Capítulo 23: La importancia de confiar

Sakura siguió a Karin hasta un lugar más apartado, para que así ellas dos pudieran hablar a solas, habían dejado a Hinata y a Shion juntas, las cuales se sentían bastante incómodas en compañía de la otra.

—Así que… sales con Naruto —dijo la rubia, causando que Hinata diera un pequeño salto, ella no pretendía tocar el tema de su relación con esa chica, sabía muy bien lo que ella sentía por su novio.

—A-así es —respondió insegura, sintiéndose como una tonta, se suponía que debía mostrarle su aplomo, ¿por qué siempre tenía que ponerse nerviosa con estas cosas?

Shion, que estaba sentada a su lado, se echó hacia atrás en su asiento y soltó un hondo suspiro, era jodidamente frustrante pensar en que esa chica le había ganado la partida, aunque tampoco es que Hinata lo hubiese hecho en su contra, eso quería pensar.

—A mí todavía me gusta —se atrevió a decir, notando la mirada de sorpresa de la ojiperla—. Puede que ahora tú seas su novia, Hinata-san, pero no creo que eso dure para siempre.

La Hyûga frunció el ceño, ¿acaso eso era una amenaza?

—Sólo digo lo que veo —Shion se encogió de hombros y se levantó—. Si llega Karin, dile que ya me fui al salón.

Hinata continuó mirándola de mala gana, mientras ésta se marchaba, ¿en serio esa chica se había atrevido a decirle en su cara que ella y Naruto no durarían? ¿Es que acaso pensaba quitárselo? ¡Eso era absurdo! Ni que Naruto fuese una cosa que se podía pasar de mano en mano.

—Chica tonta… —murmuró enojada, no dijo un insulto fuerte, después de todo, Hinata no era una chica capaz de maldecir a nadie.

—*—*—*—*—*—*—*—

Cerca del hueco bajo las escaleras del segundo y tercer piso, Sakura miraba con seriedad a la pelirroja que estaba frente a ella, la cual se mantenía cruzada de brazos y le devolvía la misma mirada desafiante.

—Estoy esperando tu respuesta —dijo la Haruno, que realmente se sentía ansiosa, necesitaba confirmar si lo dicho por Sasuke era cierto, o si eran puras mentiras para salirse con la suya—. ¿Besaste a Sasuke-kun?

Karin se mantuvo silenciosa durante sólo un par de segundos, hasta que descruzó sus brazos y soltó un suspiro.

—Sí —admitió al fin, sin notar los puños apretados de la chica que estaba frente a ella, la cual sólo se sentía furiosa, realmente no podía confiar en las palabras de su ex novio—. Yo lo besé, pero Sasuke me rechazó —continuó hablando la pelirroja, sorprendiendo a Sakura.

—¿Cómo dices? —cuestionó la dueña de los ojos jade, incrédula.

—Que lo besé, lo hice porque Sasuke me gusta —volvió a relatar Karin—. Pero él me apartó casi de inmediato, me dijo que no podía sentir nada por mí, que te amaba a ti, eso fue lo que pasó, ¿estás feliz ahora?

La peli rosa retrocedió un paso, ¿entonces Sasuke no le mintió? Él dijo la verdad y ella había actuado como una idiota, no confió en él, rompió su relación, ni siquiera fue capaz de escucharlo en primer lugar.

—Ay, no…

—Oye… —Karin frunció el ceño, la cara de esa chica se había puesto pálida, como si le fuera a dar un ataque de algo—. ¿Está todo bien? —preguntó, no es que le preocupara, pero ella tampoco era una mala persona—. Mira, si lo que querías era decirme que me aleje de tu novio, no es necesario, ya perdí el interés, no me gustar estar rogándole a nadie.

Sakura negó con la cabeza, tenía muchas ganas de llorar, realmente había arruinado todo, solamente por no creer en él.

—Gracias por decirme la verdad —fue todo lo que dijo, antes de darse la media vuelta y marcharse corriendo, tenía que encontrar a Sasuke, hablar con él y pedirle perdón, aunque seguramente él estaría enojado, era lo único que podía hacer.

Por su parte, Karin arqueó una ceja, no entendía nada.

—Qué rara es —murmuró para sí misma.

—*—*—*—*—*—*—*—

Gaara se separó de Sari, mostrándole una suave sonrisa, no quería ser muy efusivo, aunque se sentía feliz, o eso suponía. Había deseado encontrar a su amiga de la infancia durante tanto tiempo y, ahora que ella estaba frente a él, la sensación no era la que había esperado, era un poco incómodo, pero intentó dar su mejor esfuerzo para que eso no se notara.

—¿Ya no volverás a ignorarme? —preguntó ella, mirándolo fijamente, a lo que Gaara hizo una ligera mueca de molestia. Él rompió del todo el abrazo y, sin querer, pasó a llevar el brazo lastimado de Sari, por lo que ella se quejó de dolor—. Auch…

El pelirrojo la miró con confusión, apenas la había tocado, ¿por qué le iba a doler? Sin pensarlo mucho, tomó el brazo de Sari y, cuidadosamente, levantó la tela de la manga de su uniforme, hasta toparse con la rojiza marca de un golpe sobre su piel.

—¿Quién te hizo eso? —preguntó, con los ojos ligeramente abiertos.

