Antes de iniciar, lo que me nace es darles las gracias por varias razones:
La primera: Hace mucho tiempo que escribo fanfics de Rurouni Kenshin y ustedes me han seguido y apoyado. He tenido épocas realmente oscuras, y no les miento que muchas veces el entusiasmo que muestran por mis historias me da el ánimo suficiente para seguir adelante.
La segunda: Los reviews, gracias por dejármelos. Ellos me orientan bastante a la hora de enfocar alguna historia, o saber si lo estoy haciendo bien.
La Tercera: La pila de nominaciones y premios que saqué en FF RK SPANISH AWARDS 2005 a finales del año pasado.
La Cuarta: Que aún me soportan y sigan leyendo... buaa, snif, snif... gracias, gracias...
La Quinta: Que haya algunos a quienes les gusten mis notas de autora... no lo puedo creer. Incluso me aconsejan y me dan palabras de ánimo. Hasta me han retado por ahí, pero me lo merecía.
Los quiero mucho.
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Reviews capítulo 14 de Misao:
Hope Li
Luna Sol Nocturno
Mitsuki Himura
blueazulacero
Lilyaris Potter
Adriana
Mitsuki Himura
€mina-chan
LADY BY METALLIUM
Tsubame-chan
Mia T.
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Arashi Shinomori
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Mitsuki Himura
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Misao, una Chica en Apuros
(Premio mejor Fanfic categoría Aoshi-Misao de FF RK SPANISH AWARDS 2005. 2005)
Acto 16
Una Nueva Oportunidad
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-"Volveré cuando pueda verte nuevamente, hermano"-
Tenshi podía oír aún nítidamente las palabras de Aoshi, quien estaba decidido a hacer un esfuerzo para enmendar sus errores, aprendiendo de ellos para no volver a cometerlos en el futuro. Y ante eso, el fantasma supo que debía hacer su último esfuerzo por reunir a Misao y Aoshi porque su hermano era un hombre que valía la pena.
Ahora Aoshi dormía profundamente. Tenshi sopló sobre su rostro para refrescarle las mejillas.
-Vive cosas buenas, hermano. Vive por lo que no pude vivir yo con ella. Les deseo toda la felicidad del mundo.- musitó, acariciándole el rostro.
Que profundo podía llegar a ser el amor entre hermanos. Aunque muchas veces reñían por estupideces o había semanas que no pasaban mucho tiempo juntos, ellos se querían inmensamente.
Aoshi sonrió en sueños, muy cansado por todo lo que había pasado.
Soñaba que su hermano le estaba hablando.
-Estoy seguro que tú también la amabas un poco. Por eso insististe en que me conociera. Para que yo la cuidara por ti.- musitó Aoshi medio dormido.
Tenshi se sorprendió al notar que Aoshi lo estaba escuchando.
Sonrió a su vez.
-Claro que la llegué a querer mucho para el poco tiempo que la conocí. Pero aún así, supe que si ella nos hubiese conocido a ambos a la vez, hubiera optado por ti. Por eso, espero que sepas comprender que haré lo posible para que vuelva contigo, Aoshi.-
-Gracias, hermano.- dijo Aoshi sin abrir los ojos.- No sabes cuanto aprecio que tú sientas que valgo la pena. No sabes lo mucho que te he echado de menos...-
-Yo también he extrañado mi vida contigo, hermano. Pero las cosas pasan por algo. Ya verás que en el futuro volveremos a vernos, en nuestra próxima vida, y aunque tú no recordarás nada de mí, sabrás que soy quien más te aprecia. Dicen que las almas gemelas no son necesariamente un hombre y una mujer que se aman. Acá he descubierto, hermano, que esa media mitad que me correspondía eras tú, Aoshi...-
-Debe ser cierto. Yo también siento que tú fuiste esa media mitad que complementaba a la mía. A Misao la amo tanto, hermano... pero sin duda creo que tú eres mi alma gemela.- susurró Aoshi con una lágrima resbalando por su mejilla.
-Hermano, una cosa cierta te digo... las almas gemelas están destinadas a encontrarse una y otra vez. Ya te lo he dicho, nos volveremos a ver. –
Aoshi finalmente se quedó dormido, con los ojos húmedos. Tenshi se levantó lentamente para salir. Tenia cosas que hacer. Ya estaban en el mes de Abril y su tiempo como fantasma se estaba acabando, debía darse prisa.
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Cuando Kenshin y Kaoru recibieron el trofeo al primer lugar de la competencia de DDR, fueron ovacionados por la multitud. Kenjiro gritaba y aplaudía como hacía mucho tiempo no lo hacía y Tomoe, emocionada, grababa cada momento de la premiación. Kenshin tenía la frente perlada por el sudor y apenas podía tenerse en pie, pero abrazaba a Kaoru con toda su fuerza, no queriendo soltarla más, agradeciéndole el haberle dado la oportunidad de saber por primera vez en su vida qué se sentía ser un ganador.
Misao estaba muy orgullosa por su hermano y pensaba seriamente en una buena celebración. Pero mientras, quería acercarse al escenario a saludar a sus chicos favoritos. Con Setsuna y Saori ayudaron a Kojiro a llegar hasta donde su hija, quien con el casco de la Sayaman número dos bajo el brazo, se desprendió de Kenshin para correr a abrazar a su padre. Kenshin fue recibido por su hermana y absolutamente feliz, se dejó llevar hasta la salida y de ahí, a comer cosas apetitosas con todo el grupo de amigos, entre los que se incluía Sanosuke y Yahiko que habían aparecido a hacerles barra.
A llegar el día lunes, la noticia del resultado del concurso era conocida por la comunidad escolar y de pronto, Kenshin pasó a ser un chico más popular. Por lo visto, el traje del gran Sayaman le quedaba demasiado bien, porque algunas chicas que vieron las fotos en el diario mural comenzaron a mirarlo con más atención y a sentir cierto interés en él. Pero lo cierto, era que Kenshin sólo tenía ojos para Kaoru y era con ella con quien estaba decidido a pasar todos y cada uno de sus recreos. Porque había sido ella la primera en recibirlo y aceptarlo tal como era, aún siendo un chico torpe y en cierta forma, perdedor. La popularidad no se le subiría a la cabeza porque tenía muy claro que ésta sería solo momentánea y además, debía enfocarse en el concurso regional de DDR. y practicar para eso con su compañera, ya que el premio incluía el pase para participar en él.
Kenshin salió ese día de la escuela y al llegar a casa, se puso a hacer la tarea. Misao terminó antes que él con las labores escolares, asi que se fue a ayudarle a Hannya en el taller. Cuando el chico se quedó solo, apareció Tenshi.
-Kenshin, amigo... tenemos que hablar.-
El aludido dejó su lápiz sobre la mesa.
-Tú me dirás, Tenshi. ¿qué pasa?-
-Necesito que unamos nuestras fuerzas, Kenshin. Debemos unir a Misao y Aoshi.-
Kenshin pasó saliva. Creía que ese asunto ya estaba muerto y enterrado.
