Blue Days.

1

Carta para Aoshi.

Los personajes de Rurouni Kenshin le pertenecen a Nobuhiro Watsuki. A mí la narración, pero lo hago sin fines de lucro.

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Este es otro nublado día de octubre. Tan nublado y tan confuso como mi mente, pero también aburrido. En mi interior siento una desesperación tremenda y también melancolía.

Mi habitación está completamente oscura y yo me encuentro tirada en un rincón, aun con mi ropa para dormir. Este día ha sido exactamente igual a otros, gris.

En mi mano derecha sostengo un trozo de papel con algunos garabatos escritos en ella. En la otra, una pluma con la punta impregnada de tinta que ya ha empezado a secarse, las gotas de esta cayeron al suelo, dejando en él algunas manchas pequeñas de tinta.

Unos centímetros alejados de mí se encuentran varios montones de libros y más allá la cama aun deshecha.

Mis ojos están rojos y mis mejillas siguen frescas, ya que hace unos momentos algunas lágrimas resbalaron por ellas. Sé que no frecuento llorar, pero esta vez no pude evitarlo.

Hace unos momentos volví a escuchar unos murmullos del otro lado de la puerta, pero ya han cesado. Sé que están preocupados por mí ya que no suelo quedarme en mi cuarto hasta tarde y no dar señales de vida.

—¿No ha salido del cuarto? —se oyó la voz de Omasu con un dejo de extrañeza en ella.

—No y es muy extraño —le contestó Okon.

—¡No te preocupes! Ya sabes cómo es…

—Es cierto, debe de estar inventando algunos chistes para hacer sonreír al Okashira cuando vuelva.

Pero, en realidad no es eso lo que estoy haciendo…

Sé que no soy la que frecuento ser. Pero, también es cierto que hasta los más fuertes lloran y hoy a mí me ha ganado la tristeza.

Quiero estar al lado de esa persona, de la persona que es más importante para mí. Siento una gran impotencia por no tener el valor de estar a su lado y sonreír. ¿Por qué?

No he podido terminar la carta que empecé a escribirle. Me gana la tristeza y las lágrimas se me salen.

"Aoshi-sama: O tal vez debería llamarlo Ao-chan. Aprovecho su ausencia para dejarle esta carta, ya que luego de pensarlo y pensarlo he decidido irme un tiempo a Tokyo, para descansar un poco, aclarar y ordenar mis pensamientos y también para decidir qué camino seguir y qué haré con mi vida. Sé que voy a extrañarlo, porque no pude despedirme de usted. En verdad voy a extrañarlo…"

Ya no pude escribir más.

Me pregunto qué sentirá Aoshi-sama por mí. Si sólo me verá como una niña o si será algo más. Me duele pensarlo. Me duele mucho…

Dos lágrimas resbalaron por mis ojos, otra vez.

De pronto un suave aroma me sacó de mis pensamientos. Un olor a teriyaki. A mi mente llegaron algunos recuerdos como cuando Aoshi-sama y yo comíamos teriyaki.

—¿¡Pero qué estoy haciendo? —me dije a mí misma—. No debo deprimirme por nada. Si Aoshi-san me viera no me lo perdonaría —me limpié las lágrimas con mis dedos.

—¡¡Misao-chan!

La voz de Okina se oyó. Aventó la puerta y me vio allí en el rincón.

—Es hora de la comida ¡Vamos!

Me levanté de ese lugar y dejé la carta en una mesa.

—¿Estuviste llorando?

—No, no. E… en un momento salgo. Me tengo qué vestir.

Okina salió del cuarto. Lentamente cepillé mi cabello e hice una trenza, al final até un listón de color rojo para que no se deshiciera. Me puse un vestido azul marino con adornos de pétalos de ciruelos y mis sandalias. Pinté mis labios con un ligero tono rosado y coloqué algo de rubor en mis mejillas.

Omasu y Okon fueron las que enseñaron a maquillarme, ya que crecí entre hombres.

Al salir, ya todos estaban en la mesa, traté de mejorar mi humor sonriendo un poco. La comida se veía sabrosa y olía muy bien. Me senté en un lado de Okina y comencé a comer sin decir una palabra. Omasu y Okon me miraban extrañadas.

—Aoshi vendrá pronto —me dijo Okina tratando de consolarme.

—Sí, tienes razón —dije animada.

"Pronto vendrá". Lo sé, y también sé que necesito tener una actitud positiva. De nada me servirá lo contrario. Tanta tristeza y tantas lágrimas derramadas me habían abierto el apetito.

—¡Quiero más, por favor!

Omasu me correspondió la sonrisa. Sirvió un poco más en mi plato.

Me retiré de la mesa una vez terminado el almuerzo y me dispuse a ir hacia mi cuarto para terminar la carta.

"…Pero voy a ser fuerte porque sé que pronto regresaré. Pronto volveré a su lado y no pienso rendirme hasta verlo sonreír, pero no una sonrisa cualquiera, sino una sonrisa que salga del corazón."

