Los personajes no me pertenecen, sino a la escritora STEPHANIE MEYER. La historia si es de mi autoría. No publicar en otras páginas, categorías o traducir sin previo permiso. Está prohibida su copia total o parcial. +18

Capítulo 5:

Puesta en escena

— Es nuestro, Isabella — me dije al espejo, mientras recogía mi cabello recién secado en un sencillo pero elegante peinado —. Los conocerás, y darás la mejor impresión —. Volteé de un lado a otro, tratando de lograr el mejor ángulo, colocando otro sujetador. Rebusqué en mi cosmetiquera y me apliqué mi labial rojo favorito —. Llegarán a un buen acuerdo, firmaremos el contrato, sonreímos, reiremos y será fabuloso.

Terminé de colocarme delineador y rímel para resaltar mis ojos. Sonreí, feliz con el resultado. Fui a mi cuarto donde me esperaba mi traje.

Dejé vestirme para el final. Estaba tan nerviosa que era capaz de arruinar mi ropa con el maquillaje.

Me vestí con cuidado, me puse unos aretes sencillos con su collar a juego, y mi infaltable reloj de muñeca. Aprecié el resultado en el espejo. Me encantaban estos cortes entubados en los pantalones formales, hacían que mis piernas se vieran más estéticas y resaltaban mi trasero. Eso sin tacones.

Era una suerte que por lo menos pudiera elegir mis conjuntos formales, aunque prefería mil veces usar otra ropa.

Miré hacia el otro lado de mi vestidor, a la gran puerta plegable que escondía detrás suyo mis otros complementos: todos los pantalones y shorts de mezclilla rasgados, los tops, faldas, vestidos, botas y botines, blusas y corsés; todas las cosas que Rocket usaría.

Pero hoy era Isabella Swan, la arquitecta, la mujer formal, la hija perfecta; y debía presentar bien mi papel. Por el bien de mi libertad y mi futuro.

El timbre sonó y yo corrí descalza hasta la puerta.

Jacob me recibió con una de sus radiantes sonrisas y me dio un beso en la mejilla cuando lo dejé pasar al recibidor.

— Qué guapa — alabó —. Vamos a hablar de negocios, Bella, no seducir gente.

— ¿Cuál es la diferencia? — bromeé —. Tú también te ves muy bien.

Lucía un traje gris oscuro hecho a la medida, su camisa blanca estaba perfectamente cerrada y no usaba corbata. Jacob jamás usaba corbata.

Semi extendió sus brazos y giró posando para mí, haciendo uso de su mueca burlona más molesta.

— Ugh. Olvídalo.

Soltó una risa de diversión.

— ¿Estás lista? Incluso nos da tiempo para ir por un café, si quieres.

— Ah-ah — negué —. El café déjalo para luego de la junta. Mi pulso ya está suficientemente alterado.

Sin mencionar que tenía el estómago revuelto.

— Mujer de poca fe.

En otras circunstancias le habría puesto mala cara, pero conocía a Jacob a la perfección. Él también estaba nervioso.

Volví a mi cuarto a calzarme mis tacones y rociarme un poco de perfume.

Tomé mi bolso, abrí la puerta y salí a paso apresurado. Jake me siguió.

— Vámonos, Charlie no tardará en impacientarse.

Aseguré la puerta y caminamos directo al auto de Jacob, un auto semi deportivo clásico. En el segundo que mi amigo entró, su celular comenzó a sonar.

— Hablando de… — murmuró antes de contestar —. Hola, Charlie… Si, ya estoy con ella… No, ya vamos en camino. No te apures — me hizo una mueca —. Seguro. Vamos para allá.

Jake encendió el auto y salió a toda prisa de la zona residencial, integrándose a la ciudad.

— ¿Ya la está dando un ataque?

— ¿Es necesario que te responda? — dijo con burlón sarcasmo — De acuerdo, Bells. ¿Qué sabemos de nuestros posibles futuros socios? — interrogó, tornándose serio.

Tomé aire, haciendo uso de toda la información que sabía.

— Los Cullen son los dueños de una importante cadena hotelera de primer nivel. Cuentan con más de diez complejos alrededor del mundo, todos exitosos; y son socios de una cadena de cruceros desde hace más de veinte años — recité.

