Capítulo 12.
Puede que sea un animal- sugerí esperanzada.
Lo más seguro. Según me han dicho, por aquí hay muchos osos.
Estupendo, me has tranquilizado mucho, con los cojones...
Esperamos un rato en silencio. Lo único que oíamos eran los cantos de los pájaros.
A lo mejor nos lo hemos imaginado.
¿Los dos? Venga Amy, no digas tonterías...
Al menos digo algo, no como otros...
De repente, en medio de nuestra discusión, vimos un chico moreno que salía de detrás de un arbusto.
¿Potter¿Qué cojones haces tú aquí?
¿Malfoy diciendo una palabrota? Vaya, al pobre le estaba afectando mi compañía, se iba pareciendo un poco a mí en ese aspecto. Por cierto, ahora que hemos sacado el tema (lo he sacado yo pero bueno...), que a ninguno de los que esté leyendo este experimento se les ocurra imitarme¿eh? Que luego me vienen los padres quejándose y...
¡Quieto ahí, Malfoy! Sé lo que pretendes hacer, pero no voy a permitirtelo.
¿Hacer qué?
No le creas, Amy, va a hacerte daño.
Sigues dándote aires de héroe¿eh?
Me encontraba en un aprieto. ¿Debía creer a un chico que casi ni conocía o a un mentiroso nato?
Malfoy, suéltala.
A ver, Potter¿qué poción te has tomado? No se si te habrás dado cuenta de que está suelta. ¿Ves la diferencia entre una cosa y la otra?
Harry se acercó furioso al rubio y le pegó un puñetazo en el labio. Luego me agarró del brazo fuertemente y empezó a tirar de mí.
¿Qué haces? Ya me puedes ir soltando del brazo ahora mismo o te pego una patada en...
Me solté como pude. Y mientras el moreno me intentaba agarrar de nuevo, Malfoy le devolvió el puñetazo, tirándolo al suelo. Yo habría usado otro método, pero bueno, el resultado fue válido...
Vamos Amy, corre antes de que este lunático se ponga de pie.
Salimos corriendo y nos alejamos lo más que pudimos. No paramos hasta salir del bosque y llegar a un pequeño pueblecillo.
Malfoy tenía una raja en el labio, de la que salía un fino hilo de sangre.
¿Te hizo daño?- pregunté inconscientemente.
¿Potter? Ja, más quisiera...- respondió él con su usual tono orgulloso y altivo, mientras se limpiaba la sangre con el pulgar elegantemente, igual que el tio bueno del anuncio del Martinni.
Te queda un poco aquí.
Le quité una pequeña gota que le caía en dirección hacia la barbilla. Tenía la piel muy suave, por lo que no pude evitar quedarme en esa posición, observándole de tan cerca y con el dedo puesto aún sobre sus labios. Éstos también eran suaves y tersos, ni muy finos ni excesivamente gruesos.
Gracias por lo de antes- susurré y le dí un beso en la mejilla.
El contacto fue extraño y algo avergonzante, ya que acababa de reconocer que le estaba agradecida. Ya tenía suficiente con sentirlo y ahora iba encima y se lo decía. Últimamente, mi subsconciente no me trataba muy bien que digamos... Debía tenerme manía o algo así...
El chico permaneció quieto en su sitio, mirándome con una expresión indescifrable. Sus ojos seguían igual de fríos y distantes, pero algo en ellos había cambiado, tenían un leve brillo distinto al normal, como más cálido. Hay personas que con una simple mirada a sus ojos o a su cara puedes saber perfectamente lo que pasa por su cerebro en ese instante. Malfoy no era una de ellas, más bien lo contrario. Estaba demasiado encerrado en sí mismo, flanqueado por cuatro puertas que él protegía para que nadie pudiera cruzarlas y llegara a conocerle bien.
Vámonos- dijo después de un rato en silencio, sin manifestar ningún cambio positivo en su tono o su forma de hablarme.
Decididamente, era más insensible que una piedra.
Malfoy...- le llamé mientras caminabamos de nuevo.
¿Qué...?
¿A qué se refería Harry?
No losé.
¿Planeas algo que me afecte a mí?
¿En serio le creíste?- se giró hacia mí y luego volvió a mirar hacia el frente a la vez que añadía un argumento que posiblemente acababa de ocurrírsele- ¿Cómo iba a hacerlo si te conocí hace 5 días como mucho?
Sí, es algo absurdo... Lo más seguro es que sólo pretendiera molestarte.
