Este capítulo está dedicado a dos personas muy especiales para mí. A Kirara26, quien cumplió años el 3 de Septiembre y a Justary, quien celebró el 26 de este mes. Espero que la torta haya sido abundante, así como los buenos deseos y esas cosas buenas.

Misao, ni Aoshi, ni Kenshin ni nadie... BUAAAAAAAAA... me pertenecen. Surgieron primero en la mente de Watsuki Nobuhiro y él tuvo la suerte de inscribirlos y hacerlos propios. Yo sólo puedo tomarlos prestados y deformarlos alegremente para presentarles una historia. Y acordarme del autor par no meterme en problemas legales.

Misao, una chica en apuros.

Capítulo 5

Dia Agitado.

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Misao miraba de cuando en cuando a Aoshi a través del espejo retrovisor. Él iba especialmente concentrado en sus papeles del día, documentos importantes y gráficos. Ese negocio nuevo que se traía entre manos le resultaba especialmente atrayente al hombre que siempre vestía de negro y que, a un mes de los funerales de su hermano, no tenía ni pensado en sacarse el luto.

Misao a veces se sentía un tanto culpable por el hecho de que ella podía ver a Tenshi y Aoshi en cambio, habiendo amado tanto a su hermano, no pudiese verlo. Si ella no pudiera ver a Kenshin nunca más, se moriría de la tristeza.

Hacía dos semanas que, fiel a la promesa que le había hecho a Tenshi, Misao intentaba decirle a Aoshi la verdad sobre su persona. El problema radicaba en que Aoshi siempre venía concentrado en su trabajo y no le prestaba mayor atención. Como ahora.

¡Si supiera esa chica lo equivocada que estaba!

Aoshi miró de reojo hacia el espejo retrovisor, descubriendo, como siempre, los ojos de Misao fijos en el camino, atento al tráfico. Misao podría ser un chico más retraído que Kenshin, pero era ya su hombre de confianza.

Hacía una semana que Misao había sido encargada de ir a dejar a uno de los socios de Aoshi a su residencia. Misao así lo hizo, pero al caballero se le había quedado su maletín en el asiento posterior. Tenía papeles muy importantes, además de cheques y algo de dinero. Cuando Misao se dio cuenta, dio marcha atrás y regresó a devolver las cosas.

El caballero le dio las gracias por su acción, no así Aoshi, quien reprendió durísimo a su joven chofer por llegar tan tarde a buscarlo. Misao nada dijo. Realmente se estaba conteniendo las ganas de darle una soberana patada, pero... más que mal por ahora él era el jefe y ella necesitaba el trabajo.

Al día siguiente, el socio de Aoshi se presentó en la oficina nuevamente. Y pidió hablar con él. Ahí le comentó lo de su chofer el día anterior.

-Le tendí una trampa a tu chofer ayer por la tarde, cuando me fue a dejar a casa y dejé a propósito mi maletín. Tu chofer me devolvió todo, sin haber tocado nada. Superó la prueba, amigo Aoshi, y te digo que no cualquiera lo hace, porque otras personas si han tomado el dinero que he dejado en el maletín otras veces. Considero que Misao es un chico de confianza.-

Aoahi sonrió un tanto al recordar ese día... que su socio hablara bien de su chofer ese día lo había puesto especialmente contento. Aunque tuviera que pedirle disculpas después a Misao por la reprimenda. Además de honrado, Misao era discreto, al no comentarle el incidente ni su acción. Por eso Aoshi ni pensaba en despedirlo.

Pero intuía que algo se agitaba en el interior de Misao y no sabía precisar qué podía ser ese algo. Aoshi regresó al presente, y apartó la vista de aquellos ojos verdes que le estaban empezando a acarrear una serie de dudas... lo mejor sería absorberse en el trabajo un poco más y no prestar atención a esas extrañas emociones...

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Kenshin salía de la escuela, acompañado de su amiga Kaoru. Era menor que él en tres años, pero asi y todo se llevaban estupendamente, aunque ella a veces no paraba de hablar. Pero a Kenshin le gustaba escuchar sus monólogos. Se veía una chica especialmente animosa y feliz.

Ese día visitarían la tienda de manga para que Kenshin pudiese comprar el tomo dos de "Rurouni Kenshin". Ambos iban emocionados ante la idea. Sanosuke y Yahiko habían ido directamente a sus casas a cambiarse para el juego de béisbol de la tarde.

