Capítulo 25: Festival deportivo Parte 1
El día del esperado festival deportivo al fin había llegado, la escuela estaba más ruidosa que nunca, ya que los padres y familiares de los estudiantes estaban presentes para verlos competir entre clases y equipos. Como era de esperarse, Matsuri y Gaara estaban en una reunión de delegados de la clase, la cual estaba liderando el presidente del consejo, Neji Hyûga.
La reunión ya estaba terminando, así que el presidente se dedicaba a puntualizar algunas cosas.
—No olviden fiscalizar que cada uno de los integrantes de sus clases cumpla rigurosamente con las reglas del juego limpio, no se tolerará a nadie que haga trampa —comentaba con seriedad—. ¿Alguna pregunta? —nadie alzó la mano—. Perfecto, pueden retirarse.
El primero en marcharse fue Neji, los demás se fueron levantando de sus lugares y también salieron. Gaara le tomó la mano a Matsuri y los dos fueron caminando hacia su salón de clases, donde sus compañeros ya debían estar reunidos con su ropa de deportes puesta.
—¿No crees que el presidente da un poco de miedo? —comentó la castaña, a lo que Gaara simplemente se encogió de hombros.
—Me parece que sólo es alguien serio y responsable, ¿por qué daría miedo?
La chica frunció un poco los labios, deteniendo sus pasos.
—¿No eras un poco parecido a él, Gaara-kun?
—Oye —Gaara arrugó el entrecejo—. Claro que no, ¿qué dices?
Matsuri se empezó a reír, era cierto que Gaara había cambiado un montón desde que "se conocieron", ya no actuaba como alguien amargado, a pesar de que continuaba siendo reservado, ya no era distante y tampoco era difícil dirigirse a él.
—Cuando llegaste, lo primero que dijiste fue tu nombre y un "y ustedes no me interesan" —dijo la castaña, tratando de imitar la voz ronca de su novio, el cual se sintió un poco avergonzado ante tal acto, así que no dudó en acorralarla contra el muro, tomándola desprevenida—. G-Gaara-kun…
—No te burles —dijo Gaara, todavía con el ceño fruncido—. ¿Te recuerdo quién fue la que se cayó encima de mí cuando nos conocimos?
Sus palabras provocaron que Matsuri se sonrojara, ahora que lo recordaba, eso había sido demasiado vergonzoso. Miró a su novio a los ojos, tenerlo tan cerca de ella siempre la ponía nerviosa, pero debía admitir que lo disfrutaba, adoraba sentir su calor.
—Eso fue un accidente, Gaara-kun —respondió, rodeando el cuello del más alto con sus dos manos—. Y no tiene nada que ver con que seas amargado —añadió, notando que él iba a decir algo, pero lo calló robándole un beso.
Gaara se sorprendió un poco, el beso no se lo esperaba, pero le encantó, así que dejó de lado el tema y sólo se dedicó a corresponderlo.
—Volvamos al salón, señorita seductora —susurró el pelirrojo, volviendo a tomar la mano de su novia—. Los demás deben estar esperando.
—Vamos —Matsuri sonrió ligeramente, apretando la mano del chico con algo de fuerza.
Ya habían pasado varios días desde lo sucedido en su habitación, Gaara no volvió a tratar de hacer nada parecido con ella, pero Matsuri todavía estaba un poco ansiosa al respecto, no lo había comentado con las chicas todavía, aunque hoy pensaba hacerlo, ya que tendrían una de sus típicas pijamadas. Tampoco había vuelto a cruzar palabra con Sari, ella actuaba muy descaradamente frente a Gaara, como si realmente fuese su amiga, lo que fastidiaba a Matsuri y a los hermanos del chico. Ya habían conversado entre los tres sobre cómo decirle la verdad a Gaara, pero, lo cierto era que estaban asustados de hacer algo incorrecto para él.
Cuando llegaron al salón y Matsuri sintió la mirada de Sari sobre ella, enseguida soltó la mano de Gaara y se dirigió a comunicarle a sus compañeros lo que habían tratado en la reunión, antes de que comenzaran los juegos.
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Shikamaru caminaba por el pasillo, todo su salón ya estaba en el patio de la escuela, donde se llevarían a cabo los juegos, pero él se escabulló mientras organizaban los equipos y se dirigía hacia la azotea para dormir un poco, no tenía ganas de participar en nada, era muy aburrido y seguramente no lograría vencer a nadie.
—Qué suerte que no hay nadie aquí —murmuró, bostezando.
Cuando pasó cerca de la entrada trasera de la escuela, que le quedaba de camino hacia las escaleras que daban a la azotea, vio algo que le llamó la atención. Temari pasó corriendo por ahí y, abriendo el descuidado portón, salió del edificio escolar. Shikamaru frunció el ceño, ya llevaba días viendo el extraño comportamiento de la rubia, pero eso de escaparse de la escuela ya era algo más, así que no dudó en seguirla, el dormir podía esperar, aunque a él mismo le sorprendió pensar así.
Por su parte, Temari corrió por la calle, nadie podía darse cuenta de que salió y para qué salió. Llevaba un rato ya devanándose la cabeza sobre si hacer esto o no, no se había atrevido antes, debido a que estaba muy asustada, pero desde que se sintió mal, la duda la estaba carcomiendo.
—Muy bien, aquí estamos —se dijo, deteniéndose justo frente a una farmacia. Se moría de la vergüenza de sólo pensar en lo que iba a comprar, ya había estado ahí un par de veces y nunca se atrevía, pero era ahora o nunca—. Vamos, Temari, vamos —murmuró, dándose ánimos.
