En realidad, estoy triste.

No son mis duelos. No son familiares ni amigos míos, pero eran jóvenes.Y seguro que jóvenes buenos y responsables, porque no cualquiera hace el servicio miltar de manera voluntaria.

Yo no sé... supongo que estaban en el momento equivocado... lo cierto es que muchos jóvenes subieron a la montaña haciendo ejercicios militares. Llevaban poco más de un mes de reclutamiento y los encontró una tormenta de nieve como la de este capítulo, en medio de su camino.

Han pasado ya dos días desde entonces. Hace un frío terrible, cae nieve y no han podido rescatar los 41 cuerpos que quedan en la montaña... porque a estas alturas no se puede hablar de sobrevivientes cuando no solo no tienen comida, tampoco ropa adecuada. Cuando escribo ésto, a duras penas baja un escuadrón con13 cadáveres... es la noticia del día, la tragedia que nos conmueve a todos... por los muertos, por sus familias que no saben nada de sus hijos, primos o novios. y quizá terminen el día de mañana sin saber qué fue de ellos.

Ni siquiera nosotros siendo jóvenes tenemos la vida comprada... abracé a mis padres y pensé que era una fortuna que estuviéramos todos aquí, con mi hermanos, en el hogar cálido... se ha decretado duelo nacional por tres días... está bien.

Pensé un poco en este episodio... quizá estuve a punto de no publicarlo, pero, después de todo, es algo que entretiene y que ayuda a muchos a olvidar sus penas del día. Entonces, está bien.

Gracias por leerme.

Misao, una chica en Apuros

Acto 11

Tormenta de Nieve.


Kenshin y Kaoru se habían divertido tanto esa noche, junto a Tenshi aunque sin saberlo, que ninguno de los tres se dio cuenta de la tempestad que se desataba afuera.

La nieve caía suave, pero continuamente sobre la ciudad de Kyoto, anticipando un blanquísimo y muy helado Año Nuevo.

Pero, lo cierto es que fue uno de esos frentes de mal tiempo que aparecen de pronto, de esos que las oficinas meteorológicas no detectan a tiempo, por lo que a la población no se le dio aviso. De lo contrario, seguramente los padres de Kaoru se hubieran quedado en su casa con su hija mayor, o bien Aoshi hubiera postergado su cena con Misao en las afueras, y se habría conformado con comer una pizza envueltos en el calor del hogar e iluminados por la luz del árbol navideño junto a su madre y amigos.

Como sea, ya nada se podía hacer y nada que detuviera la caída y acumulación de nieve en las calles. Y nada podrían haber hecho para haber evitado lo que vino después.


Misao miraba hacia la calle de reojo cuando avanzaban al restaurante con Aoshi. Éste había encendido la calefacción del vehículo, por lo que la joven estaba relajada. Hurgueteando distraídamente su bolsa, encontró una de sus enormes gorras de lana y se rió al pensar en que hasta hacía algunos días ella se hacía pasar por chico. Sus dedos juguetearon con el labial, un espejo y algunos caramelos, entre otras cosas que tenía, como las gafas que usaba su padre para leer y que ella siempre portaba en la bolsa de mano.

- Misao… tenemos mucho de qué hablar tu y yo. Por eso pensé que ésta velada sería una buena oportunidad de hablar a solas sobre lo que nos ha pasado.- Comentó Aoshi. Misao asintió y trató de imaginar qué cara pondría Aoshi si ella le decía que se había hecho pasar por un chico porque consideraba que él era poco confiable, cretino y el ser más antipático sobre la tierra.

Desde luego que todo eso había cambiado, muy a su pesar, porque ella no tenía ganas de enamorarse de él y menos porque… un momento… ¿enamorarse?

Bueno, si, enamorarse. Ya lo estaba de Aoshi así como una vez lo estuvo de Tenshi. Le gustaba Aoshi… mucho, demasiado. Tanto como para pensar que si estaba enamorada de él… o tal vez en realidad, ella no estaba enamorada de Aoshi, sino de su imagen que era igual a la de Tenshi.

A Misao jamás se le pasó por la cabeza esa posibilidad, pero lo cierto es que si bien había conocido a Tenshi durante dos semanas, no había podido evitar cosas por él cosas muy intensas, casi a primera vista. Si Tenshi siguiera vivo… ¿por cuál de los dos ella optaría?

Tenshi también había sentido cosas por ella… era como si hubieran sido dos almas gemelas destinadas a encontrarse, aunque tarde. Recordó que con Tenshi en su casa jamás habían peleado, salvo las veces en que él se ponía mal por su enfermedad y le cambiaba el carácter sin él poder evitarlo… recordó la impresión recibida al conocer a Aoshi y pensar que Tenshi pudiera seguir vivo.. Misao decidió no seguir pensando, porque la verdad que era la única que importaba, es que Tenshi estaba muerto y enterrado, aunque siguiera haciendo de las suyas convertido en fantasma. Y Aoshi estaba vivo. Pensar en otras cosas sólo lograría que ella se confundiera y eso no era ni bueno ni justo con Aoshi que, para ser sinceros, se notaba bastante entusiasmado con ella.

