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Capítulo 33: Agridulce verdad
Había pasado ya un rato desde que Gaara y Matsuri regresaron al hospedaje para buscar el teléfono del chico, pero estaban tardando bastante tiempo sólo para hacer algo simple. Itachi miró la hora en su celular, bien, tampoco es que fuera demasiado y quizá todavía no encontraban el aparato, por eso no habían vuelto todavía.
—Sensei, por favor pruebe esto —dijo una de las estudiantes, pasándole una "brocheta" de malvaviscos al profesor, quien sonrió y lo tomó con amabilidad.
Desde donde estaba sentado Sasuke, simplemente frunció el ceño, cuando Itachi estaba cerca, él nunca era el centro de atención, tampoco es como que le gustara, pero se sentía eclipsado por su hermano mayor de todas las formas posibles.
—Quita esa cara, Sasuke-kun, lo estamos pasando muy bien —dijo Sakura, que acababa de sentarse a su lado y le tomó la mano, mostrándole una dulce sonrisa. Con su otra mano le ofreció una bolsa de malvaviscos, para que los pusieran al fuego.
Al escucharla y ver su expresión, él no pudo evitar sentirse más relajado, tal vez estaba exagerando un poco sobre lo de Itachi, tampoco era como que él hubiese venido a propósito para arruinarle el viaje, ni siquiera estaba pendiente sólo de él, sino de todos.
—Tienes razón —contestó el azabache, apretando un poco más el agarre de la mano de su novia.
Apoyando su espalda contra un árbol, un poco alejado del grupo, Naruto estaba mirando a Hinata, ella sonreía como si nada hubiera pasado, ¿tal vez no le afectaba tanto después de todo? Bueno, eso no importaba ahora, él no quería ver a Hinata sufriendo tampoco, de sólo imaginarlo sentía que le dolía el pecho.
—¿Por qué tan aislado? —escuchó la voz de Kiba, quien se acercó a donde él estaba.
El rubio se encogió de hombros.
—Sólo quería pensar un poco.
—¿Tú pensando? —rio el castaño—. Oye, eso es nuevo —terminó, provocando que una venita se marcara en la frente de Naruto, que apretó el puño de rabia, pero entonces Kiba siguió hablando—. ¿No piensas hablar con Hinata? —al escuchar la pregunta, instantáneamente un aura negra rodeó el cuerpo del Uzumaki.
—No tengo por qué —respondió, mirando al suelo—. La verdad es que no hay nada que ella y yo debamos tratar.
Kiba frunció el ceño, estaba un poco desconcertado con todo esto, a él realmente solía gustarle Hinata, pero decidió dejar eso de lado por lo que –era evidente– sentían Naruto y Hinata el uno por el otro, entonces, ¿qué podía ser tan malo como para que ni siquiera pudieran arreglarlo?
—Naruto, eres un tonto, en serio —fue todo lo que dijo, suspirando.
—Ya sé… —murmuró Naruto, no pensaba negarlo, porque sabía que había tenido la oportunidad de solucionar sus problemas con Hinata, que ella misma se acercó a él y dijo que sólo lo quería a él, pero el problema era que Naruto tenía miedo, estaba asustado de no ser lo suficientemente bueno para Hinata. En el pasado eso era algo que no le habría importado, que habría superado sin importar nada, pero ahora que sabía bien cómo era la vida de una chica como ella, él simplemente no tenía nada que ofrecerle.
Era mejor que se olvidara de Hinata ahora que podía, antes de que le fuera imposible.
—Temari, no sé, hace rato se fueron a buscar el celular de tu hermano y no han vuelto —decía Shikamaru al teléfono, parecía un poco fastidiado, pues su novia no dejaba de preguntarle por qué Gaara seguía sin responderle, si se suponía que él le había avisado—. Ah, estás así porque es su cumpleaños, pero bueno, cálmate —suspiró—. Fue con Matsuri, seguro lo encuentran pronto y regresan luego, sí, sí.
Mientras escuchaba la conversación, Sari se levantó disimuladamente de su lugar y se dirigió al camino del bosque, en busca de esos dos, no sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que algo estaba sucediendo.
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—¿Todavía no te contesta tu hermano? —preguntó Rasa, que estaba mirando las noticias en la televisión.
Su hija mayor negó con la cabeza, acababa de terminar la llamada con su novio, seguro que lo estaba molestando un montón, eso le causaba un poco de gracia, a decir verdad, era divertido hacer enojar a Shikamaru.
—Parece ser que perdió u olvidó su teléfono, dice Shikamaru que él y Matsuri fueron a buscarlo.
Kankuro estaba en el sillón, mirando también la televisión y bebiendo un té, desde donde escuchaba la conversación de su padre y su hermana.
—Qué raro, nuestro hermanito no es tan despistado.
Temari se encogió de hombros.
—Se ve que estar con Matsuri lo distrae —bromeó, ya que, a decir verdad, sí encontraba que Gaara actuaba de modo mucho más relajado que antes, cuando siempre estaba tenso y respondía a la defensiva por cualquier cosa que le dijeran, parecía que siempre quería atacar a todo el mundo, pero ahora era todo lo contrario.
—Es lo que hace el amor, querida hija mía —le dijo su madre, guiñándole un ojo, en lo que apuntaba discretamente hacia su padre, que se había hecho el tonto, aunque sí se dio cuenta de lo que su esposa trataba de decir, que por muy duro que él luciera, con ella se desarmaba totalmente, se preguntaba si a su hijo le sucedía algo parecido, después de todo, ambos tenían personalidades similares.
—En fin —la rubia rio después de las palabras de su mamá—. Lo llamaré más tarde, espero que pueda encontrar el celular.
Dicho esto, se dirigió a la cocina para prepararse un té.
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Los labios de Gaara rodaban dócilmente sobre la piel del cuello de Matsuri, le enloquecía darse cuenta de lo suave que era y de cómo ella se estremecía con cada uno de sus toques. Cuando acarició su pierna, sin querer pasó a llevar la pequeña lastimadura de su rodilla, así que ella dejó salir un quejido de dolor.
—Lo siento… —susurró Gaara, besándola en los labios, con apenas unos cuántos roces—. ¿Te dolió? No fue mi intención.
—Está bien… —contestó Matsuri, trepando su mano derecha desde la espalda de su novio, hasta que logró enredar sus dedos entre los cabellos de su nuca—. G-Gaara-kun, tócame más… —dijo, olvidando totalmente su vergüenza, debido a la sobrecarga de adrenalina que estaba casi fulminándola.
Totalmente excitado por la petición, el chico asintió con la cabeza, se arrodilló frente a Matsuri y, con sus dos manos, le bajó con cuidado el short que hace rato ya había abierto, teniendo cuidado de no pasar a llevar nuevamente su herida. Cuando por fin la tuvo sólo en ropa interior, se maravilló ante la visión que tenía frente a él, Matsuri le parecía hermosa, estaba seguro de que no importaba cuántas veces la viera de ahora en adelante, siempre le iba a parecer maravillosa, estaba anhelando conocer cada uno de los rincones de su cuerpo, que todo fuese suyo, pero sabía que tenía que ir con calma.
