A pesar de que ese debía ser un día feliz para ella y su familia, Temari no se sentía del todo contenta, no dejaba de pensar en Itachi y en el modo en que éste había decidido terminar su relación. Puso un plato sobre la mesa y se quedó congelada en el sitio, aún le dolía el corazón de sólo recordarlo a él.
—¿Sucede algo, Temari? —la voz de su madre la trajo de regreso a la realidad, a lo que la rubia la miró y negó con la cabeza, mostrándole una sonrisa—. ¿Estás segura? —preguntó con el ceño fruncido.
—Claro, mamá —dijo Temari, fingiendo que nada le afectaba—. ¿Gaara salió? —cuestionó, contando los platos que habían puesto para el desayuno, había uno menos.
Karura colocaba los cubiertos, mientras su hijo Kankuro y su esposo se acercaban.
—Salió con Matsuri-chan —respondió la mujer—. ¿No crees que son realmente lindos? Me encanta que Gaara tenga una novia y que esté tan entusiasmado.
Kankuro observó que su madre iba a servir el desayuno, pero rápidamente la detuvo, llevándola hacia la mesa.
—Mamá, hoy es tu cumpleaños, deja que te atendamos —dijo el castaño, yendo hacia la cocina junto a Temari.
Ella y su esposo se quedaron a solas en la mesa, a lo que Karura sonrió por ver lo serviciales que estaban siendo sus hijos, todos los años se comportaban así, incluso si el resto del año se volvían unos consentidos.
—He estado notando a Gaara mucho menos rebelde y difícil —dijo Rasa, tomando las manos de su esposa por encima de la mesa. Él no era un hombre que demostrara seguido sus emociones, aunque Karura siempre había sido la excepción, por algo se había casado con ella—. Me alegra que esté mucho mejor.
—A mí también —la mujer miró de reojo hacia la cocina, procurando que sus hijos no se acercaran aun, cuando se aseguró de ello, le robó un beso a su marido, el cual le mostró una sonrisa—. ¿Me vas a llevar a cenar hoy? Es mi cumpleaños, me lo debes.
Rasa asintió, carraspeando su garganta al ver que Temari y Kankuro se acercaban.
—Claro, no lo olvido —respondió, sentándose correctamente y soltando las manos de Karura, la cual solamente dejó salir una pequeña risita, sabía lo vergonzoso que era él cuando había más gente a su alrededor.
—*—*—*—*—*—*—*—
Las calles de la ciudad eran muy transitadas los fines de semana, la gente iba de aquí para allá, por eso, Matsuri sostenía muy firmemente la mano de Gaara, no quería soltarlo y perderlo de vista. Su novio iba medio distraído, su mente continuaba divagando sobre el hecho de que Sari fuese su amiga de la infancia.
—¿Qué te parece esta tienda, Gaara-kun? —preguntó la castaña, señalando el local de regalos, cuya vitrina estaba llena de cosas muy bonitas. Él no le respondió, así que Matsuri frunció el ceño—. ¿Gaara-kun? —insistió, de verdad estaba preocupada por él, algo no estaba nada bien.
—Perdona —Gaara soltó un suspiro, era el colmo que ni siquiera pudiera prestarle atención a su novia, no tenía que ser así, ya aclararía las cosas con Sari después—. Estaba distraído, pero ¿entramos a esa tienda?
Ella asintió con la cabeza, mostrándole una sonrisa.
—Creo que podemos encontrar algo lindo —aseguró.
Gaara apretó su mano y asintió con la cabeza, ingresando con ella al establecimiento. La mayoría de la clientela era femenina, así que apenas lo vieron entrar, se pusieron a murmurar sobre lo guapo que era y la lástima que les daba que un chico como él tuviera novia, ni siquiera se molestaban en disimular el volumen de su voz, por lo que, tanto Matsuri como Gaara, escuchaban todo perfectamente.
—Supongo que es difícil creer que un chico guapo como tú salga con una simplona como yo… —murmuró ella, bajando la mirada, a lo que Gaara se sintió realmente molesto, ¿quiénes se creían que eran esas chicas como para hacer sentir mal a Matsuri?
—No digas tonterías —respondió, frunciendo el ceño—. Tú no eres simplona, eres hermosa —dijo con seguridad, mirándola a los ojos, lo que provocó que ella se sonrojara como un tomate, Gaara era demasiado para ella, en el sentido en que la hacía sentir completamente vulnerable y la enamoraba más con cada cosa que le decía.
—M-mejor vayamos por el regalo de tu mamá —la chica lo jaló hacia uno de los pasillos de la tienda, en lo que Gaara la siguió sin chistar. Aun si se sentía abrumado por el tema de su amiga y sobre sus memorias perdidas, estar con Matsuri era algo que adoraba, que no cambiaría por nada ni por nadie en el mundo.
Ni siquiera por el recuerdo de esa amiga que tanto le importaba.
—*—*—*—*—*—*—*—
Ese día Hinata se levantó con los ánimos por el suelo, su padre había insistido en que su dichoso amigo vendría a almorzar con ellos y que ella debía de conocer a su hijo y portarse educadamente con él. No le interesaba para nada ese chico, ni siquiera creía que pudiera llegar a ser su amiga, si él se movía en los mismos círculos que los de su padre.
