Ya lo saben, ¿verdad? Rurouni Kenshin ni sus personajes me pertenecen, aunque esta historia realmente no tiene nada que ver con la serie, pero al menos saben como imaginarse físicamente a los personajes, ¿no?

Misao, una chica en apuros

Acto 9

Tú.

-----------------

Misao se dirigió a la puerta trasera de la casa para dirigirse a la cochera y esperar a Aoshi con el auto preparado. Sin embargo no fue necesario que ella encendiera el auto. Simplemente el auto no estaba.

Regresó a la casa con el corazón en el suelo y sobre la mesita de la cocina encontró una nota con su nombre.

"Misao

He tenido que salir de urgencia a atender un asunto personal y de paso realizaré las diligencias de hoy. Tómate el día libre.

Aoshi."

A Misao se le nubló la vista por las lágrimas.

Era la primera vez que Aoshi le dejaba una nota. Generalmente le hablaba personalmente o por teléfono ante los cambios de planes. Era evidente que no quería tener contacto alguno con ella… es decir, con "él".

Se guardó la nota en el bolsillo de la chaqueta y meditó en la hora. Bien podría desvestirse y dormir un rato más. A pesar del sol que había salido y que hacía brillar intensamente la nieve, hacía mucho frío y la cama era sin duda el mejor lugar para estar en un día asi.

Pero pronto desechó la idea. Estaba frustrada y por ende, enojadísima con Aoshi.

Seguramente un buen tutor, ante una escena similar de su protegido, se detendría a conversar con él. Le parecía que Aoshi estaba rehuyéndolo y no le gustaba esa actitud. Quizá Aoshi era un homo fóbico y por eso no quería ni verle otra vez.

Una solitaria lágrima se deslizó por la mejilla de Misao. Ella y su estúpido empeño en parecer un chico… había sido realmente innecesario. Todo desde su llegada había sido innecesario, partiendo desde su llegada misma. Quizá lo mejor sería regresar a su pueblo, levantar como sea el taller mecánico de su padre y empezar de nuevo con Kenshin, que era lo que tendría que haber hecho desde el comienzo. Estaba segura de que los antiguos amigos de su padre le ayudarían en su empresa.

Se preparó una taza de café caliente y se dirigió con el cálido recipiente entre las manos hacia la cochera. Se apoyó en el auto de la madre de Aoshi y paseó su vista por el lugar, pensando que en esta ciudad Kenshin se veía muy cómodo. Tenía amigos y le iba estupendamente en la escuela. Sin duda el chico estaba destinado a grandes cosas. Ella no podía llevárselo de allí y desaprovechar el respaldo que Aoshi le daba a su hermano solo porque ella no había hecho las cosas bien. Ella era la hermana mayor y su deber era proteger a Kenshin aún a costa de su orgullo.

Quizá si ella simulaba un accidente y se moría… y luego hacía aparecer a Misato… entonces Aoshi se enamoraría de ella. Eso estaba seguro. Y se olvidarían de Misao el chico. Misao bien podía acostumbrarse a que la llamaran Misato todo el tiempo… solo una letra hacía la diferencia…

Misao sonrió ante el montón de estupideces que se le ocurrían para justificar su engaño. Empezando a verle el lado simpático al asunto, encontró que como chico lo había pasado bien junto a Aoshi y que después de todo no había sido tan malo. Además, ella siempre había demostrado como persona buena disposición a trabajar y Aoshi le había dicho en muchas ocasiones que era su hombre de confianza. Al confesarle que ella era una chica, seguro que Aoshi no se enfadaría tanto. Bueno, si se enfadaría si descubría que ella era Misato…

La vista de la aproblemada chica se topó en su paseo visual con dos mantas cubiertas de polvo sobre algo grande. Misao decidió olvidarse momentáneamente de los problemas que tenía y se dispuso a investigar. Dejando su taza de café sobre el capó del auto, descubrió un par de bellísimas motos bajo la lona.

Eran un sueño… ambas eran de color negro, con sus manubrios cromados, asi como los tubos de escape y otros elementos… Misao supo enseguida que pertenecían a los hermanos Shinomori. Notó que tenían inscritas cada una un nombre. Tomó la que correspondía a Aoshi. Enseguida Tenshi apareció ante ella.

-Las compramos cuando teníamos dieciocho años… eran nuestros tesoros y tratábamos de cuidarlas mucho. Nos pasábamos las tardes de los fines de semana arreglando piezas y poniéndolas a punto para alcanzar las mejores velocidades.- le dijo el fantasma con una sonrisa.

-Son bellísimas… y su aspecto es increíble… - dijo la joven fascinada con los artefactos.

-Salíamos mucho en ellas, juntos a todas partes. Incluso, aunque no lo creas, competíamos en ellas contra nuestros amigos. Pero hace dos años la mía se descompuso y poco después la de Aoshi. Entonces él ya trabajaba en demasía levantando su empresa publicitaria, asi que no tuvimos tiempo de arreglarlas. Posteriormente con lo de mi enfermedad no nos percatamos de que seguían aquí.- concluyó Tenshi sentándose en la suya.

