Los personajes no me pertenecen, sino a la escritora STEPHANIE MEYER. La historia si es de mi autoría. No publicar en otras páginas, categorías o traducir sin previo permiso. Está prohibida su copia total o parcial. +18

Capítulo 9:

Viejos amigos.

Bella POV

Oficialmente, este era el segundo mejor día de mi vida.

Podría ser, potencialmente, el número uno en la lista de mis mejores días, pero ese puesto ya estaba ocupado y nada se le podía comparar.

Pero se le acercaba bastante.

Creía que abrir para Eternals sería lo mejor, pero no fue así. Fue convivir con ellos. Fue ensayar, practicar las entradas una y otra vez.

La mayor parte del tiempo la pasé con Kate y no por demasiada intensidad de mi parte, sino porque compartíamos el mismo puesto, y por lo tanto mi salida y su entrada tenían que estar perfectamente coordinadas.

Kate resultó ser una mujer muy profesional y exigente consigo misma, pero bastante amable conmigo.

— Veamos, Rocket. ¿Qué es lo que tienes? — dijo, tomando asiento en un banquillo, mirándome expectante.

Me aclaré la garganta, nerviosa por la idea de tocar frente a alguien como pocas veces me ocurría.

Tomé mi guitarra por el mástil y apoyé la puntilla sobre las cuerdas. Por una fracción de segundo consideré tocar una de las canciones de Eternals, pero deseché ese pensamiento al instante. Entonces toqué una de las nuestras. No habíamos trabajado en esas canciones en vano.

Comencé con el coro de "Lenguas de fuego", pasando a "Caronte", canción con el mismo nombre que nuestra banda.

Como solía pasarme, me perdí en el movimiento de mis manos y el sonido de la guitarra. La tensión en mis muñecas me hizo notar que llevaba suficiente tiempo tocando, aunque no podía decir con exactitud cuánto estuve medio ausente.

Me detuve en el acto al darme cuenta de esto, y miré al frente, donde una sonriente Kate me miraba.

— Será divertido trabajar contigo — dijo como quien no quiere la cosa.

Fue por su guitarra y comenzamos a ensayar.

Sinceramente, me sentía soñada, pues era más atenta de lo que imaginé.

Sus hermanas eran muy divertidas, Tanya tenía una actitud profesional como Kate, pero Irina era mucho más relajada e incluso bromista hasta llegar a lo infantil. Así como Emmett, por lo que se entendieron de maravilla.

Rosalie e Irina encontraron una especie de conexión competitiva-amistosa; al ser ambas chicas bateristas. Irina ensayó con cierto aire petulante dirigido hacia Rose, pero ella no se dejó amedrentar. Cuando llegó su turno, tocó de manera espectacular, como siempre. Al terminar, apoyó ambos codos en el tambor y sosteniendo su rostro entre sus manos, le dirigió a Irina una sonrisa de suficiencia. Ella miró a mi amiga y sonrió, aceptando la igualdad de condiciones.

— Si estuvieras soltera, te pediría que salieras conmigo — dijo Irina con abrumadora honestidad.

Rose sonrió de lado.

— Tal vez esté soltera para ti.

Emmett abrió la boca de sopetón y no pudimos evitar reírnos todos, incluso Alistair. Rose sonrió, bromista, pero algo me dijo que lo decía medio en serio.

Me hubiera gustado pasar más tiempo con Eleazar y Carmen, pero ella era la única tecladista así que estuvo en su burbuja mucho tiempo, y él resultó ser un hombre de lo más formal y reservado, aunque no distante. Lo cual me pareció de lo más raro, pues en el escenario Eleazar siempre era alocado y desinhibido. Fue muy amable conmigo, y compartimos algunos secretos de guitarrista, pero se mantuvo cerca de Carmen la mayor parte del tiempo.

Cerca de la hora del evento cada banda estuvo en sus respectivos camerinos, arreglándonos para salir. Incluso entonces los camarógrafos aún nos seguían.

Ignorarlos la mayor parte del tiempo fue más sencillo de lo que creía, pero a la hora de la verdad, estaba muy consciente de su presencia. Solo esperaba que no pusieran una toma de nuestros rostros sumidos en el nerviosismo.

Emmett caminaba de un lado a otro, y Rose y yo nos ayudábamos a maquillarnos para la ocasión.

La euforia en mi cuerpo comenzó a transformarse en ganas de vomitar. Agradecía no tener gran cosa en el estómago.

— Cielo — dijo mi madre entrando al camerino —. Jake acaba de llegar.

Entonces él entró.

Lucía su clásico outfit alternativo que contrastaba bastante con su cotidiana vestimenta formal. Y su gran sonrisa.

— Hola, Rocket — dijo. Miró raro a los camarógrafos, pero no hizo comentarios. Reneé debió ponerlo sobre aviso.

— Jake —, saludé, recibiéndolo con un abrazo.

— Hola, Jake — saludaron mis amigos.

— ¿Cómo están? ¿Emocionados? — nos preguntó aun con su sonrisa.

— Nerviosos —, dijo Rose.