Los jóvenes ignoraban que Gohei, Kihei y Kajiki les seguían con tres amigotes más. Ese día estaban dispuestos a dejar bastante mal a la bola pelirroja y la maldita chica mapache, por culpa de quienes habían sido golpeados tan duramente por Sanosuke y sus amigos.

Kenshin y Kaoru salían de la tienda momentos después bastante contentos.

-Hoy me gustaría presentarte a mi papá. Es un hombre estupendo... te va a caer súper bien. Y mi mamá es la mujer más hermosa que te puedas imaginar. Ella si es toda una dama. Mis padres dijeron que hoy te invitara a la casa a comer pasteles. ¿Puedes ir?... si quieres yo le pido permiso al señor Aoshi o a tu hermano Misao para que te dejen ir... es más... si quieres, podemos invitarlo a él también. –

Pasteles... hum...

La boca de Kenshin empezó a hacerse agua ante la idea de pasteles caseros. Pensándolo bien, hacía tiempo que no comía de esos... seguramente que Misao no se opondría a que fuera a comer donde Kaoru.

-No creo que haya problema alguno en que me den el permiso... - repuso el joven, guardando momentáneamente su chocolate en su maletín. En ese momento pasaban por un callejón y Kenshin sintió cómo era fuertemente tironeado hacia adentro... escuchó un gemido de Kaoru y supo que ella también estaba allí...

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Misao conducía calmadamente y tranquila... jejeje... Aoshi revisaba sus papeles y por ser día viernes, había optado por regresar temprano a casa.

La joven divisó la inconfundible figura regordeta de su hermano saliendo de una tienda de manga, por lo que pudo apreciar. Iba a hablarle cuando él desapareció por un callejón. Y por lo visto... la niña que lo acompañaba también.

-¡Maldita sea!- dijo la chica, sacando a Aoshi de su concentración recién lograda. Dando un repentino giro que dejó los papeles de Aoshi en el piso del vehículo y a él mismo acostado en el asiento trasero, Misao aparcó y luego de sacar algo de la cajuela, salió corriendo del vehículo.

Aoshi no entendía que podía estar pasando y se enfadó bastante con Misao. La divisó avanzar con paso rápido y decidido por un callejón bastante oscuro. Algo muy grave parecía estar pasando después de todo.

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Kenshin era golpeado sin piedad por el quinteto de indeseables. Habían intentado empezar con Kaoru, pero él de alguna manera se interpuso en cada golpe que iba para ella. La chica no podía gritar porque alguien le tapaba la boca con una mano y llorando, veía impotente cómo golpeaban a su amigo. La niña se revolvía en los brazos de su captor sin lograr posibilidad alguna de escape. Y agitaba sus piernas en el aire sin poder darle a cuerpo alguno.

Kenshin intentaba ponerse en pie nuevamente. Sabía que cuando terminaran con él, seguirían con Kaoru y aunque él no podía defenderla, intentaría al menos ganar tiempo, ver si con suerte alguien aparecía. Estaba agotado, pero no podía permitir que atacaran a la niña...

-Suelten a mi hermano, tropa de cobardes.- dijo Misao con una voz ronca, debido a la sorpresa y la rabia que le provocaba la escena que estaba viendo.

Kajiki se volvió hacia Misao. No se veía más alto que Kenshin y en cambio si bastante más delgado. E iba vestido con un ridículo traje de chofer. Podían golpear a ese tonto también

-¡Misao!- exclamó el pelirrojo. Sangraba de la boca y por lo visto, tendría un ojo morado durante varios días. Misao ni quería pensar en qué tanto daño le habrían hecho a Kenshin. Ella no había tardado más de dos minutos en aparecer, pero, por lo que veía, le habían estado atacando entre cinco chicos... -aléjate... pide ayuda... -

Misao notó como uno de los tipos sostenía a Kaoru por la cintura en tanto le tapaba la boca... la niña tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar, pero estaba, como Misao, llena de rabia por lo que le había tocado presenciar.

-¡Vengan a por mí, malditos cobardes... a ver si se la pueden conmigo... atacan a niños indefensos... traten de golpearme a mí, si pueden!- gritó Misao.

La voz de Misao llegó hasta los oídos de Aoshi, quien luego de hacer una llamada bajó del vehículo, siguiéndola. Se oía lejana, asi que Aoshi apuró el paso.

