11. 09. 05 --- - Una Experiencia Realmente Mágica Terminada!

Wolassssss a todosssss! Sí Hoy estoy más feliz k nunca. Y sabéis porké? Pues por lo k he puesto ahí arriba y supongo k habréis leído. Tras dos largos años y un mes de duro esfuerzo, por fin he terminado este fic! (De escribirlo, no publicarlo, aclaro). Os gustará saber k son un total de 21 capítulos, y algo más de 100 páginas.

Y bueno, ké más contaros? Poca cosa… Ahora me dedicaré a un poco de weboneo, k ya era hora! No hombre, sólo me tomaré unas pequeñas vacaciones con respecto a los fics, xk, aparte de k empieza el curso dentro de na, tengo un par de historias de cosecha propia k me gustaría terminar pronto.

Y eso es todo, paso a responder reviews y os dejo con los caps 15 y 16. Que los disfrutéis!



Reviewsssss

Ely-Chan: Wolas amiga! Me alegra seguir viéndote por aquí. Y veo k te estás montando tus propias ideas sobre la trama, así me gusta ;) No te puedo decir si se acercan a la verdadera o no, pero no te preocupes, en estos caps k vienen ahora se van aclarando muchas de las incógnitas, al menos la mayoría de las k tú mencionabas. Ya verás si acertaste en algo o no ;) En fin, tu pregunta sobre el número de caps totales ya ha sido respondida, así k sólo me keda darte las gracias y despedirme hasta la próxima. Besos!

Iraty-Rowling: Wolasss! Qué tal muxaxa? Supongo k ya habré saciado tu curiosidad sobre mi novio, no? xD Bueno, si kieres saber algo más ya hablaremos x el msn, k xcierto ahora mismo estamos hablando xD K puntazo lo de tu sueño, juassss! xDDD Yo vendiendo helados, k mente tan caxonda tienes xD En fin, seguimos hablando en la respuesta al otro review!

Iraty-Rowling: Wolas de nuevoooo! Po zi, ya se pone la cosa interesante. Y lo mejor de todo, k ya lo tengo escrito entero! Así k na, en un par de semanas esta todo listo. Ya depende de la pereza y los reviews k me manden. Bueno, muxas gracias x lo tuyos! Besos!


Y eso es todo, os dejo con el cap 15 ;)


Capítulo 15.

Me quedé parada en la puerta, escudriñando el interior de la habitación con los ojos bien abiertos. La luz provenía de cientos de velas encendidas, dispuestas a lo largo de toda la estancia sobre largas mesas de metal, llenas de gotas de cera que resbalaban lentamente y quedaban secas a pocos milímetros de los candelabros que las sostenían. El suelo, las paredes, el techo e incluso los cristales de la ventana estaban cubiertos de fotografías y recortes de revistas y periódicos antiguos, sujetos con chinchetas, clavos o simplemente dejados caer sobre las tablas de madera que componían el límite del lugar. Algunos estaban arrugados, otros quemados por la cercanía a las llamas, pero la mayoría se mantenían intactos. Tras echar un vistazo a todo mi alrededor, cogí un recorte y comencé a leer el titular en voz alta.

- (( Diario El Profeta. Se haya el cuerpo de la chica desaparecida. ))

Un leve presentimiento pasó fugazmente por mi cerebro e inmediatamente solté el recorte. Mis ojos se fueron solos hacia una foto, como si ésta los llamara. Controlando el temblor que me recorría toda la mano, hice un esfuerzo por alcanzarla. Un segundo después, lamentaba haberla cogido. La imagen impresa en el papel mostraba un claro, en mitad del bosque, donde los árboles no crecían. El suelo estaba cubierto de hojas verdes, nuevas, incapaces de caer de su rama por sí solas a tan temprana edad. Pero no era esto lo que me horrorizaba, sino el bulto que se encontraba tumbado sobre un montón de dichas hojas, que parecían haber sido colocadas de esa forma con deliberación. Allí yacía el cuerpo inerte de la chica, con su característico vestido blanco, sus vendas rodeando muñecas y tobillos, su pelo reposando... Tenía las piernas estiradas, un brazo sobre su estómago plano y el otro hacia arriba, sobre su pelo, doblado, quedando sus finos dedos entrelazados con los negros rizos. La cara seguía siendo un completo enigma para mí...

