Capítulo 29: Vacaciones de invierno

Un par de días habían pasado, los chicos habían estado rindiendo sus exámenes finales antes de salir de vacaciones de invierno, ya estaban terminando el último día de clases, faltaba menos de una semana para navidad, así que la mayoría estaban emocionados, planeando qué iban a hacer, a dónde iban a ir o con quién lo iban a pasar.

El profesor guía del grupo, Kakashi, estaba dándole instrucciones a sus estudiantes sobre qué hacer y cómo disfrutar de sus vacaciones con seguridad, pero apenas el timbre sonó, él fue cruelmente ignorado por el colectivo, que no tardaron en gritar en celebración por el fin del semestre y empezaron a irse.

—No corran por el pasillo —dijo el mayor, soltando un suspiro, ni siquiera valía la pena levantar la voz, igualmente no lo escucharían.

Gaara estaba guardando sus cosas con calma, como él y Matsuri eran los delegados de la clase, habían tenido que entregar unos volantes a sus compañeros, así que no alcanzaron a guardar antes.

—Gaara-kun —la chica se paró frente a él, ya estaba lista y le mostró una dulce sonrisa—. ¿Hoy iremos a ver esa tienda que te dije?

El pelirrojo alzó la mirada y asintió con la cabeza, mostrándole una suave sonrisa a su novia. Cuando cerró su mochila, notó que Sari salía del salón con prisa, como si odiara la idea de estar ahí con ellos. Desde ese día en que él intentó "aclarar" las cosas con ella, ya no le hablaba, apenas le daba los buenos días y eso lo tenía un poco consternado. Pero no era solamente él quien sentía angustia por Sari, pues Matsuri también, ella igualmente la observaba actuar de ese modo tan extraño, primero parecía que quería –literalmente– arrebatarle a Gaara y ahora los ignoraba a ambos.

—Vamos —dijo Gaara, tomando la mano de la chica, así ambos salieron del salón.

Por otro lado, cerca de la entrada de la escuela, Sakura iba con la vista pegada al folleto que antes le habían dado, que explicaba algunas cosas sobre el nuevo semestre que iban a cursar en cuanto las vacaciones terminaran. Debía dejar todo listo antes de irse con sus padres a casa de los abuelos, o pasaría todas las vacaciones atormentándose por no haber previsto las cosas.

En eso, sin querer se chocó contra la espalda de un chico.

—Lo lamento —le dijo al joven, el cual sólo asintió con la cabeza y se marchó, entonces Sakura vio pasar a su lado a Sasuke, el cual iba charlando con esa chica de la otra vez.

Sintió que su pecho se apretaba, pues el azabache sonreía mientras esa muchacha le decía algo, parecía que se llevaban realmente bien, ¿acaso eran novios realmente? Sin siquiera darse cuenta, empezó a caminar detrás de ellos, aunque tenían cierta distancia entre ambos, lucían como un par de tórtolos.

—Sasuke-kun… —murmuró, en un tono que se mezclaba entre la rabia, los celos y la tristeza que la invadían—. ¿Cómo puede esa chica ir tan campante por ahí después de serle infiel?

De un momento a otro, ambos detuvieron su andar, así que Sakura se escondió detrás de un poste de luz, donde obviamente podía verse la mitad de su cuerpo, pero ninguno de sus "objetivos" volteó, así que estaba a salvo, o eso pensaba.

—¿A dónde van? —se preguntó, notando que entraban a una tienda de ropa masculina.

La chica frunció el ceño y se dispuso a entrar también, mientras se repetía a sí misma lo mal que estaba que espiara a Sasuke y a su novia, pero no podía evitarlo, antes de terminar de pensar en que estaba siendo irrespetuosa, ya sus pies estaban dentro de la tienda. Esta vez, se escondió detrás de un montón de ropa colgada en un perchero largo y, desde ahí, pudo ver que la jovencita –muy linda, por cierto– le probaba un par de camisas por encima a Sasuke.

Maldita arpía, todavía que lo engaña y luego le viene a comprar regalos como si nada —pensaba, no podía dejar de sentir enojo y frustración, todo lo que quería era arrancarle cada cabello de la cabeza a esa estúpida por estar jugando con el corazón del Uchiha.

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Después de terminar todo lo que tenía pendiente, referente a las últimas calificaciones de los exámenes cursados y el cierre del semestre, Itachi tomó su maletín y se dirigió a la salida de la escuela. Ahora que tendría vacaciones, aprovecharía para concretar su mudanza, estaba seguro de que iba a extrañar mucho a su familia, sobre todo, al amargadillo de su hermano menor, pero ya estaba en una edad en que necesitaba su espacio personal y pensaba que esto era lo mejor.

Como debía llevar a casa varios documentos sobre el siguiente semestre, Itachi llevaba su auto. Revisó el maletero, todo parecía estar en orden, así que lo cerró, luego se subió al auto, dejó el maletín en el asiento del copiloto y partió.

Cuando iba saliendo del estacionamiento de la escuela, de pronto una persona se le paró enfrente y tuvo que frenar de golpe, de no ser porque llevaba el cinturón de seguridad, se habría dado de bruces contra el manubrio.

—¿Qué demonios? —masculló con ira, bajándose del auto, había una chica justo delante, cubriéndose el rostro con los brazos, como si eso fuese a protegerla de ser arrollada—. ¿Izumi? —dijo sorprendido al ver que se trataba de ella.

La castaña lentamente bajó los brazos y, cuando se dio cuenta de que –sin querer– casi había provocado que Itachi la golpeara con su auto, se puso totalmente roja.

—I-Itachi… esto…

El Uchiha relajó un poco su severa expresión.

—¿Qué haces aquí? —interrogó, no sabía si estaba molesto por la situación o si acaso estaba feliz de verla, pues la extrañaba mucho, desde el festival no había vuelto a saber de ella, no se atrevió a llamarla por la vergüenza.