Gohei se acercó a Misao para darle un fuerte golpe en el rostro, pero Misao se agachó y le dio un potente golpe en el estómago mientras Gohei golpeaba sin querer a la estructura metálica que estaba tras Misao. Todos escucharon perfectamente la crujidera de huesos de esa mano... Gohei quedó en el piso encogido y aullando de dolor.

Pero Misao no tuvo tiempo de saborear esa victoria, porque Kihei la tomaba de un pie y, como si no pesara nada, la lanzaba contra un poste metálico. Kenshin y Kaoru miraban sorprendidísimos la escena sin podérselo creer... Misao en el aire contorsionaba su delgado cuerpo, y aprovechaba el impulso que le había dado Gohei al lanzarla, cerrando sus manos en torno al poste metálico y usándolo... ¡de eje! De ese modo Misao pudo girar para regresar hacia la cara de Gohei saludándolo con el pie en plena nariz...

Dos fuera de combate y quedan cuatro...

Aoshi finalmente llegó al lugar cuando Misao giraba en el poste. Luego de la sorpresa de tal movimiento, Aoshi observó en torno suyo y pronto supo de qué iba la cosa... pero una parte de su cerebro estaba bastante atontada... era impresionante ver el modo en que Misao protegía a su hermano.

Kaoru en tanto aprovechó un leve momento de confusión general de su captor, para apartar lo suficiente la boca de esa manota horrible que la acallaba, dándole un mordisco fuertísimo. El hombre la soltó en el acto para mirarse la mano atacada, en la cual se veían perfectamente las marcas de los dientes de Kaoru y algunas gotitas de sangre empezando a manar... pero la chica no se iba a quedar quieta y dirigió la peor de sus patadas a la entrepierna de su ex captor. En seguida corrió hacia Kenshin, para ver cómo estaba. Kajiki en tanto tomaba un enorme tarro de basura para arrojárselo a la chica por la cabeza. Fue cuando Misao sacó la llave francesa que traía entre sus ropas y le dio un golpe fuertísimo tras las rodillas con ella. Kajiki cayó al piso y sobre él, el famoso tarro. Pero uno de los dos hombres que aún quedaban en pie decidió que ya era tiempo de eliminar a ese chico ridículo disfrazado de chofer, y tomando un enorme tubo metálico, se dispuso a atacar a Misao por la espalda.

-¡¡Misao!!... tras de ti – rugió Aoshi aun demasiado lejos como para intervenir. Misao se dio la vuelta y se lanzó al piso. El metal dio de lleno en el tarro de basura, con Kajiki adentro... la joven entonces aprovechó su posición desde el suelo para hacer un "barrido" con una de sus piernas hacia el estúpido indeseable y tomándolo desprevenido, lo derribó. Se puso en pie en cuanto vio que Gohei se incorporaba para atacar a su hermano. Pero otro de los chicos matones la tomó por la espalda, elevándola varios centímetros del suelo.

-¡ Suéltame, cobarde! – exigió Miso, revolviéndose entre los poderosos brazos... Kaoru en tanto veía como Gohei y Kihei se acercaban con palos a Kenshin y ella enseguida se puso delante del pelirrojo, en guardia.

Misao no tenía mucha posibilidad de escape, sin embargo no dejaba de retorcerse. Recordó la llave francesa aún en su mano, pero no fue hacia la cabeza del chico a donde apuntó, si no más bien a su entrepierna, en cuanto ella en sus contorsiones lograba apartar su espalda de tal lugar.

Gohei y Kihei alzaron sus palos para atizarle a Kaoru, sin embargo no pudieron cuando una alta sombra se movió en torno a ellos. Y cada uno recibió un certero puñetazo en la nariz, cortesía de Aoshi Shinomori, quien hasta se daba la maña de esbozar una sonrisa.

En tanto, Misao, libre de su captor, apenas y se daba cuenta de lo que sucedía, debido a que Kajiki y el captor de Kaoru estaban de pie y listos para intentar nuevamente acabar con ella. Pero Misao no estaba ni dispuesta a rendirse. Ya les iba a partir a cada uno la cabeza con su llave francesa, cuando repentinamente Kajiki y el otro fueron lanzados contra la pared.

Y Aoshi aparecía tras ellos.

Misao no se lo pensó demasiado para tomar ventaja de la debilidad de sus agresores (o debiera decir "agredidos") y se acercó a ellos para abrirles la cabeza a golpes, pero Aoshi la tomó por la cintura y la alejó del lugar, cuando se escucharon los silbatos de la policía.