— Y esta es nuestra oportunidad, porque…

— La firma arquitectónica de la que eran socios tuvo un escándalo de fraude y corrupción, ellos inmediatamente tomaron acciones legales, se desligaron de ellos y ahora necesitan otra firma socia para poder mantener su imperio.

Jacob asintió con la vista fija en las calles.

— Y es nuestro deber demostrarles que nuestra firma es la ideal. No solo es el prestigio, también la confianza —. Asentí, pero parecía que estaba hablando más para sí mismo —. Es una bendición que nos estén considerando. Hay muchos despachos haciendo fila, esperando que cometamos un error. No les demos el gusto.

Jacob no era arquitecto como Charlie o yo, sino ingeniero civil, y de los mejores. Y no lo digo solo porque era mi mejor amigo.

Él había seguido los pasos de su padre con orgullo, Billy Black, mejor amigo y socio de mi padre; y lo hizo tan bien que Charlie no dudó en darle buen lugar en la firma, y Jake aceptó a pesar de que tenía la propuesta de muchas otras y más famosas. Años después me uní yo, terminando de formar el equipo.

Nuestros padres nos metían a asuntos legales tanto como les era posible, nos contaban salto y seña de los tratos y papelería, con la esperanza de que dirigiéramos juntos el despacho justo como habían hecho ellos, llevándola al futuro.

Charlie había cometido muchos errores como padre, pero como arquitecto y empresario tenía poco que reprocharle.

De pasar a tener su estudio en una casa pequeña, haciendo trabajos menores, él y Billy terminaron con un edificio entero, con más de cincuenta arquitectos, ingenieros y diseñadores trabajando para ellos - sin contar a los administradores, abogados, obreros y demás - llevando a la realidad los sueños de familias, artistas, empresarios, magnates, equipos deportivos, etc, además de los suyos propios.

Tenían una larga trayectoria de éxitos, ni un solo escándalo, transparencia total, y un récord casi perfecto de clientes contentos.

Pero este trato lo era todo. Firmar con alguien como Carlisle y Esme Cullen era un nivel diferente.

Construir hoteles y resorts de lujo.

Charlie y Billy eran prudentes, no aceptaban más proyectos de los que pudieran abarcar. Este trato era, seguramente, el más ambicioso hasta ahora.

Había poca información personal de los Cullen. La pareja era increíblemente discreta.

En internet rondaban pocas fotos de algunos eventos sociales de años atrás, pero eran muy buenos manteniendo la prensa a raya. No ventilaban su vida privada.

Lo único que sabía era tenían dos hijos ya mayores, pero eso era todo.

Incluso tras el escándalo del fraude, todo lo que había eran declaraciones por escrito y fotos fallidas.

Saber que los conoceríamos era bastante intimidante.

— La compenetración de filosofías es importante. El usuario es lo primordial. La sustentabilidad ecológica y la económica — dije, pensando en lo que había leído acerca de la misión y visión de la cadena hotelera.

— Te puedo jurar que no escatiman en sus proyectos, — rio Jake — pero es cierto. Los Cullen se han visto interesados en la ecología desde hace años. El último proyecto…

— El resort, lo vi. Un proyecto precioso — alabé con cierta lástima.

— Qué mal que les hayan robado parte de los fondos.

Sonaba más molesto que triste. Lo entendía.

La última ambición de los Cullen se trataba de un complejo exclusivo que se salía de su esquema de la gran torre; optaba por el contacto con la naturaleza. Se trataba de unas cuantas habitaciones emplazadas a las faldas de una montaña en una isla en el Caribe, conectadas entre sí por un patio central bastante íntimo y una alberca infinita. Todas las habitaciones tenían vistas privilegiadas, además de todos los servicios y entretenciones.

El proyecto solo se anunció, se mostraron vistazos del diseño final y simulaciones en tercera dimensión como un adelanto a la realidad.

Un mes después, el escándalo.

Era una suerte que el proyecto no hubiera arrancado formalmente porque el asunto ya era bastante delicado como estaba.

Luego de los juicios y todas las cuestiones legales – que tomaban muchísimo tiempo – los Cullen estaban listos para volver; pero seguían buscando.

— ¿Crees que quieran retomar ese proyecto? — pregunté en un hilo de voz, perdida en mis pensamientos.