Izumi bajó la mirada, sus labios temblaban y sus manos parecían inquietas.

—Necesitaba verte, Itachi… —explicó, poniéndose aún más roja que antes, si es que acaso eso era posible—. Yo te extrañaba y… como no contestabas… —se mordió el labio inferior—. Tampoco has ido a la tienda, así que…

Escucharla decir que ella lo extrañaba, de algún modo, llenó de calidez el corazón del azabache, que no pudo evitar dibujar una sonrisa suave en sus labios.

—Está bien, lamento no haber respondido y me alegra que vinieras, pero —dijo él—, ¿es tu costumbre arrojarte frente a autos en movimiento?

—¡F-fue un accidente! —exclamó Izumi, que ahora hasta podría haber rivalizado con la luz roja del semáforo.

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Gaara y Matsuri caminaban juntos por la ciudad, ella había escuchado que abrieron una nueva tienda de manga y que tenía tomos exclusivos, así que no podía perder la oportunidad de irla a visitar y comprar todo lo que pudiera. La chica miraba la dirección en su teléfono, en la aplicación de mapas, mientras el pelirrojo sostenía su otra mano.

—Creo que debe ser esa —dijo él, señalando una tienda que estaba justo cruzando la calle.

Matsuri levantó la mirada y vio el letrero colorido y adornado con dibujitos de animales en forma de chibi, definitivamente debía ser esa.

—¡Es esa, vamos! —exclamó, jalando la mano del mayor.

El pelirrojo se dejó guiar con cierto fastidio, seguía sin comprender la afición de su novia por el manga, él prefería ver las series animadas, le parecían más disfrutables así.

—Ah, mira esto, es el paraíso —dijo Matsuri una vez que estuvieron dentro, había tantos pasillos llenos de tomos, que a ella le brillaron los ojos, su entusiasmo era tal, que Gaara pensó que siempre quería verla así, sonriendo tan hermosamente.

—Anda, ve a ver lo que desees —dijo el chico, soltándole la mano.

La joven no dudó en adentrarse a los pasillos de esa increíble tienda, así que Gaara se quedó solo en la entrada. Ahora que lo pensaba, faltaba muy poco para navidad y no tenía un regalo apropiado para Matsuri. Había sopesado muchas opciones, como un peluche, algún accesorio bonito, hasta ropa, pero todo eso le parecía muy común. Fue cuando vio una figura de acción de una de las series favoritas de su novia, que la idea se le vino a la cabeza, así que se acercó para mirarla más de cerca.

El personaje se parecía un poco a él, ahora que lo detallaba, tenía el cabello rojo y los ojos verdes, pero su ropa era distinta, iba vestido como si fuera un ninja, o algo así, pensó.

—¿Será que le gusta porque nos parecemos? —murmuró con evidente curiosidad.

De pronto, un potente, pero ya familiar dolor de cabeza lo atacó, acompañado de recuerdos nuevos, que no tenía registrados todavía en su mente.

—¿Es un ninja? —cuestionó el pequeño niño, mirando el personaje que estaba dibujado en la página del manga que su amiga le acababa de mostrar—. ¿Y por qué te gusta? No se ve muy fuerte —aseguró, frunciendo el ceño.

La niña que estaba frente a él abultó las mejillas y le arrebató el libro de las manos, molesta.

—¡No digas eso de Yino-sama! —exclamó, ofendida—. Él es súper guapo y fuerte, además ha sufrido mucho, por eso me encanta.

El pelirrojo sintió que una gotita de sudor resbalaba por su nuca, su amiguita era bastante apasionada por sus personajes ficticios.

—Bueno, bueno, perdona —dijo él, soltando un suspiro—. Aunque no sé qué tiene que ver que haya sufrido.

—Insensible —murmuró la pequeña, frunciendo el ceño.

En ese momento, él por fin pudo verle el rostro, hasta ahora, siempre había una sombra sobre su cara, pero ahora no estaba, era ella.

¿Matsuri? —pensó, cubriéndose la mitad del rostro con la palma de su mano, sus ojos estaban abiertos de par en par y su cuerpo temblaba ligeramente—. No, no tiene sentido…

—Cliente, ¿está bien? —escuchó la voz de una de las dependientas de la tienda, así que la miró de reojo, intentando calmarse un poco.

Respiró hondo, se incorporó y asintió con la cabeza, más tranquilo.

—Estoy bien, no se preocupe —respondió, buscando a su novia con la mirada, pero no la encontró hasta que se acercó hasta el pasillo de la sección de chicas, ella estaba mirando los títulos atentamente, sonriendo muy risueña, entonces Gaara se sintió finalmente aliviado—. Debió ser una jugarreta de mi mente, Matsuri nunca… ella nunca me habría mentido… —se convenció a sí mismo, acercándose a ella—. ¿Todavía no has decidido?

La chica se asustó un poco por su repentina aparición, así que dio un saltito.

—Gaara-kun —dijo Matsuri, sonriéndole ampliamente—. Aún no, pero ya casi, lamento si te aburres, puedes mirar otras tiendas si quieres.

Esa chica, esa sonrisa, el modo en que ella le hablaba y la forma en que le demostraba que lo amaba, era imposible que Matsuri no le haya dicho la verdad, que ella supiera que se conocían desde antes y se lo haya ocultado, Matsuri no era esa clase de persona, él lo sabía.

—No, está bien —respondió, tomándole la mano con suavidad—. Te ayudaré a elegir.

Matsuri se sonrojó un poco, asintiendo con la cabeza, su corazón quería explotar de felicidad cada vez que sentía la calidez y delicadeza de Gaara al tomar su mano o al besar sus labios.

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Escondida entre los abrigos extravagantes y llenos de "pelitos", Sakura había comenzado a sentirse un poco incómoda, había olvidado que era alérgica al polvo y seguro que esas prendas acumulaban mucho, pero no podía salir de ahí, ya que Sasuke y la chica estaban justo delante, parecía que se divertían bastante, pues ella decía algo y él se reía, llevaban así todo el tiempo.