-¡Suélteme... tengo que ir a rematarlos... malditos cerdos... mire lo que le han hecho a mi hermano!-

-Quédate tranquilo, Misao- repuso Aoshi, notando como los seis agresores empezaban a levantarse.- Por ahora no hagas nada. Mejor preocúpate de Kenshin.

Misao miró en torno suyo y notó a Kenshin sin poderse levantar aunque intentándolo. El jovencito emitía un gemido de dolor y pronto cayó sobre la falda de Kaoru al escupir un buen poco de sangre.

Los muchachos se acercaban amenazantes a Aoshi, pero él no se iba a amedrentar y les miraba desafiante desde su metro ochenta de altura y sus ganas de molerlos a golpes, causándoles cierta inquietud. Fue cuando apareció la policía.

-Señor policía – dijo Aoshi- Yo los llamé, porque estos sujetos intentaron abusar de la niña y de mi protegido, el jovencito aquí presente. Si no hubiese sido por Misao que los vio e intervino, quizá y qué les hubiese sucedido a estos niños. Mire como han dejado a Kenshin.-

El jefe de policía miró a Kenshin y le recordó bastante a su hijo, que tenía edad similar. Asi que prometió duras condenas para esos matones de niños. Y asi cumplió.

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Kenshin pasó ese día en el hospital, en observación. Tenía diversas contusiones, un brazo roto y afortunadamente su ojo derecho estaba bien, así como su cabeza en general, luego de los scanner a los que fue sometido.

Kaoru en tanto tenía algunos hematomas en los brazos y cintura donde su captor la apretó tan fuerte, pero, fuera de eso estaba bastante bien. Había prestado declaración ya y estaba decidida a quedarse al lado de su amigo. Sólo que los doctores le recomendaron regresar a su casa a descansar. La niña no quería irse, pero Aoshi le dijo que no era bueno preocupar a sus padres y que él les acompañaría a hablar con ellos.

Afuera del cuarto de Kenshin, Misao, apoyada en la pared, se encontraba cabizbaja y haciendo guardia a su hermano. Aoshi observó a Misao. Su gorra de chofer seguía en su sitio, pero traía la chaqueta abierta y la blanca camisa se veía salpicada de sangre de cuando Misao intentó levantar a Kenshin. Pero no tenía tanta fuerza y fue Aoshi quien finalmente llevó al chico en brazos hasta su auto y desde allí, al hospital, escoltados por un carro de policía. Esto hizo meditar a Aoshi y pensó en que después de todo, quizá Misao no tuviera tanta fuerza, pero que era en extremo ágil. El hombre entonces se acercó a Misao.

-Vamos a casa. Mañana regresaremos a ver a tu hermano.-

Misao no tenía ganas de irse. Asi que allí se quedaría.

-Vamos, Misao... ya es tarde. Tenemos que regresar. Aquí ya no puedes hacer nada por él y los doctores dijeron que el lunes lo darían de alta.-

Misao a duras penas estaba controlando sus lágrimas. Pero se supone que los hombres no lloran ¿verdad?

Aoshi se acercó más a Misao, haciéndole alzar el rostro. Notó un corte en el pómulo derecho. Y sin darse cuenta empezó a acariciarlo. Al darse cuenta de su acción, tomó enseguida distancia, bastante turbado.

Misao también estaba sorprendida. Y lo miró a los ojos. Aoshi se dio la vuelta, porque sentía cierto calor subir por sus mejillas y no quería que ese chico lo notara.

-Vamos a casa, Misao. Es una orden.- dijo con su voz clara y profunda, antes de tomar a Kaoru de una mano y salir con la niña de allí.

Maldito Aoshi... no la dejaba estar con su hermano...

Misao, a regañadientes, lo siguió.

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El señor Kamiya abrazaba a su hijita, contento de verlo sana y salva. Aoshi en tanto daba las explicaciones de lo sucedido a la madre, quien escuchaba atentamente.

Misao en tanto observaba la situación. Y Kaoru pronto hablaba con entusiasmo a su padre sobre sus aventuras del día.

-Papá... Kenshin no dejó que me golpearan... es muy valiente aunque no sepa pelear... por eso me dio tanta rabia cuando él no podía defenderse. Pero en eso pareció Misao... ¡¡él es formidable!! Les dio su merecido a todos y cada uno de ellos... ¡¡¡es muy valiente!!!

El señor Kojiro en seguida adivinó que Misao sería el nuevo tema de conversación de su hija por muchos días. En su voz se notaba la admiración que despertaba en Kaoru. A la señora Tomoe, en tanto, le parecía extraño aquél chico Misao, pero... no importaba, porque había salvado a su hija.