Aoshi observó la expresión de Misao y pensó que hubiera dado la mitad de su empresa por saber en qué estaría pensando ella en ese momento. Se concentró en el camino una vez más, notando cómo empezaba a llover y dándole poca importancia a ese hecho.

Llegaron a un restaurante en las afueras de la ciudad, como a una hora y media de camino. Era un restaurante de los mejores y eso Aoshi lo sabía muy bien: por eso había hecho hasta lo imposible para conseguir reservación en él y lo había logrado. Misao lo miraba sonriente desde su asiento como copiloto. Se cerró bien el abrigo y bajó cuando Aoshi le abrió la puerta de su lado, como todo un caballero.

El restaurante era puro lujo y Misao se lamentó de no tener algo mejor puesto encima. De hecho, enseguida notó que las miradas femeninas se dirigían a Aoshi que se veía demasiado varonil en su traje negro. La joven entonces se lamentó de su atuendo, aunque luego esa rabia la derivó hacia Aoshi, porque él había sido quien de pronto la tomó de una mano y la había llevado hasta allí sin ni siquiera advertirle sobre el tipo de lugar al que irían. De haber sabido que vendrían acá, ella se hubiera puesto su vestido violeta que era bastante elegante, aunque se hubiera tenido que morir del frío.

Aoshi le pasó una mano por la cintura, enfrentando las miradas femeninas, advirtiendo que él venía acompañado y que por lo demás, solo a ella dedicaría su atención.

Desgraciadamente, Misao con cada paso que daba se sentía más miserable. Y más rabia tenía contra Aoshi que era guiado por el garzón a su mesa, como si ella no tuviera que soportar las miradas y risas de escepticismo de las otras mujeres. Pero por ahora la muchacha no podía hacer gran cosa por mejorar su aspecto. En fin… que tomó aire. Ella era una Makimashi y nada ni nadie la avasallarían, asi que alzó la barbilla y se irguió orgullosa sobre su metro sesenta, mirando a las demás como si fueran ellas las que estaban fuera de lugar.

Al menos, logró que muchas miradas se desviaran cohibidas y eso aumentó levemente su alicaída autoestima.

Se sentó frente a Aoshi en una mesa aparte del resto. Enseguida el garzón le pasó la carta y Misao empezó a estudiarla para luego, bajarla con las mejillas arreboladas.

Aoshi?

-¿Si, Misao?-

-Dime, Aoshi, por favor¿qué cuernos de comida sirven aquí?... no entiendo ni jota de lo que dice esta carta… yo pensaba comer un perrito caliente.-

Aoshi rió con el comentario y recordó que Misao tenía problemas para leer y que no tenía mucho mundo… enseguida cambió su silla de lugar: de estar al frente de Misao pasó a estar a su lado.

-Mira, Misao, este platillo trae patatas, lechugas, tomates, pavo y arroz. Este otro se compone de pescado con algo de… - el hombre le explicó a Misao detalladamente cada plato y postre especificado en la carta. Misao, aún más arrebolada, sentía el aliento de Aoshi rozar su cuello despojado de la bufanda que descansaba sobre el respaldo de su silla y se le ocurrió pensar que Aoshi incluso esa instancia la aprovechaba para intentar seducirla. Luego desechó la idea por estúpida, aunque la verdad es que eso era lo que hacía el hombre. Pronto la joven estuvo lista para hacer su pedido al garzón que regresaba con algo de beber que le había pedido Aoshi.

Misao hizo su pedido, asi como Aoshi y se dedicaron a esperar. La joven miraba hacia el cielo del recinto, adornado con bellas lámparas de cristal. Había plantas, paisajes y hasta una orquesta tocando. Había ventanales y dos parejas en la pista de baile… era todo un lugar distinguido ese.

Y ella, con una miserable falda…

- Aoshi, me hubiera advertido de cómo era este sitio antes de traerme.- dijo Misao entre dientes mientras Aoshi tomaba un poco de vino tan contento.

- Si te lo hubiera dicho, seguramente te habrías pasado el resto de la noche escogiendo qué ponerte, lo que habría sido inconveniente porque teníamos poco tiempo para llegar. Por lo demás, te ves preciosa con lo que te pongas.-

Misao iba a replicar algo, pero ese último comentario le dejó la boca abierta de la sorpresa.

- De… de todas maneras… mire a los demás. Están todos muy elegantes y yo parezco cualquier cosa.-

- No eres cualquier cosa. Eres mi acompañante y no deberías tenerte tan poca estima. Aun con ese atuendo te ves bellísima y de hecho, he tenido que mirar feo a tres tipos que te estaban mirando como si tú fueras un delicioso filete y ellos estuvieran a pan y agua desde hace años. Por lo demás… puede que tu ropa no sea de alto precio, pero se te ve bien y yo creo que nadie de ti piensa que eres una malvestida y en cambio, pensarán que eres sencilla y muy bonita. Y si nada de lo que te he dicho te consuela, ten en cuenta que tú no volverás a ver a éstas personas, asi que relájate y disfruta de la comida, que en este sitio es muy buena.-

Misao no podía creer que ella hubiera logrado llamar la atención de alguien. Y sin embargo, un joven levantó su copa hacia ella. La joven se obligó a mirar a Aoshi, roja como la grana por el descubrimiento.