Sari apartó su mano bruscamente, ella quería llamar la atención de Gaara, pero no de ese modo, lo que sucedía en su casa era algo que la llenaba de ira y vergüenza, no podía dejar que él lo supiera.

—Nada, me golpeé contra la puerta de mi habitación —dijo, ocultando su evidente mentira tras una sonrisa.

—¿La puerta de tu habitación tiene dedos?

Esta vez, ella sólo desvió la mirada, no pensaba contestar a eso, era obvio que Gaara no le había creído, pero tampoco iba a decirle la verdad.

—Recordé que tengo algo que hacer, Gaara, ¿no te molesta? —antes de oír la respuesta, Sari se fue caminando, dejando a Gaara confundido, aunque eso no disminuía su alegría al haberse encontrado nuevamente con su amiga.

Ino regresaba de comprar su jugo, en serio se moría de sed, aunque no podía dejar de estar molesta por lo que había visto, Matsuri no quiso explicarle nada, así que ella no entendía, sólo sabía que la idiota de Sari había hecho algo muy malo, algo que tenía que ver con Gaara.

Mientras regresaba a la enfermería, vio a esa chica escalofriante caminar hacia su dirección, traía una sonrisa satisfecha en el rostro y no parecía arrepentida por lo que había hecho, al contrario, era como si le alegrara. Sari la pasó de largo, entonces Ino vio a Gaara, que regresaba caminando con las manos en los bolsillos del pantalón, se veía un poco alegre, algo no muy común en una persona como él.

—Gaara —lo saludó la rubia—. Qué bueno que te veo.

—Hola —el pelirrojo la saludó con parsimonia, todavía no le agradaba del todo Ino Yamanaka, aunque sabía que se estaba portando mejor con Matsuri y, desde que fue internada en el hospital, ya no parecía querer acosarlo—. ¿Está todo bien? Qué bueno que ya volvieras a la escuela —comentó.

Ella asintió con la cabeza —Conmigo todo bien, gracias por preguntar —dijo—. Pero ve a la enfermería, Matsuri tuvo un accidente.

Gaara ni siquiera la dejó terminar su frase, cuando Ino se dio cuenta, el pelirrojo había corrido como una bala hacia la enfermería de la escuela, ni siquiera pudo decirle que no era nada grave.

—Vaya, vaya —murmuró la chica, entre sorprendida y divertida—. ¿Cómo le habrá hecho mi primita para traer así a Gaara? —se cuestionó, bebiendo un sorbo de su jugo en caja.

—La pregunta interesante aquí es, ¿cómo lo haces para verte tan bonita? —esa voz la tomó por sorpresa, lo que provocó que diera un salto y soltara su caja de jugo, que salió volando por los aires. Cuando se dio la vuelta, vio que Sai estaba parado detrás de ella, sonriéndole, gesto que le hizo ponerse completamente roja, casi como si fuera un tomate maduro.

—S-Sai, hola —lo saludó nerviosamente, regañándose mentalmente enseguida, ¿qué rayos le pasaba? Antes no se sentía así cuando estaba frente a ese chico, pero ahora no podía evitarlo, además, ¿él le había dicho que se veía bonita? ¡Qué rayos!

—Hola —Sai alzó su mano derecha a modo de saludo, acrecentando un poco la sonrisa—. Me alegra que estés mejor, Ino-chan, ¿ya no te duele el estómago?

La rubia negó con la cabeza, era inaudito, sentía que la cara le ardía por completo, era una sensación demasiado molesta.

—No, no me duele —respondió, bajando la mirada. Siempre se había jactado de ser una persona segura de sí misma, altiva, orgullosa, pero ahora, no era capaz de ver fijamente a Sai a los ojos—. O-oye… quería decirte algo… —habló, casi arrastrando las palabras.

Sai ladeó su cabeza.

—Sí, dime.

Ino hizo un esfuerzo para mirarlo, Sai era extraño, no parecía ser alguien sociable, pero a veces lo veía hablando con Naruto o con Matsuri, sinceramente, creía que a él le gustaba su prima, pero lo empezó a dudar cuando él no hizo nada para detenerla de estar con Gaara, luego, de un modo que la Yamanaka no entendía, él sólo estaba ahí, haciendo latir su corazón con fuerza, ¿cómo podía explicarse ese tipo de sensación?

—Yo, esto… gracias por cuidar de mí…

La mirada siempre serena de Sai, se alteró ligeramente, se había sorprendido.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó, no es que le molestara, pero tampoco era algo que él haría sólo porque sí, le avergonzaba –solamente– un poco—. Dormiste casi toda la noche, cuando me fui, continuabas inconsciente.

—Eso no importa —respondió la chica, frunciendo ligeramente sus labios—. Quería que sepas que soy una persona agradecida, ¿bueno? —se cruzó de brazos y desvió la mirada, su personalidad orgullosa había vuelto a apoderarse de ella, no podía durar demasiado con esa actitud tímida—. De todos modos… —hizo una leve pausa—. ¿Tu mano ya se ha curado por completo?

El pelinegro alzó la mano que se había lastimado, se la mostró a Ino y la empuñó y soltó varias veces.

—Mi mano está tan sana como antes —contestó, escuchando sonar el timbre que indicaba el regreso a clases—. Ah, debemos regresar a nuestros salones, nos vemos luego, Ino-chan —agitó la misma mano que mantenía alzada para despedirse, yéndose hacia su aula y perdiéndose tras un pasillo.