—Debo salir de aquí… —murmuró la peli rosa, intentando mover el perchero junto con ella, pero no era de los que tenían ruedas, estaba fijo al piso, así que pensó que tal vez era mejor idea irse escondiendo entre percheros, porque esos dos no parecían querer irse.

Con cuidado, se escabulló hacia el siguiente, que era de pantalones, pensó que eso evitaría que estornudara, pero era muy tarde, un estruendoso sonido se le escapó, haciendo que llamara la atención de media tienda.

—¿Sakura?

Apenas escuchó la voz del chico, Sakura se puso tensa, estaba tiesa como una estatua, medio agachada entre las prendas, como si hubiera querido esconderse, pero no hubiera alcanzado.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó Sasuke, arqueando una sola ceja.

—Sasuke-san, ¿no es ella su ex novia? —preguntó la muchacha, tenía el cabello largo, de color negro y sus ojos eran café oscuro, era realmente linda, como esas muñecas de porcelana que venden en las tiendas, o eso pensó Sakura al verla.

La peli rosa, sabiendo que había sido descubierta in fraganti, se enderezó, miró con seriedad a la pareja y, tomando aire, habló.

—Sasuke-kun, vine aquí porque ya no puedo seguir fingiendo que no sé nada al respecto —sin miramientos, apuntó a la joven novia de Sasuke con su dedo índice—. Esta chica con la que estás saliendo te está engañando, la vi el otro día en el centro comercial, se estaba besando con otro.

Como anteriormente Sakura ya había hecho que varias personas en la tienda la miraran, todos le estaban poniendo atención, así que se escuchó un ruidoso "ohhh" cuando ella dijo aquello, luego hubo varios murmullos.

Sasuke miró a su acompañante y notó que ésta tenía la boca abierta de la impresión, luego volvió a ver a Sakura.

—¿En serio viniste por eso? —sin poderlo evitar, se empezó a reír, cubriéndose los labios con la mano izquierda para aguantarse un poco.

La pelinegra también rio, pero mucho más tranquilamente —Sakura-san —dijo—. Sasuke-san no es mi novio, solamente somos amigos.

—Sí, eso dicen todas cuando engañan a sus… —Sakura hizo una pausa—. ¿Qué?

—Asuka, discúlpala, este malentendido es porque yo la dejé pensar lo que no era —explicó el Uchiha, que aún no podía dejar de sentir gracia por la situación, el hecho de que Sakura hubiera venido a espiarlo lo hacía todo muy hilarante, pero debía reconocer que le parecía un gesto muy propio de ella.

—P-pero están en una cita, ¿no?

—No, no, no —negó la jovencita de nombre Asuka, agitando sus manos delante de su rostro—. Sasuke-san y yo estamos en el mismo club, no sabía a quién preguntarle para elegir un regalo para mi novio, así que me hizo el favor, ambos tienen la misma talla.

Sakura se puso borda de la vergüenza, no podía creerlo, había hecho el completo ridículo, pero todo esto era culpa de Sasuke, si no eran novios, ¿por qué le hizo creer que sí?

—L-lo siento… —se disculpó ante la chica, haciendo una leve reverencia antes de salir corriendo de allí.

El Uchiha soltó un suspiro.

—Asuka, lo lamento, creo que debo ir tras ella —dijo entonces y, sin esperar respuesta, sus pies se movieron para seguir a la peli rosa, ella corría muy rápido, pero no era más veloz que él, así que le dio alcance al llegar al final de la manzana, tomándola por la muñeca—. Sakura, espera —pidió viéndola fijamente, aunque ella le daba la espalda.

—Déjame ir, por favor —contestó la chica—. Estoy muy avergonzada para verte.

Al notar que la voz de ella se escuchaba quebrada, Sasuke se topó con que algunas lágrimas resbalaban por sus mejillas; la había hecho llorar, bueno, no había sido su culpa, pero ella estaba llorando.

—Lo siento… —murmuró, dando dos pasos hacia ella, para abrazarla por la espalda, ya no podía seguir fingiendo que estaba molesto y que estaba bien al mantenerse alejado de Sakura, realmente la quería y la extrañaba, incluyendo sus niñerías, como espiar su "cita" con otra chica.

La Haruno negó con la cabeza.

—Yo lo siento —dijo en voz baja—. No debí espiarte de ese modo, pero… al pensar que alguien te haría sufrir, yo…

—Sakura… —Sasuke la abrazó más fuerte, le conmovía el hecho de que, aún estando lejos, ella todavía pensara en su bienestar—. Perdóname, Sakura —volvió a decir—. No debí mentirte al decir que salía con ella, no podría salir con nadie más, yo te amo a ti.

—¡Sasuke-kun! —la chica exclamó su nombre en medio de un llanto que era mitad tristeza y mitad alegría, se soltó del abrazo de él y se dio la vuelta, sólo para poder esconder el rostro en su pecho—. Yo también lo siento, debí confiar más en ti, soy una tonta, pero ya no quiero estar lejos de ti, te amo mucho, Sasuke-kun —decía entre lágrimas.

La mano de Sasuke se posó sobre el cabello rosado de Sakura, sosteniendo su cabeza, mientras ésta lloraba en su pecho y sus lágrimas le mojaban la camisa de la escuela, aunque eso no le importaba.

—Yo también te amo —aseguró, rodeándole la cintura con su otra mano—. Lamento ser tan rencoroso e idiota, sólo te he hecho sufrir, no merezco que me quieras tanto.

La chica negó con la cabeza y alzó su rostro para mirarlo, secándose las lágrimas con las dos manos, podía notar la tristeza que se escapaba a través de la mirada de Sasuke, pero ella no iba a permitir que él pensara de ese modo.

—No, fue mi culpa, debí escucharte, debí creerte.