A Aoshi le gustaban muchos los sonrojos de Misao. Era como si ella no fuera conciente del efecto que causaba su belleza y lo cierto es que asi era. No era una belleza despampanante, pero el labial que se había puesto realzaba lo mejor de su boca y sus ojos eren bellísimos por si solos. El resto lo hacía su juventud y la energía impresionante que irradiaba.

Comieron gratamente, conversando sobre temas diversos. Por ejemplo, poco después de empezar a comer, Misao le había contado su versión de lo sucedido. Para alegrarla después de esos recuerdos, Aoshi le sonsacó a Misao parte de su pasado como ayudante de su padre. Misao le contó que hubo una época en que les había ido muy bien con el negocio de la mecánica y sonreía con los felices recuerdos.

- Eran tres los caballeros que trabajaban con mi padre en el taller mecánico. Eran buenos amigos y siempre nos cuidaban mucho a Kenshin y a mí. También me enseñaron muchas cosas de las que sé. Pero, cuando mi padre cayó enfermo y tuvo que hacerse cargo de sus gastos médicos, ellos tuvieron que irse a buscar trabajo en otro sitio. No querían abandonar a mi padre, pero también tenían que velar por sus familias y yo los entiendo. Después de morir mi padre, ellos mandaban algo de dinero, que no era mucho, pero junto a la ayuda que nos daban los vecinos, al menos nos mantenía. Yo quería trabajar como mecánico, pero nadie quería darme el empleo y poco antes de venir a vivir aquí, Hannya estaba moviéndose para encontrarme empleo junto a él. Sin embargo, yo le había prometido a tu hermano entregar sus cartas y acá estamos, por lo que no sé si lo habrá logrado.-

- Hum…ya veo. Cuéntame, Misao… ¿cómo era mi hermano contigo? Nunca hemos hablado de eso.- dijo Aoshi, enternecido con todo lo que ella le contara.

- Tenshi… - Misao sonrió.- Era… muy divertido. Cuando llegó a nuestra casa, cayó desmayado sobre mí. Kenshin lo tomó como un ataque de un pervertido y le dio un batazo en la cabeza. Después lo amarramos a una silla. Estábamos muy asustados. Cuando él despertó, nos hicimos amigos.

Misao le contó a Aoshi absolutamente todo sobre Tenshi. De sus ataques de locura, sus buenos momentos, sus paseos y conversaciones.

- Nunca creí que nos tuviera tan presentes a mi hermano y a mi y creo que es algo que nunca dejaré de agradecerle a Tenshi. Es muy bueno… es el mejor amigo que tengo.-

- Vaya, Misao, hablas como si mi hermano siguiera vivo. Pero no lo está.- dijo Aoshi un poco sombrío. Misao se dio un golpecito mental en la cabeza. Ella no podía decirle que veía a Tenshi, porque Aoshi se pondría triste en el supuesto de que le creyera y no la tildara de loca.

- Aps… bueno… ya sabes lo que dicen, que una persona sigue viva en la medida en que uno lo recuerde. Por qué no seguimos manteniendo vivo a Tenshi y me cuentas cómo era él. Después de todo, yo lo conocí tan poco.-

Aoshi pensó en lo que le decía Misao. Si Tenshi seguía vivo, no era gracias a él.

- Bueno… yo… cuando Tenshi vivía, nosotros éramos muy… - en ese momento Aoshi se interrumpió cuando llegó el garzón con una botella de champagne.

- Se lo envía la señora de aquella mesa, señor. Que lo disfrute.- dijo el garzón antes de retirarse.

Misao y Aoshi habían acabado hacía rato de comer. Incluso ni postre les quedaba y Aoshi notó con sorpresa que casi tres horas se habían ido sin ser él apenas conciente. Eso reafirmaba su idea de que Misao era lo que él siempre había buscado, porque le gustaba mucho escuchar las anécdotas de su vida.

Miró hacia la mesa que le indicara el garzón y al reconocer a la mujer que le había obsequiado el champagne, se puso lívido.

- Misao, por lo que más quieras, no te voltees. – dijo el hombre, tratando de pensar en algo que sacara a Misao de allí pronto.

- ¿Qué pasa, Aoshi?- preguntó Misao quien estaba con unas ganas enormes de voltearse.

Aoshi sonrió a la mujer y volvió su atención a Misao.

- Misao… seré sincero contigo… tu madre está sentada tras de ti con su esposo… -

Misao se puso pálida…

- ¿No había dicho que ella estaría de viaje?-

- Bueno, Misao, es lo que ella me dijo… yo jamás pensé encontrarla aquí… y creo que vendrá para acá…-

Aoshi se movió. Misao atrapó su chaqueta.

- No quiero verla, Aoshi… sácame de aquí.-

-Créeme que estoy pensando en una forma… si estuvieras de chofer sería más fácil… con esa gorra horrible… algún disfraz… -

Misao abrió su bolsa… afortunadamente una planta la ocultaba a ella. Sacó los anteojos de su padre y se los puso. Aoshi la miró sorprendido.