Comencé a caminar en círculos tratando de idear algo más para escribir.

—¡Misao-chan!

Algunos golpes en la puerta me sacaron de mi concentración. Caminé hasta ella para abrirla.

—Misao-chan ¿Podrías ir al mercado a comprar estas verduras para la cena? —era Okon—. Lo haría yo, pero todavía tengo qué hacer algunas cosas aquí en la casa.

—Oh… pues… sí, está bien.

—¡Arigatou! Me has quitado un peso de encima. Mira ésta es la lista.

Me entregó el papel y le eché un vistazo.

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Caminaba lentamente por las calles de Kyoto, tan llenas de gente como siempre. Los puestos de recuerdos estaban a reventar. Esta ciudad se ha llenado de gente rica que viene de otras partes del mundo en sus barcos más lujosos.

—Bueno, lo único que tengo qué hacer es ir hasta el puesto de vegetales y es todo —dije mientras daba un profundo suspiro.

El viento comenzaba a arreciar y con él, el frío se podía sentir un poco más.

Así, caminando lentamente fui hasta el puesto de vegetales.

—¡Buenas tardes! —saludó gentilmente el encargado—. ¿En qué le puedo servir?

—Eh… estoy buscando —revisé la lista— tres dientes de ajo.

—¿Ajo? ¿Ajo? —decía mientras buscaba—. Debe estar por aquí. En un momento se lo entrego.

Me entregó la verdura en una bolsa luego de un rato.

—¿Algo más?

—Sí, también busco jitomate.

—¿Cuántos le doy señorita?

—Déme tres por favor.

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—¡Uff! Hacer las compras es agotador —me quejé.

Al fin tenía todos los ingredientes para la cena. El sol comenzaba a hundirse entre las montañas. Iba caminando lentamente de regreso al Aoiya y tarareaba animada una canción. De repente unos gritos me sacaron de mis pensamientos.

—Te dije que me dieras todo lo que tenías o te golpearía —se pudieron oír una serie de ruidos, seguida por algunos gritos, todo indicaba que estaban asaltando a alguien. Luego se escucharon algunas crueles risas.

Tenía que intervenir de alguna manera.

—¡¡Como espía del Oniwbanshuu no lo permitiré!

Me acerqué más al lugar; era en un callejón, pude ver a cuatro tipos que golpeaban con una shinai a un chico de algunos diez años.

—¡Ustedes! —logré llamar la atención de los maleantes—. ¡Alto ahí!

—Ja ja ja una mocosa estúpida —gritó el que tenía la shinai.

—¡¡No soy ninguna mocosa! —me acerqué a él— ¡¡Y tampoco soy estúpida! ¡Golpe de pájaro endemoniado!

Lo golpeé en la cabeza y los otros tres se me acercaron.

—Veamos si pueden contra esta mocosa —dije al mismo tiempo que sostenía tres cuchillas de ninja entre mis dedos. De alguna manera tenía que salir de ese lugar, en el callejón no me podría mover libremente y ellos tendrían la ventaja.

Noté la expresión de miedo en el chico. Me acerqué un poco a la calle y el maleante venía en mi contra para golpearme con la shinai, era un movimiento lento y torpe, era evidente que no era un profesional.

Di un salto para atrás y lancé las cuchillas velozmente. Había mejorado notablemente desde la última vez.

—¡Kansatsu tobi kunai!

Una cuchilla fue a dar directo en su mano derecha; las otras cerca de sus pies, lo cual lo obligó a soltar la espada de madera. Se tiró y comenzó a retorcerse de dolor y a gritar como vieja loca, un cobarde sin duda.

—Mira lo que te hizo la mocosa —le grité cuando él estaba en el suelo.

Los otros tres maleantes quedaron aterrados y salieron huyendo del lugar.

—¡Kansatsu tobi kunai! Eso detendrá a tus amigos en lo que llega la policía.

Fui a ver al pequeño que se encontraba en un rincón aun temblando.

—Ya estás a salvo ¿Puedes caminar? —le dije mientras lo ayudaba a pararse.

En eso llegó la policía y arrestó a los cuatro asaltantes. Revisaron al pequeño a para ver si había recibido algún daño grave.

—¿Tú fuiste la que los venció chiquilla? —me preguntó un oficial.

—¡¡Que no soy chiquilla! —los ojos me crecieron del enojo y se me saltó la vena de la sien—. ¡Golpe de pájaro endemoniado! —lo golpeé en la cabeza.

—Em… Bien, bien. Así que tú fuiste, eres realmente fuerte.

—Por supuesto que lo soy —hice una de esas poses de triunfo. Coloqué mis manos en la cintura y cerré os ojos—. Ya que soy un espía del Oniwabanshuu.

—¿¡Qué, del Oniwabanshuu? —preguntó uno de ellos.

—Bueno, oficiales, tengo que irme. Con permiso.

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—¡Ya llegué! —anuncié.

Luego de cenar vine a la parte más alejada y tranquila de la casa; el techo. Desde niña me ha gustado venir a este lugar para admirar el cielo y las estrellas, aunque, no solo para eso, si no también para relajarme un poco.

