Capítulo 28: Corazones rotos

A decir verdad, toda su vida siempre había sido tranquila y relativamente aburrida, excepto desde que conoció a Temari, las cosas habían tomado un rumbo ligeramente más emocionante, pero, al final del día, todo continuaba siendo igual, quizá fue por eso que le sorprendió tanto el hecho de que lo primero que viera ese día al llegar a la escuela, fuera el puño de alguien volando directamente hacia su cara. Shikamaru ni siquiera se dio cuenta cuando ya estaba en el suelo, con el labio roto y el hilito de sangre corriendo hasta mancharle el cuello de la camisa.

Cuando levantó la mirada, a quien vio fue a Gaara, su compañero de clases, el hermano menor de Temari, que lo miraba como si lo fuese a asesinar o a enterrar vivo en arena, mientras que, a su lado, Matsuri intentaba calmarlo, tomando su mano casi con desesperación.

Shikamaru estaba confundido, como si el golpe literalmente lo hubiera desconectado del mundo por un par de segundos, por eso apenas notó las exclamaciones de sorpresa de los demás estudiantes que estaban presentes, que iban entrando a la escuela igual que él.

—¡Gaara! —oyó gritar a Temari, esa voz sí pudo distinguirla con claridad—. ¿Qué estás haciendo? ¿Qué te pasa? —la chica se arrodilló a un lado de Shikamaru, revisando el golpazo que se había llevado—. ¿Estás bien? —le preguntó.

—Tú eres la que debería responder eso, Temari —dijo Gaara, estaba realmente enfadado, nunca lo habían visto así, ni siquiera cuando solía meterse en problemas y ser expulsado de sus anteriores escuelas—. Ni siquiera has terminado la escuela, ¿cómo puedes ser así?

—¿De qué hablas? —cuestionó la rubia, ayudando a "su novio" a ponerse de pie.

—Gaara-kun, ¿qué sucede? —Matsuri, un poco asustada por lo que acababa de ver, seguía sosteniendo el brazo de su novio, ellos sólo estaban entrando a la escuela juntos y de repente Gaara se lanzó a golpear al Nara en cuanto lo vio.

Al escuchar su voz temblorosa, Gaara se dio cuenta de que Matsuri estaba a punto de llorar, se sintió como un idiota, en serio la había aterrado con su actitud.

—Tranquila, ya estoy calmado —aseguró, soltando un suspiro.

—Gaara, más te vale que te disculpes con Shikamaru ahora mismo, agradece que no hay ningún profesor cerca —dijo su hermana, que estaba furiosa, pero Gaara sólo frunció el ceño.

—No.

—¿Qué? —justo cuando ella iba a reclamar, notó que el pelinegro alzaba su mano delante de ella, para detener su accionar.

—Gaara, hablemos en privado —dijo el Nara, que no era nada tonto y podía darse cuenta de la situación, estaban llenos de chismosos y tenía en mente qué era lo que había provocado que su compañero lo atacara de ese modo, no podía dejar que lo dijeran en voz alta.

Gaara, que tenía en mente lo mismo que él, chasqueó la lengua y asintió con la cabeza.

—Bien —respondió.

En lo que ambos se alejaban, Temari se acercó a Matsuri para tranquilizarla un poco y a la vez averiguar qué era lo que había sucedido, jamás esperó ver a Gaara comportarse de ese modo, se lo podía imaginar antes, cuando no hacía caso de nada y sólo gustaba de meterse en pleitos, pero se suponía que había cambiado.

—¿Qué sucedió? —le preguntó a Matsuri, quien negó con la cabeza.

—No sé —respondió, siguiendo con la mirada el camino por el cual se habían ido esos dos.

La rubia frunció el ceño.

—Vamos —le dijo a le menor, tomándole de la mano para jalarla con ella e ir en busca de los chicos, no podía permitir que volvieran a caer en los golpes, parecía que Gaara estaba muy dispuesto a ello y era obvio que, de ser así, mataría al pobre enclenque de Shikamaru.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Cuando ambos estuvieron seguros de que estaban lejos de las miradas de los curiosos, Shikamaru miró al pelirrojo con el ceño fruncido, a pesar de que Gaara daba un poco de miedo y se veía que podía tumbarlo de un golpe, él no estaba asustado, ya había pasado suficientes cosas junto a Temari como para temerle a sus hermanos.

—¿Y bien? —el pelinegro se limpió la sangre que había vuelto a brotar, tendría que dar una muy buena explicación en su casa de por qué llevaba el labio roto—. ¿Vas a decirme ahora por qué me saludaste tan efusivamente?

Gaara continuaba furioso, apretó los puños y cogió a Shikamaru por el cuello de la camisa con brusquedad.

—Creí que sabías, por eso me hiciste venir, ¿no? —dijo con enojo—. No dije nada cuando te hiciste novio de mi hermana y hasta cuando la veía triste por tu culpa, pero ¿dejarla embarazada? ¿Cómo te atreviste a tocarla?

—Entonces sí era eso —Shikamaru suspiró, Gaara todavía lo estaba agarrando de la ropa, pero él lucía tranquilo—. ¿Al menos te fijaste que ese test era negativo? —añadió, rodando los ojos—. No vas a ser tío, Gaara.

El pelirrojo lo soltó de un empujón, casi haciéndole perder el equilibrio, pero no consiguió arrojarlo al suelo.

—Eso lo sé, no soy estúpido —casi escupió las palabras—. Pero si lo hizo es por algo, además, esas pruebas pueden fallar —al decir eso, parecía como si tuviera experiencia con ese tema, o eso sintió Shikamaru—. Eso no disminuye el hecho de que irrespetaras a mi hermana, imbécil.

