No puedo creerme que pueda ser tan lenta actualizando aun teniendo el fic acabado ya O.o En fín, deberíais agradecerle a mi msn, ya que al no poder iniciar sesión (ejem ¬¬u), he decidido entretenerme repasando este capítulo y publicándolo. Y, ya que el problema parece ir para largo, responderé también los reviews Así que manos a la obra!
Clawy: Wenass! Muchas gracias por tu review! Sí, ya sé que todo es un lío, pero así soy yo, un poco paranoica con mi imaginación. Espero que en este capítulo te quede todo un poco más claro. Sino empezaré a plantearme seriamente lo de jubilarme xDD Besos!
Fera Weasley: It isn't the end, of course! Bueno, dejemos el inglés, que no es muy fuerte xD Thanks, y disfruta este nuevo capítulo
Iratí Scry: Wolas amiga! No me hables de memoria, que la mía también es pésima xD Me alegro de que te gustara el cap y de que esto ya no te lo hayas leído, así te entretienes más, jojojo xD En fín, gracias por tu review, a ver si hablamos por el msn más a menudo!
Mish1: Wolasss! Sí, un poco lioso sí que es xD A ver si he conseguido no dejar ningún cabo suelto en estos dos últimos capítulos, porque sino la he cacao… En fín amiga, gracias por tu review y nos leemos luego! Besos!
Adrianita: No sabes cuánto me alegro de que te encante, eso me anima bastante Espero que este cap no te decepcione. Besos!
ElyChan: Don't worry, sigo viva! xDD Soy muy vaga, lo sé, y muy cruel, pero nací así u.u' No tengo remedio. En fín, a ver si en actualizar la próxima vez me doy un poco de prisa, y así no os preocupáis por mi salud A mí tmb me encanta la canción de Mägo, por eso decidí incluirla, aunque en el fondo no estaba muy segura de que quedara bien. El que a ti te gustara me alegra Bueno amiga, poco más, te dejo que disfrutes este cap. Besos!
Y ahora sí, tras los reviews, os dejo con el penúltimo, sí repito, PENÚLTIMO cap de la historia. Que lo disfrutéis!
Capítulo 20.
Nunca antes me había llevado un susto así. Fue como despertar de una pesadilla y descubrir que la realidad era aún peor. Me levanté de un salto, nerviosa, y observé mi alrededor con un ligero desconcierto. No veía a la chica por ninguna parte, ni tampoco al resto de los Mortífagos. Hasta los demonios habían desaparecido de mi campo visual. ¿Se habrían ido todos? Pero... ¿A dónde? Volví a mirar. El ser sonreía con suficiencia, dejando que sus rojos ojos me repasaran como si fuera una hoja de papel. Al parecer debía hacerle gracia mi estado, puesto que parecía bastante feliz, la verdad.
Me quedé quieta un momento. El bosque estaba más callado de lo normal, demasiado callado para mi gusto. Es más, era la primera vez que oía tal silencio en un lugar público, o al menos habitado por animales, como aquél. No estaba segura de qué, pero sabía perfectamente que alguien tramaba algo, y no era yo precisamente.
- No respondiste a mi pregunta, pequeña. ¿Tuviste un dulce sueño?
Retrocedí dos pasos. Su voz sonaba más fría que anteriormente. Entorné los ojos ligeramente y me fijé mejor en el borroso paisaje que se extendía ante mí. No me resultaba conocido, pero tampoco extraño. Tal vez había pasado por allí en mi camino, pero estaba segura de que aquél no era el claro de los muertos.
- ¿Sabes? No dormí nada bien- me oí diciendo de repente. Mis manos taparon mi boca, pero ya era demasiado tarde. Una extraña fuerza me hizo hablar de nuevo.- Soñé con una persona horrenda. Un calvo, de ojos rojos y aliento pestilente. El jodido no me dejaba en paz. Pero al final todo salió bien.
- ¿Ah, sí?- sonrió el ser, intrigado.- Y... ¿Cómo eso de que acabó bien¿Qué ocurrió?
- Oh, es simple- hice un ademán con la mano, restándole importancia.- Simplemente acabé con él. Fue fácil, el pobre no tenía mucho cerebro que digamos...
- Interesante... Lástima que la realidad no coincida con tu sueño.
Lo observé preocupada.
- ¿Y por qué no iba a coincidir?
El ser se acercó en un abrir y cerrar de ojos, con un simple agitar de capa.
- ¿Te has observado últimamente, pequeña?