-Misao no quiere volver a verlo... y yo no puedo meterme en sus decisiones.-
-Escúchame, Kenshin... dentro de dos semanas más o menos, debo largarme de aquí. Mi tiempo está expirando... y si yo pedí quedarme un periodo extra, fue únicamente para asegurarme de que mi hermano y Misao fueran felices.-
-Sí, es cierto, pero ya ves que no resultó y Misao no quiere ni oír hablar de Aoshi.-
-Por eso mismo tienes que ayudarme. Kenshin, no puedo dejar esa misión sin cumplir. He estado con mi hermano, él está cambiando, está haciendo cosas increíbles para sentirse merecedor de Misao. Ayer habló con mi padre durante mucho rato en el despacho y aunque no puedo contarte sobre qué, te puedo decir que se han perdonado mutuamente y están más contentos.-
-Bueno... eso habla bien de Aoshi pero...-
-Kenshin, aún no termino. Por favor, piensa por un momento... si vieras que Misao camina hacia un abismo dispuesta a lanzarse... ¿tú la detendrías¿no?.-
-Claro que sí.-
-Ahora, independiente de lo que piense Misao, dime... ¿realmente tú crees que ella está haciendo bien¿No piensas que tal vez está exagerando?. ¿Crees de verdad que es una buena idea no decirle a mi hermano que será padre¿Ocultarle a mis padres que serán abuelos? Al menos ellos han sido leales a tu hermana todo este tiempo. Además, no debes olvidar que Misao tampoco le ha permitido a mi hermano explicarse. Sin comunicación, nunca arreglarán sus diferencias y tal vez, eso es lo que nosotros debemos provocar. Un encuentro.-
El pelirrojo pestañeó un par de veces. Tenshi tenía razón en sus planteamientos. Por otra parte, Kenshin sentía que Aoshi había cometido un error, pero que no se le podía dar un castigo tan duro por eso. En especial tomando en cuenta de que todos cometíamos errores alguna vez.
-Kenshin, un corazón olvidado vuelve a cometer el error por el que fue olvidado.- sentenció Tenshi.- El error de mi hermano fue absorberse en el trabajo... y ahora, poco a poco está volviendo a eso.-
Kenshin tomó entonces una decisión.
-Dime qué es lo que quieres que haga, Tenshi.-
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Era martes por la mañana y Aoshi se sentía especialmente bien ese día. Las lesiones de su cara estaban deshinchadas y dolían menos, había arreglado las diferencias con su padre y estaba trabajando en un proyecto que lo tenía entusiasmado. Como su vida estaba encausándose por el buen camino nuevamente, pensó que ya era hora de volver a visitar a Misao.
Aún no descubría donde vivía ella, pero sabía que aún iba a la escuela. Al día siguiente iría a buscarla a la salida para intentar arreglar las cosas.
-Señor Shinomori... el joven Kenshin Makimashi le busca.- informó la secretaria por el intercomunicador.
Aoshi se extrañó. Usualmente a esa hora, Kenshin estaba en clases. No lo dudó un segundo para hacerlo entrar.
Cuando Aoshi vio a Kenshin, después de tres semanas, se sorprendió con el cambio que había experimentado el muchacho. Estaba más delgado sin duda y tenía el cabello muy corto. Se veía bien aunque la cicatriz que le marcaba el rostro estaba lejos de desaparecer, tal como había vaticinado el médico.
Kenshin a su vez, al entrar a la oficina, se encontró con un hombre alto y delgado, vestido como siempre, completamente de negro.
Se quedaron mirando por unos momentos. Aoshi por su parte no sabía cómo comenzar con su cuñado, porque recordaba claramente las cosas terribles que había dicho en contra de él, al culparlo por el distanciamiento de Misao.
-Te felicito por tu primer lugar, Kenshin.- comenzó Aoshi, sin duda un poco avergonzado de su comportamiento anterior.
-Gracias.-
-Eeh... bien... tú dirás... ¿para qué necesitas verme?-
-Aún amas a Misao¿no?.-
-Claro que la amo, Kenshin. Dime, por favor¿cómo esta ella?-
-Bien.- respondió escuetamente Kenshin, dando a entender que no daría más datos de ella.- Quiero que sepas... que si intentas reconquistarla, pedirle perdón o lo que sea... uf... yo te ayudaré en todo lo que necesites.-
Había costado que salieran esas palabras, pero cuando lo hicieron, el rostro de Aoshi se iluminó.
-¿Hablas en serio?-
-Claro que sí. Aunque tú y yo... bueno... mejor no recordarlo pero, independiente de eso, yo sé que tú eres el hombre ideal para mi hermana.-
Aoshi no se contuvo más y corrió a abrazar a Kenshin.
-Kenshin... gracias, gracias... yo... no sé qué decirte.-
-Quiero que sepas que yo también quiero mucho a mi hermana y nunca fue mi intención interponerme entre ustedes.-
-No, Kenshin, no, no fue tu culpa. Fue mía... yo no supe darle espacio a Misao dentro de mi vida, ni a ti tampoco. Y yo no lo pude entender hasta hace muy poco. Kenshin... dime. Tú¿podrás perdonarme?-
-Hazla feliz. Es lo único que me importa. Yo... yo tengo mis planes y es posible que... en fin, quiero que tú la cuides. Prométeme que lo harás y tendrás toda mi lealtad de tu parte.-
-Kenshin, eres demasiado bueno... pero te prometo que la haré feliz, que nunca más tendrás alguna queja contra mí.-
Kenshin se soltó con cuidado del abrazo de Aoshi.
-Debo retirarme. Sólo quería que supieras eso hablando en persona contigo. Ahora yo... tengo cosas que hacer. Me retiro.-
El joven se dio la media vuelta e iba saliendo cuando dijo a Aoshi:
-Suerte, amigo. Para lo que necesites, esta es mi nueva dirección.-
Le alargó a Aoshi un papel que traía en el bolsillo y se retiró de allí. Pero volvió.
-¿Sabías que Misao ama las orquídeas?-
Dejando a Aoshi con el "gracias" en la boca por el dato, Kenshin salió de allí.
Cuando llegó a la calle, pasó por la oficina de correos y envió varias cartas a distintos Institutos donde impartían la carrera de Cocina, solicitando información sobre ellos.
Las cartas salieron a diversos lugares de Japón. Pero ninguna de ellas se quedó en Kyoto. Kenshin había decidido poner distancia entre Misao y él para que su hermana se diera cuenta de que tenía que pensar sólo por ella y por su pequeño hijo al tomar sus decisiones y vivir su vida. Aunque a Kenshin le doliera, eso lo hacía por la felicidad de Misao.
Y estaba decidido a llegar hasta el final en ese asunto.
Cuando caminaba de vuelta a casa pasó por la comiquería, donde se topó con Kaoru que iba entrando.
-¡Oh, Kenshin, que sorpresa!. Te llamé a tu casa para que me acompañaras a comprar algunos mangas. Dime¿dónde estabas?.-
Al ver los ojos brillantes de su pequeña Kaoru, Kenshin se entristeció un poco al pensar que al alejarse de su hermana, invariablemente tendría que hacerlo de Kaoru también. Pero ese era su secreto y la misión que se había impuesto. No daría pie atrás y se dedicaría a pasarla bien con sus amigos los meses que aún le quedaban con ellos.
-Andaba dando vueltas por ahí. ¿Qué vas a comprar?-
-El tomo seis de Rurouni Kenshin. Se agotan rápidamente, asi que trataré de reservar el número siete ahora mismo, Kenshin. –
Mientras tanto, en su oficina, Aoshi sacaba su block de notas del escritorio y se dedicaba a apuntar algunas de las ideas que discutiría al día siguiente con Kenshin para regresar con Misao.