Al sentirse observada de ese modo casi hambriento, la castaña volvió un poco en sí y se sintió apenada, así que apretó ligeramente las piernas y se resguardó la zona del busto con los brazos, acción que no le agradó a su novio, que no pudo disimular su ceño fruncido.
—¿Por qué te cubres? —le preguntó, usando sus manos para hacer que ella apartara los brazos de esa zona que tanto quería mirar.
—E-es que no soy lo suficientemente bonita —dijo ella, ahora que lo pensaba, estaba segura de que su cuerpo era bastante infantil, pero Gaara negó con la cabeza.
—Matsuri, ¿qué dices? Eres hermosa —aseguró, acunando uno de los pequeños senos con su diestra, inmediatamente, Matsuri gimió, así que Gaara se acercó más a ella y deslizó con cuidado la prenda, para liberar el objeto de su deseo, al cual acercó su boca, dibujando la forma redonda con su lengua.
Matsuri abrió sus ojos con asombro, ella no esperaba que Gaara haría algo como eso, pero ni siquiera podía protestar, el hecho de que su novio acariciara y lamiera sus senos se sentía muchísimo mejor de lo que sonaba y, mientras él le bajaba los tirantes y luego metía su otra mano por debajo de su espalda, para soltarle el broche, ella solamente cerró los ojos, tapándose el rostro con las dos manos.
—G-Gaara-kun, e-eso es… n-no… —finalmente habló, aunque su voz era apenas audible, ya que no podía hilar ninguna frase coherente.
Gaara le retiró por completo la prenda, parecía haberse obsesionado con sus pechos, pues no dejaba de tocarlos y de jugar con ellos usando su boca y lengua, le fascinaba escuchar como la voz de su novia se quebraba y gemía con cada una de sus atrevidas acciones, llevaba mucho tiempo escondiendo sus ganas de hacer todo eso, por lo que era normal que ahora se dejara llevar tanto.
—Matsuri —habló, jadeando—. Tú también deberías tocarme, no tengas vergüenza conmigo, soy tu novio —dijo, irguiéndose y poniéndose de rodillas para jalarla y sentarla sobre el futón. La chica se descubrió el rostro y lo miró a los ojos, sintiendo la avidez de Gaara y la de ella misma, así que levantó sus manos tímidamente y las fue acercando a él—. Aquí… —Gaara tomó la mano derecha de la joven y él mismo la guio hasta su pantalón, en donde sobresalía el bulto que ya llevaba un rato molestándolo.
—E-está muy duro… —Matsuri se mordió el labio inferior, apenas sintió aquella parte de la anatomía de Gaara, supo bien que esta vez no habría marcha atrás, ninguno de los dos se quería detener. Su mano comenzó a tocarlo con cobardía, con la palma cerrada, pero cuando descubrió que Gaara respondía jadeando sutilmente, las caricias de ella se volvieron más atrevidas, abriendo su palma por completo, para abarcar toda la zona.
Esta vez ella fue quien lo besó, lo hizo mientras abría el pantalón del chico y metía su mano dentro del mismo, haciéndolo tragar saliva, pues que ella lo tocara de ese modo lo excitaba más de lo que pensó, pero no se quedó quieto, pues sus manos intrépidas volvieron a buscar los pechos de su novia, que esta vez no sintió pena o vergüenza alguna, sólo se dedicó a besarlo y a tocarlo, mientras también era tocada.
Sin que Matsuri se diera cuenta, Gaara la volvió a recostar, entre besos la dejó debajo de su cuerpo y aprovechó la posición para buscar su entrepierna, tan sólo tanteando sobre su vientre, hasta que llegó donde quería. Sus dedos se adentraron con sigilo, descubriendo que Matsuri estaba húmeda, cosa que lo envalentonó todavía más.
—N-no toques ahí —se quejó Matsuri, aunque sabía que su petición no sería escuchada, es más, no deseaba que lo fuera.
—Shhh —fue todo lo que Gaara murmuró, tomando sus labios de forma apasionada, mientras sus dedos dibujaban círculos imaginarios sobre el botoncito de nervios de su novia, que comenzaba a sentir algo totalmente nuevo que crecía desde su zona baja y se esparcía por su vientre, era algo que Sakura había mencionado y también muchas chicas que leyó en internet, un cosquilleo placentero y algo aterrador, debido a lo sorpresivamente agradable que resultaba—. Matsuri… —Gaara se separó un poco de ella, mirando con satisfacción su expresión ansiosa—. Dime si te duele, ¿sí? —le dijo, introduciendo uno de sus dedos a través de aquella entrada aún no profanada, comprobando de ese modo su estrechez.
La chica cerró sus ojos y se mordió el labio inferior, la intromisión había sido más que sorpresiva, no podía creer que uno de los dedos de Gaara estaba dentro de ella, podía sentirlo con total claridad, el modo en que éste se movía, el hormigueo que provocaba, por supuesto, también sentía un ligero ardor, aunque no era un dolor que no pudiera soportar, pero éste se volvió un poco más nítido cuando él incorporó un segundo dedo.
—D-duele un poco —dijo avergonzada, no quería parecer una chica débil, pero lo cierto era que sí dolía, por más que se sintiera bien.
El pelirrojo asintió con la cabeza y retiró su mano del lugar, para luego proceder a bajarle la prenda a Matsuri, a través de sus largas y blancas piernas.
—Abre las piernas —aunque lo que dijo sonó como una orden, el tono de su voz era dulce y tranquilo, estaba intentando contenerse todo lo posible para no precipitarse y no asustarla; sin embargo, ella mantenía sus piernas todavía unidas, negando con la cabeza a la petición de su novio.
—Me da vergüenza —respondió, respirando agitada, su pecho subía y bajaba con rapidez, ahora estaba completamente desnuda frente a Gaara, se preguntaba si a él también le avergonzaba aunque sea un poco la situación, pues parecía tan compuesto y en control de todo, no podía evitar que le hiriera un poco imaginar que Gaara ya tenía la suficiente experiencia en esto como para no sentirse apenado.
—Matsuri… —se quejó el chico, a lo que ella, rendida, sólo se volvió a tapar el rostro con las manos y finalmente cedió, abriendo sus piernas con lentitud frente a él.
—S-solamente no me mires a la cara, me da pena —dijo Matsuri, así que Gaara rio, realmente era linda, no podía evitar sentirse enternecido con ella, pero también ansioso, la quería ya mismo, su parte baja se lo pedía a gritos, pero todavía no pensaba hacerlo, no quería lastimarla, quería evitarle todo el dolor posible.
—Boba —dijo Gaara, escondiendo su rostro entre las piernas femeninas. Apenas su lengua alcanzó el clítoris, Matsuri tembló como si se estuviera muriendo de frío, se descubrió el rostro y notó que Gaara estaba ahí, usando su boca para darle placer.