Era la pregunta más absurda que me habían hecho en toda la noche. Recapacitemos un poco, a ver. Estaba en pleno bosque, a las tantas de la madrugada, después de unos días agotadores, intentando salvar mi vida, y me iba a dar por mirarme en un espejo. Manda huevos, macho.
- Ya sé que soy fea, pero no es como para que me maten por ello- respondí mirándole altiva.
- No me refería a tu cara, sino... al resto... de... tu cuerpo- dicho esto, soltó una carcajada.
Su tono me heló la sangre en las venas. La frase en sí no tenía por qué significar nada, pero la actitud con que lo había dicho...
Tragué saliva con serias dificultades, cerré los ojos, inspiré hondo y fui bajando la cabeza con lentitud.
- ¡Ahhhhhhh¿Qué es lo que me está pasando¡Dímelo ahora mismo!
Su sonrisa se pronunció considerablemente.
- No hace falta alterarse. Tan sólo digamos que... estás... desapareciendo.
- ¿QUE ESTOY QUÉ!
- Desapareciendo, pequeña. Y mientras tú desapareces, aquella apuesta chica se hace más y más fuerte. ¿Y sabes lo que ocurrirá cuando la personita que te está matando consiga toda tu vitalidad? Te lo diré, pequeña. Ése será el final del comienzo y el principio del fin...
Un extraño y profundo brillo iluminó sus ojos. En ellos pude ver maldad, odio, rencor, muerte... mi muerte...
Me sentía incapaz de asimilarlo. ¿Por qué demonios había tenido que seguir a Malfoy aquella noche? Podía haberme quedado tranquilamente en mi casa, con mi aburrida vida, mi familia típica y mis gustos un tanto inusuales. Pero yo no podía contentarme con aquello, necesitaba acción, necesitaba vivir...
Al menos me quedaba la sensación de que aquella aventura me había servido de algo. Ahora conocía algo de mí que nunca hubiera sospechado: era capaz de jugarme por las personas que me importaban.
- Bien- suspiré abrumada por todo tipo de sentimientos desbordados.- Bien... A... Así que aquí acaba todo- la voz me iba temblando más a medida que mi conversación avanzaba.- Todos mis esfuerzos han sido en vano, como suelen decir en las películas...
Me dejé caer al suelo. Todo mi ánimo me había abandonado de repente, todas mis esperanzas se habían quebrado como un jarrón de porcelana. No pude escapar al llanto; mis vendas limpiando mis mejillas de molestas lágrimas. Reparé un momento en ellas y me las fui desenrollando lentamente. ¿Qué sentido tenían ya? Igualmente iba a morir...
Observé las heridas fijamente, sintiendo que mi mente se vaciaba por momentos. Ya era tan transparente que ni siquiera era capaz de distinguir las cicatrices del resto de mi muñeca. O quizá ya no estaban allí; lo que aparentemente había sido un día podría haber supuesto perfectamente toda una semana. A estas alturas no tenía nada claro, tan sólo sabía que iba a morir en un corto plazo de tiempo y que no tendría la oportunidad de hacer todo aquello que me apetecía y nunca había encontrado la ocasión idónea.
- ¿Por qué matas a Draco si a quien realmente necesitas es a mí?- pregunté de repente, con una fuerza en la voz que estaba muy lejos de sentir.
El ser me miró sorprendido. Tal vez se esperaba otra reacción, como una pataleta de una niña pequeña y malcriada. Pero yo podía llegar a ser más que imprevisible, volviéndome tremendamente luchadora en los momentos de mayor dificultad. O a lo mejor simplemente era una insensata que no pensaba en las consecuencias. Aunque¿qué consecuencias iban a tener ya mis actos? Igualmente iba a morir.
- ¿Que por qué lo maté? Muy fácil, pequeña… No cumplió con su deber.
- Si no me equivoco, y estoy segura de no hacerlo, su deber era traerme aquí. Y bien pues, aquí estoy.
- Olvidas, pequeña, que tú misma acudiste a nosotros. Fue tu curiosidad nuestra mayor aliada.
- ¿Curiosidad? Mmmm, yo creo que no. Yo vine por Malfoy, y eso, técnicamente, vendría a ser como si él me hubiese traído.
- No se trata de tecnicismos, pequeña, sino de hechos. Y el hecho es que Malfoy está muerto, no importa la razón. Pero no te preocupes por él; muy pronto podrás verle. Muajajajajaja.