Se puso un tonto vestido de color blanco que su padre le había dejado preparado para la ocasión y que no le gustaba, porque su estilo era un poco más simple, pero tuvo que hacerlo por obligación. También se amarró el cabello en una cola de caballo alta y se miró al espejo; esa no era ella para nada, nunca se había comportado como la hija primogénita de una familia rica, ella era tan sencilla como el resto de sus amigas y eso era lo que le gustaba.
—Bueno… —soltó un suspiro y cerró sus ojos—. Vamos a hacer esto… —murmuró, caminando hacia la puerta de su habitación. Dudó por un segundo cuando agarró el pómulo, pero decidió tomar valor para salir, después de todo, no se estaba comprometiendo a nada, sólo tenía que conocer a ese chico y distraerlo un rato, lo que sea que quisiera hacer su padre después, simplemente le diría que no quería.
Eran casi un cuarto para las doce del día cuando Toneri Osotsuki miró la hora por quinta vez en su teléfono. Lo que más odiaba en el mundo eran las aburridas cenas con los socios de su padre, pero más que eso, odiaba que él siempre le insistiera en pasar tiempo con las hijas de sus socios, ¿es que acaso era alguna clase de casamentero? Siempre molestando con esas tonterías, además, siempre terminaban siendo jovencitas sosas y aburridas.
Suspiró una vez más y se preguntó qué tan decepcionante sería la hija de Hiashi Hyûga, seguro que era una frívola mujercita de esas que sólo tienen en la mente cuál es el último grito de la moda o cuáles son los mejores zapatos, él detestaba a las niñas tontas como esas, todo lo que quería esa salir de ahí e irse a casa a leer un poco.
—Qué fastidio… —pensó, entornando sus ojos celestes y sacó otra vez su celular.
Eran cinco para las doce cuando los pasos de Hinata Hyûga se escucharon en la sala, bajando las enormes escaleras. Él lo recordó, porque faltaban exactamente cinco minutos para el medio día, cuando observó llegar al ángel más hermoso que sus sueños hubieran podido imaginar. Sus ojos se clavaron fijamente en aquella preciosa joven, no sólo lucía elegante y distinguida, sino que parecía recatada, fina y muy dulce, con sólo ver la suave sonrisa de sus labios, él supo que ella era exactamente su tipo.
—Ah, Hinata —dijo el padre de la joven, levantándose de su asiento para irse a parar detrás de su hija mayor—. Les presento a mi hija, ella es Hinata —habló dirigiéndose a su socio y al hijo de éste, quien se levantó de su asiento y caminó hacia Hinata, tomando delicadamente su mano.
—Mucho gusto, mi nombre es Toneri —dijo el chico de cabellera gris, besando la mano de Hinata, quien se sorprendió por el cortés gesto, aunque, no sólo ella estaba sorprendida, pues el padre de éste jamás lo vio actuar así antes. Por su parte, Hiashi se sentía satisfecho, esto era justamente lo que él quería que sucediera.
—M-mucho gusto —respondió la ojiperla, haciendo una leve reverencia, se sentía un poco avergonzada, aunque no entendía muy bien por qué.
Dentro de su habitación, su celular no paraba de sonar, Naruto había estado llamándola, pero Hinata no podía oírlo desde la sala.
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Naruto soltó un suspiro y dejó su celular sobre la mesa, era muy poco usual que Hinata no le respondiera las llamadas, generalmente, ella contestaba en segundos cada vez que él le marcaba, pero pensó que debía estar ocupada, así que no le dio mucha importancia.
—¿No te responde tu novia? —le preguntó su padrino y tutor, el cual se encontraba sentado frente a él, escribiendo algo en su laptop, llevaba el largo cabello blanco amarrado en una coleta baja y usaba anteojos de lectura.
El rubio asintió, un poco molesto —Debe estar ocupada, aunque me siento un poco ignorado —confesó, abultando ligeramente sus labios—. En fin, ero sennin, es hora de la comida.
Tras decir eso, Naruto se levantó y fue hacia su pequeña cocina, poniendo a hervir un poco de agua. El hombre mayor lo miró arqueando una ceja, en serio le sorprendía que ese chico no comiera otra cosa, ¿no debería tener el estómago arruinado a estas alturas?
—¿Ramen de nuevo? Qué novedad —opinó el hombre. Cerró la computadora y tomó su celular—. Yo prefiero otra cosa, pediré comida, Naruto.
—Como quieras —le respondió el chico, encogiéndose de hombros, para él, no había un mejor platillo que su delicioso ramen, ni siquiera la comida de un chef se le podía comparar.
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A pesar de la enorme mentira que había dicho, Sari no estaba ni un poco arrepentida de ello, sabía que, si la desmentían, tendrían que explicarle a Gaara por qué no le dijeron que su propia novia era su amiga de la infancia, así que ella no tenía por dónde perder. Aquel día, por suerte, su padrastro no estaba en casa, así que ella y su madre estaban tranquilas.
—Nunca te vi ese adorno antes —dijo la mujer cuando la vio poner los platos en la mesa, sólo para ellas dos.