— El tiempo está pasando muy rápido y muy lento a la vez — replicó Emmett.

— Yo quiero vomitar — respondí.

Jacob soltó una carcajada y me dio un apretón para intentar reconfortarme. Su presencia generalmente me daba paz, pero esta vez no estaba funcionando. De igual forma lo intenté.

— Sé que esto es importante — me dijo —, es una de tus bandas favoritas. Así que ve al escenario y haz lo que de siempre: divertirte. Sé que suena super papá — dijo rodando los ojos, provocándome una risa —, pero en serio creo que eso es lo más importante. Diviértete, Bells.

Tomé una gran bocanada de aire y la solté en un suspiro.

Alguien tocó la puerta, y Angela se asomó esbozando una sonrisa tímida.

— Hola, Ang — saludé.

— Hola, chicos. Es hora.

Mamá y Phil se habían encargado de avisar a todo el personal del bar acerca de la situación.

Asentí y mis amigos y yo salimos al escenario. No vimos a Eternals mientras nos dirigíamos a nuestras posiciones, lo cual me sirvió a no perder el control de mis emociones.

— ¿Listos, chicos? — nos dijo un muy entusiasta Alistair en cuanto estuvimos tras el telón — ¡Cómo lo practicaron!

Y se fue con el staff a monitorear la presentación.

Ya en el escenario, moría de ganas por gritar los cuatro vientos que Eternals estaba ahí, pero me contuve. El nerviosismo que sentía era solo comparable con la primera vez que toqué frente a un público, pero luché por mantenerme casual y segura; recordando el consejo de Jake. Di lo mejor que tenía en esa presentación, al igual que Emmett y Rose.

Tocamos puras canciones originales que ya habíamos tocado antes. Las canciones nuevas decidimos dejarlas para otra ocasión.

Había mucha gente esa noche en el bar, así que cuando terminamos y me tocaba anunciar a Eternals, saboreé por adelantado la reacción de la gente.

— Damas y caballeros — comencé a despedirme con el aliento faltándome y mi mano aun rasgando las cuerdas, manteniendo la canción —. Mi amigo Érebo en el bajo — lo señalé rápidamente, pidiendo aplausos para Emmett —, la preciosa Nix en la batería. Mi nombre es Kore. Nosotros somos Caronte. Y ahora, por favor, les pido que reciban con un fuerte aplauso a la banda la noche. Con ustedes… Eternals.

Me quité del micrófono mientras mantenía el ritmo, volteando a mi derecha, viendo a Kate acercarse con su guitarra lista. El público se volvió loco. Comenzaron a aglomerarse más cerca del escenario, siendo detenidos por el cuerpo de seguridad estratégicamente posicionado. Rosalie hizo un puente a una canción que no era nuestra, justo como lo practicamos. Kate tomó el micrófono y comenzó el intro necesario para que sus demás compañeros tomaran posición y nosotros nos fuéramos tras bambalinas.

La transición salió perfecta. Lo habíamos practicado durante horas, y tan solo en unos segundos, ya estaba hecho.

Resguardada desde el telón, volteé al público y solo veía un montón de flashes, celulares grabando, gente llamando o mensajeando frenéticamente, seguramente avisándoles a sus amigos que llegaran de inmediato.

— Sorpresa — rio Kate al terminar la primera canción, siendo respondida entre vítores —. Antes que nada, muchas gracias al bar El Tártaro por recibirnos con tanta calidez, y a la banda Caronte por esa extraordinaria apertura. Un aplauso a ellos, por favor — pidió, y la gente respondió con entusiasmo. Incluso ella misma aplaudió.

Los que tenían mejor acceso visual voltearon a vernos, escondidos tras el telón. Los tres saludamos, viendo al público.

— Cómo saben, nuestro nuevo álbum sale este año… — comenzó Kate, logrando la atención del público nuevamente.

Yo solo la veía, grabando el momento para siempre en mi memoria.

Alguien tocó mi hombro, llamando por mi atención. Volteé. Era Jacob, quién traía una enorme sonrisa que no dudé en corresponder.

Nos alejamos del escenario y Jacob me abrazó con euforia, levantándome un poco del piso.

— ¡Estuviste increíble!

— ¡Fue la locura!

Me soltó, pero no nos separamos. Ahora que había terminado mi parte, no me parecía suficiente. Deseé que el momento hubiera durado más, o conocer la forma de retener mejor todas las sensaciones. Me sentía embriagada en ellas que no las podía procesar correctamente.

— ¡Ven! ¡No puedes perderte de tu primer concierto de Eternals!

Tomé su mano y lo arrastré conmigo de vuelta a la orilla del telón. En verdad quería compartir esto con él. Nos colocamos, al lado de Rose, Emmett y Angie, que estaba haciendo su trabajo de staff.

— Hola, Rocket — dijo Ángela, haciéndome un espacio a su lado.

— Hola, Angie — saludé, y no pude evitar preguntar —. ¿Qué tal estuvo?

— ¿Su entrada? — asentí.