—Nos vemos… —murmuró la rubia, sonriendo levemente, todavía tenía las mejillas rojas.

—*—*—*—*—*—*—*—

Gaara llegó corriendo a la enfermería, no sabía qué le había sucedido a Matsuri, pero al escuchar sobre su accidente, no dudó en ir hacia ella, mientras su corazón se agitaba de preocupación. Cuando llegó, vio que la enfermera la estaba revisando, su novia se estaba levantando la blusa del uniforme, dejando ver parte de su espalda y su cintura, cosa que lo hizo sonrojar un poco, pero enseguida pudo notar el horrible hematoma que estaba sobre su piel. La enfermera le aplicó un gel para bajarle la hinchazón y le indicó que podía volver a bajar su blusa.

—Matsuri —la llamó, la chica se sorprendió un poco al ver que él estaba ahí—. ¿Qué te pasó? —preguntó él, acercándose y tomándola cuidadosamente de la mano.

—Gaara-kun —ella no dudó en abrazarlo, ni siquiera le importaba que la enfermera los estaba viendo, aunque a ella tampoco parecía molestarle el espectáculo.

—¿Estás bien? —cuestionó el pelirrojo, un poco desconcertado por el accionar de la chica, aunque correspondió a su abrazo cálidamente, teniendo cuidado de no tocar aquella zona que estaba lastimada—. Matsuri, ¿cómo te hiciste eso? —insistió.

Matsuri se separó levemente, mostrándole una cálida sonrisa.

—Solamente me tropecé y me golpeé contra la mesa —mintió, no podía decirle la verdad, que Sari la había empujado, menos ahora que él pensaba cosas que no eran ciertas—. Ya sabes lo distraída que soy, Gaara-kun.

Al escuchar su explicación, Gaara frunció el ceño.

—Cielos —dijo en tono de regaño—. Realmente eres torpe, ¿cómo puedes caerte así? Tienes que tener más cuidado —dijo mirándola a los ojos, se sentía muy molesto, en serio estaba preocupado, no podía creer que Matsuri se lastimara tanto sólo por accidente—. Matsuri, ¿te duele mucho? —cuestionó, relajando un poco el tono de su voz, al tiempo que le acariciaba la mejilla.

Ella negó, aunque se notaba que había llorado.

—No mucho, Gaara-kun, tranquilo.

En lo que ellos hablaban, escucharon el sonido del timbre, así que Gaara volvió a tomar su mano, sosteniéndola con delicadeza.

—Volvamos a clases —le dijo a la chica, quien asintió con la cabeza. Al pasar junto a la enfermera, ambos le hicieron una leve reverencia y se alejaron, todavía tomados de la mano.

—Ah, el amor joven —suspiró la mujer—. Qué envidia siento.

Dentro de las cortinas que cubrían la otra cama, Temari estaba recostada, mirando hacia el techo, había escuchado lo que pasó con Matsuri y también cómo su hermano la regañaba, pero ella se quedó totalmente callada y quieta, no quería que ellos supieran que estaba ahí, porque entonces le preguntarían.

Dios, ¿qué voy a hacer…? —se preguntó mentalmente, llevándose una de sus manos al vientre, estaba teniendo una sospecha que le aterraba.

Mientras caminaban hacia el salón, Matsuri detuvo de pronto sus pasos, no podía ignorar lo que había visto, necesitaba preguntarle a Gaara sobre eso, ¿por qué había abrazado a Sari? El solo recuerdo de ese momento, le hacía doler horriblemente el corazón.

—Gaara-kun —lo llamó, mirando hacia el suelo y mordiéndose el labio inferior.

Él, confundido, se paró delante de ella, pero sin soltar su mano.

—¿Sucede algo? —le preguntó, un tanto preocupado—. ¿Te duele mucho? ¿Quieres regresar a la enfermería? —vio a su novia negar, así que se confundió más—. ¿Qué tienes, Matsuri?

—Tú… —habló en voz baja, casi temblorosa—. ¿Hablaste con Sari-chan?

La pregunta sorprendió un poco a Gaara, no tanto por el hecho de que ella quisiera saber, sino que por la forma en que lo hacía, ¿por qué se veía tan triste? ¿Por qué actuaba como si le doliera?

—Los vi abrazados —dijo la castaña—. Por la ventana de la enfermería, por eso… —su cara se puso roja de repente, se había dado cuenta de que sonaba totalmente celosa, aunque sí que lo estaba, estaba celosa, no deseaba compartir a Gaara con nadie, no quería que otra chica fuera capaz de sentir sus cálidos abrazos, ni mucho menos, sus dulces besos.

Por su parte, Gaara comprendió bien lo que sucedía, por lo que no pudo evitar que una ligera sonrisa se le formara en los labios, realmente, ¿acaso Matsuri podía llegar a ser más adorable?

—¿Estás celosa? —cuestionó, ligeramente divertido ante la situación.

—¡N-no! —exclamó ella, mirándolo por fin, tenía sus ojos enmarcados por las lágrimas, cosa que agarró con la guardia baja a su novio, que no se resistió a abrazarla, sabiendo que deberían estar regresando a clases en ese momento y, que las demostraciones de afecto entre los estudiantes no estaban muy bien vistas por los dirigentes escolares.

—Matsuri, no llores —dijo Gaara, estrechándola con fuerza, pero sin olvidar tener cuidado con su lesión.

