Los personajes no me pertenecen, sino a la escritora STEPHANIE MEYER. La historia si es de mi autoría. No publicar en otras páginas, categorías o traducir sin previo permiso. Está prohibida su copia total o parcial. +18
Capítulo 14:
Cuenta pendiente.
— Jacob, te digo que algo está pasando y no me gusta — dije frenética.
— Bells, tranquila. No creo que sea para tanto — me respondió mi amigo desde el otro lado de la línea.
— ¿No es para tanto? ¡Nos invitó a cenar!
— Uuuy, una cena. Aterrador — se burló.
Fruncí el ceño, aunque él no me pudiera ver.
— No te burles.
— Solo es una cena en casa de tu padre.
— ¡Todo en esa oración está mal! Desde las palabras hasta como las dices — acusé —. Tú estuviste en esa junta. Estoy segura de que algo sabes.
— Y te lo dije todo — respondió con paciencia —. Charlie no te mencionó ni una sola vez, ni él ni nadie en realidad. Tal vez nos invitó para otra cosa. Estos han sido meses de mucho cambio, a lo mejor el aura paternal del señor Cullen lo afectó o algo.
Presioné el puente de mi nariz con los dedos de mi mano libre. Tomé una gran bocanada de aire y exhalé.
— Bien, de acuerdo. Tal vez tengas razón — admití, algo hosca.
— Además, recuerda que Sue tenía ganas de vernos. Tal vez se lo comentó a tu padre y organizó una cena. Cosas buenas están pasando, tal vez esto solo es una consecuencia de todo esto.
Enarqué una ceja, sarcástica.
— ¿Me estás diciendo que todo lo que ocupaba para avivar la llama paternal era un trato jugoso? ¡Cómo no lo pensé!
— Mira quién se burla ahora.
Resoplé.
— Creo que solo es paranoia — suspiré, y Jacob debió entender mi tono triste, por que su voz se volvió cálida cuando habló.
— Y eso es comprensible — admitió —. Pero tampoco creo que haya algo que te pueda reprochar. Es decir, no has metido la pata estos días.
Solté una risa.
— Eso es cierto —. Había hecho un recuento de mis días en mi mente en cuanto terminé de hablar con Charlie y estaba muy segura de que no había nada con lo que pudiera fastidiarme —, pero no puedes culparme por estar algo escéptica.
— No, ciertamente no. Pero podemos comenzar con un acercamiento positivo, así que ¿paso por ti mañana?
Conocía demasiado bien a Jacob y sabía que él no me mentiría con algo como esto, así que solo suspiré, sintiéndome un poco ridícula.
— Sí, si claro — dije en una sonrisa —. Te veo mañana luego del trabajo.
— Cuenta con esto. Buenas noches, Bella.
— Buenas noches — me despedí y corté.
Aún con la ropa del trabajo puesta, me deje caer en mi cama en un "¡ugh!"
Hablar con Jake sin duda había ayudado, pero aún había un poco de miedo en mi interior. Mi padre, mi tío y Jake habían tenido una reunión con los Cullen ese día temprano y según Jake "todo había salido bastante bien". Y le había creído, hasta que Charlie me llamó, y me preguntó si tenía libre la noche siguiente, porque, y cito: "Organicé una cena para los cuatro mañana. Billy, Jacob, tú y yo. Será en casa, así que no hacen falta las formalidades. Será una cena familiar".
Suena lindo, ¿no? El problema es que nunca teníamos de esas amenos que fuera por negocios. La última cena familiar Swan había sido hacía años y no había terminado nada bien.
¡Oh! Y terminó la llamada con un: "tengo algo muy importante que contarte". Contaaaaarte, no contarleSSS. La conversación en sí ya era rara, pero el uso del singular activó el protocolo de pánico, y estaba rigurosamente diseñado para no detenerse hasta que pasara la catástrofe.
Tomé una almohada y la presioné sobre mi cara para ahogar mi grito.
Jake sonaba seguro, y Charlie sonaba reservadamente entusiasta. Pero en mi experiencia con mi padre, lo mejor no era bajar la guardia.
Me cambié de ropa y me arropé en mis cobijas.
Tal vez Jake tenía razón, pensaba mientras esperaba la inconciencia. Tal vez solo era algo bueno y actuaba a la defensiva por pura costumbre.