La luna se encontraba en su fase de cuarto menguante, y ese brillo blanco que emanaba y la adornaba alrededor era hermoso.

—Oh, aquí estás —pude oír una voz detrás de mí, era la voz de Okina.

—¡Sí!

Se sentó en un lado mío y admiró también el cielo.

—Esa luna es hermosa ¿Verdad? —me dijo con la vista hacia arriba—. Según se dice, las lunas de octubre son las más hermosas del año.

Continuamos en silencio un rato. Era una atmósfera mágica. En realidad, deseaba tener alguna oportunidad como esa para compartirla con Aoshi-sama.

—Okina… he decidido irme un tiempo a Tokyo.

—¿Qué? ¿En serio?

—Sí, quiero ir para pensar sobre mis sentimientos. Alejarme un tiempo de este ambiente me servirá de mucho.

—Pero, Aoshi pronto vendrá. Se pondrá muy triste si no te ve aquí para cuando regrese.

—¿En realidad crees eso?

—Lo creo y así será Misao.

—Quiero poner en práctica ese dicho que dice: "Si quieres a alguien déjalo ir, si regresa a ti, es tuyo, si no, nunca lo fue". Además tengo muchas ganas de ver a Himura, Kaoru, Yahiko y también a… ¿cómo se llama, ¡ah, Sanosuke.

—Bien, si esa es tu decisión. Entonces está bien.

—¡Arigatou Okina! Entonces, haré mis cosas y partiré mañana por la mañana.

—¿¡Tan pronto?

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El sol emergía de las montañas del oriente. Los rayos iluminaban el cielo; haciendo un hermoso panorama, y entraban por mi ventana pegándome en la cara y despertándome una vez más.

—Cinco minutos más, por favor —me tapé el rostro con la sábana. Me di cuenta de que era la hora de irme y salté del futón.

—Por favor Okina, entrégale esta carta a Aoshi-sama —le di el papel, una vez que me preparé.

—¡Por favor Misao-chan regresa pronto! —me dijo Okon que sostenía un pañuelo para limpiarse las lágrimas al igual que Omasu.

—Te preparamos bocadillos para el camino —Omasu me dio una canasta, que por cierto, pesaba mucho.

Caminé, adentrándome al camino.

—¡Hasta pronto! —levanté mi mano derecha y me despedí con adioses y con sonrisas; Omasu y Okon lloraban un río de lágrimas, Okina por su parte sonreía. De verdad que los iba a extrañar.

Comencé caminar más rápido y sin voltear atrás, una lágrima resbaló por mi mejilla izquierda.

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La misión había terminado ya. Mis compañeros y yo regresábamos de nuevo a casa, con nuestros seres queridos.

—¡Aoshi-sama! —Okon soltó la cubeta de agua que sostenía— ¡Han llegado! ¡Okina!

Okina salió de la posada con paso lento. Me miró, miró a mis compañeros y sonrió satisfecho.

—¡Bienvenidos! —se acercó a mí y me dio un abrazo.

—¿Dónde está Misao? —le pregunté—. Le traigo un regalo.

De entre mis ropas saqué un pequeño gato blanco con ojos azules que maullaba amodorrado.

—Aoshi… Misao se ha ido a Tokyo. Misao se fue por un tiempo.

—¿Es eso cierto?

Okina afirmó. En realidad esperaba verla cuando regresara al Aoiya y entregarle a este pequeño gatito y ver su cara de alegría. Ni modo, habrá otra oportunidad.

—Misao-chan —murmuré.

Recordé una vez cuando Misao era más pequeña y mientras Hanya la cuidaba se desapareció de su lado.

—Aoshi-sama… —hablaba con dificultad, por el cansancio— Misao… no la encuentro, la he buscado por todas partes.

Rápido, todos los miembros del Oniwabanshuu nos esparcimos por toda la cuidad para buscarla, todos estábamos realmente preocupados.

—Señor… la encontramos en un callejón ¡Sígame por favor! —me informó Beshimi.

Llegamos hasta el lugar y la vimos sentada acariciando a un pequeño gato gris.

—Qué bonito, qué bonito —le decía, mientras jugaba con él.

—Misao —suspiré de alivio.

—¡Mire Aoshi-san! lo encontré y lo seguí hasta aquí. ¿Verdad que es bonito?.

—Aoshi —la voz de Okina me regresó a la realidad—. Ella dejó esto para ti.

Me entregó una hoja de papel, doblada con esmero. La abrí y comencé a leer.

Fin del capítulo 1.

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Hola! Hola! Cómo están todos? Espero que muy bien. Espero que hayan pasado unas muy felices fiestas de año nuevo y navidad. Pero bueno, pasando a mi historia. Ojalá que les guste y si es así me den reviews onegai. Esta es mi primera historia aquí en Rurouni Kenshin. Espero sus comentarios y los veo en el siguiente capítulo.

Sayonara!

Joe the time traveler.