Me imaginaba el complejo, el ruido de las olas del mar, los materiales, la paz…

Y en lo molesta que me sentiría si le hubieran hecho eso mismo a nuestra firma. Habíamos tenido proyectos cancelados, claro, pero nunca por esos motivos.

— Quién sabe, Bells. Tal vez sí, tal vez no. Primero hay que ver todas las cartas sobre la mesa para poder comenzar a hablar de proyectos.

Rodeé los ojos.

— No lo digo por nosotros, sino por ellos.

— Ah… Pues, supongo. El señor Cullen le tenía fe, pero ya casi ha pasado un año.

— ¿Tú qué harías? — interrogué, curiosa.

Jacob lo pensó por un momento.

— Mmm, pues… Supongo que al principio me sentiría desanimado. Y reacio. Pero si siento algo especial por ese proyecto, no renunciaría a él. Solo sería más precavido.

Asentí. Era más o menos la respuesta que esperaba.

El resto del camino lo pasamos en silencio, adentrados en nuestros pensamientos. Cuando llegamos al estacionamiento del edificio y Jacob apagó el motor, mi corazón fue el que se aceleró como si estuviera preparándose para una carrera. En cualquier arrancón saldría volando de mi pecho.

Caminamos juntos hacia la puerta de cristal, justo a un lado la pared portaba con orgullo una placa metálica que rezaba "B&S Inc".

Exhalé.

Se abría el telón y entraba a escena.

"Buenos días, señorita Swan, señor Black", saludó la recepcionista con su actitud servicial y amable.

"Buenos días", contestamos Jake y yo al unísono con una sonrisa y entramos a la planta principal.

El familiar ajetreo de un lunes por la mañana nos dio la bienvenida. El sonido de las teclas, los clics, las impresoras trabajando, los compañeros platicando, poniéndose al corriente de su fin de semana, haciendo planes para el siguiente.

Todos nos saludaban a nuestro paso y nosotros respondíamos, cordiales. Caminamos directo al elevador al final del piso, yendo a la oficina principal.

Señor — dijo Jacob una vez en privacidad —. Ni siquiera estoy casado.

Me reí de su expresión horrorizada.

— No te martirices. No es la gran cosa — lo tranquilicé cuando calmé mis risas —. Yo también te diría señor, es que, ¿cómo más te van a decir? ¿Caballero? ¿Señorito? — me volví a reír.

— Bueno, tienes razón — cedió a su pesar —. Pero, solo tengo treinta. No estoy tan viejo.

— Estás en la flor de tu juventud — dije medio en serio.

Entrecerró los ojos, con divertida molestia.

— Disfruta tus veinticinco mientras duren, Isabella.

— Oh, te aseguro que lo hago.

Sus cejas se levantaron con alarma.

— ¿Eso que significa?

Las puertas del elevador se abrieron y yo salí, sonriendo.

— Isabella — insistió, alcanzándome.

Me hice la desentendida. Jacob y yo habíamos crecido juntos, éramos prácticamente hermanos, así que a veces su preocupación y celos lo volvían alguien muy sobreprotector. Si se enteraba de mi escapada del fin de semana, ardería Troya.

Gruñó.

Sabía que, por ahora, no insistiría. Pero por su expresión ceñuda supe que se estaba acercando a la idea.

— Buenos días, señorita Swan… señor Black — saludó Shelly Cope, la asistente personal de papá.

Convertí mi risa burlona en una sonrisa cordial en tiempo récord.

— Hola, Shelly — respondí — ¿Qué tal tu fin de semana?

— Oh — dijo ella en una mueca muy chistosa —. Excelente, señorita Swan. Gracias por preguntar. Si buscan al arquitecto Swan y al ingeniero Black, están en la oficina.

— Gracias — dijo Jake y yo agité la mano en forma de despedida.

¿No era más fácil decir "a sus padres"? Me pregunté con genuina inquietud. Tal vez eso denotaría demasiada confianza… por más práctico que fuera.

— Hola, papá — saludé en cuando entré a la oficina —. Hola, tío Billy.

— ¡Hija! ¡Jake! Que bueno que ya llegaron.

Papá y Billy me dieron un beso en la mejilla y saludaron a Jake con un abrazo.

