Konnichiwa y bienvenidos a éste tercer capítulo de Blue Days! Muchas gracias por sus comentarios. Me encantan! síganlo haciendo nnU Ahora, voy a explicar algo que por descuidos míos no expliqué en capítulos anteriores: Han pasado dos años desde lo ocurrido con Yukishiro Enishi y por eso Misao tiene 18 años, Kaoru 19, Kenshin 30, Sanosuke 21. Yahiko y Tsubame 13 y en cuanto a la edad exacta de Aoshi no la sé. Ok, aclarado esto y sin más qué decir los dejo con el fic. Disfrútenlo:
Blue Days.
3
Llegada a Tokyo.
Los personajes de Rurouni Kenshin le pertenecen a Nobuhiro Watsuki. A mí la narración, pero lo hago sin fines de lucro.
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No tenerte cerca es como perderse en un laberinto sin salida, o como correr en un camino sin fin.
Porque ¿qué es la vida sin ti?
Ni siquiera yo misma sé qué responder porque afortunadamente te tengo. Aunque no estés aquí, sé que te llevo en mi corazón.
No tenerte cerca me duele y me tortura el alma. No tenerte cerca me asfixia, me arranca las entrañas.
Suspiro y acerco la cantimplora para beber algo de agua, pero mi cansancio hace que se derrame hasta mi pecho, mojando mis ropas. Siento ese frío recorrer mi cuerpo y jadeo entrecortadamente.
Al fin tomo el agua que necesito y alzo la vista hasta el cielo, que ha estado muy claro y despejado en los últimos días, por fortuna. Una bandada de pájaros ruidosos lo cruza formando un perfecto ángulo de noventa grados ¡Quién como ellos que sabe volar!
—Hay qué seguir —me digo a mí misma para darme ánimos y me pongo de pie con dificultad.
Pierdo un poco el equilibrio y un grueso árbol detiene mi retroceso. Tal vez deba descansar un poco más. Tomo más agua y suspiro nuevamente.
No sabes cuánta falta me haces. Ni siquiera te lo imaginas. El estrechar tu mano (más grande que la mía, por mucho). El tocar tus mejillas. El ver esos ojos, y ese rostro que no dice nada, pero que para mí lo dice todo.
No llego a comprenderte. No llego a comprender el por qué no sonríes. Tampoco comprendo por qué no lloras ni te enfadas, aunque no necesito comprenderte para amarte.
No tenerte cerca me hace llorar.
Quiero verte y maldigo por no poder hacerlo. Pero qué más da si me enfado, si no hay más remedio.
Vuelvo a suspirar, una vez resignada. Tomo mi cabello suelto que vuela por las suaves ventiscas y comienzo a formar una trenza. Al final lo ato con un listón azul, para que no vuelva a deshacerse. Lavo mi rostro y arreglo mis ropas. Las sacudo para que se les quite el polvo. Entonces sonrío.
—¡Tonta! No debes dejar que eso te pase de nuevo —digo haciendo alusión a mi aspecto anterior—. Aoshi-sama se entristecería si te viera así.
Ordeno mis cosas. Cierro los ojos unos segundos y entonces vuelvo a incorporarme. Doy algunos saltos hasta alcanzar algunas manzanas de ese árbol. Tomo tres y me marcho.
—Juro que es la última vez que te molesto arbolito —le sonrío como si fuera una persona y luego le guiño un ojo— ¡Hasta luego!
En mi cuerpo está escrito tu nombre. Mi cuerpo te llama, ya que no puede vivir sin ti. Eres la sombra que me protege del rudo sol. Eres la cura para mi desesperación. Eres el agua para mi sed. Eres el calor de mis deseos y placeres. Mi cuerpo pide por ti, mis labios añoran los tuyos y mis dedos quieren tu piel.
—Deja de pensar esas cosas Misao —me reprendo con dureza.
Comienzo a tararear una canción para olvidarme. Pero el gusto me dura poco ya que vuelvo a pensarte.