—Eso ya no importa —contestó el Uchiha, acercando sus labios hasta los de su chica, los cuales tomó en un beso muy dulce—. Sakura, vuelve conmigo —susurró, estremeciéndola por completo. Su orgullo siempre había sido grande, pero ahora se daba cuenta que lo que sentía por ella era todavía mayor, tanto, como para permitirse dejarlo de lado.

—Sí —dijo Sakura, alzándose para guindarse del cuello de su –nuevamente– novio, quien correspondió al roce de sus labios sin dudarlo un segundo.

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Cuando Temari llegó a casa, lo primero que hizo fue quitarse el uniforme y darse un baño caliente y espumoso. Desde el día en que "terminó" con Shikamaru, prácticamente no lo había visto. Gaara estuvo a punto de volver a golpearlo cuando supo que habían roto, pero ella se lo impidió, diciendo que había sido decisión suya y no de él, al menos le debía eso, que su hermano no lo matara.

A decir verdad, extrañaba a ese chico, nunca pensó que algo así le sucedería, que alguna vez iba a echar de menos su cara llena de pereza, sus frases nada trabajadas y su falta de empatía, pero era así, cuando recordaba los momentos vividos desde que lo conoció, no podía evitar sonreír como una boba.

—Ay, ¿qué me pasa? —se preguntó, echándose hacia atrás dentro de la bañera. Su cara estaba roja de sólo recordar las pocas veces en las que él le había sonreído y su corazón se aceleraba con ello, así que se llevó una mano al pecho—. Esto no puede ser…

Se sentó de golpe en la bañera, haciendo salpicar un poco de agua sobre el piso.

—No, no, no, Temari —se nombró a sí misma, en un tono casi suplicante—. No te puede gustar ese mocoso vago, no tiene sentido… —justo ahí, recordó el pequeño instante en que sus labios se tocaron, la sensación era tan vívida, que casi podía experimentarla ahí mismo—. Esto es malo…

Mordiéndose el labio inferior, se levantó de la bañera y se enrolló una toalla alrededor del cuerpo, no podía creer lo tonta que era, después de todo el tiempo que había pasado al lado de él, pudiendo hacer algo al respecto, ahora que Shikamaru la había "abandonado" a su suerte, se daba cuenta de que él realmente le atraía.

Mientras secaba su cuerpo, se miró en el espejo del baño, tenía el cabello suelto y húmedo, ella no era vanidosa, pero sabía bien lo guapa que era, no por nada, hasta un profesor había volteado a verla, pero… Shikamaru dijo que ella no le gustaba, ¿no? ¿Entonces por qué la besó?

—Ese idiota… —murmuró, frunciendo el ceño, no entendía a ese chico, si él no sentía nada por ella, no había razón para que la hubiese besado, ¿tal vez le mintió porque le daba pena admitir que sí le gustaba?

Ella tenía que averiguarlo.

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En una cafetería cerca de la escuela, Itachi e Izumi estaban sentados juntos, acababan de traerles lo que habían pedido, pues cada uno tenía una taza de café y un trozo de pastel. Izumi le dio una probadita al suyo con el pequeño tenedor, debía tener un sabor delicioso, pues su expresión lo decía todo.

—Entonces… —Itachi tomó la palabra—. ¿No te parece mejor hablar aquí que lanzarte sobre mi auto?

La chica se atragantó, así que tomó la taza de café y bebió un gran sorbo para pasar el trozo de pastel.

—Ya te dije que fue un accidente —insistió, claramente avergonzada—. Iba a ver si salías y no me fijé en el auto —explicó, abultando ligeramente los labios.

El Uchiha no pudo evitar sentirse divertido ante los gestos y el comportamiento de Izumi, no cabía duda de que ella le gustaba, odiaba haber echado a perder las cosas, pero le daba gusto y esperanza el hecho de que ella hubiese venido a buscarlo.

—¿Y qué querías decirme? —preguntó, bebiendo un sorbo de su café.

Izumi se quedó callada durante un par de segundos, no sabía muy bien el modo correcto de abordar el tema, tampoco quería decir algo que pudiera malinterpretarse o que hiciera sentir incómodo a Itachi, pero había tantas cosas entre ellos que no se habían aclarado, que era difícil hablarlas.

—¿Sabes algo? —empezó—. Desde que estábamos en la escuela, siempre me gustaste —confesó, mientras sus mejillas se ponían rojas, empezó a jugar con el tenedor sobre el pastel, sin atreverse a mirar a su acompañante—. Cuando nos volvimos a ver, me di cuenta de que seguías gustándome, sé que suena un poco tonto, pero es así.

Él no sabía qué decir, así que solamente permaneció callado, escuchándola.

—Siento que te había idealizado un poco, pensaba "ah, él es ese tipo de chico que nunca haría nada malo" —tras decir aquello, soltó un suspiro—. Pero eso es mi culpa, yo fui la que se hizo esa imagen de ti, me he dado cuenta de que no te conocía como pensaba.

—¿Y eso te decepciona? —cuestionó Itachi, un poco dolido, pero le sorprendió verla negar con la cabeza.

—Al principio sí me sentí así —respondió la castaña—. No voy a mentirte, el hecho de saber que… bueno, lo de esa chica, me sorprendió, pero me di cuenta de que no puedo enojarme contigo por la idea de ti que yo me hice en mi cabeza —añadió, por fin mirándolo, los ojos negros de Itachi estaban clavados en su persona y éstos parecían brillar de un modo muy diferente al de siempre—. Todavía me gustas mucho y me gustaría conocer todo de ti, puede que suene un poco demandante y tal vez no te interese, pero quería decirlo.

Una leve sonrisa se formó en los labios del azabache, escuchar lo que Izumi acababa de decirle era como un bálsamo para sus tormentos, una forma de sanar sus culpas, que no eran pocas.

—Eres linda, ¿sabías?

El rostro de la joven se puso totalmente rojo al escucharlo —¿Eh? ¿E-eso qué tiene que ver con lo que dije?