-¿Qué más tienes ahí, Misao?-

Misao terminó de sacar la gorra de lana y se la colocó encima. No ocultaría su cabello, pero al menos llamaría la atención sobre ella y no sobre su rostro.

-¿Está bien así?- dijo Misao desvalida.

La señora Ueda se estaba levantando con su esposo para acercarse a Aoshi y saludarlo. Aoshi entonces miró la bufanda de Misao.

-Envuélvete con eso también… tendrá que ayudar¿no? –

Misao asintió. Cuando el matrimonio Ueda llegó a su mesa, se encontraron a Aoshi con una joven acompañante.

Señores Ueda… buenas noches. Gracias por la botella.- saludó Aoshi, buscando con la mirada al garzón para que le trajera la cuenta, pagar e irse de allí.

-Shinomori, qué grato encuentro. Jamás pensamos con Sachiko que te encontraríamos aquí..- dijo el nuevo esposo de la señora.

-Yo tampoco esperaba encontrarlos aquí. Los hacía de viaje.-

-En efecto íbamos a viajar, pero el clima ha estado demasiado malo, por lo que preferimos celebrar cerca de casa.-

-¿Celebrar?-

Finalmente el matrimonio se percató de la presencia de una joven allí.

Aoshi se adelantó a hacer las presentaciones, mientras el muy maldito garzón estaba atendiendo a otros tipos.

-Ella es la señorita Misato Maki, mi prometida.- dijo Aoshi sin pensárselo demasiado. Notó como Misao abría la boca, seguramente para protestar, aunque prefirió quedarse callada.

-¿Su prometida, señor Shinomori? Se ve un poco joven.- dijo Sashiko mirando a Misao con interés. Apenas se le veía la cara con la bufanda alrededor del cuello, cubriéndole el mentón, y los anteojos.

-Un gusto conocerlos… - dijo Misao haciendo una reverencia. Aoshi la había presentado como a su prometida… ¿no estaba soñando? Dios… - ¿Asi que celebran algo?- Misao haría gala de sus buenos modales, que obviamente no había heredado de su madre.

-Oh… sí, señorita… hoy celebramos nuestro aniversario de matrimonio. Estamos muy felices.- comentó el señor Ueda.- espero que no tengan inconvenientes si les acompañamos unos momentos.- agregó luego de acercar un par de sillas a la mesa redonda. Afortunadamente para Misao, el señor Ueda se sentó junto a ella, aunque Sashiko quedó al frente. Aoshi disimuladamente corrió su silla nuevamente para estar más cerca de Misao.- Nos conocimos hace algunos años. Enseguida nos enamoramos y nos casamos cuando Sashiko vino a vivir conmigo. Es una hermosa historia de amor la nuestra.-

Sashiko miraba complacida a su esposo, asintiendo a sus dichos.

-Ya veo.- Dijo Aoshi disfrutando del juego y las ideas que tenía.- con Misato también esperamos casarnos.

-Y tener unos cuantos hijos.- agregó Misao mirando a Sashiko.- ¿Tienen hijos ustedes?-

-No.- dijo Sashiko.- Yo no he podido tener hijos. Jamás… pero Yuji ha sido comprensivo conmigo.- agregó la señora. Aoshi sintió como bajo la mesa Misao tomaba su mano y la apretaba.

-Claro. Es que al menos yo tengo un par de hijos debido a que soy viudo. Pero debe ser terrible para una mujer no tener los propios.- mencionó el señor Ueda.

-En realidad, a mí ese tema ya no me preocupa. – dijo Sashiko.- los niños son complicados… y a mí me basta con Yuji para ser feliz.-

Misao estaba que hervía de rabia. Una cosa era ser abandonada por la madre. Otra mucho peor, que su existencia fuera negada por ésta. Misao se quitó los anteojos y se aflojó la bufanda. Si su madre la reconocía, aunque lo dudaba, no le haría ningún comentario.

-Ya veo, señora Ueda. De todas maneras, yo me moriría si no pudiera tener un hijo de Aoshi… es que debe ser tan lindo tener una miniatura del hombre que una ama.

Sashiko se quedó mirando a Misao pensativamente. Ésta agregó casi enseguida.

-Bueno… es que tuve una madre muy buena y generosa. Me gustaría ser como ella. Pero bueno… no todos tienen la misma fortuna.-

Aoshi estaba conmovido con el pequeño discurso de Misao. En realidad, sentía que casi podía leerle el pensamiento… finalmente apareció el garzón y él pidió la cuenta.

-Desde luego.- asintió Yuji.- Yo pienso como tú, pequeña… es muy bello tener hijos. Los dos míos son mis tesoros y el mejor recuerdo que tengo de mi primera esposa. Pero amo tanto a Sashiko, que prefiero tenerla a ella que a cualquier hijo de ella como recordatorio.-

-No es tan malo no tener hijos… una envejece mucho con ellos. – agregó Sashiko un tanto molesta y mirando fijamente a Misao.-Al menos me mantengo muy bien.-

Aoshi estaba pagando la cuenta disimuladamente. Misao estaba a punto de explotar, pero se contenía.