—¡No, Gaara-kun! —exclamó—. Está sucio ahí, no hagas eso… —su voz se quebró en un gemido cuando los dedos de su novio volvieron a introducirse en ella, al mismo tiempo que su lengua la acariciaba como si fuera el pincel de un artista.
—No está sucio —contestó el pelirrojo, haciendo vibrar cada centímetro del cuerpo de la joven, ante la suave caricia de su aliento tibio sobre aquella zona tan sensible. Sin más objeciones, continuó con su trabajo, besando, succionando y lamiendo con mucha delicadeza el dulce néctar femenino que emanó luego de que Matsuri se estremeciera como si acabara de alcanzar el cielo, pues prácticamente así fue para ella, había tenido un orgasmo por primera vez y ahora mismo estaba sorprendida y sin aliento.
Gaara volvió a arrodillarse frente a ella, observándola mientras descansaba de aquella intensa sensación que la había hecho gemir tan fuerte, que hasta se le secó la garganta. Encantado con esa imagen, el chico se quitó los pantalones y también el bóxer, quedándose desnudo frente a ella, a lo que Matsuri lo miró con los ojos muy abiertos, era la primera vez que veía a un chico sin nada de ropa y estaba sorprendida con el tamaño de "aquello" que él tenía entre las piernas y que lucía completamente dispuesto a partirla en dos, o eso pensó ella.
—Gaara-kun, eso no cabrá dentro de mí, es muy grande —dijo inocentemente, provocando que él dejara salir una pequeña carcajada, mientras sus mejillas iban tomando el mismo tono de su cabello.
—No digas eso, es vergonzoso, además es bastante normal —contestó, buscando entre sus cosas hasta encontrar el paquete de preservativos, abrió uno de los mismos y se lo fue a poner, pero ella se sentó frente a él y lo miró, deteniéndolo.
—¿Puedo hacerlo yo? —le preguntó, a lo que él asintió con la cabeza. Matsuri tomó la "funda" entre sus manos, era algo resbalosa, pero no era del todo difícil de manipular, además, les habían enseñado en clases de educación sexual cómo se ponía uno de esos (aunque no era lo mismo en la práctica real). Con cuidado, lo ubicó sobre la punta del miembro de su novio y despacio lo fue deslizando hasta llegar al final, dejando un pequeño sobrante—. ¿Está bien así? —cuestionó, mirando a Gaara, quien asintió con la cabeza.
—No pareces novata —bromeó él, tomándola del mentón para besarla—. Matsuri, ya no aguanto más… —susurró, estremeciéndola nuevamente.
—H-hazlo —respondió la castaña.
Gaara la recostó una vez más, acomodándose entre sus piernas, apenas se posicionaron, la punta de su pene rozó la entrada de Matsuri, que estaba tan nerviosa que cerró los ojos. Con cuidado, Gaara empujó hacia su interior, ingresando suavemente, deslizándose a través de su humedad, parecía que no le iba a costar demasiado, pero cuando llegó a la mitad, se dio cuenta de que se le cerraba el paso.
—Mírame —dijo Gaara, acariciando la mejilla de su novia, cuyos ojos empezaban a asomar un par de lágrimas—. Te dolerá un poco, trataré de hacerlo rápido, pero si quieres que pare dímelo.
La chica asintió con la cabeza, dándole su aprobación de esa manera, así que Gaara empujó una vez más, aplicando más fuerza que antes, de ese modo, consiguió penetrarla por completo. Las lágrimas corrieron por las mejillas de Matsuri, realmente le dolía, mucho más que los dedos, pero estaba feliz, ya no era virgen y le había entregado su pureza a Gaara, ese chico que conoció siendo ambos sólo unos niños, que prometieron ser siempre amigos, pero ahora estaban enamorados, ella lo amaba con todo su corazón y ahora estaba más segura que nunca de ello.
—Te amo… —dijo Gaara, llenando su rostro de besos, en un intento por calmar un poco su malestar.
Matsuri lo abrazó y se apretó contra él, intentando contener todas las sensaciones que la estaban abrumando.
—También te amo —respondió, tomando los labios de su amado novio.
Él permanecía completamente inmóvil, aunque se estaba muriendo de ganas por empezar a mecerse contra ella, estaba esperando a que se acostumbrara a él, por eso, cuando la sintió mover un poco sus caderas, supo que ya era el momento y comenzó su vaivén, primero salió con cuidado y luego volvió a entrar, arrancándole un gemido a Matsuri que lo asustó un poco.
—¿Te dolió?
—No —negó con la cabeza—. Hazlo de nuevo, Gaara-kun.
Totalmente abrumado y sobrepasado por su propia excitación, Gaara dejó de contenerse y empezó nuevamente a moverse, una vez más, saliendo lentamente y entrando de golpe, pero sin ser brusco, repitió el momento un par de veces, hasta que lo volvió constante. Al cabo de unos minutos, los dos se estaban meciendo al mismo ritmo, Gaara era muy cuidadoso, pero eso no significaba que no se estuviera sintiendo espléndidamente, estaba haciéndole el amor a Matsuri y eso era suficiente como para que el placer lo inundara por entero.
—G-Gaara-kun, m-más… —rogó entre gemidos la chica, estaba empezando a sentirse muy bien, el dolor que la invadía no era nada comparado con ese placer que empezaba a crecer dentro de ella, no había imaginado que esto fuera así, que estar con Gaara se sintiera tan surreal, casi como un sueño.
Él, obnubilado, aumentó un poco el ritmo de sus embestidas, mientras sus manos recorrían las piernas de su novia y de vez en cuando también su vientre, sus caderas y hasta sus senos, lo enloquecía la idea de tocar todo su cuerpo y de verlo también, mientras estaba dentro de ella, así que se separó y se arrodilló frente a ella, sus ojos la observaron con descaro, incluso se atrevió a admirar el modo en que sus cuerpos se unían, cada vez que se hundía en ella; había un poco de sangre ahí, pero sabía que eso era normal, así que no le dio importancia.
—No me mires, me da pena —se quejó Matsuri, mordiéndose el labio inferior y cerrando los ojos, pero Gaara ignoró su petición, tomándola por la cintura.
—No es momento para que seas tímida —dijo con la voz quebradiza, saliendo de ella, cosa que la tomó un poco por sorpresa—. Ven aquí, quiero abrazarte.
Matsuri le hizo caso y se sentó sobre la cama, Gaara la ayudó a acomodarse sobre sus propias piernas y, mientras la besaba dulcemente, volvió a entrar en ella, apoyando sus dos manos sobre las caderas de quien era ahora su mujer.
—Mh… —Matsuri gimió contra los labios de Gaara, un tanto por la sorpresa, otro tanto porque le había dolido nuevamente, pero mucho menos que la vez anterior.
Las manos de Gaara la incitaron a moverse sobre él, como si lo montara, o esa idea rondaba en la mente del pelirrojo, que también se empujaba contra ella, con un poco de dificultad debido a la nueva posición que no le favorecía del todo, pero que se sentía increíble, las paredes internas de su novia se cerraban alrededor de su miembro, apretándolo, seguro que ella no era consciente de lo mucho que eso le gustaba.