— La verdad — pedí, aunque no tenía que hacerlo. Angela siempre era honesta conmigo. No quería que me dijera algo dulce o disfrazado. Quería una opinión transparente, parcial. Para cumplidos podía recurrir a mamá o a Jacob.

— Fabulosa — respondió al instante —. Sé que a lo mejor es el matiz de la noche o algo, o un poco la influencia de ellos — señaló a Eternals con un movimiento de barbilla — pero a ustedes los he visto tocar docenas de veces y esta ha sido de sus mejores noches.

Alabó sin adular.

Me llevé las manos al pecho, entre conmovida y emocionada.

— ¿Lo dices de verdad? — intervino Emmett, robándome la palabra. Rose también la miraba atenta.

Ángela miró a su público, sonrió y asintió. Luego en sus ojos brilló un destello de divertida maldad.

— Quién sabe, tal vez hasta me haga su fan… — bromeó.

Rose y Emmett fingieron escándalo, y Jake y yo soltamos una carcajada. Quise molestarla, pues en más de una ocasión la había escuchado tararear nuestras canciones de memoria, pero decidí que lo dejaría para otra noche.

— Chicos, volteen — exclamó Jacob. Sostenía su celular en alto con la cámara frontal lista.

Todos nos acomodamos y posamos para las fotos con el escenario de fondo.

— Estuvo fabuloso. Muchas gracias por su tiempo y su profesionalismo — dijo Alistair.

La presentación de Eternals había terminado y ahora estábamos todos reunidos en la oficina de mamá, que era lo suficientemente amplia para recibirnos a todos. Mientras, el staff de la banda ya estaba subiendo todas las pertenencias a su camión y las actividades del bar volvían a su ritmo habitual.

— A nombre de toda la banda — dijo Carmen —, quisiéramos agradecerles personalmente. Pocas veces nos han tratado con tanta hospitalidad y afecto.

Algunos de la banda asintieron dando fe.

— Fue un enorme placer tenerlos aquí en El Tártaro — dijo mamá.

— Nuestras puertas estarán abiertas siempre que lo necesiten — dijo Phil.

— Lo apreciamos mucho, en verdad.

Alistar miró su reloj y las despedidas comenzaron pronto, al igual que las docenas de fotos del recuerdo.

A Rose, Emmett y a mí nos regalaron un montón de mercancía de la banda. En un arranque de valentía, Emmett pidió con amabilidad si le firmaban su bajo y todos accedieron. Firmaron el bajo de Emmett, uno de los tambores de Rose y mi propia guitarra.

Una prueba más de esta noche tan increíble.

Abracé a Kate una vez más, menos tímida que hace unas horas.

— Fue el mayor placer conocerte — le dije.

— Igualmente, Rocket — dijo afianzando el abrazo —. Tienes tanto talento como me contaron.

La miré extrañada y luego me sonrojé, la única que pudo haber alardeado era mi madre, pero me dio mucha pena como para preguntar.

— Bien, muchachos. ¡Vámonos! En dos días debemos estar en otra ciudad — dijo Alistair. Nos estrechó las manos una última vez y cerró la comitiva.

— Hasta luego, chicos — exclamó Irina mientras se alejaba.

— ¡Sigan rockeando! — gritó Eleazar haciendo señas con ambas manos.

— ¡Con cuidado! — exclamé yo.

Salieron por la puerta trasera, donde docenas de fans ya estaban esperando. Apenas abrieron un poco, los gritos se hicieron escuchar por todo el pasillo, pero la situación se mantuvo bajo control bajo a su equipo de seguridad y pronto Eternals se había ido.

La sensación reinante era extraña. Una combinación de satisfacción luego de una larga jornada de trabajo, acompañada de la relajación al ver todo terminado y de la mejor manera.

Mamá y Phil nos felicitaron a todos y luego de guardar todos nuestros regalos, era hora de volver a casa. Todos estábamos muy cansados como para fingir.

— Nos vemos la otra semana, chicos — me despedí de mis amigos con una gran sonrisa en mi rostro.

— Nos avisas cuando estés en casa — me dijo Rose.

— Sí, ustedes también, por favor. Manejen con cuidado.

— Luego festejamos esto — dijo Emmett.

— Seguro.

Me colgué mi guitarra y Jake intervino para levantar mi bolso.

— ¿Te llevo? — invitó.

— Por favor. Nos vemos la otra semana. Los quiero — me despedí de mamá y Phil.

A los poco minutos subimos mis cosas al auto de Jake. El viaje fue tan alegre como mi estado de ánimo, Jake puso nuestra playlist y nos la pasamos cantando todo el viaje a mi casa, ansiando llegar y descansar.

La música paró en cuanto Jake apagó el coche.

— Te quedarás un rato, ¿cierto? — pregunté con una sonrisa.

— ¡Claro!

Me ayudó a meter mis cosas a mi casa y mientras él esperaba en mi sala, yo me fui a cambiar de ropa. Solo quería una copa de vino y estar en pijama.

— ¿Quieres vino? — pregunté mientras bajaba las escaleras, enfundada en una crop top de algodón y un pants holgado. Mis rizos estaban sujetos en una coleta desordenada.