Pensó que lo primero sería preparar el terreno. Nada ablandaba más a una mujer que las flores. Ya que Kenshin le había dado cierta información, Aoshi tomó el teléfono.
-¿Hola?... si, buenas tardes... eeh... deseo enviar una flores. Sí, la dirección es la siguiente.- acto seguido, Aoshi leyó lo escrito en el papel que le dejó el pelirrojo. – Si, orquídeas, por favor... las más bonitas. Humm... si, ese ramo que me describe me parece adecuado. ¿qué si quiero enviarlas con una tarjeta? Oh, si, claro... estee... sí, con dedicatoria. Veamos, por favor... ponga... "Misao, perdóname por todo lo tonto que he sido. Perdóname por no saber darte espacio en mi vida y por excluirte de los hechos importantes de ella. Quiero que sepas que las cosas que dibujaste en mi trabajo no lo estropearon, al contrario... y quiero que sepas que todo lo que he ganado con ese contrato sólo deseo compartirlo contigo. Aoshi." Si, si, señorita, mándelas ahora mismo, por favor. Si, si, yo soy cliente de ustedes, siempre mando flores a mi madre para sus cumpleaños... exacto, Aoshi Shinomori.-
Aoshi al rato colgó el teléfono y sonrió. Pero luego, reflexionando un poco, llegó a la conclusión de que la nota era demasiado larga y que Misao podría no entenderla del todo. Asi que tomó el teléfono de nuevo.
-¿Hola? Si, yo de nuevo... por favor... la nota... quisiera que dijera algo así como "Misao, he sido un completo idiota, pero te amo. Perdóname. Aoshi."... si, por supuesto, inclúyale el osito que mencionó, me parece un buen detalle. Ya tienen mis datos, muchas gracias.-
Eso estaba mucho mejor para pedir una disculpa. Corto y conciso. Pero arrugó el ceño nuevamente.
Quizá Misao al leer la nota, podría pensar que él esperaba que ella lo perdonara así sin más por el sólo hecho de enviarle las flores con el osito. Y podría enfadarse más con él. Tomó el auricular de nuevo.
-Hola... eeh, si, claro, Shinomori. Estee... mire, sobre la nota... ¿podría ponerle "Misao, te amo. Quiero conversar contigo"? Si, si, el osito... ¿le pueden poner un enorme chocolate? Si, el más grande. Jaja, claro, es genial. No hay problema, cargue todo a mi cuenta. Está bien, muchas gracias.-
Ya con eso, Aoshi se sintió más satisfecho de sí mismo. Al día siguiente iría donde Misao a preguntarle qué tal sus flores. ¿O debía ir esa misma noche? Tal vez debía esperar un poco a que ella asimilara la notita que iba con las flores, el oso y el chocolate ¿O debía llevarlas él mismo? El pobre Aoshi estaba hecho un lío. Como por mientras tenía unos proyectos que estudiar para un nuevo afiche publicitario, decidió posponer un poco esa decisión.
De lo que Aoshi no se dio cuenta, es que cuando llamó a la florería, olvidó cancelar el pedido anterior a sus llamadas.
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Después de la escuela, Misao miraba fascinada sus tres ramos de flores, sus dos ositos y su chocolate en el dormitorio que le había asignado Hannya.
Y había leído todas y cada una de las notas, con ayuda de Tenshi.
-Este Aoshi está vuelto loco.- musitó, emocionada al máximo por lo que acababa de leer.
-Misao, vamos... dale sólo una oportunidad.-
Tenshi la miraba con ojos de cachorro y Misao ya no sabía que excusa ponerle.
-Ha sido un tiempo más que suficiente para que mi hermano descubra solito su error e intente enmendarse. Pero no podrá hacerlo si tú no se lo permites. Tampoco podrás comprobar que ha cambiado si no lo ves una vez más. ¿Ves? Él quiere reunirse contigo y aclarar las cosas.-
Misao se acercó a las muchas orquídeas, para acariciarlas con sus dedos. Pero no quiso dar aún su brazo a torcer. No vería a Aoshi.
-No, gracias, Tenshi. Mira... yo entiendo que quieras mucho a Aoshi y que quieras hacer todo esto porque es tu misión y todo eso pero, entiéndeme a mí... él me hizo daño.-
-Pero eso yo ya lo sé, Misao. Está bien, te hizo daño pero... ¿no crees que merece una segunda oportunidad? Al menos él... ¿tú crees que un hombre que se toma una mujer a la ligera se toma tantas molestias con ella? Mi hermano dio muestras de sentir un amor sincero por ti cuando le importó un pepino eso de que te hayas hecho pasar por un hombre por considerar que él era un idiota. Si me permites opinar, creo que eres tú la que siempre ha juzgado demasiado duramente a mi hermano. Está bien que él se equivocó al desconfiar de ti, de trabajar tanto y excluirte pero¿recuerdas por qué era que Aoshi estaba trabajando tanto esa semana?-
-Era para ganar el contrato y asi, tener dinero para comprarte una casa, hermana.- dijo Kenshin desde la puerta de la habitación de Misao. Acababa de llegar de su paseo con Kaoru y a decir verdad, estaba cansado de la terquedad de su hermana.
-Kenshin, no me digas que tú también estás de acuerdo con esto.- lo interrogó Misao.
-Misao, hermana... – Kenshin se interrumpió al sentir unas pisadas conocidas fuera de la habitación. Le hizo una seña a Tenshi para que se mantuviera callado. No estaban solos.
-No, me digas, ya veo que Tenshi te ha convencido.-
-Tenshi tiene razón, Misao... yo pienso que eres muy dura con Aoshi, ya que al primer error que él comete, enseguida le pones una cruz y no quieres volver a verlo. Como si tú nunca los hubieras cometido. ¡Como si a ti se te hubieran cerrado siempre las puertas al cometerlos!-
Misao abrió mucho los ojos al notar la fuerza en la voz de Kenshin, quien por lo general hablaba bajito.
-No me digas eso, Kenshin.-
-¿Acaso no quieres recordar, hermana¿Tanto te está fallando la memoria? Estás culpando a Aoshi de todos los errores que tuvo tu relación con él y por eso no quieres volver a verlo pero tú le mentiste mucho también, y él jamás te lo reprochó. Sólo se limitó a seguir adelante contigo, te dio todas las oportunidades que necesitaste y si estás de vuelta en la escuela, también fue por él. Tal vez eres tú la que no siente algo profundo por Aoshi, pero como no quieres admitirlo, ¡le echas a él toda la culpa!-
Misao de pronto se largó a llorar ante el reto de su hermano menor.
-¡Cállate¡No seas así conmigo!... tú no entiendes... él me dijo que deseaba no haberme conocido nunca... él dio a entender que yo era un obstáculo en su camino... ¡YO NO QUIERO SER OBSTÁCULO DE NADIE NUEVAMENTE!... Yo sé muy bien que he sido una tonta muchas veces, y por eso... por eso quiero alejarme de él... Aoshi está mejor así, sin mí. Yo sólo lo distraigo, me meto en sus cosas. Ni siquiera estoy a su altura. Él es elegante, es refinado... es guapísimo, podría tener a las mejores mujeres con tan sólo desearlo. ¿Por qué ha de conformarse conmigo? Ni siquiera he podido terminar la escuela...-
Kenshin y Tenshi la miraban sorprendidos... ellos no sabían que la autoestima de Misao estaba tan baja. Mientras, una sombra se mantenía inmóvil en la puerta.