—M-Matsuri… —la llamó, jadeante—. M-me voy a correr…
Al escucharlo, ella detuvo sus movimientos y lo miró, estaba totalmente roja y su respiración también era un desastre.
—Gaara-kun… —susurró, abrazándolo, escondiendo su rostro entre el cuello y hombro de Gaara—. Te amo muchísimo… —añadió, haciéndolo estremecer, escucharla decirle que lo amaba mientras estaba dentro de ella era casi alucinante.
Alzó su mano y acarició el cabello castaño de Matsuri, esbozando una suave sonrisa, este momento iba a guardarlo siempre en su corazón y en su memoria, su primera vez con la chica de la cual se había enamorado como un loco.
—Yo también te amo, te amo demasiado, Matsuri —contestó, recostándola boca arriba una vez más, sin salir de ella, para volver a empujarse hacia su interior, ahora con mayor rapidez y fuerza. Matsuri empezó a gemir en voz alta, honestamente, ni siquiera le importaba si acaso alguien entraba en ese momento y los descubría, estaba en total éxtasis y Gaara no parecía tenerle piedad alguna, pues su mano derecha volvió a acariciar su clítoris, estando todavía dentro de ella, lo que inevitablemente la llevó a tener un orgasmo muy fuerte.
A los pocos segundos, escuchó a Gaara gruñir de placer, para luego retirarse de su interior y recostarse a su lado, totalmente agotado. Matsuri se recostó de costado y lo abrazó, él enseguida la rodeó con sus brazos también, llenando su rostro de besos.
—¿Estás bien? —le preguntó Gaara, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja—. ¿Sientes mucho dolor?
—Estoy bien —contestó la castaña, abrazándolo con más fuerza—. Me duele sólo un poco… mh… p-pero no es nada.
Cuando Gaara iba a hablar, ambos escucharon que el teléfono de él volvía a vibrar, había sido relativamente ruidoso, pero antes estaban tan concentrados en lo suyo, que no se dieron cuenta. Gaara se levantó y se retiró el preservativo usado, luego estiró el brazo y alcanzó el celular, la llamada era de Naruto.
—¿Naruto?
—Gaara, ¡qué bueno! Eso quiere decir que ya encontraste tu celular, ¿no? —escuchó al rubio hablar—. Se han tardado una eternidad, ¿está todo bien? El profesor está preocupado y también los demás, ¿no les pasó nada?
Un poco avergonzado, porque sabía perfectamente en qué se habían estado "demorando" él y Matsuri, el chico contestó a las preguntas de su amigo.
—No, no nos pasó nada, sólo no encontrábamos mi teléfono, pero ya vamos para allá —dijo, cortando la comunicación, entonces se dio cuenta de que tenía varias llamadas perdidas, tanto de Naruto como de su hermana Temari, lo mejor era que volvieran con el resto de sus compañeros y que llamara a Temari desde ahí—. Matsuri, creo que tenemos que volver.
Mientras él estaba hablando, Matsuri ya había empezado a vestirse de vuelta, con la cara todavía roja y la respiración apenas parcialmente recuperada, un poco sudada, ella asintió con la cabeza como respuesta.
—S-sí —dijo, colocándose el sostén.
Gaara también se empezó a vestir y, antes de abandonar la habitación, los dos se detuvieron junto a la puerta que acababan de abrir, él le tomó la mano y la apretó.
—Matsuri —la nombró, haciendo que ella lo mirara—. Lo que hicimos hoy… realmente fue increíble…
—Lo fue, Gaara-kun —la chica lo abrazó, mientras él cerraba la puerta detrás de la espalda de ella—. No podría haber tenido mi primera vez con nadie que no fueras tú.
—Eso me hace muy feliz —dijo Gaara, acunando el rostro de la castaña entre sus manos para besarla, lo hizo lentamente, dulcemente, demostrándole que la pasión y el desenfreno que antes le mostró, sólo eran impulsados por su gran amor, el cual ahora era inmensamente mayor.
Después de eso, los dos se dirigieron de vuelta al campamento, sin notar que Sari estaba viendo y escuchando todo desde el otro lado del corredor. Sus ojos destellaban ira, no podía creer que Matsuri se había atrevido a llegar a tanto con Gaara, era momento de darle una lección que nunca iba a olvidar, ya no podía contener su rabia contra ella.
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El resto de la noche, la mayoría de los estudiantes la pasaron alrededor de la fogata, contando historias, cantando canciones y riéndose de chistes bobos, por supuesto, no faltó quien interrogara a Gaara y Matsuri sobre por qué habían tardado tanto, pero ambos se hicieron los locos. A eso de las doce, cuando él terminó de hablar por teléfono con su madre y el resto de su familia, que le desearon feliz cumpleaños, Gaara regresó junto a los demás, ya que se había alejado para hablar más tranquilo.
Cuando se sentó junto a Matsuri, todos estaban sumamente callados y se lo quedaron mirando, al principio no le tomó importancia al asunto y se llevó un malvavisco a la boca, pero cuando notó que no le quitaban la vista de encima, se sintió incómodo y frunció el ceño.
—¿Pasa algo? —preguntó confuso.
Naruto, que estaba cruzados de brazos, empezó a asentir con la cabeza, con los ojos cerrados.
—Así es, pasa algo —contestó el rubio, mostrando una enorme sonrisa—. ¡Ya es tu cumpleaños, amigo!
—¡Feliz cumpleaños! —se escuchó al unísono de parte de todos sus compañeros, por lo que Gaara no pudo evitar sorprenderse, jamás se había llevado tan bien con la gente de su clase en años anteriores, todos solían temerle y alejarlo, así que era bastante conmovedor que todos supieran de esto y que le dieran felices deseos.
Sasuke apareció sosteniendo un pequeño pastel con velitas, traía cara de amargado, era obvio que lo habían obligado a sostenerlo, seguramente Sakura.
—Oh, chicos, no era necesario —dijo Gaara, sintiendo que su novia tomaba su mano, sonriéndole, ahora entendía por qué Naruto estaba tan ansioso por que volvieran, le tenían preparada una sorpresa bastante bonita.
La castaña se levantó y recibió de manos de Sasuke el pastel, acercándose a su novio —Pide un deseo, Gaara-kun.
Estaba seguro de que había sido Matsuri quien orquestó todo esto, incluso si se trataba de una celebración improvisada, era un muy bonito detalle, realmente le gustaba como era su vida ahora, tenía amigos, gente con quienes podía llevarse bien, y también tenía a Matsuri, la chica que amaba como un loco, que hace apenas unas horas había sido completamente suya.
Una leve sonrisa se le dibujó en los labios, poniéndose de pie para acercarse a Matsuri y soplar las velas del pastel, que tenían la forma de un uno y un siete, representando sus recién cumplidos diecisiete años. El deseo que pidió fue bastante simple, sólo quería seguir estando con todos mucho más tiempo, sobre todo con Matsuri, que era la persona que más lo hacía feliz en el mundo.
—¡Que muerda el pastel! —exclamó Naruto.