— Claro.

Serví dos copas y volví a la sala, donde me acurruqué entre los cojines junto a Jake.

— Este ha sido uno de los días más largos de mi vida — comenté en un suspiro.

— ¿Estás más tranquila? Nunca te había visto tan nerviosa.

Tomé un trago de mi copa y asentí, suspirando.

— Me costó todo el día, pero ahora siento la realidad de esto. Me siento como nunca. El día pasó tan rápido — reí.

Jake me dirigió una mirada de lo más calurosa, y de pronto lo sentí como si no solo fuera mi mejor amigo, sino mi hermano mayor de verdad.

— ¿Qué?

— Bells, me siento muy orgulloso.

Lo miré con extrañeza y reí un poco.

— ¿Por qué? Me has visto tocar cientos de veces…

— Exacto — interrumpió con dulzura. Dejó su copa en la mesa y volvió a mirarme —. Hace cuatro años pudiste decir "no". Pudiste haber seguido otro camino, pero hiciste lo que en verdad deseabas. Te escapaste innumerables veces, dijiste algunas mentiras piadosas. Mucho esfuerzo y sacrificios te llevaron a esta noche. A tocar con tu ídolo, con tu banda favorita. Cuatro años se resumen a hoy.

Miré su semblante y entonces comprendí que Jacob tenía razón. Esto pudo no haber pasado y me habría perdido de una de mis mejores experiencias.

Desde esa noche en que me escapé. Cuando conocí a Rose y a Emmett, cuando decidimos formar una banda, hasta esta noche. Una sensación extraña se formó en mi pecho y mi mirada comenzó a hacerse borrosa a causa de las lágrimas de emoción y rápidamente abracé a Jake, escondiendo mi rostro, luchando por retener las emociones.

El peso de la realidad al fin estaba surgiendo efecto.

— Muchas gracias, Jake — sollocé. No solo por sus palabras, sino por todas las veces que me había hecho segunda, por estar ahí siempre sin pedirme nada a cambio. Por guardar mi secreto. Por ser mi mejor amigo.

— Es un placer, Rocket.

Jacob se fue el domingo en la mañana luego de desayunar.

Nos habíamos quedado dormidos en la sala luego de estar platicando durante la noche y ver los videos que él nos había tomado esa noche en el bar.

Me complació enormemente ver que la presentación si había salido a pedir de boca. Aunque había sido tan solo horas antes, lo sentía ya como un momento lejano y frágil, tan surreal que pudo haber sido producto de mi imaginación.

Además de los videos, también me pasó las fotos que nos tomó a todos juntos tras bambalinas.

Me prometí que las imprimiría.

En un domingo normal, se habría quedado a comer, pero al parecer él tenía cosas que hacer y yo tenía ganas de seguir con mis otros proyectos personales.

Tomé una larga y reparadora ducha antes de vestirme cómodamente y entrar a mi estudio.

Ahí tenía un gran restirador de cristal, un estante a tope de materiales como plumas, plumones de dibujo, colores y un millar de cosas más; tenía repisas con un montón de títulos de arquitectura, planos de estudio colgados en las paredes además de decenas de bocetos.

Todos proyectos personales. No me traía trabajo a casa.

Luego de la presentación en el bar me sentía una persona nueva, un poco más adulta pero joven a la vez, y con muchas ganas de lograr otras cosas.

Activé una playlist que me motivaba en volumen bajo y miré por un momento mi pared de inspiración. Era un truco que había adoptado en mis días de estudiante, pero aún surtía efecto.

En esta pared tenía pegadas fotos de edificios, pinturas y personajes que me inspiraban y me recordaban porqué hacía lo que hacía y me motivaban a ir cada vez más lejos. Obviamente Kate estaba ahí, al igual que otros artistas.

Algunos compañeros también habían aplicado este truco en su momento, pero desconocía si lo mantenían como yo.

Entonces mi mente me traicionó y me pregunté con genuina curiosidad que haría Edward para inspirarse para diseñar. Qué creaciones rondarían en su mente.

Bufé, pero me empeñé en no arruinar mi buen humor. Me senté en mi restirador y comencé a trabajar.

Al cabo de unas horas me paré a la cocina por más café y estirar mis piernas. Al volver, noté que tenía algunas llamadas perdidas de mi madre.

— Hola, mamá — saludé en cuanto me respondió.

— Ah, Bella. Estaba a punto de volver a llamarte — comentó aliviada —. De hecho, necesito que vengas lo más pronto posible, es un poco urgente.

Mi estómago se contrajo un poco, pero mantuve mi imaginación a raya.

— ¿Todo bien?

— S-si — titubeó —. Pero necesito que vengas.

— Voy para allá.

Dejé mi taza de café lejos de cualquier cosa que se pudiera arruinar y me cambié lo más pronto posible.

Mientras me ponía unos jeans mi imaginación se desató y enseguida tuve en mi mente los escenarios posibles. Tal vez intentaron asaltar el bar. Ya lo habían intentado algunas veces en el pasado sin resultado, pero era una preocupación constante porque mamá solía quedarse trabajando hasta muy tarde.