No soñé nada en particular y desperté con los mismos pensamientos con los que había dormido. La luz de la mañana les da una nueva perspectiva a las cosas y había amanecido un poco menos reacia.
Para cuando llegué a la oficina, el asunto de la cena seguía ahí, pero ya no era una preocupación, solo un evento repentino. Como había dicho Jake, las cosas estaban cambiando y tal vez esto solo era una consecuencia de ello.
— Buenos días — saludé en una sonrisa a mi mesa de trabajo.
— Buenos días, Bella — me respondieron.
— ¿Qué tenemos programado para hoy? — dije tomando asiento en mi lugar habitual.
Diego me tendió un sujetapapeles con un documento en él.
— Los planos preliminares de la guardería están listos, y el taller está trabajando en el prototipo a escala.
— ¿Eso para cuándo estará?
— Está programado para dentro de cuatro días. La próxima semana tendremos al reunión con los clientes y discutir… — exhaló sin discreción.
— Las modificaciones — dijimos al mismo tiempo con tono cansado.
Todos en la mesa rieron.
— Ya sabes cómo es esto, Diego — le dije sin recriminarle —. Conseguimos un cliente, trabajamos el proyecto, y luego el mismo cliente lo cambia a su antojo.
— Igual me seguiré quejando — asintió —. Pero, ¡hey! Ya mañana se entrega el auditorio. ¡Yeeei! — festejó.
— ¡Lo sé! — exclamé —. Por eso vine primero aquí, tengo que ir a supervisar lo último, así queeeee… — tomé una pluma —. Guardería, en proceso — lo marqué en el papel —. Y la residencia, ¿los clientes ya confirmaron la cita?
— Aún no — intervino Bree —. Se supone que hoy nos lo confirman, pero te mantengo al tanto.
— Gracias, equipo.
Les sonreí a todos y me dirigí al taller de modelado para revisar mi proyecto.
Trabajar con Charlie no siempre era fácil, pero algo que debo admitir que me encantaba, era tener mis propios proyectos.
Charlie me había confiado uno solo hace unos años, y como la ejecución salió muy bien, comenzó a soltarme los proyectos pequeños que estaba segura de que él no quería, y así centrarse en los grandes y prometedores.
El taller de modelado me gustaba porque era diferente al resto de las zonas. Había material por todas partes, era alto y muy bien iluminado. Olía a madera quemada, gracias a la máquina de láser; a pintura y café.
— Hola, Liam — saludé —. Escuché que la maqueta de la guardería está en buenas manos.
Liam levantó la vista de su trabajo y me sonrió.
— Obvio — dijo con falsa altanería —. Yo la estoy haciendo.
— ¿Qué tal va todo?
Liam tomó un montón de hojas, los planos. Y los puso frente a mí.
— Excelente. Lo bueno es que decidí esperar antes de comenzar a unir todas las piezas y qué bueno, porque… — señaló un punto en el plano —. Esta zona no estaba. Cambiaron esta pared del lado este, la recorrieron para acá. Y eso provocó un par de cambios estructurales menores, pero que no hay que ignorar. Esta zona, dijeron que ya no la cambiarían, aún cuando el cliente posiblemente lo pida. Hay una gran explicación estructural detrás que no entiendo.
— Está bien — me reí —. Lee me puso al tanto.
Lee era el ingeniero a cargo de este proyecto.
— Perfecto — suspiró aliviado —. Llevo un sesenta por ciento, pero tengo que supervisar el modelo de allá — señaló un modelo ya casi terminado —. Termino ese y vuelco mi total atención en este y planeo terminarlo en cuatro días.
Asentí.
— Si, lo vi en la programación. Está perfecto. La junta no será hasta la otra semana, entonces… tendrás tiempo de sobra.
— De sobra, pero no libre — puntualizó.
— Muchas gracias, Liam. Cualquier cambio te lo haré saber.
— Lo sé — aseguró. Tomó un sorbo de su café y volvió a su trabajo.
— Si me necesitas, estaré en campo — exclamé mientras me iba.
— Bieeen — exclamó en respuesta.
Salí de la oficina a buen paso y puse mi música mientras me dirigía al auditorio. Es curioso como el manejar a veces ayuda a pensar, un cuando se supone que toda tu atención debería estar en lo que haces, pero mi mente volvió al tema de la cena.
Y la inseguridad con ese pensamiento.