-Y Kenshin... ¿dónde está ese muchacho? Quiero agradecerle lo que hizo por nuestra hija.- dijo el señor Kojiro.

A Misao nuevamente le entraron ganas de llorar, en tanto Aoshi explicaba la suerte de Kenshin.

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Misao entró a la casa rápidamente. Quería llegar a su habitación, quitarse ese estúpido traje y reunirse con su hermano... en tanto Aoshi entraba pacíficamente y contaba a su madre las aventuras del día. La señora se mostraba en extremo preocupada del jovencito y preguntaba por Misao.

La chica entraba al cuarto de baño para asearse. Se mojó varias veces la cara y se quitó la gorra de chofer, que llevaba fija a la cabeza con numerosas orquillas estratégicamente puestas para que no se notaran. Se dio la vuelta y se topó con Tenshi.

Su corazón ya no dio un vuelco al verlo, como le sucedía generalmente. Misao salió del cuarto envuelta en una toalla bastante grande y se dispuso a cambiarse de ropa.

-No tiene corazón, ni derecho alguno a prohibirme ver a mi hermano. El médico dijo que yo sí podía quedarme esta noche con él y es lo que haré.- decía la chica atropelladamente.- Aoshi no podrá alejarme de Kenshin y maldito sea si lo logra.-

Misao se quitó la toalla sin importarle que Tenshi la estuviera mirando tan tranquilo y se puso su ropa interior.

-Bueno, por una vez celebro que mi hermano piense que eres un hombre. De lo contrario no te habría ni dado el trabajo ni dejado pelear. De todos modos deberías decírselo... -

Misao se desarmó la trenza y peinó con cuidado su cabello.

-¿Cómo demonios sabes tanto?-

Tenshi sonrió y Misao pensó que si Aoshi se dignara de vez en cuando a sonreír un poco, se vería bastante atractivo... mmmmhhh... mejor ni pensar en eso. Aoshi era un descriteriado sin corazón...

-Allá arriba uno se entera de muchas cosas, Misao amiga más querida. En fin, siguiendo con este asunto, creo que deberías decirle ya a Aoshi la verdad sobre tu persona. Posiblemente te toque ir ante la policía a declarar y bueno... allá no puedes mentir sobre tu sexo, ¿o si?-

Tenshi tenía razón... bueno, ya pensaría en ello más tarde. Misao se puso una camiseta y una blusa sobre ella y un jersey verde esmeralda, regalo de su padre. Luego una larga falda de lanilla café y botas. Encima un viejo abrigo. Estaban en invierno y no pensaba matarse de frío.

-Bueno, si... tienes razón... - concedió la chica. No podía darse el lujo de mentirle a la policía.- Te prometo que lo pensaré.-

-No hay nada que pensar, Misao... hace semanas que me vienes con lo mismo. Dile la verdad a mi hermano... por cierto... ¿qué haces?-

Misao hacía un montoncito de ropa sobre su cama. Enseguida lo cubrió con las mantas.

-Desde ahora en esta casa, ese soy yo – dijo la joven apuntando hacia el bultito sobre la cama.- si alguien entra, creerá que duermo y no me molestará. Yo me voy a ver a mi hermanito.-

Tenshi sonrió ante la convicción el la voz de la joven.

-Bueno... en ese caso permaneceré por estos lados para cubrirte las espaldas. Ve y ten cuidado. Se hace de noche y puede ser peligroso. Y dale saludos a Kenshin de mi parte.

Tenshi admiró en silencio cómo se iluminaban los ojos de Misao. Ella era muy bonita. ¿Cómo era posible que Aoshi no se diera cuenta de que ella era ella? La joven antes de decidirse a cómo escaparse de la casa, pasó por el espejo y se aplicó un poco de brillo en los labios. Se envolvió el cuello con una bufanda verde y se puso un gorro de lana a juego.

-Ahhh... mujer otra vez... nunca pensé que extrañaría tanto ser quien soy...- suspiró. Luego tomó un bolso.- Hasta luego, Tenshi... prometo regresar por la mañana.-

-Cuidate, preciosa. Por cierto... veré si puedes salir por la puerta de entrada, ¿te parece? Espérame aquí, no tardo.-

Tenshi observó el salón. Su hermano y su madre, junto con la nana, estaban en la cocina. El fantasma apareció ante Misao nuevamente.