La foto resbaló de mi mano, recorriendo la mitad de la habitación hasta caer cerca de las patas de una mesa. Me derrumbé de rodillas, sobre los recortes, llorando. Una vez más, no conocía el por qué de mi llanto, pero las lágrimas surgían solas, sin hacer yo ningún esfuerzo. Un sentimiento de angustia me oprimía el pecho cada vez que por mi mente pasaba algún flash momentáneo de lo que aparecía en aquella foto.

- ¡Amy!

Las luces de las velas fueron reemplazadas por los abrasadores rayos del sol. Me encontraba tumbada en el suelo, con Draco a mi lado. Parecía preocupado.

- ¿Se puede saber qué te pasaba?- me preguntó nada más abrir los ojos.

Por más que lo intentaba, no conseguía que me saliera la voz de la garganta.

- ¡Amy!- volvió a gritar el chico- ¿Te has quedado sorda?

Haciendo un último intento, logré destruir el nudo que bloqueaba mi tráquea.

- No... ha... sido... nada...

- ¿Nada¡Pero si parecías ida! No movías ni un sólo músculo, ni siquiera parpadeabas.

Mi mente no funcionaba con naturalidad y en ella aparecían repentinas lagunas que anulaban mi memoria inmediata. No era capaz de recordar muy bien lo que había hecho últimamente, pero algo sí que recordaba: la chica tumbada en el suelo. Esa imagen se me había quedado bien grabada.

- ¿Amy?

- ¿Si?

Malfoy resopló.

- Sigues rara.

- Es culpa del calor... Me debe estar afectando al cerebro.

Bueno, no era una excusa muy pensada, pero tampoco tenía tanto de mentira. Hacía un calor que ni os cuento. Además, mi cerebro estaba como para pensar mucho.

- En ese caso...

El chico se metió una mano en el bolsillo de su túnica y de él sacó su varita. Luego, dando unos débiles golpes sobre mi ropa empapada de sudor, murmuró un par de palabras.

- ¿Qué haces?- pregunté desconfiada.

En ese preciso instante, sentí como si mis ropas se desgarraran solas y desaparecieran, al mismo tiempo en que se iba mi calor.

- Sólo te he descalorificado- respondió tranquilamente, poniéndose de pie y sacudiendo la arena que había quedado pegada a su túnica.

- ¿Qué me has hecho qué?

- Te he hecho inmune al calor- explicó y acto seguido repitió el proceso con él mismo.

Sintiéndome totalmente libre y reconfortada, me levanté del suelo y dejé que el suave aire golpeara mi cara. Se estaba de bien sin sentir el calor...

- ¿Te piensas quedar ahí para siempre? Por mi no hay problema, pero yo sigo.

Como ya sabéis, lo bueno nunca dura mucho. Siempre está el oportuno que os estropea el momento.

- No te daré esa satisfacción de seguir tú solo. Juré que te daría el coñazo y eso es precisamente lo que pienso hacer.

Y de esta guisa proseguimos con el viaje. Al menos ahora Draco iba más tranquilo, pero la nerviosa era yo. Cada vez me intrigaba más su misión y el hecho de haberme encontrado con la chica de nuevo no ayudaba mucho a mejorar mi estrés. Hablando de la chica... ¿Y la llave que me había dado? Me llevé una mano al pecho y noté que bajo la fina tela de mi top se encontraba dicho objeto. Así que mis visiones eran algo más real que un sueño, visiones verdaderas. Ya me había encontrado con otros indicios que dejaban entrever eso, pero hasta ahora no había querido verlos. Sin embargo, la llave era una prueba material, no podía pasarla por alto sin más.