Mi mente vagó al pasado, y sacó un recuerdo que en otros tiempos fue recurrente.
La cosa es que… la última vez que tuvimos una cena, mis padres me hablaron sobre su decisión de separarse. Yo tenía diecisiete. Y a pesar de lo que veía venir igual no fue fácil.
Ocho años sin una "cena familiar" da mucho de qué hablar.
Los años luego de eso fueron una locura, las mayores aportaciones fueron mías, por supuesto. Así que al final concluí que mi reticencia era lógica, tal vez mi temor no venía tanto de la cena, sino lo que pudiera pasar luego de esta.
Cuando no podía tocar, usaba otros medios de escape. El trabajo, por ejemplo. El auditorio ya se entregaría el día de mañana, y sabía que me iba a sumergir en el próximo proyecto al igual que hice con este.
Un día a la vez.
Me reí sola, eso parecía slogan de grupos de apoyo.
Llegué al edificio y suspiré en cuanto lo vi. Estaba casi impecable. Aún había algo de basura por aquí y por allá, pero los árboles ya estaban plantados y sin el plástico protector. Ya habían retirado las paredes perimetrales y estaban terminando de pintar las señaléticas en el suelo.
— ¿Cómo ve, arqui? — me preguntó Gustavo, el supervisor en jefe.
— Está increíble — suspiré.
Él sonrió complacido.
— Bien — dije con renovado entusiasmo —. Manos a la obra.
De vuelta en casa, tomé otra ducha y elegí ropa casual para la cena. No casual estilo Rocket. Si no, un pantalón de mezclilla cerrado, botines discretos color negro y una blusa holgada color azul. Charlie dijo que no era nada formal, pero presentarme con un estilo alternativo no creía que fuera a ser de mucha ayuda.
Jake, como prometió, llegó justo a tiempo.
Corrí a abrir la puerta.
— Hoja, Jake — sonreí.
— Hola, Bells.
Iba vestido con un estilo similar al mío. Mezclilla y una bonita camisa que no era para la oficina.
Entró a la casa con paso lento, y con las manos en la espalda. Cerré la puerta.
— ¿Qué estás ocultando? — estreché los ojos.
— Pensé en lo que me dijiste anoche…
— ¿Y…?
— Pensé que a lo mejor esto te ayudaría…
Me mostró lo que llevaba en las manos. Era mi pay de frutas favorito, junto con una malteada de vainilla medio derretida por el viaje.
Sonreí con ternura.
— Pero no estamos festejando nada.
— No, pero te conozco bien y sé que esta cena aun te preocupa.
— Y decidiste traerme golosinas.
— Cómo dije, te conozco bien — fruncí los labios aun sonriendo y asentí, dándole la razón —. No espero que esto te quite el miedo, pero que pase lo que pase en la cena o luego de esta, aquí estoy. Y salga bien o mal, igual tendrás esto.
Me tendió mis obsequios y los acepté de buena gana.
— Eres el mejor, Jake.
— Lo sé — role los ojos —. Bueno, hay que irnos así que, guarda tu postre.
Los guardé ambos en el congelador. Cierto, si salía bien o mal ya tenía algo con lo cual festejar o quejarme.
— ¿Qué crees que nos querrá contar? — le pregunté a Jake, subiéndome a su auto.
El chasqueó los dientes, pensando.
— Ni siquiera creo que tenga que ver con el trabajo.
— Eso supone que Charlie tiene una vida, y sabemos que su vida es su firma — respondí con acidez.
Jacob rio y arrancó.
— Bueno, lo estuve pensando y está a punto de terminar el verano. A lo mejor quiere hablar con nosotros sobre el próximo trimestre. A lo mejor si es algo del trabajo, sin que forzosamente sea sobre un proyecto. ¿Una vista general de lo que ocurre dentro, tal vez? — se encogió de hombros.
Elevé las cejas.
— Bueno eso no lo había considerado.
— Es solo una idea, ¿no? Además, no sé si tenga algo que ver, pero luego de conocer a los Cullen, Charlie soltó un comentario sobre que quería hacer algunas cosas de forma diferente.
Puse mala cara.
— Cullen esto, Cullen aquello — siseé molesta.
Jacob se volvió a encoger de hombros, esta vez diciendo: Mira, a mí no me digas nada.
— No creo que se la vaya a pasar nunca.