Entró a la farmacia y fue hacia la dependienta, mientras que Shikamaru observaba desde lejos, confundido, ¿acaso ella estaba enferma? Cuando la vio salir, notó que traía en las manos una pequeña bolsa de color blanco, que parecía traer una caja alargada dentro. Temari metió aquel objeto bajo su ropa y empezó a caminar, entonces, al pasar cerca de unos botes de basura, alguien la jaló del brazo y su compra cayó al suelo.
—¡No traigo dinero! —exclamó, creyendo que se trataba de algún asaltante, pero le sorprendió ver que no era nada de eso—. ¿Shikamaru?
Él se rio un poco por la reacción de la rubia, pero enseguida volvió a ponerse serio.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué estabas comprando? —interrogó, pues estaba preocupado, quizá ella seguía enferma, aunque no tenía mucho sentido que hubiese salido de la escuela para comprar algún medicamento, ya que pudo sólo ir a la enfermería, fue entonces que bajó la mirada y pudo ver de cerca el producto—. Eso es… —sus ojos se abrieron un poco, sorprendido.
Temari se agachó como un rayo para recoger la caja y volver a esconderla bajo su ropa, pero el Nara no la dejó, le arrebató el objeto de entre las manos y comprobó lo que era.
—Escucha, esto no es…
—¿Estás embarazada? —cuestionó el pelinegro, interrumpiéndola y cortando su frase, aunque ella no entendía por qué él sonaba tan enojado—. Contéstame, ¿estás embarazada, Temari?
La chica no hizo más que bajar la mirada, sentía su pecho apretado y tenía ganas de llorar, aunque fuera una mujer fuerte, estaba demasiado asustada, ¿qué pasaba si resultaba ser cierto? No sólo no tenía a Itachi a su lado, su madre y su padre iban a estar muy decepcionados, igual que sus hermanos, todos iban a señalarla, lo peor, era posible que hasta involucraran a Shikamaru en todo este lío.
—No lo sé —respondió al fin, sin atreverse a mirarlo—. Es por eso que compré el test, no sé si lo estoy o no, pero… estoy muy asustada… —confesó, mordiéndose el labio inferior. Estaba preparada para oír el regaño de Shikamaru, que le dijera lo tonta e irresponsable que era, pero eso no sucedió, en su lugar, sintió los brazos del menor rodeando su cuerpo, aunque Shikamaru era un año más joven, era más alto y grande, así que tenerlo así fue muy reconfortante.
—Joder, mujer, eres tan problemática —dijo el Nara, apretándola un poco más—. ¿El profesor sabe algo de esto?
Ella negó con la cabeza, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, así que escondió el mismo contra el hombro de Shikamaru.
—No —respondió—. Pensaba decirle sólo si resulta ser cierto, pero…
—Entiendo… —el pelinegro cerró sus ojos, sintió que su playera deportiva se mojaba con las lágrimas de Temari, pero eso no le molestó, simplemente la mantuvo así hasta que ella dejó de llorar, ni siquiera le importó cuánto tiempo pasó, no quería moverse y dejarla sola.
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El solo hecho de ver lo descarada que era Sari, ponía los nervios de punta a Kankuro, quien se encontraba junto a sus compañeros de grupo en el patio de la escuela. Faltaba una media hora para que empezaran los juegos y él no dejaba de mirar hacia el sector de los de segundo, preguntándose cómo una persona podía tener tan mal corazón como para hacer lo que esa chica hacía.
De un momento a otro, la vio sonreír, ella estaba hablando con algunos de sus compañeros, parecía muy contenta ese día, ¿cómo no? Si los estaba volviendo locos a ellos con sus chantajes.
—Mocosa… —masculló con enfado.
—¡Kankuro! —el grito de la voz femenina le hizo dar un pequeño salto de la impresión. Cuando miró hacia su costado, vio a Tenten, quien estaba parada a su lado, con las manos cruzadas detrás de la espalda. Ella le sonrió apenas ganó su atención—. ¿Qué estabas viendo con tanta atención? —interrogó, a lo que él se puso un poco nervioso.
—Eh, nada —aseguró, agitando su mano derecha en señal de que el asunto no tenía importancia—. ¿Qué haces? Deberías estar con los de tu clase.
La chica solamente amplió su sonrisa, no podía explicarlo con claridad, pero estar con Kankuro le hacía sentir muy animada y alegre, él le había ayudado mucho a superar su ruptura con Neji, a pesar de que seguía enamorada de él.
—Sólo quería desearte suerte, ¿está mal? —cuestionó, abultando ligeramente sus labios, expresión que hizo sonrojar al castaño, Tenten podía ser muy adorable cuando quería.
—Claro que no, boba —dijo el joven, relajando su expresión y correspondiendo a aquella sonrisa—. También te deseo suerte, aunque destruiremos a tu clase.
La castaña ladeó su rostro.
—Eso quiero verlo.
Desde el lugar de la clase 3-A, Neji los observaba conversar, se había dado cuenta de lo cercanos que eran esos dos y era bastante evidente que a Kankuro le gustaba Tenten, no había que ser un genio para notarlo, pero ¿acaso tenía algún sentido que siquiera tratara de interponerse?
—Debo concentrarme en lo importante —se dijo a sí mismo, soltando un suspiro. Se dio un ligero golpe en la sien y decidió ya no seguir viendo lo que hacían esos dos, él era el presidente y tenía que estar pendiente de todo, no podía distraerse con otras cosas.
Los de segundo año tendrían un pequeño "campeonato" de voleibol, así que estaban practicando en su lugar, mientras los juegos de los de primer año se llevaban a cabo. Sari intentó darle un golpe a la pelota, pero calculó mal la fuerza y mandó la bola hacia el sector de tercero.
—¡Voy por ella! —les avisó a sus compañeros, corriendo hacia donde los jóvenes de último año se encontraban esperando su turno para competir.