Sari se miró la muñequera que le había hurtado a Matsuri, se preguntaba cuánto tiempo pasaría antes de que su amiga averiguara que ella la había tomado.
—Es nueva —respondió, mostrando una sonrisa.
Se sentó a la mesa y su madre sirvió la comida, en lo que ella pensaba en qué respuestas le iba a dar a Gaara cuando lo viera, en caso de que él quisiera saber por qué no le dijo "la verdad". Tenía que ser convincente, hacer parecer que todo era cierto, así que debía practicar.
Era como en la obra de teatro del festival.
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Gaara miró al otro lado de la calle como si viera un espejismo, a pesar de que seguía junto a Matsuri, su mente parecía que continuamente divagaba por otros rumbos. Cerró sus ojos cuando sintió como si ya hubiese estado ahí hace muchísimo tiempo y, de repente, se vio a sí mismo saltando entre las líneas del cruce de peatones, mientras, a su lado, una niña de su edad lo imitaba, sonriendo.
—No me vas a ganar —dijo el pequeño Gaara, dando un paso hacia la siguiente línea blanca, el que no pisaba las líneas, perdía.
—Claro que sí, yo soy la mejor —la niña aceleró sus pasos, dándole la espalda y dejándolo atrás. Ella tenía el cabello castaño, era todo lo que él podía ver, a parte de su bonito vestido rosado y de la muñequera que llevaba en una de sus manos.
La niña se detuvo al otro lado de la calle, era un poco temerario jugar a eso, pero a esa hora no pasaban muchos autos y los dos niños andaban sin la supervisión de sus padres, ambos eran bastante traviesos y eran inconscientes de los peligros que pudieran estar corriendo.
—¿Qué esperas, Gaara-kun? —lo llamó la niña, dándose la vuelta para mirarlo y sonreírle, pero Gaara no podía ver su rostro, era como si estuviera cubierto por una sombra oscura, solamente veía su sonrisa y nada más.
—Gaara-kun, el semáforo ya cambió —le dijo Matsuri, devolviéndolo a la realidad y, al mismo tiempo, provocándole una especie de colapso mental cuando lo llamó de ese modo, ella lo hacía siempre, claro, pero cuando acababa de tener ese recuerdo, se le hacía un poco extraño.
—Vamos —respondió, caminando delante de ella, a paso rápido.
La castaña corrió un poco para alcanzarlo, Gaara estaba actuando muy extraño y, aunque él insistía en que no le pasaba nada, ella sabía que no era así, lo conocía, lo hacía incluso más de lo que él mismo se conocía, pero ¿por qué no podía confiarle sus problemas?
—Espérame —Matsuri llegó junto a él cuando cruzaron la calle y le tomó de la mano, él sostenía una bolsa con el regalo para su madre en la otra mano y cuando sintió el cálido toque de su novia, su ansiedad recién adquirida se calmó un poco—. Gaara-kun —volvió a nombrarlo ella, mirándolo con preocupación, no quería parecer insistente, pero tampoco le gustaba saber que no podía hacer nada por él—. Ven… —murmuró, jalándolo para llevarlo a un lugar que ambos conocían bien y que estaba muy cerca de su ubicación actual.
Gaara se dejó llevar sin chistar, sólo caminaron un par de minutos y llegaron a aquel pequeño parque en donde solían jugar cuando eran niños, ese que él no recordaba, pero que ella no podía olvidar.
—¿Por qué vinimos aquí? —preguntó el pelirrojo, observando el lugar de reojo, ya había estado ahí con Matsuri antes, aunque siempre sentía que le recorrían escalofríos cuando visitaba ese sitio.
Su novia lo dirigió hacia donde estaban los columpios, él se sentó en uno y ella en el otro, entonces Matsuri lo miró fijamente.
—Sé que algo te está preocupando, Gaara-kun —dijo, con aquella expresión que demostraba claramente su temor, Matsuri era mucho más perceptiva de lo que él esperaba y, de cierta manera, eso le sorprendía y le alegraba a la vez, le gustaba sentir que ellos eran el tipo de pareja que podía notar cuando el otro estaba mal o tenía algún problema.
Después de un par de segundos de silencio, finalmente, el pelirrojo soltó un suspiro.
—Es verdad —admitió, mirando hacia el frente y no a la joven que estaba a su lado, sosteniendo fuertemente su mano—. Sí me pasa algo, Matsuri… —esta vez, bajó la mirada, era difícil para él hablar de ese tema, aun si se trataba de su novia, en quien confiaba más que nadie—. He estado recordando cosas y… también, ya sé quién es mi amiga de la infancia.
Los ojos de la chica se abrieron por la sorpresa, al tiempo que su corazón parecía detenerse dentro de su pecho, ¿Gaara lo sabía? Pero ¿cómo? ¿En qué momento?
—¿L-lo sabes?
El chico asintió con la cabeza, continuaba sin mirarla y eso sólo la ponía más nerviosa y ansiosa. Estaba asustada, si Gaara lo sabía, ¿quería decir que estaba molesto con ella por haberle mentido? ¿Acaso terminaría su relación?