-No hay moros en la costa. Apresúrate.-

Misao bajó con cuidado las escaleras y la alfombra del salón amortiguó sus pasos. Pronto estaba afuera.

El sol de la tarde caía lentamente. Misao lo sintió tranquila, sobre la cara. Estaba preocupada, era cierto, pero, por otra parte... demasiado contenta de ser ella misma. Había dado ya una gran cantidad de pasos cuando recordó que... que el hospital quedaba del otro lado. Apuró el paso mientras regresaba.

Iba tan ensimismada caminado que no notó que Aoshi salía de la casa. Y la colisión no se hizo esperar.

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Aoshi se quedó sin aire cuando alguien chocó con él. Rodeó a ese alguien menudito con sus brazos, de modo instintivo para evitarle caer.

Misao alzó el rostro hacia él y se le subieron los colores al rostro... ¡demonios!

Tenshi en tanto miraba divertido la escena... jejeje... cuando vio que Misao caminaba en dirección opuesta al hospital, ideó en cosa de segundos un plan estupendo... y abriendo y cerrando la puerta de entrada, llamó la atención de Aoshi quien salió a investigar.

Aoshi sufrió un leve shock cuando observó ese rostro... le recordaba mucho a uno que había visto tiempo atrás, cuando llegaron los hermanos Makimashi a su casa.

¿Habría sido ese un dejavu?

La chica lo miraba tan asombrada como en su sueño de aquél día... y sus ojos sacaban chispas.

Desde luego que ahora estaba bastante vestida, pero... pero se veía adorable igual.

-Disculpe, señorita.- decía Aoshi sin atinar a soltarla.

Misao en cambio se apartó suavemente de él.

-Discúlpeme usted, joven... esto... yo iba apresurada a un lugar y no me fijé cuando usted salía.-

Para Aoshi esa voz tan educada era maravillosa... Tenshi no podía creer lo bien que iban las cosas.

- Ya veo...- repuso Aoshi, queriendo alargar ese momento todo lo que fuera posible. Ella tenía algo que le atraía sobremanera.- ¿y se puede saber hacia donde va usted?

-Al hospital...- respondió Misao sin pensar demasiado. Y odiándose enseguida por ello.

-Oh... ya veo – repuso Aoshi un poco decepcionado. Si ella iba al hospital, seguramente iría con prisas.- Pero... este barrio no ha estado tranquilo últimamente. Si lo desea puedo escoltarla al hospital.

Misao miró evidentemente confundida a Aoshi. Y meditó un momento en ello... tenía razón... sería mejor tener su escolta hacia el hospital. Ya allí se desharía de él. Y era mejor tenerlo con ella que husmeando en su habitación.

- Pero... ¿no es inconveniente para usted acompañarme?-

-No, desde luego que no. No queda muy lejos de aquí y necesito tomar un poco de aire. Espéreme unos momentos, por favor.- Aoshi entró a la casa y avisando a su madre que saldría un momento, tomó su abrigo negro y se reunió con Misao. Sentía su corazón latir especialmente acelerado cuando se puso a caminar con ella.

Mientras, Misao había mirado hacia la ventana de su habitación... y distinguió claramente cómo Tenshi bailaba y se reía a carcajada limpia. De hecho, su sonora alegría llegaba claramente hasta los oídos de Misao, no así a los demás ocupantes de la casa. Luego Tenshi le lanzó un beso a la joven y desapareció muy alegremente. Misao pensó en averiguar algún método que pudiera ayudarle a golpear a ese Tenshi.

-Señorita... ¿y cual es su nombre?- preguntó Aoshi, de pronto muy interesado en ella.

-Misa... Misato.- repuso Misao, enmendando a tiempo su error. – Misato Maki. ¿y usted cómo se llama?-

-Aoshi Shinomori. Es extraño, pero... ¿no nos hemos visto antes?-

A Misao le tiritaron las piernas ante tal comentario.- Claro que no, joven... nunca antes le había visto... jejeje... si no me acordaría.-

-Por favor, Misato, llámeme por mi nombre.-

-Oh... está bien, Aoshi... hum... no hay problema.-

Aoshi miraba a Misao de reojo y se preguntaba en tanto qué edad tendría. Unos diecisiete seguramente... pero era muy jovencita para él...

Un momento, Shinomori... ¿en qué estás pensando?

La acabas de conocer y ya estás imaginando un futuro con ella... quizá y ya tiene novio.