—No estoy llorando… —respondió la castaña, escondiendo su rostro contra el pecho del más alto.

Gaara cerró sus ojos, manteniéndola así por un momento, para luego separarse y verla fijamente, sus latidos se aceleraban con sólo tenerla cerca de él, ¿cómo podía Matsuri sentir celos de cualquier otra chica en el mundo, cuando sus ojos sólo podían verla a ella?

—Ella es mi amiga, pero tú eres mi novia —explicó—. Sí la abracé, pero fue un abrazo de amistad, por el reencuentro, sin embargo, tú eres la única para mí, Matsuri.

A pesar de que eso no era lo único que aquejaba el corazón de Matsuri, sino también la horrible mentira de Sari, las palabras de Gaara llenaron su corazón de calidez, le hicieron sentir reconfortada y pensar que, tal vez, todo saldría bien.

—Gaara-kun, te quiero muchísimo —se atrevió a decir, abrazándolo nuevamente, rodeando su cuerpo como si jamás quisiera volver a dejarlo ir.

—Yo también te quiero mucho, boba —respondió Gaara, correspondiendo ese abrazo. Sentía muchas ganas de besarla en ese momento, así que se separó un poco y la tomó del mentón, notando lo hermosa que ella lucía con esa expresión inocente en su rostro, pero justamente cuando se disponía a rozar sus labios, un profesor apareció bajando las escaleras.

—Alumnos, ¿todavía aquí? Vayan a sus salones —dijo en tono de regaño, avergonzando a la pareja, los cuales asintieron con la cabeza y se alejaron rápidamente, aún sosteniendo la mano del otro.

—*—*—*—*—*—*—*—

—Demonios, no logro encontrar mi libro —murmuraba Tenten, que iba por el pasillo de la escuela, un poco antes de que el receso se terminara, se suponía que había guardado el libro de historia en el casillero, pero éste no estaba ahí.

También había revisado en el salón de lectura, donde a veces solía estudiar, pero nada, ¿en dónde podía haberlo dejado?

—Tenten —escuchó una voz masculina que la llamaba, una que reconoció a la perfección, que le hizo erizar ligeramente la piel. Antes de darse la vuelta para mirarlo, respiró profundo, entonces lo encaró, a Neji.

—¿Necesitas algo? —preguntó, con la mayor sonrisa falsa que pudo poner, todavía era un poco difícil asimilar que él ahora era su ex novio, que todo se había acabado entre ellos, aunque, también era extraño que Neji le hablara ahora, no lo hacía desde que discutieron en el festival.

—No —el castaño miró en otra dirección, extendiéndole aquello que tenía en su mano derecha; el libro que Tenten llevaba un rato ya buscando—. Lo dejaste en el patio, sigues igual de distraída que siempre —comentó, frunciendo ligeramente el ceño, para luego carraspear su garganta, ya que, no debió haber dicho lo último.

—Gracias —Tenten tomó el libro y luego también bajó la mirada, el timbre sonó, pero ella no se movió del lugar, al igual que Neji tampoco lo hizo.

Él la miró de reojo, en realidad, tenía muchas cosas que decirle, quería explicarle el malentendido de la apuesta, también deseaba pedirle disculpas por haberse portado como un patán, eran tantas palabras que no se atrevía a pronunciar y, lo peor de todo, era que no sabía si algún día sería capaz, o siquiera si merecía la pena hacerlo.

—Bueno, yo me voy —dijo entonces, dándose la media vuelta para marcharse.

Tenten no respondió, simplemente mantuvo su vista en el suelo y, poco después, se dirigió a su salón, en lo que Neji hacía lo mismo, preguntándose si algún día dejaría de ser un cobarde y se atrevería a enfrentar sus sentimientos.

—*—*—*—*—*—*—*—

Las clases del profesor Morino eran las más aburridas para Shikamaru, si no se quedaba dormido en ellas, solía inventar alguna excusa para salir del salón, ese día, dijo que le dolía el estómago y si podía ir a la enfermería.

Cuando llegó, la enfermera no estaba, suponía que andaba perdiendo el tiempo como siempre, pero quien sí estaba era Temari, lo supo porque ya había pasado antes a echar un vistazo por su salón y ella no estaba presente. Corrió sigilosamente la cortina que estaba tapando la cama y ahí la vio, ella tenía sus ojos cerrados y lucía un poco pálida.

—Qué problemática mujer —murmuró para sí mismo, esbozando una suave sonrisa—. Se ve bien cuando duerme.

—¿Eso crees? —cuestionó Temari, abriendo sus ojos y sorprendiendo al Nara, que no se esperaba que ella estuviera despierta.

—¿Oíste lo que dije? —preguntó tontamente, ligeramente avergonzado—. Bueno, qué más da —añadió, soltando un suspiro—. ¿Te sientes muy mal?

La rubia se sentó con cuidado, todavía estaba algo mareada y, al ver que ella se esforzaba, Shikamaru la ayudó.

—Gracias, estoy bien —dijo ella, sonriendo levemente—. A decir verdad, no me siento tan mal, pero estoy un poco asustada.

El Nara frunció un poco el ceño.

—¿Asustada?

Temari negó con la cabeza, no era bueno contarle esa tontería a alguien como Shikamaru, él no lo entendería, además, sólo era una idea tonta.