—G-Gaara-kun, yo…
—Sari me dijo que es ella —le explicó Gaara, sin notar que la expresión de asombro de su novia se acrecentaba aún más, pues ella no podía creer lo que acababa de escuchar, ¿qué demonios significaba eso? No tenía sentido alguno—. Ella incluso me enseñó que tenemos el mismo adorno —Gaara alzó un poco su mano y le mostró la muñequera que ahora mismo traía puesta—. Yo… desde que me lo dijo, me he sentido muy confundido, por eso he estado actuando así, lo siento.
Matsuri no sabía qué decir, no podía creer lo que había hecho Sari, pero, en primer lugar, ¿cómo es que se había enterado de toda esa historia? ¿Por qué hizo algo tan horrible como mentir de ese modo? Y lo más terrible de todo, ¿por qué ella no era capaz de decirle a Gaara la verdad? Era tan fácil como desmentir todo, contarle que su verdadera amiga era ella, se suponía que estaba dispuesta a hacerlo; sin embargo, ahora todo era distinto, él estaba confundido por las mentiras de Sari y ella no se atrevía a hacer todo peor.
Primero tenía que aclarar toda la situación con su amiga.
—Entonces… —la castaña tragó saliva, agarrando con más fuerza la mano del contrario, quien finalmente la observó—. ¿Qué harás, Gaara-kun?
—Todavía no sé —respondió él, dejando salir un sentido suspiro—. Por ahora, vamos a casa, seguramente mis hermanos ya prepararon la fiesta de cumpleaños de mamá y estamos llegando tarde —Gaara se levantó del columpio y Matsuri asintió con la cabeza, levantándose junto a él, pero sin decir nada más, se sentía demasiado abrumada y asustada, en el caso de que fuera abrir la boca y a enredar todo aún más.
Mientras caminaban de vuelta a su hogar, Matsuri se aferró todo lo que pudo a él, no dejaba de temblar y de preguntarse cómo es que las cosas habían llegado hasta ese punto.
—*—*—*—*—*—*—*—
Estar por fin en casa era un verdadero alivio para Ino, no soportaba la comida del hospital y, además, tampoco era como que pasara más tiempo con su padre, de una u otra forma, él siempre estaba ocupado. Ahora mismo se encontraba en su habitación, un enorme cuarto adornado de diferentes tonos de morado y violeta, su color favorito. Tendría que volver a la escuela el lunes y se sentía muy ansiosa, finalmente, volvería a ver a ese chico.
—¿Qué le digo cuando lo vea? —se preguntó, tomando su teléfono celular para mirar nuevamente el mensaje de WhatsApp que había recibido de parte de él, ella simplemente le respondió con un frío y cortante "gracias", porque no sabía qué más decir, le daba vergüenza, ciertamente.
Había sido muy grosera con Sai desde que lo conoció, lo trató como a un criado, fue despectiva y arrogante, pero Sai, a pesar de todo, siempre era bueno con ella, como cuando se lastimó la mano para protegerla, o cuando pasó la noche con ella en el hospital. ¿Era por eso que ahora su corazón no dejaba de latir en cuanto pensaba en él? ¿O acaso se trataba de otra cosa?
—Por dios, Ino, ya basta, sólo es un chico —se regañó a sí misma, sentándose sobre su cama. Miró la fotografía de perfil del pelinegro, sólo era él sonriéndole débilmente a la cámara, ahora que ella había guardado su contacto, podía ver eso y también su estado, era un poco llamativo, tenía escrito algo como "El artista es efímero, pero el arte dura para siempre". Él era un poco filosófico, quizá era demasiado inteligente como para que Ino le llevara el ritmo, pero, aun así, ella estaba interesada en intentarlo.
Se sorprendió un poco cuando notó que el teléfono sonaba, la persona que le hablaba era Sakura, ellas dos habían estado pasando más tiempo juntas últimamente y eso le agradaba, aunque todavía necesitaba hablar y aclarar algunos temas con su prima Matsuri.
—¿Hola? —habló la rubia—. ¿Pasó algo, Sakura? Ah, sí, estoy bien, ya casi no me duele nada —decía a la chica del otro lado, olvidándose por un momento de la imagen que no dejaba de rondar en su cabeza, la sonrisa enigmática de Sai.
—*—*—*—*—*—*—*—
El timbre de la casa sonó, así que Temari se levantó de la mesa, mientras su hermano Kankuro acababa de poner algunos snacks en diferentes platos y Gaara, junto a Matsuri, adornaban la casa con algunos globos. Se trataba de una fiesta de cumpleaños pequeña, pero no por eso era menos elaborada, los chicos se habían esforzado bastante para que fuera algo ameno y divertido.
—Al fin llegas —dijo la rubia a la persona que estaba del otro lado de la puerta, quien se mostró ligeramente indiferente ante su regaño—. ¿No sabes lo que es la puntualidad, Shikamaru? —cuestionó, frunciendo levemente el ceño.
El recién llegado bostezó.
—Ya estoy aquí, no seas dramática —respondió, entrando como Pedro por su casa.
—Agradece que mi mamá te invitó —Temari chasqueó la lengua en cuanto éste ingresó, cerrando la puerta tras él. Para llegar al comedor, en donde estaban los demás, había que pasar por un pasillo, así que ahora mismo, los dos estaban a solas—. Yo jamás te habría pedido venir, vago.