- Te veo muy pensativa- dijo Draco de repente- ¿Hay algo que te preocupe?

- ¿Qué?- pregunté desorientada- Oh, no, sólo pensaba gilipoyeces.

El chico se encogió de hombros y siguió caminando.

- Un momento¿desde cuándo estás tan pendiente de lo que hago?- inquirí divertida.

- Desde que tus actos suicidas han llegado a un punto demasiado extremo- replicó él simplemente- No te equivoques, Amy.

- Uff, vaya susto... Pensé que te estabas volviendo humano de repente.

Por un minúsculo segundo, pude ver que sonreía, pero inmediatamente intentó disimularlo con una mueca de fastidio. Demasiado tarde, chaval.

- ¡Eh¡Has sonreído!- exclamé riéndome.

- ¿Qué¿Tú alucinas?- dijo molesto- ¿Por qué iba yo a sonreírte a ti?

- Porque te ha hecho gracia.

- Oh, de eso ni hablar.

- Vamos, reconócelo.

- Te digo que no.

- Pues yo que sí.

- Te equivocas.

Riéndome aún más, le pasé un brazo por la espalda y lo empujé hacia abajo, haciendo que se agachara.

- ¿Se puede saber qué haces?

- Intentar tirarte al suelo, pero pesas mucho- respondí fastidiada- ¿Qué te dan a ti de comer?

- Muy graciosa- me sacó la lengua- ¿Suéltame, quieres?

- Mmm... No, no quiero.

- Hazlo.

- Te he dicho que no.

Haciendo un último esfuerzo descomunal, logré tirarlo al suelo. Pero claro, todo tiene un precio en esta maravillosa vida y el mío fue el de caer justo detrás de él. Al final, quedamos los dos desparramados en el suelo de cualquier manera. Parecíamos un mutante o yo qué sé que cosa extraña.

- ¿Te levantas de encima o qué?- me espetó más mosqueado que nunca.

- No hay ganas...

- Amy, se me hace tarde.

- Pues corre.

- ¿Conque esas tenemos, eh?

Liberando uno de sus brazos, empezó a hacerme cosquillas. Ya os lo habré dicho antes, pero por si acaso se os pasó el detalle, ODIO las cosquillas. Sencillamente, no las soporto.

- ¡Suéltame, idiota!- grité entre risas.

Cuando ya no pude aguantar más, me eché hacia un lado, movimiento que aprovechó el chico para levantarse.

- Gané- anunció triunfante.

- Nadie dijo que fuera un campeonato- repliqué mientras aceptaba su mano y me levantaba.

- Tampoco dijiste que no lo fuera- respondió con una sonrisa- Además, conseguí esto.

Abrió su mano y me mostró algo brillante. Tardé un rato en reconocer lo que era.

- Hijo de perra... ¡Dámela ahora mismo!

Se trataba nada más y nada menos que de la llave que me había dado la chica. Furiosa, me lancé hacia él para intentar quitársela. Como siempre, fue más rápido y cerró la mano a tiempo.

- ¿La quieres?- preguntó con voz sacarrona.

Yo asentí desafiante.

- Bien, ven a por ella.

Lo siguiente que supe es que los dos corríamos por mitad del campo. Ni los tramos pedregosos, ni el fuerte viento que soplaba en los lugares poco poblados de árboles, ni el dolor de pies pudo pararnos. Ya estaba más que harta de seguirle y no conseguir nada, pero el chico era demasiado rápido para mí. De repente, como si mi deseo hubiese sido oído por una fuerza inhumana, uno de sus pies tropezó con un pequeño arbusto y el chico cayó de bruces sobre el césped. La llave, produciendo intensos destellos plateados, salió disparada y fue a parar justo a mis pies. Me agaché rápidamente y la cogí.

- ¿Quién dijiste que había ganado?- canturreé con voz irónica.