-Ustedes... ustedes no saben lo que se siente saber que una siempre ha sido de lo peor. Tú, Kenshin, siempre fuiste un buen hijo y un hermano ejemplar. Tú y mi padre siempre me dieron amor a manos llenas aunque hubo veces en las que no lo merecí. Y yo en cambio sólo los llenaba de vergüenza una y otra vez... y no quiero sentir que alguien pueda volver a avergonzarse de mí. No quiero fallarle a Aoshi, por eso, lo mejor es apartarme de él. ¿Acaso creen que no tengo presente que le mentí muchas veces, que me metía en un lío y otro? Siempre estaba en apuros y ustedes me ayudaron mucho a salir de ellos pero... por eso mismo, Aoshi no puede estar con una persona asi...-
-Sobre ese punto, creo que lo justo es que yo decida si quiero estar a tu lado o no. Y mi decisión es que quiero estarlo.- dijo Aoshi al caminar hacia Misao. Era evidente que lo había oído todo.
-Aoshi...-
Aoshi le rascó la cabeza a Kenshin.
-Gracias por todo.-
Misao los miró sin entender...
-¿Acaso ustedes...?-
-Me encontré con Kenshin cuando venía llegando y le pedí que te dijera que quería hablar contigo ahora y arreglar nuestras diferencias. Pero... como soy un impaciente, decidí entrar de una vez. Y no me arrepiento.-
La joven se abrazó el vientre y miró hacia otro lado, con las mejillas teñidas de rubor.
-Ya sabes lo que pienso.-
-Y tú ya sabes lo que yo siento, Misao...-
Kenshin y Tenshi se miraron y salieron discretamente de allí.
-Misao... nuestra relación no partió bien. Y de hecho, me pregunto si alguna vez estuvo bien encaminada. Oyéndote ahora, me duele profundamente el saber que yo nunca llegué a imaginar lo mal que te sentías. Estaba tan ocupado haciéndome de un lugar en mi mundo, para proveerte de cosas materiales en el futuro, que no me di cuenta de que eres algo demasiado frágil.-
-Yo... yo lo siento, Aoshi...-
Él se acercó a Misao. Se sentó junto a ella en la cama y le tomó las manos.
-No, yo lo siento, Misao. De los dos, yo soy el mayor... yo debí haberme dado cuenta de que teníamos un serio problema de comunicación. Yo pensaba que trabajando mucho tú te sentirías feliz porque aseguraríamos nuestro futuro. Pero, jamás me dijiste que te sentías tan poca cosa para mí. ¿por qué no me lo dijiste?-
Misao no respondió. Sólo derramó otra lágrima más.
Aoshi suspiró.
-¿Eres feliz aquí?... dime¿Te gusta lo que haces, eso de arreglar autos?-
-Si, me agrada hacer eso.-
-Bien.- dijo Aoshi.- en ese caso... quiero que sigas haciendo esto que te hace feliz. Ahora respóndeme... alguna vez, cuando estuvimos juntos¿fuiste feliz conmigo?.-
-No lo sé. Cuando era un chico... estaba muy preocupada de que no me descubrieras. Ese día en que nos quedamos atrapados en el hotel, con la tormenta de nieve, me sentía extraña. Estaba muy preocupada por lo de mi mamá. Y después... de que tu papá no supiera que yo era yo. Si me pides que sea sincera, la verdad es que no sé si fui feliz alguna vez contigo, porque siempre había un "pero".-
A Aoshi eso le dolió más que veinte golpes en la mandíbula. Asimiló la información y tomó aire. Había algo positivo en todo eso y era que al menos estaban hablando.
-Yo cometí el error de presionarte en aquella ocasión. Y lo lamento. Misao... escúchame...- Aoshi cambió de posición, arrodillándose frente a Misao para quedar a su altura.- Tú... ¿tu sientes que me quieres?-
-Si te quiero.- se apresuró a decir ella, limpiándose poco dignamente la nariz con la manga de su camiseta.- Te quiero mucho.-
- Y yo a ti, pequeña. Y te amo. Por eso, yo quisiera, Misao, que empezáramos de nuevo. Que empecemos a conocernos de nuevo, que seamos novios.-
-¿Eeh? Pero yo...-
-Intentémoslo, Misao. ¿Lo harías por mí?-
-Por ti haría cualquier cosa, Aoshi.- dijo ella, abrazándolo.- No sé que cosa tan buena habré hecho yo para merecerte.-
-Solo vives, Misao... desde que tú estás en mi mundo, éste se ha vuelto un lugar maravilloso para mí. Y bueno, también más emocionante y divertido. Yo no sé de dónde sacas tanta imaginación para hacer las cosas que haces.- mencionó sonriendo. Se sentía muy feliz.
-Aoshi... yo quisiera pedirte una disculpa... por favor...-
-Nada de eso, Misao. Los dos nos equivocamos... ahora debemos poner de nuestra parte para que esto funcione. Yo te incluiré más en mi vida... y tú, promete que siempre me dirás lo que sientes¿te parece? Asi yo sabré como actuar contigo.-
-Oh, Aoshi... – dijo ella, abrazándolo una vez más.
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Habían pasado algunos días desde entonces y Misao y Aoshi habían iniciado un noviazgo bastante formal. Él la iba a buscar después de la escuela y la invitaba a comer algo por ahí. Y así, un día Misao le contó que sería padre.
Ni hablar de la reacción de Aoshi. Se puso tan contento, que ordenó una ronda de papas fritas y refrescos para todos los que estaban en el local que atendía Sanosuke, donde vendían comida rápida por las tardes.
Se puso tan eufórico, que de inmediato arrastró a Misao al centro comercial para comprarle todo a su hijo, desde ropa, hasta juguetes y cunita.
-Tonto.- le había dicho ella.- Nacerá en Noviembre. Falta mucho todavía...-
Luego se habían puesto a discutir sobre los cuidados que iba a requerir Misao, y a ponerse de acuerdo en hasta qué fecha ella iba a trabajar. Aoshi sabía que para Misao era muy importante sacar sus estudios adelante y seguir con su trabajo, por lo que ni le mencionó la idea de decirle que él se encargaría de ella y que por su parte, ella debía descansar todo el tiempo.
Pero, al despedirse de ella, decidió que era hora de volver a llamar a Kenshin.
Kenshin habló un poco con Aoshi, hasta que escuchó la voz de Tenshi.
-Dile a mi hermano que se quite el luto... vamos, hace como seis meses que me morí. Dile que eso será importante para Misao.-
Kenshin le hizo caso a su amigo, mientras revisaba el correo que le había llegado.
Al día siguiente, Misao descansaba después de terminar sus labores en el taller, cuando Kenhin entró a su dormitorio.
-Misao, levántate. Aoshi está esperando por ti.- dijo acercándose a ella sosteniendo un hermoso vestido color violeta. Misao lo reconoció enseguida:
Era el vestido que usó cuando se presentó como "Misato Maki", en la fiesta de la víspera de Navidad de la empresa de Aoshi.
Sonrió al recordar que ese día inventó que le dolía el estómago para irse temprano a casa. Soltó una carcajada al evocar el momento en que la tela del vestido se deslizó suavemente sobre su cuerpo delgado para cubrirlo y embellecerlo aún más. Jamás podría olvidar la mirada de Aoshi al verla aparecer...