La pelota rodó hasta los pies de Kankuro, que ya no se encontraba charlando con Tenten, así que observó con el ceño fruncido a la chica que se le acercaba. Levantó la pelota con una sola mano y se acercó a ella, alejándose un poco del resto de su grupo.
—¿Esto es tuyo? —le preguntó, notando que ella también ponía cara de pocos amigos al verlo, ninguno de los dos le tenía aprecio al otro.
—Sí, dámelo —la chica pretendió estirar su mano para alcanzar el balón, pero Kankuro, siendo más alto que ella, simplemente alzó su brazo para impedírselo—. Oye, idiota, no es gracioso —se quejó Sari, notando la sonrisa sarcástica en el rostro del muchacho.
—No me digas —contestó Kankuro—. Tampoco es gracioso lo que le haces a mi hermano, mocosa malcriada.
Sari apretó los puños con enfado por el apodo recibido.
—Cállate, no te metas.
—Me meto todo lo que se me dé la gana —el mayor enfureció con la respuesta de la chiquilla, que, sin pensarlo mucho, se abalanzó contra él para quitarle el balón, pero Kankuro era fuerte y, al tratar de apartarla, sin querer la empujó y la hizo caer al suelo.
—¡Bruto! —exclamó Sari, que se había raspado una palma y ahora le estaba sangrando.
—No fue a propósito —se excusó el castaño, que se acuclilló para tratar de auxiliarla, pero apenas le acercó su mano, ella lo apartó de un fuerte manotazo—. Oye, no seas grosera, sólo trato de ayudar —dijo enojado, pero le sorprendió ver que ella lo miraba con miedo y cierta repulsión, sus ojos tenían lágrimas y estaba temblando ligeramente. Kankuro frunció el ceño—. No exageres, no fue para tanto.
—No me toques —fue todo lo que dijo la chica.
En ese momento, Gaara, que había visto todo lo que pasó, se acercó corriendo.
—Kankuro, ¿qué hiciste? —le reclamó a su hermano, ya que, desde su punto de vista, Kankuro había empujado a Sari a propósito, sólo para hacerle daño.
—¡No hice nada, Gaara!
El pelirrojo lo ignoró, agachándose para ayudar a Sari a levantarse, ella era su amiga de la infancia, no podía dejar que su hermano la maltratara de ese modo.
—¿Estás bien? ¿Te duele? —le preguntó, refiriéndose a la herida de su mano.
—Solamente un poco —contestó ella, que aprovechó perfectamente esa oportunidad para hacerse la víctima, abrazándose al instante al cuerpo de Gaara—. Yo solamente venía por el balón y tu hermano me gritó y me empujó, Gaara, tengo miedo… —dijo, escondiendo su rostro contra el pecho del chico, quien miraba a su hermano con decepción y enfado.
—Te pasaste, Kankuro.
El castaño, sorprendido por tales acusaciones, abrió ligeramente sus ojos, incluso Gaara le creía.
—¡No es cierto, Gaara! —exclamó—. ¿Cómo puedes creer las mentiras de esta mocosa? Es obvio que está inventando todo —aseguró, apretando los puños de rabia, en ese momento, en serio tenía ganas de estamparle uno de ellos en la cara a esa chica, pero él no era del tipo que golpea a las mujeres, no lo haría jamás y le jodía que su propio hermano no creyera en su palabra.
—Kankuro, de verdad, si te cae mal alguien está bien, pero golpear a una chica es horrible —dijo Gaara, que no dudó ni un segundo en lo que "su amiga" afirmaba, porque ella no tenía ninguna razón para mentir—. Vamos, Sari, te acompaño a la enfermería.
—Sí… —respondió Sari, que le dedicó una sonrisa maliciosa a Kankuro en cuanto ella y el pelirrojo empezaron a alejarse.
Kankuro no lo podía creer, no sólo había quedado mal frente a su hermano, sino que, además, esa mocosa engreída se jactaba de ello. ¿Realmente tenía la ventaja ante él, su hermana e incluso Matsuri?
—Gaara-kun, ¿qué pasó? —preguntó Matsuri, que se acercó corriendo al ver que Sari, su amiga, estaba sangrando y que, además, no soltaba a su novio.
—Kankuro empujó a Sari y se lastimó, iremos a la enfermería —respondió Gaara, separando un poco a la chica del apretado abrazo que ella continuaba dándole, no deseaba que Matsuri pensara mal de ellos—. ¿Vienes con nosotros?
Matsuri miró a Sari con seriedad, tener que fingir que nada había pasado entre ellas era un suplicio, pero no podía dejar que Gaara se diera cuenta, no todavía.
—Claro, todavía falta para que comiencen los juegos —contestó, esbozando una suave sonrisa.
De ese modo, los tres se dirigieron a la enfermería, aunque Matsuri no dejaba de pensar que, seguramente, Kankuro no había herido a Sari a propósito, le preguntaría más tarde.
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La chica detuvo sus pasos justo frente a la enorme institución educativa, la entrada estaba abierta y había mucha gente ingresando, seguramente eran todos los que iban a disfrutar del festival deportivo de los estudiantes.
—Me pregunto si Itachi hará de árbitro o algo por el estilo —susurró para sí misma, emocionada con la idea de ver al hombre que le gustaba haciendo una tarea como esa. Ya no sentía culpa por estar atraída hacia él, pues Itachi le había comentado que ya no tenía novia, así que no había nada de malo en dejarse llevar, ¿verdad?
Él no la había invitado a venir, pero Izumi se las arregló para enterarse de los detalles y pormenores del evento. Llevaba un bolso en sus manos, en donde traía comida especialmente preparada para él, estaba decidida a demostrarle sus sentimientos y a luchar por ellos, aun si resultaba siendo rechazada.