-¿Asi que ustedes competían? No me puedo imaginar a Aoshi en moto a cien por hora. Siempre se ve tan serio… tan compuesto… - argumentó Misao empezando a examinar el motor de la moto de Aoshi sin darse cuenta.

-Claro que no te lo puedes imaginar a cien kilómetros por hora, porque Aoshi era un temerario y corría a ciento veinte cuando podía. Decía que era genial sentir el viento en la cara.-

Misao notó un raspón feo en el costado de la moto de Aoshi que aún no había examinado. Notó también que estaba destrozada parte de ella. Miró a Tenshi buscando respuestas.

-Oh… bueno… eso… es parte de un recuerdo doloroso al menos para Aoshi. No es que no lo sea para mí, pero como estoy muerto por lo general mi sentimiento es bastante pacífico sobre lo que me rodea. - Tenshi se dio un golpecito en la cabeza al comprender que se desviaba del tema.- Lo que sucede es que cuando mi moto se descompuso, le pedí la suya a Aoshi para ir a buscar a mi novia de entonces. Ese día sentí un mareo intenso y perdí el control de la motocicleta, cayéndome y azotándome la cabeza contra el pavimento. Iba a velocidad baja, afortunadamente, o me habría muerto allí mismo, porque yo iba sin casco.-

-Tenshi… -

-Sí, si, sé que fue un descuido tonto de mi parte… terminé con un "TEC" cerrado en el hospital y un hombro luxado. No fue mucho en realidad, pero ahí se descubrió que tenía algo extraño en mi cabeza… -

Misao recordó que Tenshi había muerto de un tumor cerebral inextirpable.

-Aoshi siempre relacionó mi tumor con el accidente. Sin embargo el mareo que yo sentí lo provocó ese tumor que ya estaba instalado en mí desde antes. Estaba en una zona complicadísima para operar y en cierta forma extendido, por eso solo pude tener acceso a medicamentos que atenuaron los síntomas. Hubo una época en que el tumor dejó de crecer, pero finalmente recobró y bueno… aquí estoy, con mi aureolita en la cabeza. Y bueno, Aoshi sin montarse nunca más en una moto, lo que es una lástima, porque le gustaba mucho pasear en ella y porque a veces me da la impresión de que intenta olvidar que yo existí… no se mira al espejo, no ve nuestras motos ni entra al que fue mi cuarto. Me recuerda con mucha tristeza… e intenta huir de lo que ello representa. Mi madre en cambio quizá no lo mencione mucho ni llore a menudo, pero al menos ella ha estado en mi habitación, toma mis cosas y una vez hasta se colocó encima un abrigo mío. Y sonreía y hablaba con mi retrato, preguntándole a mi imagen si yo recordaba cuando era un niño y me relataba todas esas cosas que las madres saben de sus hijitos. Gracias a ella, y gracias a mi padre y mi hermana que hablan mucho sobre mí es que estoy tan bien en este momento… pero Aoshi… bueno… no sé qué pasa con él.

-Mmmmhhh… ya veo… - dijo Misao, asombrada ante lo que le contaba Tenshi. – Oye, Tenshi, y tú ¿puedes ver a mi papá?-

Tenshi sonrió.

-Claro que sí, pequeña. Está muy bien porque Kenshin y tú lo recuerdan con cariño. Tu padre morirá por completo cuando nadie esté recordándolo, es decir, quizá cuando tú y Kenshin mueran o cuando lo olviden del todo. Era un hombre especial, por lo que se ve. Pero más no te puedo decir, porque esas son cosas confidenciales de este mundo en el que me muevo. Y ahora, regresando al mundo en el que tú te mueves, veo que han surgido inconvenientes con Aoshi.-

Misao empezó a examinar la moto de Tenshi esta vez. No pudo soportar la tentación de intentar arreglarla y Tenshi le dio su consentimiento moviendo la cabeza aprobatoriamente para ella.

-Así es, amigo… me dejó una nota en la que me daba el día libre porque él prescindía de mis servicios de chofer, aunque creo que ha sido mejor, porque podría dedicarme a reparar esta belleza de moto. Pero antes de que me mires raro, te digo que he dicho que hoy hablaré con Aoshi, y así tenga que esperarlo despierta toda la noche, lo haré. Créeme. Tu hermano no escapará.-

-----------------

Aoshi estaba aburrido de darle tantas vueltas al asunto. Se había levantado a propósito mucho antes que Misao despertara. Pensó en decirle personalmente que tenía que salir. Hasta ingresó a su cuarto mientras dormía. Y tuvo que salir antes de hacer alguna tontería.

Misao dormía sobre su espalda, con un gorro blanco de dormir y con una mano fuera de las mantas, las mejillas arreboladas y los labios hinchados entreabiertos. Se arrepintió de haberlo golpeado la noche anterior, porque había estropeado su rostro y no se podía apreciar en su esplendor.

Se le ocurrió pensar que si Misao quisiera hacerse pasar por una chica, sin duda no tendría inconvenientes. Aunque era común de algunos jóvenes que él conocía parecer mujer por sus facciones afeminadas, nunca se los había imaginado como chica como a Misao. Lo que era una verdadera lástima, porque él no se sentiría tan mal por… por…

En ese momento Aoshi se tomó la cabeza y salió de la habitación.