—Nada, nada —respondió, mirando intrigada al menor, quien no dejaba de observarla con interés, nunca había notado lo amable que era Shikamaru, porque parecía que cualquier cosa que hiciera, le causaba fastidio y desgano—. Oye… —dijo—. ¿Por qué estás aquí?

Enseguida, él se exaltó un poco, su rostro se sintió caliente, así que miró por la ventana para disimular, llevándose una mano a la nuca.

—Por nada, sólo trataba de saltarme la clase del profesor Morino —mintió, tratando de lucir desinteresado—. Me enteré de que estabas enferma y quise saber si estabas bien, es todo.

—Ya veo… —la rubia sonrió aún más, él no era bueno mintiendo, pero el hecho de que se preocupara por ella se le hacía muy lindo de su parte—. Bueno, eres bienvenido a mi palacio, al menos, hasta que la clase acabe.

Shikamaru la miró, esbozando una suave sonrisa que demostró mucho más de lo que él hubiese querido. No le dijo ni una palabra, solamente se recostó sobre la cama de al lado y se quedó mirando al techo, porque, aunque no hablaran, estar junto a Temari lo hacía sentir reconfortado.

—*—*—*—*—*—*—*—

Durante lo que restó del día, los chicos estuvieron concentrados en sus clases, habían estado algo pesadas, ya que se acercaban los exámenes antes de las vacaciones de invierno, por lo que repasaron muchos temas. Matsuri fue al casillero a guardar sus cosas, en lo que Gaara también hacía lo mismo. Mientras ella terminaba de cerrar, vio a Sari parada a su lado.

—Muy bien, veo que no le dijiste nada a Gaara, bien hecho —le dijo con una sonrisa sarcástica que hizo que a Matsuri le doliera el corazón y hasta el alma, en serio, no podía entender qué era lo que sucedía con Sari, por qué actuaba de ese modo, si se suponía que ambas eran amigas.

—No, no le dije —contestó—. Pero no voy a permitir que lo engañes, Gaara-kun no se lo merece.

La de cabello más largo arqueó una ceja.

—Pero ¿que tú le mientas sí se lo merece?

Cuando Matsuri le iba a responder, notó que Temari aparecía por detrás de Sari, agarrándole el brazo con fuerza, el mismo que llevaba lastimado, así que no pudo evitar quejarse de dolor.

—A ti te quería encontrar, mocosa idiota —dijo la enojada rubia, ahora que se sentía mejor, no pensaba dejar las cosas así, sabía bien que había sido Sari la que empujó y dañó a Matsuri –porque lo escuchó en la enfermería– y, además, que le estaba mintiendo a Gaara, tratando de verle la cara—. ¿Quién te crees que eres para venir a inventarle mentiras a mi hermano? Además, golpeaste a Matsuri, ¿acaso eres una maldita loca? —mientras más hablaba, más fuerte apretaba el brazo de Sari, no le importaba lastimarla, porque esa chica se lo merecía.

—Así que no le dijiste nada a Gaara, ¿pero fuiste corriendo con su hermana? —le dijo Sari a Matsuri, cerrando un ojo por el dolor que el agarre de Temari le producía—. Qué cobarde eres.

—Cállate —le dijo Temari, jalándola un poco hacia ella—. Vas a ir ahora mismo a decirle la verdad a Gaara, si no quieres que te muela a golpes.

Matsuri estaba muy sorprendida, ella no le había dicho nada a Temari sobre la agresión de esta mañana, ¿cómo es que se había enterado?

—Suéltame, rubia psicópata —se quejaba la de cabello largo, tratando de zafarse del agarre—. Y yo no voy a decirle nada a Gaara, ¿o acaso quieren que él sepa que todos ustedes le mintieron? ¿Eso quieren que le diga?

Cuando escucharon eso, tanto Matsuri como Temari se sorprendieron y la mayor soltó a Sari, la cual se sobó el brazo, adolorida.

—Ustedes dos y también el idiota de Kankuro, todos le dijeron mentiras a Gaara, todos sabían la verdad y se lo callaron, ¿ahora actúan como si fueran los buenos? Por favor —habló con evidente sarcasmo, le parecía que los hermanos de Gaara y, también Matsuri, eran todos unos hipócritas—. Ustedes se van a callar si saben lo que les conviene, porque si él se entera de que le ocultaron todo, Gaara los va a odiar —aseguró, yéndose de ahí, sin obtener respuesta de ninguna de las dos chicas.

—Esa maldita mocosa… —Temari apretó sus puños con ira, no podía creer el descaro de esa estúpida, pero sea como sea, ella tenía razón, Gaara no iba a perdonarlos, se sentiría burlado.

—Temari-san, ¿qué vamos a hacer…? —cuestionó Matsuri, que se estaba aguantando las ganas de llorar, no sabía ni cómo sentirse ya, no sabía qué le dolía más, si la traición de su amiga o el hecho de que todo lo que tenía con el chico que quería, podía irse al tacho de la basura en cualquier momento, sólo bastaba con que Sari moviera un dedo para arruinarla.

Temari miró a Matsuri, no sabía qué decirle, creyó que podría hacer algo, pero ahora se daba cuenta de que ella también estaba con las manos atadas.

—No sé, pero encontraremos una manera de solucionar esto, no llores, ¿sí? —le pidió, abrazándola cálidamente. Ella sabía que Matsuri era una chica sensible, que adoraba a Gaara con todo su ser y no quería que, por culpa de una persona sin escrúpulos, ella y su hermano salieran lastimados.