Shikamaru la miró con el ceño fruncido, era cierto que Temari siempre lo trataba de ese modo altanero, pero no podía evitar que eso le hiciera sentir mal.
—¿Entonces por qué no le dijiste a tu novio que viniera? —cuestionó, ligeramente mordaz.
Temari bajó la mirada —Ya terminamos —respondió, sin notar la expresión de sorpresa de su invitado—. Iba a decirle a mi mamá que tú ya no eres mi novio, pero ella no me dejó hablar y me insistió en que te trajera, así que luego le haré saber que ya no tengo novio y serás libre, por ahora, te aguantas.
A pesar de que se suponía que ya no tendría ningún motivo para fingir ser el novio de Temari, a Shikamaru no le gustaba para nada esa idea, no le hacía feliz volver a vivir alejado de ella, no quería hacerlo.
—Da igual —fue todo lo que dijo, antes de retomar su camino hacia el comedor. En cuanto Karura lo vio llegar, no dudó en correr a abrazarlo, saludándolo enérgicamente.
—¡Bienvenido, Shikamaru-kun! —saludó la mujer, separándose tan rápido como se acercó, para luego sonreírle a su hija mayor, la cual le devolvió el gesto—. Ahora sólo falta la invitada de Kankuro —comentó, volteando hacia el castaño, quién se sonrojó ligeramente.
—¿Kankuro invitó a alguien? —el que habló fue Gaara—. Qué raro, creí que nadie lo volteaba a ver.
—¡O-oye! —se quejó el mayor, haciendo que todos se empezaran a reír, Gaara se había vuelto muy alzado desde que tenía novia, ya hasta se burlaba de él, era mejor que él también se pusiera a trabajar en eso, o ese pequeño hermano suyo lo convertiría en su payaso.
—No te enojes, Kankuro-san, Gaara sólo bromea —le dijo Matsuri, era la única que no se había reído de él, pues incluso su madre y el vago del Nara se estaban casi carcajeando.
¡Hasta su padre!
El timbre volvió a sonar, así que él se puso alerta —Debe ser Tenten —avisó, corriendo como un rayo hacia la puerta.
—¿Uh? —Temari parpadeó confundida—. ¿Invitó a Tenten? ¿Acaso esos dos andan juntos?
—¿Hasta ahora lo notas? —dijo Shikamaru, quien estaba cruzado de brazos a un lado de ella.
Gaara se acercó también, agarrando un poco de patatas fritas de la mesa.
—A Kankuro le gusta tu amiga, ¿no sabías? —comentó, comiendo un poco del delicioso snack—. Hasta yo lo sé, hermana, debes haber estado muy distraída últimamente —aseguró, echándole una rápida y gélida mirada a Shikamaru, la cual lo hizo temblar, a diferencia de Kankuro, Gaara sí le daba miedo.
A los pocos segundos, Kankuro regresó junto a Tenten para unirse a la fiesta, ellos no eran novios, claramente, pero eran muy buenos amigos y eso le había bastado de excusa al castaño para invitarla. Karura la saludó cordial y alegremente como a Shikamaru y todos se sentaron para comer y cantarle la canción de cumpleaños a la madre de los tres hermanos. Incluso cuando cada uno de ellos tenía sus propios problemas y preocupaciones, todos lograron pasarlo genial ese día, olvidándose por un instante de todo lo malo y celebrando el día tan importante en que se encontraban, inclusive, comieron pastel hasta saciarse.
—*—*—*—*—*—*—*—
El lunes llegó nuevamente, parecía ser un día tranquilo, eso pensó Matsuri cuando vio que –por fin– Temari caminaría con ellos al colegio, había estado queriendo hablar con ella desde el cumpleaños de su madre, pero no tuvo la oportunidad, por eso, apenas la vio, dijo que tenía unas cosas que consultarle y se sentó con ella en el autobús, en lugar de hacerlo con su novio.
—¿Qué dices? —cuestionó la rubia, apretando los puños de la rabia que le había entrado al escuchar lo que Matsuri acababa de contarle—. Pero ¿en serio tu amiga hizo tal cosa? Mocosa desgraciada…
La castaña bajó la mirada, ella se sentía igual de enfadada, pero también estaba triste, le costaba comprender el comportamiento de Sari, ¿acaso había hecho eso para acercarse a Gaara?
—Intenté llamarla el fin de semana, pero apagó su celular, ella sabía que cuando me enterara, le preguntaría… —explicó, su podía notar en sus ojos la decepción que sentía, había creído en Sari, en que iban a ser las amigas de antes, pero a la primera oportunidad, ésta le clavaba un puñal por la espalda.
—Le voy a partir la cara —sentenció Temari, pero Matsuri rápidamente negó con la cabeza.
—No, por favor, Temari-san —rogó—. Déjame hablar con ella primero, quiero entender por qué hizo lo que hizo, no tiene ningún sentido…
Temari suspiró, le sorprendía el buen corazón de Matsuri, era evidente que Sari hacía todo esto por llamar la atención y, aún así, ella planeaba darle el beneficio de la duda.
—No cabe duda de por qué le gustas tanto a Gaara —comentó.