—Es inevitable —me digo a mí misma.
Camino un poco más de lo que me esperaba, pero aun así no llego a cansarme. Mi estómago pide algo para ser llenado y me apresuro a llegar al siguiente pueblo, contiguo a Tokyo.
—Por fin —murmuro.
Luego de tantos, y tantos días por fin llegaré a Tokyo y encontraré algo de alivio a mis penas con mis amigos. Pero por lo pronto tengo qué seguir caminando.
Saco el reloj de mi bolsillo, le echo un vistazo y veo que ya pasa de mediodía. Unas ansias tremendas y un hambre descomunal comienzan a invadirme, pero entonces intento calmarme. Busco en mis bolsillos y encuentro un par de galletas que Okon y Omasu cocinaron para mí el día de mi partida (las únicas que quedan). Las devoro rápidamente y siento un alivio momentáneo. Bebo agua de nuevo y siento que me raspa la garganta. Lo que más quisiera en estos momentos es una taza de té caliente.
—¡Tengo hambre! —grito y algunos pajarillos vuelan asustados de las ramas en las que se encontraban descansando.
No tenerte cerca me agobia y me desespera. No tenerte cerca es como nadar contra corriente, o como caminar entre las sombras de la noche.
Qué tristeza se siente, si tú no estás aquí. Simplemente, no tenerte cerca me mata sin piedad alguna.
—Aoshi-sama… te amo —digo sen un susurro.
El día se vuelve más vivaz con cada minuto que pasa. Los días ya no son grises (como los anteriores), a pesar de que aun sigue siendo octubre, el frío y lluvioso mes de octubre.
Suspiro de nuevo, pero esta vez lo hago porque estoy pensando en ti. ¿Habrás leído mi carta¿qué habrás sentido al tenerla entre tus manos, sólo Dios lo sabe, pero cómo quisiera saberlo yo también.
Creo que me acerco más al pueblo, ya que escucho algo del bullicio de la gente. Miro el letrero de bienvenida y me animo por eso. Doy un salto y golpeo el aire con mi puño. Una gran sonrisa se dibuja en mi rostro.
—¡Qué bien!
Me acerco aun más. Comienzo a correr por los alrededores y veo a una señora rechoncha que jala de la mano a su hija y con la otra carga una bolsa con alimentos. Varios niños corriendo y jugando. A un hombre anciano que camina con dificultad por la calle, apoyándose en su bastón.
Se ve un ambiente de paz y tranquilidad, y se respira un aire de gentileza. Una niña de algunos cinco años me ve y me sonríe, luego me saluda con su manita, yo le correspondo y luego sigo corriendo.
Es un infierno si no te tengo cerca. Es una tortura el pasar los segundos sin ti, pero creo que aguantaré hasta volver a verte. Seré fuerte y enfrentaré con una sonrisa las situaciones difíciles. Por ti, solo por ti.
Porque ¿qué es el tiempo sin ti? Tal vez una vana realidad o una tonta justificación.
Me aproximo con rapidez hasta un restaurante local y me siento en un pequeño taburete en lo que el mesero me atiende, sonriéndome.
—¿Qué le ofrezco?
—Déme un katsu donburi, por favor.
—Enseguida se lo traigo.
El joven se marcha y me quedo allí, sentada en un rincón, y sumida en mis pensamientos, en donde te vuelvo a ver. El único lugar en donde puedo verte de nuevo. El único lugar en donde me tocas suavemente y me dices "te quiero", en el único lugar en donde me sonríes con ternura.
"Aoshi-sama…".
Un recuerdo de mi adolescencia llega a mi mente y me atrapa.
"Aoshi-sama…".
En él te veo arrodillado sobre una manta y vistes la ropa que usas para dormir (tal vez te encontrabas meditando, como es tu costumbre). Llego hasta tu lado, me siento enfrente de ti y te sonrío. Pero entonces veo tu rostro cansado y demasiado rojo.