-Bueno, si, se conserva muy bien, señora, para los años que debe tener. De todas maneras, yo no transaría mi maternidad por algo que tarde o temprano va a desaparecer. Disculpe, pero me educaron a la antigua y para mí, los hijos son importantes.-

-Misato, querida.- dijo Aoshi dejándose llevar por la ira de la joven.- No juzgues a la señora Ueda. Ella es una gran mujer de negocios y muy buena persona. No todo el mundo puede tener hijos… ya ves que hay otras que pudiendo tenerlos, los abandonan a su suerte como a cachorritos.-

La señora Sashiko se movió incómoda en su asiento.

-Tiene usted mucha razón, Shinomori… es terrible ese tipo de mujeres. Bueno, hay algunas que tienen sus motivos. Algunos reprochables y otros admirables. Pero supongo que para el niño ninguna excusa vale.- dijo el señor Yuji con convicción. Misao notó en él a un hombre sincero y pensó en que incluso tenía cierto parecido con su padre. Aunque lo que los diferenciaba era el número de cifras que manejaban en sus cuentas del banco.

-Desde luego, señor Ueda. Estoy de acuerdo con usted.- dijo Misao.

-Vaya… Shinomori ha hecho una gran elección en usted. Sin duda es inteligente y además tiene valores que otros jóvenes desatienden hoy en día. Será una buena esposa para este joven empresario. Me ha caído usted muy bien, señorita Misato.-

-Ha sido mutuo.- respondió Misao. Aoshi se levantó.

-Si nos disculpan, ya es hora de retirarnos a casa. El clima no ha estado benévolo últimamente.-

-Desde luego, Shinomori, pierda cuidado. Nosotros nos quedamos en uno de los hoteles que hay aquí cerca, porque tiene baños termales y eso me hace muy bien. Por eso podemos quedarnos hasta tarde…-

-Buenas noches, señor, señora Ueda.- se despidió Misao

-Tenga cuidado en el camino, Shinomori… estaba nevando cuando llegamos.- sugirió el señor Ueda.

-Gracias. Lo tendré presente.- respondió el hombre, guiando a Misao a la salida. El señor Ueda se quedó con su mujer, comentando.

-Algo tiene esa chica que me recuerda mucho a alguien, Sashiko.-


Como Yuji Ueda había hecho notar adentro, caía mucha nieve a esa hora y el camino ya estaba blanco. Aoshi no se había percatado de ello, pero parecía que podrían avanzar un poco. Iban entrando al auto cuando Misao recordó que Aoshi había bebido un poco. Ella se situó tras el volante y empezó a encender el vehículo.

Tras unos momentos, el vehículo se encendió. Debido al frío, Misao lo dejó detenido para que se calentara el motor. Una lágrima se deslizó por su mejilla, y luego otra y después otra. Aoshi se bajó del auto y abriendo la puerta del conductor, sacó a Misao de allí.

Caía nieve sobre ellos, pero era irrelevante.

Le quitó la gorra a la chica y la lanzó dentro del auto, mientras él la sostenía por la cintura y la abrazaba.

- No era necesario hacer todo eso, Misao… no lo era.-

-Prométeme que nunca negarás mi existencia, Aoshi… por favor, promételo… -

-Nunca podría negarte, Misao.-

Misao no decía nada… sólo lloraba, atrapada entre el auto y el cuerpo de Aoshi que se recogía sobre ella para protegerla de la nieve. De pronto sintió los dedos fríos de Aoshi bajo su barbilla, elevándola.

Y después, sus labios besándola suavemente.

Fue un beso breve, una caricia. Enseguida la empujó dentro del auto.

-Muévete, porque yo conduciré.-

-Mejor lo haré yo. Puedo conducir bajo la nieve. Además, no he bebido, Aoshi-

Aoshi se dio la vuelta y se metió en el lado del copiloto. Encendió el calefactor y Misao puso en movimiento el vehículo. Pensó en proponer un tema de conversación porque el ambiente estaba enrarecido y no era para menos.

-No pensé que se pondría tan feo el clima… Se ve muy poco el camino y está demasiado oscuro.-

-Es cierto, encenderé el radio.- dijo Aoshi. Después sintonizó una estación en la que estaban informando sobre la tormenta.

La tormenta era especialmente fuerte en Kyoto. De hecho, se esperaba que en las próximas horas los accesos fueran cerrados si seguía acumulándose nieve a ese ritmo.

Misao estaba atenta a las luces del camión que iba frente a ella. Aoshi también estaba atento al camino y miró el velocímetro… estaban avanzando a veinte kilómetros por hora. Aoshi calculó que a esa velocidad, tardarían en llegar a Kyoto por lo menos unas cuatro horas y para ese momento, ya estarían los accesos cerrados. En la radio comentaban sobre lo sorpresivo del fenómeno meteorológico.

- No vamos a alcanzar a llegar¿verdad?- preguntó Misao con un hilo de voz cuando el camión frente a ella se detuvo por unos momentos antes de seguir. Tras el auto de ellos también había una hilera de vehículos siguiéndolos. Misao se detuvo y salió para ver qué era lo que obstaculizaba el avance del camión, además del viento blanco que empezaba a densificarse.