—Muy bien, Izumi, vamos a entrar —se dijo, dándose ánimos con una mano empuñada hacia lo alto.
Ingresó al edificio de la escuela, que ese día era de acceso libre y se dirigió hacia el patio, donde todos se estaban reuniendo. Se puso a mirar en todas direcciones, preguntándose en donde podría estar el profesor Uchiha, aunque no fue tan difícil dar con él, Itachi estaba cerca de unas gradas, era rodeado por un montón de estudiantes femeninas, que no paraban de hacerle preguntas.
—Era de esperarse que fuera tan popular —dijo Izumi, mientras una gotita de sudor frío recorría su sien.
Desde su lugar, Itachi no tardó en verla, a pesar de que las jovencitas le cubrían todo el camino.
—Disculpen, alumnas, debo hacer algo —les dijo a las niñas, que se apartaron para dejarlo pasar. El profesor se acercó a paso lento hacia su amiga, quien se sonrojó ligeramente cuando lo tuvo frente a ella—. Izumi, no esperaba verte aquí, ¿cómo estás?
La castaña bajó la mirada, esbozando una suave sonrisa.
—B-bien, gracias —respondió, tartamudeando un poco por el nerviosismo—. Sé que no me pediste que viniera, pero necesitaba agradecerte por lo del otro día, a-así que… te traje algo de comida casera —añadió, levantando un poco el bolso que sostenía con fuerza.
Itachi la miró con curiosidad, pero sonrió al cabo de unos segundos.
—Ya veo —dijo con serenidad—. Eso es muy amable de tu parte, no traje nada de comer y hoy será un día pesado, te lo agradezco —al ir a tomar el ofrecimiento de la joven, sus manos se rozaron por solo un segundo, así que ella rápidamente lo miró a los ojos y ambos se quedaron así durante un segundo—. Eh… ¿quieres quedarte a ver los juegos?
—Claro… —Izumi asintió con la cabeza, sonriendo alegremente.
Estando con ella y viendo su sonrisa, Itachi ni siquiera pensó en que Izumi y Temari se pudieran llegar a encontrar, o que algo malo pudiese pasar.
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—Si no me doy prisa quedaré fuera del primer juego —se decía Tenten, quien iba corriendo de regreso al patio, luego de haber ido al baño. Se suponía que ella era parte del equipo para jalar la cuerda, iban a enfrentarse a la clase D y luego a los ganadores de la primera ronda, ya fueran A o B, podría enfrentarse a grupo de Neji o al de Kankuro.
Mientras iba a través del pasillo, notó que Neji estaba parado justo al final, apoyado contra la pared, de brazos cruzados. Ella se detuvo cuando llegó frente a él, no es que tuviera la intención de hablarle, pero le parecía curioso que estuviera justo ahí.
—¿Qué me ves? —cuestionó la chica, frunciendo el ceño ante la seriedad del rostro del Hyûga, quien, al escucharla, no aguantó la risa.
—No te estaba viendo a ti, solo estaba aquí parado —respondió, divertido ante la expresión de enfado de Tenten, le recordaba a cuando solía discutirle que se mofara de sus actitudes infantiles—. No sabía que esta esquina de la escuela te perteneciera.
Tenten sentía ganas de golpearlo en ese momento, había olvidado lo arrogante e idiota que podía llegar a ser Neji.
—No, seguramente te pertenece a ti, señor presidente —dijo con sarcasmo, no habían hablado en ese tono desde la última discusión que tuvieron, justo después del festival cultural—. Perdone usted por importunarlo, su majestad —añadió, haciendo una leve reverencia, para luego empezar a caminar, con toda la intención de alejarse.
—Espera —Neji la agarró de la muñeca, deteniéndola—. Tengo que decirte algo.
Tenten volteó a verlo, todavía tenía el ceño fruncido, no podía evitar estar enojada con él, a pesar de que lo extrañaba, de que deseaba abrazarlo, poder decirle lo mucho que aún lo quería.
—¿Qué es? —preguntó.
Vio a Neji abrir la boca, estaba a punto de decir algo, pero los dos se vieron interrumpidos con la voz que sonó.
—Ah, así que estaban los dos aquí, y yo buscándolos por toda la escuela.
Ambos miraron sorprendidos a su amigo, Rock Lee, quien estaba parado al inicio del pasillo, manteniéndose de pie con la ayuda de un par de muletas.
—¡Lee! —exclamó la castaña, soltándose del agarre de Neji y corriendo a abrazar a Lee, teniendo mucho cuidado de no dañarlo, había pasado mucho tiempo en el hospital, era casi un milagro tenerlo de vuelta—. ¿Cuándo te dieron el alta? ¿Estás bien? ¡Veo que puedes caminar!
—Sólo si llevo estas —dijo Lee, señalando las muletas que llevaba—. Estoy bien, Tenten, me dieron el alta ayer.
Neji se acercó caminando, a pesar de la seriedad que siempre lo acompañaba, una sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿Por qué no nos avisaste? —preguntó al llegar junto a los otros dos—. Podríamos haberte acompañado, ¿vas a regresar a la escuela?
El pelinegro sonrió, él era una persona efervescente y alegre, no le gustaba demasiado recibir ayuda de otros o no ser capaz de hacer las cosas por sí mismo.
—Quería darles la sorpresa —respondió, aunque eso no era del todo cierto—. Me dijeron que debo rendir un par de exámenes antes de incorporarme nuevamente, pero espero salir bien y poder volver pronto, mis compañeros de la clase D estaban muy felices de verme.
Al escuchar la mención de la clase de Lee, Tenten recordó que ella se suponía que debía estar en otro lugar.
—¡Es cierto! —exclamó—. ¡Tengo que correr, mi clase va a enfrentar a la tuya, Lee! —avisó, retomando su carrera de vuelta al patio.