"Aquí está el té que pediste Aoshi-sama".
Me sonríes con dificultad para tratar de disimular lo mal que te sientes. Pero aun así puedo darme cuenta, porque te conozco a la perfección.
"Te queda muy bien ese kimono que traes puesto Misao".
Me sonrojo un poco, pero luego toco tu frente con un movimiento brusco y me doy cuenta de que se encuentra ardiendo. Tocas mi mano y la retiras de tu rostro con suavidad, aun mostrándome esa pequeña sonrisa. Acaricias mi mano con dulzura y siento que me muero por el contacto. Pero entonces regreso a la realidad.
"¡Aoshi-sama tienes fiebre!".
"No es nada… estoy bien".
Toses un poco y entonces vuelves a mostrar esa cara cansada y sin vida.
"Por supuesto que es algo —digo algo enfadada y me levanto del lugar. Enseguida regreso a tu habitación con algunos trapos humedecidos con agua tibia. Te pido que te recuestes en tu futón (aunque te niegas, pero yo insisto e insisto hasta que lo haces). Los exprimo un poco hasta que dejan de gotear y los coloco en tu frente.
"Gracias Misao… Misao-chan —corriges, mientras yo alucino, dándome cuenta de lo bien que se escucha mi nombre salir de tus labios.
Observo el delicado contorno de tus labios rosáceos y me dan ganas de juntarlos con los míos. Me reprendo ya que no es momento de pensar en cosas como esas. Cambio el trapo por otro más húmedo y noto tu respiración acompasada.
"Ya estás dormido —digo como si pudieras escucharme.
Agacho lentamente mi cabeza hasta que casi toco tus mejillas.
"Descansa, yo te estaré cuidando —te susurro al oído.
Deposito un suave beso en una de tus mejillas y te sonrío. Me quedo allí, observándote un rato. Luego, toco tu mano, despacio para no despertarte y entrelazo mis dedos con los tuyos. Te doy otro beso y me abstengo de pasar hasta tus labios.
—Señorita… Señorita…
Me sobresalto y casi me caigo de espalda al escuchar varias veces la voz que me saca de mis pensamientos. Miro al mesero y luego hago un gesto de afirmación. Recibo mi platillo y soplo el vapor para empezar a comer.
—Gracias… Muchas gracias.
—De nada —me dice con gentileza y se marcha una vez más.
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Luego de comer caminó hasta afuera del restaurante y dio un paseo largo por los alrededores del pueblo. Caminaba y saludaba a la gente, quien muy gentilmente le sonreía. Pensaba que no era como Kyoto, en donde la gente estaba demasiado estresada y vivían demasiado apurados como para preocuparse si quiera de saludar a los demás. Ese pueblo era distinto, en él todos se conocían y se preocupaban por los demás.
Le gustaba ese lugar, sin duda. Pero tenía que avanzar hasta llegar a Tokyo. Su destino: El dojo Kamiya.
Fue por algunas provisiones para un día más ya que su dinero se le había acabado. Avanzó hasta la salida del pueblo y vio a un montón de gente reunida, que miraban preocupadas en un sitio. Se acercó rápidamente, decidida a averiguar qué pasaba.
—Pero ¿cómo sucedió? —se preguntaban unos a otros.
—No lo sé. Pero parece que han vaciado el banco del pueblo.
—¡Qué?
—Sí, así es…
"Vaciaron el banco del pueblo —repitió la chica de cabellos castaños en su mente. Tocó su barbilla y cerró los ojos. Adoptó una posición pensativa—. ¡Como miembro de los Oniwabanshuu no puedo permitir ese tipo de fechorías! —siguió pensando, pero luego trató de reprimir su sentido de la justicia— ¡Pero tengo qué llegar a Tokyo!".
Se dio cuenta de que entre la multitud un chico con cabellos castaños la miraba con mucha atención. La había estado mirando hacer esas muecas mientras pensaba, se sonrojó completamente por la vergüenza. Y trató de disimular desviando su mirada a algún otro lugar.