Pues no necesita exforzarse mucho, le basta con existir.
Por curiosidad¿hay alguna persona con la que te lleves bien?- le pregunté medio en brom- Porque vamos, a este paso...
Muy graciosa. Yo no tengo la culpa de llevarme mal con ellos, es cuestión de carácteres.
Si, ya... A ver¿desde cuándo os odíais Harry y tú?
Desde siempre- contestó simplemente- El primer día de Hogwarts le ofrecí mi amistad, el la rechazó y así empezó todo.
No había ni la más mínima nota de arrepentimiento en sus palabras, lo contaba todo como una anécdota más de su vida, algo sin importancia alguna y que no le afectaba en lo más mínimo.
No me extraña, si a mi me la llegas a ofrecer hace un par de día la hubiese rechazado también.
¿Y ahora?
Ahora... No sé, al menos me lo pensaría.
Para variar, iba tan metida en la conversación que no veía ni por dónde andaba. El pueblo era muy bonito; con pequeñas casas artesanas, algunos huertos y una única calle principal. Por ésta caminábamos, ante la mirada poco discreta de los lugareños. Ese es el problema de estos pueblicitos, sus habitantes se vuelven muy cotillas...
Draco- dije en voz baja para que sólo él me oyera.
¿Si?
¿No te molesta que todo te miren?
No, me gusta que lo hagan.
Cuando me dio por mirarle, estaba sonriendo y le guiñaba un ojo a todas las chicas.
Si serás creído...
Díme que tú no harías lo mismo si los chicos de aquí valieran la pena...
¿Qué te apuestas a que no?
Y entonces le ví. Era alto, moreno, con unos impresionantes ojos negros y un pañuelo muy chulo de color negro y con el dibujo de una calavera roja atado a la cabeza. Autamáticamente, mis labios se tornaron en una sonrisa boba.
Hola, soy Johnny.
Encantada; yo soy Amy.
Díme¿qué hace una chica tan guapa como tú en un pueblucho como este?
Las mejillas se me pusieron ardiendo.
Eh... Sólo estoy de paso.
¿Y hacia dónde vas preciosa?
Hacia... Hacia allí- señalé torpemente al frente.
Bueno, podrías pasar un día en mi casa, porque supongo que necesitarás tomar un respiro...
Miré de reojo a Malfoy. Éste nos observaba desde la lejanía con atención, frunciendo el ceño y cruzado de brazo, lo que en mi idioma se llama la pose del sargento. La cara le llegaba al suelo del mosqueos que llevaba encima.
Con algo de molestia, sólo un poco, volví a mirar a Johnny y le dije:
Lo siento, esque mi compañero y yo...
No me dejó terminar la frase.
¿Quién¿Ese canijo? No hay problema... Se puede quedar también, qué remedio...
Oye, él no es canijo- le defendí y aún no comprendo por qué- Aunque comparado contigo... Déjalo, nos quedaremos "le guste o no".
¡Estupendo!
Un momento, se lo diré a Malfoy...
Me iba dando la vuelta cuando su mano me tocó el hombro y me hizo girar.
Espera¿cómo dijiste que se llama?
Malfoy¿algún problema?
¡No! Esque... Escuché mal- terminó con una sonrisa tensa.
Me encogí de hombros y fuí hasta donde se encontraba Draco.
¿A qué viene esa cara?
¿Qué hablabas con ESE?- resaltó la última palabra y le señaló despectivamente con la cabeza.
Uhhh, Malfoy está celoso...- reí.
¿Celoso de qué?
De Johnny. No te gusta que hable con él¿verdad?
¡Me importa una mierda con quién hables! El problema es que estamos perdiendo el tiempo en esta birria de pueblo.
Todos le miraron con ganas de asesinarme.
Deseé hundirme en la tierra y desaparecer de allí como si nunca hubiera pisado ese suelo. Y Malfoy, que era el culpable de todo, nada, siguío hablando sin amilanarse.
Mi tiempo es oro.
¿Has terminado ya?- pregunté ignorando las miradas intimidadoras que me lanzaban- Ejem, bien, Johnny me ha dicho que pasemos el resto del día en su casa.
¡Ni hablar! Me niego rotundamente.
Ya le he dicho que sí, ahórrate la saliva...
No me fío ni un pelo de ESE.
Si serás desconfiado... Mira, yo pienso quedarme en su cara, te guste o no. Tú haz lo que quieras...