—¿Eh? —Matsuri se puso roja al escucharla, aquel comentario ni siquiera venía al caso, pero no pudo evitar buscar a su novio con la mirada, él estaba sentado con su hermano Kankuro, ambos charlaban de algo que no parecía ser importante, lo único que a Matsuri le importaba era que él ya no lucía tan preocupado, eso era algo bueno.
Cuando llegaron a la escuela, lo primero que hizo Matsuri fue buscar a Sari con la mirada, la vio desde el otro lado de la calle, atravesando la entrada de la institución. Gaara también la vio y apretó la mano de Matsuri con fuerza, él no sabía cómo la iba a enfrentar, había sido tan odioso, ¿estaría muy dolida?
—¿Qué hacen ahí parados? —los llamó Kankuro, empujando a ambos para que volvieran a caminar.
Mientras tanto, Temari se adelantó, se había mentalizado durante todo el fin de semana en que nada malo sucedería una vez que viera al profesor Itachi, que todo iba a estar bien, pero apenas lo observó desde lejos, sintió que le temblaban las piernas.
—No seas cobarde, Temari —se dijo a sí misma, inhalando un buen poco de aire, para luego entrar a la escuela con la frente en alto, ella no era una chica patética que se la pasaba llorando por un ex –aunque sí había llorado–, no pensaba mostrarle que era débil.
Las clases iniciaron ese día con normalidad, en el grupo de segundo año, el primer maestro era Itachi, él lucía un poco extraño esa mañana, pero nadie le tomó importancia, ni siquiera su propio hermano. Mientras el profesor explicaba la clase, Matsuri no dejaba de ver a Sari, la cual la ignoraba totalmente, como si ella no existiera, pero, de vez en cuando, miraba a Gaara y le sonreía cuando éste se daba cuenta de que ella lo estaba observando.
—*—*—*—*—*—*—*—
Temari se sentía bastante mal durante la clase, tenía náuseas y la cabeza le daba vueltas, ni siquiera podía escuchar lo que decía el maestro al frente de la clase, sentía que la vista se le ponía borrosa, así que se llevó una mano a la sien.
—Temari —le habló su amiga Tenten—. ¿Te encuentras bien? —preguntó al notarla un poco enferma, parecía que hasta tenía fiebre—. No te ves nada bien, deberías ir a le enfermería.
La más alta negó con la cabeza, no podía creer que se enfermara cuando pensaba mostrarse fuerte ante el idiota que la había dejado.
—No, estoy bien —respondió, pero tan rápido como dijo eso, sintió deseos de vomitar, así que se levantó de golpe de la silla—. ¡P-profesor, voy al baño! —exclamó, corriendo fuera del salón, ante las miradas de sorpresa de su maestro y de sus compañeros.
Tenten también se levantó —Sensei, ella no se siente bien, iré a ver qué le sucede y la llevaré a la enfermería.
—Vaya, señorita Ama —respondió el hombre, asintiendo con la cabeza, así que Tenten corrió detrás de su amiga, la cual había ido a vomitar al baño.
La castaña entró al baño más cercano, en donde había visto meterse a su amiga, apenas ingresó, escuchó los sonidos de arcadas.
—¿Temari? —la llamó, pero ella no podía responderle, porque continuaba devolviendo todo lo que había desayunado. Tenten abrió una de las puertas de los cubículos y la encontró vomitando, así que se agachó junto a ella para darle algunos golpecitos leves en la espalda y sostener su cabello—. ¿Estás bien?
—N-no… —respondió Temari, respirando pesadamente tras lograr detenerse—. Me siento un poco mejor ahora, pero sigo con náuseas, debo haber comido mucha chatarra el fin de semana.
—Vamos a le enfermería —dijo Tenten, esbozando una leve sonrisa—. Es cierto, en el cumpleaños de tu mamá fuiste la que más comió.
Las dos se levantaron del suelo, Temari se enjuagó la boca con un poco de agua y, seguido de eso, las dos se dirigieron a la enfermería de la escuela, así ella podría descansar un poco.
Shikamaru, que había salido a hacerle un encargo al profesor Uchiha, iba pasando por el pasillo, cargando una caja de nuevos marcadores para el pizarrón, cuando notó que esas dos iban a la enfermería, era notorio que la que estaba mal era la rubia.
Aquello no le gustó.
—*—*—*—*—*—*—*—
En cuanto la primera clase se terminó y el timbre sonó, varios de los estudiantes salieron a hacer sus cosas. Shikamaru casi voló de su lugar, cosa muy rara en él, ya que normalmente estaría dormido. Hinata y Sakura salieron juntas, pero Matsuri les dijo que ella tenía que hacer algo y se dirigió a Sari, afortunadamente, Gaara había salido con Naruto y Sasuke a ver unas cosas del club, por lo que ambas se quedaron solas, ya que los demás se habían ido.
—¿No tienes nada que decirme? —habló Matsuri, mirando con seriedad a la castaña que seguía sentada en su lugar, como si ella no hubiese hecho nada malo, sin sentir culpa por absolutamente nada—. ¿Cómo pudiste mentirle así a Gaara-kun?
Sari la miró con indiferencia.