Iba a continuar soltando veneno, pero me callé y miré por la ventanilla. Evidentemente no estaba molesta con Jake, ni con los Cullen. Yo estaba más que contenta con mi más que declarada tregua con Edward, y a ninguno lo conocía lo suficiente como para hacerme un juicio. No. Lo que era irritante era que, si no me equivocaba, Charlie los veía más como un premio, una medalla de la cual pudiera vanagloriarse. Y generalmente eso me daba igual, esa clase de actitud ya la había visto antes con otros clientes, pero me irritaba que me irritara, y ni siquiera estaba segura del porqué.
Soy un desastre.
Me dije en mis pensamientos, y repentinamente solo me sentí triste.
— Solo quiero que la noche acabe — murmuré hacía el cristal.
Jake tomó mi mano un momento y continuamos el camino en silencio, pero haciéndonos compañía.
En cuanto llegamos hubo un rayo de luz: Sue.
Ni siquiera habíamos tocado la puerta cuando ella ya la había abierto y nos recibió con los brazos abiertos.
— ¡Mis niños! — decía mientras nos daba besos en las mejillas a ambos.
Jake la tomó por sorpresa y la cargó en un abrazo.
— Me da mucho gusto verte, Sue — le dijo.
Cuando al fin la puso en el suelo, se dirigió a mí.
— Ay, Bella — me abrazó —. Cuando te vi en la fiesta tenía ganas de recibirte con más calor, pero con tanto invitado tenía miedo de que el señor Swan se molestara.
— Lo hubieras hecho. Cuenta conmigo para todo lo que le moleste a Charlie — susurré.
Me soltó y me señaló con su dedo, como cuando me regañaba cuando era niña.
— Eso está mal — dijo, no muy convencida.
— ¿Qué te puedo decir? No tengo remedio.
Miró a Jacob, buscando apoyo.
— Luego te tantos años, ya mejor no lo intento.
Sonreí, triunfante.
— Nos acompañaras a la mesa, ¿cierto? — le pregunté a Sue.
— Ay, no creo, corazón.
— ¿Por qué no? — reté —. Charlie dijo que era una cena familiar.
La expresión de Sue no era lo que esperaba. Primero su rostro expresó ternura, y luego sus ojos delataron que algo había recordado.
— Eh… igual estaré cerca. Así que por mí no se preocupen.
— Algo sabes, ¿cierto? — pregunté sorprendida.
— Bella… — dijo Jake en forma de advertencia.
— Bella, no es algo en lo que me quiera meter. No sé porqué su padre los citó y aunque así fuera no te lo diría — dijo con firmeza.
— De acuerdo — dije de inmediato —. No quiero meterte en problemas. Pero por favor, dime. ¿Es malo? — supliqué.
Por todos los santos, si alguien sabía algo definitivamente sería Sue. No la obligaría a nada, pero necesitaba urgentemente un respiro.
Sue miró a Jake y luego a mí. Seguramente tenía la urgencia tatuada en la cara, porque tuvo piedad. Su rostro se relajó y sonrió con sinceridad.
— No, no creo que tengan algo de qué preocuparse.
Suspiré y abracé a Sue.
— Gracias.
— Bueno, basta — medio bromeó Jake —. Déjala en paz.
— Cierto, cierto — dije, soltándola.
— ¿Qué esperan? Adelante — dijo Sue — Es su casa. Pasen.
Mi tío Billy ya estaba en la sala cuando llegamos, junto con mi padre.
— ¡Hola, muchachos! Me preguntaba cuándo llegarían.
Nos saludamos todos los presentes y comencé a sentirme mejor. No había tensión en el ambiente, ni algo que pareciera oculto.
— Pues andando a la mesa, que la comida se enfría.
Nuestros padres encabezaron el camino, y mientras, Jake y yo nos dirigíamos una mirada significativa.
— Espero que tengan hambre — dijo Billy.
— Si, mucha — dije, sentándome a la mesa.
Comenzamos a servirnos de todo lo que había en la mesa. Ensalada, papas a la mantequilla, vino y carne. La conversación se mantuvo en temas triviales, pero el ambiente seguía siendo agradable.
— No los vi a ninguno de los dos hoy — dijo Charlie —. ¿Qué tal el trabajo?
Jacob y yo nos miramos, recordando nuestra conversación en el auto. Él tomo la iniciativa.