En esos momentos no tenía muy claro si mi deseo de ver a Malfoy superaba al de mantenerme con vida. ¿Realmente le amaba¿Realmente importaba el amor en aquellos momentos¿Realmente hacía falta pensar tanto? Resultaría mucho más fácil abandonar toda lógica y simplemente esperar la muerte, pero tal cosa era demasiado sencilla para una persona de mentalidad tan compleja como yo. Hasta en las ocasiones más arriesgadas mi mente registraba la información que recibía, para almacenarla en su memoria como un ordenador, y luego dejarla salir en el momento más oportuno.
Atendiendo a esta regla, un pequeño, aunque no por ello inútil, dato que había pasado por alto, volvió a mi subconsciente con el fin de hacerme formular una pregunta.
- ¿A quién demonios te refieres cuando dices "esa apuesta chica"?
Me faltó un segundo para conocer la respuesta. Mientras lo preguntaba, había estado mirando a mi alrededor en busca de alguna pista o signo revelador. Pero no me hacía falta; la solución al enigma llevaba días persiguiéndome.
- La chica- murmuré asombrada.- La chica… ella me está matando…
- Elemental, mi querida Watson. ¡No hace falta estudiar para saber algo tan simple, pequeña! Si el espíritu de una persona adquiere más y más fuerza, el individuo en cuestión se va debilitando al mismo ritmo. Pura lógica.
- Pero… ¿Cómo has hecho para que la chica absorba mi energía?
- Magia…
Aquella palabra nunca antes había tenido tanto significado. Me imaginé una horrible escena, donde mi cuerpo inconsciente era sujetado por dos altos encapuchados, al tiempo que un tercer encapuchado algo más bajo, pero de importante presencia, realizaba precisos cortes en mis muñecas.
Empecé a dudar si de verdad se trataba de imaginaciones mías o si más bien era un recuerdo.
La falta de fuerzas comenzaba a hacer huella en mi actitud. Dejé de mantenerme en pie, hundiendo mis rodillas en el profundo barro y sintiendo las hojas secas rozando mi piel. Éstas me hicieron pensar. Se podía decir que en cierto modo las visiones de la chica habían sido como premoniciones de mi futuro, así que estaba escrito que moriría sobre una gran montaña de hojas secas, acostada sobre ellas del mismo modo que si me hubiera ido a dormir un rato. Era inútil seguir luchando; sólo conseguiría agilizar el proceso, gastando más energías de las necesarias.
Así que me tumbé; la brisa golpeando mis mejillas y haciendo ondear ligeramente mi pelo. El lugar era cómodo, pero había un pequeño detalle que lo estropeaba, algo que se me hincaba en el costado. Me llevé la mano a ese punto, tanteando en busca de un objeto puntiagudo. Sorprendida, observé mi hallazgo.
- Es una varita- susurró una voz en mi oído.
Al girarme me encontré con la chica, que flotaba sobre mí.
- Puedes usarla para acabar con él.
Fruncí el ceño. Me costaba creer que mi espíritu me estuviera ayudando, con su consiguiente perjudicación.
- Así que una varita… Bien. Ya sólo me falta saber cómo usarla.
La chica me guiñó un ojo, alejándose.
- Pronto lo descubrirás.
- "Ah, genial. Ahora tengo que enfrentarme a este tío con un estúpido palo, porque si no sé utilizar su magia, de poco me sirve…"
Observé la varita con profundo detenimiento. Su superficie era totalmente lisa y brillante, como si estuviera barnizada. Uno de sus extremos era algo grueso, disminuyendo progresivamente hacia la punta, que era fina y frágil. Al tocarla con un dedo, una pequeña chispa verde se prendió, alumbrando en parte la palma de mi mano. No sé muy bien cómo sucedió, pero de repente me encontré de pie, a escasos metros del ser, sosteniendo la varita en mi mano derecha y apuntándole con ella. La situación estaba adquiriendo un tinte paranormal que no dejaba de sorprenderme.
- No me voy a rendir tan fácilmente- siseé con voz resentida.- Dije que vengaría a Draco, y pienso cumplirlo. Viva. O muerta.
El ser, quien me había estado dando la espalda, se giró hacia mí, perplejo.
- Jajajajaja- rió señalando mi varita.- ¿No pensarás que puedes vencerme con eso¡Oh, pequeña, en el mundo mágico todo es diferente! No hay libros que te enseñen el funcionamiento de una varita. ¡Hasta un tonto podría usar uno de vuestros lavavajillas si dispusiera de las instrucciones paso a paso! Aquí, en cambio, es necesario tener el don, cosa de la cual tú careces, pequeña.