—*—*—*—*—*—*—*—

—¡Sasuke-kun! —Sakura corrió para alcanzar al azabache, el cual se encontraba a mitad de camino hacia su casa, a pesar de ser un chico proveniente de una familia adinerada, Sasuke prefería caminar a usar un chofer o conducir su propio auto, así ejercitaba las piernas.

Él se detuvo cuando escuchó su llamado, Sakura respiraba agitada frente a él, se notaba que había hecho un gran esfuerzo por dar con su persona.

—Sakura… —murmuró, evitando mirarla, todavía se sentía dolido por lo ocurrido entre ellos—. ¿Qué pasa?

La peli rosa lo miró con pesar, sabía que Sasuke debía sentirse pésimo por su culpa, porque ella era una tonta, una boba que no tuvo la suficiente confianza como para creer cuando él le juró que jamás la había engañado con otra chica.

—Sasuke-kun… lo siento… —dijo, haciendo una ligera reverencia, como si le estuviera hablando a una persona de autoridad, ese gesto sorprendió al azabache—. Lo lamento mucho, me precipité en mi forma de actuar, no debí portarme de ese modo, yo… debí creerte.

Sasuke la miró fijamente en ese momento, sin entender muy bien a qué se debía ese cambio de actitud, ¿acaso Sakura había pensado bien las cosas?

—¿Por qué ahora? —cuestionó, manteniéndose serio.

La chica se volvió a erguir, mirándolo apenada, pero también, guardando cierta esperanza.

—Hablé con ella, con Karin… —confesó—. Ella me dijo la verdad.

—Ya veo… —la mirada de Sasuke se ensombreció, por supuesto que le hacía feliz que ella al fin le creyera, pero no de este modo, porque, habiéndole dicho él la verdad, ¿por qué Sakura tenía que comprobarlo con otra persona antes de confiar en él?

—Sasuke-kun… —Sakura tomó una de las manos de él, esbozando una suave sonrisa—. Sé que hice mal en lo creerte, pero… sólo puedo pedirte que me perdones y que arreglemos esto, yo te amo, Sasuke-kun.

Lo vio cerrar los ojos y soltar un suspiro, para luego apartar su mano, haciendo que ella lo soltara.

—Aprecio que ahora me creas, pero, Sakura… —su voz grave sonaba afectada, ni siquiera parecía el mismo Sasuke de siempre, ese que siempre aparentaba que nada ni nadie podía dañarlo—. Si tú realmente me amaras, habría confiado en mí sin tener que ir a preguntarle a Karin… —continuó hablando, mirándola con los ojos llenos de decepción—. Se supone que éramos una pareja, que confiábamos en el otro, te dije la verdad y no sólo terminaste conmigo, no me creíste.

—Sasuke-kun, por favor… —rogó la chica, intentando volver a tomarle la mano, pero él volvió a apartarla.

—No —dijo con la voz fría, ese tono que solía calarle los huesos a cualquiera—. No, Sakura, yo no puedo estar con alguien que no me tiene confianza.

La Haruno se cubrió la boca con una mano, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, ¿en serio había sido tan grave? ¿Realmente había herido a Sasuke?

—Lo siento mucho, Sasuke-kun… por favor, perdóname.

Él cerró sus ojos y suspiró, asintiendo con la cabeza.

—Te perdono, descuida —dijo sin mirar la expresión esperanzada de la chica—. Pero tú y yo ya no vamos a volver, es lo mejor —antes de atreverse a mirar a Sakura a los ojos, Sasuke se dio la media vuelta y se marchó, pero ella no dijo nada, ni siquiera lo siguió y él hizo un esfuerzo sobrehumano para no voltear a mirarla.

Mientras tanto, Sakura sólo cayó de rodillas al suelo, no le importaba que la gente la mirara, ella solamente podía llorar en silencio, no podía creer que en serio había perdido a Sasuke.

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Naruto y Hinata caminaban juntos a casa, ella nuevamente se había rehusado a irse con su primo, ya que prefería pasar el tiempo junto a su novio, a decir verdad, quería contarle lo sucedido el fin de semana, que su padre le había presentado al hijo de su socio y que le insinuó que ella debía "salir" con él, pero, por más que lo pensaba, no tendría ningún sentido hacerlo, ¿no? A fin de cuentas, ella ya había decidido no hacerlo. Aunque, por otro lado, lo que le había dicho Shion también la tenía pensando.

—Naruto-kun —la chica miró a su novio, quien caminaba sonriente a un lado de ella—. Y-yo… quería preguntarte algo…

—¿Uh? —el rubio también la miró, agrandando aún más la sonrisa que siempre lo acompañaba—. Claro, Hinata, ¿qué es?

—B-bueno… —la ojiperla comenzó a jugar con sus dedos, se había puesto nerviosa, no estaba convencida de si abordar ese tema de conversación era una buena idea o no, pero, no deseaba sentirse insegura al respecto, así que decidió hablar—. Naruto-kun, tú… ¿tuviste algo que ver con Shion-san de la clase de al lado?

Inmediatamente, la sonrisa de Naruto se desvaneció.

—¿Eh? ¿Con Shion? —parpadeó confundido, recordando algo que hasta ahora no había tenido en cuenta—. ¡Ahora que lo dices, es cierto!