El Nara sonrió ligeramente, no esperaba que Gaara fuese ese tipo de persona, siempre lo creyó alguien indiferente y, aunque no le prestaba mucha atención, parecía que lo único que lo conmovía un poco era Matsuri, por lo que no dejaba de asombrarle su actitud ahora mismo, estaba seguro de que Kankuro también lo molería a golpes de haber sido él el que encontrara ese dichoso test.

—Yo no he irrespetado a Temari, nunca lo haría —aseguró, justo cuando ella se acercaba corriendo a donde ellos estaban, junto con Matsuri, así que ambas pudieron oírlo a la perfección—. Tu hermana es importante para mí, jamás haría algo que ella no quiera y menos le faltaría al respeto, ella es alguien a quien realmente aprecio.

Temari estaba sorprendida al escucharlo, no pudo evitar que sus latidos se aceleraran un poco y que sus mejillas se sintieran arder, Shikamaru no sabía que estaba detrás de él, así que no se cortó a la hora de hablar.

—Yo quiero a Temari —aseguró.

Gaara, que las vio aparecer a las dos, frunció el ceño y, después de unos segundos de silencio, suspiró.

—Temari, ¿podrías decirle a tu novio que no sea tan cursi? —dijo con fastidio, así que Shikamaru abrió los ojos como platos, totalmente avergonzado de saber que ella lo había escuchado—. Tiene suerte de que haya sido yo el que encontró ese test, de haber sido Kankuro, estarías muerto —aseguró, entonces su hermana entendió todo, cubriéndose la boca con una de sus manos.

Miró a Shikamaru con pena, no podía creer que su descuido le había valido un puñetazo en la cara al pobre chico, que todavía aguantaba las balas como todo un hombre, aunque pensaba que sus palabras solamente fueron para convencer a Gaara y no delatarla.

—Gaara, ¿qué hiciste con él? —interrogó la mayor, un poco asustada.

—Lo arrojé a la basura de la calle —respondió su hermano, dejándola más tranquila—. Nadie lo verá, no te preocupes, pero en serio, Temari, ten más cuidado, y no lo digo sólo porque hayas olvidado tirar esa prueba.

Sintiéndose como una niña regañada, Temari asintió con la cabeza, suspirando de alivio, pero Matsuri estaba totalmente confundida, literalmente, su cara era un poema.

—¿De qué prueba estamos hablando? ¿Había examen?

Los otros tres la miraron como si no se pudieran creer su pregunta, no sabían si Matsuri era muy inocente o es que acaso estaba muy distraída para no haber captado nada de lo que estaba pasando ahí, por lo mismo, ninguno pudo evitar reírse, ni siquiera Gaara, así que ella abultó las mejillas, no le parecía nada gracioso.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Después de la primera clase y durante el receso, Naruto había ido corriendo al baño, esa mañana, Hinata lo notó un poco extraño, apenas la saludó, además de que lucía un poco deprimido. Se preguntaba si tenía algo que ver con lo que habían hablado el otro día, cuando Naruto la buscó bajo su identidad de internet.

Él le comentó que estaba triste, pero no fue demasiado específico al respecto, a decir verdad, se moría por preguntarle cuál era el problema, pero entonces tendría que decirle cómo es que sabía que él tenía un problema en primer lugar, cosa que no podía hacer, ya que Naruto descubriría que no había sido totalmente sincera con él.

—Hinata —Sakura llamó a su amiga mientras ambas caminaban por el patio de la escuela—. ¿Qué pasa? Llevo rato hablándote y pareces distraída —comentó, llamando la atención de la ojiperla, la cual solamente bajó la mirada.

—No es nada —respondió, soltando un suspiro para luego sonreír—. ¿Regresamos al salón? Ya van a comenzar las clases nuevamente.

La peli rosa contestó con un asentimiento, estaba un poco desconcertada por la actitud de Hinata, pero llegó a entender un poco cuando vio que Naruto estaba del otro lado del patio, charlando con Shion, mientras ambos sonreían.

—¿Qué rayos hace ese idiota? —cuestionó, frunciendo el ceño. No sabía por qué, pero le molestó ver eso, pensó que para Hinata sería incómodo, así que, sin pensarlo mucho, se encaminó hacia ambos, pero se vio detenida cuando la ojiperla la tomó por la muñeca, impidiendo que siguiera avanzando—. ¿Hinata?

—Sakura-chan, por favor, déjalos, ellos sólo están hablando —dijo la Hyûga, cuya mirada permanecía ensombrecida, como si estuviera evitando dejar que los malos sentimientos de celos o envidia se apoderaran de ella—. Volvamos al salón —insistió.

Sakura se relajó un poco, algo había sucedido entre Naruto y Hinata, no sabía qué era, pero no parecía ser bueno, de todos modos, ella no debía intervenir.

—Está bien, vamos —respondió, sonriendo con tranquilidad—. ¿Dónde se habrá metido Matsuri? —preguntó, cambiando el tema de tajo para intentar bajar un poco la tensión del ambiente, en lo que ambas se retiraban.

Desde donde estaba, Naruto las vio marcharse, borrando su sonrisa en cuanto volvió a pensar en Hinata junto a ese chico.

—Entiendo lo que me has dicho, Naruto —dijo Shion, quien tomó una de las manos del rubio entre las suyas—. A decir verdad, estaba muy molesta porque no respondiste a mi confesión, pero… te agradezco que lo hayas hecho ahora, aunque sea que me rechaces…

Naruto se sintió un poco avergonzado, había sido grosero con esa chica al ignorarla y eso no era propio de su persona, no le gustaba hacer sentir mal a los demás, incluso si muchas veces actuaba a su manera.