— Tomen asiento, muchachos — dijo Billy y así lo hicimos, en el gran sillón de cuero.

En el escritorio de Charlie había unas cuantas carpetas, nos tendieron una a cada uno.

— Hoy es el día. Esto es solo una precaución, hay que estar preparados.

Jake y yo nos miramos antes de inspeccionar el contenido. Eran hojas y hojas con cantidades, reglamentos con párrafos resaltados, fotos, notas periodísticas, programas esquemáticos y un montón de cosas más.

— Mmm, ¿y esto? — pregunté.

— Es solo para cubrir todo — dijo Billy.

— Ya lo creo — dijo Jake en tono amable

— Tal vez deberían dejar la firma y postularse para el FBI — bromeé.

En la carpeta había información técnica y legal demasiado específica y detallada como para haberla encontrado en internet o por casualidad.

Jake y Billy rieron ante mi comentario.

— Isabella, por favor. Esto es serio — replicó Charlie.

Resistí fuertemente el impulso de suspirar con dramatismo. Debí verlo venir.

— Okey. Lo lamento — dije para tranquilizarlo —. Estoy algo nerviosa.

Charlie suspiró con paciencia y luego asintió.

Jake me dirigió una mirada significativa, arrugué la nariz fugazmente, restándole importancia.

— Pero en serio, ¿para qué es todo esto?

Esta vez Billy intervino.

— Es para conocer mejor la situación y poder elegir nuestra estrategia. No hay que ver problemas, sino posibilidades, los puntos sensibles de la cadena que nosotros debemos cubrir. Generar confianza.

Jake y yo asentimos. Esta era una investigación única porque los clientes lo eran.

— ¿Cuáles proyectos se pondrán en la mesa? Como referencia al trabajo de la firma.

— Eso está en la sala de conferencias. Lo mejor será que estemos allá en cuanto los señores Cullen lleguen.

— Lo cuál será pronto — musitó Jake por lo bajo mientras veía su reloj de muñeca.

Miré la hora sin poder evitarlo, faltaba una hora para el tiempo acordado.

Los cuatro salimos de la oficina y caminamos hacia el final del pasillo, donde unas puertas dobles de madera resguardaban la sala de conferencias.

De piso alfombrado, y pared principal de cristal, la sala de conferencias era tranquila y fría, especialmente con las persianas cubriendo la pared de cristal.

Una computadora portátil ya estaba en su lugar lista para usarse, al igual que el proyector.

— De acuerdo — dijo Billy tomando asiento —. Esto se tratará en la junta.

Activó la computadora y entre él y Charlie comenzaron a discutir con nosotros los pormenores, haciéndonos preguntas entre comentarios para asegurarse que estábamos siguiendo el hilo de la conversación.

Al cabo de cuarenta minutos, la señora Cope entró a la sala luego de tocar amablemente.

— Los señores Cullen ya llegaron — anunció y papá saltó de su asiento como resorte. Billy se arregló su saco y ambos salieron disparados de la oficina.

— Esperen aquí — nos pidieron de forma amable, tanto como la tensión de los permitió y salieron al encuentro de los Cullen.

Un silencio denso nos envolvió a Jake y a mi en la soledad de la habitación y yo exhalé pesadamente. Él tomó mi mano por encima de la mesa. Lo miré y me sonrió, inspirándome valor.

Asentí, y volví a exhalar tratando de relajar mi cuerpo.

A los minutos escuchamos diversas voces acercándose. Como si hubiéramos pensado lo mismo al mismo tiempo, Jake y yo nos levantamos de nuestro asiento y comenzamos a alisar nuestra ropa. Nos sonreímos, entonces se abrió la puerta.

— Adelante — dijo Billy.

— Gracias — dijo una voz masculina que no conocía.

Entonces entró Carlisle Cullen y yo abrí los ojos como platos, pero recuperé mi expresión antes de que él me viera. Mi corazón casi estalla. De no ser por el cabello rubio y los ojos azules, habría jurado que era alguien más… Desterré esos pensamientos. No era momento.

No era para nada lo que esperaba, ni siquiera con las pocas fotos en mente.