—Sólo quería decirlo —contestó Itachi, encogiéndose de hombros—. También me gustas, Izumi —se atrevió a confesar, dejándola un poco sorprendida—. Y la idea de conocernos mejor me parece perfecta, me encantaría compartir mucho más contigo, si eso es posible.

Ella solamente asintió con la cabeza, estaba muy feliz, tal vez las cosas entre ellos avanzaran lentamente, pero estar junto a él hacía que todo valiera la pena.

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El sol ya estaba rojo cuando Gaara y Matsuri iban de regreso a casa, tomados de la mano. El autobús los había dejado a un par de calles, así que los dos aprovecharon de prolongar un poco más su paseo con esa corta caminata.

El pelirrojo todavía seguía un poco desconcertado con respecto a su visión mientras estaban en la tienda, sabía que a veces su mente le jugaba bromas pesadas, como no podía recordar todo con claridad, a veces las imágenes se confundían, quería creer firmemente en que esa era la explicación.

—Gaara-kun —lo llamó la chica, desde hace un rato lo notaba un poco inquieto, eso siempre la preocupaba—. ¿Te pasa algo?

El chico la miró y negó rápidamente con la cabeza, apretando un poco su mano.

—Estaba pensando en algo…

—¿Qué cosa? —Matsuri ladeó su cabeza.

Gaara dirigió su vista hacia el frente, sólo estaban a una calle de llegar a su destino, así que se detuvo, así podría hablar más cómodamente con ella, pues si estaban afuera de la casa, el padre de Matsuri los estaría vigilando por la ventana.

—¿Qué vas a querer para navidad? —preguntó él, parecía un poco apenado al respecto—. Estuve mirando algunas cosas en esa tienda, pero no estaba muy convencido.

—Oh… —la castaña se sorprendió un poco por la pregunta, no esperaba que a Gaara le fuese a preocupar algo como eso—. Bueno, a mí no me importa mucho, cualquier cosa estará bien para mí —respondió, mostrándole una sonrisa amable—. Lo que más me importa es estar a tu lado, Gaara-kun.

Los labios del chico se fruncieron un poco.

—Lo sé, Matsuri, sé que no eres materialista —dijo, un poco frustrado—. Pero realmente quiero darte algo, es… —sus mejillas adquirieron un ligero tono rojizo—. Es la primera vez que voy a darle algo a mi novia por navidad.

Matsuri lo abrazó, apoyando su rostro contra el pecho de su novio, mientras su mano derecha sostenía la bolsa con las compras que había hecho esa tarde en la tienda.

—Ya veo —respondió—. Bueno, Gaara-kun, en ese caso puedes darme algo pequeño, me gustan los adornos bonitos —explicó, sintiendo como él la rodeaba por la cintura y la apegaba un poco más a su cuerpo—. Yo ya elegí algo para ti —dijo sonriente—. También para tu cumpleaños, porque estaremos de viaje y no me dará tiempo de elegir algo bonito.

Un poco sorprendido, Gaara bajó la mirada para encontrarse con los ojos de su chica.

—¿Cómo sabes cuándo es mi cumpleaños? —preguntó, ligeramente desconfiado al respecto, incluso pudo notar que ella se ponía nerviosa, eso era algo muy raro.

—Eh… —Matsuri se regañó mentalmente por haber hablado demás, ahora que lo pensaba, él nunca se lo dijo, al menos, no durante su relación actual—. T-tú me lo dijiste hace un tiempo.

Gaara frunció el ceño, dudoso.

—¿Lo hice?

—Sí, sí —la castaña asintió varias veces con la cabeza, tenía que parecer firme, pues, en realidad, ella sabía su cumpleaños porque solían celebrarlo juntos cuando eran pequeños—. Fue algo muy casual, pero yo lo recuerdo, es el diecinueve de enero.

—Así es —Gaara asintió con la cabeza, volviendo a abrazarla, era cierto que a veces decía cosas sin darse cuenta o no las recordaba, no había por qué alarmarse al respecto, Matsuri siempre había sido detallista, era normal que ella recordara algo como la fecha de su cumpleaños, aunque él lo hubiese mencionado al azar—. Oye, ¿y el tuyo cuándo es?

Manteniéndolo abrazado firmemente, Matsuri se sintió más tranquila, parecía que el momento de tensión había pasado.

—El mío es en abril, el veinte —contestó.

—Así que soy tres meses mayor —dijo Gaara, dejando salir una muy ligera risa—. Muy bien, entonces cuando sea tu cumpleaños lo pasaremos juntos —murmuró, depositando un dulce beso sobre la cabeza de la chica, que no dudó en asentir.

—Me encantaría.

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Hinata se encontraba en casa, estaba en la sala junto a su padre, su hermana y su primo, a quien venía más amargado de lo normal desde hace un par de días, estaba bastante segura de que eso se debía a la nueva relación de Tenten, cosa que todavía le resultaba difícil de creer.

Mientras Hiashi y Neji hablaban sobre algunos temas referentes a la universidad del segundo, Hinata escuchó que su teléfono sonaba, así que lo sacó de su bolsillo, sonrió al ver que se trataba de un mensaje de Naruto. Desde el día en que estudiaron juntos, parecía que él había vuelto a ser el mismo de siempre, hablaban a diario y siempre la pasaban juntos en la escuela, incluso Naruto le explicó que por fin había dejado las cosas en claro con Shion, lo que realmente la tenía aliviada.

—¿Ese es tu novio? —le preguntó su hermana, que estaba de pie detrás de ella, apoyando sus dos brazos sobre el respaldo del sillón.

La ojiperla se puso roja hasta las orejas, pero daba las gracias de que su padre estuviera distraído con Neji.

—Hanabi-chan, Shhh —le dijo Hinata, haciéndole un gesto de silencio con su dedo índice.