Tal vez un altercado, pues el bar ya estaba en funcionamiento, pero eso no era del todo posible porque aún era muy temprano.

Tal vez un empleado se accidentó, pero de ser así, mamá no tendría por qué llamarme.

Recogí mi cabello en una coleta, me puse mi chaqueta y bajé las escaleras de dos en dos. Llegué a la cochera y me monté en la motocicleta sin pensarlo mucho. Una vez puesto el casco, arranqué en punto muerto y me apresuré a llegar al bar.

Me estacioné en un espacio para empleados, cerca del auto de mi madre y casi abro la puerta trasera de una patada. Afuera todo parecía normal, pero no sabía si había pasado algo dentro.

Me adentré al edificio a paso apresurado.

Había calma, como cualquier otro domingo. Se escuchaba el tenue eco de la música ambiental de bar.

Aquello me confundió mas que tranquilizarme, pero sin duda le puso un freno a mi paranoia.

Llegué a la oficina de mamá y toqué.

— ¡Adelante! — me respondió.

Entré en un santiamén.

— ¿Qué pasó? ¿Estás bien?

Se veía bien. Completa, tranquila. Fabulosa. Sonriente.

— Sí, de hecho, todo está bien.

Fruncí el ceño con ganas.

— ¡Me asustaste! — gruñí —. Me dijiste que era urgente.

Renée seguía sonriendo.

— Dije que era urgente, no una emergencia.

— ¿Cuál es la diferencia?

— Es mi culpa. Yo se lo pedí.

Terció una voz a mis espaldas. Una voz que me hizo viajar al pasado, una que no creí que escucharía luego de tanto tiempo.

Me giré con tanta rapidez que mi coleta me golpeó la cara.

— Hola, Bells.

— ¡Garrett!

Exclamé y sin pensarlo corrí y me lancé a abrazarlo. Él rio con ganas ante mi entusiasmo y estrechó nuestro agarre.

— ¡Santo cielo! ¡Cómo has crecido! — comentó.

— ¡Qué locura! ¿Qué haces aquí? ¡Ha pasado muchísimo tiempo!

La última vez que había visto a Garrett fue cuando yo tenía unos diecinueve o veinte años, pero él había sido mi tutor de música durante la mayor parte de mi adolescencia, y con el tiempo nos hicimos amigos.

Poco antes de que Caronte o Rocket existieran, él se había tomado un tiempo para viajar por el mundo y seguir aprendiendo de la música, algo que había deseado hacer desde muy joven.

Desde entonces que no había sabido absolutamente nada de él, pero mi cariño y respeto no había disminuido ni un poco. Él me había ensañado mucho de lo que sabía.

— ¡Lo sé! Mírate. Eres toda una adulta. Aunque tienes el mismo temperamento — molestó.

Él tampoco había cambiado mucho, además de las arrugas de la edad y la obvia madurez de sus facciones, se sentía como el mismo Garrett de siempre.

— Renée me cuenta que ahora estás en una banda — me dijo —. Aunque si lo pienso bien, no me sorprende tanto.

Ni a mi que mamá le contara, pero esto no me molestó. Yo misma se lo habría dicho.

— ¡Sí! Lo estoy. ¡Ojalá hubieras venido ayer! Vino una banda super famosa y abrimos el show para ellos.

— Eso también me lo contaron — dijo con una gran sonrisa —. Pero igual tú cuéntame todo. ¿Cuánto ha pasado? ¿Siete años? ¡Eso es bastante!

— Bueno — interrumpió una sonriente Renée —. Ustedes quédense aquí a platicar, nadie los molestará. Yo debo ir a dirigir un bar.

Dicho esto, salió de la oficina.

Garrett y yo tomamos asiento en el sofá, y nos sentamos viéndonos de frente.

— Desde el inicio, hermosa — dijo él.

— Tú primero — pedí —. ¿Cuándo volviste? ¿Dónde has estado?

— He estado en muchas partes — admitió con soltura —. Estos años he visto tanto, y he aprendido un montón. Mi viaje musical fue mejor de lo que esperé, pero también algo corto. No viajé por todo el mundo — admitió sin pesar —. De hecho, dejé de viajar hace unos años, pero volví hace unos días — sonrió de lado, de forma algo enigmática —. En cuánto llegué pensé en verte, pero no sabía si aún vivías con tus padres, o siquiera si seguías en la ciudad. Por suerte, el bar sigue aquí — guiñó —. En cuánto supe que estabas cerca, le pedí a Renée que te llamara urgentemente. Aunque estoy un poco molesto.

Elevé las cejas.

— ¿Por qué?

Se cruzó de brazos.

— En los e-mails que solíamos mandarnos, me contaste sobre El Tártaro. Recuerdo que me escribiste que tu madre y Phil estaban a punto de abrir un bar, pero nunca me dijiste nada sobre ser parte de una banda.

Enarcó una ceja, esperando una explicación. Sonreí con culpa.