—¿El qué? —Hinata lo miró sorprendida por su reacción, de por sí, su novio era bastante exagerado para todo, pero no creía haberle hecho una pregunta tan difícil de responder, ¿o sí?

Naruto, por su parte, se cruzó de brazos, no había duda sobre una cosa, se le había pasado por completo el darle una respuesta a esa chica.

—Verás, hace un tiempo, Shion me dijo que le gustaba —confesó, cerrando sus ojos con expresión contrariada—. Pero lo olvidé por completo y nunca le di una respuesta, soy un grosero.

La expresión de Hinata era todo un poema, ¿en serio una persona podía olvidarse de algo semejante? Es decir, se trataba de la confesión de amor de una chica, ¿de verdad Naruto simplemente había olvidado responderle?

—Je, soy muy distraído —dijo él, llevándose una mano a la nuca y riendo nerviosamente, como si el tema fuera cualquier cosa—. Cuando tú me dijiste que también yo te gustaba, yo… —sus mejillas se tiñeron levemente de rojo, era realmente dulce, Hinata sentía ganas de abrazarlo hasta cansarse—. B-bueno… supongo que estaba tan feliz, que simplemente olvidé rechazarla.

—Ya veo… —una sonrisa boba se formó en los labios de la Hyûga, estiró su mano y tomó delicadamente una de las manos de su novio, realmente estaba enamorada de él, lo adoraba, no había otra palabra que definiera sus sentimientos por Naruto Uzumaki—. Pero, Naruto-kun, deberías de responderle apropiadamente, es muy feo estar esperando y ser ignorada —explicó.

Los ojos azules de Naruto la miraron fijamente, su novia era tan linda, ella siempre pensaba en los sentimientos de los demás, era como si se hubiera topado con un ángel.

—Tienes razón, Hinata, lo haré —respondió, volviendo a sonreír, pero ahora de forma mucho más armoniosa.

En medio de ese dulce momento, el teléfono de Hinata sonó con un montón de notificaciones de WhatsApp, así que lo sacó de su bolsillo para revisarlo, había muchos mensajes de Sakura y Matsuri pidiendo verla, algo les había sucedido a sus amigas.

—N-Naruto-kun, ¿me llevas donde Sakura-chan? —le pidió al rubio, quien no dudó en asentir con la cabeza.

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Gaara se sentía un poco desconcertado cuando llegó a casa, él esperaba irse junto a Matsuri, como siempre, pero ella le dijo que pasaría a casa de su amiga Sakura cuando iban a medio camino, además, lucía muy desanimada y triste, ¿quizá aún seguía molesta por su abrazo con Sari?

—Debo ser más cuidadoso con esas cosas —se regañó a sí mismo, soltando un suspiro—. Odio ver a Matsuri llorar…

Subió a su habitación y dejó su bolso sobre la cama, se cambió el uniforme por algo más cómodo y bajó a la cocina, ya casi era la hora de la cena familiar, sus hermanos también estaban ya en casa y sólo faltaba su padre, con quien se llevaba mucho mejor últimamente.

—Gaara, hijo —lo saludó su madre, mientras ponía los platos sobre la mesa—. ¿Cómo te fue hoy en la escuela? Luces un poco cansado.

El pelirrojo se sentó en el sofá, todavía no estaba la comida, así que nada ganaba con ir a ocupar un puesto a la mesa.

—Más o menos, es decir… —hizo una mueca de disgusto—. En la escuela me fue bien, pero creo que hice enfadar a Matsuri —intentó explicar su sentir, aunque le daba un poco de vergüenza, su madre era alguien en quien podía confiar para todo, ella era la mejor consejera que conocía y sabía bien que podía ayudarlo a resolver sus problemas.

—¿Lo crees? —preguntó Karura, caminando hacia su hijo, para tomar asiento frente a él—. A ver, hijo, explícame por qué piensas eso.

—Bueno… —Gaara tragó saliva, no sabía si sonaría muy patán lo que iba a decir—. Me vio abrazando a una chica, pero no fue por nada malo, ella sólo es una amiga —aclaró casi al instante—. El punto es que creo que no le gustó nada, estaba muy triste y luego ya no quiso regresar a casa conmigo.

Karura se puso en pose pensativa, si hubiese sido ella la que viera a Rasa abrazando a otra mujer, se sentiría igual de triste que Matsuri.

—Entiendo, y te creo que esa otra jovencita no es más que una amiga —dijo su madre, mostrándole una sonrisa tranquilizadora—. ¿Se lo dijiste a Matsuri-chan? —vio a Gaara asentir—. ¿Y ella qué te dijo?

—Dijo que estaba bien, que me entendía, pero… no sé… —el chico bajó la mirada, no se sentía bien al recordar la tristeza de su novia—. No sé si realmente me creyó o no…

La madre de Gaara miró a su hijo con gran atención, realmente su pequeño se había enamorado, era tan dulce que le causaba demasiada ternura, pero no le gustaba verlo sintiéndose mal o acomplejado, era fácil darse cuente de que Gaara aún no aprendía a lidiar del todo con sus sentimientos y con su relación, pero por algo la tenía a ella para darle su apoyo.

—Cariño, no te sientas presionado, sólo habla con ella cuando la veas y hazle saber que ella es la persona que quieres —aconsejó, sin dejar de mostrar esa amable y cálida sonrisa—. Matsuri-chan es una chica lista y sé que te quiere mucho, ella no dejaría que un malentendido eche a perder las cosas.