—¡No, denme primero! —se escuchó gritar a Chouji, a lo que todos se empezaron a reír, incluso el profesor se estaba divirtiendo con las locuras de sus estudiantes, a pesar de que siempre había sido bastante serio frente a ellos.
Desde su asiento, aislada y alejada del resto, Sari sólo mantenía el ceño fruncido, mientras su mano derecha agarraba con firmeza la muñequera que supuestamente era el recuerdo de su amistad con Gaara, la cual en realidad pertenecía a Matsuri. Se la arrancó con rabia y miró en otra dirección, ya no quería seguir siendo testigo de aquellas cursilerías, además, Matsuri se las iba a pagar todas.
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Los chicos habían pasado toda la noche en el campamento, así que al día siguiente, muy temprano, empezaron a levantar todo y a limpiar, ya que no podían dañar la propiedad o les sacarían una multa. Durante la tarde regresarían a Tokyo, por lo que tenían que darse prisa.
—¿Qué? —exclamó Sakura con molestia, ella estaba recogiendo algunas bolsas plásticas del suelo—. ¿Realmente Naruto te dijo eso? —cuestionó—. Ese estúpido, lo voy a matar, nada más deja que lo atrape y…
—No, Sakura-chan —la interrumpió Hinata, bajando la mirada—. Está bien, no puedo obligar a Naruto-kun a que me quiera, así que… supongo que eso es todo —dijo con tristeza, no podía decir cuánto le dolía todo esto, pero no quería lucir como una niña tonta y débil que se echaba a morir por haber terminado con su novio, amaba a Naruto; sin embargo, no se iba a deprimir por ello.
—Pero Hinata… —la peli rosa intentó protestar, mas al ver la expresión serena de su amiga, aunque ligeramente desalentadora, entendió que no debía entrometerse, no era algo de su incumbencia.
—Me parece muy raro —comentó Matsuri, metiendo algunos restos de basura dentro de una bolsa negra—. Naruto-san no es el tipo de persona que actuaría de ese modo, además, se notaba que le gustabas mucho, ¿dices que hasta dijo que te amaba? —Hinata asintió con la cabeza ante la pregunta—. Pues no sé, pero eso no es algo que se le dice a otra persona a la ligera.
—Eso es cierto —Sakura asintió, dejando salir un leve suspiro—. Incluso tomó varios meses para que Sasuke-kun me lo dijera.
La ojiperla no sabía qué decir, no quería seguir hablando del tema o toda su convicción de mantenerse firme se iba a ir por el caño, aunque sabía que sus amigas sólo querían ayudarla y consolarla, no creía que eso estuviera resultando del todo bien.
—B-bueno, si él lo dijo es por algo… —habló, mordiéndose levemente el labio inferior—. Mejor hablemos de otra cosa, ¿sí? Esto no me está resultando agradable.
Las otras dos se dieron cuenta de que no estaban haciendo bien, así que rápidamente asintieron con la cabeza y fue Sakura la que decidió hablar de otra cosa.
—Y bueno, anoche te nos perdiste, Matsuri —comentó, haciendo de su amiga el nuevo objeto de interés—. Tú misma nos pediste ayudarte a celebrar el cumpleaños de Gaara y de pronto los dos se esfumaron.
—Seguro tuvieron sexo —dijo Ino, que había aparecido de la nada, se suponía que estaba limpiando otra área junto a Shikamaru y Chouji, pero quizá ya había terminado y por eso se les unía.
Al escucharla, Matsuri inmediatamente se puso roja, literalmente pasó por todas las tonalidades habidas y por haber de dicho color, su corazón se aceleró y cuando se le cayó la bolsa de basura de las manos, las otras tres se le quedaron viendo atentamente.
—Oye, solamente estaba bromeando —habló de nuevo la rubia al notar que su prima se tensaba como si fuera una estatua de yeso—. ¡No me digas que acerté!
—¡No puede ser! —esta vez fue Sakura quien gritó con asombro, cubriéndose la boca con una de sus manos—. Tienes que contarnos todo ahora mismo, Matsuri, ni creas que te harás la loca.
—¿Entonces es verdad? —cuestionó Hinata, que también estaba levemente sonrojada.
—Ay, no puedo creerlo —se quejó Ino, dándose un golpe en la cara con la palma de su mano—. Incluso Matsuri me ganó, ¿pero qué es esto? Qué vergonzoso.
—C-chicas, p-por favor, e-eso no es… —antes de poder completar su frase, la chica se tuvo que rendir y dejar salir un suspiro, estaba demasiado avergonzada, pero no podía mentirles a sus amigas, entre ellas se contaban todo y era justo que les dijera la verdad—. Bueno… e-es verdad, anoche Gaara-kun y yo…
Sakura corrió hacia ella y le rodeó el cuello con su brazo, mientras Ino y Hinata se acercaban un poco más, interesadas en el tema.
—Cuéntanos todo, pero vamos a otro lugar, esto sí que va a estar bueno —dijo la Haruno, que parecía más ansiosa por el chisme, después de todo, ahora ambas podían comparar sus experiencias y sacar provecho de ello.
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A la mitad del camino entre el campamento y el hostal, a un lado del bosque, había un acantilado que tenía puesto un letrero que comunicaba claramente que era un sitio peligroso y que la gente no debía acercarse ahí, ya que la tierra en esa zona era algo frágil, Gaara lo había leído un montón de veces cuando pasó por ahí, porque solía leer todo lo que viera, aunque fueran cinco, seis o siete veces repetidas.
Estaba terminando de leer nuevamente el cartel, mientras caminaba de regreso al campamento para ir por Matsuri, ya que había terminado de limpiar lo que le correspondía, llevando las bolsas de basura al contenedor que estaba en el edificio, en eso, escuchó que alguien lo llamaba por la espalda.
—Gaara.
Detuvo sus pasos y se dio la media vuelta, Sari lo estaba mirando con seriedad, algo en el modo en que ella lucía ese día no le daba buena espina, no habían hablado desde su discusión del día anterior, así que estaba un poco escéptico a pasar aunque sea un segundo a solas con ella, ya tenía suficiente con que Sari malinterpretara sus sentimientos hacia él y los gesto de amistad que él tenía con ella.
—Hola —finalmente contestó el pelirrojo, manteniéndose serio, pero tranquilo—. ¿Pasa algo?
La chica asintió con la cabeza.
—Quiero hablar de algo contigo —dijo, sus pupilas se contrajeron, como si se sintiera realmente nerviosa por algo, Gaara pudo ver que ella se sacaba la muñequera del bolsillo y la extendía hacia él, lo que le pareció un poco raro.
—¿Por qué me das eso?
Sari hizo una mueca de desagrado.
—Esto no es mío —contestó, el tono de su voz era algo quebradizo, pero carraspeó la garganta y lo solucionó—. Es el símbolo de tu amistad con tu amiga de la infancia, ¿no?
Gaara arrugó el entrecejo.