Aoshi escribió muchas notas para Misao explicando su repentina salida, sentado en la cocina. Pero todas salían demasiado largas y evidentes. Al final dio con un par de frases escuetas y se fue tan tranquilo. Nunca existió tal emergencia que le obligara a salir, salvo el latir alocado de su propio corazón y sus deseos de que lo que le sucedía no fuera real. Pero lo era…

Terminó desayunando en algún restorancillo algo de café y tostadas, leyendo el diario y distrayendo su mente.

¿Dónde había quedado la época en que Tenshi y él tenían muchas novias? Antes Aoshi nunca se había sentido así con nadie. Lo peor es que de pronto descubría que sus sentimientos eran muy intensos con respecto a Misao… sentimientos totalmente diferentes a los que había sentido con chicas.

Aoshi se descubrió ruborizado y tomándose el café amargo de un sorbo, pidió otro y planificó irse a la oficina a trabajar como esclavo.

---------------

Kaoru decidió visitar a su amigo Kenshin y de paso ver a Misao. El padre de Kaoru le dio permiso y la niña pensó que a él también le vendría bien un paseo. Kojiro no tuvo problemas en ello y abrigándose mucho, dejó que su hija condujera la silla de ruedas hacia la residencia Shinomori. Él era amigo de la señora Shinomori y ella lo recibió con entusiasmo, invitándolo a la cochera de la casa.

Le explicó que en la mañana el chico Misao le llevó el desayuno y le pidió de favor, permiso para reparar la moto de Tenshi, que descubrió al tropezar con ella en la cochera (explicando así lo inflamado de su labio). La madre no tuvo inconvenientes, porque le comentó que a ella le gustaba mucho ver a sus hijos competir en carreras de motos y que eran de los mejores y que si él era capaz de reparar el vehículo, se lo regalaba. Que le agradaba ver que "él" ponía interés en los recuerdos de Tenshi. Kenshin pronto se le unió a su hermano como ayudante, aunque de momento sólo podía pasarle las herramientas que Misao le pedía, pues seguía enyesado. Tenían también una estufa que les daba calor y mantenían un clima agradable recordando las hazañas de los chicos Shinomori sobre esas motos y lo mucho que le gustaba a la señora verlos repararlas.

Misao descubrió que la madre de Aoshi no era una mujer dura como pensó antes. Simplemente no hablaba de su hijo porque Aoshi le rehuía. Y no tenía con quien más hablar de él, salvo con la nana que ahora estaba de vacaciones en el otro lado del país visitando familiares.

El señor Kojiro aportó con anécdotas divertidas sobre Tenshi y el ambiente se llenó de risas y expectación ante lo que pudiera pasar con la reparación de la moto. Kaoru observaba fascinada a Misao, con sus manos negras de grasa, el overol azul algo manchado y esa expresión de "yo puedo reparar esto" que le gustó mucho. A veces Misao hacía un comentario gracioso sobre lo que sucedía mientras reparaba el motor y Kenshin se ofrecía a servir café y pasteles. A pesar de estar todos en la cochera, la pasaron muy bien esa tarde.

Finalmente Misao, después de dos intentos fallidos, hizo que la moto encendiera. Afinando el oído para escuchar con detenimiento, identificó la causa del problema. Tenshi, de brazos cruzados, sentado sobre el capó del auto, sonreía ante lo que pasaba y observaba expectante como todos.

-Vamos a probar si se mueve.- dijo Misao limpiándose las manos con un "guaipe" (restos de fibra de algodón que sirven para quitar el exceso de grasa o encerar muebles artesanalmente) y vertiendo un poco más de combustible en el depósito del vehículo. La señora Shinomori se levantó de su asiento y Kaoru movió la silla de su padre en tanto Kenshin abría la puerta de la cochera para permitir el paso de Misao.

Misao se instaló en la moto, notando los ojos brillantes de Kaoru sobre su persona, alertándola de que tendría que hablar con ella sobre su verdadera identidad. Kenshin se iba a subir también, pero decidió cederle el puesto a su amigo Tenshi que, aunque nadie pudo verlo, pasó a sentarse tras Misao, enlazando los dedos sobre el estómago de la chica.

La joven trató de encender la motocicleta. Al principio le costó un poco, pero enseguida encendió con algo de estruendo. Entonces, el sonido se volvió más suave y dejó que el motor calentara un poco antes de intentar hacerla partir, disfrutando de su ronroneo ideal. Y cuando sintió que ya era el momento, aceleró y la moto empezó a moverse.

Kenshin y Kaoru empezaron a saltar y a vitorear a Misao, en tanto la señora Shinomori aplaudía emocionada junto a don Kojiro. Misao avanzó hacia la esquina y allí dio la media vuelta, emprendiendo el regreso hacia la casa. Sintió un beso suave posarse en sus mejillas. Tenshi también estaba feliz.

----------------------

Aoshi decidió regresar a casa cerca de las seis de la tarde. Tenía que afrontar el hecho de que le gustaba Misao mucho más que como un simple chofer, hermano o amigo. Y además, porque había adelantado esa tarde trabajo como para cuatro días más y si seguía así, no tendría con qué distraerse en los días siguientes.