—Me alegra que me entendieras —dijo él, llevándose una mano a la nuca—. Y en serio me disculpo por ser tan tonto.

Shion solamente le sonrió, soltando su mano, a pesar de lo enojada que estaba al inicio, ahora entendía que la mano de ese chico jamás fue para ella.

-.-.-.-.-.-.-.-.-

Mientras todos regresaban a sus salones, Gaara se encontraba en el baño, se acababa de mojar la cara y se miró al espejo, su expresión seria cambió por una de enfado, dándose un par de golpes con las palmas cerradas sobre las mejillas, como si se regañara a sí mismo.

—Realmente exageré… —murmuró, suspirando al recordar la expresión de Matsuri cuando lo vio golpear a Shikamaru, era obvio que la asustaría, pero ni siquiera pensó en eso antes de volverse loco.

Cuando salió del baño, ella estaba afuera, lo que le sorprendió un poco, pensó que estaría junto a sus amigas o algo así, que seguramente estaba molesta con él por lo de la mañana, algo así.

—Gaara-kun —la castaña lo llamó, caminando hasta pararse delante de él—. Te tardaste.

El chico volteó su cabeza hacia un costado, algunas gotas de agua resbalaron sobre su rostro y él tragó saliva, no podía evitar sentirse avergonzado frente a ella.

—¿Por qué me esperabas? —preguntó, tratando de sonar casual—. El timbre ya sonó, debiste ir a clases.

Matsuri miró al suelo, mordiéndose el labio inferior con cierta incomodidad —Yo quería hablar contigo —explicó—. Gaara-kun… ¿por qué te comportaste de ese modo?

Sin atreverse a mirarla, Gaara solamente cerró los ojos, se secó las gotas de agua del rostro con el dorso de la mano y luego suspiró, para finalmente posar sus ojos sobre la figura de su dulce novia.

—Lo siento —dijo con sinceridad—. No quería que vieras eso, hubo un asunto con Shikamaru y mi hermana y, tal vez me exalté un poco…

La chica frunció un poco el ceño, luego tomó entre sus manos las de su novio, gesto que lo tomó a él con la guardia baja.

—Gaara-kun, no tienes que disculparte conmigo —dijo Matsuri, esbozando una sonrisa dulce y comprensiva—. No sé qué haya sucedido, pero me preocupó mucho verte actuar así, tú no eres alguien que le haría daño a los demás sin un motivo, pero me gustaría que la próxima vez que algo te esté molestando, puedas confiar en mí o al menos, hablar con la persona antes de recurrir a la violencia, ¿sí?

Realmente, Gaara no esperaba nada de lo que Matsuri le dijo en ese momento, ahora se sentía todavía más avergonzado, se había dejado llevar por sus impulsos y había actuado como un animal, pero aún así, ella continuaba sonriéndole y estando de su lado, ella era mucho más de lo que él pudo haber soñado, Matsuri lo hacía sentir seguro y en paz, tanto, que ya no le importaba no recordar la mitad de su vida, todo lo que deseaba era estar junto a ella y crear nuevos recuerdos a su lado.

Sin siquiera notarlo, una sonrisa se le formó en los labios, luego la abrazó, acariciando su cabello.

—Gracias, Matsuri —murmuró a su oído, haciéndola temblar sólo un poco, debido a la sensación delicada de su aliento sobre la piel femenina.

Matsuri no respondió, simplemente correspondió a su abrazo y ambos se quedaron así durante un momento, como no había nadie en los pasillos ya, nadie los iba a ver, sabían que llegarían tarde a clases, pero poco les importaba.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Durante el segundo periodo de clases, Sari estuvo mirando todo el tiempo a Gaara y a Matsuri, parecía que ambos habían arreglado las cosas luego de lo que pasó con ella el otro día, cosa que la llenaba de ira, no podía creer que siguieran juntos, ¿acaso no había modo de separarlos?

Claro que ella no era la única estudiante que estaba distraída, Hinata no dejaba de ver a Naruto, preguntándose por qué él se comportaba distante con ella, mientras que Sakura continuaba debatiéndose sobre decirle o no a Sasuke que su "novia" lo engañaba con otro chico. Por su parte, Shikamaru estaba escondiendo su golpe con la mano, no quería que los que no habían visto la pelea le estuvieran preguntando qué le había pasado.

Cuando el timbre sonó, la mayoría empezaron a salir del salón. Sari agarró sus libros para llevarlos al casillero, pero notó que Gaara se acercaba hacia su asiento.

—Sari —dijo el pelirrojo, su expresión era demasiado seria, no lucía enojado, simplemente permanecía inexpresivo—. ¿Podemos hablar? —preguntó.

La chica lo miró, luego observó que Matsuri los veía a ambos desde su lugar, para luego regresar su atención hacia él.

—¿No se enojará tu novia?

Al escuchar eso, Matsuri rápidamente se levantó de su lugar y salió detrás de Sakura y Hinata del salón, no quería parecer como que estorbaba en los asuntos de Gaara, aunque se muriera de celos de dejarlo a solas con Sari.

—Lo dudo —contestó el chico, que apenas notó que se quedaban solos, empezó a hablar nuevamente—. Sobre el beso del otro día… —dijo, entonces Sari abrazó contra su pecho los libros, evitando verlo a los ojos.

—¡N-no lo digas! —exclamó, su rostro estaba rojo y sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas—. Ya sé que no debí hacerlo, sé que sólo tienes ojos para Matsuri, ya sé, Gaara.