—¿Y tú cómo sabes que le mentí? —preguntó sarcástica, torciendo su boca en una mueca de completa malicia—. Lo sabes porque tú eres su amiga, ¿no? —la chica acrecentó su sonrisa, observando la expresión de confusión de su compañera y amiga, la cual estaba de pie frente a ella.
Ino había olvidado su dinero en el salón y quería comprarse un jugo o algo, ya que tenía mucha sed, pero cuando estaba por entrar, la discusión que se estaba llevando a cabo la obligó a quedarse detrás de la puerta, escuchando todo.
—Matsuri, ¿con qué cara me vienes a reclamar? Si tú fuiste la primera que le mintió a Gaara, él ni siquiera sospecha que eres esa amiga que no recuerda, y en lugar de decirle, ¿te aprovechas para hacerte su novia? —Sari se puso de pie, ella y Matsuri eran casi de la misma altura, así que se podían mirar directo a los ojos con riña.
—Sari-chan… —Matsuri la miró con tristeza y decepción—. Eso no es cierto, si yo no se lo dije, no es por eso…
—¿Entonces admites que no se lo dijiste a propósito? —cuestionó la de cabello largo, casi carcajeándose—. Wow, en serio me sorprendes, eres más lista de lo que creí, mira que aprovechar así la situación, pero yo ya seguí tu ejemplo —dijo, mostrándole a Matsuri la muñequera que tenía puesta en su mano derecha, la que le robó de su casa—. Gaara jamás dudará de mí con esto.
—¡Eso es mío! —exclamó Matsuri, intentando quitárselo, pero Sari la empujó con fuerza, haciendo que se golpeara la espalda contra una de las mesas. Ino, al ver eso, se sorprendió, pero cuando iba a intervenir, su prima siguió hablando—. Sari-chan, ¿por qué haces esto? —cuestionó, sintiendo que las lágrimas corrían por sus mejillas debido al dolor tanto físico, como emocional.
La castaña de larga cabellera sonrió, sintiéndose triunfadora.
—Porque tú siempre lo tienes todo fácil, yo también quería un poco de eso —contestó, sin sentir ni un poco de pena por Matsuri—. Más te vale que te quedes callada sobre esto, si se lo dices a Gaara, yo le contaré que le mentiste y él te va a odiar, estúpida.
Con esas palabras, salió del salón como si nada y, aunque, por un instante la culpa se coló a través de su mirada, ésta rápidamente se disipó. Por su parte, Matsuri se dejó caer al piso, estaba incrédula ante lo que acababa de suceder, no sólo era la amenaza, sino la terrible mentira de Sari, todo porque ella no había sido capaz de decirle la verdad a Gaara cuando debió hacerlo.
—Matsuri —Ino –que se había escondido tras la puerta cuando salió Sari– se le acercó y la ayudó a levantarse, bastante asombrada por lo que había atestiguado—. ¿Estás bien? ¿Qué rayos le pasa a la loca esa?
—Ino-chan… —la castaña no le dijo nada más y simplemente la abrazó, llorando con todas sus fuerzas.
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Hinata y Sakura estaban juntas en el patio, las dos se encontraban de pie frente a la zona de los bancos, en donde observaban a una pelirroja y a una rubia charlar animadamente. Sakura apretó el brazo de Hinata, la cual la miró con preocupación.
—¿No vas a ir a preguntarle? —habló la ojiperla, animándola a sacarse esa duda que desde el día del juego la estaba carcomiendo. A su lado, la peli rosa cerró sus ojos y suspiró.
—Por favor, ven conmigo, ¿sí? —rogó, pues sabía que no podía hacerlo sola, por muy fuerte y sensata que ella fuera, cuando se trataba de Sasuke, era la persona más débil y torpe del mundo, él simplemente la volvía vulnerable, así lo hacía cualquier cosa que tuviera que ver con él.
—Bien —respondió Hinata, sonriéndole amablemente.
Las dos se acercaron a Karin y Shion, que estaban disfrutando su rato libre antes de la siguiente clase. Al llegar, Sakura carraspeó su garganta.
—Karin-san —la llamó. La pelirroja la miró con el ceño fruncido, todavía no podía olvidarse de que, debido a esa rosada sin chiste, ella había sido rechazada por el chico de sus sueños—. Disculpa, pero tengo una pregunta que hacerte.
Karin arqueó una ceja y se ajustó los anteojos —¿Se puede saber qué es? —interrogó de mala gana.
Sakura quería hablarlo en privado, pero no tenía el coraje, era mejor si Hinata estaba a su lado como apoyo emocional, no importaba que también estuviera esa otra chica, Shion.
—¿Tú besaste a Sasuke-kun? —preguntó sin rodeos, sorprendiendo a las dos muchachas del otro salón.
—Oye, mejor hablemos sólo las dos —dijo Karin, levantándose de su asiento.
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Los chicos habían ido con el profesor de educación física y entrenador del equipo de baloncesto para afinar los detalles de su próximo encuentro, estaban emocionados, ya que planeaban volver a ganar, incluso Gaara se sentía entusiasmado por el próximo partido, ya quería compartir las noticias con su novia y –luego de haber ganado– celebrar con ella lo que el otro día no pudieron.