Esperaba a que el semáforo diera luz verde para avanzar cuando notó en la calle algo que llamó su atención. Una moto idéntica a la de su hermano y suya estaba detenida frente a una tienda de cómics. Recordó que en las cercanías de ese lugar, días atrás, le habían dado una paliza a Kenshin…

Vio salir a la niña Kamiya de la tienda, apretando emocionada una bolsa contra su pecho. Más atrás, salía… ¿Misao, portando dos cascos?

El chico le pasó un casco a la niña y notó como él mismo se encargaba de ajustárselo bien para que no se le cayera. Enseguida se montaron en la moto y se pusieron en marcha. Notó como Kaoru se abrazaba a la espalda salvadora de Misao y éste le sonreía con afecto. Pronto partió en la motocicleta.

Aoshi de pronto vio todo rojo… sentía verdaderos deseos de matar a Misao, si bien también de eliminar a esa chica Kamiya por… por… intentó tranquilizar el latir de su corazón diciéndose que estaba furioso porque montaban la moto de Tenshi, cuando la verdad es que estaba ultra celoso al pensar de que tal vez él se había imaginado que Misao estaba enamorado de él y en verdad a Misao le agradaba más Kaoru a pesar de ser sólo una niña. Controlándose a duras penas, siguió la moto. Sólo el cielo sabe qué cosas pasaron por la mente de ese hombre antes que algo de racionalidad tomara el control de sus pensamientos.

Misao dejó a Kaoru en la puerta de su casa. La niña bajó de la moto y se volvió hacia ella.

-Gracias por llevarme, Misao.-

Misao sonrió.

-No, Kaoru… gracias a ti, por comprenderme. Oye, dile a Kenshin que no llegue demasiado tarde a casa y dile a la señora Shinomori que me llame para venir a buscarlos si es que aún no he venido. Dejaré lavando mi ropa mientras y ordenaré la cochera antes de que regrese el señor Aoshi.-

-Si, Misao.- Kaoru se acercó para besarla en la mejilla. Antes de irse, le comentó.- Eres estupenda, Misao. Ya quisiera ser una chica como tú al crecer. Asi de cool.-

Misao, aliviada, se despidió de Kaoru y se dirigió a lavar su ropa tranquilamente y a realizar otras labores.

Aoshi en tanto pisó el acelerador y llegó antes que Misao a la casa, pensando en que si existía algo entre la mocosa y Misao. Pero… al demonio… Misao era un chico… eso era lo normal. Lo anormal era lo que le pasaba a él con Misao...

Sintiéndose como un estúpido por pensar solo estupideces, aparcó su auto frente a la casa mientras la puerta automática de la cochera y la del antejardín se abrían para permitirle el acceso de su auto. En eso escuchó el sonido de la moto y observó como Misao se detenía frente a su auto. Y se bajaba de ella, acercándose a él. La puerta de la cochera se cerraba tras ellos.

Tenshi apareció ante Misao, guiñándole un ojo.

-Vamos, pequeña… las condiciones están dadas para que hables con él.-

Misao sonriendo se confió. Se quitó el casco y se acercó a Aoshi que muy tieso, miraba hacia el frente aún sentado en su auto, sin ganas de salir.

-Sé valiente.- le repitió Tenshi a la joven que se acobardaba un tanto ante esa indiferencia de Aoshi.

La joven golpeó a la ventanilla con los nudillos. Este le dirigió una mirada despectiva y bajó el vidrio.

-No vuelvas a tocar la moto de mi hermano- dijo el hombre con una voz que ni él se reconoció. Misao miró a Tenshi y éste le dijo que siguiera con el plan original.

-Está bien… no la montaré más, pero… señor Aoshi, tengo algo que hablar con usted.- dijo Misao aunque deseaba dar la media vuelta y salir corriendo como era su idea ante aquella mirada acerada.

-No me interesa hablar contigo, Misao. Estoy cansado y deseo dormir.-

Misao no había estado reuniendo valor todo ese día para aceptar una respuesta así. Asi que no se movió un ápice de su puesto.

-Es algo necesario lo que he de decirle, señor Aoshi. Muy importante. Por favor, escúcheme.-

-Te he dicho que… - replicó el hombre saliendo de su auto. Necesitaba dominar a Misao con su impresionante estatura para callarlo. Y dirigirse al interior de la casa.

-¡Usted siempre tiene algo que hacer cuando yo he querido hablarle! No me presta atención y es mi tutor. ¡Se supone que debe tener tiempo para mí!-

Misao se estaba enfadando en serio con el cabezota de Aoshi. Y no se amedrentaba con el metro ochenta y tanto del hombre contra su metro cincuenta de estatura. Ella alzaba la barbilla hacia él y Aoshi descubría el intenso brillo de esa mirada que se le parecía mucho a otra… pero ahora o estaba para resolver misterios.

-¡Escúchame, Misao!... no soy tu tutor. Soy el hombre que te da trabajo y te mantiene en su casa. Nada más. No soy tu hermano ni tu amigo, ¡No tengo por qué escuchar tus palabras!-

A Misao le hervía la sangre ante esas palabras…

-Por lo menos- prosiguió Aoshi.- si te tengo conmigo es porque mi hermano me lo pidió. Tú no me interesas en lo absoluto, asi que déjame en paz y búscate alguien con quien hablar tus asuntos. ¡Ayer tú mismo me excluiste de lo de tu madre, dejando en claro que nuestra relación es asi!- arremetió él entrando a la cocina.