El presidente del consejo estudiantil sólo frunció el ceño al verla partir, entonces, soltó un suspiro.
—¿Todavía no arreglaron las cosas? —interrogó Lee, pero no obtuvo más respuesta que una negación de cabeza por parte de su amigo, era obvio que él y Tenten continuaban peleados.
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La enfermera terminó de desinfectar la raspadura de la mano de Sari y le puso una venda para protegerla, acabando con una amable sonrisa.
—Está listo, vas a estar bien —le dijo, a lo que la castaña simplemente asintió con la cabeza.
—Gracias —Sari se puso de pie y salió de la enfermería, afuera, Gaara y Matsuri la estaban esperando, parecía que charlaban sobre algo, se miraban mutuamente y se sonreían, eso era tan molesto, pero ella no tenía forma de separarlos, no sin quedarse sin una forma de estar cerca de él—. Chicos —habló, intentando llamar su atención.
—Ah, Sari —dijo Gaara, observando de reojo el vendaje de su mano—. Veo que ya acabaron, ¿te duele mucho?
La chica negó con la cabeza.
—No tanto, deberíamos volver, o quedaremos fuera de la competencia.
El pelirrojo asintió con la cabeza, tomando la mano de su novia, quien entrelazó sus dedos rápidamente, ante la molesta visión de Sari. Detestaba esto, odiaba que Matsuri siempre lo tuviera todo, a pesar de que mentía, de que no le decía la verdad a Gaara, él sólo tenía ojos para ella.
—Vamos —habló el único chico del grupo, empezando a caminar de regreso al patio, Matsuri no decía nada mientras Sari estaba presente, eso cada vez le intrigaba más, ¿en serio estaban peleadas? ¿Quizá era su culpa? Lo mejor era que le preguntara a su novia más tarde, ahora no era un buen momento.
Cuando llegaron al patio, en donde se estaban llevando a cabo los juegos, ya estaban participando en el juego de jalar la soga, de parte de su equipo estaban los más fuertes, Naruto, Kiba, Chouji e incluso Sasuke, se suponía que Gaara también participaba, pero había quedado fuera y lo reemplazaron con alguien más.
—Ay, no, llegamos tarde —dijo Matsuri, frunciendo levemente los labios.
—No importa, aún nos queda la carrera de relevos mixtos —le dijo Gaara, apretando un poco más su mano. Echó un vistazo a su alrededor y notó que sus padres estaban entre el público, también vio que Kankuro lo miraba desde el sector de tercer año, pero Gaara seguía molesto con él, así que lo ignoró—. Matsuri, necesito hablar sobre algo con mis padres, ya vengo.
—De acuerdo, Gaara-kun —respondió la chica, soltando lentamente su mano.
Gaara se alejó hacia donde se encontraban Karura y Rasa, dejando a solas a su novia y a su amiga, quienes se ignoraban mutuamente, ambas tenían las manos atadas y, sabían que, de hacer algún movimiento en falso, se hundirían las dos.
—Espero que estés disfrutando tu romance —habló Sari, el tono de su voz era completamente hostil, ya ni siquiera se molestaba en fingir frente a la que –alguna vez– fue su mejor amiga.
—Espero que disfrutes la friendzone —respondió Matsuri. Jamás se había imaginado a sí misma diciendo algo de ese calibre, no era una persona cizañera ni vengativa, pero tampoco se iba a dejar humillar por alguien que no había valorado su amistad sincera y que estaba tratando de hacerle daño gratuitamente, tenía que defenderse de algún modo.
Sari apretó los dientes, le habría arrancado todo el pelo de la cabeza a Matsuri, de no ser porque en serio le dolía la mano y, porque Gaara jamás se lo perdonaría.
—Les dije que no vinieran, es vergonzoso —se quejaba Gaara frente a sus padres, esta era la primera vez que participaba de un festival deportivo y, evidentemente, no le agradaba la idea de que sus progenitores lo estuvieran observando, ya no era un niño.
—También tenemos otros dos hijos aquí, ¿sabes? —dijo su padre, cruzado de brazos y viéndole con seriedad.
El pelirrojo sólo frunció el ceño, no quería responder algo grosero, ya que se estaban llevando muy bien.
—Lo que tu padre quiso decir es que vinimos por los tres —explicó Karura, ligeramente nerviosa—. Hijo, ¿por qué no traes a Matsuri-chan? Me gustaría saludarla—. Por cierto, ¿en dónde está tu hermana? No la veo por aquí.
—Claro… —respondió Gaara, para luego buscar con la mirada a su hermana—. No la veo tampoco, la buscaré más tarde —añadió, regresando hacia donde el resto de su equipo se estaba reuniendo, habían ganado el juego de jalar la cuerda—. Matsuri —Gaara se acercó a la chica, un poco agitado, ya que había corrido—. Mi madre quiere saludarte, ¿puedes ir? Yo ya te alcanzo.
—Voy, Gaara-kun —dijo Matsuri, que se acercó hacia las gradas, en donde estaban sus "suegros".
Gaara, que vio a los chicos sonreír victoriosos, caminó hacia ellos, soltando un suspiro.
—Lamento haberlos dejado, tuve algo que hacer —les comentó, mirando de reojo a Sari, que ahora se había reunido con algunas compañeras—. Me alegra que hayan ganado, bien hecho.
—No pasa nada, amigo, pero espero que no nos decepciones en las carreras —contestó Naruto, esbozando su típica sonrisa alegre y radiante, a pesar de que no se sentía del todo feliz ese día, los padres de todos estaban ahí, pero los suyos jamás podrían estar.
—Más te vale ganar en los relevos —esta vez habló Sasuke—. Por cierto, Gaara… ¿cómo está tu hermana?
