Capítulo 32: Viaje escolar
Ya habían pasado un par de semanas desde el año nuevo, los chicos habían ido a su viaje escolar, el cual ganaron tras sacar el primer lugar en el festival deportivo. Era dieciocho de enero, un día antes del cumpleaños de Gaara y se encontraban en medio de su paseo, ahora mismo iban de visita hacia un famoso templo japonés, llamado el santuario Kumano Nashi Taisha, un lugar que muchos definían como mágico, los estudiantes estaban ansiosos por llegar, pero antes debían recorrer un sendero en medio de las montañas.
—Dicen que el templo fue declarado patrimonio de la humanidad, ya estoy ansiosa por llegar —dijo Sakura, leyendo atentamente la guía que tenía en sus manos.
Este era su tercer día de viaje, una especia de excursión por los sitios turísticos de la prefectura, habían visitado también un pueblo que estaba relativamente cerca y se estaban quedando en la posada del mismo, que era enorme.
—Debe ser realmente bonito —comentó Matsuri, también estaba emocionada al respecto, no estaba acostumbrada a visitar lugares tan hermosos y enigmáticos, la sola caminata hacia el templo ya le parecía interesante y bonita, pues incluso habían pasado por la ladera de la montaña, era un poco peligroso, pero la vista era preciosa, pues pasaban cerca de una gran cascada que se robaba todas las miradas.
—Ustedes las nerds, seguro se van a fijar hasta en cómo está construido el dichoso templo —dijo Ino, mientras miraba su celular con molestia, pues no había nada de señal.
—¿Viniste hasta aquí sólo para conversar con tu novio por teléfono, Ino cerda? —se burló la peli rosa.
—Cállate o te empujo por la ladera —respondió Ino, forzando una sonrisa ligeramente maliciosa.
—D-deberían dejar de pelear —les recomendó Hinata, un poco nerviosa por culpa de esas dos, porque no medían el peligro que tenía ponerse a discutir en un sitio como ese.
—¡No te entrometas! —exclamaron las dos chicas al mismo tiempo, provocando que una gotita de sudor frío recorriera la frente de la ojiperla.
En eso, Hinata miró un poco hacia adelante, la mayoría de los estudiantes iban desfilando en grupos por el sendero, con el profesor guía a la cabeza, que en este caso era Itachi. Sasuke iba junto con Naruto, al cual no había visto desde la noche de su cumpleaños, hace algo más de dos semanas. Todavía le dolía el corazón, no había podido explicarle nada a Naruto, él la ignoraba e incluso había bloqueado su número y su cuenta falsa en el chat, se notaba que no quería saber nada de ella y a Hinata le daba miedo siquiera intentar arreglar algo, porque le aterraba ser rechazada.
El grupo de Naruto, Gaara, Sasuke, Shikamaru y Kiba iban charlando más adelante, Chouji a un lado de ellos sólo jadeaba de cansancio, quejándose de lo terrible que era que le obligaran a caminar tanto.
—Chicos —el profesor Uchiha se detuvo delante, iba vestido con ropa de senderismo, una camiseta de mangas cortas, short de color negro e incluso un sombrero amplio para evitar que el sol le diera en los ojos—. Ya estamos en el último tramo, desde aquí nos quedan más o menos diez minutos, el camino por aquí es más seguro, pero no se dispersen —les indicó, señalando el vistoso puente colgante que se alzaba delante de ellos—. Vamos, caminen en una sola fila hasta el otro lado, detrás de mí.
En cuanto el profesor empezó a caminar, los alumnos lo empezaron a seguir, aunque Sasuke suspiró con fastidio.
—No puedo creer que incluso hasta mi viaje escolar me siguiera, qué estorbo —se quejó.
—Cállate y avanza, teme —dijo Naruto, rodando los ojos.
Sasuke sólo frunció el ceño y empezó a caminar para cruzar el puente, seguido de él se fueron Naruto, Shikamaru, Chouji y las chicas, Gaara se quedó hasta el final para ir donde Matsuri, la cual sólo se quedó mirando como el puente se movía de forma nada segura.
—Esto se va a caer, Gaara-kun —dijo un poco asustada, aferrándose al tronco que sostenía uno de los lados que colgaban, donde iba asegurada la cuerda.
El pelirrojo sonrió ligeramente, negando con la cabeza.
—No pasará nada, mira, todos están cruzando sin problemas —aseguró, tomando la mano de su novia de forma suave—. Vamos, sé que dijeron que caminemos en una línea, pero iré detrás de ti y no te soltaré, ¿de acuerdo?
La castaña asintió con la cabeza y empezó a caminar, a pesar de que durante el recorrido por la ladera no tuvo miedo, el puente era algo diferente, porque parecía muy inestable, Gaara sabía que ella se asustaba con esas cosas y por eso la había esperado, para cruzarlo con ella.
Cuando todos terminaron de cruzar, caminaron un par de minutos más, antes de llegar al templo, era una construcción muy alta y enorme, con el estilo sintoísta que la caracterizaba, simplemente una maravilla de la arquitectónica.
—Es maravilloso, no puedo creer que estemos aquí —dijo Sakura, tomando fotografías, al igual que lo hacían sus compañeros.
—Bueno, chicos —el profesor guía tomó la palabra, al inicio, el que iba a venir era Kakashi, pero había tenido una emergencia y le dejó el cargo a Itachi, quien sabía bien que su querido hermanito no estaba tan contento con su presencia—. Desde aquí pueden recorrer el templo por ustedes mismos, pero recuerden seguir todas las instrucciones de los guías, nos veremos aquí dentro de dos horas, hay señal en el edificio, así que en caso de cualquier cosa pueden llamarme e iré donde estén.
Los estudiantes asintieron con la cabeza y empezaron a separarse en grupos, como siempre, las chicas estaban juntas, aunque Sari estaba sola, apenas había interactuado con los demás, Gaara era casi el único que le hablaba, pues para él se trataba de su amiga de la infancia.
—Iré con las chicas, Gaara-kun, te veré después —dijo Matsuri, soltando las manos de su novio, quien asintió con la cabeza.
—Cuídate —respondió Gaara. Se volteó para buscar a Naruto y a los chicos, pero antes de poder dar un paso, Sari se presentó frente a él, sonriendo.
—¿No quieres que vayamos juntos? —preguntó la chica, parecía un poco deprimida, a Gaara le daba esa sensación cada vez que la veía, pero no entendía por qué, aunque ya le había preguntado, ella no parecía responderle más que con evasivas.
—Iré con los chicos —dijo él, señalando a los muchachos—. Ven con nosotros, así no estás sola —añadió—. He notado que sigues sin hablar con las demás.
Sari solamente rio.