-¡Pues al diablo contigo! Nadie te pidió asesoría ni protección y tienes razón. No tienes por qué mantenernos ni a mí ni a mi hermano. No te lo pedimos y si esa es tu posición ante nosotros, ¡pues púdrete! ¡Mañana nos vamos y te dejamos tranquilo!- dijo Misao siguiéndolo.

-¡Bien! Hagan lo que quieran- rugió Aoshi, fuera de sí. Sentía la sangre en sus venas como lava ardiente y Tenshi le sugirió a Misao retroceder y volver en otro momento. Algo le pasaba a su hermano que él no lograba comprender del todo… nunca lo había visto así y tal vez lo mejor era dejarlo solo. Pero Misao estaba hasta la coronilla de Aoshi y muy dolida con lo que él le había dicho.

-¡Bien!- terminó de explotar Misao, pasando enfrente de Aoshi. Subió las escaleras de dos en dos y entrando en su habitación sacó la ropa del closet y de otros muebles y empezó a meterla en las maletas con las que llegó.

Aoshi pronto le siguió y se quedó atónito al ver la decisión sincera de Misao. Esta levantó la vista, sorprendiéndolo.- ¡No te preocupes, no me voy a llevar nada, ni las toallas ni el juego de plata ni ninguna otra cosa de tu casa. Y si tienes suerte, esta noche dormiré en mi propia casa ¡de la que nunca tuve que haber salido!-

Aoshi se sintió muy mal por lo que pasaba. Realmente él no había querido decir esas cosas. Iba a abrir la boca para disculparse cuando notó una tela color violeta que sobresalía de entre una camisa de Misao. Se acercó a ella y tirándola, descubrió el maravilloso vestido que portara Misato noches atrás en la fiesta de Noche Buena de su empresa.

-¡¿Que es esto?!-

-Tú mismo dijiste que mi vida no es de tu incumbencia. – Misao le arrebató el vestido y metiéndolo junto a su ropa cerró la primera maleta. La puso en el suelo y empezó con la segunda. Pero Aoshi abrió la maleta y empezó a vaciarla allí mismo. Notó una bufanda verde… sintió el aroma del perfume de Misato esparcirse por el lugar y descubrió ropa femenina. Misao lo miró enfurecida. -¡Deja eso!-

-¡Tienes que explicarme qué hace esta ropa aquí!- empezó Aoshi.- Esta ropa es de Misato.

-¡Claro que es de Misato, gran imbécil, y está aquí porque Misato… ¡¡Porque Misato duerme aquí por las noches!!- dijo Misao sonriendo e indicando su propio lecho. Le importaba un bledo lo que Aoshi pensara de eso. Ella en cierta forma le estaba diciendo la verdad, consciente de que él estaba entendiendo una cosa absolutamente distinta.

El golpe que recibió en la cara dejó a Misao atontada momentáneamente. Pero se repuso enseguida. No se atemorizó ante Aoshi, sino que se abalanzó sobre él, alcanzándolo a la altura de la cintura y logrando que perdiera el equilibrio. Cayó sobre él pero Aoshi torció la cintura y logró que Misao cayera al suelo también, aunque lo hizo hacia el pasillo, dado que la puerta se encontraba abierta y estaba cerca de ella. El hombre enseguida se incorporó, pero Misao, que tenía experiencia de sobra defendiéndose de indeseables en la escuela, desde su posición caída enredó sus piernas en las de Aoshi y logró derribarlo nuevamente. Aoshi también cayó hacia el pasillo.

-¡Miserable!... ¡No solo te apropias de la moto de mi hermano, si no que también de Misato!-

A Misao se le hizo raro que él ahora mencionara la moto de Tenshi… pero le restó importancia. El fantasma miraba la escena y no sabía como detener esa pelea.

-¡¡La moto me la regaló tu madre, y sobre Misato, siempre me ha pertenecido!!.- logró decir la joven al tiempo que ladeaba la cabeza, logrando que Aoshi golpeara con el puño al suelo. El hombre se había incorporado sobre Misao y trató de agredirle… pero Misao se contorsionaba de manera increíble y ninguno de los intentos de Aoshi por inmovilizarlo daba resultado con él. Finalmente Aoshi se puso en pie y tomó a Misao por el cuello de su abrigo. Ella se encontró lanzando patadas al aire mientras Aoshi se burlaba con suficiencia de "él", asi que Misao se movió dentro de su prenda de vestir, saliendo de ella. Desgraciadamente una patada la alcanzó en el estómago mientras se deslizaba hacia abajo y fue a caer dos metros más allá, casi al lado de la escalera. Aoshi quedó con el abrigo en la mano y lanzándolo lejos, caminó hacia Misao que se limpiaba la boca sangrante.

Misao estaba consciente de que no era contrincante para Aoshi, pero al menos podía ganar espacio para entrar a su habitación y cerrar la puerta e intentar calmarlo desde allí. Ya se le ocurriría como.