Él se limitó a escupir. Le sangraba el labio.

- Cállate¿quieres?- me dijo mientras se incorporaba penosamente.

Tenía la túnica llena de hojas y demás restos biológicos. También había algún que otro bicho escondido. Naturalmente, no pude reprimir una carcajada.

- ¿Se puede saber de qué te ríes?- preguntó en tono frío.

- De ti- le dije directamente.

- ¿Desde cuándo soy humorista?

- No eres humorista.

- ¿Entonces por qué te hago reír?

- No confundamos conceptos, Malfoy. La gente se ríe con un humorista. En cambio, yo me estoy riendo de ti, no contigo, esa es la diferencia. Tú más bien serías un payaso, aunque bastante mediocre si me permites la observación.

- No te la permito.

- Demasiado tarde.

Aquel día estábamos batiendo nuestro récord de discusiones encadenadas. Íbamos de una en otra y con un margen algo fino.

- Oye¿en dónde estamos?- dije antes de que pudiera buscar otro pretexto para seguir discutiendo.

Se me hacía demasiado monótono.

- No lo sé.

Tras su respuesta, eché una ojeada a mi alrededor. La verdad es que el sitio era raro con ganas. Los árboles que rodeaban el camino eran notablemente más bajos y con troncos más gordos que los que habíamos visto anteriormente. Pero, lo más extraño de todo, era el muro de arbustos que nos bloqueaban el paso unos metros delante. Además, ya estaba comenzaba a oscurecer, por lo que el paraje adquiría un tono más siniestro.

- Hemos llegado- murmuró Malfoy, tragando con dificultad tras decirlo.

Se había puesto a temblar repentinamente.

- ¿Ya?

Él asintió con lentitud.

- Tras esos arbustos, se encuentra el claro- volvió a tragar dificultosamente.

- ¿El Claro de los Muertos? Pero... No... Yo no te quiero presionar... Pero... Verás... ¿Qué pasa con tu misión? No... No la has...

- No la he cumplido- terminó él- Aún.

- ¿Aún?- pregunté desconcertada- Todavía no me has dicho de qué se trata.

- Será mejor que nos sentemos- dijo monótonamente, evadiendo por completo mi comentario- Es pronto.

Le obedecí sin rechistar y los dos fuimos a sentarnos sobre unas grandes rocas que había unos pasos hacia atrás. No me había percatado de ellas mientras corría, pero eran enormes comparadas con las demás.

- ¿Me piensas explicar ahora algo?- pregunté intrigada.

- No hay mucho que explicar...- respondió él- ¿Qué es lo que quieres saber?

- Tu misión... ¿De qué se trata?

- No puedo decírtelo- suspiró.

- ¿Por qué no? Te he acompañado durante todo el viaje, al menos tengo el derecho de conocer el fin de todo esto.

El rubio se quedó pensativo durante un buen rato, con su mirada gris e impasible perdida en el tenue verdor del suelo.

- ¿Sabes?- dijo de repente- Llevo bastante tiempo sospechando algo. Creo que es el momento oportuno para comprobar si estoy en lo cierto o no.

- ¿De qué hablas?

Mi pregunta pareció no haber salido nunca de mis cuerdas vocales. Malfoy se puso de pie sin respuesta alguna y volvió a sacar su varita por segunda vez en el día.

- Levántate- me dijo.

- ¿Por qué?

- Tú hazlo.

Lo hice algo reacia. No conocía sus intenciones y a juzgar por como era el chico, muy buenas no debían de ser.

- Bien, ahora coge mi varita.

- ¿Para qué?

- No preguntes más y hazme caso.

- Dime una razón y lo haré.

- No seas pesada, Amy... ¿Podrías hacerme caso alguna vez sin oponer resistencia?

- No pidas tanto...

No tuve más remedio que hacer lo que me pedía. Estiré mi brazo hacia su mano extendida y agarré la varita de cualquier manera.

