¿Qué tiene, hermanito? —contestó Kankuro, cruzándose los brazos por detrás de la nuca, mientras reía ligeramente—. ¿Es que acaso no piensas cuidarte? No quiero sobrinos.
—Cállate, o te mato —le amenazó el menor, mirándole como si fuese a ejecutar una especie de técnica ninja asesina en su hermano mayor—. Para empezar, apenas estoy saliendo con Matsuri, ¿cómo crees que nosotros…? —se quedó callado cuando recordó lo de la otra noche, a pesar de que sólo habían sido unas pocas caricias, Gaara sabía muy bien que quería más de ella.
—¿Cómo creo qué cosa? —cuestionó su hermano, entrecerrando la mirada, entonces notó que Gaara se levantaba de la mesa y se guardaba aquel paquete en el bolsillo del pantalón.
—Nada, cállate —fue todo lo que dijo, yéndose de ahí, se sentía demasiado avergonzado.
Kankuro solamente dejó salir una carcajada, le encantaba molestar a Gaara y hacerlo sentir pena, era su diversión favorita, pero fuera de ello, hoy pensaba interceptar a Shikamaru y preguntarle qué estaba pasando con Temari.
—*—*—*—*—*—*—*—
Matsuri terminó de peinarse frente al espejo, ya había desayunado y estaba alistándose para salir, aunque se sentía un poco boba, no le gustaba como se veía y hacía un montón de caras de berrinche.
—Ah, ¿por qué soy tan aburrida? —se quejó, llevándose las dos manos a la cara—. No soy nada bonita, no entiendo por qué Gaara-kun anda conmigo —infló las mejillas cuando dijo esas palabras, frunciendo también el ceño.
En eso, alguien le golpeó la puerta del baño.
—¡Matsuri, debo ir al trabajo, sal del baño! —exclamó su padre desde afuera, a lo que Matsuri pegó un salto de la impresión.
—Y-ya voy —contestó, lavándose las manos para salir.
Abrió la puerta y se fue hacia su cuarto para buscar sus cosas, entonces, se fijó que el regalo que el otro día le había dado Gaara estaba sobre su escritorio, era un broche realmente bonito, pero no se lo había puesto. Sabía que ese día era especial para su novio, ya que jugaría con su equipo por primera vez.
—Gaara-kun… —murmuró, esbozando una suave sonrisa. Tomó el broche y con cuidado se lo puso en el cabello—. Si todo sale bien, hoy le diré todo a Gaara-kun, ya no quiero mentirle —dijo para sí misma, tomando su mochila y su celular.
Salió de su casa y se dio cuenta de que Gaara y Kankuro estaban también saliendo, pero Temari no se veía por ninguna parte.
—¿Temari-san aún no está lista? —preguntó, ya llevaba unos cuantos días sin verla reunirse con ellos. Gaara se le acercó, le tomó de la mano y negó con la cabeza.
—Mi hermana ya se fue —le dijo, jalándola suavemente hacia sí mismo, para que comenzara a caminar—. ¿Pasaste buena noche? —preguntó, a lo que la chica asintió, sonriendo.
—Sí, ¿y tú? —contestó, sonrojándose un poco cuando notó que los ojos de Gaara se habían fijado en que ella llevaba puesto su regalo.
—Dormí muy bien —respondió Gaara, acercándose un poco a su oído—. Hoy te ves muy bonita.
Kankuro caminaba detrás de ellos, mirándolos, realmente tenía envidia, pero de la buena, él deseaba estar así con la chica que le gustaba, pero ¿cuándo sería un buen momento para acercarse a ella? ¿Cuándo se olvidaría Tenten de Neji Hyûga?
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Temari se había ido temprano a la escuela, más temprano que cualquier otro estudiante, con el único objetivo de encontrarse con cierto profesor que llevaba dos días enteros sin siquiera dirigirle la palabra, llamarla o responderle algún mensaje.
Estaba apoyada contra la pared del salón de maestros, sabía que Itachi siempre era el primero en llegar, así que lo esperó durante un par de minutos, hasta que lo vio aparecer. El Uchiha estaba sorprendido cuando la vio, intentó seguir de largo, pero ella se le plantó enfrente.
—¿Por qué me ignoras? —cuestionó la chica, enojada, furiosa y dolida, no podía entender qué era lo que sucedía, ¿qué había hecho mal como para que Itachi la tratara de ese modo?