El destello que emanó de mi mano le hizo retractarse. En menos de un segundo sacó su propia varita y se puso en posición de guardia.
- Hacen falta dos para jugar a este juego, pequeña.
¿Creéis que algún día dejaría de llamarme así? Yo lo dudaba.
- Lástima que yo no esté jugando. Voy muy en serio.
- ¿Y quién ha dicho que yo no, pequeña?
El movimiento fue rápido; un simple ademán de su cadavérica mano y caí de bruces al suelo, rodeada por un aura de luz amarillenta. Me levanté como pude, asiendo la varita con toda la fuerza de la que disponía. Pero todo esfuerzo era inútil. ¿Cómo demonios iba a lanzarle un hechizo si no sabía las palabras clave?
Estaba completamente perdida. O al menos eso creía yo.
- Wingardium Leviosa- susurró una voz a mi oído.
En mi cabeza resonaron las palabras, produciendo una leve vibración de la varita. Aguardé deseosa de advertir algo extraño en el ser, pero no ocurría nada. Apreté la varita con más fuerza. Un par de hojas secas cayeron sobre mi pelo.
- Jajajajaja. ¿Eso es lo mejor que puedes hacer, pequeña?
La voz del ser se mezcló con otra susurrante.
- Crucio.
Un rayo verde salió disparado de mi varita, incidiendo sobre el ser. Éste se arrodilló en el suelo, revolviéndose con expresión de malestar.
- Aún no he recuperado todo mi poder, pequeña.
Los efectos del hechizo duraron poco tiempo, pero antes de que se incorporara, yo ya había oído la nueva palabra.
- Flipenddo.
Una esfera amarilla golpeó al ser en pleno pecho. El impacto, no obstante, no sirvió más que para aturdirle.
El sudor perlaba mi frente, y respirar se me hacía cada vez más difícil. Me pesaba todo el cuerpo, y los músculos estaban empezando a agarrotárseme.
- Un último esfuerzo…
Mi ritmo de procesar las imágenes era lento, de ahí que no viera al ser hasta que fue demasiado tarde. Llenando sus pulmones de aire, dirigió su varita a mi corazón, gritando unas últimas palabras.
- ¡Avada… Kedavra!
En el momento en que un potente rayo verde comenzaba su trayectoria hacia mi cuerpo, el equilibrio me jugó una mala pasada. Me tambaleé, resbalando la varita entre mis dedos.
Todavía me asombro recordando lo que ocurrió a continuación. Volví a oír esa voz interior que me susurraba, pero esta vez fue casi un grito.
- ¡Expelliarmus!
Reaccionando ante la palabra, la varita se quedó suspendida en media caída, dejando escapar un rayo rojo que colisionó brutalmente contra el verde despedido por la varita del ser. A mi me parecía que todo ocurría a cámara lenta, de ahí que lo recuerde con tanto detalle, pero lo cierto es que sucedió bastante rápido.
Increíblemente, los dos rayos se convirtieron en una especie de cuerda dorada, incandescente, que conectaba ambas varitas. El tirón de energía era mortal, tanto que no creía poder aguantar mucho.
- Vaya, pequeña. Es la segunda vez que me ocurre algo así…- exclamó el ser, intentando disimular su asombro.- La primera vez fue con el famoso Potter. ¿Tienes tú su categoría, pequeña? Veámoslo.
Una fría sonrisa se dibujó en sus labios al tiempo que apretaba su varita. Una esfera verde apareció en la cuerda, arrasando el camino con gran rapidez. No me quedó más remedio que hacer yo también un esfuerzo. Mi esfera roja se comió parte de su terreno.
Así estuvimos lo que se me antojó un año, que bien pudieron ser minutos. En el lugar sólo se oían mis desesperados jadeos y el crujir de las varitas, aparte de un penetrante silbido provocado por el choque de luces.
El ser no se daba por vencido, y empezaba a pensar que sería yo la primera en rendirme. Las esferas jugaban al pillar de un extremo a otro, ora ganando la una, ora ganando la otra. Aquel sufrimiento no iba a acabar nunca.
- Un poco más…- me dije a mí misma, al tiempo en que un profundo temblor recorría mis piernas, apunto de hacerlas ceder al peso.
Sabía que no iba a ganar, pero no quería reconocerlo. Me gustaba más la idea de que pudiera ocurrir un milagro de última hora. Lamentablemente, en mi mundo tales cosas eran impensables.
En el mío sí, pero… ¿y en el mágico?