Al verse interrumpido, Gaara no pudo hacer más que sentirse molesto e incómodo, odiaba cuando no era capaz de expresar sus ideas y no le parecía justo que Sari hiciera eso, si él la había escuchado las veces que se sintió mal o estaba triste, como eran amigos, lo justo es que ella también oyera todo lo que él tenía para decir.

—Escúchame, Sari —el pelirrojo apoyó ambas manos sobre los hombros de la chica, pudo darse cuenta de que algunas lágrimas recorrían sus mejillas, pero continuaba sin verlo a los ojos—. Lo que dices es cierto, amo a Matsuri y no debiste besarme —aseguró—. Pero eso no significa que yo no sea tu amigo, no deseo que confundas las cosas entre nosotros, pero tú sigues siendo alguien importante para mí, eres la persona que me conecta con el pasado que no logro recordar, eres mi preciada amiga, por eso… no me gusta que estés triste.

Los ojos grises de Sari estaban abiertos de par en par, no comprendía a Gaara, ¿por qué era tan bueno con ella? ¿Tanto le importaba esa amiga de la infancia? Pero, si él llegaba a saber que le había mentido, que ella no era esa niña, entonces nada de esto iba a tener sentido, él no sería su amigo ni nada, como todas las personas, Gaara sólo estaba a su lado porque ella le había fingido ser algo que no era.

—Tú no entiendes nada, Gaara —contestó, soltándose de su agarre para salir corriendo.

Se sentía tan mal, nunca creyó que esto le haría sentir culpable, que hacerse pasar por Matsuri le haría miserable, porque ella deseaba que Gaara fuese su amigo sinceramente, no porque pensaba que ella era esa niña de sus recuerdos, pero eso no iba a suceder, una vez que él supiera la verdad, la mandaría al diablo, como todo el mundo, porque nadie la quería y nadie se preocupaba por ella, ni siquiera su mamá, que seguía al lado de ese tipo horrible, a pesar de saber que era un peligro para ambas.

Cuando llegó detrás del patio de la escuela, en aquella parte donde nadie más iba, donde oyó a los hermanos mayores de Gaara hablando sobre su enfermedad, ella se sentó en aquella solitaria banca y dejó a un lado los libros que todavía traía consigo, se cubrió el rostro con ambas manos y empezó a llorar con muchas ganas, como si tratara de sacar de su interior todo el dolor que parecía infinito.

¿Por qué era un ser tan horrible? ¿Por qué le hacía daño a los demás, cuando ella sabía perfectamente lo horrible que eso se sentía?

—Odio esto… me odio tanto… —susurró, pensando que nadie la oiría, que estaba a salvo en un lugar lejos de todos, pero no fue así, porque, a pesar de que ella creía que no había una sola persona en el mundo que se preocupara por su bienestar, eso no era cierto.

—Te ves fea cuando lloras —escuchó una voz masculina, luego sintió una mano sobre su cabeza, lo que la asustó un poco, así que se echó hacia atrás para alejarlo, sorprendiéndose al ver el rostro de ese chico—. Oye, tranquila, no te haré nada —dijo él.

Sari se secó las lágrimas con rapidez, pero era inútil tratar de ocultar que había estado llorando, además, gracias a sus lágrimas, el maquillaje que había usado para ocultar el golpe que tenía en el rostro se había corrido, dejando ver un poco de su piel lastimada.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, evitando mirarlo.

Kankuro se sentó a su lado y le ofreció su pañuelo, lo había sacado del bolsillo de su pantalón, no estaba viéndola, simplemente miraba hacia el frente.

—No te voy a ver, así que no te escondas —explicó—. Tampoco voy a preguntarte nada, pero ya no llores, las chicas no deben llorar.

La muchacha cogió el pañuelo con bastante sorpresa, se secó las lágrimas con él y luego miró a Kankuro, efectivamente, él continuaba observando hacia el frente, como si no estuviera ahí, pero a la vez estando, como un compañero casi invisible, pero cuya presencia evitaba que ella se sintiera sola en el mundo y, por ese breve instante, ella permitió que esa persona que siempre le fue indeseada, fuera quien llenara un poco su soledad, así que volvió a llorar, pero no lloraba por el rechazo de un chico, lloraba por todo lo que había aguantado durante tanto tiempo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

En el patio, Sakura, Matsuri y Hinata estaban sentadas charlando, mientras la peli rosa bebía un refresco.

—Esto es muy injusto, ahora resulta que ustedes dos ya tienen novio y yo estoy sola como un perro —dijo ella, soltando un suspiro de decepción.

—S-Sakura-chan, no digas eso —Hinata agitó sus dos manos sobre su rostro, un poco nerviosa, para luego bajar la mirada—. Además, no sé qué sucede con Naruto-kun… —añadió, aunque había bajado la voz, las otras dos la oyeron a la perfección.

—¿Discutieron, Hinata-chan? —le preguntó Matsuri, pero vio a su amiga negar con la cabeza—. ¿Entonces?

Mirando hacia el suelo, la Hyûga permanecía en silencio, no sabía muy bien qué contestar.

—No estoy segura, él sólo ha estado actuando raro, sé que está triste por algo, pero no me dice… —explicó, aunque enseguida su rostro se puso rojo y volvió a agitar sus manos—. P-perdón, no es mi intención abrumarlas con mis tonterías.