-¿Pero qué está sucediendo, hermano?-
-Tienes cinco minutos, Misao.- dijo Kenshin saliendo de la habitación para que ella se cambiara de ropa. Misao corrió al armario para intentar rebelarse y vestir pantalones para ver a Aoshi. Al abrir el ropero, se dio cuenta de que no había nada en él, salvo unos zapatos que hacían juego con su maravilloso vestido. Le habían tendido una trampa.
De inmediato escuchó la voz del fantasma.
-Misao, no sé que bicho le picó a mi hermano, pero está riéndose como un tonto afuera. Ponte ese vestido y date prisa.-
La chica se rindió ante el pedido de su amigo y se vistió finalmente con la hermosa prenda, desechando la camisa que traía.
-Dos minutos, Misao.- dijo Kenshin al otro lado de la puerta.
Terminó de ponerse los zapatos y comenzó a arreglar su cabello.
Vería a Aoshi...
Ante la idea, su corazón latía fuertemente. Estaba emocionada.
-Voy a entrar.-
La puerta se abrió y entró Kenshin junto con la nana Saori, que traía un enorme set de maquillaje para emergencias como esa. Sentó a Misao en una silla cercana y disimuló lo mejor que pudo sus ojeras y sus párpados hinchados. Rellenó sus labios con un color perfecto para realzarlos y le cepilló el cabello dejándolo brillante y desenredado.
-Estás lista para ver a mi niño, Misao.- sentenció la señora al terminar su trabajo.- Ve, Misao. Él te espera.-
La joven sonriendo, salió del cuarto seguida de Kenshin, la nana y Tenshi. De pronto cayó en la cuenta de que ellos estaban muy bien vestidos y que no había nadie más en la casa. Se pellizcó discretamente para comprobar que estaba despierta y el dolor le hizo notar que lo estaba. Y mucho.
Al salir al recibidor, se topó con... ¿Aoshi o Tenshi? Mientras intentaba determinar quién era, Kenshin y la nana se escabulleron hacia el exterior, para subirse a un auto y partir con rumbo desconocido.
Aoshi tenía ante sí la viva imagen de un ángel. Se veía tan perfecta, tan irreal... incluso pudo notar que Misao había subido un poco de peso, sin duda por lo de su hijo. Sus curvas estaban más definidas, sus senos más llenos. Era como el botón de una flor a punto de abrirse. Estaba preciosa.
Misao también lo contempló, sorprendida. Traía un ramo con más orquídeas, pero además, se veía totalmente diferente. Vestía una camisa blanca de estilo moderno, con costuras a lo largo de la camisa en sentido vertical, enfatizando sus anchos hombros y su cintura delgada. El pantalón negro hacía que su estilo informal fuese totalmente elegante y de ninguna manera se podría pensar que ese hombre seguía vistiendo de luto. Era ese detalle precisamente lo que más la impresionaba de la imagen de Aoshi. Ella hasta el momento siempre lo vio de negro o gris oscuro, salvo el día en que lo conoció, que llevaba una camisa blanca bajo el traje y la corbata negros.
Era como la fusión perfecta entre Aoshi y Tenshi, según constató. Al mirar su cabello, advirtió que no estaba rígidamente peinado hacia atrás, sino que caía húmedo, semiondulado. Aoshi en conjunto se veía joven fresco y... muy, pero muy seductor.
Y con las flores en la mano y esa mirada desvalida que tenía se veía tan dulce que Misao tuvo que hacer un esfuerzo supremo para no lanzarse a sus brazos y llenarlo de besos. Se preguntaba a qué venía esa sorpresa.
-Misao.- dijo él saboreando cada letra del nombre de la joven.- Quiero proponerte algo.-
-Dime primero de qué se trata todo esto.- dijo ella poniéndose a la defensiva y dando un paso hacia atrás cuando él intentó acercarse.-Y dime dónde están los demás.- terminó muy seria.
Aoshi sonrió al comprobar que ella era como la pólvora con él.
-¿Quieres saber dónde están los demás?-
-Eeh... pues claro... no entiendo qué te traes entre manos, Aoshi, pero no es normal que esta casa esté sola.-
-Bueno, si quieres verlos, yo te llevaré.-
Aoshi se acercó a ella y sin mediar palabra alguna, la tomó entre sus brazos como si pesara lo mismo que un osito de felpa y la sacó de la casa. La sentó sobre la moto en la que había venido y con las piernas hacia un mismo lado. Para asegurarse de que no iba a escapar, se paró delante de ella mientras le ponía una chaqueta enorme encima y un casco. Acto seguido, le puso las flores en las manos y él se montó tras ella sobre la moto, listo para partir.
-Te amo, Misao...- dijo al notar su absoluto desconcierto.-... y me importa un bledo lo que pienses, porque yo sé que soy el único que puede hacerte feliz.- sentenció antes de encender la moto y tomar un camino con rumbo desconocido.
-Arrogante, engreído... ¿Qué crees que estás haciendo¡Llévame donde está mi hermano!- le chilló Misao al reaccionar. Ella trató de moverse, pero Aoshi no la dejó.
-Como siempre no piensas en nada... quédate quieta o perderé el control de la moto.-
-¡Tú eres el idiota que nunca piensa!- Misao estaba tan nerviosa que no sabía que decir y sólo pensaba en atacarlo.- ¡No entiendo cuál es tu idea¡-
-¡Pues mi idea... mi idea... ¡Esta es mi idea para pedirte matrimonio!- gritó Aoshi para hacerse escuchar sobre el ruido de la moto.
-¡Pedirme matrimonio!... ¿Acaso estás loco?-
-¡Hace tiempo que lo estoy! -
Misao estaba conmovida con eso, pero el caso es que no entendía por qué Aoshi tenía que raptarla prácticamente para decirle eso. Además, no tenía mucho caso hablar a gritos con alguien que seguramente podía escucharle sólo la mitad. Misao reflexionó que lo mejor sería esperar a que Aoshi se detuviera para decidir qué decirle. Mientras, se permitió acomodarse entre los brazos de ese sujeto que descubría que por el tamaño de Misao, era cómodo llevarla así sobre la moto de Tenshi. Así el sentía que la envolvía, que la protegía y esa sensación le encantó.
De pronto la joven cayó en cuenta de que estaban entrando en el barrio de Aoshi. ¿Iban a su casa¿Era este otro de sus planes geniales?
-¡Por favor, Misao, observa con atención!.-
Kaoru y Kenshin estaban entretenidos encendiendo velas en el jardín de la casa de Aoshi. La Nana Saori terminaba de colocar la mesa y Kenjiro se arreglaba la corbata. Megumi se refrescaba después del viaje relámpago que tuvo que hacer desde Tokio para asistir a la cena que tenía planeada su hermano. Cuando se escuchó a lo lejos el ruido de la moto de Aoshi, Kenshin y Kaoru entraron a la casa y se quedaron junto a las ventanas para ver qué pasaba afuera.
El que observaba con más atención que ninguno era Tenshi. Todo lo que estaba sucediendo en su casa simplemente lo hacía muy feliz. Aoshi estaba decidido a hincar una nueva vida con Misao.
El fantasma pensó en juntarse con su amiga para ver en qué iba la cosa. Se apareció ante Misao mediante uno de los espejos retrovisores de la moto cuando la pareja iba entrando en la calle de la casa.