- ¿Y ahora qué, me pongo a bailar una danza o prefieres que saque un conejito de un sombrero hortera?

- Cógela bien.

- Nunca en mi vida he cogido una varita mágica de verdad¿cómo cojones quieres que sepa hacerlo?

- Es así.

Malfoy pasó por detrás mía y, colocándose pegado a mi espalda, me agarró las manos. Pude sentirlo tan cerca de mí... ¿Pero qué idioteces pensaba¡Ni que me sintiera atraída por ése!

- Así.

Con un movimiento hábil, la colocó en la palma de mi mano y cerró mis dedos sobre ella, justo antes de separarse de mí rápidamente. Lo siguiente que sentí, fue lo más raro que me había pasado en mi vida. Casi inmediatamente, una corriente de fuerza empezó a emerger del objeto, para recorrerlo entero y pasar a mi mano. Cruzándola, llegó hasta mi brazo y de él al resto de mi cuerpo. Un aura de luz brillante y transparente me rodeó completamente, ante mis ojos asombrados que miraban todo con perplejidad.

- Malfoy¿qué ocurre?- acerté a preguntarle con voz temblorosa.

- Suéltala- me ordenó él.

Intenté hacerlo, pero una gran fuerza ajena me lo impidió.

- No... No puedo... ¿Qué hago?

- ¡Relájate y suéltala!

- ¿Cómo quieres que me relaje?

La luz se hacía más intensa.

- ¡Respira hondo o haz cualquier tontería de esas que utilizáis los muggles para deshaceros del estrés!

Entreabriendo la boca, aspiré una gran bocanada de aire y luego lo expulsé. Dicho procedimiento lo repetí unas cuantas veces hasta que noté que volvía a ser dueña de mis extremidades y reuní la fuerza suficiente para soltar la varita. Ésta cayó al suelo y el aura de luz volvió a su punta.

- Increíble.

Me desplomé en el suelo como si fuera un saco de papas. El oxígeno llegaba a mis pulmones con dificultad.

- Así que es verdad...- murmuró él.

- ¿Qué... ha... pasado¿Qué era eso?

- Nada.

Malfoy se agachó y recogió su varita. Luego volvió hacia la piedra y se sentó. Sus ojos me miraban fijamente.

- ¿Qué intentabas hacer¿Matarme?

Me puse de pie como pude y caminé hacia las rocas para sentarme a su lado. Ni aun así dejó de mirarme.

- Sólo quería comprobar una cosa, ya te lo he dicho...

- ¿Qué cosa¿Cuánto tarda una chica en morirse por un susto?

- No... Deja el sarcasmo para otro momento, Amy, esto es serio.

Draco se llevó ambas manos a la cara. Ahora sí que parecía abrumado por algo.

- ¿Qué querías comprobar?- insistí.

Descubrió su cara.

- ¿De verdad quieres saberlo?

Yo asentí enérgicamente.

- Bien- suspiró- Eres una bruja.

- ¿Qué!

- Una sangre sucia concretamente- puntualizó.

Aquella afirmación surtió el mismo efecto que si me hubiera golpeado la cabeza con la roca que nos sostenía. Me habría esperado cualquier cosa de tal experimento, menos eso. Decididamente, era más sensato pensar que el chico había perdido la cabeza por completo, antes de creerle.

- ¡Pero... eso es imposible¡Yo soy muggle¡Siempre lo he sido!

- Te equivocas.

- ¿Te golpeaste antes la cabeza? Eso lo explicaría todo.

- Amy, créeme, mi cabeza está tan cuerda en este momento como siempre.

- Nunca lo ha estado mucho...

Suspiré varias veces para tranquilizarme e intentar digerir los hechos.

- Sé que soy muggle- le dije seriamente, mirando sus ojos- Lo soy.

- Déjame darte un consejo, Amy: Nunca estés completamente segura de algo; mantén siempre la puerta de la duda abierta.



La Peye Malfoy