—¡No puede ser! Esos ladrones dejaron sin dinero a todo el pueblo —dijo una persona entre la multitud.
—¡Ya no puedo seguir aguantando más¡¡No puedo dejar que unos maleantes hagan sufrir a la gente modesta de este pueblo! —gritó, mientras apuntaba con el dedo índice hacia el cielo y el brazo completamente extendido. Todos los presentes se asustaron con los repentinos alaridos y luego se le quedaron viendo atónitos.
—¿Te sientes bien hija? —le preguntó uno de ellos con gentileza.
—¡No se preocupen, yo los defenderé! –siguió gritando— ¡Como miembro activo de los Oniwabanshuu atraparé a esos ladrones y les devolveré todo el dinero que les robaron.
Vio que el chico que la había estado mirando unos instantes atrás se acercaba con lentitud hacia ella, haciendo a un lado a la multitud. Cargaba una shinai en su espalda.
—Pero ¿cómo es que una chiquilla como tú lo hará? —dijo él con una voz grave.
"¡Chiquilla¿¿¡¡chiquilla? —escuchó la palabra que más detestaba que le dijeran. Comenzaron a saltársele venas por todo su rostro. Sus ojos crecieron y se rasgaron mucho y le crecieron los colmillos— ¡Acaso escuché que me llamaste chiquilla? —dijo finalmente.
El hombre afirmó inocente.
—¡Golpe de pájaro endemoniado! —le dio una tremenda patada en el rostro y luego sacó sus cuchillas ninja— ¡Kansatsu tobi kunai!
Dejó al pobre chico con una enorme huella pintada sobre su cara, todo sangrado, amoratado, golpeado y para acabar de amolarlo, tirado en el suelo.
—Eso es para que aprendas —expresó una vez que se había calmado (y desquitado).
—Creo que te subestimé —dijo el de cabellos castaños.
La gente allí reunida comenzó a exclamar muchos "¡Ooohh!" y un montón de aplausos generales comenzaron a escucharse por todo el lugar. A Misao le dio mucho gusto que alguien reconociera su talento y sonrió un poco apenada, poniendo su mano detrás de la espalda.
—Gracias… gracias —hizo algunas ligeras reverencias.
—¡Eres muy fuerte! —le dijo una niña pequeña que salió de entre la multitud y cargaba su muñeca de trapo— Cuando sea grande quiero ser como tú.
—Entonces ¿tú devolverás nuestro dinero al banco? —preguntó un anciano.
—¡Claro que sí! —afirmó con una voz ruda.
—Y yo le ayudaré —dijo el chico levantándose y sacudiéndose.
—¡Tienen qué hacer que los criminales paguen por lo que hicieron! —gritó alguien.
—Entonces ¿nos vamos bella señorita? —preguntó él. Misao se sonrojó.
—¡Ja! Un debilucho como tú pretende ayudarme —rió burlona.
—Te demostraré que soy más fuerte y más listo de lo que piensas.
—Eso lo veremos…
Corrieron en la dirección en la que, según un testigo, habían huido los ladrones. Misao corría muy segura de lograr su objetivo, no creía que el chico pudiera ayudarle, más bien creía que le iba a estorbar. Pero él también se veía seguro de sí mismo, lo que la sorprendió.
—¿Cuál es tu nombre? —dijo Misao rompiendo el hielo.
—Oh, disculpa por no haberme presentado antes. Mi nombre es Tenjou Hiro. Soy un aprendiz de policía —decía mientras apuntaba hacia sí mismo— Tengo veinte años¿y tú?
—Yo soy Makimachi Misao y tengo dieciocho. Vengo de Kyoto y soy miembro del Oniwabanshuu.
—¿Del Oniwbanshuu? Creí que habían desaparecido…
—Pues no es así. De hecho estoy apunto de convertirme en el nuevo okashira.