Le dí la espalda y volví con Johnny. Malfoy me dijo algo, no me preguntéis el qué porque no llegué a escucharle, y me siguió a regañadientes, con más enfado aún si cabe.
"Viejo gruñón" Ya estamos listos- le dije a Johnny.
De acuerdo, seguidme.
Las miradas de los dos chicos chocaron durante un segundo.
Dími, Amy¿de dónde venís?
No es de tu incumbencia- respondió Malfoy antes de que a mí me diera tiempo de abrir la boca.
¿Y quién te ha preguntado a tí?- replicó Johnny molesto.
El moreno se acercó a mí y me susurró al oído:
¿Cómo haces para soportarle? Te mereces alguien mucho mejor que él...
Su comentario hizo que me parara, provocando que Draco chocara contra mi espalda. Eso fue la gota que colmó el vaso.
Ten cuidado con lo que haces, Lee- me espetó de mala manera.
Yo hize caso omiso a su advertencia.
Johnny¿a qué te refie...¡Ah, ya! Estás equivocado, no somos novios "por suerte para mí".
Malfoy me miró peor aún que antes.
Genial- sonrió Johnny- Porque no me quedaría tranquilo sabiendo que pasas el resto de tu vida amargada.
Eh, tú, un respeto.
Me divertía verlos discutir por mí. No es algo que se vea todos los días.
Disculpa, no sabía que ahora hay que tenerles respeto a las ratas.
Te avisaré cuando vea una.
Chicos¿queréis parar?- tuve que intervenir.
Los dos resoplaron fastidiados y miraron hacia otro lado. De esta guisa íbamos; Johnny delante, yo en medio de tanta discordia y Malfoy detrás. Éste se me acercó al oído para decirme algo, una costumbre que parecía crear adicción últimamente...
No pierdes una oportunidad de ligar con el guaperas de turno¿eh?
Su comentario, lejos de molestarme, provocó un crecimiento de mi placer. Era una clara prueba de que estaba celoso.
Ay Dios mío, qué malos son los celos...
Le dí un golpecito burlón en el hombro y proseguí mi caminar, mientras él se quedaba parado con cara de querer matarme a sangre fría. Sonreí al ver su expresión, lo que acentuó ese instinto asesino que se revolvía en su interior. Estoy segura de que sino llega a ser porque había demasiados testigos, no os estaría contanto esto ahora mismo a no ser que lo hiciera desde otro mundo, teoría que no apoyo pero bueno... Mejor que siga con la historia, que luego la gente se me despista cuando me enrrollo.
Estabamos a punto de llegar. A lo lejos, podía ver lo que a mi parecer era el tejado de una gran mansión. Alguna que otra chimenea salía de las tejas, expulsando un humo entre gris y azulado. Unos grandes jardines rodeaban el extenso hogar, dándole color al tétrico paraje. La casa lo que menos parecía era acojedora, aunque a veces las apariencias engañan. Sus paredes blancas contrastaban con el negro del techo.
Llegamos- anunció Johnny con una sonrisa de orgullo- Bonito lugar¿eh?
Psst, los he visto mejores...- comentó Malfoy con aire de superioridad, pasando su mirada desdeñosa por encima.
Yo seguía impresionada por la magnitud del edificio. Aquella vista me causaba una sensación extraña, pero preferí reservarmela para mí.
Bueno Malfoy, ya que no es de tu agrado, podrías quedarte fuera. Créeme, estarás más cómodo.
No, gracias, quiero echarle un vistazo a tu "gran" mansión... Un momento¿cómo sabes tú mi apellido?
Eh... Me lo dijo Amy...- repondió el moreno intentando evitar la mirada intrigada de unos ojos grises- Bien, entremos ya...
Nos acercamos a una gran entrada con varios escalones que daban a las puertas principales. Tras atravesarlas, llegamos al interior de la mansión. Un gran pasillo se extendía ante nuestros ojos, cuyo suelo estaba cubierto por una larga alfombra antigua de color rojo y con bordes dorados. Caminamos por él, pudiendo oír el eco de nuestros pasos. Curiseé todo los cuadros que estaban colgados en las paredes; pinturas de antiguos miembros de la familia, inmortalizados en una pintura que no sufriría el paso de los años. Es algo un poco extraño si te paras a pensarlo...
Aquí está el salón- puntualizó Johnny a la vez que nos abría una puerta para que entraramos.