— Excelente. Hoy pasé casi todo el día en supervisión. Comprobamos unos cálculos y los corregimos antes de enviarlos a obra, para que continuaran con la construcción.
— ¿La torre departamental? — indagó Billy.
— Esa misma.
— ¡Hoy vi la maqueta! — intervine —. Está quedando muy bien, ya casi la terminan.
— ¡Ah! ¿Hoy fuiste al taller? — dijo Jake.
— Sí, pero solo un ratito.
— ¿Estaba programado? — quiso saber Charlie.
— Sí, de hecho. Fui a revisar que siguieran los planos correctos. Y luego de eso me fui a campo casi toda la tarde.
— ¿En qué proyectos estás trabajando? — dijo casualmente.
¿Eh? Él debería saber. Pensé.
— El auditorio escolar, la guardería y la residencia — no dije más. Agregué una sonrisa al final de mi comentario, sin dar más detalles. Desvié la conversación, sin perder el tono afable — Oye, por cierto. ¿Porqué tanto misterio? ¿Qué es eso que tienes que contarnos?
Sonreí un poco más amplio, dándole a entender que mi comentario no era algo más que curiosidad. Me aseguré de usar el plural.
Él suspiró, y dejó los cubiertos.
— De acuerdo, es cierto — dijo, sin más preámbulos —. No solo quería verlos, sino que hay algo que queremos anunciar.
Billy nos miró a ambos, y nos sonrió. Él sabía lo que seguiría. Jake y yo nos miramos, y luego a Charlie, expectantes.
— Bueno, he tomado la decisión de darte otras obligaciones, Bella. Y tu tío Billy está de acuerdo con ello.
Me quedé en blanco por un segundo. Miré a mi tío y de nuevo a mi padre.
— No estoy entendiendo.
— Bueno, Bella — dijo Billy —. Creemos que estás lista para crecer en la empresa.
— Entonces… ¿es como un ascenso? — seguía en blanco.
— Se podría decir — dijo Charlie.
Fruncí el ceño, confundida.
— ¿Lo es o no?
Detestaba las cosas ambiguas.
Charlie suspiró, y me miró directamente.
— En nuestra última junta con los Cullen, le sugerí que trabajáramos más de cerca compartiendo conocimientos desde adentro, así que tú tendrás el puesto. Empiezas mañana.
— ¡¿Qué?! — exclamamos Jacob y yo al mismo tiempo.
— ¿No habíamos propuesto a otra persona? — cuestionó Jake.
— Sí, pero cambiamos de opinión — dijo Billy.
— ¿Cómo que empiezo mañana? ¿Qué rayos? — exclamé yo a mi vez.
— Como lo escuchaste — dijo Charlie en tono inflexible.
— Eso no es una propuesta, es una orden — elevé la voz —. Ni siquiera me lo preguntaste.
— No veo porqué — me respondió mi padre.
— Pues… ¡Pues porqué no es lo que quiero!
— ¡No me grites, Isabella! — dijo levantándose de golpe, arrastrando la silla.
— ¡No me digas que hacer, Charlie! — imité su movimiento.
Mi padre y yo nos sostuvimos la mirada entre ceños. Se hizo un tenso silencio.
— Bella — intervino Billy, tratando de suavizar la situación —. Es una gran oportunidad.
— Yo no estoy negando eso, tío — le respondí con un tono de voz más moderado —. Es solo que me hubiera gustado tener la opción de rechazarlo.
Volví a tomar asiento, pero seguí fulminando a Charlie con la mirada. Él hizo lo mismo.
— Esa es la otra parte de la propuesta — dijo mi padre —. Te recuerdo que tú y yo tenemos un trato, ¿lo olvidas? Y te falta mucho para cumplirlo, así que esto es una contra oferta. En cuanto la primer torre Cullen esté terminada e inaugurada, considera tu deuda saldada.
Apreté los dientes, luchando por que las lagrimas no salieran.
— ¿Contra oferta? Esto se siente más como chantaje. Tengo otros proyectos pendientes, no… no los voy a dejar solo como así.
Charlie agitó la mano, restándole importancia.
— Delégalos. Borrón y cuenta nueva.
— Pero… — dijo Jacob, tratando de defenderme, pero al final calló. Me miró, impotente. Sabía que no importaba el argumento, sería inútil.
— ¿Por qué me haces esto? — dije aún con los dientes apretados. Charlie me devolvió la mirada —, ¿por qué crees que puedes manipular mi carrera a tu antojo?