Gaara asintió con la cabeza, sonriendo levemente, tal vez aún le faltaba entender muchas cosas acerca de estar en una relación de noviazgo, después de todo, Matsuri era su primera novia y, si alguna vez tuvo algo con alguien, nunca significó nada.

—Gracias, mamá.

Karura se levantó para abrazar a su hijo, justo cuando la puerta de la casa se abrió, dejando ver a su esposo. Un rato después, Temari y Kankuro bajaron también y todos se sentaron a cenar.

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Izumi salió un poco tarde del trabajo ese día, estaba desanimada, ya que su turno había sido largo y no vio a Itachi en ningún momento del día. Se había acostumbrado a tenerlo cerca, a poder admirarlo, aun sabiendo que no tendría ninguna oportunidad con él, ¿se estaba pasando de tonta? Tal vez, pero no podía evitarlo, su corazón se aceleraba sólo con pensar en ese hombre.

Mientras caminaba hacia su casa, en lo que la tarde caía y el cielo se iba poniendo rojo, su teléfono comenzó a sonar, así que lo sacó para responder, por lo que fue a cruzar distraídamente la calle. No se dio cuenta del cambio de luz del semáforo, tampoco del auto que avanzaba hacia ella, hasta que éste le tocó la bocina. Ella, con el teléfono aún en mano, se quedó paralizada, no podía moverse por el miedo, pero entonces alguien la jaló del brazo.

El teléfono se le cayó al suelo y fue aplastado por la rueda del auto, pero ella estaba bien, ella estaba entre los brazos de una persona, cuya respiración era tremendamente agitada.

—¡¿Acaso no ves por dónde vas?! —cuestionó Itachi, separándose de ella, estaba muy alterado—. ¡Izumi, casi te matan! —exclamó, no podía creer lo que acababa de suceder.

La castaña no respondía, todavía estaba paralizada, sólo podía ver fijamente a Itachi, quien continuaba regañándola como si fuera su padre, hasta que notó que las lágrimas corrían por las mejillas de ella.

—Izumi… —Itachi volvió a nombrarla, un poco más calmado, aunque estaba molesto, el tipo que conducía el auto ni siquiera se había detenido a ver si la chica que casi atropellaba estaba bien o mal.

—I-Itachi… —después de salir de su estado de shock, Izumi abrazó con fuerza al más alto, apenas y se daba cuenta de que podía haber muerto, si no hubiese sido por él, ella ni siquiera estaría ahí de pie ahora—. Gracias, Itachi —dijo llorando a todo pulmón, en serio había pasado el peor susto de su vida.

El azabache le permitió abrazarlo, acariciándole suavemente el cabello, mientras intentaba reconfortarla un poco.

—Tranquila, ya pasó —le susurró en voz baja, sin dejar de repartir suaves caricias sobre su cabellera castaña.

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Sakura se había reunido con Hinata y Matsuri en su casa, a pesar de que era algo tarde, las tres chicas estaban hablando sin preocuparse por la hora. La peli rosa les había relatado entre lágrimas lo sucedido con Sasuke, el modo en que éste le dijo que ya no volverían, lo cual le destrozó el corazón.

—Tranquila, Sakura-chan, seguro que él sólo dijo eso porque estaba enfadado —trató de animarla Hinata, aunque la rosada no para de llorar, se sentía morir, no podía aceptar que había arruinado su relación con el amor de su vida, sabía que aún eran jóvenes, pero ella amaba a Sasuke en serio.

—Es cierto, no llores más —secundó Matsuri—. Sasuke-san seguro pensará mejor las cosas con la cabeza fría.

La Haruno negó con la cabeza.

—No, yo sé que estaba hablando en serio, conozco a Sasuke-kun, debería haber confiado en él —dijo secándose las lágrimas, estaba hipando, pero se sentía un poco más desahogada al tener a sus amigas junto a ella—. Soy una tonta, chicas.

Matsuri bajó la mirada, hablando de confianza, ella no era nadie como para tocar un tema como ese, porque tampoco había hecho las cosas bien, porque no le dijo a Gaara la verdad y ahora todo estaba al revés.

—¿Qué te sucede a ti? —le preguntó Sakura, notando su expresión depresiva—. Es obvio que tienes algo, ¿no, Hinata?

La ojiperla asintió —¿Discutiste con Gaara-san?

—No —Matsuri negó con la cabeza, debía contarles a las chicas lo ocurrido, pero, sinceramente, le daba demasiada tristeza—. Chicas, ¿recuerdan lo que les conté sobre Gaara-kun y yo siendo amigos de la infancia? —las otras dos asintieron—. Bueno, de algún modo, Sari-chan se enteró de eso y… y le mintió a Gaara-kun, le dijo que ella era su amiga.

—¿Qué? —cuestionaron Sakura y Hinata al unísono.

—No sólo eso, también me amenazó con decirle que yo le oculté la verdad y… no sé qué hacer, no quiero que lo engañe, pero tengo miedo de que Gaara-kun me odie…

Sin poder contenerse un segundo más, Matsuri por fin lloró libremente, sabía que podía hacerlo frente a sus amigas, que ellas eran personas que jamás la iban a traicionar, no como Sari.

—Ay, Matsuri-chan… —Hinata no tardó en abrazarla, así como también lo hizo Sakura, parecí que ese día sólo les había traído desgracias a todas.

Continuará…