-Vamos, Misao, dile que si a mi hermano.-
Misao, que no se esperaba ver a Tenshi en ese momento, dio un pequeño salto del susto, sólo que se disimuló bastante con el zarandeo de la moto al comenzar a detenerse.
-¿Qué diablos crees que estás haciendo?- le preguntó la chica a fantasma, qué solo se encogió de hombros y sonrió.
Aoshi por su parte, escuchó a Misao y pensó, lógicamente, que la pregunta iba para él.
-Pues estoy haciendo lo que un hombre dispuesto y decidido debe hacer.- respondió al tiempo que estacionaba la moto frente a su casa y se quitaba el casco.
-Pero es que esto no...-
-Empecemos una nueva vida, juntos. Cásate conmigo, Misao.- dijo Aoshi poniéndose de rodillas y tomando su mano.
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Dentro del hogar Shinomori, todos estaban mirando por la ventana a la pareja. Hannya y su esposa también estaban mezclados con los demás, tratando de adivinar qué le decía Aoshi a Misao.
Cuando éste se puso de rodillas y tomó la mano de la joven, se hizo evidente qué era lo que le estaba diciendo.
Kenshin miró a Kaoru de reojo y notó que ella tenía las mejillas levemente arreboladas. En el fondo era una chica romántica y seguro que encontraba en la actitud de Aoshi, mucho material para fantasear durante una temporada.
En realidad la escena era bonita, porque Misao se veía muy dulce con su mejor vestido, pero con la enorme chaqueta de Aoshi sobre los hombros, y sosteniendo las flores que él le llevaba.
Kenjiro estaba tras de Kenshin, musitando:
-Vamos, Misao, dile que sí a mi hijo... sé una buena chica.-
Setsuna estaba agarrada del brazo de su esposo, mirando ávida por la ventana. Hannya también estaba ansioso con la posible respuesta de Misao. Aunque él no conocía los pormenores de la historia de su protegida, sentía que este era un momento importante en la vida de ella.
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-Pero, Aoshi, si haces esto por el bebé no quiero que sientas que es tu deber casarte conmigo porque...-
-Me quiero casar contigo porque te amo. Quiero también a mijo, pero deseo estar al lado de su mamá todo el tiempo que pueda. ¿Y¿Qué me dices? No tenemos forma de saber qué será de nosotros en el futuro si no lo intentamos, Misao. Dime si te casarás conmigo.-
A Misao se le saltaron las lágrimas. Se levantó de la moto y abrazó a Aoshi por el cuello, sin decir nada y ahogando sus sollozos en el pecho masculino.
-Aoshi... te... te amo tanto.- sollozó.-
-Y yo a ti, mi pequeña. Créelo. Al perderte comprendí todo lo que te necesitaba, Misao. Llegaste a mi vida sin que yo lo pidiera, y asimismo entraste en mi corazón... no quiero volver a separarme de ti.-
-Pero, Aoshi...- sonrió Misao entre sus lágrimas al mirarlo.- ¿Era necesario tener a tantos espectadores?- preguntó al notar a toda su familia a través de la ventana, siguiendo con interés lo que hacían ellos.
-Bien... me pareció que esto les entretendría un poco la tarde. Pero respóndeme... ¿te casarás conmigo?-
-Claro que sí, tonto. Después de todo, yo también te amo.-
Tenshi escuchó eso y después de hacerle una señal de triunfo a Misao con los pulgares hacia arriba, se acercó discretamente a Kenshin que mantenía su nariz pegada a la ventana, para decirle:
-Creo que tu hermana, a su manera, le ha dicho que sí.-
Este fue motivo más que suficiente para que el pelirrojo diera un salto espectacular y optara por salir de la casa, seguido por todos los demás. Aoshi, al notarlos, se volvió hacia ellos.
-¡Ha dicho que sí!... ¡me aceptó!-
Kenjiro observaba todo sin dar mucho crédito a sus ojos. Pero, así y todo, estaba orgulloso de su hijo. Pasó un brazo por sobre los hombros de Setsuna y la atrajo hacia él, en tanto que los demás vitoreaban a la pareja y le daban sus felicitaciones.
-Me has dado los mejores hijos del mundo, mujer. Gracias por todo eso.- dijo, antes de darle un beso en la mejilla. Setsuna sonrió.
-Sabes muy bien que yo sola no los hice, Ken.-
Kenjiro sonrió y no dijo nada. Sólo se acercó a su hijo y a Misao para abrazarlos.
Kaoru estaba al lado del señor Hannya, observando a Misao llorar de la emoción abrazada a Aoshi. Kenshin entonces, optó por hacer algo. Caminó hacia donde estaban Aoshi y Misao.
-¡Oye, Aoshi!.- dijo en voz alta el pelirrojo.
El aludido de inmediato lo miró. Y Misao también quiso mirar a su hermano.
-¿Kenshin, tú sabías de esto?-
-Desde ayer cuando lo planificamos con Aoshi.- contestó el pelirrojo.
-Kenshin, gracias por todo...- empezó Aoshi, pero Kenshin levantó una mano para callarlo.
-Escúchame, Shinomori. Mi hermana se casará contigo, porque yo te doy su mano. Porque ella te ama y porque estoy seguro de que tú sabrás cuidarla como se merece.-
Misao entonces reaccionó.
-Pero Kenshin... no puedo dejarte solo...-
-Hannya es mi tutor legal desde hoy y Kenjiro es mi mejor amigo. Tú cásate y sé feliz, que sólo así me harás feliz a mí también. Porque te juro, hermana, que si me pones de excusa para alejarte del hombre que amas, me iré para siempre y no sabrás más de mi paradero hasta que entiendas que tú debes hacer tu propia vida.-
-Kenshin...- Misao emocionada abrazó a su hermano, volviendo la cara a Aoshi.- Bueno, parece ser que no tengo muchas opciones.-
-Espero que no te sientas presionada.- le dijo Aoshi sonriendo tranquilamente.
-Vamos, di "sí, acepto" para que te escuche mi mamá y mi hermana.- la urgió Tenshi al lado de ella.
La joven suspiró cansada. No tenía mucho caso ir en contra de la corriente en esas condiciones. Más cuando ella ya no tenía energía de seguir avanzando en dirección contraria a la de Aoshi.
-Aoshi, seré tu esposa cuando lo estimes conveniente. Aunque espero que no te tardes demasiado porque... hum... supongo que yo podría no caber en el vestido.- terminó con una sonrisa pícara.
Los padres de Kaoru también acompañaban a la familia en ese momento y Tenshi, que los observaba, se sintió satisfecho al ver que sus seres más queridos estaban rodeados de tan buenos amigos.
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El día en que se casaron, Aoshi regresó con Misao a la casa de sus padres. Aunque hubiera preferido tener ya una casa propia en la que vivir, quería darse el tiempo necesario para ir con su ahora esposa a escoger una que les gustase a los dos. Kenjiro, Setsuna y Megumi se quedaron celebrando con los demás asi que de momento, tenían la casa para ellos solos. Al día siguiente pensaban irse de luna de miel. Tenían que descansar.
Misao estaba demasiado cansada con tantas emociones en los últimos días, asi que se tendió de inmediato en la cama de Aoshi. Vestía un camisón blanco, de tiritas delgadas. Notó su pequeña barriga y en eso, su esposo salió del baño y tomando a la joven de las manos, la guió hacia un lugar de aquella habitación.