Dos sofás de color verde oscuro se disponían en punton estratégicos, rodeados por una moqueta del mismo color y varias mesillas con manteles negros. Encima de una de las dos chimeneas que tenía la habitación, varias figuras de barro y madera muy extrañas me hacían sentir observada por sus ojos inertes. Enfrente del sofá más grande, a varios metros de distancia, una pantalla de televisión gigante reflejaba nuestras caras. Y por último, de lo que me dio tiempo de ver del sitio, una lámpara llena de velas, como esas antiguas de oro, colgaba casi a medio metro de mi cabeza.
Qué lugar más... "bonito"- alabé no muy convencida ni de mis propias palabras porque, la verdad, de bonito tenía poco, más bien era raro.
¿A que sí?- dijo Johnny con esa arrogancia reflejada en los ojos que ya había visto anteriormente en las pupilas de Malfoy- Ha pertenecido a mi familia desde hace generaciones. El primero en habitarla fue mi tatarabuelo.
¿Tanto tiempo hace que no os podéis permitir algo mejor?- lanzó Malfoy con aspecto asombrado- Pues sí que andáis necesitados...
Habría que ver tu casa... Bueno Amy¿tienes hambre? Puedo decirle a la cocinera que prepare algo para tí, y para el canijo si también quiere...
Prefiero morir de hambre antes que envenenado.
Tú te lo pierdes...
La figura del moreno salió airada de la habitación, antes de que pudiera si quiera darle mi respuesta. Lo cierto es que en aquel momento el hambre había desaparecido de mi cuerpo, espantada por alguna extraña razón que no llegaba a comprender.
¿En serio vas a comer lo que ESE te traiga?
Pues sí, voy a comer lo que JOHNNY me traiga. Por cierto, debería encontrar un nuevo calificativo para él. Lo de ESE ya harta un poquito¿sabes?
Usted perdone, le llamaré por su verdadero nombre...
Dudo que sepas cuál es.
Claro que lo sé- levantó la cabeza hacia arriba, con movimientos propios del teatro más significativo de Shakespeare, y se llevó la mano al pecho antes de concluir con voz profunda y espiritual- Don mi casa es mejor que la tuya.
Su representación teatrera me hizo soltar una carcajada, muy a mi pesar, pero en fín, había que reconocer que, cabrón o no, el chico tenía su gracia.
La comida estará lista en un rato- Johnny entró en la habitación con una sonrisa, que escondió casi instantáneamente al vernos- ¿Qué os causa tanta gracia?
Nada- me apresuré a decir, lo cual no me sirvió de mucho.
Nos reíamos de tí¿algún problema en ello?- reveló Malfoy sin reparo alguno.
La segunda vez que me dejaba en evidencia aquel día¿qué más me quedaba por soportar?
Es verdad eso¿Amy?- unos ojos negro me miraron acusadoramente, mientras que en los labios de cierto rubio se ensanchaba una sonrisa burlona al verme metida en tal aprieto.
Eh... ¿Cómo va a ser verdad? Malfoy siempre miente.
Sí, bueno, en eso tienes razón...
Hola, estoy aquí¿sabéis?
Como si no lo estuvieras... Eh, Johnny¿podría darme un baño?
Por supuesto, en el segundo piso, pasillo 13 a la izquierda.
¿Y no hay algún atajo o algo...?
Tranquila, yo te acompaño.
Como que mejor...
El moreno me cogió de la mano, más descarado que nada, y me condujo hacia afuera del salón, por el pasillo. Presentí que Malfoy nos seguía muy de cerca, pues podía oirle gruñir atrás de mi espalda. Mientras subíamos las escaleras, Johnny me fue contando cosas sobre la casa, de las cuales no oí ni la mitad, y de lo que oí no recuerdo nada. Al llegar arriba, cruzamos yo qué sé cuántos pasillos hasta que por fín llegamos a una puerta blanca, que contrastaba mucho con el resto de la casa.
Aquí es, te dejo tranquila.
"No, estaría bueno que entraras conmigo, no te jode..." Vale, hasta luego.
Abrí la puerta y la cerre tras mi paso. Ante mí, relucientes e impecables, se mostraban el báter y una ducha de esas de pared, con hidromasaje y todo.
Wow.
Me acerqué a ellos casi con miedo, pensando que al llegar desaparecerían. Mi atención se centró un momento en una extraña cortina negra, puesta justo en el centro del cuarto de baño. La corrí hacia un lado.
¡Un jacuzzi!