Era muy guapo y elegante, pero su miraba denotaba gentileza e inteligencia. Nos sonrió en cuanto nos vio y me pareció una sonrisa tan genuina que no pude evitar sonreír en respuesta.

Una figura más pequeña apareció a su lado. Esme Cullen. Ella denotaba más bondad que Carlisle, pero también tenía una presencia muy imponente. Su gesto era más tímido y era igualmente hermosa que su esposo. Tenía los ojos verdes, de un verde que solo le había visto a una persona.

Los ojos verdes me persiguen, pensé.

Transmitían muchísima sencillez a pesar de que tenían a cuestas un gran imperio.

Charlie y Billy se acercaron a nosotros.

— Les presentó a nuestras manos derechas y futuros líderes de la firma. Mi hijo mayor, Jacob Black — dijo Billy.

— Y mi hija, Marie Swan — dijo a su vez Charlie.

¿Disculpa? Dije con acidez en mi interior, obligando a mi rostro a mantener la sonrisa en vez de fruncir el ceño tanto como me lo permitía mi cara. Odiaba que me llamara así.

Carlisle extendió su mano hacia mí y yo la estreché con seguridad. Su agarre era firme, pero gentil.

— Mucho gusto. Carlisle Cullen — volteó y tomó la mano de su esposa —. Mi esposa y socia.

— Esme Cullen — también estrechamos la mano.

— Mucho gusto — dije con sinceridad. Y no sé por qué lo hice o qué me motivó; tal vez ver la bondad de esas dos personas o mi afán de simpatizar con su situación, pero solo lo dije: — Lamento mucho que hayan traicionado su confianza de esa manera.

Aquel comentario tan espontáneo tomó por sorpresa a todos, incluyéndome. Comenzaba a arrepentirme de mi gran bocota, cuando los señores Cullen me vieron de manera diferente y sonrieron con dulzura paternal.

De repente sentí que tenía diez años menos.

— Vaya, eso es muy considerado — dijo Carlisle en un tono de voz peculiar. Volteó a ver a su esposa.

— Gracias, cielo — me dijo ella.

Entonces se giraron a Jacob y lo saludaron con la misma educación que a mí.

Volteé a ver a Charlie y me miró con una ceja enarcada. Me pareció que no sabía si molestarse conmigo o mostrarse incrédulo o reírse. De igual forma me sentí tonta, aunque haya sido honesta.

Y seguía enojada por que me había presentado con mi segundo nombre.

Pero por el ambiente afable en la oficina, sabía que, hasta ahora, todo estaba yendo bien.

Todos tomamos nuestros asientos correspondientes.

— Me imagino que no nos presentaron porque sí — comentó Carlisle con amabilidad —. ¿Cuáles son sus papeles aquí?

Jacob me cedió la palabra.

— Yo soy arquitecta — el orgullo en mi voz fue inevitable —. Me encargo de la supervisión general del diseño de los proyectos antes de que salgan de la oficina, y soy parte del equipo de supervisión de obra.

Miré a Jacob.

— Yo soy ingeniero civil. Reviso los cálculos de las estructuras, y también la administración de los materiales. También participo en la supervisión de obra.

— Entonces todo está entre familia — comentó Esme.

Me pareció que estaba gratamente sorprendida.

— Así es — dijo Charlie en una gran sonrisa.

Tragué, sintiéndome levemente culpable, pero deseché ese sentimiento, así como apareció.

— En verdad es un placer conocerlos — dijo Carlisle —. Sin embargo, nuestra situación es delicada y nos consideramos personas bastante herméticas. Agradecemos esta bienvenida tan cálida, pero quisiéramos hablar únicamente con el señor Black y el señor Swan. Espero que lo entiendan — finalizó, viéndonos a Jacob y a mí.

— Por supuesto — dijo mi amigo. Yo asentí.

Nos levantamos de inmediato, sin esperar a que nadie nos dijera nada más.

— Con permiso — musité.

Jake y yo salimos de la sala de juntas con aparente calma.

Una vez cerrada la puerta con nosotros afuera comenzamos a hacer caras y gestos en silencio.

— Sh, sh — susurró él muy bajito.

Me tomó de la mano y nos alejamos de la puerta.

— ¿Ahora que hacemos? — susurré.

— Esperar.

Miramos la puerta, queriendo adivinar que estaba ocurriendo ahí dentro.