Aquella pregunta no pudo parecerle más extraña al chico de ojos aguamarina, quien miró a Sasuke con mucha curiosidad y un poco de desconfianza.
—Sé que ya estás soltero, pero mi hermana no, así que ni lo pienses, Sasuke.
Los ojos de Sasuke se abrieron un poco, Gaara había entendido todo mal y ahora él se sentía avergonzado.
—¡No es por eso! —exclamó.
Naruto se empezó a reír.
—Sasuke, ¿te gusta la hermana de Gaara? —el rubio agarró a su amigo por el cuello, empezando a forcejear con él, mientras el Uchiha intentaba liberarse para explicar –y mentir– diciendo que sólo estaba preocupado porque la había notado enferma, nada del otro mundo, ya que ella era hermana de su "amigo", porque sí, Sasuke consideraba a Gaara como su amigo, así como lo hacía Naruto.
Desde donde estaban las chicas, Sakura miraba la escena, había escuchado todo y ahora no dejaba de imaginar que, tal vez, Sasuke ya se había olvidado de ella, por eso continuaba ignorándola. Bajó la mirada al sentir que su corazón dolía, quería irse de ahí y llorar en alguna parte, pero un delicado toque en su mano derecha le hizo volver en sí.
—¿Está todo bien, Sakura-chan? —cuestionó Hinata, estaba preocupada por la expresión de su rostro, así que, aguantándose su pena, la peli rosa le sonrió y asintió con la cabeza.
—Todo está perfecto, Hinata —respondió, aunque sabía que no era así, que extrañaba y necesitaba a Sasuke, pero si él no quería saber nada de ella, no podía obligarlo.
Por su parte, mientras todavía trataba de librarse del "abrazo mortal" de Naruto, Sasuke miró de reojo a Sakura, su corazón también pensaba al no estar junto a ella, pero no dejaba de sentirse ofendido y dolido por la poca confianza que la Haruno le tenía, odiaba la idea de no ser lo suficientemente bueno como para que ella no le haya creído algo que era tan evidente a sus ojos, no sabía si algún día podría volver a creer en que una relación con ella funcionaría.
Matsuri se había acercado a las gradas para saludar a los padres de su novio, no veía a los suyos cerca, suponía que no habían podido venir, aunque su padre aseguró que estarían ahí.
—Karura-san, Rasa-san —los nombró a ambos, haciendo una leve reverencia. El padre de Gaara siempre le había parecido un poco intimidante, aunque su madre era algo totalmente aparte, ella irradiaba un aura de tranquilidad increíble—. Me alegra que hayan podido venir, seguro que Gaara-kun, Kankuro-san y Temari-san estarán muy felices.
—No estaría tan seguro… —murmuró Rasa, cerrando sus ojos y frunciendo un poco el ceño.
La castaña lo miró confundida.
—No le hagas caso a mi esposo, querida —dijo Karura, empezando a reírse—. Tus padres me mandaron a decir que llegarían un poco tarde, los vimos de camino aquí, por cierto, ¿cómo has estado? Apenas te he podido ver en estos días, y eso que eres la novia de mi hijo.
—Oh, y-ya veo —respondió Matsuri, sonrojándose un poco con las últimas palabras, siempre que alguien mencionaba su relación con Gaara, se sentía muy nerviosa al respecto—. Gracias por avisar, Karura-san —dijo con una sonrisa—. Y he estado bien, sólo que muy ocupada, ya sabe que Gaara-kun y yo somos directivos de la clase y tuvimos que ayudar con la organización del festival.
Mientras Matsuri y su esposa charlaban, Rasa no pudo evitar escudriñar de reojo a la novia de su hijo menor, hace un par de días, había escuchado algo interesante de parte de sus hijos mayores, así que no podía dejar de lado su intriga, aunque no sabía cómo preguntárselo a Matsuri.
—Es hora de la carrera de tres pies —dijo Gaara, hablándole a sus compañeros, él y Matsuri eran los encargados de su equipo, así que tenía una libreta en la mano con los nombres de sus compañeros—. Naruto y Hinata, les toca.
La ojiperla se puso nerviosa, no era buena en deportes, pero la habían ubicado en lo que pensaron, le iría mejor.
—¡Vamos, Hinata! —exclamó Naruto, tomándola de la mano con suavidad—. Tenemos que ganar, ¿sí?
Al ver la sonrisa llena de felicidad y confianza de Naruto, ella se sentía mucho más segura de sí misma, si estaba con él, sabía que podía hacerlo todo.
—Claro, vamos a ganar —respondió la chica.
—Iré a ver por qué Matsuri tarda tanto, ustedes vayan con los demás participantes —dijo el pelirrojo, que corrió en busca de su novia, no sabía qué tanto le estaba diciendo su madre, pero era mejor que interceptara la conversación, antes de que se le ocurriera enseñarle sus fotos de bebé a la chica.
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Ino estaba lejos del bullicio de los juegos del festival, como había sido operada hace poco, le habían permitido no participar, aunque igualmente tuvo que asistir. Se estaba aburriendo mucho, hasta prefería hacer esos aburridos juegos que estar ahí sola, ni siquiera la música proveniente de sus audífonos le ayudaban a pasar el rato.
Cambió la canción en el reproductor de su teléfono y, justo cuando ésta empezó, ella se puso a cantar la letra. Su voz no era la más maravillosa de todas, pero era limpia, clara y bastante afinada. Ella no cantaba delante de la gente, le daba vergüenza, a pesar de ser alguien muy orgullosa, no tenía demasiada confianza en ese aspecto.
De un momento a otro, sintió que alguien le apartaba uno de los audífonos, entonces la voz masculina se escuchó junto a su oído.
—Qué bonito cantas.