—Las mujeres somos complicadas, ¿sabes? —dijo ella, entrelazando sus manos detrás de la espalda, mientras caminaba hacia donde estaban Naruto, Sasuke, Shikamaru, Chouji y Kiba.
—¿Estás diciendo que sales con esa chica? —preguntaba Naruto, sorprendido al ver la fotografía en el celular del Inuzuka, en donde aparecía con nada más y nada menos que Shion, la misma que hace un tiempo se le había declarado y a la cual él rechazó.
—Sí, fue algo que se dio —contestó el castaño, encogiéndose de hombros.
—Chicos, Sari estará con nosotros un rato —avisó Gaara en el momento en que se unió al grupo, los demás solamente asintieron, a decir verdad, la mayoría de ellos no la conocían mucho ni se llevaban con ella, esa chica solía ser bastante distante con sus compañeros masculinos.
—¡Claro! No hay problema —dijo el rubio, empezando a caminar—. Bueno, empecemos el recorrido.
Shikamaru suspiró.
—¿Quién le dijo que es el líder? —se quejó, como siempre hacía, aunque los demás ignoraron aquello y empezaron a caminar detrás de Naruto.
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Había una hermosa y enorme cascada que pasaba por detrás del templo, en donde Sakura, Hinata, Ino y Matsuri estaban paseando. Las cuatro estaban fascinadas con la vista, así que mientras tomaban una que otra foto, también charlaban sobre sus vidas, pues habían pasado varios días sin verse debido a las vacaciones.
—¿Realmente no has hablado para anda con Naruto? —le preguntó Sakura a Hinata, quien, tristemente, negó con la cabeza.
—Es que no sé qué decirte, él piensa que me burlé de él al mentirle sobre quién era en internet, pero es que… me daba vergüenza, es todo —confesó, su corazón todavía dolía, honestamente, tenía muchas ganas de llorar, pero se contenía de no hacerlo.
—¿Y sobre ese chico de tu fiesta? —la que preguntó fue Ino, recordando a Toneri—. Se veía claramente que se muere por ti, es normal que Naruto esté enfadado si no le dijiste nada sobre él y además te vio con él.
La ojiperla asintió con la cabeza, bajando la mirada, sabía que eso simplemente no tenía justificación, no importaba lo que su padre le había obligado a hacer, al final, ella decidió escucharlo y no actuar por su propia cuenta, si pasó tiempo con Toneri fue prácticamente porque ella así lo quiso.
—¿Qué chico? —preguntó Matsuri, que no había estado presente cuando todo aquello sucedió, pues se encontraba inconsciente en la habitación de Ino, quien, al escuchar su pregunta, entrecerró la mirada y sonrió de modo pícaro.
—Ah, lo olvidaba —dijo en tono de burla—. Tú te fuiste temprano de la fiesta, estabas con Gaara en mi habitación, ¿no?
—¿Eh? —la castaña se sonrojó como un tomate, no recordaba muy bien todo lo ocurrido en ese momento, pero sí que tenía presentes los besos, las caricias que compartieron y la conversación que vino después de eso, aunque todo era un poco borroso.
Sakura y Hinata también la miraron con curiosidad.
—Tuve que cambiar todas las sábanas al día siguiente porque los encontré muy dormidos en mi cama, no quiero imaginar qué hicieron —se quejó la rubia.
—¡No hicimos nada! —exclamó Matsuri, todavía más roja que antes—. S-solamente dormimos, Ino-chan, no digas cosas que no son ciertas.
—¿Entonces todavía no lo han hecho? —cuestionó Sakura, parecía bastante interesada en el tema, aunque su pregunta fue tan directa que avergonzó a su amiga castaña e incluso a la ojiperla, que se cubrió las mejillas que estaban sonrosadas.
—N-no, claro que no.
Ino se empezó a reír, señalando a la peli rosa.
—¿Y tú qué? Seguro que eres la más virgen de todas, frentona.
Sakura se llevó las dos manos a la cintura, cerrando sus ojos para sonreír con superioridad y negar con la cabeza de forma confiada.
—Para nada, cerda, Sasuke-kun y yo ya hemos pasado esa etapa —aseguró, causando sorpresa en las demás, sobre todo en Hinata y Matsuri, que la rodearon y empezaron a preguntarle cosas.
—¿Es en serio, Sakura-chan? ¿Cuándo fue? ¿Cómo fue? ¿Te dolió? —le preguntaba Matsuri, que era la más interesada en el tema, por las cosas que habían pasado recientemente con Gaara.
—¿Por qué no nos contaste? —preguntó Hinata—. Debió ser un momento muy especial, felicidades —añadió, esbozando una suave sonrisa.
—Así que ya lo hicieron, pues qué suerte —comentó Ino, cruzada de brazos—. Bien, supongo que me equivoqué.
La peli rosa, un poco nerviosa por el pequeño interrogatorio, se llevó una mano al mentón, recordando los hechos para responder a las preguntas de sus amigas.
—En realidad fue hace un par de días, antes de venir al viaje —relató de forma breve—. De hecho, fue muy dulce conmigo, Sasuke-kun se preocupó por mí todo el tiempo y, bueno… —enrojeció levemente—. S-sí me dolió un poco, pero no fue nada que no pudiera soportar.
Con la respuesta, Matsuri se sintió más aliviada, ella no tenía una referencia concreta de cómo se sentía la primera vez para una chica, había leído muchas cosas en internet e incluso una vez le preguntó a su mamá, pero no sabía si todas esas respuestas diferentes podían darle coraje a ella.
—Qué envidia —dijo la rubia, soltando un suspiro—. No puedo creer que lo hayas hecho antes que yo, Sakura.
La recién nombrada solamente empezó a reír, su competencia con Ino solía ser por casi cualquier cosa, pero no se sentía precisamente como una ganadora en esto.
—No te preocupes, seguro tú y Sai pronto nos alcanzan —bromeó, provocando que la cara de Ino se pusiera totalmente borda de la vergüenza, ahora que lo pensaba, eso era algo que definitivamente sólo había pensado en hacer con Sai y nadie más, podía parecer una chica atrevida, pero esa clase de temas no eran algo a lo que se lanzaría sin evaluarlo primero.
—Supongo que sí —contestó al final, encogiéndose de hombros.
Hinata no tuvo mucha participación en el asunto, hasta que cambiaron de tema, decidió no intervenir demasiado, pero escuchó con agrado la historia de su amiga Sakura, que les relató con bastantes detalles lo sucedido con su novio.
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En la ciudad de Tokyo, como era fin de semana y hacía buen clima, a pesar de que estuvieran en invierno, Temari estaba ayudando a su mamá a limpiar el jardín, hace poco había llovido bastante y algunas flores y plantas estaban un poco desarreglados, así que ambas se pusieron a la tarea.
—Hija, dame esa maceta —señaló Karura, que se estaba dedicando a cambiar las flores de las macetas que estaban dañadas.
Temari le entregó la maceta y se acuclilló al lado de su mamá, para servirle de ayuda a la hora de trasladar la planta.
—Mamá, ¿crees que mi hermano lo esté pasando bien en su viaje? —comentó, sosteniendo la maceta, en lo que su mamá sacaba con cuidado la planta, con tierra y todo, para irla acomodando.
—Seguro que sí, ya has visto lo mucho que disfruta pasar tiempo con Matsuri-chan —contestó Karura, sonriendo alegremente—. Gaara dejó de ser rebelde desde que la conoció.
Temari suspiró.
—Sí, pero ya sabes lo que pasa… —dijo, mientras alzaba la mirada para fijarse en las nubes, que le hacían recordar a su actual novio, el chico que la hacía sentir feliz y al cual extrañaba bastante ahora mismo—. Gaara no sabe que Matsuri es su amiga de la infancia.
Terminando de poner tierra alrededor de la planta que acababa de cambiar de maceta, Karura frunció un poco los labios.
—Al principio, cuando nos contaron sobre ese tú y tu hermano, su padre y yo estábamos bastante molestos, no debieron ocultarnos una cosa tan importante —dijo la mujer—. Pero entiendo que lo hicieron por el bien de Gaara, incluso Matsuri-chan, se ve que ella realmente quiere a tu hermano.
—Matsuri lo adora, por eso me agrada —Temari rio con cierta diversión—. Aunque Gaara era engreído y arrogante, al lado de Matsuri es amable y calmado, incluso su relación con papá ha mejorado.
Su madre asintió con la cabeza, a decir verdad, lo que decía Temari era cierto, Gaara había cambiado para bien desde que estaba con Matsuri, era agradable saber lo mucho que ellos dos se querían el uno al otro.
—Por cierto, mañana es el cumpleaños de tu hermano, es una lástima que esté de viaje ahora mismo.
—Ni siquiera Shikamaru está aquí —se quejó Temari, frunciendo levemente el ceño, a lo que su mamá la miró muy sonriente.
—Debes extrañar mucho a tu novio, ¿eh?
La chica solamente enrojeció, mirando en otra dirección.
—P-para nada —mintió, pues sabía bien que en ese momento desearía estar junto a ese problemático chico, que sabía bien cómo hacerla sentir querida y a gusto.
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Kankuro y su novia Tenten se encontraban caminando por la ciudad, ambos se sostenían de la mano y charlaban, mientras revisaban las vitrinas de las tiendas y comían un helado.
—Hoy ha sido divertido, pero siento envidia de Gaara, ahora mismo se encuentra en un paraíso terrenal —dijo el castaño, cuyas palabras hicieron reír a Tenten, a quien miró con el ceño fruncido—. Vamos, dime que no te gustaría estar ahí también.
—Claro, pero no siento envidia —contestó la chica, dándole una probada a su helado de vainilla—. Podemos ir tú y yo después de la graduación.
Un poco sorprendido por la propuesta casi disimulada de su novia, Kankuro abrió sus ojos y la miró —¿Lo dices en serio?
Ella asintió con la cabeza, ampliando un poco más su sonrisa.
—Claro que lo digo en serio, deberíamos ir de paseo sólo los dos, ¿no te gustaría? Ya falta poco para los exámenes de ingreso a la universidad y vamos a estar muy ocupados, un viaje será la forma perfecta de alejar el estrés.
—Es cierto… —dijo Kankuro, con el ceño fruncido—. Ya se vienen los exámenes, creo que me volveré loco, odio ese tipo de cosas —al decir eso, suspiró hondamente—. Pero haré mi mejor esfuerzo para salir bien y así obtener mi recompensa.
—¿Y qué recompensa es esa? —preguntó Tenten, notando que su novio se acercaba de improvisto a ella, tomándola por sorpresa.
—Pues hacer un viaje contigo, boba —contestó él, robándole un pequeño beso a la desprevenida Tenten, que sintió como su pecho se apretaba.
A pesar de que todavía no se olvidaba por completo de Neji, no podía decir que no sentía algo por Kankuro, su relación con él era completamente diferente, ambos se entendían a la perfección y podían hablar de casi cualquier cosa, tenían una comunicación que muchos envidiarían, era por eso que se sentía a gusto a su lado y, aunque en el futuro quizá las cosas no salieran bien, en el presente ella disfrutaba de estar a su lado.
—¿Ya no te ha molestado ese Hyûga? —habló de pronto el chico, cosa que ella no vio venir, le había contado a Kankuro sobre lo sucedido en la fiesta, aunque lo hizo muy por encima y tuvo que detener a Kankuro de ir a darle una paliza a Neji, además, sabía que, aunque Neji estuviera ebrio, podía patearle el trasero a cualquiera, sobre todo si no tenían entrenamiento como él.
—No, para nada —contestó la chica, mordiendo la galleta de su helado, que ya casi se acababa—. Seguro que no recuerda lo que hizo y, aunque se acordara, debe estar avergonzado, así que no se atrevería a buscarme, Neji es demasiado orgulloso.
—Sigues conociendo bastante bien su modo de actuar —comentó Kankuro, no es que se sintiera celoso, confiaba en Tenten, pero sí envidiaba un poco el hecho de que ese idiota –como él lo llamaba– fuera tan importante como para que ella incluso supiera cómo se iba a comportar.
—No te pongas celoso —bromeó la castaña, deteniendo sus pasos frente a una tienda de ropa deportiva—. Oye, veamos dentro, me interesa comprar unos nuevos tennis para correr.
—Ah, claro —él asintió con la cabeza y los dos ingresaron al local, que era bastante grande y tenía muchos artículos.
Mientras Tenten miraba lo que le interesaba con sus ojos llenos de brillo, Kankuro detuvo su mirada frente al cartel de una modelo que enseñaba un traje deportivo muy bonito, aunque la chica era atractiva, eso no fue lo que le llamó la atención, sino que se parecía un poco a Sari, no había pensado demasiado en eso desde hace días, pero recordaba habérsela topado en la fiesta de cumpleaños de Hinata, a la que asistió para acompañar a Tenten.
Se suponía que su novia había ido al baño, pero había pasado un rato y ella no regresaba, así que Kankuro pensó que tal vez pudo haberle pasado algo, por lo que fue a buscarla. Al pasar cerca de la entrada, pudo ver a Sari, que parecía que acababa de llegar. Esa noche se veía bastante bonita, iba con un vestido corto, de color negro, muy pocas veces la había visto arreglada de ese modo, así que se sorprendió un poco. Se fijó en que ella traía sus brazos descubiertos, no había ningún golpe en ellos esta vez, lo cual le hizo arrugar el entrecejo, todavía no olvidaba lo que había visto, pero ¿realmente alguien la estaba maltratando? No importaba lo odiosa que era, nadie merecía que algo así le pasara.