Misao no se encogió como él esperaba ni pedía clemencia. Lo enfrentó nuevamente con la mirada y se levantaba. Su gorra de lanilla negra no pudo mantenerse en su sitio con tanto zarandeo y la trenza dentro de ella cayó libre cuando Misao se levantó, preparándose a pelear nuevamente. Se lanzó contra Aoshi y saltando, logró darle una patada en el pecho, haciéndolo retroceder tres pasos. Él no se volvió a mover hacia Misao, porque miraba con asombro el gorro en el suelo…

-¡Siempre estás tan centrado en ti mismo, no te importan los demás! No prestas atención a tu madre siquiera… ella necesita hablar más contigo y tú cobardemente te encierras en tu despacho todos los días.- le dijo la chica cuando Aoshi intentaba tomar aire y se tocaba el pecho lastimado.- Yo he querido decirte algo hace mucho tiempo ¡Y tú me miras como si yo no valiera nada!-

Pero Aoshi apenas escuchaba a Misao. De dos zancadas alcanzó su trenza y la jaló hacia él.

-¡Qué significa esto!- demandó saber Aoshi… él siempre pensó que el cabello de Misao sería rojizo como el de Kenshin. Y era tan largo como…

Misao sintió que ya no podía con las lágrimas, pero trató de contenerlas un poco más.

-¿Qué crees tú que significa, gran imbécil? Si me hubieras prestado más atención, ya lo hubieras descubierto.

Aoshi clavó su vista en la camisa de franela de Misao. Hizo volar los botones cuando la abrió de un tirón y se encontró con una camisa blanca de algodón bajo la que se notaba algo poco usual en un chico tan delgado como Misao… intentó deslizar las manos bajo la prenda para quitarla, cuando un golpe en la boca lo dejó atontado y escupiendo sangre.

-¡Deja tus condenadas manos quietas!- demandó Misao, pero Aoshi estaba decidido a descubrir con su vista lo que se le ocultaba. Tomó una de las solapas de la camisa para abrirla del mismo modo que la anterior, solo que una de las manos de Misao se cerró en torno a su muñeca. Fue cuando Aoshi jaló la prenda nuevamente, aunque Misao forcejeaba por detenerlo.

Entonces Misao pisó su gorra en el suelo y al tratar de mover el pie para equilibrarse con los zarandeos de Aoshi, no pudo hacerlo libremente. Y al lograr que él la soltara, de pronto Misao se encontró agitando las manos en el aire y cayendo hacia atrás… por las escaleras… al tiempo que el espejo en la habitación de Aoshi caía al suelo para convertirse en añicos, rasgando la tela negra que lo cubría.

--------------------

Aoshi se puso lívido cuando notó que Misao no abría los ojos. No se explicaba como su furia lo había llevado tan lejos y sentía una rabia contra él mismo que antes no había sentido.

Misao era una mujer, eso era evidente. Antes de que ella cayera se logró abrir su camisa. Aoshi advirtió la tela en torno a los senos de Misao, comprimiéndolos. No necesitaba quitarla para saber lo que había bajo ella.

De pronto todo se aclaró en su mente… Misao… Misato… la chica que saltó sobre él el día en que llegaron los hermanos Makimashi… el hecho de que Misao era una mujer… una mujer… no un chico… él no era homosexual… ¡no señor!... y ahora se sentía más estúpido y cretino que nunca.

Pero, en ese momento no pensaba en las ventajas de Misao chica. Sólo pensaba en que ella no abría los ojos.

Misao despertó y clavó su mirada verde en la de Aoshi. No recordaba lo que había sucedido y sus ojos miraban a Aoshi con interés y algo más especial en ellos. Trató de incorporarse, pero él no la dejó.

Misao entonces sintió frío en el pecho y descubrió que sus camisas estaban abiertas. Se sentó a pesar de las protestas de Aoshi y recordó lo sucedido.

-No me he roto ningún hueso, Aoshi, estoy bien.- atinó a decir la joven. No sabía que pensar de los últimos minutos, pero no quería ver el rostro de aquél hombre. Se puso en pie y trató de desasirse de él cuando Aoshi la ayudó a mantener el equilibrio.

Aoshi no dijo nada. La tomó en sus brazos para llevarla a recostarse mientras llamaba al médico. El cuarto de Misao estaba hecho un desastre con ropa por todos lados, por lo que la llevó al propio. Como riéndose de él, el vestido violeta estaba extendido sobre la cama de la joven.

Aoshi observó su espejo roto en el suelo y recordó que lo escuchó romperse. Pensó de pronto en Tenshi… y supo que su hermano estaría decepcionado de él, que debía cuidar de Misao y que en cambio… ¡Por Dios!... ¡la había golpeado y luego causado en parte que cayera por la escalera!

Aoshi no podía con tanta vergüenza. Sentía que había decepcionado a su hermano… pensó de pronto en Kenshin… ¡Qué le diría cuando llegara y se encontrara a Misao en ese estado! Misao se ponía el pijama que él le había traído desde su habitación y se metía entre las sábanas azules de la cama de Aoshi cuando él llamaba al médico.