—Ah, ya veo —le siguió la corriente y la creyó loca. Que el Oniwabnshuu hubiera sobrevivido todo ese tiempo. ¡Ja! Qué ironía, así pensaba él— Y si vives en Kyoto ¿qué haces en este lugar?
—Voy a visitar a unos amigos que viven en Tokyo —comentó, mientras seguía corriendo, junto con Hiro—. Pero bueno, ahora estoy envuelta en esto y hay qué resolverlo hasta el final —golpeó uno de sus puños contra la palma de la otra mano al mismo tiempo que dijo esas palabras.
—Eso haba muy bien de ti, eres optimista —le guiñó un ojo y ella se sintió un poco apenada.
Siguieron el rastro de billetes y monedas que habían dejado los asaltantes. Hasta que de repente éste terminó. No sabían por donde seguir, ya que la calle se bifurcaba. Decidieron ir por el camino de la derecha y siguieron corriendo.
—Me pregunto si los del pueblo ya le habrán hablado a la policía.
—¡Bah! Esa policía de mierda nunca hace nada bien —espetó la chica.
—¡Hey no digas eso, yo quiero ser un policía! —su voz sonaba molesta— Y algún día lo seré¡así que no hables mal de ellos!
—Oye, lo siento… No te enfades.
—Yo que pensé que eras una linda chica con la que algún día podría casarme —le salían chorros de lágrimas por los ojos—, pero ahora veo que eres solo una mocosa mal hablada.
—¡Hey, no soy mal hablada y mucho menos mocosa! —reprochó Misao— ¿Y como que te querías casar conmigo¿Qué acaso no sabes pedir consentimiento¡Maldito machista! Además yo me voy a casar con Aoshi-sama cuando sea más grande, no con un tonto aprendiz de policía fracasado como tú.
—¡Fracasado¡Tú eres una loca, hablas del Oniwabanshuu como si aun existiera! Además ¿quién es ese tal "Aoshi-sama", apuesto a que es un anciano muy rico y solo te quieres casar con él para que te herede su fortuna cuando muera ¡Eres una interesada!
Misao no aguantó más.
—¡Golpe de pájaro endemoniado! —sus ojos volvieron a rasgársele y sus colmillos crecieron de nuevo— ¡Acaso quieres volver a sentir la terrible furia de "Misao la grande"?
—No, no, no… ¡Tú ganas¡Tú ganas! —gritó con otra huella pintada en su rostro y tratando de protegerse de los golpes.
—No pierdas el tiempo diciendo tonterías que hay qué seguir…
El chico suspiró resignado.
—Te pareces a mi hermana mayor cuando te enojas, eres igual de mandona, pareces un ogro —le dijo— Je, je, pero aun así me gustas —pensó finalmente, mientras esquivaba una kunai que le lanzó Misao por haberle llamado "ogro".
El cielo comenzaba a oscurecerse demasiado rápido, más rápido de lo que esperaban, eso dificultaba la visión de Misao y Hiro. Buscaron por todo el pueblo, pero nunca encontraron nada allí, así que salieron de éste. Caminaron a las afueras y encontraron a varios hombres calentándose con una fogata.
—Disculpen caballeros —interrumpió Hiro y se dirigió a ellos con una sonrisa (iba con Misao detrás)—. ¿Alguno de ustedes a tres hombres sospechosos pasar por aquí?
—No, no hemos visto nada —negó uno de ellos con la cabeza.
—Gracias por su atención y por su colaboración —se despidió Hiro con gentileza— ¡Que pasen una buena noche!
—¡Te dije que era por el otro camino tonto! —reprochó Misao— ¡Vamos!
Comenzaron a correr y a simple vista parecía que se alejaban. Uno de los hombres sacó un enorme saco con billetes. Iban vestidos muy comúnmente, ni siquiera alguien con sentidos agudos sospecharía de ellos.
—¿Se han marchado? —le preguntó uno a otro de sus compañeros— Ja, ja, ja, con esto bastará para vivir hasta que seamos ancianos.