Y la verdad es que no vio nada. La joven avanzó unos metros y si bien noto que el camión llevaba luces neblineras encendidas, bien poco podía ayudarse. Regresó con Aoshi.

-No podremos seguir avanzando hasta que la tormenta se calme, salvo algunos metros más. Pero tampoco podemos quedarnos aquí con el calefactor encendido, porque si se gasta la batería tendremos un problema realmente serio. Debe haber un lugar donde podamos pasar la noche.- dijo Misao muy metida en su papel de chofer y conocedora de las posibilidades ante ese clima.

Aoshi meditó en lo que decía Misao… era cierto. No podían pasar la noche en el auto sin el calefactor, porque la temperatura estaba descendiendo rápidamente.

-También deberíamos ponerle cadenas a las ruedas… creo que puse unas en el portaequipaje.- agregó Misao. Luego meditó.- será más tarde… ¿sabes de algún sitio donde podamos quedarnos?-

Aoshi pensó. Había varios hoteles en esa zona…

-Pararemos en el primero que veamos, Misao.-

-Mientras no sea el mismo donde está mi mamá… -

-No te preocupes, Misao… -

Avanzaron por espacio de una hora más, moviéndose apenas. Había ya mucha nieve sobre el capó del vehículo y en eso vieron muy débilmente las luces de un hotel. Misao se desvió hacia allá.

Aparcaron bajo un toldo, ocupando el último espacio disponible y Misao rogó para que hubieran habitaciones. Aoshi llevaba bastante dinero encima y una tarjeta de crédito. Pidió un par de habitaciones.

-Lo siento, señor… sólo nos queda una habitación disponible. Con esto de la tormenta, mucha gente ha llegado de improviso. Además, ante la cercanía del Año Nuevo, ya teníamos bastantes visitantes.- le informó un joven recepcionista

-Está bien. Tomaré la habitación. ¿Se ha sabido algo de la tormenta?-

-No se ha dicho mucho… en realidad, parece que duraría toda la noche. Afortunadamente tenemos bastantes suministros alimenticios.-

-Me parece bien.- dijo Aoshi tomando las llaves de su habitación. Un joven los guió.

Entraron con Misao y cerraron la puerta. Al menos el lugar contaba con cierta calefacción, y con una sola cama.

-Era lo único que había, Misao.- Aoshi intuía que a ella pensar en dormir con él podía ponerla nerviosa. Pero la joven estaba como ida y con los ojos vidriosos. Estaba llorando de nuevo.

-Ven, amor…- la abrazó Aoshi, atrayéndola contra él. La chica se dejó guiar sin oponer resistencia y esto causó cierto shock en Aoshi, porque ella siempre estaba luchando contra él. O por lo menos la gran mayoría de las veces.

La recostó en la cama y entró al baño. Había batas limpias, asi que Aoshi pensó en dormir con ellas. Se cambió de atuendo e invitó a Misao a hacer lo mismo. La joven obedeció. En ese momento no valía la pena discutir… estaba al menos conciente de la situación y sabía que no quería que Aoshi durmiera en el piso… y ella tampoco quería dormir sola. Aoshi llamaba a su madre para informarle que no llegaría esa noche y sobre la tormenta. La señora quedó tranquila con el reporte de su hijo y agradeció tener a Kenshin y a Kaoru resguardados en casa, viendo películas.

La bata era bastante abrigadora. Misao dobló su ropa con cuidado y la dejó sobre una silla, junto a la de Aoshi. Enseguida se reunió con él en la cama y él la abrazó fuertemente.

-Lo siento, Misao… jamás se me pasó por la cabeza que pudiera estar allí… -

-Está bien, Aoshi… lo entiendo, de verdad… - dijo Misao triste.- pero lo que no puedo entender es que ella… dijera que jamás había tenido hijos… yo… no puedo creerlo. Es como si mi hermano y yo no le importásemos nada. No te… no te imaginas lo terrible que es que te nieguen… Kenshin y yo nos desvivíamos para que ella nos quisiera y ni siquiera es capaz… -

El cuerpo de Misao se movía debido al llanto. Aoshi pensó que debía ser muy duro pasar por lo que Misao le contaba: el parecido entre madre e hija era impresionante, por lo tanto, él no dudaba de las palabras de Misao al decir que ella era su hija.

-Pero hoy te comportaste tan bien, Misao… estoy orgulloso de ti. Afrontaste de cara la situación. Pensé que saldrías corriendo. Eres una valiente…-

-Pero me siento miserable, Aoshi… ¿qué le voy a decir a Kenshin?-

Aoshi acercó aún más a Misao hacia sí. Le besó la cabeza, entre los cabellos hasta que poco a poco ella fue recuperando la calma.

El problema fue cuando a Aoshi no le bastaron los castos besos que le daba para demostrarle sus sentimientos por ella.

La besó en la boca y en las sienes, regresando enseguida y más hambriento a sus labios.

Misao posiblemente en otro momento se hubiera negado a Aoshi, pero sentía desesperadamente la necesidad de importarle a alguien. Le respondía beso por beso y enredaba sus piernas entre las de él.