—Sari…
—¡Yo no soy ella! —exclamó, sin dejarlo hablar, ya estaba harta de todo, de que Gaara le tuviera lástima, creía que podría atraer su atención fingiendo ser su amiga, pero él sólo estaba con ella por eso, porque pensaba que nadie más la quería cerca, él tampoco, seguramente, se le acercaba por nostalgia y nada más, nunca nadie la querría con sinceridad y ahora lo entendía.
—¿Qué dices? —el pelirrojo se acercó a ella y apoyó ambas manos sobre sus hombros, intentando hacer que lo mirara a la cara, pero Sari solamente tiró la muñequera y luego buscó otra cosa entre su ropa, objeto que aferró a su pecho con recelo, parecía una foto, pero estaba al revés.
—Te mentí porque quería que me hicieras caso, pero fue algo estúpido, sólo te doy lástima.
El pecho de Gaara se apretó, ¿qué rayos estaba diciéndole Sari?
—No es verdad —intentó explicarse, creía que ella solamente estaba enfada y por eso soltaba ese tipo de tonterías, pero cuando ella por fin lo vio a los ojos, lo supo, no le estaba mintiendo, esta vez era sincera—. Realmente… me mentiste… —dijo, estaba demasiado decepcionado, ¿cómo podía ser? En serio creyó que Sari era esa amiga, que al fin la había encontrado, pero no, todo era una farsa.
—Gaara, ¿no te has dado cuenta de nada después de todo este tiempo de estar con Matsuri?
—¿Qué tiene que ver Matsuri en todo esto? —cuestionó confundido, soltando los hombros de Sari, la cual le extendió aquella fotografía y entonces todo estuvo muy claro para él.
En la foto aparecían él y Matsuri de pequeños, era evidente que se trataba de ambos, podía reconocer esos hermosos ojos negros en cualquier parte, entonces un flashazo de información se le vino a la mente, él jugando con esa niña, recordó que en sus sueños ella tenía los ojos negros, que siempre le pareció extraño cuando pensó que Sari era ella, pero no, jamás fue Sari, sino Matsuri.
—No… —retrocedió unos cuantos pasos, totalmente pasmado, aquello no podía ser verdad, Matsuri no podía haberle mentido durante todo este tiempo, ella sabía bien lo importante que era aquella amiga de la infancia para él, ¿cómo iba a hacerle algo así?
Sari prácticamente le restregó la fotografía contra el pecho.
—Yo te mentí, pero adivina qué, tu noviecita te ha estado engañando todo el tiempo, ella es tu amiga de la infancia y jamás te lo dijo —habló con sarcasmo y ponzoña, quería hacerlo sufrir solamente porque estaba llena de envidia, quería que los dos sufrieran—. Yo le robé estas cosas para engañarte y ni aún así te dijo nada, Matsuri es una mentirosa, una traidora y tú eres un idiota que dejó que todos lo engañaran, hasta tus hermanos.
Cuando escuchó eso, se sintió como un estúpido, ¿hasta sus hermanos lo sabían? Todos sabían menos él.
—Gaara-kun… —ambos escucharon la voz de Matsuri, así que Gaara se volteó, ella iba de regreso al hostal junto a sus amigas, que igualmente habían oído todo lo que dijo Sari.
Él no podía hablar y Matsuri tampoco, ninguno de los dos decía nada, solamente se miraban, mientras que Sari reía triunfante.
Sakura miró a Ino y a Hinata y les indicó que se fueran, intentaron llevarse a Sari, pero ésta no se quiso ir con ellas, no podía perderse el espectáculo, no después de todo lo que había hecho para poder verlo.
—¿Esto es verdad, Matsuri? —le preguntó Gaara, enseñándole la fotografía.
Ella sintió que se le iba a salir el corazón y las piernas le temblaban, no sabía qué hacer o decir, estaba totalmente atontada y muerta de miedo.
—Contéstame —insistió Gaara, a pesar de que estaba furioso, no era capaz de levantarle la voz, deseaba que ella desmintiera todo, que le dijera que estaba equivocado, que Sari mentía, necesitaba que todo esto fuese falso, pero eso no ocurrió, lo supo cuando la vio bajar la mirada.
—Lo siento… —susurró, intentando no llorar—. Y-yo no quería mentirte, iba a decirte, pero…
El chico arrojó la fotografía al suelo con furia, sentía como si el enojo se fuera incrementando a cada segundo que pasaba, ni siquiera le importaba que Sari siguiera ahí, nada le importaba en ese instante.
—¿Ibas a decirme? —cuestionó con sarcasmo—. ¿Cuándo? ¿Cuándo por casualidad recuperara la memoria? —rio de medio lado—. ¿Fue divertido burlarte así de mí?
—¡No me burlé de ti! —exclamó Matsuri, tomando las manos de su novio, pero éste la apartó bruscamente, ni siquiera cuando acababan de conocerse se había portado de ese modo con ella, incluso la había asustado—. Gaara-kun, por favor, escúchame…
—No, no tengo nada que escuchar de ti —el pelirrojo cerró los ojos, se sintió culpable por el modo en que reaccionó ante ella, pero estaba tan dolido que no podía pensar en otra cosa que no fuera la traición por la que estaba pasando—. Matsuri, hicimos el amor y aún así no me dijiste nada, ¿cómo pudiste actuar todo este tiempo como si nada? —se cubrió la mitad del rostro con la palma de su mano—. Tú me engañaste, me viste la cara, sabías que esto era importante para mí.
A estas alturas, ella finalmente había empezado a llorar, no podía evitarlo, estaba pasando lo que más había temido y parecía que no había nada que pudiera hacer al respecto.
—Yo sólo tuve miedo —dijo, secándose las lágrimas con el dorso de la mano—. Pero nunca quise mentirte, no sabía cómo decirte, lo siento mucho, Gaara-kun —aunque tuvo la intención de tomar nuevamente las manos del chico, esta vez ella misma se reprimió a medio camino, por miedo a que volviera a apartarla—. Yo te amo de verdad…
Gaara sintió que le dolía la cabeza cuando la escuchó, estaba realmente irritado, ya no quería escuchar nada más, así que sólo la miró despectivamente.
—No vuelvas a decir eso nunca, si me amaras no me habrías mentido —dijo con rabia—. En lo que a mí respecta, lo que teníamos se acabó, vete al demonio, mentirosa —añadió de forma casi venenosa, Matsuri sintió como si un puñal se le clavara en el corazón, así que cayó de rodillas al suelo, como si hubiera perdido todas sus fuerzas.
Gaara se marchó de regreso al hostal, se sentía tan herido y burlado que no quería saber nada de nadie, pero también estaba demasiado enojado, no podía creer que incluso sus hermanos sabían acerca de esto, esa tenía que ser la peor de las traiciones, ¿acaso sus padres también sabían? Ni siquiera le importó o tuvo tiempo para también sentirse enojado con Sari, a la cual simplemente pasó de largo sin siquiera mirarla.
—Gaara-kun… —Matsuri estaba echada en el suelo, cubriéndose el rostro con las dos manos, mientras lloraba desconsoladamente.
Al verla tan desamparada, Sari no se sintió tan bien como pensó, creyó que sería la ganadora al fin, que luego de que Gaara supiera la verdad y abandonara a Matsuri, ella estaría feliz, pero no era así.