—Por supuesto… es el dinero de todo un pueblo —dijo uno tratando de contar los billetes, sin éxito— Engañamos muy fácilmente a esos tontos del banco y a todo el pueblo entero.
De pronto algo entre la maleza comenzó a moverse. Dos cuerpos salieron de entre las hierbas. Por la oscuridad no se reconocían muy bien sus figuras, pero los ladrones sabían muy bien quiénes eran.
—¡Ajá! Sabían que eran ustedes —gritó Misao.
—¡No dijiste que se habían alejado tonto? —golpeó uno de ellos a otro.
—Eso fue lo que vi, al parecer saben técnicas ninja o algo por el estilo.
Los tres maleantes se levantaron de sus lugares y sacaron hachas y espadas para atacar. Su aspecto era amenazante, pero eso no asustaba a Hiro, ni mucho menos a Misao.
—Nosotros no queremos hacerlo, pero tuvieron qué meterse tontos chiquillos —dijo uno de ellos, mientras se acercaba, parecía que era el más listo de los tres— Ahora tenemos qué manchar de sangre este lugar, por favor no nos guarden rencor cuando vayan al otro mundo.
Misao se movió con destreza e hizo un movimiento rápido con sus manos y lanzó varios shuriken en contra de sus enemigos. Las armas de los ladrones cayeron al suelo, gracias a los ataques de la chica.
—¡Es tu turno Tenjou! —le gritó a Hiro.
El chico de cabellos castaños desenvainó su shinai y se lanzó en contra de los ladrones. Les propinó una tremenda paliza, hasta que los dejó incapacitados.
—Tú… ¿cómo pudiste hacer ese tru… truco? —le preguntó con dificultad (a causa de los golpes) el líder de los ladrones a Misao— Eres… una bruja…
—¡Me llamaste bruja? —Misao se transformó nuevamente y completamente enfurecida le metió otra paliza a los pobres asaltantes que ya estaban todos heridos.
"Eso les pasa por meterse con "Misao la grande" —pensó Hiro— Yo ya aprendí la lección, pero… pobres hombres…
—¡Ya terminé! —dijo la chica sacudiéndose las manos luego de que pasó un rato (parecía más relajada)— ¡Vámonos!
—Tenemos qué esperar a que llegue la policía por ellos, o si no pueden escapar de nuevo…
—¿Crees que serán capaces de moverse? Hay qué apurarnos a llevarles el dinero a los del pueblo.
—Sabes, te ves más hermosa cuando te enojas.
—¿Quieres probar mi furia otra vez? —gritó Misao adoptando una posición de lucha.
—No, no…
Luego de algunos minutos llegó la policía y apresó a los asaltantes. Llevaron el dinero hasta el banco del pueblo y todos allí los recibieron con aplausos. Todo mundo los felicitaba y los abrazaba.
—¿Quieren quedarse en mi posada? —le preguntó muy amablemente uno de ellos a la futura okashira y a su compañero.
—Gracias, pero tengo que llegar a Tokyo hoy mismo.
—No, creo que debas viajar a estas horas de la noche, qué tal si nos quedamos en la posada y mañana temprano vamos a Tokyo.
—¡Maldito depravado¡Quieres aprovecharte de mí! —gritó, mientras el chico trataba de callarla, inútilmente— ¿Dijiste "Vamos"¿tú también irás a Tokyo?
—Sí, tengo unos asuntos qué arreglar allá…
Así fue… Se quedaron en la posada esa noche, hasta el siguiente amanecer…
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Salimos poco después de que amaneciera. Le dimos nuestros agradecimientos a las personas del pueblo por su hospitalidad y me adentré nuevamente en el camino, sólo que ahora iba acompañado por el tarado de Hiro.
Ahora, nos encontramos a unos cuantos pasos de nuestro destino final.
—¿Y tú a qué tienes qué ir a Tokyo? —le pregunto.