— Eso último fue inesperado.

Jacob asintió.

— Ellos fueron inesperados. Creía que…

— … serían diferentes.

— Ajá… Oye, ¿qué rayos con tu comentario?

Me encogí de hombros y lo miré con los ojos realmente abiertos.

— No sé.

Me di un golpe en la frente con la palma de mi mano.

— Parecía que Charlie te quería matar… Marie — se burló.

Resoplé, dejando salir toda mi molestia acumulada.

— Estamos a mano.

— Sonó tierno. La verdad.

— Cállate — dije a la vez que me ruborizaba de la pena — ¿Crees que tarden mucho?

Se encogió de hombros.

— Quién sabe, pero lo mejor será que nos encuentren trabajando que aquí a mitad de pasillo conspirando.

— No creo poder concentrarme.

— Ni yo, pero hay que intentarlo.

Fuimos juntos de vuelta a la planta principal y nos dirigimos a la pared de cristal/pizarrón de deberes general.

— ¿Qué tenemos para hoy? — musité.

Jacob fue al otro lado del cristal, quedando frente a mí.

— Mmm, revisión de planos del auditorio escolar y la guardería. Y el presupuesto para la residencia.

Asentí, dispuesta a ponerme manos a la obra, pero fue la hora más larga que había vivido en semanas. No recordaba la última vez que el tiempo se me fue tan lento.

Finalmente, nuestros padres y los Cullen pasaron por la planta principal. Tan lejos como me encontraba, no lograba escuchar lo que decían, pero papá y Billy se veían casi relajados, y los Cullen sonreían bastante.

Todos estrecharon las manos y los Cullen se fueron. La sonrisa en la cara de mi padre menguó, pero no desapareció. Nos buscaron entre el gentío y nos hicieron una señal con la cabeza de que subiéramos.

Jacob y yo nos miramos y caminamos con rapidez, fallando en parecer casuales o pacientes.

Llegamos a la oficina en un silencio expectante.

— ¿Entonces? — Jacob preguntó, adelantándose a mis intenciones.

Nuestros padres sonrieron ampliamente.

— Lo conseguimos.

— ¡Sí! — exclamó Jacob alzando los puños y yo di un graaaaaan suspiro.

Nos abrazamos y luego abrazamos a nuestros respectivos padres.

— ¿Acaso creían lo contrario? — nos molestó Billy.

— ¿Qué pasó? ¿Qué acordaron?

Dije, mientras todos tomábamos asiento.

— Bueno — comenzó Charlie —. La verdad es que los Cullen son todos unos personajes. Son bastante amables y cálidos, pero saben de negocios.

Billy asintió.

— Compartimos filosofía, les gustaron la forma en que gestionamos nuestros proyectos y en algún punto nuestra reunión comenzó a sentirse como si estuviéramos hablando con viejos amigos o algo así.

— ¡Y dijeron que estarían felices de hacer alianza con nosotros! Mañana vendrá su abogado junto con un representante para firmar los papeles convenientes. Entonces, y solo entonces, cuando haya legalidad de por medio y acuerdos fijos, celebraremos.

La felicidad e ilusión abundaba en la habitación y en nuestra conversación, pero pronto nos vimos llamados al trabajo.

Ahora que estábamos más relajados, fue más fácil enfrentar el día de buen humor.

— Creí que yo escogería la cena — se quejó Jake en broma.

— La escoges otra noche. ¿Vas a querer pollo agridulce o no?

— La pregunta ofende.

Saqué la cajita de la bolsa de papel y la dejé en la mesa del comedor.

— Pues saca todo de una vez. Sabes que no quedará nada.

Lo apunté con un dedo, dándole la razón y saqué toda la comida china que acabábamos de comprar.

La jornada ya había terminado y estábamos en mi casa, listos para cenar juntos como casi todas las noches.

— Qué día — exclamé. Le di un sorbo a mi copa con vino.

Jacob asintió, con la boca llena de comida.

— Y apenas va comenzando la semana — masculló.

— No hables con la boca llena — me reí —. Te vas a ahogar.

Pero Jake tenía razón. Mañana la firma oficial del trato, luego días intensos de ensayos para el sábado… ¡El sábado! Casi me atraganto con el arroz.