—¡No son tonterías! —dijo Sakura, cuyos ojos arrojaban lágrimas como si se tratara de dos cascadas—. Te entiendo tanto, cuando Sasuke-kun no me confiaba las cosas, me ponía súper inquieta y —esta vez su expresión era más serena, pero triste—. Realmente extraño a Sasuke-kun…

Matsuri miró a sus amigas, ambas tenían sus propios problemas, no deseaba cargarlas más con los suyos, quería contarles sobre todo lo que había estado pasando con Gaara y con Sari, lo del beso, lo culpable que se sentía por no decirle la verdad a su novio, pero no podía, no quería molestar más a sus amigas con todo eso.

—Al menos Matsuri y Gaara-san parece que están en su mejor momento —habló la peli rosa, llamando la atención de su amiga, cuyo rostro se puso rojo como un tomate—. Dime, Matsuri, ¿hasta dónde han llegado ustedes dos? —se atrevió a preguntar, tan sólo para molestarla un poco y cambiar el ánimo a uno mucho más alegre.

Hinata, avergonzada por la pregunta, también miró a Matsuri.

—Es cierto, Matsuri-chan, no nos cuentas muchas cosas sobre su relación, a-aunque tampoco es obligación —aclaró de inmediato.

—¡Claro que lo es! —las tres oyeron una voz a sus espaldas, así que se voltearon, Ino estaba ahí, con las manos sobre la cintura y la cara llena de seriedad—. Vamos, Matsuri, cuenta.

—¿Eh? —la castaña se puso aún más roja, no quería responder ese tipo de preguntas, pero era obvio que no la dejarían tranquila—. C-chicas, ¿c-cómo es que la conversación llegó a esto?

—Ino, ¿de dónde saliste? —cuestionó Sakura, con el ceño fruncido, pero enseguida volvió su atención hacia la pobre chica avergonzada—. Y tú, Matsuri, más vale que respondas.

Justo en ese momento, el timbre que indicaba el término del receso empezó a sonar, así que la chica se puso de pie rápidamente, casi como un rayo.

—¡Ya empiezan las clases! —exclamó, corriendo hacia la sala y dejando a sus amigas con las ganas de oír su contestación.

Sakura suspiró.

—Qué astuta.

—Es obvio que esconde algo —Ino sonrió, a decir verdad, le daba gusto que las cosas entre esos dos estuvieran resultando, a pesar de que al principio intentó interferir, ahora sólo esperaba que la loca de Sari desistiera de tratar de meterse en medio.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Ya que Neji le había dicho a Hinata que tenía que quedarse en la escuela a hacer unos trámites para el consejo estudiantil, ella debió regresar a casa sola, así que se despidió de las chicas, ya que todas tenían otras cosas que hacer.

—Nos vemos mañana, chicas —dijo Sakura, que fue la primera en irse, seguida de Matsuri y Gaara, que iban juntos.

—Hasta mañana —dijo la castaña antes de retirarse.

Hinata guardó sus cosas y se dispuso a salir, pero vio que Naruto aún seguía ahí, estaba revolviéndose el cabello, mientras miraba la calificación de un examen que les habían entregado ese día.

—N-Naruto-kun —lo llamó, un poco nerviosa—. ¿Sucede algo malo?

El rubio volteó a verla, parecía muy acomplejado, aunque su expresión era algo graciosa, así que ella no pudo evitar reír ligeramente al verla.

—Hinata, me fue muy mal en el examen —explicó, dejando salir un sentido suspiro de resignación—. Si sigo así, no pasaré el año, mi padrino me va a regañar y la vieja Tsunade me gritará.

Escuchar eso no era muy agradable para la joven, que evidentemente no quería que su novio repitiera el año, quería seguir junto a él y terminar juntos la escuela, así que no dudó en ofrecer su ayuda.

—¿D-debería ayudarte a estudiar? —ofreció.

Los ojos de Naruto brillaron ante la propuesta y, aunque continuaba estando un poco triste y sentido con Hinata, decidió dejar eso de lado por ahora.

—¡Claro! —respondió con emoción—. Ya pronto serán los exámenes finales y la verdad es que no sé nada, me gustaría mucho tu ayuda, Hinata.

La chica asintió con la cabeza, estaba feliz, le alegraba mucho ver a Naruto sonreír y, sobre todo, serle de ayuda, porque sabía que eso era algo en lo que era buena y lo que más anhelaba en el mundo era poder verlo triunfar en lo que se propusiera.

—Entonces vamos a hacerlo, Naruto-kun —dijo alegremente—. Tú sólo avísame cuándo.

—¿Puede ser hoy? —Naruto guardó su examen y se puso la mochila al hombro—. Mi padrino no está en casa, no nos molestará.

—Claro —contestó Hinata, que enseguida tomó la mano de Naruto, pero notó que él no la apretaba de inmediato como otras veces, ahora había tardado un poco más en corresponder a su gesto de afecto.

¿Por qué?

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Shikamaru se dirigió a la salida, daba las gracias de ser algo "invisible" para sus compañeros, la mayoría no se dieron cuenta del golpe que llevaba en el labio, aunque Chouji sí que lo hizo y también Naruto, pero como lucía un poco apagado, no lo interrogó mucho. Estaba pensando en cómo evitar que su madre pegara el grito en el cielo cuando lo viera, pero no pudo seguir caminando o maquinando alguna solución, ya que Temari se había puesto de pie frente a él.

—¿Qué? —preguntó, intentando no mirarla, no estaba seguro de cuánto ella había oído de su conversación con Gaara, pero ni siquiera quería averiguarlo.

La chica se mantenía callada y tranquila frente a él, aunque llevaba el ceño fruncido, como si estuviera enojada o molesta por algo.