— Siendo sincera, no creí que llegaríamos tan lejos. Es decir, es solo algo que hacemos como pasatiempo, y al inicio no sabía que me quedaría de forma permanente — eso era cierto —. Entonces mamá abrió el bar, y nos dejó ensayar aquí. Y luego nos dejaba presentarnos una que otra ocasión hasta que se volvió parte de nuestra rutina. Y Caronte se volvió parte del bar.

Sus ojos brillaron.

— ¿Caronte?

Asentí.

— Así se llama la banda.

— Me encanta — dijo —. Pero ¡cuéntame más!

Me acomodé mejor en el sofá y le conté todo lo que me preguntaba. Le conté sobre la universidad, solo lo esencial. Le conté sobre mi trabajo en la firma de Charlie, pero sobre todo hablamos de música.

Él me contó su viaje por Escocia y sobre como perdió un duelo de violines, pero que había aprendido mucho de la música regional.

Yo le conté la historia de nuestra banda, y como poco a poco me convertí en la vocalista y en la guitarrista, y en qué en serio quería presentarle a mis amigos.

Él me contó sus peripecias siendo pianista en un crucero por el Caribe, y me hizo una lista de playas que definitivamente debía conocer alguna vez.

Yo le conté la historia de mi doble vida, sobre como era Isabella de cara mi padre y a la gente de la alta sociedad de la ciudad, y como para mis amigos era Rocket y como para el público era Kore. Garrett casi pierde la cabeza cuando le conté eso y juró que era un gran tema para una canción al estilo trovador de la antigüedad. De esos que viajaban como errantes cantando canciones e historias de tierras lejanas.

— Así que Charlie sigue siendo tan comprensivo como siempre —, ironizó sin crueldad.

Me encogí de hombros, restándole importancia.

— Lo suficiente como para mantener a Rocket como un secreto.

— Lamento eso, preciosa. Pero creo que es algo admirable, encontrar la manera de seguir haciendo lo que amas.

Él me contó sobre como algunas noches tuvo que sobrevivir con el dinero que ganaba con su música luego de haber sido estafado, como se hizo amigo de un cantante famoso mientras trabajaba en una tienda de discos antiguos, y como en la primera oportunidad volvió al continente, deseando conocer Alaska, solo porque sí.

— Ahí me quedé un tiempo. A decir verdad, te terminas acostumbrando al frío. Y luego crucé a Canadá, no preguntes cómo, y ahora si me quedé ahí más tiempo. Volví a hacer mi vida y hace volví a viajar, aunque… de forma más segura.

— Wow, Garrett. Me alegro mucho de que estés bien — su viaje pudo acabar mal de muchas formas —. A decir verdad, mi vida estos años solo han sido la arquitectura y Caronte. No he hecho mucho más.

— ¡No lo digas así! — me medio regañó —. Eso es bastante. Terminaste tu carrera, tienes un buen trabajo y un pasatiempo increíble. Y ayer tocaste con Eternals, eso no es poco. Aun recuerdo cuando tenías diecisiete y llegaste corriendo al estudio a enseñarme ese nuevo grupo que habías descubierto.

Medio brinqué en el sofá.

— ¡Sí! ¿En serio lo recuerdas?

— ¿Cómo olvidarlo? — rio —. Una semana después me suplicaste que nos olvidáramos del violonchelo y cambiáramos a la guitarra.

Me sonrojé. Yo también recordaba eso.

— No te supliqué — rodeé los ojos —. Solo te lo pedí con mucha intensidad.

— ¿Cuál es la diferencia? — me arremedó.

— Oye, ¿ya viste el bar? — pregunté —. Podemos ir a la barra y pedir unas cervezas por parte de la casa.

Habíamos pasado horas platicando, el tiempo suficiente como para que diera la hora de venta de alcohol.

— Claro, preciosa. Guíame.

Caminamos por el pasillo hasta la puerta de servicio que daba a la zona de público. Apenas salimos y me detuve.

— ¿Qué día es hoy? — pregunté haciéndome escuchar por encima de la música de fondo.

— Domingo.

Había demasiada gente para ser domingo.

Nos abrimos paso entre la gente hasta llegar a la barra, pero no había lugar. Le pedí a Garrett que me siguiera y cruzamos la puertecilla de empleados.

Había tanta gente que esta vez Jared no estaba solo, Sam también estaba ahí repartiendo bebidas y comida.

— Hey, Jared — llamé.

— Hola, Rocket — saludó con una sonrisa apresurada.

— Te presento a mi amigo Garrett. Garrett, él es Jared.

— Mucho gusto.

Dijeron, estrechando sus manos.

— ¿Qué pasa hoy? ¿Algo de lo que me haya perdido?

Jared negó con la cabeza.

— ¿No viste nuestras redes? Desde el evento de ayer los seguidores aumentaron.

— ¿Hablas en serio? — exclamé.

— ¡Sí! Desde anoche que tenemos este mar de gente. No sabemos cuánto nos durará esta popularidad, pero hay que aprovecharla, ¿no crees?