Sari buscaba con la mirada a alguien conocido, seguramente a Gaara, solía pegársele apenas notaba que Matsuri no estaba cerca, pero entonces lo vio a él y se dio cuenta de que el mayor no le apartaba la vista de encima. Ella, entre sorprendida, avergonzada y algo "paranoica", solamente le hizo un desprecio y se cruzó de brazos, lo que provocó que a él se le saltara una venita en la frente.
—Qué grosera, no sé ni para qué me preocupo —murmuró, bebiendo un poco del contenido del vaso que llevaba paseando en su mano toda la noche, pero sus ojos volvieron a posarse sobre la chica, no podía evitarlo, realmente le parecía bonita.
Sari, al ver a alguien conocido, se apartó de ahí, entre la gente, dejándolo solo, fue entonces que Tenten le jaló la tela de la camisa, avisándole que estaba de regreso.
—¿Qué te parecen estos? —escuchó la voz de su novia, que lo sacó de sus pensamientos, entonces notó los tennis de color rosa y blanco que ella le estaba enseñando.
—Están bonitos —respondió—. Aunque son un poco grandes, ¿no? Creí que preferías algo más sencillo.
Ella se llevó una mano al mentón.
—Sí, tienes razón, pero me gusta mucho el color de estos —contestó, regresando a donde los demás artículos estaban, para así seguir buscando.
Kankuro sólo la miró marchar y decidió seguirla para ayudarla a elegir algo más apropiado para ella y que fuera mejor con sus gustos, a fin de cuentas, también había aprendido un par de cosas sobre Tenten.
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—Mira eso, es hermoso —dijo Sari, señalando frente a ella el paisaje que se alzaba alrededor del templo, el río daba paso a un claro muy hermoso y su orilla estaba llena de flores de muchos colores.
Gaara sonrió, asintiendo con la cabeza.
—¿Quieres ir a ver?
—¡Por supuesto! —exclamó la chica, agarrando la mano del pelirrojo y jalándolo para que fuera con ella hacia ese pequeño y hermoso paraíso, dejando atrás a los muchachos, que estaban entretenidos con un par de puestos en donde vendían recuerdos del viaje.
Cuando llegaron, Sari sonrió, era como si se sintiera sumamente libre en ese lugar, pues así era, ya que no estaban ni su madre ni su padrastro como para arruinarle el día, todo era perfecto.
—Qué paz se respira aquí, el aire es sumamente fresco, es maravilloso —comentó ella, extendiendo sus brazos como si fuera la primera vez que pudiera sentirse a sus anchas.
Gaara asintió con la cabeza, por donde pasaba el río, podía verse el agua muy clara y limpia, en realidad se trataba de un lugar mágico, así que no pudo evitar sentir el impulso de compartirlo junto a la persona de la cual estaba enamorado.
—Seguro que a Matsuri le gustaría —murmuró, no creyó haberlo hecho en voz alta, pero Sari pudo escucharlo a la perfección, lo cual la molestó bastante.
—¿Siempre tienes que meter a Matsuri en todo? —le reclamó, dejando de lado su buena actitud, sólo para mirar a Gaara de mala gana, incluso si había pensado muchas veces sobre disculparse con Matsuri por todo lo que había hecho, cada vez que se daba cuenta de lo mucho que Gaara la quería, su buena disposición se iba al carajo.
Al escuchar el comentario, el chico también se molestó.
—Ella es mi novia, es normal que piense en compartir las cosas buenas con ella.
—¡Pero ahora estás conmigo! —exclamó Sari, perdiendo por un segundo la compostura. Se acercó a Gaara y le tomó las manos—. ¿Podrías dejar de pensar en ella sólo un segundo?
Esa petición sacó totalmente de órbita a Gaara, no esperaba que Sari le pidiera una cosa así, sabía que la relación entre ambas era tensa, pero no imaginaba que tendría que marginar completamente de su vida a una de ellas mientras compartiera tiempo con la otra, eso era una completa estupidez, no lo haría ni aunque la propia Matsuri se lo pidiera (cosa que no creía que ella hiciera de todos modos).
—No puedo hacer eso —contestó él, manteniéndose inexpresivo—. ¿Por qué tengo que actuar como si ella no fuera parte de mi vida cuando estás tú? No tiene sentido, también eres su amiga, deberías arreglar las cosas con ella en lugar de meterme en el medio.
—No, no quiero —Sari lo soltó bruscamente y frunció todavía más el ceño, parecía que estaba verdaderamente enojada—. No me interesa volver a ser su amiga, Matsuri siempre me quita todo lo que quiero.
Confundido, esta vez la expresión de Gaara se descompuso un poco.
—¿Qué estás diciendo?
—¡Lo que digo es que me gustas! —confesó la chica, estallando en llanto, e incluso si Gaara ya lo sabía por el modo en que ella solía actuar antes, no dejaba de ser desconcertante que eligiera precisamente este momento para dejar salir sus sentimientos por él—. Me gustas y Matsuri lo sabía, pero aún así se hizo tu novia, ella es una… una… —sin terminar su frase, apretó los puños.
—Lo siento —dijo él, su voz provocó que Sari nuevamente quisiera llorar—. Lamento que te sientas de ese modo, pero creo que sabes bien que sólo te veo como una amiga, estoy enamorado de Matsuri y te pido que por favor la respetes a ella y a nuestra relación.
Sari rio con sarcasmo, sin atreverse a mirar a Gaara.
—Si supieras… —susurró, aunque él no pudo escucharla.
—Disculpa, pero creo que es mejor que te unas a otro grupo por ahora, volveré con los chicos, pero no te quedes aquí sola, ¿está bien?
Ella, todavía mirando al suelo, asintió con la cabeza, sacando su celular para mostrárselo al chico —Iré con el profesor —fue todo lo que dijo, como un modo de dejarlo tranquilo, sabía que él era amable y que, aunque estuviera enfadado con ella, se preocuparía por dejarla sola.
Después de asentir, Gaara se marchó y se reunió con los demás, no podía creer que el ambiente amistoso se hubiera arruinado de ese modo, pero sabía que tenía que ser claro con Sari, él jamás iba a irrespetar su relación con Matsuri y ella tenía que saber eso.
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El tiempo para conocer el templo se terminó más rápido de lo que algunos hubieran deseado, pero después de haber recorrido con gran agrado el majestuoso lugar, ya era hora de volver al pueblo. Esa noche, los chicos iban a celebrar una pequeña reunión de fogata en la zona de camping del hostal donde se estaban quedando, para partir a otro destino la tarde siguiente, así que todos estaban muy entusiasmados, la mayoría se moría por compartir momentos junto a sus personas favoritas de la clase.