—Shikamaru… —Temari suspiró, le daba un poco de pena ver el golpe que él llevaba en el labio, no se lo merecía, todo lo que había hecho Shikamaru era ayudarla y preocuparse por ella, aunque ese no era su deber—. Oye, lamento lo que te hizo mi hermano, Gaara es muy temperamental…

El chico se llevó las manos a los bolsillos del pantalón.

—No pasa nada, no me duele —mintió, pues sí que le dolía, jamás le habían dado un puñetazo en su vida y Gaara sí que tenía fuerza.

—Igualmente… —dijo ella, sus ojos no se apartaban de él, ni siquiera cuando estaba más avergonzada, cuando sus mejillas se tiñeron de rojo—. Y-yo… oí lo que dijiste…

Shikamaru abrió un poco los ojos, no sabía qué hacer, ¿acaso había un lugar donde esconderse? No, intentar algo así sería inútil, pero ¿estaba bien admitir sus sentimientos ahora?

—Mira… —el pelinegro se llevó una mano a la nuca, frotándose la misma—. No tienes que decirme nada respecto a eso, lo que le dije a Gaara fue para que no se entere de la verdad, es todo.

Temari ya había pensado en esa posibilidad, pero oírlo de sus labios era una cuestión distinta, ¿entonces Shikamaru no sentía nada por ella? ¿Simplemente mintió para salir del paso? No sabía por qué, pero dolía, se sentía decepcionada y triste, por un segundo, quiso creer que él diría que de verdad la quería, pero era una tontería.

—Claro, por supuesto que lo sabía —rio la rubia, fingiendo que no estaba triste por esto, que en realidad no sentía nada por ese chico idiota que, a pasos de tortuga, había conseguido hacerse un lugar en su corazón—. De todos modos, sólo quería agradecerte por seguirme ayudando, nos vemos.

Ella se dio la vuelta, dispuesta a irse, pero entonces la voz de él la hizo detenerse en seco.

—Creo que deberíamos decir que terminamos —habló Shikamaru, sus propias palabras lo hacían sentir lastimado, pero él no sabía que no era el único—. Dile a tus hermanos y a tus padres que me porté mal o algo, es mejor.

La rubia continuaba dándole la espalda, empuñó sus manos y apretó los dientes, pero no hizo nada más, jamás volteó a verlo, creyó que no valdría la pena.

—Está bien —fue todo lo que dijo antes de empezar a caminar para alejarse, no podía creerlo, habían "terminado" una relación de mentira, pero, por algún motivo, se sentía como una ruptura real.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Kankuro y Tenten caminaban juntos por las calles de la ciudad, después de terminar las clases, él insistió en que tenía algo importante que decirle, así que ella no se pudo negar. Pasaron fuera de una heladería y ahora iban comiendo cada uno un helado de diferente sabor, los colores eran muy llamativos y variados.

—Entonces, ¿qué tenías que decirme? —preguntó la chica, saboreando su helado de fresa.

El chico estaba nervioso, aunque igualmente lucía un poco desconcentrado, pues todavía tenía en mente todo lo que había ocurrido últimamente con Sari, esa chica jamás le había caído bien, pero no conseguía sacarse de la cabeza su situación, era obvio que ella estaba pasándola mal, por más odiosa que fuera, nadie merecía sufrir de ese modo.

—¿Kankuro? —insistió Tenten, ya que él parecía que estaba en la luna.

—Ah, perdona —dijo el castaño, soltando un suspiro, no era bueno que se involucrara demasiado en los problemas de alguien más, ese no era su asunto, a fin de cuentas, no importaba lo mal que eso le hiciera sentir—. ¿Qué me decías, Tenten?

La joven de los chonguitos abultó las mejillas y frunció el ceño.

—Eso quiero saber yo, tú me trajiste —contestó, adelantándose unos cuantos pasos para poder ponerse de pie justo delante de él—. ¿Qué te pasa, Kankuro? ¿Algo malo sucedió? —interrogó, un poco preocupada, generalmente él siempre estaba centrado en sus conversaciones, ¿quizá estaba enfermo?

Al darse cuenta de que no le prestaba la atención debida a Tenten, Kankuro se sintió avergonzado, era verdad, él le había pedido venir para decirle algo importante, no era cortés de su parte que pensara en otra chica justo en ese momento.

—No me pasa nada, perdona —dijo, mostrándole una sonrisa tranquilizadora—. Solamente pensaba en algo, pero no es algo importante —aseguró, probando un poco de su helado de chocolate y menta, para que éste no se derritiera en su mano—. Tenten, yo… quería decirte algo.

—Ya sé, por eso vinimos, ¿no? —Tenten sonrió de forma suave, ladeando un poco su cabeza—. Entonces dime, ¿qué es?

El más alto tragó saliva, ahora era el momento de confesar sus sentimientos, no habría otro instante en donde estuvieran solos, sin distracciones de por medio, sin nadie que se entrometiera.

—Bien, verás… —parándose rígido como una estatua, finalmente agarró la confianza necesaria cuando miró a los ojos a Tenten—. A decir verdad, me gustas —dijo, observando la expresión de asombro de la joven.

—¿Qué? —cuestionó ella, parpadeando varias veces seguidas, pues no se lo podía creer, ella juraba que estaba imaginando que las atenciones de Kankuro eran por ese motivo, pero ahora que él se lo confesaba, no podía evitar sentirse como una tonta, había estado estancada pensando que ella no podría atraer a ningún chico de forma sincera—. Kankuro, ¿lo dices de verdad? —preguntó, bajando la mirada, pero apenas hizo eso, sintió que él la tomaba de la mano.