—Bueno, entonces tendremos primero el festival deportivo y luego el juego, qué ansias —dijo Naruto, que caminaba con los brazos cruzados detrás de la nuca—. Ya quiero que Hinata me vea jugar.
—¿Para qué quieres traumar a la pobre? —cuestionó el azabache, que ahora estaba de mejor humor, sólo un poco.
—¡Sasuke! —exclamó Naruto, apretando los puños.
Gaara –como siempre– ignoraba la infantil pelea de esos dos, él había visto a cierta chica castaña a lo lejos y, ahora que ella estaba sola, planeaba ir a hablarle, aclarar las cosas con ella, era algo justo y necesario.
—Disculpen, tengo que hacer algo —avisó, dejando solos a esos dos, los cuales lo miraron irse corriendo hacia donde estaba Sari, luego se vieron entre sí, extrañados.
—¿No crees que Gaara sigue siendo muy misterioso? —dijo el rubio, que siempre sentía que su nuevo amigo no era totalmente abierto con ellos, entendía que él era reservado, pero pensaba que ya tenían bastante confianza como para hablar las cosas.
Por su parte y por toda respuesta, Sasuke se encogió de hombros.
—No debe estar acostumbrado a contar sus cosas —fue todo lo que dijo.
Gaara llegó corriendo frente a Sari, ella lo miró con una sonrisa, a pesar de que él estaba serio y hasta parecía enojado, de todas formas, su tono de voz era tranquilo.
—¿Podemos hablar?
—Por supuesto —respondió ella. Ambos se alejaron un poco, hacia donde no hubiera mucha gente, para poder hablar con confianza y sabiendo que no serían escuchados—. ¿Qué quieres decirme, Gaara?
El pelirrojo soltó un suspiro, no estaba muy seguro de cómo abordar el tema, pero tenía que enfrentar su pasado, incluso si éste continuaba siendo nebuloso dentro de su mente.
—¿Por qué no me lo dijiste desde el principio? —exigió saber Gaara, pues se sentía dolido por ello, era como si "su amiga de la infancia" hubiera estado jugando al tira y afloja con él, cuando debió contarle todo mucho antes.
La chica, fingiendo sorpresa y culpabilidad, bajó la mirada.
—Lo intenté, pero sólo me alejabas —respondió, haciéndose la víctima, provocándole culpa a Gaara, quien la observó con aquella expresión marcada en su rostro, porque sabía que era cierto, que él la había estado manteniendo apartada, que incluso fue grosero con ella.
—Fue porque me mentiste sobre Matsuri, estaba muy molesto —dijo él, manteniendo su expresión culposa—. ¿Por qué hiciste tal cosa? Yo… puede que recuerde pocas cosas… —admitió, bajando la mirada—. Pero tú no eras así.
Sari apretó los dientes, la estúpida de Matsuri, incluso en los recuerdos de Gaara, era una blanca paloma.
—Tenía celos… —dijo casi en un susurro, realmente era buena para mentir, pues Gaara se estaba tragando todo el cuento como si fuera cierto—. Tú no me hacías caso y sólo estabas pendiente de ella, sé que hice mal, pero éramos amigos y no me recordabas, me dolía mucho, por eso dije esas cosas sobre Matsuri.
—Ya veo… —él se mantuvo en silencio durante unos segundos, ahora comprendía todo, la insistencia de esa chica por acercársele, el comportamiento que tuvo cuando se dio cuenta de que él se sentía atraído por Matsuri, todo estaba claro ahora, o eso pensaba él—. Lo lamento mucho, Sari —se disculpó, creyendo que hacía lo correcto—. Yo no te recuerdo con claridad, pero desde que llegué a la ciudad, todo lo que quería era volver a verte, así que estoy muy feliz, incluso si no me lo dijiste antes.
—¿De verdad? —la castaña lo miró con una sonrisa, no podía creer que su plan había funcionado, Gaara en serio le creía, él debía ser muy ingenuo o ella era una muy buena actriz; de cualquier modo, ahora lo tenía en sus manos—. Yo también soy muy feliz… —dijo, abrazándolo cálidamente, acción que lo sorprendió un poco, pero ahora que él creía que Sari era su amiga, no dudó en corresponder el abrazo.
Matsuri había ido a la enfermería para que le vieran el golpe que se había dado contra la mesa, le dolía muchísimo y descubrió que tenía un horrible moratón. Ino la acompañó, ambas notaron que había otra persona ahí, pero como las cortinas de su cama estaban cerradas, no podían verlas.
—Matsuri, voy a comprar un juego y regreso —dijo la rubia, dejándola sola por un momento, a lo que ella asintió con la cabeza.
Estaba aburrida, la enfermera no estaba, así que debía esperarla. Ella decidió mirar por la ventana por pura curiosidad, pero se arrepintió enseguida de hacerlo, porque pudo ver el momento exacto en que Sari abrazaba a Gaara en el patio, y él la abrazó de vuelta.
—N-no… —murmuró, el corazón le dolía, sentía que se le partía en dos, no podía asimilar que Sari realmente se hubiera salido con la suya, que Gaara le había creído sus mentiras.
¿Por qué no habló antes?
Continuará…