La menor frunció el ceño, odiaba que la hicieran callar, pero entendía que las cosas con su padre eran complicadas, seguramente se volvería loco de saber que Hinata estaba saliendo con alguien, alguien que él no tenía contemplado.

—Bien, bajaré la voz, pero dime si es él o no —insistió la hermana más joven, sentándose al lado de su hermana mayor.

Hinata continuaba un poco sonrojada, pero asintió tímidamente con la cabeza.

—Muéstrame una foto —dijo Hanabi, ahora estaba hablando muy bajito, seguro que su tío y su primo no podían oírlas, ya que la sala era bastante grande y ellos estaban del otro lado. Vio como su hermana buscaba en su teléfono y luego le enseño, al ver la imagen, se sorprendió un poco—. Oh, es guapo, creí que tenías peores gustos.

—Hanabi-chan, ¿qué dices? —Hinata abultó sus labios en un puchero, pero estaba feliz de que su hermana pensara así de Naruto, a ella siempre le había parecido muy apuesto y le daba gusto que Hanabi estuviera de acuerdo en ello.

—Deberías responderle, se ve que te extraña mucho —dijo la menor, que había leído de reojo el mensaje, en donde Naruto le enviaba un montón de emojis y corazones a Hinata, él siempre era muy tierno, aunque a veces se comportaba medio berrinchudo, pero era muy lindo.

La ojiperla no dijo nada, solamente abrió el mensaje y lo leyó, Naruto le pedía que tuvieran una cita justo para el día de navidad, lo cual hizo que el corazón de ella se emocionara, ansiaba pasar ese día junto a su adorado rubio, así que no tardó en responderle que ahí estaría, que no podía imaginar no estar a su lado ese día.

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Unos días antes de navidad, las calles de la ciudad ya estaban totalmente adornadas con luces y motivos haciendo alusión a la fiesta, a pesar de no ser un país mayormente cristiano, la navidad era una celebración muy popular y todos aprovechaban para vender más. Las calles estaban blancas por la nieve, todo lucía aún más hermoso con ese toque invernal,

Ino estaba nuevamente en el hogar de los niños, esta vez, ella y su chofer repartían cajas de regalo para los pequeños, los cuales estaban muy emocionados. Sai también estaba ahí, habían organizado una pequeña fiesta de celebración.

—Ten, pequeña —dijo la rubia, entregándole una caja alargada a una niña, que seguramente contenía una muñeca. La menor se fue muy feliz con su regalo y la joven se sintió satisfecha, antes solía ser muy egoísta, pero ahora se daba cuenta de lo bien que se sentía compartir con aquellos que no lo tenían todo como ella, era algo que había aprendido al conocer a Sai.

—Realmente eres una persona muy diferente a cuando te conocí —escuchó la voz del chico a su lado, la cual le hizo temblar ligeramente.

—Las personas cambian —respondió, cruzada de brazos.

Sai le dedicó una sonrisa sincera, lo que había dicho era totalmente en serio, al conocer a Ino, sólo pudo ver a una chica mimada y arrogante, que no sabía lo que era pasar por necesidades, que pensaba que todo debía de ser a su modo, pero ahora era distinta, ya era la segunda vez que ella estaba aquí, ayudando a esos niños, tratando de hacerlos felices, aquello hacía brillar sus ojos azules de un modo que él nunca había visto.

—¿Quieres salir a tomar aire un momento? —propuso el pelinegro.

La Yamanaka asintió con la cabeza, mirando a s chofer, el cual seguía dándole regalos a los niños —Saldré un rato, continúa —le dijo, esta vez, sin ordenarlo de modo autoritario como siempre hacía.

El hombre asintió con la cabeza y sonrió, observando a su joven jefa salir hacia el balcón de le enorme casa de acogida, ya que estaban en un segundo piso. Al estar ya fuera, ambos se dieron cuenta de lo frío que estaba el ambiente, las manos de Ino se congelaron casi al instante, su piel era algo sensible.

—Está muy helado aquí… —murmuró.

Al darse cuenta de que las manos de ella se ponían algo rojas, Sai las tomó entre las suyas y, después de soltar su aliento tibio sobre la piel de la joven, metió ambas manos de ella en los bolsillos de su propio abrigo, sin dejar de sostenerlas, aquel gesto hizo que Ino se pusiera completamente roja.

—¿Así está mejor? —cuestionó el pelinegro.

—¿Q-qué haces? —preguntó la chica, totalmente avergonzada, pero no trató de alejarse, al contrario, al tener sus manos dentro de los bolsillos del abrigo de Sai, inevitablemente tenían que estar muy cerca el uno del otro, esa sensación era agradable y ella no quería dejar de experimentarla, le gustaba mucho estar así con él.

—No me gusta que tengas frío —explicó Sai, tan normalmente como si esta fuera una situación común y corriente—. Pero, a decir verdad, quería estar un momento a solas contigo, Ino-chan, desde que cavamos las clases ya casi no puedo verte.

Los ojos de la chica no dejaban de ver los labios ligeramente pálidos del mayor mientras éste le hablaba, era como si se sintiera hipnotizada por esos movimientos sutiles, imaginaba lo fríos que debían estar y lo mucho que le gustaría hacerlos sentir tibios.

—¿Por qué querrías verme? —cuestionó ella, un poco incrédula, aunque no apartaba su vista de los labios de Sai—. Creí que yo te caía muy mal.

—Oh, sí, muchísimo —admitió él, esbozando una sonrisa ligeramente sarcástica, pero antes de que la Yamanaka se pudiera molestar por su respuesta, siguió hablando—. Pero eso fue al principio, las personas cambian y creo que tú y yo lo hemos hecho.

La rubia lo miró con el ceño fruncido.

—Pues yo veo que sigues siendo igual de molesto —dijo en voz baja—. Pero… pero también eres igual de lindo —confesó, sus mejillas estaban rojas y su nariz se sentía fría, decir eso era vergonzoso, así que miró hacia el suelo—. E-es decir, b-bueno, ya sabes… —al tratar de explicarse, volvió a subir la cabeza para verlo, pero se congeló cuando lo notó tan cerca de ella, que sus labios estaban literalmente a centímetros.