¿Por qué demonios se sentía culpable?
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En la ciudad de Tokyo, Izumi estaba trabajando en la cafetería, tenía el primer turno ese día, así que no había mucha clientela, ya que solían llegar un poquito más tarde. Ya que Itachi se había ido de viaje con sus estudiantes, ella se sentía un poco sola, habían hablado un par de veces por teléfono, pero él no era tan comunicativo a larga distancia, seguro que si hubieran tenido una relación de ese tipo, no habría durado mucho, gracias al cielo no era el caso.
Mientras estaba preparando unas bolsas de crema para agregar a la máquina correspondiente, notó que la campana que avisaba de un nuevo cliente hacía ruido, así que alzó la mirada para ver de quién se trataba, pero le sorprendió un poco darse cuenta de que esa persona era nada más y nada menos que aquella "alumna" que había tenido un romance con su actual novio; Temari.
Ella tomó asiento en una de las mesas y no se sorprendió de verla, creyó que tal vez esa chica estaba esperando encontrarla a solas y lo confirmó cuando se acercó a tomar su pedido.
—¿Qué se le ofrece? —preguntó, con lápiz y libreta en mano para anotar, pero parecía que traer aquellos artículos había sido algo innecesario.
—Un café y que te sientes un rato conmigo, me gustaría hablar —contestó la rubia.
Izumi bajó los brazos, confundida.
—Estoy trabajando, señorita —respondió, se estaba comportando un poco desconfiada, no sabía cuáles eran las intenciones de Temari, ¿quizá venía a pelear por Itachi? No, eso era algo tonto.
La menor echó una mirada despreocupada alrededor, luego volvió su vista a la mujer.
—No veo a nadie más aquí —dijo, encogiéndose de hombros—. Tampoco hay nadie que te regañe, así que yo creo que me puedes dedicar un par de minutos.
Rendida y un poco ofuscada, Izumi se dirigió al mostrador y preparó un café simple, se acercó a la mesa y lo dejó encima, entonces se sentó. Temari agarró la taza y bebió un sorbo, la castaña se mantenía tensa en su silla, con el ceño fruncido, así que Temari le sonrió.
—Tranquila, no vengo a causarte problemas —habló despreocupada, pero amablemente—. Sólo quería charlar un rato.
—¿Sobre Itachi? —interrogó Izumi.
Temari se llevó una mano al mentón, en pose pensativa —Sí y no —respondió, bebiendo otro sorbo de café—. Lo que pasa es que hace unos días los vi juntos en el centro comercial, estaban hablando sobre mí.
Izumi se sonrojó un poco, no es que hubiera dicho nada malo, es que era vergonzoso que alguien escuchara cuando hablabas de él o ella a sus espaldas, recordaba perfectamente lo que había sucedido, de un modo u otro, salió a flote el tema de la "ex novia" de Itachi y si acaso ella le había gustado más, porque según Izumi, Temari era mucho más linda.
—E-escucha, eso no es… es decir, no pretendía insultarte ni nada.
La rubia no pudo evitar dejar salir una leve carcajada, esa chica era bastante graciosa, era un par de años mayor que ella, pero viéndola y escuchando su forma de hablar, no parecía muy segura de sí misma, le recordaba un poco a ella cuando había dejado que su relación malsana la deprimiera.
—Eso ya lo sé —dijo la Sabaku No—. No es por eso que vine, es que me sorprendió un poco que le dijeras a Itachi que te parece que soy más bonita que tú… —cerró sus ojos y suspiró—. ¡Eso no debes hacerlo nunca!
La castaña se sorprendió por el tono de regaño usado por la clienta, quien la miró firmemente, como si quisiera darle un consejo de amigas, pero a la vez uno de rivales, era una situación muy extraña, a decir verdad.
—¿Eh?
—Eso —Temari la apuntó con su dedo índice—. Eres una chica linda, pero te falta seguridad, Itachi es alguien que se siente atraído por las mujeres seguras de sí mismas, así que no deberías bajar la guardia aunque ya sean novios, eh, también es un poco distante, pero creo que estarás bien, parece ser que le gustas mucho.
La mesera parpadeó varias veces, ahora estaba más confusa que antes, ¿qué era todo esto?
—¿Por qué me dices todo eso? —cuestionó, más que admirada por la actitud de aquella joven rubia—. No es necesario que te preocupes de mis problemas, ni siquiera nos conocemos.
Temari rio.
—Quién sabe, me caes bien —respondió, tomando un tercer sorbo.
En ese momento, su teléfono empezó a sonar, así que lo sacó del bolsillo de su pantalón, viendo en la pantalla que se trataba de su hermano Gaara.
—¿Bueno?
Pero no se esperaba lo que iba a escuchar.
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—Matsuri… —Sari se paró delante de Matsuri, quien estaba simplemente destrozada, ella no entendía nada, si por fin tenía lo que quería desde hace tanto tiempo, ¿por qué no estaba satisfecha?
—¿Por qué lo hiciste? —le preguntó Matsuri, limpiándose una vez más las lágrimas, sollozando mientras articulaba las palabras—. ¿Por qué eres tan cruel, Sari-chan? ¿Por qué me odias tanto? Creí que éramos amigas.
—¿Amigas? —repitió Sari, entornando los ojos—. Por favor, Matsuri, sabías que Gaara me gustaba y aún así te metiste con él, ¿crees que una amiga hace eso?
La ojinegra se puso de pie, mirándola con dolor y tristeza.
—Yo me enamoré de él, nunca fue mi intención hacerte daño, te pedí perdón por eso, te lo vuelvo a pedir —dijo con la voz quebrada, casi estaba hipando debido a lo mucho que lloró—. Yo sí te consideraba mi amiga, pero… pero tú…
Sari dio unos cuántos pasos hacia la ladera del acantilado que estaba junto a ellas, no era tan alto, pero era peligroso, el vértigo que sintió cuando lo vio le dio las fuerzas para subirse la blusa y enseñarle a Matsuri su abdomen, que estaba lleno de cicatrices y algunos moretones que empezaban a sanarse.
—¿Sabes qué es esto? —preguntó, notando que su interlocutora abría mucho sus ojos.
—Eso es… —Matsuri se cubrió la boca con sus manos—. ¿Quién te hizo eso?
La chica se volvió a cubrir, sin dejar de reír con sarcasmo —¿Realmente te importa? —cuestionó—. Dices que eres mi amiga, pero ¿sabes? Mientras tú ibas por ahí llena de felicidad por tener amigos y una familia que te ama, yo estaba siendo golpeada hasta casi matarme, ¿sabías eso? Lo dudo, no sabes nada fuera de tu mundito de fantasía.
Todavía asustada por lo que acababa de ver, Matsuri se compadeció un poco de Sari, pero todo lo que estaba diciendo no le hacía sentido, ¿ella qué culpa tenía?