— Definitivamente. Oye, tomaré un par de botellas y pediré una pizza grande. Ponlas a mi nombre, ¿bien?

— Claro — dijo de forma distraída.

— Si Renée pregunta por mí, estaré en la zona VIP.

Esas butacas solo se usaban para eventos privados, tenían una vista genial del bar y así podríamos platicar a gusto.

— Está bien.

— Gracias.

Tomé una hojita de notas donde se ponían los pedidos y escribí rápidamente "pizza gde, peperonni, VIP. Rocket" y la pegué en la ventanilla que da a la cocina. Me acerqué al refrigerador y saqué dos botellas —. Ven sígueme — indiqué en una sonrisa.

Volteé hacia el frente, buscando el mejor camino de acceso cuando me pareció ver un par de ojos verdes terriblemente familiares, que me observaban. Regresé la mirada al instante, pero ahí no había nadie. Tampoco en las proximidades.

Negué, molesta.

Pensar en él era algo que me podía permitir, pero alucinar era algo muy diferente.

Esto se me estaba yendo de las manos.

Creo que había algo en el concepto de "mandar al diablo" que mi cerebro no terminaba de entender.

— ¿Todo bien? — me preguntó Garrett al oído, para escucharlo por sobre la música.

Volteé a verlo por encima de mi hombro.

— Sí, vamos.

Nos abrimos paso por entre la gente, llegando a una pared lateral. Subimos por una escalera de caracol metálica, hasta que llegamos al segundo piso, justo encima de la zona de la barra.

Ahí había una hilera de sillas, mesas circulares pequeñas, y una baranda protectora.

— Bienvenido a la zona VIP.

Dije tomando asiento.

— Wow, esta si que es una buena vista.

— Y la música no es tan atronadora. A menos que haya música en vivo, ahí si no hay escape.

Garrett se sentó y se detuvo a contemplarme un momento.

— ¿Qué?

— Nada, es solo que te ves tan similar a la joven Bella que conocí. Sigues siendo joven, obviamente, pero si has cambiado. Te siento más segura de ti misma.

Sonreí, algo apenada.

— ¿Tú crees?

Asintió.

— Más libre.

Rebelde, tal vez. Pero no sabía si libre era la palabra correcta.

— El propósito de muchos artistas, ¿no? — dije, dándole una mirada significativa.

El rio, con esa risa ronca tan propia de él.

— No sabría decirte si eso era lo que estaba buscando, pero definitivamente encontré más de lo que imaginé. ¡Mierda! — exclamó de repente —, ¡tenía años sin escuchar esa canción!

Señaló hacia arriba, refiriéndose a la música de ambiente. Era la canción "Rebel Yell" de Billy Idol. Con ayuda de sus manos, marcó el ritmo sobre la mesa y comenzó a cantar.

Me uní a él, moviendo la cabeza al ritmo de la batería.

— ¡Qué gran canción! — exclamó al final del solo de guitarra — Dime que puedes tocarla.

— Hasta con los ojos cerrados.

— Así me gusta.

Al cabo de un rato más, llegó la pizza. Miré el reloj, los grupos locales comenzarían a tocar en cualquier momento.

— No creerás que te dejaré pagar por todo esto, ¿o sí? — me cuestionó Garrett, enarcando su ceja.

— Calla y come — espeté mientras tomaba una rebanada de pizza.

En ese momento sonó una canción de Eternals y fue mi momento de fangirlear.

— Ay, Garrett. En serio me hubiera gustado que nos vieras ayer — me lamenté —. Fue una de las mejores noches de mi vida. Las hermanas Denali son tan hermosas.

— Lo sé — admitió.

— No, pero estar tan cerca de ellas y convivir fue mucho más de lo que yo hubiera soñado.

— No puedo más, tengo que decírtelo — dijo él de repente, muy serio, bajando su rebanada de pizza.

— ¿Qué cosa?

Hubo un momento de silencio entre nosotros.

— Yo les dije que vinieran aquí.

Enarqué una ceja.

— ¿De qué hablas?

— Yo fui quién le insistió a Alistar que escogieran este lugar para su presentación.

— ¿Alistair? ¿El…?

— El representante de Eternals, sí.

Tragué.

— O sea, ¿cómo? ¿Tú lo conoces? ¿En qué momento? Es que… quiero decir… — balbuceé —. ¿En verdad fuiste tú? ¿De qué me estoy perdiendo? — casi grité.

Garrett rio.

— Bella, necesito que te calmes para poderte contar.

Me recargué en la silla, expectante.

— Conozco a Alistair, y también conozco a la banda

¡¿QUÉ?! — contuve el aliento.

— Los he acompañado por un tiempo. Cuando me contaron que harían la gira por bares locales y supe que este bar seguía funcionando y muy bien, le insistí hasta el hartazgo a Alistar que se pusieran en contacto con tu madre. No habría aceptado de no ser por Kate.

— ¡¿Kate Denali aceptó tocar aquí?! ¡¿Cómo la convenciste?! ¡¿Cómo que viajas con ellos?! — demandé. Él asintió, divertido por mi entusiasmo —. ¡Garrett, júrame que me estás diciendo la verdad!