Una vez que llegaron al hospedaje, todos se fueron a sus respectivas habitaciones, el profesor a cargo les dio permiso para tomarse el resto de la tarde libre, hasta la hora de la cena, que era donde todos se encontrarían cerca del lago.
—Estoy tan cansada —dijo Matsuri, dejándose caer sobre la cama, que en realidad era un futón que estaba puesto sobre el piso de tatamis de la habitación.
—Yo también, podría dormir toda la tarde y toda la noche —opinó Ino, ella estaba de pie, buscando algo en su bolso de viaje, cuando lo encontró, sonrió—. Pero bueno, no hay nada como un baño de aguas termales para la relajación.
—Hey, si vas yo te sigo —dijo Sakura, la cual también se puso a rebuscar en su bolso, sacando los mismos implementos que la rubia, su jabón, un par de toallas y una bata.
—Qué copiona eres, frentona —se quejó la rubia, saliendo de la habitación mientras aparentaba estar enojada.
Sakura fue detrás de ella, gritándole sus razones de por qué ella era una "cerda egoísta".
—Esas dos no cambian —dijo Hinata, quien empezó a reír suavemente en tanto sus amigas se marchaban.
Matsuri se la quedó mirando cuando ésta se sentó sobre su futón, borrando la sonrisa para reemplazarla por una expresión de absoluta tristeza.
—Hinata-chan, no estás bien, ¿cierto? —preguntó, notando que su amiga inmediatamente bajaba la cabeza y negaba.
—Quisiera poder decirle todo a Naruto-kun, pero… —cerró sus ojos, tratando de aguantar las ganas de llorar—. Ni siquiera me atrevo a acercarme a él sin sentirme como una idiota, lo arruiné, Matsuri-chan, lo eché todo a perder y ahora Naruto-kun me odia…
Su amiga se acercó un poco a ella, como su futón estaba al lado, sólo se tuvo que arrastrar un poquito para poder abrazarla —No digas eso, él no te odia, nadie podría.
—Pero…
—Intenta calmarte primero, me refiero a tus nervios y a tu miedo, cuando estés lista, habla con él, Naruto-san es una persona comprensiva y no es rencoroso, dudo que se niegue a oírte —intentó aconsejar, aunque ella misma sabía que no era la mejor en ese tipo de cosas o qué, estando ella misma metida en un buen lío, tal vez no debería intentar arreglar las vidas de los demás, pero Hinata era su amiga y odiaba la idea de verla tan triste—. ¿Por qué no vamos al baño termal con las chicas?
Al escuchar la propuesta, la joven ojiperla simplemente asintió con la cabeza, intentando recuperar un poco la compostura; Matsuri tenía razón, ella tenía que despejar su mente para poder hablar con Naruto y pedirle perdón por haberle mentido acerca de todo.
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Shikamaru estaba sentado en el recibidor del hostal, hablando por teléfono con Temari, ella le pedía que cuidara bien de su hermano menor y que no olvidara tomar muchas fotografías del lugar, ya que sabía que Gaara no lo haría.
—Qué problemático, ¿por qué tengo que hacer eso? —se quejó, soltando un suspiro.
—¡Porque eres mi novio y yo quiero ver el paisaje! —exclamó la rubia desde el otro lado, realmente era mandona y autoritaria, era todo lo contrario a lo que Shikamaru siempre quiso, una chica sencilla, calmada y femenina, pero no podía negar que le gustaba mucho Temari, incluso si le gritaba y casi lo dejaba sordo.
—Bien, bien —dijo, sonriendo levemente—. Tomaré muchas fotos para ti, pero baja la voz.
—¿Gaara ha estado bien? —preguntó Temari, cambiando completamente de tema de un momento a otro.
Shikamaru, que estaba apoyado contra la pared, cerca de la recepción, vio a algunos de sus compañeros pasar caminando, entre ellos iban Gaara, Naruto y Sasuke, a Kiba y Chouji no los vio.
—Está bien —respondió el Nara, frunciendo el ceño—. ¿Por qué te preocupas tanto por él? Tu hermano ya es bastante grande como para cuidarse solo.
Escuchó a Temari suspirar, pensó que tal vez se enojaría por su comentario, pero no fue así y eso lo intrigó un poco.
—Es algo complicado, te lo contaré alguna vez, pero por favor, vigílalo, ¿sí?
—Está bien —dijo, no entendía realmente la insistencia de Temari, pero no quería replicarle, si a ella le preocupaba tanto Gaara, tenía que haber un motivo poderoso para ello.
Los chicos habían ido al baño termal, estaban los tres dentro del estanque de agua, rodeados de vapor y de algunas otras personas que no conocían, que también eran inquilinos del lugar. El agua caliente que bañaba sus cuerpos en ese momento era realmente relajante, tanto así, que Gaara y Sasuke estaban sentados en una esquina con los ojos cerrados y en completa serenidad, pero Naruto no era así para nada, porque no paraba de nadar como si estuviera en una piscina.
—¿Puedes quedarte quieto? —dijo Sasuke, mientras una venita se le marcaba en la frente—. Estás molestando a todos, dobe.
—Cállate, amargado —dijo Naruto, ignorándolo.
Los otros tres chicos que estaban en el agua, que ya estaban ahí antes de que ellos llegaran, se levantaron y se fueron envueltos en una toalla.
—¿Ves? Los espantaste, retrasado —insistió el azabache, provocando la ira de Naruto, que reaccionó arrojándole un chorro de agua a la cara, para luego empezar a reírse a carcajadas—. ¡Quema, estúpido! —exclamó Sasuke, yendo detrás de Naruto para darle una paliza.
Gaara suspiró, al principio le causaban gracia esos dos, pero ahora parecía que no podían vivir sin pelear, eran un poco molestos, aunque de todos modos lo pasaba bien junto a ellos.
—¡Piensa rápido, Gaara! —le gritó Naruto, sacándolo de sus pensamientos, en lo que le arrojaba agua caliente a la cara, pero el pelirrojo logró esquivarla por suerte—. Ah, realmente lo esquivó, qué aburrido —dijo el rubio, frunciendo los labios.
—Tarado —le dijo Sasuke, dándole un puñetazo en la cabeza.
—¡Sasuke! —exclamó el rubio, adolorido.
—Dejen de portarse como niños —el pelirrojo suspiró, agarrando una pequeña toalla que estaba encima de una cajita de madera, cerca de la orilla del estanque, para secarse el sudor del rostro—. Se supone que vinimos a relajarnos, no a pelear.
Naruto se cruzó de brazos —Todo es culpa de Sasuke —se quejó.
—Cállate —fue todo lo que dijo el Uchiha.