—Lo digo en serio —aseguró el Sabaku No, entrelazando sus dedos—. Desde que te conocí me has parecido una chica hermosa y genial, me gustas mucho, Tenten, pero no quería ser invasivo ni presionarte.

A decir verdad, Tenten todavía sentía cosas por Neji, él había sido el primero que logró hacerla sentir enamorada, era obvio que no lo olvidaría fácilmente, pero a la vez, pensaba que era inútil seguir aferrada a esas emociones, no tenía caso continuar pensando en alguien que sólo la trató como a un juguete.

—Tenten —Kankuro volvió a llamarla—. ¿Saldrías conmigo?

Ella dudó sólo por un instante, apretando un poco más fuerte la mano del chico, fue entonces que se decidió, tenía que seguir adelante con su vida, ¿no?

—Sí —respondió, alzando la mirada para mostrar una brillante sonrisa.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Neji estaba en la sala del consejo estudiantil, como sólo le quedaban unos meses para graduarse, ya era hora de que fuera buscando a un sustituto para su puesto, alguien que fuera confiable y que diera la imagen inmaculada que él también daba (o eso pensaba él). Había estado viendo a varios candidatos, pero todavía no encontraba a alguien que le convenciera, los chicos de primer año no eran elegibles y los de segundo, la mayoría no parecían muy comprometidos con la causa.

—Supongo que tendré que buscar un poco más —murmuró, dejando sobre la mesa las fichas de varios estudiantes, todos de segundo, entre los que se podía ver la fotografía de Shikamaru y también la de Sasuke.

Después de terminar de revisar unos asuntos relacionados a los clubes, el presidente del consejo guardó todas sus cosas y se dirigió a la salida, era un poco tarde, pero seguramente llegaría rápido a casa si se daba prisa, así que caminó fuera de la escuela. No era buena idea subirse al autobús, no era aficionado a ese tipo de transporte, así que pediría un taxi, pero para eso tenía que llegar hasta la zona por donde éstos pasaban.

Cuando llegó al cruce que estaba antes del sitio de los taxis, Neji notó que había mucha gente de ambos lados, odiaba las calles concurridas, las aglomeraciones no eran lo suyo, le resultaba incómodo verse rodeado de personas. El semáforo cambió para que pudiera cruzar, así que empezó a avanzar, pero al llegar al otro lado, sus pasos se detuvieron de golpe cuando sus ojos se posaron sobre dos personas que estaban de pie en medio de la calle, se estaban tomando de la mano y sonriéndose mutuamente.

—Tenten… —murmuró con el ceño fruncido.

Quiso caminar hacia ellos, decir algo, lo que sea, pero sintió que se le apretaba el corazón cuando vio que Kankuro se inclinaba hacia Tenten para besarla y que, correspondiéndole, ella lo rodeaba por el cuello. Ese fue el instante en que supo que ella ya lo había superado y que la había perdido para siempre, porque había tardado demasiado tiempo en actuar, ahora ya no tenía sentido siquiera intentarlo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

La casa de Naruto era pequeña a los ojos de Hinata, ella estaba acostumbrada a su enorme mansión y, aunque las casas de Sakura y de Matsuri eran más bien normales, la de Naruto era apenas un diminuto departamento tipo estudio, literalmente sólo contaba con una habitación, un baño y la sala y la cocina estaban unidos, eso sí, a pesar de lo desordenado que era el rubio, el lugar no lucía tan mal, aunque había unos pocos paquetes y cuencos de ramen vacíos sobre la mesa.

—Perdón por el desorden, no tuve tiempo de limpiar —dijo él, avergonzado.

A Hinata realmente no le importaba la diferencia de clase entre ambos, o que Naruto no fuera del todo organizado, ese tipo de cosas no eran relevantes para su persona, pero pensaba que mantener basura en la casa podía ser poco higiénico y él podría enfermarse, pero entendía que él tenía su brazo lastimado y eso era culpa suya.

—No te preocupes, Naruto-kun —dijo con una sonrisa dulce y amable—. Te ayudaré a limpiar y luego podemos estudiar en un ambiente más tranquilo, ¿te parece?

El rubio se sonrojó un poco, de verdad le apenaba que ella hubiera venido a su casa para asearla, pero también era verdad que le costaba un poco más mantener el orden con ese brazo vendado.

—Está bien —aceptó, sonriendo de forma un tanto apagada.

Mientras la chica tiraba algunas cosas y limpiaba las encimeras y la mesa, Naruto se propuso sacar la bolsa de la basura a la calle, aún se la podía con su mano sana, así que después de que ella le pasara todo lo que estaba encima de la mesa, cerró la bolsa negra y salió afuera del edificio, solamente tenía cinco pisos y él vivía en el tercero, así que bajó por las escaleras y cuando llegó al basurero grande, echó su bolsa.

—¿Debería preguntarle a Hinata sobre ese chico? —se cuestionó a sí mismo, estaba muy confundido respecto a ese tema, le dolía el corazón al imaginar que ella pudiera haberse fijado en alguien más, quizá se había dado cuenta de que él era un perdedor, que no podría aportarle nada a su vida, ¿sería eso?

Se revolvió el cabello con la mano sana y cerró los ojos con fuerza.

—Basta, deja eso, idiota, Hinata podría pensar que soy un tonto —se regañó, regresando a su departamento.

Cuando entró, encontró a la chica ordenando un poco su sala, no había cambiado casi nada, sólo puso algunos cubiertos en su lugar y las encimeras relucían en la cocina. Hinata venía de una familia rica, ¿cómo es que no le importaba hacer ese tipo de cosas?

—Hinata —murmuró, abrazándola por la espalda, se sentía muy feliz de tenerla cerca, de que ella se hubiera fijado en él.