Efectivamente, un jacuzzi de dimensiones exageradas se extendía en el resto del cuarto. El agua, templada y burbujeante, producía un vapor tranquilizador y relajante que me daba en los mejillas, frías por la corriente que había por los pasillos. Sin pensarmelo ni una vez, me desnudé y entré en el jacuzzi. Lentamente me fui sumergiendo, disfrutando del que sería posiblemente mi único baño de lujo. Allí me tiré más de media hora, hasta que mis manos y dedos se pusieron arrugados como los garbanzos.
Me sequé con una toalla color rojo, me vestí y salí de allí. Un buen rato me costó llegar al salón de nuevo, después de perderme diez veces por los pasillos.
Al fín llego- dije con voz agitada.
Me pareció raro no ver a Malfoy por allí.
¿Y Malfoy?
¿El canijo? Dijo que iba a dar una vuelta por el patio o no sé qué. Tampoco es que le echara mucha cuenta... Bueno¿Qué tal el baño?
¡Genial! El mejor de mi vida.
Me alegro.
Ahora lo que necesito es alimento.
Así se habla, sírvete tú misma.
Una de las mesas estaba llena de ricos manjares, de los cuales cogí lo que más me llamaba la atención. Todo estaba buenísimo.
Al rato, Malfoy entró en la habitación con la misma expresión de fastidio que se le había podido ver desde que conocimos a Johnny. La noche ya estaba por caer, por lo que el sueño también se hacía presente en su rostro.
Veo que el paseo no te sentó muy bien...- comentó Johnny con picardía.
Ni a tí el haber nacido.
¿Lo dejaréis algún día? Mirad, sé que lo lleváis en la sangre, pero tanta discusión cansa cuando no estás metido en ella. Y por lo que se ve, a mí no me consideráis lo suficientemente buena para discutir con vosotros. Podéis seguir, yo me voy a la cama...
Me levanté del sofá con un bostezo y caminé hacia la puerta. Los dos me siguieron como lapas.
Os enseñaré el camino hacia vuestras habitaciones- dijo Johnny.
Dormiré en el salón, no quiero que una de tus almohadas me ahogue a media noche...
A pesar de que él no dormiría en el piso de arriba, el rubio nos siguió todo el rato, no sé si por cabezonería o por testarudez. Me cansé de contar los escalones que subíamos cuando íbamos por el quinto tramo. Os podéis imaginar cuántos pisos debía tener la mansión...
Ya podríais haber puesto las habitaciones en un piso más bajo- me quejé mientras hacía un gran exfuerzo por subir la pierna al siguiente escalón.
Ya, bueno, cuando llevas tanto tiempo aquí te acostumbras.
Déjame recordarte que es la primera vez que estoy en esta casa, por lo que aún me faltan unos quinientos días más para acostumbrarme. Al menos podríais haber puesto ascensor...
Canté el aleluya al notar con mi pie que el suelo era liso y no volvía a elevarse más. Cruzamos unos últimos pasillos, iguales a todos los demás que había visto. En uno de ellos, me fijé en una mesa que servía como única decoración. Tras torcer en unas cuantas esquinas, Johnny se paró.
Sigue todo recto y llegarás a la habitación. Yo me voy ya a mi habitación, que pases buena noche.
Le dirigió una última mirada a Malfoy y desapareció por el pasillo. Sus pasos pasaron a ser un leve eco lejano.
No me ha gustado nada esa mirada- me miró seriamente- Entra, tenemos que hablar.
Me dirigí a la puerta de mi habitación por esa noche y entré, seguida por el chico. Ni siquiera me fijé en la estancia, tan sólo encendí la luz y esperé a que me hablara.
No me fío- me dijo tras un momento de silencio- Ya sé que te sonará repetitivo, y que pensarás que estoy celoso, pero lo cierto es que, aunque bien es verdad que me molesta esa atención exagerada que tiene contigo, he visto cosas en esta casa que no me han gustado ni un pelo, y además tiene algunos detalles muy sospechosos.
La parte en la que reconocía más o menos sus celos no me llamó mucho la atención en ese momento, pues estaba más atenta al resto de sus palabras.
¿A qué te refieres?- pregunté desconfiada.
A todo.
Mira Malfoy, si sigues siendo así acabarás quedándote solo.
Bueno, a Snape le ocurrió eso y ahora vive muy tranquilo...
¿A quién?
Olvídalo.
Nos miramos unos instantes en silencio.
De todas formas, Amy, no creo que tú seas la más adecuada para decirme eso. Podría pasarte lo mismo...
Puede que lo quiera.
La Peye Malfoy