—Yo no soy responsable de eso —dijo con seguridad—. Puede que lo hayas pasado mal, pero no es mi culpa no saberlo y no vivirlo, no puedes descargar tu ira en mí por eso —al decir aquello, apretó los puños—. Si realmente querías ayuda, pudiste decírmelo.
—¿Para que me tuvieras lástima?
—¡No, porque éramos amigas! —exclamó la más baja de las dos, volviendo a llorar—. Quizá yo no hubiera podido hacer nada, pero podrías haber confiado en mí.
—Claro —Sari aplaudió con una risa ladina marcada en su rostro—. La perfecta Matsuri siempre tiene la solución de todo, siempre tiene a los amigos, al chico que quiere, la familia perfecta, todo es bueno para ti siempre.
—Las chicas también son tus amigas.
—Por favor —contestó la de cabello largo—. Ellas ni siquiera me hablarían de no ser por ti, ellas son tus amigas, y encima el chico que me gusta se fija en ti, siempre todo es para ti.
Por un momento, Matsuri sintió lástima, así que Sari realmente le tenía envidia, entendía por qué, su vida debía ser terrible, después de ver lo que había estado sufriendo, ¿tal vez ella se sentiría igual si pasara por algo así?
—Lo siento… —murmuró, empezando a llorar una vez más—. Lamento que hayas pasado por todo eso, debió ser horrible, Sari-chan.
—Te doy lástima —dijo Sari, riendo una vez más, pero ahora tenía ganas de llorar, no podía creerlo, después de todo lo que había hecho, Matsuri ni siquiera había expresado una palabra de odio hacia ella, en lugar de eso sólo le decía que lo sentía, ¿qué sentía? ¿La miseria en la que vivía?
Odiaba el hecho de que todo para ella fuese oscuridad, mientras todo para Matsuri era luz, pero ya no más.
—Sólo eres una tonta —masculló, dando un paso hacia atrás, provocando que el frágil terreno detrás de ella se debilitara aún más.
Debido a que Matsuri mantenía la mirada baja, se dio cuenta de que la tierra bajo los pies de su "ex amiga" se estaba empezando a desprender, en ese momento ni siquiera lo pensó, el suelo se rompió y ella simplemente saltó.
—¡Cuidado! —exclamó, jalando a Sari para sacarla del camino y arrojarla hacia una zona más segura; sin embargo, ella no alcanzó a salir de ahí y la tierra debajo de ella se derrumbó, sólo pudo sentir como el suelo que la sostenía de pronto desaparecía y ella cayó.
Sari abrió los ojos como platos cuando vio que Matsuri se precipitó al vacío después de salvarla. Las piernas no le respondían, estaba sentada en el suelo, mirando hacia la nada, hacia el pedazo de tierra derrumbado, sólo un par de segundos después por fin reaccionó, corriendo hacia la orilla.
—¡MATSURI! —gritó con todas sus fuerzas, buscándola con desesperación, la encontró hasta el fondo del acantilado, tenía los ojos cerrados y había sangre, eso la horrorizó, ¿acaso estaba muerta?
Sin pensarlo dos veces, fue corriendo hacia el hostal, tenía que conseguir ayuda cuanto antes.
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—¿Cómo demonios pudieron mentirme de ese modo, Temari? —reclamaba Gaara al teléfono, estaba furioso, ni siquiera le importaba que lo escucharan—. Tú, Kankuro y Matsuri, ¿papá y mamá también lo sabían?
—Gaara, cálmate —decía su hermana desde el otro lado, se escuchaba bastante asustada—. ¿Cómo te enteraste de eso? ¿Matsuri te dijo?
El pelirrojo le dio un golpe a la pared que estaba junto a él, lo hizo tan fuerte, que se hirió los nudillos.
—¿Realmente crees que una mentirosa como ella me iba a decir? —cuestionó, no le importaba nada, quería que todo el mundo supiera lo enojado que estaba con sus mentiras.
—Gaara, no digas eso, ella quiso decirte, pero nosotros le pedimos que no —intentó explicar la rubia, mas su hermano ignoró aquello, su rabia no le permitía pensar ni escuchar nada.
—No la defiendas.
De pronto, mientras estaba pensando en qué decirle a Temari para mostrarle su ira, vio que Sari venía corriendo hacia el edificio con desesperación, llorando, con la ropa polvorienta, ¿qué había pasado?
—¡Ayuda, por favor! —exclamó la chica nada más llegar, Itachi estaba ahí, así que corrió hacia él—. ¡Por favor, sensei!
—Tranquila —el Uchiha rápidamente intentó calmar a su alumna, pero ésta no parecía querer calmarse, estaba totalmente agitada e hiperventilada—. Respira y dime qué sucede, si no me dices no puedo ayudarte.
—Es Matsuri —contestó Sari, sus ojos se llenaron nuevamente de lágrimas—. M-Matsuri se cayó por el acantilado, no despierta, por favor ayúdela.
A Gaara se le cayó el teléfono de la mano y sintió como si se le paralizara el mundo, por un segundo creyó que había escuchado mal o que estaba imaginándolo todo, pero se dio cuenta de que no era así cuando vio al profesor correr detrás de Sari, quien le iba indicando el lugar del accidente. Nuevamente sintió dolor de cabeza y sus oídos se taparon, dejando sólo el ruido de un silbido ensordecedor.
—¡Gaara! —escuchaba que lo llamaban, pero no podía moverse—. ¡Gaara, responde!
Antes de que siquiera pudiera darse el tiempo de recoger su celular del suelo, sus piernas ya se estaban moviendo en dirección hacia donde habían hablado antes, llegó en menos de un minuto y vio al profesor llamando a una ambulancia, cuando se acercó al acantilado, Matsuri estaba allí, inconsciente y sangrando.
—¡Matsuri! —gritó desesperado, arrojándose para ir en su ayuda, ante la mirada atónita de su sensei, que sabía que eso era peligroso y no quería tener dos estudiantes heridos en lugar de sólo una, pero como se veía que Gaara no le haría caso, decidió bajar también para asegurarse de que estuviera bien, igualmente iba a bajar luego de llamar a la ambulancia.
Sari no dejaba de llorar y de susurrar en voz baja que todo esto era su culpa, mientras que Gaara lograba llegar hasta abajo, tomó la mano de Matsuri cuidadosamente y sintió su pulso, era muy débil, pero ahí estaba.
—Matsuri, perdóname… despierta, por favor —susurró, estaba desesperado, toda su ira se había desvanecido y ahora solamente podía sentirse aterrado de que ella ya no volviera a abrir sus ojos y que la última cosa que le haya dicho antes de eso era que se fuera al infierno, era un completo imbécil.
—No la muevas hasta que lleguen los paramédicos —le dijo Itachi, que llegó a su lado y comprobó rápidamente los signos vitales y la respiración de su estudiante—. Esto no es bueno, es muy débil… —murmuró para sí mismo, aunque Gaara igualmente lo oyó.
Sólo podía mirar a Matsuri y sostener su mano, esperando con impaciencia a que llegara la ayuda, ya que él no podía hacer nada, sólo empeoraría la situación.
¿Realmente iba a perderla para siempre?
Continuará…