La rubia casi se infartó, últimamente, parecía que esa persona estaba empeñada en provocarle un ataque al corazón, porque sí, ella reconoció de inmediato a Sai, a quien vio apenas ladeó su cabeza.
—¿Qué haces aquí? —estaba por poner pausa, pero vio que Sai se ponía el audífono que le había quitado y se sentaba a su lado—. Oye…
—Todavía no me toca competir —respondió el pelinegro, mostrándole una sonrisa suave y tranquila—. Salí a caminar un rato, no me gustan mucho las multitudes, pero te vi aquí, ¿tú no participas en nada?
Ella negó con la cabeza —Me dijeron que era mejor que no —dijo con cierto fastidio, soltando un suspiro—. Bueno, de todas formas, odio los deportes, podría romperme una uña —añadió con aire arrogante, agitando su mano derecha, en donde llevaba las largas uñas preciosamente adornadas.
Sai sonrió un poco al escucharla, era gracioso verla actuar así. Antes no soportaba a Ino, creía que era una chica superficial, con sólo aire en la cabeza, pero, conociéndola, poco a poco su idea sobre ella fue cambiando, se dio cuenta de que, en el fondo, era muy dulce y amable, sólo le costaba expresar su sentir, tal y como a él.
—Bueno, Ino-chan, en ese caso está bien que no participes —contestó en tono de broma, la música comenzaba a hacerlo sentir relajado, la voz de aquella cantante era muy buena—. Deberías seguir cantando, me gustó oírte.
La rubia se sonrojó ligeramente, había olvidado que él la oyó, era vergonzoso, pero ya estaba hecho.
—Bien, pero no te burles si desafino —Ino carraspeó su garganta y empezó a cantar, Sai no dijo nada, simplemente la miró y la escuchó cantar, al mismo tiempo que oía también la canción original desde el auricular que llevaba puesto.
Durante un pequeño momento, ambos se olvidaron de todo y todos.
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Naruto y Hinata estaban en medio de la pista de carreras que habían acondicionado para los juegos, ambos llevaban una pierna atada a la del otro y estaban abrazados con un solo brazo. Las otras tres clases de segundo año estaban también en sus lugares, esperando a que les indicaran cuando partir.
—Hinata, tú sólo sígueme, ¿sí? —le habló su novio, a lo que ella asintió, ligeramente sonrojada, pues, aunque ambos tenían una relación, normalmente no estaban así de cerca.
Se anunció el inicio de la carrera y ambos jóvenes empezaron a correr, escuchaban a su grupo animándolos, así que estaban dando lo mejor. Shion corría por la clase B, iba atada a un chico que ni Naruto ni Hinata conocían, pero lucía bastante atlético y fuerte.
—¡Vamos, Naruto y Hinata, ustedes pueden, son los mejores! —exclamaba Sakura a todo pulmón.
—¡Tú puedes, Hinata-chan! —la animó Matsuri, que había sido "rescatada" de la conversación con sus suegros, por parte de su novio, que evitó justo a tiempo que ella pudiera ver sus fotos de bebé, aunque se moría de ganas por hacerlo.
—¡Naruto, si pierdes te patearé! —gritó Sasuke, que estaba sentado en el suelo, junto a sus demás compañeros.
Al escuchar su voz, Sakura no tardó ni dos segundos en voltear a verlo, pero tremenda fue su sorpresa cuando él también la miró, sus ojos se encontraron y ambos sintieron nuevamente ese pesar en sus pechos, entonces, Sasuke se cuestionó si acaso estaba yendo demasiado lejos con su enojo, pero rápidamente disipó esa duda y miró en otra dirección.
Mientras Hinata corría junto a Naruto, se aferró con todas sus fuerzas a él, sincronizándose con los movimientos del rubio para poder correr con rapidez, así que iban a la cabeza, detrás de ellos, la clase B les pisaba los talones, aunque las otras dos eran mucho más lentas. De un momento a otro, Hinata miró hacia el público, en donde vio a su padre, Hiashi había ido a verla, cosa que la sacó mucho de onda, él jamás parecía mostrar interés en ninguno de sus proyectos escolares.
Ya estaban por llegar a la meta, cuando ella entendió lo que su padre estaba haciendo ahí, pues a un lado de él, estaba aquel chico, Toneri, él había traído a ese joven que –insistentemente– él quería que fuera su novio.
Los dos siguieron corriendo, cruzaron la línea de meta y, justo en ese momento –y debido a la impresión mezclada con decepción–, la ojiperla perdió el equilibrio y dio un pal paso, ellos ganaron, pero ambos fueron a parar directo al suelo, por suerte, Naruto reaccionó rápidamente y abrazó a Hinata, protegiendo su cabeza de un fuerte golpe.
—¡Chicos! —los estudiantes de la clase A de segundo año corrieron a auxiliar a sus amigos a verlos accidentarse, el golpe había resonado con fuerza y todos se asustaron, temiendo que hubiese pasado algo grave.
Para su bien, Hinata se levantó como si nada, pero Naruto no tuvo tanta suerte, ya que se había raspado todo el frente del brazo izquierdo al tratar de cubrir a su novia, además de eso, lucía como si se hubiera fracturado.
—¡Por dios, Naruto-kun! —exclamó la espantada chica, su novio estaba herido y todo era su culpa.
El rubio, cerrando un ojo por el dolor, le sonrió.
—Tranquila, estoy bien, sólo es un raspón —dijo para tranquilizarla, puesto que ella estaba llorando del miedo y la preocupación.
El primero en llegar al área fue Gaara, que salió corriendo disparado apenas los vio correr. Se agachó junto a Naruto y revisó su brazo, lucía realmente mal, era seguro que, con eso, no iba a poder jugar el partido que tendrían pronto.
—Vamos a la enfermería, esto se ve serio —dijo, desatando las piernas de sus amigos para poder ayudar a Naruto a levantarse.