—Creo que iré a buscar a Matsuri —dijo Gaara, levantándose con intención de salir del agua, pero sintió que alguien lo abrazaba por el cuello y le impedía moverse.
—Espera, amigo —le dijo Naruto, quien era el que lo estaba sosteniendo—. Escuché que mañana es tu cumpleaños, ¿es cierto?
Gaara asintió con la cabeza.
—¡Sasuke! ¿Escuchaste? Parece ser que tendremos que celebrar.
—No es necesario, Naruto, no suelo celebrar mi cumpleaños —dijo él, sintiéndose un poco incómodo, pues era cierto, no le gustaba demasiado esa fecha, como solía estar siempre amargado, impedía que su familia celebrara para él.
—Vamos, no seas el amargado número dos —al escuchar las palabras de Naruto, Sasuke sintió nuevos deseos de golpearlo, pero cuando iba a abrir la boca para decir algo, las voces femeninas provenientes del otro lado de la pared que dividía el estanque en dos lo interrumpieron.
—¡Te lo digo, Sasuke-kun es mucho más sexy que tu novio!
—¿Sakura? —susurró, sorprendido y un poco avergonzado por lo que acababa de oír.
—Claro que no, frente de marquesina, Sai es mil veces mejor —esta vez oyeron hablar a Ino, parecía que ambas estaban discutiendo sobre cuál de sus novios era mejor, sin saber que ellos las podían oír perfectamente.
En el otro lado del estanque, Ino y Sakura estaban sentadas dentro del agua, mirándose con enfado, mientras continuaban repitiendo que sus respectivos novios eran los más guapos.
—C-chicas, dejen de pelear —dijo Hinata, que nuevamente trataba de controlar la situación, aunque sabía que esas dos no tenían llenadera a la hora de competir, de hecho, fue totalmente ignorada, así que buscó la mirada de Matsuri con desesperación, la cual estaba también dentro del agua, que le llegaba hasta los hombros.
—Mira, cerda, es mejor que aceptes la realidad, Sasuke-kun es mejor que Sai, punto.
—Tú deberías aceptarla, mi novio es mucho más guapo y además es más simpático —argumentó la rubia.
Las dos se levantaron y se miraron con odio, tenían medio cuerpo fuera del agua y no les importaba, ya que sólo estaban las cuatro ahí.
—Matsuri-chan, ayuda… —susurró la pobre ojiperla, ya cansada de la situación.
Sin saber muy bien qué decir o hacer, Matsuri carraspeó un poco su garganta, pero cuando iba a abrir la boca, las otras dos la miraron fijamente.
—Matsuri, dinos qué opinas, ¿Sai o Sasuke-kun? —le dijo la peli rosa, a lo que los ojos de la castaña se abrieron por la sorpresiva pregunta.
—Más te vale que elijas sabiamente o ya verás —ahora la que habló fue Ino, poniendo a Matsuri en un aprieto, si decía algo mal, ¿este sería el final de su vida?
—Eh, b-bueno… —la chica bajó la mirada, sus mejillas empezaron a ponerse rojas y después de un breve momento de silencio, al final contestó—. Creo que ambos son muy apuestos, cada uno tiene sus puntos fuertes y débiles, p-pero… ¡pero creo que Gaara-kun es más guapo! —exclamó, dejando a las otras tres con la boca abierta.
En ese momento, Hinata se dio un golpe en la cara —Ay, no puede ser…
—¡Claro que no, el mío es mejor! —gritaron Ino y Sakura al mismo tiempo.
En el lado de los chicos, tanto Sasuke como Gaara se sentían muy avergonzados, en lo que Naruto solamente lloraba graciosamente en una esquina del estanque.
—Nadie cree que soy guapo, prefieren a estos amargados —murmuraba.
—Matsuri… —susurró Gaara, sonriendo levemente sin poderlo evitar, su novia podría haber respondido cualquier otra cosa para dejar contentas a sus amigas, pero en lugar de ello, sólo pensó en él, era por eso que adoraba tanto a esa chica.
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Hinata suspiró, había salido del estanque un poco antes que sus amigas, pues éstas no dejaban de discutir por tonterías y así no podía relajarse. Se puso una bata y se estaba secando el cabello con una toalla pequeña, mientras caminaba de regreso hacia su habitación, llevando sus cosas en la mano que tenía libre. Sus pasos se detuvieron en medio del pasillo, justo cuando se topó con Naruto, que estaba saliendo desde la zona de los chicos.
Él, apenas la vio, intentó darse la vuelta, sabía que Hinata estaba ahí con las chicas, pues había escuchado su voz, pero no pensó que saldrían justo al mismo tiempo.
—Naruto-kun… —lo llamó la chica, su tono de voz se oía desolado, así que Naruto no pudo evitar voltear a verla, lo que hizo que Hinata se sintiera un poco nerviosa—. Y-yo, esto… ¿p-podemos hablar?
A pesar de que había estado viendo a Hinata desde que comenzó el viaje, Naruto se sentía desprotegido ahora que ambos estaban a solas, su corazón latía con fuerza y le dolía, era la primera vez que experimentaba un sentimiento semejante.
—No creo, estoy apurado —respondió, evitando mirarla a los ojos—. Disculpa —añadió, empezando a caminar de regreso hacia las habitaciones, pero Hinata corrió para pararse delante de él, extendiendo sus brazos en un intento de frenar su avance.
—Por favor… —insistió la Hyûga, sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas, pero aguantó como pudo, para no parecer una tonta frente a él—. Sólo escúchame, ¿sí?
El rubio suspiró, maldecía ser tan débil ante Hinata, aunque quizá cualquier chica que llorara podría hacerlo dudar, pero si se trataba de ella, las probabilidades se multiplicaban.
—Bien… —dijo, mirando en otra dirección.
Hinata bajó sus brazos, llevándose las dos manos al pecho.
—Yo… la verdad es que siempre me has gustado, Naruto-kun —confesó, aunque estaba nerviosa y avergonzada, sabía que tenía que decirlo todo ahora, o no tendría otra oportunidad—. F-fue por eso que cuando te conocí por internet no fui capaz de decirte que era yo, me daba mucha vergüenza, pero nunca quise burlarme de ti, Naruto-kun.
—¿Y ese chico quién es? —preguntó Naruto, frunciendo el ceño. No sabía cuál de las dos situaciones lo enojaba más, a estas alturas no le interesaba, pero aún así podía creer en la explicación de Hinata, sabía bien cómo era su personalidad y, aunque le daba un poco de vergüenza saber que ella gustaba de él desde hace mucho tiempo, también lo hacía algo feliz, incluso si le costaba perdonar la mentira de ella.
—Él es el hijo de un amigo de mi padre —contestó la chica—. Él quería que me hiciera su amiga, fue por eso que me viste con él ese día.