— ¡Lo juro, mujer! Es por eso por lo que estoy en la ciudad. Estoy acompañando a la banda.

Me llevé las manos a la cara, completamente alucinada por lo que estaba escuchando.

— ¿En qué momento?

— Hace un buen de tiempo, cuando crucé de Alaska a Canadá — contó —. En realidad, fue un golpe de suerte. Yo solo iba de paso cuando vi a Kate en un bar, estaba sola, tomando, disfrutando de la música; justo como nosotros ahora mismo. Yo sabía quién era ella, obviamente, pero no me acerqué por eso — su mirada se perdió por unos instantes —. Me ahorraré detalles, el punto es que, le conté que era músico y que estaba viajando por el país buscando aventones. Y ella me invitó al camión, con la banda, prometiendo que me ayudarían a llegar a la siguiente ciudad. La cosa es que… me fue imposible irme. Y luego de un par de arreglos, pude quedarme — concluyó en una sonrisa.

— ¿Qué pasó?

— Te diré. Y sé que eres de total confianza — se apresuró a agregar —, pero primero necesito que me prometas que no dirás nada.

— Lo prometo — respondí al segundo.

Garrett me miró y exhaló.

— Kate y yo somos pareja.

— ¡Nooooo! — exclamé, incrédula.

¿Garrett? ¿Kate? ¿En qué momento? ¡Dios! ¡Garrett y Kate! ¡Pareja!

— Desde hace un año, pero los medios no lo saben, obviamente — agregó y yo grité.

— ¡Esta es demasiada información para procesar! ¡Entonces fuiste tú! ¿Por qué no me dijiste?

Garrett se encogió de hombros.

— Yo sabía que te encantaría conocerlos. Incluso me contacté con Renée, para asegurarme de que te avisaría de la noticia. Y yo ya le había contado a Kate un montón de cosas sobre ti, de cuando eras mi alumna. Pero nunca creí que tú abrirías la presentación, ¡ni siquiera sabía que tenías una banda! Pensé en venir ayer, pero no me gusta distraer a Kate en su trabajo, y me quedé en el hotel. En cuanto volvió y me contó su día, y vi el video… Estaba tan sorprendido como tú ahora.

— ¡Pero no es igual! — protesté. Apoyé los codos sobre la mesa y puse mis manos en ambos lados de mi cara —. Esto es irreal — me pellizqué el brazo y dolió un montón. No era suficiente —. Tú y Kate son pareja — musité —. Mi tutor de música y mi ídolo musical. El mundo es tan pequeño.

Garrett asintió.

— Y que lo digas.

Tomé mi botella de cerveza y di un buen trago, procesando la noticia. Esto parecía novela. Una unión tan improbable que era digna de una oda al destino.

— Wow, esto sí que es inesperado — suspiré —. Entonces no te quedarás mucho tiempo.

Él negó.

— Nos vamos mañana a primera hora. Es por eso por lo que quería verte y contártelo todo. Además de que te extrañé un montón.

— Y yo a ti — dije de corazón —. Te vas por años y vuelves con estas noticias — negué, aun abrumada por tanta información —. Pues… espero que sean muy felices. Y que su relación dure muchos años. Y, muchas gracias, por pensar en mi aún después de todos estos años.

— No tienes nada que agradecer, preciosa. Y gracias por tus buenos deseos — chocó ligeramente su botella contra la mía y dio un trago —. ¿Qué me dices tú, Bella? ¿Hay algún hombre en tu vida?... ¿o mujer?

Bufé.

— Ya tengo suficiente con todo lo que tengo.

Garrett asintió, haciendo un mohín muy gracioso.

— Sí, supongo que tienes razón. Pero igual no te niegues al amor, es una gran fuente de inspiración.

Si tú lo dices…

— La verdad no estoy pensando en eso por ahora.

Tenía un par de años soltera y no tenía previsto cambiar eso pronto.

— No es como que el amor te vaya a preguntar.

— ¿Ahora eres un gurú del amor? — reí.

Él me dirigió una mirada socarrona.

— De mi te acuerdas.

La música de fondo fue bajando poco a poco y el telón se abrió, lo que me dio la excusa perfecta para cambiar de tema.

— ¿Estás listo para escuchar a las bandas locales?

Ambos dirigimos nuestra atención al frente y pronto pedimos otra ronda de cervezas. Mañana tendría que ir a trabajar desde temprano pero poco me importaba. Tenía años sin ver a mi amigo Garrett y no me perdería la oportunidad de su compañía luego de tanto tiempo.


¡Holaaaa! Me ausenté bastante, lo sé :c

Tenía tres días queriendo subir este cap, pero yo vivo en el norte de México y con las fuertes heladas nos hemos quedado sin servicios básicos constantemente. Si de pura casualidad alguien del norte me lee, o en alguna ciudad afectada, espero que se encuentren a salvo. Tápense bien y no salgan si no es necesario.

¡Muchas gracias por leer! Espero nos leamos pronto.