-Dile a tu médico que no venga. No es necesario.- dijo Misao a Aoshi quien trataba de comunicarse nuevamente con el doctor a su teléfono móvil.

-Te caíste por la escalera. Debe examinarte.-

-Pero no me golpeé en la cabeza. Supongo que perdí el conocimiento por la impresión de caer, porque la cabeza no me duele.-

-De todas maderas debe examinarte.-

-¿Es que acaso no lo entiendes, Aoshi? ¿Cómo le explicarás a tu médico los golpes que tengo en mi cuerpo? ¿Y en mi cara? Al médico no podrás convencerlo de que me los hice al caer por la escalera… y aunque en mi opinión mereces pasar una temporada en la cárcel por ser tan imbécil, me basta con recuperarme y largarme de aquí. Y puedes palpar tú mismo toda mi cabeza… no tengo ningún chichón porque no me la golpeé.-

Las palabras de Misao cayeron como un balde de agua fría en Aoshi. Ella tenía razón, tenía toda la razón, maldita sea. Él nada dijo. Simplemente colgó el teléfono y se la quedó mirando.

-Ni se te ocurra salir de esta habitación antes que yo regrese. Tenemos asuntos pendientes-

El hombre salió dando enormes zancadas. Necesitaba urgentemente tomar aire, aclarar en lo posible su mente y deshacerse de la idea de ahorcar a Misao por tratarlo y engañarlo como a un imbécil. Así se encontró de pronto caminando y dando la vuelta a la manzana rodeado de nieve.

De pronto el mundo de Aoshi estaba tan revuelto como la habitación de Misao...

El problema era que la había golpeado, en dos ocasiones. Se tocó el propio labio figurado, cortesía de Misao y pensó que después de todo, ella también le había hecho bastante daño. Aún así, la había maltratado y eso era de hombres ruines.

Aunque… pensándolo mejor, a él se le podía disculpar porque siempre veía a Misao como un joven. No lo había hecho con tan mala intención… bueno… sep, porque estaba celoso… uufff… esperaba que nunca nadie se enterara de esos pensamientos tan poco racionales.

Y lo mejor es que si Misao era una mujer, él podía estar con ella. Quizá no todo era tan malo.

Porque entre Misao y Misato, sin duda que Misao le causaba más cosas, más emociones y era libre de explorarlos con ella. Aunque tuviera que olvidarse de Misato, otra joven bella de ojos verdes, cabello largo, tan bella… llena de orgullo y un carácter endemoniado y… y…

Y pensar que dormía en su propia casa… jeje.

Un momento...

De pronto todo encajó de manera perfecta en la mente de Aoshi quien se detuvo en seco al reparar que Misato y Misao eran la misma.

Esa maldita mocosa le había visto la cara y para colmo, lo estaba haciendo sentir el hombre más inmensamente estúpido y ridículo sobre la tierra.

Se dio la media vuelta y muchísimo más enojado que antes, regresó a su casa.

----------------

-De verdad, no sé que le ha sucedido a mi hermano, Misao. Me siento tan mal contigo. Por mi culpa todo esto ha pasado.-

Misao apretó el botón de la máquina lavadora y suspirando, subió a su habitación a poner orden seguida del fantasma.

-No te preocupes, Tenshi. Quizá yo misma me lo busqué.-

Pasó frente a un espejo y observó el nuevo gran desastre en su cara. Después de aplicarse hielo en una mejilla lastimada, decidió maquillarse un poco para disimular el moretón.

Tenía algunos cosméticos que le había regalado su padre y que aún estaban buenos. Se puso algo de "base de maquillaje" y luego se aplicó brillo en los labios. Ya no tenía caso seguir usando gorras ni trenzas, asi que se deshizo el peinado y cepilló su cabello con cuidado, para tomarlo en una coleta baja. Enseguida empezó a acomodar su ropa en el clóset, con la idea de despejar su cama para dormir. Ya al día siguiente se marcharía después de hablarlo con Kenshin.

Seguramente Kenshin y la señora Shinomori llamarían pronto para que ella los pasara a buscar. Se quitó el pijama y se colocó una falda larga, una blusa y un sweater además de su abrigo. Y se calzó un par de botas. En eso sintió la puerta cerrarse con estruendo y se asomó al pasillo a investigar.

De inmediato descubrió a Aoshi frente a ella. Sus ojos ya no eran hielo, sino fuego puro. Venía furioso por algo.

-Maldito sea por no darme cuenta antes de quien eras, Misato.- dijo, tomándola de un brazo.- ¡¡¡Además, te dije que no salieras de mi habitación para que descansaras!!! ¡¡¡ Por qué demonios no puedes hacerme juicio aunque sea una vez!!!-

Misao le dirigió una mirada inteligente antes de decir con una voz dulce y calmada:

-¿Espera que le haga caso a alguien que está gritando como un loco?-

-¡No entiendo como he podido ser tan imbécil, Misato!-

-La conciencia crítica es una virtud, señor Aoshi.-

Aoshi la miró con los ojos inyectados en sangre y vio con asombro que ella, lejos de estar asustada, le sonreía. Esto lo avergonzó más, debido a que él estaba casi fuera de si.