El silencio volvió, esta vez más tenso. Era palpable la incomodidad de Jake y Billy, pero en ese momento, no me importó.
— Parte del trato es que yo puedo cobrarte de la manera en que más se me acomode — dijo, en un tono neutro —. Admito que esto no estaba en los planes, pero aprovechare la ocasión. Dudo que tu tío y yo podamos concretar un trato más grande que este en los próximos años. El apellido Cullen vale mucho allá afuera, y estoy tomando una carta arriesgada.
— Ah, soy una carta arriesgada.
— Sabes que es cierto. Aún eres infantil y te falta mucho para dejar una huella, pero sé que esta oportunidad no la vas a arruinar.
— ¿Por qué estas tan seguro? — dije con altanería.
— Porque no te conviene — sentenció.
Iba a argumentar de regreso, pero tenía razón. No me convenía. Esta sería la forma más rápida de saldar mi cuenta. En un año, tal vez dos. Eso era mejor que una fecha indeterminada. Era lo más cerca que había visto la libertad.
Pero eso no quitaba el hecho de que estaba molesta.
— Lo sabía — exhalé —. Sabía que esta cena no era una buena idea.
— Bells… — dijo Jake.
— No, no — interrumpí —. Viniendo de mi padre, no me sorprende nada.
Charlie y yo seguimos sosteniéndonos la mirada, y al final, cedí.
— Me presentaré el jueves a primera hora — dije, e hice mi silla para atrás.
— Te dije que mañana — dijo Charlie.
— ¡Y yo dije que el jueves! — lo fulminé con la mirada, dejándole ver todo mi enojo. No estaba dejando espacios a debates. Ahora él fue el que cedió.
— Le avisaré al señor Cullen que te tomarás el día de mañana para poner en orden tu trabajo antes de comenzar con él.
— Ay, papá — dije con cínica ternura — Qué considerado.
Me levanté de la mesa antes de que alguien pudiera decir nada.
— Gracias por la cena — y salí del comedor.
— ¡Bella, espera! — gritó Jake, arrastrando tu silla.
— ¡No hace falta que me lleves! — respondí sin mirar atrás.
Sin esperar a Sue o a nadie, salí por la puerta principal y cerré de un portazo. Apresuré el paso y pronto llegué a la avenida principal donde tomé un taxi, yendo directo a mi casa. Recargué mi cabeza en el asiento y todo el camino luché por no llorar frente a un completo extraño. En cuanto llegué a mi casa tomé mi celular y texteé a Jacob, avisándole que estaba en casa y bien.
Enseguida llamó, pero colgué. No insistió.
En movimientos casi mecanizados, me puse mi pijama, tomé mi guitarra acústica y me dejé caer en el sofá de mi sala. Comencé a tocar, casi de forma ausente.
No me di cuenta de que estaba llorando hasta que las lágrimas fueron tantas que nublaron mi visión. Me las retiré rápidamente con la manga, y seguí tocando, pero entre más tocaba, mis ganas de llorar aumentaban hasta que ya no pude más.
Algo dolía en mi interior, pero no sabía que era. No era mi corazón, sino algo más. Algo que se sentía en la boca del estómago y amenazaba con crecer hasta hacerme un agujero, pero al final no lo hacía.
Tomé uno de los cojines y lo lancé, dejando salir mi coraje. Comencé a sollozar, a sentir una adrenalina extraña. Sentía toda la energía de la noche contenida. Así que me apresuré a tomar mi guitarra y tocar en vez de destruir mi casa.
Mis pensamientos corrían como locos por mi mente. ¿Qué significaría este cambio para mí? ¿Debí haber actuado diferente? ¿Contra ofertar la contra oferta?
Incluso deseé ir al pasado y hacer las cosas diferente. Pero ya nada de eso importaba, lo hecho estaba hecho, y ahora veía la libertad más cerca que nunca.
Entre más lo pensaba, más molesta e impotente me sentía. Así que toqué y lloré hasta que el cansancio me ganó y me quedé dormida.
¡Hola! Es algo tarde, pero ya quería subir este cap :B Espero que estén bien y les haya gustado. Por favor, cuéntenme qué les pareció, y qué es lo que creen que pasará ahora. Aprecio muchísimo sus reviews y sus opiniones. Cuídense, nos estamos leyendo ((:
