Blue Days.

2

Los días sin ti.

Los personajes de Rurouni Kenshin le pertenecen a Nobuhiro Watsuki. A mí la narración, pero lo hago sin fines de lucro.

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La luna comenzaba a brillar como todas las noches, al igual que las estrellas, tratando de alumbrar tímidamente el oscuro cielo. Las aves dejaban de cantar y se posaban sobre los árboles más grandes para descansar.

Un hombre de cabellos negros, sostenía con fuerza un hacha y partía por la mitad algunos troncos, ya que los días comenzaban a refrescar cada vez más en cuanto el sol se ocultaba.

De un movimiento ágil pudo partir uno grueso y hacer saltar los trozos hacia los lados. El sudor se desprendía de sus cabellos y corría por sus mejillas para, entonces, llegar al pecho fuerte y desnudo, una vez que dejaba su cuello.

Se detuvo, una vez más, para mirar el cielo y sostuvo el hacha con la mano derecha, mientras que, con el brazo izquierdo, trataba inútilmente de quitarse las gotas saladas que cubrían su frente.

Suspiró algo exhausto y procedió a partir más troncos, sin darse cuenta de que la figura de un hombre maduro, y con su cabeza cubierta de largas canas, se acercaba lentamente por detrás.

—¡Entra ya! La cena casi está lista —dijo Okina muy calmado, mientras ponía una mano en el hombro mojado del otro.

El hombre con cabellos negros obedeció y dejó a un lado la herramienta. Otro hombre, de apariencia rechoncha, que estaba a un lado del anciano, procedió a llevarse los trozos que Aoshi había cortado. Él por su parte caminó con paso apresurado hacia el interior de la posada.

Al llegar a su habitación se quitó el pantalón negro que traía y se dio un baño con agua caliente, para quitarse de encima todo ese sudor y el olor a este que lo acompañaba por el arduo trabajo.

Salió de allí vestido con una bata y secándose la cabeza con una toalla ya húmeda. Buscó ropas limpias para ponerse y escogió una camisa celeste de estilo chino y un pantalón holgado.

Se puso sus sandalias y salió al comedor para probar bocado, que ya le urgía y se podía notar por los sonidos que hacían sus vísceras de una manera graciosa.

Sus compañeros ya estaban allí reunidos alrededor de la pequeña mesa para té. Se sentó entre: Omasu y Okon; y Shiro y Kuro, teniendo de frente a Okina quien le sonreía, aunque él ni se inmutó, como era su costumbre, por la atención del otro. Una vez allí comenzaron a comer.

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Luego de comer Shiro trajo algo de sake, tomé un poco, como todos los demás, pero no mucho. Kuro trajo, después su samisén para ambientarnos un poco con su música, Omasu y Okon cantaban algunas canciones y actuaban como geishas.

Me dejé llevar por el buen ritmo de la música y pude sentir cómo mis ojos se cerraban lentamente, los abrí bruscamente y me paré del lugar, decidido a irme a mi cuarto.

—Aoshi-sama no se vaya —dijo Omasu dando tropezones en algunas letras porque ya se encontraba bajo los efectos del alcohol.

—Esta fiesta es para ti —me dijo Okina. La verdad era que nunca me habían gustado mucho las celebraciones y hasta la fecha seguían sin gustarme.

—¡Ande, vamos a bailar! —Okon me tomó d la cintura y comenzó a moverse (y a moverme) rítmicamente, pero se me enredaron los pies, ya que aun no aprendo a bailar.

—No, prefiero irme a descansar —me separé de ella, tratando de no ser brusco—. No quiero arruinarles la fiesta. Sigan.

—¡Buenas noches! —me dijo Okina animadamente y con las mejillas levemente sonrojadas, por el alcohol. Los demás también me desearon buenas noches y entonces me encerré en mi cuarto.

Me tiré en el futón y desperté al gato blanco, que ya estaba acurrucado, me acosté boca-arriba y el felino se subió a mi abdomen y cerró los ojos, ocultando sus enormes ojos celestes bajo sus párpados.

Cogí la carta de Misao, que ya estaba muy arrugada, y la volví a leer por enésima vez, intentando que ningún detalle se me escapara:

"Aoshi-sama (O tal vez debería llamarlo Ao-chan):

Aprovecho su ausencia para dejarle esta carta, ya que luego de pensarlo y pensarlo he decidido irme un tiempo a Tokyo, para descansar un poco, aclarar y ordenar mis pensamientos y también para decidir qué camino seguir y qué haré con mi vida."

'…para decidir qué camino seguir' No sabía realmente a qué se refería con eso, pero me tenía demasiado intrigado desde hacía días, estaba ansioso por volverla a ver, pero tenía qué aguantarme, porque como había dicho Okina 'lo hacía para estar un tiempo, alejada de todo esto'.

Acaricié suavemente la cabeza del gato e instintivamente comenzó a ronronear por eso.

—Ya quiero que Misao te vea —le dije despacio, para que nadie, fuera de la habitación, pudiera escucharme—. ¿Qué nombre deberé ponerte?

Varios apelativos me vinieron a la mente, pero ninguno me agradaba. Lo pensé algunos minutos más y luego me pregunté qué nombre te pondría ella.

—¿Qué tal Mico? ¿Eh? —el gato maulló tres veces, lo cual yo lo tomé como una afirmación, a pesar de que él ni siquiera supiera de lo que estaba hablando— Bueno, vuelve a dormir ¡Hasta mañana!

Era increíble que un pequeño animal me sacara tantas palabras de una sola vez, me gustaba mucho hablar con él, algo que no podía hacer con ningún humano, fuera por timidez o por hastío, ni siquiera con la misma Misao.

Volví a echarle un vistazo a la hoja de papel y volví a leerla:

"Y si viajo a Tokyo podré visitar a mis amigos allá, la verdad es que los extraño bastante. Quiero saber cómo están Himura y Kaoru y quiero contarle tantas cosas a ella. También quiero ver a Yahiko, me pregunto si ya se le habrá declarado a esa chica, llamada Tsubame, y si no lo ha hecho voy a obligarlo a que lo haga."

Hice una pausa y di un gran suspiro.

Mis ojos estaban a punto de cerrarse, la música de los chicos me arrullaba bastante, pero quería seguir leyendo, ya iba a la mitad de la carta, así que la terminaría.

Seguí leyendo esas líneas que casi memorizaba por completo, de tanto y tanto repasarlas.

"También quiero mejorar mi entrenamiento como ninja, tal vez Himura pueda ayudarme con eso, aunque en realidad sea un espadachín, pero sé que podré entrenar arduamente estando allá y así poder enfrentarme a usted algún día para merecer el título de Okashira de los Oniwabanshuu. Tal vez pueda parecer que estoy muy, muy lejos de eso, pero no me voy a rendir nunca hasta conseguirlo."

—Sí, sé que algún día lo lograrás —susurré pensando en ella.

Sólo faltaban las últimas líneas, la verdad no quería que terminara.

Ya eran las dos y treinta tres minutos y los ruidos que provenían del comedor habían cesado, tal parecía que a ellos también les pesaba el sueño. Desdoblé una manta blanca que estaba a mi lado y me la eché encima, también Mico quedó cubierto por ella casi en la totalidad de su cuerpo.

Emití un leve bostezo abatido por el cansancio.

Se había convertido en una adicción y una letal obsesión leer aquella carta, así que decidí continuar hasta terminarla, para de una vez por todas, dormir.

"Sé que voy a extrañarlo, porque no pude despedirme de usted. En verdad voy a extrañarlo, pero voy a ser fuerte porque sé que pronto regresaré. Pronto volveré a su lado y no pienso rendirme hasta verlo sonreír, pero no una sonrisa cualquiera, sino una sonrisa que salga del corazón.

Se despide con cariño,

Misao Makimachi."

Dejé la carta en un lado y cerré los ojos, aunque no pude dormir hasta media hora más tarde porque me había quedado pensando en Misao, en lo que sentía por mí, y en lo que debía hacer al respecto.

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Aoshi abrió sus ojos aun muy adormilado, y sintió junto a su cabeza el peludo cuerpo de Mico, quien aun dormía y le hacía cosquillas en la oreja izquierda.

Unas negras ojeras comenzaban a dibujársele debajo de sus ojos y es que hacía días que casi ni dormía. Se levantó del futón con cuidado y tomó algunas ropas para vestirse y salir a desayunar.

"Tal vez los chicos no se han despertado aun, porque anoche durmieron tarde así que tendré que prepararme mi desayuno" pensó una vez que salió a la cocina.

Tomó algo de pan de la alacena y algo de leche fresca, luego se sentó en la mesa de té y comenzó a comer entre la oscuridad como un zombi.

Ese era un día de sábado y el cielo estaba algo nublado, le sorprendió, ya que la noche anterior había estado despejado. Odiaba los días nublados, porque lo deprimían más, haciendo que su carácter empeorara (00! su carácter puede empeorar más?). Eran las ocho y quince de la mañana y no se oía un solo ruido en el alrededor.

"¿Me pregunto qué estará haciendo Misao en estos momentos?" volvió a pensar "Ojalá que no esté pasándola mal".

Comió mecánicamente todo el pan que pudo hasta que se le llenó la barriga. Y bebió toda la leche de un solo trago para dirigirse nuevamente a su cuarto. En su camino se encontró con Okon que salía de su habitación con una cara amodorrada y toda despeinada lo cual lo hizo sobresaltarse.

—¡Lo siento Aoshi-sama!

Le llevó algo de leche al gato blanco quien ya pedía su comida con pequeños e insistentes maullidos. Tomó un baño muy rápidamente y se puso su traje de batalla, colocó sus dos kodachis en la funda alargada y de color negro, entonces, salió a la cocina en donde ya todos desayunaban.

—¿Por qué tienes puesto el traje de batalla? —le preguntó Okina dirigiéndose lentamente hacia él.

—Iré a Tokyo —dijo secamente y sin cambiar la expresión rígida de su rostro—. Quiero ver a Misao.

Todos habían dejado de comer para escuchar la conversación.

—Ella fue a Tokyo, para pensar las cosas, si tú vas allá solo la presionarás y no podrá estar a gusto ni disfrutar este tiempo.

Okina hablaba serenamente.

—Sé que tienes razón, pero ya no puedo aguantar, quiero verla…

—Sólo te pido que esperes un tiempo más…

Aoshi salió por la puerta y la azotó al salir, estaba muy molesto. Sabía que Okina tenía razón y le costaba reconocerlo.

—Okina… ¿Él irá a ver a Misao? —preguntó Omasu preocupada.

—No, él sabe que Misao necesita tiempo, lo más seguro es que haya salido a pasear y despejar su mente.

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Una chica yacía completamente dormida en el pasto y con la trenza casi deshecha. Abrió lentamente sus ojos, percatándose del lugar en donde estaba.

—¡¡Aahh! ¡Ya es muy tarde, tengo qué llegar hasta Tokyo, no puedo seguir durmiendo!

Tomó sus cosas del suelo y comenzó a caminar apresuradamente, sin saber, que alguien muy especial la extrañaba en Kyoto.

—¡¡Tengo hambre! —emitió un sonoro grito que hizo eco dentro del bosque por el que caminaba.

Fin del capítulo 2.

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Luego de tener la cabeza saturada de tanta información por leer fics, les traigo el segundo capítulo, que espero les haya gustado (aunque me quedó muy corto, gomen ne! Y también pienso que me quedó muy flojo y no me gustó mucho, pero aun así les pido algunos reviews). Hace tiempo Aoshi me caía muy mal, pero al volver a leer el manga de Rurouni Kenshin y al describir los sentimientos de Misao por él en este fic, se fue convirtiendo en uno de mis personajes favoritos y me fue agradando bastante, tanto, que ya hasta le digo Ao-chan je je. Me da gusto saber que a muchos les gustó el detalle del gato (a mí también nn) y también tenían muchas expectativas acerca de la reacción que tendría el okashira al leer la carta de ella, espero no haberlos desilusionado, y si no les gustó, háganmelo saber. Por cierto, el samisén es un instrumento japonés, muy semejante a la guitarra. Ok, pasemos a los agradecimientos:

A Alexandra Shinomori, muchas gracias y ojalá te haya gustado este capi; A Yoshi, je je a ver si pronto publicas algo para leer; A Ceres, bueno, pues aquí lo tuviste y también espero leer un fic tuyo; A aLe-DoNo, muchas gracias a ti también; A Misao-89, sí a mí también me gusta esta pareja je je; x-MiSaO-x, te prometo continuarlo hasta el final, ojalá te haya gustado mi review.

Saludos a Naoko Nayamira que siempre me apoya y espero que pronto lea este fic.

A todos y todas muchas gracias y nos vemos en el siguiente capítulo (les prometo que va a estar mil veces mejor)!