El espejo cubierto por el velo negro.
-Lo mandé a reparar hace algunos días... por favor, Misao, deseo contemplarme en él. Y deseo que tú quites esa tela, por favor.-
-Pero... a ti no te gustan los espejos, Aoshi...-
-Misao, por favor... deseo hacer esto. Quiero contemplarme.-
La joven le hizo caso a su marido y lentamente quitó la tela que cubría la superficie helada del espejo. Entonces, contempló a la pareja que se reflejaba en ella.
Una mujer joven, bajita, de cabellos negros y enormes ojos verdiazules. Al lado de ella, un hombre sonriente, relajado y alto.
Y al otro lado, otro hombre tan alto como el otro, pero que brillaba.
Aoshi sonrió ampliamente al reconocerse en el espejo como el hombre que se había prometido días atrás llegar a ser. Estaba feliz por haber logrado sus objetivos y sólo deseaba poder mantenerlos y mejorarlos en el tiempo.
Acarició el marco de una foto donde salía él y Tenshi, junto a Megumi. Los tres hermanos Shinomori.
-Misao, hoy extrañé mucho a mi hermano pero... por otra parte, sentí como si él desde algún lugar, estuviera apoyando mis acciones. Tú que lo conociste¿qué piensas?-
-Misao, dile a Aoshi que estoy demasiado orgulloso de él...- habló Tenshi a su amiga. Ella le hizo caso.
Pero Aoshi, por un momento, quedó desconcertado ante las palabras de la chica.
-¿Qué te pasa, Aoshi?-
Después de unos segundos, habló.
-Te parecerá extraño, Misao, pero, por un momento sentí que oía la voz de mi hermano. Hace algún tiempo atrás tuve la misma sensación.-
Misao abrió los ojos con sorpresa. Miró entonces a Tenshi que seguía de pie frente a ella y al lado de Aoshi, buscando una explicación. Se suponía que sólo ella y Kenshin tenían la facultad de oírlo.
Ni siquiera Tenshi entendía muy bien, hasta que Misao explicó sencillamente.
-Siempre oirás las voces de las personas que amas o amaste, desde tu corazón, Aoshi. Y cuando estás tranquilo y feliz contigo mismo, eres capaz de oírlo mejor que en otras ocasiones.-
-¿Es eso cierto?- preguntó él.- ¿Acaso ahora soy feliz, por eso puedo oírlo?.-
-Eso sólo tú puedes saberlo, hermano.- dijo Tenshi.
-¿Tenshi?.- preguntó Aoshi mirando hacia la nada y llevándose las manos al pecho.
Buscando a su hermano con la mirada, Aoshi llegó nuevamente a su imagen en el espejo.
Y lo vio. Vio esa imagen del hombre satisfecho, dispuesto a vivir como si cada día que pasaba fuera el último, como lo hacía Tenshi. Una vez más escuchó esa voz en su cabeza.
-Siempre he deseado que seas feliz, Aoshi... y sé muy bien que ella te cuidará. Cuídala tú también.-
Aoshi cerró los ojos y sonrió tranquilo.
-Gracias por todo, hermano. Después de todo, tú la trajiste para mí, al heredármela.- entonces, Aoshi abrió los ojos nuevamente y vio a Misao, con los ojos brillantes, mirarle con una gran sonrisa.
-Te amo, Aoshi.-
-Y yo a ti, Misao. Vamos a descansar.-
Tomó a Misao de la mano y la llevó a la cama, donde le hizo el amor con infinita ternura y adoración, pero después, hacer el amor con ella sólo una vez esa noche no fue suficiente...
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-Misao, Misao...- susurró una voz en medio de la oscuridad.
La joven abrió los ojos lentamente para ver a su amigo fantasma.
-Hola, Tenshi.- susurró ella a su vez.
-Misao, gracias por todo. Vengo a despedirme.-
-¿Qué¿No estás hablando en serio, verdad?- dijo la chica incorporándose.
-Claro que lo hago, Misao. Debo... debo hacer un par de cosas ahora. En el Cielo me dieron como fecha de tope el día de mañana, pero, ya que todo está resuelto y mi hermano es tan feliz, yo prefiero irme ya. Tengo cosas urgentes que hacer y es mejor que regrese con cierto tiempo a favor.-
-Yo... Tenshi... no sé qué decir... yo... te debo tanto...- dijo Misao, sintiendo un nudo en la garganta.
-Soy yo quien te debe mucho, Misao. A ti y a Kenshin. No sabes lo agradecido que estoy por todo lo que ustedes han hecho por mí.-
-Tenshi...-
El fantasma comenzaba a desvanecerse lentamente.
-Misao... te daré una pequeña noticia... no debería hacerlo, pero lo haré igual. Será un niño.-
-Tenshi, espera... –
El fantasma sonrió y se desvaneció por completo.
Misao quedó pensativa por unos momentos, sintiendo la mano de Aoshi firme sobre su vientre. Entonces, más que nunca, estuvo segura del nombre que llevaría su hijito.
Tenshi.
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Kenshin también dormía, exhausto, en casa de Hannya.
Cuando abrió los ojos, se encontró con la sonrisa despreocupada de Tenshi. Como si fuera la cosa más natural del mundo, Kenshin se sentó en la cama para conversar con su amigo.
-Hola, amigo.-
-Hola, Tenshi. ¿por qué vienes a esta hora?-
-Hum... bueno, digamos que tenía ganas de hablar con alguien un rato.-
Kenshin sonrió.
-Vaya, yo creí que te la pasabas muy bien de fantasma.-
-Hum... no me quejo... a veces converso un poco con gente atrapada en esta dimensión y me considero afortunado por poder salir de ella, sabiendo que he logrado mis objetivos.-
Kenshin comprendió de inmediato que Tenshi venía a despedirse. Pero no lo dijo.
-Tú y yo somos en cierta forma, muy parecidos, Kenshin. Por lo general me apoyabas en los consejos que le daba a tu hermana¿no?-
-Bueno, has de reconocer que Misao es muy terca cuando se le mete algo en la cabeza. Si no lo sabré yo.- reconoció el pelirrojo.
-Ella ya escogió su vida y sabe que gracias a ti puede estar tranquila. Sabe que eres un joven bueno y centrado. Yo también lo sé, y por eso, amigo, te invito a que desde ahora, seas capaz de buscar a los personajes principales de la historia que será tu vida. Sabes muy bien que a Misao siempre la tendrás allí, pero ya es tiempo de que planees lo que harás con este camino que te queda a ti.-
Kenshin sonrió.
-Sabes muy bien lo que quiero, Tenshi... mi único objetivo es conseguir un amor puro, que sea sólo para mí. Quizá soy un egoísta al pensar eso pero, siento que eso es algo que siempre he debido compartir y que en muchas ocasiones, he salido perdiendo. No le guardo rencor a mi padre ni a mi hermana. Ni siquiera a Aoshi quien ahora disfruta del amor incondicional de Misao. Algún día, amigo, espero tener ese amor. Para disfrutarlo, cuidarlo... preservarlo.-
Tenshi esta vez sonrió a su amigo mucho más, dándole una palmadita en el hombro.