Por su parte, ella se había asustado, luego se avergonzó, su cara estaba totalmente roja.

—N-Naruto-kun, ¿qué pasó? —preguntó, sintiendo como el chico apoyaba el mentón contra uno de sus hombros, aquella sensación era cálida y reconfortante, a diferencia de lo que había estado transmitiéndole casi todo el día, era como si de pronto todo estuviera bien de nuevo.

—Nada —dijo Naruto, abrazándola un poco más fuerte—. Sólo estoy feliz de tenerte aquí conmigo.

Ella no pudo evitar sonreír, también estaba feliz, tanto, que ni siquiera quiso saber por qué Naruto había estado hablando con Shion, seguramente no era nada malo.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Matsuri y Gaara ya estaban frente a la casa de ella, estaban tomados de las manos, se habían detenido justo frente a la puerta del jardín delantero de la castaña.

—Deberías entrar ya, o tu padre va a matarme —dijo Gaara, no podía dejar de mirar a su novia, a veces sentía que se había convertido en lo que siempre juró destruir, es decir, una persona totalmente cursi y "blandengue", pero a estas alturas, honestamente, no le importaba, porque estar junto a ella le hacía feliz.

—Está bien, Gaara-kun —Matsuri dio unos cuantos pasitos hacia él, estiró sus pies y le dio un beso corto sobre los labios—. P-pero, ¿no quieres pasar un rato? Mi papá aún no llega.

Un poco tentado por la propuesta, el pelirrojo volteó hacia todos lados, no vaya a ser que su querido suegro estuviera por ahí escondido, pero, tras comprobar que el camino estaba despejado, sonrió suavemente.

—Está bien —respondió.

Sin soltar su mano, Matsuri también sonrió y lo guio hacia el interior de su casa, su mamá estaba ahí, así que no estarían solos, pero eso no les importaba, ya que sólo querían pasar un rato juntos.

—Buenas tardes, Gaara-kun —dijo Ayako, quien estaba siempre encantada de recibir la visita de su querido vecino y novio de su hija, no podía evitar sentir ternura cuando los veía juntos, le recordaban a ella y a su esposo de jóvenes—. ¿Cómo les fue hoy en la escuela? ¿Les dieron sus calificaciones?

—Ay, mamá —la chica frunció el ceño—. Sí, pero apenas llegamos y ya preguntas por eso.

Gaara se quitó la mochila de la escuela y rio disimuladamente al escuchar la respuesta de su novia —Pero Matsuri obtuvo sólo dieses, así que no se preocupe —intervino él—. Por supuesto, yo también.

—Oh, mi querido Gaara-kun, me lo esperaba de ti, pero me sorprende de esta niña burra.

—¡M-mamá! —exclamó la castaña, completamente avergonzada y más roja que el cabello de su adorado novio, el cual no pensaba refutar las palabras de su suegra, sabía que su dulce chica era torpe y algo distraída, pero ella siempre se esforzaba al máximo y eso era algo que a él le fascinaba.

Después de ofrecerles algo de comer, Ayako se fue hacia la cocina y ambos jóvenes se sentaron a ver la televisión juntos, estaban disfrutando de una serie desde hace un par de días, habían descubierto que tenían mucho en común en ese aspecto, así que aprovechaban el servicio de streaming para compartir sus aficiones. Los dos estaban sentados sobre el sofá, concentrados en lo que sucedía en su serie, pero en un momento, Matsuri apoyó su cabeza sobre el hombro de Gaara.

—¿Qué pasó con Sari? —se atrevió a preguntar, había estado aguantando sacar ese tema desde hace horas, pero ya no conseguía quedarse callada, necesitaba saberlo, porque después de que ellos hablaron, Sari se saltó una clase y luego parecía muy distante, todavía más de lo que ya era normal.

Gaara cerró sus ojos, sabía que tarde o temprano hablarían de eso, así que solamente se limitó a responder, era mejor no guardarse nada al respecto.

—Le dije que sólo podemos ser amigos, pero creo que lo tomó mal —contestó, sin dejar de mirar la televisión—. Empezó a llorar y me dijo que yo no entiendo nada, y no, no entiendo… —admitió, frunciendo el ceño.

Matsuri se acomodó nuevamente erguida, lo tomó por el mentón y lo obligó a mirarla, amaba el color de los ojos de Gaara, lo amaba a él, no le gustaba verlo inquieto o triste.

—Está bien, Gaara-kun, no te sientas mal —dijo con seguridad—. Sabes que yo siempre estaré a tu lado, ¿no? Ella seguro entenderá las cosas —añadió, aunque no lo creía para nada, no conocía los motivos de Sari para actuar como lo estaba haciendo, pero quería creer que había una razón, que si intentaba averiguarlo, quizá ella también podría comprenderla, porque a pesar de todo, aún la quería mucho y le preocupaba.

—Lo sé —respondió Gaara.

Aprovechando la poca distancia que había entre sus rostros y sabiendo que –por ahora– estaban solos, él se le acercó, desapareció por completo la distancia entre sus ambos y la besó, había estado deseándolo todo el día, un beso profundo, lleno de los sentimientos que ambos compartían, adoraba sentirse correspondido por Matsuri, que su calidez lo invadiera por completo.

—Te amo… —susurró al separarse de ella, quien intentó responder, pero él sólo volvió a besarla, quería aprovechar al máximo este tiempo juntos.

Quizá ese día se rompieron muchos corazones, pero ellos estaban completamente ajenos a todo lo malo, dentro de ese mundo donde sólo compartían su felicidad, donde existían sólo los dos.

Continuará…