—Temari, no es el momento —respondió él, tratando de evadirla como siempre, como estaba acostumbrado, pero esta vez, Temari no se dejó burlar tan fácilmente, no se movió ni un centímetro de su lugar, ni cambió su expresión de reproche.
—Todo lo que sabes decir es eso, ¿cuándo será el momento entonces? Si todo lo que haces es ignorarme, ¿ya te aburriste de mí? —increpó, picándole el pecho con su dedo índice—. Si vas a dejarme, al menos me merezco una explicación, Itachi Uchiha.
El azabache miró hacia todos lados para comprobar que no había nadie cerca, entonces, tomó a la chica del brazo y la llevó dentro del salón de maestros, cerrando la puerta detrás de su espalda.
—Muy bien, ¿qué es lo que quieres que te diga? —cuestionó él, mirándola fijamente—. Si quieres saberlo, sí, me aburrí de esto, Temari, de estar escondidos, de esta relación sin sentido, esto no es para mí.
Con cada palabra que él decía, Temari sentía como se rompía su corazón, su estómago se apretó y sus piernas temblaron.
—¿Estás terminando conmigo? —su voz apenas y salía, sentía ganas de llorar, pero no lo hizo, estaba cansada de ello.
—Sí —dijo Itachi, entonces ella lo empujó y se fue corriendo. Él cerró sus ojos, apretó los puños y soltó un suspiro, no tenía caso que le dijera a Temari sobre la amenaza de Sasuke, suficiente tenían con Shikamaru Nara, ahora dos personas sabían la verdad, era demasiado peligroso que siguieran juntos, por eso, lo mejor para los dos era eso, terminar, que cada uno siguiera con su vida.
A fin de cuentas, él nunca estuvo enamorado de ella, la quería, sí, pero no la amaba. Por su lado, Temari era joven y bonita, lo superaría rápido.
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Las clases comenzaron como normalmente lo hacían, aunque nadie parecía concentrado esa mañana, ni siquiera el mismo profesor, ya que Itachi estaba muy distraído, pues no podía dejar de pensar en lo sucedido con Temari. Por su parte, Sasuke veía con rabia a su hermano, pero de vez en cuando volteaba a ver a Sakura, todavía sin entender por qué ella había terminado su relación. Ya habían pasado días y aún no tenía una respuesta.
Cuando la primera clase acabó, Sakura fue la primera en levantarse para salir del salón, pero Sasuke la siguió, tomándola por la muñeca cuando ésta pasó a través de la puerta.
—Tenemos que hablar —le dijo a la chica. Ella lo miró a los ojos, se podía notar que estaba molesta y triste, realmente él necesitaba una explicación.
—No —ella se soltó de su agarre y miró hacia su costado, vio a sus amigas saliendo del salón y se unió a ellas sin pensarlo dos veces, dejando a Sasuke ahí de pie, furioso.
—Sasuke —Naruto posó su mano sobre el hombro del azabache—. ¿Estás bien? —le preguntó, pues sabía de lo sucedido entre sus dos amigos y, al igual que el Uchiha, no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando o cuál era la razón por la que Sakura había tomado tal decisión.
Sasuke bajó la mirada, apretando sus puños y luego suspiró, intentando calmarse.
—Estoy bien —respondió—. Voy a calmarme, hoy no es un buen día para estar de malas.
Gaara caminó junto a los dos, mirándolos con confusión, el ambiente era muy tenso, pero él, al igual que Naruto, sabía bien a qué se debía.
—Vamos por algo de beber, ¿quieren? —les dijo, a lo que sus dos amigos asintieron con la cabeza.
En el patio de la escuela, las chicas estaban sentadas junto al césped, sobre el borde de concreto que separaba el verde pasto de los caminos dentro del edificio. Matsuri bebía un jugo de caja, Hinata estaba comiendo un pan relleno y Sari comía un pedazo de chocolate, mientras que Sakura sólo se mantenía cabizbaja.
—Realmente parece que Sasuke-san no sabe lo que hizo, ¿mh? —dijo Matsuri, podía ver que su amiga estaba a punto de ponerse a llorar, así que no dudó en abrazarla, quería calmarla, reconfortarla, Sakura siempre era la chica fuerte, la que las animaba a ellas, pero parecía que romper con Sasuke era algo que ella no podía superar.
—Él sí sabe, solamente finge —respondió la peli rosa, agarrándose del borde de su falda escolar—. No entiendo por qué insiste en hablar conmigo, si me engañó, debería sólo dejarme.