Aoshi posiblemente en otro momento, no hubiera dudado en detener las caricias hacia alguien que estaba vulnerable, más tomando en cuenta que se conocían de tan poco tiempo. Pero ahora era diferente… no le importaba tener que dejarse su honor y convertirse en un vil hombre si con eso conseguía que Misao se quedara con él.

Porque él lo sabía… la amaba.

La amaba y no habría fuerza capaz de alejarla de su lado.

-Nunca te negaría, Misao… aun dándote mi corazón, aunque lo destrozaras, Misao… aunque hicieras lo que hicieras con él… yo no te negaría jamás. Porque eres algo… demasiado preciado para mí.-

Misao no respondía. Sólo tomaba la cara de Aoshi entre sus manos para robarle más besos que él estaba dichoso de brindar. Aoshi le tomó una mano y con la otra la estrechaba más contra su pecho ahora desnudo que Misao no dudaba en acariciar con la mano libre.

El calor se extendía rápidamente por el cuerpo masculino, contagiando a Misao y arrastrándola con él. No era momento de cuestionamientos ni tiempo de pensar en el mañana. Era tiempo de exigencia y entrega. Aoshi desató el nudo de la bata de la joven y se la quitó de un tirón. Enseguida se deshizo de la propia, dejándola en el suelo. Misao se colgaba de su cuello y él pasaba las manos por su espalda, recorriéndola y sintiendo su textura suave, su calor… el sabor de sus hombros desnudos y el perfume que empezaba a emanar de ella. Ese perfume único de cada mujer cuando está con su hombre y que de ella era irresistible a sus sentidos.

Aoshi bajó pronto a los pechos de la joven para tomarlos con la boca, pero Misao se escabullía y lo besaba en los labios para ser atrapada nuevamente por él. Aoshi estaba ansioso por tocarla, por devorarla… y estaba conciente de que eso no era producto del alcohol ingerido anteriormente, que tampoco era tanto. Más bien era de algo más profundo que nacía en su pecho, porque era la zona de su cuerpo que sentía a punto de estallar. No podía creer que existiera lo que él estaba experimentando en ese momento… siempre había pensado que tales sensaciones eran exclusivas de las novelas rosa que leía su hermana.

Pero lo cierto es que lo sentía.

Besando a Misao en los labios y en los párpados, se acomodaba sobre ella, entre sus piernas. Y Misao lo recibía sin objeción alguna.

-Que el Cielo me ampare, Misao, pero te amo demasiado.- susurró Aoshi al oído de la joven, entre gemidos antes de penetrar en ella. Sintió la natural tensión del cuerpo femenino ante la invasión. Después, como se le concedía el paso entre las estrechas paredes… como Misao se dejaba llevar por él y seguía su ritmo al moverse… como dos formas en perfecta sincronía. Pero Aoshi aún estaba lejos de tener bastante con eso. Quería hacerle olvidar que existiera cualquier cosa, que había gente que era capaz de dañarla o gente que podía amarla. Sólo deseaba que Misao estuviera conciente de él y nadie más. Entendía que era mucho pedir tal vez, pero sentía que no podía conformarse con menos de ella.

Misao gemía, cerrando sus ojos, recibiendo los besos sobre su rostro, abrazándose al cuello de Aoshi que intensificaba su movimiento o lo pausaba. Daba vueltas con ella en la cama y finalmente, después de un rato, alcanzó el clímax con ella. Nunca antes se había entregado a alguien de esa manera.

Respiró hondamente, la frente perlada en sudor, y se tendió al lado de Misao, atrayéndola en un abrazo.

-Te amo tanto, Misao… no sabes cuánto. No pensé que la noche pudiera terminar asi, pero… es lo más hermoso que me ha sucedido, Misao.

La joven lo abrazaba y lo miraba.

-Gracias por amarme.-

Aoshi le puso un dedo sobre los labios.

-No digas eso, Misao. Mereces todo el amor que te tengo e incluso más. Y ese es para ti, solamente. No me hago ilusiones esperando que sientas lo mismo por mí, no soy tonto, pero… lograré que sientas lo mismo que yo. Y pienso convertirte en mi esposa. No dejaré que te escabullas. Asi que te digo, Misao, que ni sueñes en regresar a tu casa cuando acabe el tiempo que dejó mi hermano estipulado en su testamento, porque yo te reclamaré como mía y de mí no podrás librarte.-

-Aoshi.- dijo Misao un tanto avergonzada.- Yo… no soy… no era…-

-No lo digas, Misao. Lo sé. Y créeme que no me importa.-

-Pero Aoshi…-

-Nada, Misao. Esta ha sido nuestra primera vez. Que sea lo que importe… yo tampoco he llegado casto hasta ti.-

Una nueva lágrima amenazó con derramarse de los ojos verdes.

-Aoshi.- Misao se abalanzó sobre él.

-Misao, no empieces de nuevo, si no, no te dejaré dormir.- sugirió Aoshi con la voz ronca. Pero ella seguía besándolo.

Y él no dudaba en responderle.

Él siempre le respondería cuando ella lo llamara.

Fin acto once.