—Eres muy inocente, Hinata —dijo Naruto, ahora viéndola fijamente, realmente se sentía molesto, ¿en serio ella creía que las cosas eran así de sencillas?
—¿Eh?
—Es obvio que le gustas a ese chico —respondió él, ante la confusa mirada de la ojiperla—. Él tiene todo lo que yo no, hasta a tu padre le gusta —rio con cierto sarcasmo—. Yo ni siquiera tengo padres…
—No digas eso… —lo interrumpió Hinata, tomando las manos de Naruto con suavidad, lo que provocó que una calidez inmensa se apoderara de él—. Yo no creo que él tenga nada que tú no tengas, Naruto-kun, él no me gusta, tú eres el único al que quiero.
Los ojos de Naruto se desviaron nuevamente hacia el suelo, soltándose de las manos de Hinata, se mordió el labio inferior, quizás se iba a arrepentir de lo que estaba a punto de hacer, pero en ese momento no se sentía capaz de arreglar nada con ella.
—Lo lamento, pero después de todo esto, me di cuenta de que no te quiero lo suficiente, así que es mejor que te olvides de mí y te concentres en ese chico, seguro que es mejor para ti —fue todo lo que dijo, dejando a Hinata paralizada, momento que aprovechó para irse muy rápido, dejándola sola.
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Esa tarde, cuando había llegado la hora de la cena, los chicos se reunieron con su profesor para dirigirse hacia la zona habilitada para acampar y hacer una fogata, justo a un lado del lago. Hicieron un poco de carne a la parrilla (cortesía de las artes culinarias de Itachi) y se reunieron alrededor del fuego para charlar y convivir un rato entre todos.
Después de un rato, mientras contaban algunas historias graciosas o de terror, Shikamaru se acercó a donde estaban sentados Gaara y Matsuri, tomados de la mano, a quienes Sari no dejaba de mirar con el ceño fruncido.
—Oye, Gaara —dijo el Nara, parecía un poco molesto—. Tu hermana me acaba de llamar, pregunta por qué no coges tu teléfono, parece que quiere hablar contigo.
—No ha sonado… —murmuró el pelirrojo, metiéndose las manos a los bolsillos, pero no lo encontró, así que se palpó rápidamente todo el cuerpo—. Creo que lo dejé en la habitación, rayos.
—¿Para qué llamará Temari-san a esta hora? —cuestionó Matsuri.
—No sé, dijo algo de que tu mamá quería preguntarte una cosa, yo qué voy a saber, qué problemático —contestó Shikamaru, llevándose una mano a la nuca.
—Voy a buscarlo, espérame aquí —le dijo Gaara a su novia, pero ésta negó con la cabeza, el hostal estaba a un par de minutos caminando por el sendero del bosque, no había iluminación alguna, así que podía ser algo peligroso si alguien iba solo por ahí.
—No, yo te acompaño, iluminaré el camino con mi teléfono —dijo Matsuri, sonriendo dulcemente, a lo que Gaara no pudo negarse.
—Bien.
Los dos se pusieron de pie, le explicaron al profesor que regresarían pronto y se dirigieron de vuelta al hostal. Mientras iban por el oscuro sendero, Matsuri iluminaba con la linterna del celular, pero ésta tampoco era demasiado potente, así que no vio la piedra que estaba en el camino y que la hizo tropezar.
—Auch, eso dolió —se quejó, se había dado un golpe en la rodilla y, aunque no veía bien, sintió la humedad del líquido rojo que resbaló por encima de su piel.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —Gaara se agachó a su lado, recogió el celular que se había caído al suelo y alumbró hacia Matsuri, notando su herida, no era grande, pero estaba sangrando—. Eres realmente torpe, ¿no? Boba.
—Qué malo eres —contestó ella, abultando los labios en forma de puchero.
Gaara rio.
—Vamos, creo que tengo algunas curitas en mi bolso —con cuidado, Gaara ayudó a su novia a levantarse, ella siempre terminaba en el suelo de alguna manera, ya estaba tan acostumbrado, que cargaba con ese tipo de cosas a todos lados.
—Bueno… —contestó Matsuri, sin borrar su gracioso puchero.
Como le dolía un poco la herida, tardaron algo más en caminar hacia el hostal, pero llegaron sin ningún otro contratiempo. Fueron hacia las habitaciones y Gaara ayudó a Matsuri a sentarse sobre uno de los futones, el que era el suyo. Al llegar, se dio cuenta de que su teléfono estaba ahí, justo encima del mueble que estaba en una esquina de la habitación.
—¿Te duele mucho? —le preguntó él, rebuscando dentro de su bolso de viaje, no traía demasiadas cosas, un poco de ropa, sus cosas personales y alguna que otra tontería.
—No tanto… —contestó Matsuri, sin dejar de mirarlo.
Gaara fue sacando algunas cosas del bolsillo más pequeño, buscando las curitas, dejó lo que tomó primero a un lado y apenas encontró las curitas, miró a Matsuri.
—Primero tengo que desinfectar, te heriste por una caída, así que podría ponerse feo —dijo el pelirrojo, que también traía alcohol y algodones, todo previendo algún evento como este.
—Ya sabías que me iba a lastimar, ¿cierto? —la chica se rio, dejando que su novio le aplicara un poco de alcohol para desinfectar su herida y luego le pusiera la bandita para protegerla, le dolió un poco, pero ya estaba acostumbrada.
—Por supuesto que sí —respondió Gaara—. Ya te lo dije, eres muy torpe.
La castaña no respondió, solamente volvió a hacer su puchero, moviendo su mano hacia un costado, la cual se topó con una de las cosas que Gaara había sacado de su bolso.
—¿Y esto? —preguntó, agarrando aquello y levantándolo para verlo mejor, pero enseguida sus ojos se abrieron con sorpresa y su cara se puso totalmente roja, no podía creer lo que estaba sosteniendo.
La cara de Gaara era igual o más graciosa que la de ella, su novia había agarrado un paquete de preservativos, pero ¿cuándo los guardó en su bolso?
—Kankuro… —murmuró, dándose un golpe en la cara—. Matsuri, dame eso —dijo, arrancando el paquete de la mano de la chica, cuya cara era un poema en ese momento.
—G-Gaara-kun, ¿p-por qué trajiste eso?
Él soltó un suspiro —El idiota de Kankuro los puso ahí, no te preocupes —respondió, parecía tranquilo, pero por dentro se sentía verdaderamente avergonzado, jamás creyó que Matsuri vería algo así, debía estar pensando que él tenía ese tipo de intenciones con ella (y no es que no las tuviera) y que por eso había traído los condones, pero realmente no había sido él—. Vamos a regresar con los demás, puedes caminar, ¿cierto?