—Los chicos son así —la que habló fue Sari, desde que se había reconciliado con Matsuri, pasaba mucho más tiempo con todas—. Ellos solamente hacen las cosas y luego actúan como si no supieran, actúan tan inocentes… —mientras decía aquello, durante un breve segundo, sus ojos se posaron sobre cierto chico castaño, el cual hablaba animadamente con su amiga de chonguitos, al otro lado del patio.
—Y-yo no creo que todos sean así —Hinata tomó la palabra—. Sakura-chan, tal vez deberías decirle claramente lo que viste, ¿no es mejor aclarar siempre las cosas?
La chica de cabellera rosada la miró, quizás Hinata tenía razón, tal vez era bueno que le dijera a Sasuke que lo vio besarse con Karin, pero, de sólo recordar esa imagen, su corazón dolía horriblemente.
—Es verdad, hazle caso a Hinata-chan, dile lo que pasó —secundó Matsuri—. Si yo estuviera en tu lugar, hablaría con Gaara-kun —apenas dijo aquello, su rostro tomó un leve tono carmesí, todavía le costaba creer que ya tenía un novio, que su novio era un chico tan increíble, que le encantaba, que lo adoraba.
—No sé… —murmuró Sakura, bajando la mirada.
Sari entornó sus ojos apenas oyó a Matsuri hablar sobre Gaara-kun, no lo soportaba, pero sabía que pronto se le iba a acabar la fiesta a su amiguita. Vio pasar a los chicos, iban los tres juntos hacia la cafetería, entonces sonrió ligeramente, llevándose una mano al bolsillo de la chaqueta del uniforme, pues tocaba cierto objeto que le daría una ventaja impensada.
Al otro lado del patio, Kankuro y Tenten estaban sentados cerca de la fuente de la escuela, en una banca de las muchas que había alrededor de la misma. El castaño miró de reojo a esa chica que era amiga de su cuñada, ésta le había estado echando miraditas de odio desde hacía un rato, aunque él trataba de ignorarla.
—Niña estúpida —pensó, frunciendo el ceño. Luego miró a Tenten una vez más—. Entonces, ¿dices que no has visto a mi hermana? —cuestionó, preocupado—. Ella fue la primera en venir hoy, me parece muy raro.
Tenten negó con la cabeza.
—Te lo juro, ella no vino hoy a la escuela, o al menos, no la vi en el salón.
El castaño frunció el ceño, eso no era posible, Temari había venido, pero si no se presentó a sus clases, ¿entonces en dónde estaba?
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Las horas parecían avanzar muy lento, pero, por fin la tarde había llegado. El gimnasio de baloncesto estaba abarrotado de gente queriendo ver el partido, las gradas estaban llenas, incluso había algunos estudiantes parados junto a las puertas de entrada, aunque los profesores trataban de apartarlos. El equipo de baloncesto era muy popular, sobre todo, desde que Gaara se había unido al mismo, muchas jovencitas alocadas estaban ahí sólo para animarlo a él y al resto de los chicos.
Gaara se puso la muñequera que su amiga de la infancia le había regalado, a estas alturas, se trataba de un objeto que le traía suerte, siempre la usaba en ocasiones importantes para él. El equipo de la otra escuela estaba ya ahí, se encontraban planificando su estrategia al otro lado del gimnasio, mientras los chicos también charlaban sobre la suya. Cuando terminaron de acordar cómo iban a jugar, los demás se dispersaron y el pelirrojo se quedó a solas.
—Gaara-kun —escuchó una voz suave y dulce a sus espaldas. Se dio la media vuelta y vio a su novia, la cual le sonreía y le observaba sonrojada. Gaara se sentía tremendamente encantado con esa imagen, adoraba que Matsuri lo mirara de ese modo, su corazón revoloteaba como loco con esa expresión.
—¿Vienes a darme un beso de la suerte? —preguntó, esbozando una pequeña sonrisa, mientras se acercaba a ella y acunaba su rostro entre sus manos—. ¿Te acuerdas cuando te dije que nunca me fijaría en ti?
Ella le miró con sorpresa, había olvidado eso, pero era verdad, ella también lo había dicho, ambos aseguraron que jamás caerían por el otro, pero quién los viera ahora.
—¿A qué viene eso? —le preguntó la castaña, acariciándole ambas manos, mirando de reojo la muñequera que ella le había regalado. Hoy le diría la verdad, definitivamente lo haría.