-Por lo demás, mi nombre es "Misao". No Misato. Misao Makimashi.-

-Es decir que yo además… ¡¿Te he besado?!- esto se ponía peor… un tutor no debía involucrarse con sus protegidos…

-Por cierto, señor Aoshi, lo hace bastante bien.-

-Esto no puede ser… -

-Vaya que lo ha sido. Y le recuerdo que yo no quería.-

Aoshi se llevó las manos al rostro para tratar de ocultarlo de Misao. Estaba rojísimo como la grana, como los tomates, como el cabello de Kenshin. Recordaba muy bien todo lo que había sucedido entre ellos. Como siempre él se veía desesperado rogando o robando un par de besos.

¡Lógico! Sólo Misao causaba esas reacciones tan infantiles en él.

El teléfono sonó y Misao se dirigió a contestar. Fue cuando Aoshi reparó en que ya no estaba vestida de "chico".

-Voy de inmediato, hermano.-

Aoshi de inmediato la alcanzó cuando estaba dirigiéndose a la cochera.

-¿A dónde vas?-

-A buscar a su madre y a Kenshin. Hemos quedado en que los traería de casa de Kaoru. Los señores Kamiya les invitaron a tomar algo de té y pasteles. Yo me vine antes.-

-De aquí no sales. Y ni te atrevas a subirte en mi auto. Iré yo a buscar a mi madre y a explicarle lo que ha sucedido.-

Misao no intentó protestar. Sólo se quedó de pie ante él, sin decir palabra. Aoshi, que no se esperaba esa repentina sumisión, pronto se encontró mirándola embobado. Era endemoniadamente bonita. Su brillo labial no pasó desapercibido para él y admiró el realce que daba a su boca llena.

Le tomó el rostro entre sus manos y la besó con cuidado. Misao no lo rehuyó y cuando él intensificó la pasión en su beso, Misao le dio el anhelado acceso a su boca y hasta le devolvió caricia por caricia. Aoshi soltó su rostro para tomarla de la cintura y acercarla más a él. Realmente no importaba que lo hubiera engañado, que no se hubiera mostrado tal cual era. Que fuera una joven a la que tuviera que cuidar… no importaba. Sólo estaba conciente de que finalmente una búsqueda en su existencia había llegado a su fin junto a Msao.

-¡Ay!-

Misao se quejó y Aoshi recordó que ella había rodado por las escaleras. Y ahora él la abrazaba tan fuerte que sin duda la estaba lastimando.

-Misao… yo… yo lo siento. –Movió la cabeza, confundido, decidiendo si largarse de allí a buscar a su madre o quedarse con Misao solos en la casa. Podría sugerirle a su madre que pasara la noche en la casa Kamiya. Sonrió interiormente al notar nuevamente como lo afectaba esa mujer. Y optó esta vez por hacer las cosas bien.- Iré a buscar a mamá y a Kenshin. Tú descansa mientras, Misao… por favor. Regresaré pronto.-

La joven estaba un tanto cansada ese día. Asintió y le pasó las llaves del coche a Aoshi. Y se dirigió al sofá cuando se quedó sola, para ver televisión. Y Tenshi le guiñaba un ojo, diciéndole que todo estaba bien.

-------------------

Fin acto 9

Enero 28, 2005

Notas de sufrida autora.

¡¡Hola!!

Me quedé sin internet hace un mes, mi computador falleció repentinamente y entre medio me fui de vacaciones.

Regresé, arreglé el pc y hube de escribir nuevamente los capítulos adeudados, porque ya de plano los anteriores se borraron y bueno… al menos mi colección de Kenshin estaba respaldada como en tres cds diferentes, asi que de eso nada se perdió.

Entonces… bueno, les prometo que no he revisado para nada mi correo, es el motivo por el que no he podido responder a sus bellos reviews en esta oportunidad. Y como el dinero escasea… uf, no puedo quedarme mucho en el ciber buscando reviews que responder.

Bueno, me ha pasado algo que no crei, después de amar y penar por Kenshin durante siete años ya a la fecha. Como he tenido más tiempo que nunca, me he puesto a ver televisión como nunca. Y he puesto atención a ese animé "Inuyasha". Es bastante bueno, eso sin duda. Lástima que quienes compraron los derechos para doblarlo estén censurando los capítulos. Se nota, porque hay escenas que empiezan a pasar muy lento y de pronto aparece Inuyasha con su espada, el malo de turno muerto, y uno preguntándose cómo lo hizo si lo único que se vio fue a Kagome hablando todo el rato. Pero como sé que Chilevisión pasará completa la serie, estos son detalles, aunque siento que es una falta de respeto a los fanáticos esto de cortarle partes (ojo, no estoy culpando a Chilevisión que solo se limita a transmitirlo. Este canal de televisión se ha preciado de no censurar la animación que emite, salvo que ya venga censurada.)

Por lo demás… me gusta bastante la serie y ya me conseguí con ayuda de mi hermano menor, cerca de 400 imágenes de los personajes. Tengo algunos bastante románticos… jejeje. Pero, a pesar de que me gusta la serie muchísimo, aún no me inspira a escribir ningún fic de él.

Bueno, ya no me extiendo más. Un besote a todos y suerte. Ya nos veremos en el próximo episodio la semana entrante.

Blankaoru.