—Qué linda —murmuró Sai, justo antes de besarla.

Ino cerró sus ojos con fuerza, sentía que le temblaban las piernas, sin embargo, sus labios pronto comenzaron a moverse sutilmente al ritmo de los ajenos, el corazón le bombeaba con fuerza dentro del pecho y ya ni siquiera sentía frío.

El mayor se separó lentamente, pero permaneció cerca de ella, podía ver su rostro sonrojado y sus ojos ligeramente entrecerrados.

—¿Por qué hiciste eso? —interrogó Ino, podía ver su propio reflejo en los ojos de Sai y sabía que se veía extremadamente vergonzosa, pero no parecía como si eso le molestara a él.

—Porque me gustas mucho —se atrevió a contestar el chico, que no dudó ni un segundo en decirlo, provocando que Ino se estremeciera por completo.

Antes de que ella le respondiera, él volvió a besarla, siendo inmediatamente correspondido, nunca pensó que llegaría a sentir algo por una persona que, en su forma de ser, era totalmente distinta a él, pero había sucedido sin siquiera darse cuenta, para ambos.

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Hacer las compras de navidad con su madre era un verdadero fastidio y eso Shikamaru lo sabía de sobra, había tratado de librarse de ello, pero, como siempre, no tenía suerte, Yoshino siempre lo obligaba a acompañarla, lo quisiera él o no. Lo peor de todo, es que ellos eran sólo tres personas en su casa, pero tenían tíos y primos, una familia realmente molesta, no se llevaba bien con ellos y, aún así, su madre insistía en comprar algo para toda esa gente.

—Qué flojera —murmuró con desgano, sosteniendo un par de cajas y bolsas en sus manos, ni siquiera sabía para quién iba todo eso.

Delante de él, Yoshino llevaba sólo bolsas, iba muy sonriente, mirando las tiendas que había cerca.

—Cariño, deberías llevar algo para Temari —dijo de pronto la mujer, provocando que él frunciera el ceño, no había oído ese nombre en un rato, aunque su mente no dejaba de mencionárselo.

—Ya te dije que terminamos —contestó, entornando los ojos, apenas y podía ver bien detrás de esas cajas que le llegaban hasta la cara, pero todavía lucía molesto cuando vio de reojo como su madre parecía ignorar sus palabras.

—Pues así no vas a recuperarla, jovencito —Yoshino se llevó las dos manos a la cintura en un gesto de reproche.

—¿Y quién dijo que yo quiero eso?

La mayor suspiró, todavía en la misma posición —Pues nadie me lo dijo, pero lo veo en tus ojos, estás tan triste desde que rompieron.

Esta vez, Shikamaru no respondió, a decir verdad, su madre tenía razón y eso le daba miedo, ¿cómo podía saber lo que sentía con sólo verlo? Las madres le asustaban mucho.

—Hey, cariño, espérame aquí —Yoshino cambió repentinamente de tema, pues el hecho de que Shikamaru no le rebatiera un argumento, significaba que le estaba cediendo la razón—. Voy a ver algo en una tienda y regreso, no te vayas a ir.

—¿A dónde iría? —cuestionó él, notando que su madre se alejaba. Con cuidado, dejó las cajas sobre una banca vacía en el enorme patio del centro comercial, luego puso las bolsas a un lado y se sentó, soltando un suspiro y echándose hacia atrás, al menos iba a poder reposar un momento de todo ese molesto paseo.

Pasaron apenas un par de minutos en los que mantuvo los ojos cerrados, cuando una voz lo sacó de su aburrido, pero relajante sosiego.

—¿Haciendo las compras navideñas?

Inmediatamente, el Nara abrió los ojos y la vio de pie frente a él, tan linda como siempre, sonriente y radiante; Temari seguía siendo la chica más hermosa que alguna vez hubiese visto.

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Matsuri, Sakura y Hinata estaban juntas en la cafetería donde trabajaba Izumi, aunque ese era el día libre de la chica. Las tres estaban charlando, aprovechaban de juntarse mientras no hubiera clases, ya que les gustaba mucho pasar el rato de ese modo, relajadas.

—¿Ya saben qué harán para el día de navidad? —preguntó Sakura, la cual lucía radiante ese día, pues luego re reconciliarse con Sasuke, la sonrisa ya no se podía borrar de su rostro.

—Saldré con Naruto-kun —respondió Hinata, ligeramente sonrojada—. Estoy muy emocionada, ya quiero que llegue ese día.

—Yo lo pasaré con Gaara-kun —dijo Matsuri, comiendo un pedacito de pastel de fresa que tenía frente a ella—. Pero en la noche haremos algo con nuestras dos familias, a mi mamá le gusta mucho decir que ya todos somos una gran familia feliz, como si estuviéramos casados —al decir lo último, no pudo evitar avergonzarse, todavía era muy joven para pensar en esa clase de cosas, pero su madre no dejaba de recordárselas, diciendo que ella y su padre también se habían conocido a esa edad y acabaron casados.

Sakura y Hinata rieron por lo bajo, les causaba un poco de gracia la situación de su amiga, pero también les daba gusto por ella, a pesar de que esta era la primera relación de Matsuri, parecía estar llevando las cosas muy bien.

—¿Y qué ha pasado con lo otro? —se atrevió a preguntar la peli rosa, con algo de miedo de ser imprudente, pero muy curiosa—. Es decir… lo de Sari y todo ese tema…

—Oh… —Matsuri bajó la mirada, no sabía qué decir al respecto, no era un tema que le gustara abordar, pero las chicas eran sus amigas y confiaba en ellas—. Bueno… realmente no sé —confesó, soltando un hondo suspiro—. Sari-chan… ella se ha portado distante, incluso con Gaara-kun, parece que ya no le interesa fingir ser su amiga.