—Voy a buscar trabajo como policía —me dice sonriéndome.
De nuevo un silencio largo se cierne sobre nosotros. Quién diría que al final terminamos siendo compañeros de viaje.
—Peleaste muy bien anoche —lo animo.
—¡Oh, gracias! —pone una mano detrás de su espalda y sonríe apenado— Pero tú también lo hiciste muy bien… sin ti no lo hubiera logrado.
—Y al final todo salió muy bien…
Vuelves a mi mente nuevamente¿por qué será que no te puedo olvidar? Aunque es mejor así…
Porque ¿de qué sirve mi mente si no puedo pensarte?
Sólo sirve para tenerte aquí entre mis recuerdos. Porque no tenerte cerca es como caer en un interminable abismo de olvido, o como recorrer un túnel oscuro y al final de él no poder ver esa luz, no poder verte.
No tenerte cerca me congela el corazón y me hace llorar.
—Parece que por fin hemos llegado…
La voz de Hiro me saca de mis pensamientos y me doy cuenta de que hemos llegado a la ciudad de Tokyo. Se escucha el ruido de enormes barcos pesqueros que arriban el puerto. Seguimos caminando y entonces se detiene y me sonríe.
—Bueno, creo que llegó la hora de despedirnos —me dice— Yo seguiré este camino hasta la estación de policía. Fue un gusto conocerte… Espero volver a verte.
—A… Adiós —digo con algo de melancolía y entonces le sonrío—. Claro que nos volveremos a ver, ya sé en donde buscarte.
—Así será —me sonríe por última vez y lo veo alejarse…
Sigo entonces mi camino, ansiosa de llegar al dojo Kamiya y a lo lejos veo a una señorita que barre apurada la banqueta.
—Ka… Kaoru…
La chica con una coleta voltea a verme cuando escucha mi voz y al principio no capta muy bien la situación. Luego, su rostro esboza una gran sonrisa al darse cuenta de quién soy.
—¡Misao! —corre hacia mí apurada, yo hago lo mismo y al final nos damos un fuerte abrazo…
Fin del capítulo 3.
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Ah! UU Al fin lo terminé. Anoche me dormí a las cuatro de la madrugada y aun así no lo acabé (Tengo unas ojeras horribles!). Pero bueno, al fin aquí está. Les gustó? No? Qué les pareció? Manden reviews para saber su opinión y saber en qué debo mejorar.
Vaya! Al final Misao llegó a Tokyo. Qué cosas le esperarán allí? Volverá a ver a Aoshi pronto? Quién es ese chico que conoció? Esperen el siguiente capítulo! (Je, je, me gusta intrigar ñaca, ñaca nn).
Muchas gracias por sus comentarios me hicieron muy feliz cuando los leí… Arigatou gozaimasu! Pasemos a las contestaciones:
Angel Nemesis: Muchas grrracias! Y respecto a tus dudas será algo que tendrás qué ir descubriendo a lo largo del fic, si no te arruinaría todo. Adiós, nos vemos en el siguiente!
x-MiSaO-x: Promesa! Quise poner algo de Aoshi, pero se me alargó mucho el capi, tal vez en el siguiente lo haga. Muchas gracias por tu apoyo y tu colaboración. Bye!
El tercer review apareció sin nick, aun así aquí están los agradecimientos! Muchas, muchas gracias! (parece que es lo único que sé decir --U). Perdón por la tardanza y me alegra bastante que te guste. Adiosín!
Blueazulacero: Ja, ja, gracias por tu review! La relación de Kaoru y Kenshin se mostrará después tal vez en el siguiente capi ya ponga algo de ellos. Y por supuesto que no me molesta que hayas agregado mi fic a tus favoritos, al contrario me halaga bastante! Arigatou y sayonara!
Ok, pues ha llegado el tiempo de despedirme. Esperen el cuarto capítulo! Que va a estar más emocionante.
Mata ne!
Joe the time taveler.