Mis sinceros agradecimientos a:

Sumire-chan: Kenshin iniciará su tratamiento en los capítulos posteriores y quedará tan guapérrimo como lo sabemos. Quizá se tiña el pelo, pero como sea, Kaoru lo adorará igual.

Megumi aparecerá por fin en el capítulo siguiente. ¿Te gustó este episodio?

Justary-san: no sé si hacer de ese un fic aparte o ya de plano incluirlo en este. Ya veré, ya veré… seguiré actualizando… a partir de dos semanas más esta historia. Un besote.

Angel Némesis: No sé, no puedo evitar hacer Aoshis tiernos, aunque el Sushi de la Fiera va a quedar malo maloso… sobre la parte oculta de Misao, saldrá pronto a la luz. Y ya sabes que los polos opuestos se atraen y complementan. Un abrazo abrigadito, que acá hace un chorro de frío.

Alexandra Shinomori: Guaus, una maratón de Misao… sobre Aoshi… no sé… igual amo a este y creo que hasta lo entiendo de pronto… pero bueno, ya veremos si en este episodio se redime un poco para tí :D. Un beso, nos leemos…

SadnessQueen: Hola… sep… es que hay muchas cosas de Aoshi y Misao. Él se impone, pero a la vez la ama profundamente. Tanto así que algunas cosas sobre ella le importan bien poco. Misao está atravesando un año difícil. Su familia se redujo a ella y Kenshin y luego lo de su madre que creo, no es menor. Supongo que a ella le va a costar entregarse por completo al delicioso Aoshi. Y por ende, lo hará rabiar bastante.

Con tu comentario, me informé y comprobé que en efecto, Inuyasha continúa. Que la idea es hacerla hasta el capítulo 500… uuuuyy, te imaginas? Kenshin, con 255 capítulos demoró como cinco años… o sea, serían diez años publicando Inuyasha… bueno, que la señora es demasiado buena mangaka, asi que no importa (son mejores sus historias que sus finales) Un beso y gracias por la información.

Gabyhyatt: gracias por seguirme, amiga. Un besote.

Giuliana: Sep, estoy conciente del cambio cultural de los niños de hoy, pero como notarás, Kaoru es un tanto diferente del resto… para ella Kenshin es como un hermano aunque para el pelirrojo ella es algo más importante y eso se nota. Entre Misao y Aoshi las cosas han avanzado, como habrás… jeje… notado. Ojalá que la Fiera también te guste mucho. Un beso, amiga, nos leemos. Pensaré sobre alguna buena escena entre Kenshin y Kaoru.

Catty-ishida: jejejejeej… me diste la idea con tu comentario sobre meter a la mamá de Misao. Realmente la iba a utilizar en otro momento, pero luego meditando en simplificar la historia, la posicioné aquí. Sobre Kenshin y Kaoru, a todas luces son mi pareja favorita y debo controlarme mucho en los espacios para ellos… jajaja, pobre de ti. Gracias por el nombre del juego de la alfombra, no podía rescatarlo de mi cabeza… es que tengo tanta información, que a veces me quedo pegada tratando de recordar datos. Me pregunto si no me hará bien un psicólogo… Kenshin no puede bajar de peso tan pronto… quizá eso lo desespere y gracias a esa situación necesite más que nunca de Kaoru a su lado… ya sabes que bajar de peso no es tarea fácil para nadie y en eso espero que mi fic quede coherente. Pero quedará más mino que la cresta… dirán de él que está más bueno que pan con chancho y esas cosas. Gracias por tus palabras, son muy amenas y me hacen feliz. Un abrazo, también abrigado.

Misao Shinomori-12: Puedes llamarme como desees, no hay problema. Gracias por escribirme, de verdad lo aprecio mucho. Cuídate y besitos.

Pau: Todas quienes humillan a Kenshin la pasarán pésimo… pero por ahora no. Aoshi y Misao en una escena que marcará lo que sucederá de aquí en adelante! Un beso. Nos leemos. Chau.

Karura Himura: ajaajajajaja, La Fiera… que bueno que te guste la historia. De haber leído antes este review te habría saludado en ese fic. Pero bueno, acá estamos. Acá también piropean bastante, pero depende de los sectores… ajajajaja… desde luego que hay piropos divertidos. A mi hermana una vez un señor de la feria le saltó en frente y le ofreció un ¡cangrejo! Ajajajaja…

M.S.Arashi Sumeragi: No te preocupes, que las cosas se estropearán alegremente y que bueno que el DDR ayude a bajar de peso al pobre de Kenshin… quizá si siente los pies de gelatina, caiga sobre Kaoru… jejejejejej

Mari: Hola!

Y sí, Aoshi ha caído rendido totalmente ante Misao y ahora él lo sabe… y tendrá que hacerle entender a ella. Y bueno, a ella le encanta estar con Kenshin, pero es él quien ya está prendado de ella. Seguro que tratará de enamorarla de alguna manera. Besos, amiga. Nos vemos.

Blankaoru, desde Santiago de Chile, siendo las 4:26 am del 21 de Mayo. Día histórico para nosotros pero a la vez, día de duelo nacional. Y les digo que hace un frío de perros.