-Nunca te des por vencido, Kenshin. Estoy seguro de que encontrarás ese amor que tanto deseas. Tal vez, ya ha aparecido y aún no te has dado cuenta. Por ahora, sólo puedo decirte que tengas paciencia y mientras, cimientes el camino para llegar a ser un gran hombre. No lo olvides. Ya no nos veremos más, pero te estaré observando desde allá arriba.-
Tenshi empezó a desaparecer lentamente, tal como antes lo hizo frente a Misao.
-Amigo... te quiero mucho...- dijo Kenshin al fantasma.
-Y yo a ti te aprecio demasiado, Kenshin... pero tengo que irme, ya lo ves. Como último favor, desearía que le recordaras a Misao sobre esa última carta que debe entregarle a Aoshi, esa que le dejé poco antes de irme.-
-Ten por seguro que lo haré.- dijo Kenshin con la voz un poco quebrada.
-Qué curioso.- sonrió Tenshi al recordar algo.- En aquella ocasión, también de la última persona que me despedí, fue de ti...-
Tenshi terminó de desaparecer y Kenshin se quedó solo acomodándose en su camita.
-Y tú eres la única persona a la que le he abierto por completo mi corazón.- mencionó Kenshin, quedándose dormido.
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Cuando Aoshi abrió el sobre con la última carta que Tenshi había escrito no sólo para él, sino para toda su familia, le temblaban un poco las manos.
Misao, sonriendo, estaba a su lado. Y todos los demás, Setsuna, Kenjiro, Kaoru, Kenshin y la nana Saori, asi como Megumi, estaban presentes en ese momento.
Aoshi empezó a leer en voz alta.
-"Siempre anhelé tener una vida como la que tuve. Parece ser que en algún momento presentí que moriría joven; lo cierto es que nunca me proyecté demasiado a futuro. Eso hasta que llegué a una casita humilde y conocí a Misao Makimashi y su hermano Kenshin Makimashi.
Supe en ese momento que si hubiese tenido más vida para mí, la hubiera gastado en estar con ellos dos y por eso pensé en heredárselos a ustedes. Para que pudieran disfrutar de su risa sencilla, de su forma de ser, de todas esas cosas que me hicieron pensar que si algún día formaba una familia, los adoptaría.
Todo pasa por algo¿no?... Aoshi, hermano... cuida de Misao cada día de tu vida. Si todo ha salido como lo he previsto, tú deberías haber perdido la cabeza por ella."-
Aoshi miró a Misao. Claro que lo había hecho y estaba demasiado feliz con ella. Misao por su parte, se sentía un poco triste, asi como Kenshin, ya que hacía algunos días que no veían a Tenshi. Se preguntaban cuando conversaban los dos, qué sería de él.
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Esa noche, Kenshin soñó con Tenshi. Con el momento en que se despidieron por primera vez.
-¿Sabes, Kenshin? Tú y yo nos parecemos... yo también amo mucho a mis hermanos... y a mis padres que son muy buenos. También quiero a mi nana... una señora que está en mi casa y es como mi segunda mamá. Yo haría cualquier cosa por ellos y por su felicidad.-
-En éstos días, viendo la relación que tienes con tu hermana, he recordado sobremanera a los míos y quisiera hacer algo bueno por ellos y por ustedes también. Sé que si mis hermanos los conocieran, los amarían... me gustaría que se conocieran... tengo un plan que, si funciona... será beneficioso para todos. Pero necesito tu colaboración. Usualmente se la pediría a Misao, pero... si he de confesarte algo... prefiero no verla más de lo estrictamente necesario, porque estoy demasiado conciente de que yo... no me puedo permitir amarla.
-Escúchame, Kenshin... no puedo hacer mucho por ustedes, pero... tengo un plan, algo intentaré... pero para eso, necesito que entregues estas cartas a Misao en las fechas que en los sobres se indican...por favor... no puedes olvidarlo. Y si todo resulta bien... recordarás siempre este momento y al hombre que se convirtió en tu amigo y protector.-
-Kenshin... recuerda siempre que mis flores favoritas son los jazmines. Huelen muy bonito. Siempre me dije que si encontraba a una mujer con ese aroma, la haría mi esposa sin pensármelo demasiado... Kenshin... ¿le dirías a Misao que lleve de esas flores para mí, cuando yo no esté?-
-Claro que sí, Tenshi... cuenta con ello. Es palabra de hombre.-
Tenshi sonrió.
-Prométeme que serás el mejor de tu clase.-
-Lo seré, Tenshi.-
-Prométeme que cuidarás de Misao... -
-Claro que si, Tenshi.-
Kenshin despertó y comprobó que ya era de día con la sensación de que volvería a ver a Tenshi. Al mirar hacia su mesa de noche, se topó con los folletos de los institutos que había visitado el mes anterior. Habiéndose decidió por uno, se levantó y más tarde, envió una solicitud...
De vuelta recibió una carta donde le decían que había sido aceptado. Kenshin pasó saliva al comprender que partiría en Junio.
Pero eso ya es otra historia.
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Fin acto 16.
Fin "Misao, una chica en Apuros".
Mayo 09, 2006.
Notas de Autora.
Bueno... así termina este episodio, esta historia... la historia de esta historia es que el final lo habré escrito unas cuatro veces en las ultimas semanas.Y siempre sentía que le faltaba algo.
Creo que ahora me siento un poco más satisfecha con éste. Creo que puede parecer apresurado o demasiado condensado (aunque en el word me sale que van 25 páginas), pero recordemos que en el fondo este no es un final final, porque se viene la segunda entrega, esta vez con las andanzas de Kenshin en el mundo tratando de cumplir su sueño de encontrar ese amor que será solo para él. Y con Misao y Aoshi teniendo las dificultades propias de un matrimonio... aunque, conociendo la capacidad de Misao de meterse en problemas, sin duda esas dificultades serán algo especial. Finalmente, este par de hermanos tiene que arreglar un problema que tienen con su madre. Además, Tenshi tiene que volver porque... Megumi tampoco llevará su vida de muy buena manera y el fantasma tiene que hacer algo para orientarla. Afortunadamente Sanosuke andará rondando por ahí.
No sé qué más contarles... a ver... Hum, sip, les hablaré de los posibles finales que tenía para Misao.
En uno, ella tenía a su hijo, que era la reencarnación de Tenshi. Después llegué a la conclusión de que Tenshi era divertido siendo fantasma, asi que si bien Misao tiene a su hijito, pues, no será reencarnación de nadie conocido...
En otro final, Aoshi ponía las escrituras de su empresa a nombre de Misao y se la regalaba. Mmm, pero pensé que tal vez Misao se sentiría ofendida y comprada. Mala idea.
El tercer final era con Aoshi poniendo un anuncio en el periódico y la televisión para que Misao lo viera por una pantalla gigante. En los anuncios, él le pedía perdón y matrimonio. Ella aceptaba y todos felices. Esa idea me gustó mucho tiempo hasta que medité que si lo hacían así, los iban a seguir los periodistas de farándulas y no los dejarían tranquilos, asi que la deseché también.
Otro final era con Misao disfrazándose de hombre nuevamente y rescatando a Aoshi de unos mafiosos. Recibiría una herida de muerte protegiéndolo y Aoshi, que haría lo imposible por mantenerla viva, le pediría matrimonio de una buena vez...
En fin... creo que el final definitivo para Misao es el que cada una de ustedes le de en sus corazones. Espero que al menos, la larga espera haya valido la pena y este final les haya agradado.
Un beso a todos. Que estén bien.
Blankaoru.