—Naruto —Sasuke también llegó, observando el resultado de aquel aparatoso accidente—. Eso se ve horrible, creo que te vas a morir.
Naruto se puso azul al escucharlo.
—¡¿Me voy a morir?! —repitió alarmado.
Hinata –todavía en el suelo– se cubrió la boca con una de sus manos y vio que Sasuke también lo hacía, pero para aguantarse la risa.
—No le digas eso, se lo va a creer —dijo Gaara, que estaba sosteniendo a Naruto para ayudarlo, parecía que también le dolía la pierna—. Y tú, Naruto, sólo te está molestando.
—¡Sasuke! —gritó furioso el rubio.
—¿Estás bien, Hinata? —Sakura llegó junto a ella, ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse, a lo que la ojiperla la aceptó y se levantó, se sentía más aliviada de que su novio no tuviera nada grave, por un momento, las palabras de Sasuke la habían hecho sentir aterrada.
—Sí, gracias —respondió, sacudiéndose el polvo del uniforme de deportes.
—Los chicos llevarán a Naruto-san a la enfermería —dijo Matsuri, mirando a su amiga por todos los ángulos, sólo para comprobar que no tuviera alguna herida, pero lejos de unos raspones, todo lucía en orden—. Deberías ir también, Hinata-chan, estás algo lastimada.
La Hyûga asintió con la cabeza y miró hacia las gradas, su padre la estaba mirando con el ceño fruncido y Toneri ya no estaba al lado de él, ¿acaso lo había imaginado?
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Shikamaru estaba apoyado contra la pared de fuera del baño de chicas del último piso, ese que casi nadie usaba, porque todos eran demasiado perezosos como para ir hasta ahí. Estaba esperando a Temari, quien había entrado para realizarse el dichoso test. No podía evitar sentirse un poco abrumado por eso, la posibilidad de que ella estuviera embarazada lo atormentaba, le hacía sentir enojado y, en cierta medida, tenía muchas ganas de estamparle su puño en la cara al profesor Uchiha, por muy idiota que eso sonara.
Esta era la primera vez que una chica le gustaba de ese modo… ¿qué se suponía que haría si resultaba ser que ella esperaba un hijo de otro? Sobre todo, si ese bastardo la había abandonado y –lo que era lo más probable– la había cambiado por otra.
—Qué problemático… —susurró, soltando un suspiro.
Ojalá nunca se hubiera fijado en alguien tan problemática como Temari, pero ya era tarde y él sabía que no podía seguir negándose a sí mismo sus sentimientos. Igualmente, no importaba el resultado de ese test, estaba decidido a no dejarla sola.
—Sigues aquí —escuchó la voz de la rubia, que salió del baño con aquel test en la mano, pero enseguida lo dejó sobre el marco de la ventana—. Pensaba que ya te habrías ido —dijo Temari, sentándose sobre el frío piso, en modo indio.
El Nara, mirándola fijamente, se sentó a su lado y luego miró al techo del corredor.
—No voy a dejarte sola —fue su simple respuesta, la cual hizo reír a Temari, que se sintió muy halagada.
—Vaya, eres todo un hombre, Nara Shikamaru —dijo en tono burlón, era su forma de darse aliento a si misma, quería disipar todo el nerviosismo que ahora mismo la consumía y que iba a consumirla durante los próximos minutos en los que esperaba el resultado de esa prueba.
Shikamaru chasqueó la lengua, sintiéndose avergonzado, para ella, era fácil hacerlo sentir como un bobo, no importaba qué tan alto fuese su coeficiente intelectual.
—Problemática.
Temari bajó su mano izquierda y, cuidadosamente, la posó sobre la mano derecha de Shikamaru, que se encontraba sobre el piso. Él, un poco sorprendido por el toque, volteó a verla enseguida.
—Shikamaru —lo nombró, dedicándole una sonrisa grande y radiante, a pesar de que había algunas pequeñas lágrimas alrededor de sus ojos—. Gracias por estar aquí conmigo, en serio lo aprecio demasiado.
En ese preciso instante, viéndola tan hermosa, teniéndola tan cerca y sintiendo la calidez de su mano sobre la propia, Shikamaru se sintió obnubilado, por un momento, perdió por completo la noción de todo lo que lo rodeaba y solamente pudo verse a sí mismo desapareciendo por completo la distancia entre los rostros de ambos.
Los ojos de Temari se abrieron con asombro cuando sintió los labios de Shikamaru sobre los suyos, se hubiera esperado cualquier acción de su parte, menos esa, y lo peor de todo, es que no se sentía mal o incorrecto, ni siquiera podía pensar en nada en ese pequeño y efímero segundo que duró el contacto, porque él se separó y luego soltó su mano, mirando en la dirección opuesta a la de ella.
—Disculpa, fue un impulso —dijo, cubriéndose la mitad del rostro con una de sus manos, pero Temari podía jurar que él estaba sonrojado.
—Está… está... bien… —ella, sin saber qué decir o hacer, simplemente se quedó ida durante un momento, hasta que recordó que debía revisar el resultado del test.
Se puso de pie y miró aquel objeto, que seguía descansando sobre el alfeizar, nuevamente se sentía aterrada de sólo pensar en que podría dar positivo, todo su mundo se iba a ir al carajo si resultaba ser que estaba embarazada.
—Vamos, no te asustes —le dijo el Nara, volviendo a tomarle la mano, esta vez, estando de pie a su lado—. Míralo, Temari —insistió, apretando más el agarre.
La chica asintió con la cabeza, tomó con su otra mano el test de embarazo, con el corazón latiéndole a mil por hora dentro de su pecho, casi temblado, entonces, lo observó.
—N-no puede ser… —susurró sorprendida.
Continuará…