—Bueno —Gaara desvió la mirada, era un poco vergonzoso decir aquello—. Lo cierto es que… ya me gustabas cuando dije eso —pudo notar que su novia se volvía a poner rosa, era demasiado adorable. Ella le sonrió y lo abrazó, ambos pudieron sentir que sus corazones se aceleraban desmesuradamente.
—Te quiero mucho —confesó la castaña, alzándose de puntitas para darle un pequeño beso corto sobre los labios a Gaara, el cual lo sorprendió, era la primera vez que ella lo besaba a él y no al revés—. Suerte, Gaara-kun, tú puedes ganar.
Él asintió, robándole otro beso corto, antes de romper el abrazo, ya que los chicos estaban yendo a ponerse en posición en medio del gimnasio, frente a los del otro equipo. Matsuri se quedó viendo a los jugadores, mientras, desde las gradas, Sari veía el espectáculo de esos dos.
El juego empezó y rápidamente los chicos comenzaron a acumular puntos, el otro equipo no era rival para ellos, por lo que marcaron una notoria ventaja durante el primer tiempo. Los gritos de ánimo no dejaban de escucharse por todo el gimnasio, sobre todo, cuando alguno de los chicos anotaba alguna canasta. No pasó mucho para que el encuentro acabara 45-20, dándole a los chicos el pase para entrar al torneo local.
—¡Eso estuvo genial! —exclamó Matsuri, yendo a abrazar a su novio en cuanto éste se acercó a las gradas, ambos estaban felices, igual que el resto de los jugadores.
Naruto corrió a abrazar a Hinata y la alzó entre sus brazos con emoción, mientras ésta se sonrojaba como un tomate.
—Gaara-kun, estuviste genial —dijo Matsuri, rompiendo el abrazo para sonreír al pelirrojo. Gaara parecía cansado, su flequillo estaba pegado a su frente debido al sudor, pero estaba feliz, aunque se sentía sucio, no quería estar así frente a la chica, seguramente hasta apestaba.
—Oye, iré a ducharme y luego vengo por ti, espérame en el patio —dijo, desordenando el cabello castaño de la chica, la cual asintió con la cabeza.
—Está bien, te espero —respondió Matsuri.
Cuando Sari vio que Gaara se alejaba solo, en medio de la multitud que celebraba el triunfo, lo siguió en silencio y con sigilo. Esperó afuera de las duchas a que éste saliera, no fue demasiado tiempo, Gaara se había dado prisa, así que cuando salió, la vio apoyada contra la pared. Él traía el uniforme de deportes y se estaba secando el cabello con una toalla pequeña. Cuando notó su presencia, frunció el ceño.
—¿Se te ofrece algo? —cuestionó, todavía no pasaba a esa chica, no la soportaba, a decir verdad.
—Sí —dijo Sari, poniéndose de pie frente al más alto, tenía que incluso mirarle hacia arriba, Gaara le ganaba por mucho—. Tengo algo muy importante que decirte.
El ceño de Gaara se frunció aún más, ¿qué podía ser tan importante como para que ella buscara un momento a solas con él? Todo lo que esperaba, era que no se tratara de otra mentira sobre Matsuri, porque ahora no le iba a creer nada.
—No tengo tiempo, Matsuri me espera —contestó de mala gana, pasándola de largo, pero Sari le agarró de la mano, deteniéndolo, la misma mano que llevaba puesta la muñequera—. Suéltame, te dije que estoy ocupado.
—Pero tienes que saber la verdad —insistió la castaña, observándole con expresión desesperada—. La verdad sobre tu amiga de la infancia, Gaara.
Apenas escuchó aquellas palabras, Gaara abrió sus ojos con sorpresa, sintió una opresión en su pecho y se volteó, buscando la mirada de Sari con extrema insistencia.
—¿Qué sabes tú sobre ella? —cuestionó, casi exigiendo una respuesta de su parte. La chica soltó lentamente su mano, pero sin dejar de verlo a los ojos.
—Lo sé todo —respondió, parecía tan segura, que Gaara sintió que todo esto iba muy en serio. Sari se buscó algo en el bolsillo de la chaqueta y se lo enseño al pelirrojo, era una muñequera igual a la que él usaba, tejida a mano—. Lo sé todo, porque yo soy ella —añadió, notando que la expresión de él se distorsionaba—. Soy tu amiga de la infancia, Gaara-kun.
Gaara no sabía qué decir, no sabía qué pensar, estaba totalmente sorprendido, impactado con lo que acababa de escuchar de los labios de esa chica.
¿Acaso era posible?
Continuará…