Matsuri asintió con la cabeza, todavía sentía el rostro caliente, pero decidió dejar pasar el tema. Intentó ponerse de pie para salir con Gaara, pero su herida le punzó, seguramente por el efecto del desinfectante, así que cayó sentada nuevamente, aunque Gaara se apresuró en sostenerla por la cintura.
—Si te dolía tanto debiste decirme —la regañó el pelirrojo, notando lo cerca que estaban sus rostros en ese momento y lo agitada que se encontraba la respiración de Matsuri.
—No te quería preocupar, sólo es una herida pequeña —dijo ella, cuyos ojos no se apartaban de los labios de su novio, habían pasado gran parte de ese día separados, pero ahora mismo estaban completamente a solas, no había nadie más alrededor y ella se moría por besarlo, lo había estado deseando durante mucho rato.
Gaara le acomodó el cabello detrás de la oreja a Matsuri y esbozó una suave sonrisa, sus ojos también observaban los labios de la chica, los anhelaba con desesperación y ahora que nadie les molestaría, tenía toda la libertad de hacerlos suyos, aunque pronto se descubrió pensando que lo que quería de ella era mucho más que unos cuantos besos.
—Está bien, podemos esperar a que te baje el dolor —dijo, entonces Matsuri se acercó un poco a él y le robó un beso corto, tomándolo desprevenido.
—Perdón, no me pude resistir —confesó ella, mirándolo a los ojos, la intensidad con la cual Gaara la observaba la hizo temblar de pies a cabeza, entonces sintió que la mano de su novio le acariciaba la mejilla.
—No hagas eso, o yo tampoco me voy a resistir —advirtió, estaba comenzando a sentir mucho calor, como si de pronto las paredes de ese cuarto se hubieran transformado en un horno, la desesperación de tener a Matsuri sólo para él empezaba a hacer estragos en su mente, pues se imaginaba besándola con pasión sobre el futón.
—¿Y por qué haces eso? —cuestionó Matsuri, dándole un nuevo beso corto sobre los labios, que hizo que a él se le acelerara el corazón y se le subiera la sangre hasta las mejillas—. Me gusta que me beses y que me abraces… —añadió, acariciando la mejilla de Gaara, mientras lo besaba una tercera vez—. También cuando me acaricias.
Esas palabras fueron el detonante para Gaara y, antes de que ella pudiera agregar algo más, él la besó con desesperación, introduciendo la lengua en su boca, para después recostarla sobre el futón. Matsuri correspondió a su deseo con la misma intensidad, regocijándose al sentir el peso de su novio sobre su cuerpo, Gaara tenía una forma de besarla que la hacía sentir deseada y extasiada, no era la primera vez que lo experimentaba, pero ahora mismo esta sensación era la más fuerte que había tenido, ni siquiera podía respirar con normalidad.
—Gaara-kun… —lo llamó, apenas pudiendo hablar entre los besos—. G-Gaara-kun, t-tócame…
Él dejó de besarla y la miró a los ojos, quería estar seguro de que había escuchado bien y de que ella estaba completamente consciente de lo que le estaba pidiendo que hiciera.
—¿Segura que quieres eso? —preguntó, notando como los ojos de ella brillaban, jamás la había visto así, ni siquiera aquella noche cuando estuvieron a punto de hacerlo por primera vez, o esa vez que se embriagó y también intentó que algo más pasara entre ellos.
—Sí —dijo Matsuri, asintiendo con la cabeza—. Quiero que me acaricies, Gaara-kun, quiero que me beses, quiero sentir tu calor… —se mordió el labio inferior, no podía creer lo que acababa de decir, pero era lo que realmente sentía en ese momento, lo que llevaba tiempo sintiendo.
Gaara no contestó, no podía decir nada ahora mismo, así que simplemente se dedicó a cumplir el deseo de su novia y la besó nuevamente, esta vez con calma, pero con intensidad, demostrándole todo el amor que sentía por ella, pero también todo su deseo, cuando su mano izquierda comenzó a colarse bajo la blusa de Matsuri, por encima de su cadera, su cintura y el costado de su pecho, lo cual causó que ella se estremeciera y dejara salir un suave gemido a través de sus labios.
Al escucharla, él dejó de besar sus labios y dirigió sus besos hacia el cuello femenino, no podía siquiera decir cuánto había anhelado hacer esto, sentir la suavidad de la piel de su novia, la calidez de su cuerpo, los sonidos suaves y dulces que dejaba escapar. Sus dos manos se colaron esta vez bajo la blusa, levantándola con cuidado, hasta sacársela por arriba de los brazos, dejando a la vista su sostén, era de color rosa, no era infantil, pero tampoco era una prenda sexy y, sin embargo, él sintió que su cuerpo entero se encendía y que cierta parte de su anatomía comenzaba a molestarle.
—Matsuri… —la llamó, susurrando a su oído—. Si no me pides que pare ahora, no podré detenerme, lo sabes, ¿no? —su aliento tibio hizo erizó la piel de la chica, quien estiró sus brazos y lo rodeó por el cuello, buscando su mirada.
—Lo sé —dijo la castaña, mientras sus pequeñas manos rodaban sobre la espalda de su novio, hasta que alcanzó el final de su playera, esta vez fue el turno de Gaara de estremecerse, nunca pensó que ser tocado por Matsuri pudiera sentirse tan bien—. Gaara-kun, q-quiero estar contigo, ya no quiero esperar más, no tengo miedo.
El pelirrojo sonrió levemente, antes de tomar los labios de Matsuri una vez más, al tiempo que su mano derecha bajaba por encima del vientre de su chica, causándole un poco de cosquillas, ella estaba usando un pantalón corto de jean, así que él no tardó en quitar el botón y bajar la cremallera del mismo, aunque se sentía nervioso de sólo pensar en deshacerse de la prenda en cuestión.
—Te amo… —dijo Gaara, asegurándose de que ella tuviera muy claro que lo que estaban haciendo ahora mismo era por amor, porque ambos se amaban con todas sus fuerzas.
—También te amo —contestó Matsuri, empezando a subir la playera de Gaara, podía sentir las ansias invadirla mientras la piel desnuda de su novio se iba mostrando ante ella, cuando dijo que pensaba que él era el más guapo de todos, no estaba mintiendo, realmente le gustaba demasiado.
Gaara se levantó un momento y él mismo se quitó la playera, arrojándola a un costado de la habitación, así que apenas ella tuvo a su merced ese torso, no dudó en acariciarlo con ambas manos, tocando con mucha delicadeza. Los dos estaban tan metidos en ese hermoso momento que estaban viviendo, que ninguno se dio cuenta de que el teléfono de Gaara (que habían venido a buscar) había empezado a vibrar, no podían escucharlo, ninguno pensaba salir de esa habitación hasta que hubieran consumado su amor.
Continuará…