—Eso es muy extraño —comentó la ojiperla—. Ella parecía muy insistente en hacerse pasar por ti.

Matsuri asintió con la cabeza, estaba muy confundida al respecto, quería comprender mejor a Sari, pero no lo conseguía.

—Ahora mismo las cosas son un enredo, no sé cómo le diré la verdad a Gaara-kun —admitió, todavía con la cabeza gacha—. Siento que si abro la boca, todo va a ser un desastre, pero no quiero mentirle más —suspiró una vez más—. No sé qué hacer.

—Debiste decirle la verdad desde el principio —opinó Sakura, apoyando su mentón sobre la palma de la mano derecha—. Ahora las cosas se han vuelto como una bola de nieve, estoy segura de que Gaara-san te ama mucho, pero es posible que le moleste saber que le ocultaste cosas.

—Ya sé —fue todo lo que dijo Matsuri, no quería pensar más en eso, así que intentó cambiar de tema—. M-mejor hablemos de otra cosa.

Sakura asintió con la cabeza, no pretendía regañar a su amiga, pero quería hacerle ver su error y esperaba que ella pudiera llegar a una buena solución de todo este embrollo.

—Bueno, bueno —dijo, agitando su mano izquierda en el aire—. Hinata, ¿qué vas a querer como regalo de cumpleaños?

—¿Eh? —Hinata se sorprendió un poco de que el foco de la conversación cambiara repentinamente hacia ella.

—¡Es verdad! —exclamó la castaña—. Ya casi va a ser tu cumpleaños, pronto tendrás diecisiete, Hinata-chan.

La Hyûga asintió con la cabeza, jugando graciosamente con sus dedos.

—S-sí, p-pero no me importan los regalos, n-no se preocupen.

Matsuri y Sakura se miraron entre sí, luego observaron a la ojiperla y, finalmente, sonrieron ambas de forma maliciosa.

—Entonces… —habló la rosada—. ¿Hacemos una fiesta?

—Eso mismo estaba pensando —contestó Matsuri, parecía que las dos tenían un plan malvado perfecto, pues Hinata empezó a sentir un poco de miedo de lo que esas dos pudieran idear para su fiesta.

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—¿Qué haces aquí? —Shikamaru miró en otra dirección, le era bastante difícil tener frente a él a Temari, pues se moría de ganas por actuar de modo que no eran muy propios de él.

La rubia, ligeramente divertida al notar el modo en que él la evitaba, sonrió y se encogió de hombros.

—Acompaño a mi madre —respondió Temari—. Supongo que tú hacías lo mismo, ¿no? —sin siquiera ser invitada, se sentó al lado de Shikamaru, el espacio que quedaba junto a él era pequeño, pues el resto del mismo estaba siendo ocupado por los regalos que había comprado Yoshino.

—Sí —dijo él, levemente incómodo ante el gesto de la mayor—. Es un fastidio, mi madre hasta le dará regalos a los vecinos, le encanta la navidad.

—La mía es más o menos igual —Temari rio nuevamente, entonces Shikamaru la observó, odiaba sentirse del modo en que lo hacía con ella, no entendía por qué le gustaba tanto esa chica, jamás había sido tan complicado relacionarse con alguien—. Oye, Shikamaru —lo llamó de pronto ella, sacándolo de su pequeño trance.

Inmediatamente, el Nara miró hacia el cielo, como estaban en el patio, esa parte del centro comercial no estaba bajo techo, aunque no había nada que ver ahí arriba, estaba nublado y oscuro por el clima invernal.

—¿Qué?

La chica también miró al aburrido cielo, había notado que esa era una costumbre de Shikamaru para evadir las cosas que estaban sucediendo, como su forma singular de huir de la realidad.

—Dime algo… —hizo una corta pausa, tratando de buscar las palabras correctas y que no la dejaran en ridículo—. Sí que te gusto, ¿no es cierto? —al final, lo dijo de forma directa, provocando que él la mirara con los ojos muy abiertos. Ella también lo miró a él, aunque permanecía seria—. Por eso me besaste, ¿no? Admítelo.

¿Qué se suponía que debía decirle ahora?

—Tsk —chasqueó la lengua—. Qué problemática eres —añadió, frunciendo el ceño. Podía jurar que nunca en su vida se había sentido tan avergonzado, sentía el rostro caliente y qué decir de lo acelerado que estaba su pulso, pero supuso que no había manera de huir de eso, así que suspiró—. Bien, tú ganas —lo admitió—. Sí, me gustas, ¿estás feliz?

La sonrisa no se hizo esperar en el rostro de Temari, a decir verdad, no pensó que fuese a darle tanto gusto el escucharlo de sus labios, aunque Shikamaru no fuese nada sutil ni mucho menos tuviera una pisca de romance al decir las cosas, todavía era lindo a su manera.

—Bueno, es obvio que te gustaría —dijo ella, ignorando la pregunta del chico—. Soy muy linda, sería extraño que no lo hicieras.

Él la miró arqueando una ceja, impresionado por esa arrogancia, aunque no podía negar sus palabras.

—Tu ego está bastante inflado —comentó Shikamaru, haciéndola reír.

—Pero te gusto.

Esta vez, él no respondió nada, lo había pillado, literalmente no había un argumento que pudiera usar en su contra, pues ella tenía toda la razón.

—Shikamaru —lo llamó Temari, tratando de llamar su atención, así que fijó sus ojos en ella, aún estando sentados, él era más alto.

—¿Qué?

Sin decir nada, tal y como él lo había hecho cuando la besó, Temari desapareció la distancia entre sus rostros y juntó sus labios con los de él, dejándolo helado, esta vez, era ella quien había dado el paso y no se arrepintió de ello, pues, aunque Shikamaru tardó un par de segundos en responder, lo hizo, y ambos compartieron ese suave roce durante un momento que se sintió infinito.

Continuará…