— Mierda, lo había olvidado.

— ¿Qué pasa?

— ¡Yo también tengo muy buenas noticias!

Le conté todo lo que me había ocurrido el día anterior en el bar y la enorme noticia de Renée.

— Solo para que lo sepas. Si pasa cualquier cosa en la semana, necesito la excusa de la vida para poder llegar el sábado. Es una ocasión única.

Jacob me miraba con una gran sonrisa, contagiado por mi estado de ánimo.

— Wow, Bells. En verdad suena importante.

— ¡Lo es! — exclamé con entusiasmo desbordante — ¡Imagínate que una de tus bandas favoritas elija el bar de tu familia y luego te digan que abrirás para ellos en un evento sorpresa! Es más que increíble.

— ¿Y quiénes son?

— ¿Cómo?

— Sí, la banda que irá. ¿En verdad son tan famosos?

Evité toda reacción exagerada, pues Jacob no sabía tanto de bandas y rock como yo, así como yo no tenía idea de autos y motos como él.

— Eternals es de las mejores bandas del género — explicaba mientras sacaba mi celular —. Tienen años en la industria y siguen vigentes.

Busqué un vídeo de mis presentaciones en vivo favoritas y se lo mostré a Jake.

— La vocalista y guitarrista principal se llama Kate, la bajista es Tanya y la baterista es Irina — señalé a cada una —. Son hermanas y con ellas empezó la banda. Luego se les unió Carmen como tecladista y Eleazar como guitarra rítmica. Para su segundo disco ya habían alcanzado la fama mundial y han estado juntos desde entonces.

— Te sabes todo.

— Es que es una de mis bandas favoritas. Kate fue una gran inspiración cuando empecé. Solo mírala, es perfecta.

Continuamos viendo el video y Jake comenzó a cabecear al ritmo de la canción.

— Oye, son buenos — alabó con sinceridad.

Me pase las manos por la cara.

— Lo séeeee. Y los conoceré este fin de semanaaaaa — grité, fangirleando —. ¡Abriremos para ellos, Jake! ¡¿Te das cuenta de lo genial que es eso?!

Jacob se rio de mi euforia.

— De acuerdo, de acuerdo. Pase lo que pase, si se te presenta alguna dificultad, yo te ayudaré a llegar temprano a esa presentación.

— ¿Pase lo que pase? — insistí.

— Pase lo que pase — juró. Y supe que lo decía en serio.

Lo abracé.

— Eres el mejor, Jake. Espero que mi semana sea miel sobre hojuelas para no tener que comprometerte.

— Hey, yo te cubro — guiñó.

A veces era tanta mi mala suerte, que estuve a punto de meter a Jake en algunos problemas, solo para poder llegar a una presentación. No quería ser la razón de afectarlo de manera irremediable, él también tenía una vida privada y responsabilidades como hijo mayor.

— Si todo sale bien ¿Irías a vernos?

— ¿Eso es una invitación?

Me encogí de hombros.

— Sólo si no te causa problemas.

Jacob volvió a reír.

— Bella, por Dios. No tenemos diecisiete.

— Pues no, pero me ayudas a mantener mi doble vida.

Le quitó importancia con un movimiento de mano.

— Cálmate Hannah Montana — me reír a carcajadas —. Ni que hicieras algo malo. Cantas en una banda de rock, no eres espía o traficas cosas ilegales. El único que perdería la cabeza sería Charlie.

Hice una mueca. Era por él que mantenía tanto secreto. Él y todo su círculo social.

— Obvio estaré ahí — me dijo con voz dulce. La que usaba para decirme que todo estaría bien —. Sabes que me gusta verte ser Rocket. Además, eres muy bonita y genial. Habrá mucha gente y buitres no faltan — hizo mala cara.

Me reí, pero no hice comentarios porque internamente, y para mi sorpresa, estaba pensando en Edward y en que ojalá él también estuviera ahí el sábado.

Tragué.

Otra gran alarma.


¡El nuevo capítulo está aquí!

Los hilos comienzan a enredarse. Edward y Bella se reencontrarán muy pronto. ¡Y de qué manera!

Muchas gracias por leer. Aprecio muchísimo sus comentarios.

Nos vemos en el siguiente capítulo.