-Y... Misato, dígame... ¿a qué va a al hospital?-

- Bueno, voy a ver a mi... a mi novio.-

Oh... golpe bajo para Aoshi.

-Hum... ya veo, Misato. ¿Y qué le pasó?-

Maldito Aoshi... ¿por qué tenía que ser tan preguntón con ella? Se supone que es una desconocida....

-Bueno... tuvo un accidente. Y vengo a... a enterarme de cómo está él. Podría haber llamado por teléfono, pero preferí aprovechar de caminar un rato.

Corría brisa muy fresca. Aoshi vio cercano al hospital una cafetería. Necesitaba retenerla con él unos momentos más.

-Permítame invitarle un café. En este sitio hacen uno estupendo.-

Misao por poco y se tropieza. ¿de cuando acá que Aoshi era tan amable?...

-No creo que deba... mi novio...-

-Creo que es mejor que tome algo caliente y que le suba el ánimo antes de preguntar por su novio o verlo. Vamos, acompáñeme.-

-Aoshi... no creo que sea correcto... además ni siquiera le conozco... -

Unos niños que pasaban corriendo lograron que Misao perdiera un tanto el equilibrio. Y como era de esperar, Aoshi aprovechó de sostenerla aunque realmente no era necesario, acercándola a su pecho.

Simplemente no sabía qué le pasaba... él que siempre era tan propio de sí y tan controlado... ahora de pronto conocía a una chica con la que soñó y se comportaba como un chiquillo de quince años en plena revolución hormonal. Misao fruncía el ceño y le miraba sin comprenderlo...

Aoshi pensaba en demasiadas cosas y muy rápido. Si él estuviera soñando nuevamente... si ella se alejara nuevamente de él... entonces... lo mejor era hacer algo al respecto ahora, ¿no?

Algo así como besarla.

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Apenas y había alcanzado a rozarla... a sentir la tibieza de sus labios y disfrutar de su aroma frutal tan juvenil, cuando la mano de Misato se estrelló contra su cara. Aoshi no podía creer lo que estaba pasando y sorprendido miraba cómo ella se alejaba corriendo en dirección al hospital.

Pero él se quedó allí. Quieto. Sin moverse. Y sobándose la mejilla castigada.

Misao en tanto, al entrar al hospital, se aseguró de que no la seguía. ¿Qué se creía ese sucio inmoral? Ella le comentaba que tenía novio y el muy cretino la besaba. Aoshi Shinomori era un asco de persona.

Pero un asco de persona sumamente atractivo.

-Déjate de pensar idioteces, Misao tonta... y si ese cretino vuelve a tocarme un pelo, juro por todos los infiernos que vivo no va a quedar- se decía la jovencita, a pesar de las deliciosas sensaciones que llegaban a ella cuando evocaba lo sucedido.- Bueno... parece que después de todo si le gusté... ¿no?...- y no podía evitar sonreír ante la idea.

La chica suspiró y pidió autorización para permanecer con su hermano. Habló con el médico y presentó su identificación, asi que le permitieron pasar. Kenshin dormía tan tranquilo, ignorante de las últimas aventuras de su hermana.

Misao, sentada junto a la camilla, acariciaba el cabello de Kenshin, pero, no era a él a quien acariciaba realmente...

Aunque la chica no estuviera dispuesta a reconocerlo.

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Afuera Aoshi sentía el frio de la noche llegar hasta él. Se había tomado un café después de todo, aunque solo, y pensando en Misato. Y luego esperó allí más de una hora esperando a que ella saliera del hospital. Tenía la secreta y estúpida esperanza de que ella se reuniera con él.

Se sentía tonto, pero no podía evitarlo. Se había levantado lentamente de su sitio cerca de la ventana y habiendo pagado la cuenta, se retiraba.

Y no la veía aún.

Quizá si le habían dejado quedarse con su novio. Era sin duda un hombre muy afortunado por tener a esa chica de novia, pero... de pronto Aoshi sentía ganas de golpear a alguien.

Y ahora, caminando por la calle solitaria, pensaba en que tal vez ella había sido nuevamente un sueño, como la primera vez que la vió, saltando hacia él, como si hubiera salido de tomar su baño recientemente.

Sonrió al pensar que si hubiese sido un sueño, no le dolería tanto la mejilla.

Entonces, si no era un sueño, existía la posibilidad de volver a verla.

Pensando en ello, Aoshi regresó a su casa bastante más animado. Estaba seguro de que nuevamente daría con ella.

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Kaoru, en tanto, se daba una vuelta más en su camita. Pensaba en Kenshin, su mejor amigo... y su hermano Misao... vaya...

Misao por lo visto era muy varonil... y atractivo. Tenía unos ojos verdes increíbles. Era genial... peleaba como el Kenshin de su historieta.

Kaoru sonrió. En la vida real ya tenía un mejor amigo y un nuevo héroe con quien soñar.

Misao.

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Fin capítulo cinco.

Octubre primero, 2004.

Notas de Autora.

Hola!!!!

Jajaja, como ven aún tengo tiempo de escribir. En verdad, hoy era mi día libre y opté por usarlo en algo tan productivo como esto.

Bueno... y... ¿qué les pareció?

Creo que finalmente Misao se está empezando a parecer más a la original, aunque todavía no está toda babosa por Aoshi, pero supongo que es cuestión de tiempo.

Me gusta pensar en que Misao pueda defender a su hermanito. Pienso que ello da prueba de su personalidad decidida... y con respecto a Aoshi, le pasan cosas con Misao disfrazada de chico, aunque también cuando ella se viste como toda una damita que es.

Estaba pensando que como la idea es meter a Misao en cuanto problema se me ocurra, la dejaré con sus dos personalidades un tiempo más, hasta que me canse. Y es que Misao como mujer tendrá a Aoshi a sus pies y como chico, parece que está generando sin saberlo, una admiradora. Pero no se preocupen, que no habrán escenas lésbicas bajo ningún motivo ni dudas en Misao sobre su género.

Sep.

Bien, entonces ahora les contesto sus reviews y les aviso que lo próximo que subiré será la continuación de Actuación sin Libreto Tsukio-Hen.

Pórtense bien y sean felices.

Misao Shinomori Aoshi: Jaja, ya ves que actualicé...

M.S Aráis Sumeragi: Bueno, como soy un tanto caprichosa con mis historias, dejaré a Misao disfrazada de chico al menos hasta la próxima entrega. Pero como pudiste notar, es bastante irresistible como mujer.

Justary-san: Hola, Kawai deshi!! Bueno, como no, la historia de Aoshi y Misao avanza finalmente... Y trataré de que sea bastante interesante. Aunque Kenshin y Kaoru son mis favoritos de siempre, me contendré para que su historia no empañe a la de nuestros protagonistas. Un besote.

Naoko LK: Sep, he actualizado y ya no me estoy demorando tanto... sep... recupero el training, después de todo. Asi que no te preocupes tanto y no, Misao aún no le dirá lo que sucede, pero cuando suceda... huuuuuuuy.

Mer1: Kenshin y Kaoru por ahora serán compañeritos de cuanta aventura surja en este fic. Pero Misao se callará su secreto un tiempo más, porque ahora las cosas empezaran a complicarse un poco. Besitos.

Sumire-Chan: Ups... estaba meditando en un papel para Megumi y seguro que se lo daré en los próximos capítulos. Sobre Sanosuke... bueno, acá quería realzar a Misao, asi que lo saqué un momento de la historia. Espero que a esta fecha tu amor haya regresado, porque supongo que el viaje no era muy argo, ¿verdad? Sobre la edad de Kaoru, tiene doce años y Kenshin quince, Sanosuke diecisiete y Yahiko quince también. Misao dieciocho y si no me equivoco, Aoshi debiera estar entre los veintiséis y veintiocho. Un besote y una brazo fuerte.

Mikomi Shinomori.: Hola, amiga!! Sep, Kenshin es un dulce aunque un poco inútil a la hora de agarrarse a combos con alguien... pero estoy segura de que va a superar eso a lo largo del fic y se convertirá en el caballero andante con el que sueña Kaoru. Sobre Tenshi... él está muy muertito, pero como era buena persona, le dejaron ayudar a quien él escogiera durante seis meses y bueno, escogió a Misao y a Kenshin y sólo ellos pueden verlo. Lamento tanto haberme demorado en actualizar, pero ahora parece que soy más constante.

Chao, un besote.

Makimashi Misao (F.D.S.S: Bueno... si tu amor se enamora de ti como mujer... y luego te busca como loco... y de pronto se da cuenta de que estuviste siempre al lado de él... huyyyy, que Dios te pille confesada, Misao. Es todo lo que puedo decir, asi que será mejor empezar a hacer méritos. Más aun porque Misao guarda un secreto que será develado en los capítulos siguientes. Un abrazo.-