Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de Rowling.

No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.

AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.

Ignora la historia del sexto libro pero toma datos de él.

Es un SS/OMC (personaje original masculino)

Capítulo 5. Venenos

El lugar era familiar, si, Severus lo conocía. Aquella mansión abandonada era uno de los refugios en los que Voldemort había dispuesto antaño uno de los puntos de reunión de mortífagos. En la actualidad aun estaban preparando puntos nuevos debido a que los demás podían estar comprometidos.

Estaba solo, nadie más había sido convocado. Un estremecimiento le recorrió la columna, quizá era su fin, quizá Voldemort había descubierto finalmente a su espía y se disponía a ejecutarle... personalmente. Y si Voldemort lo deseaba, el tormento sería eterno. Le había visto torturar hasta la muerte a muchos, no sería el primero ni mucho menos.

- Llegass tarde.

La voz era una mezcla entre unsuave baritono y un apagado siseo. Severus bajó la cabeza, esperando instrucciones, cualquier indicio de lo que iba a ocurrir. Quizá esta era la noche en la que todo acababa, este era el día de su muerte y su tortura.

- Ven, Sseverus.

Severus se acercó a la oscuridad de donde provenía la voz, entró a traves de una puerta entreabierta que daba a una pequeña habitación de decoración vetusta, parecía una vieja sala de té, su Señor estaba sentado en un apolillado sofá, envuelto en una túnica tan negra como la de Severus pero de bordado mas rico y cuello abierto. Severus se arrodilló sumiso, sin alzar la mirada.

- La poción de Regevicsis. Ahí tienes los ingredientes. Preparala.

Severus se permitió volver a respirar.


- La poción está terminada, mi señor.

Voldemort apartó la vista de la chimenea encendida, así había estado aquellas tres horas, mirando las llamas en una ensoñación. Regresar de la muerte, recuperar una forma corporea había costado a Voldemort un alto precio. Del hombre de impecable estampa y atractivo rostro poco quedaba, su rostro era una aberración semi reptiliana.

Los ojos rojos, eso no había cambiado, ni la estrecha pupila de gato. Aquellos eran los signos de alguien que había vendido su alma al poder.

- Traémela.

Severus entregó la poción y la mano de dedos alargados y uñas afiladas la cogió. Voldemort se bebió de un trago la poción, sin dejar ni una gota.

La poción obraba milagros, un cabello blanco como la nieve empezó a crecer del craneo, se formaron las perfectas cejas arqueadas, la nariz se formó con un crujido, los labios se llenaron... la transformación se detuvo y Voldemort, aunque aun tenía un aire mostruoso, tenía ya un aspecto semejante a la humanidad. De un extraño y, por que negarlo, hermoso exotismo.

- Ess demassiado lento.- Masculló.

Severus no dijo nada. Aquella era una poción prohibida, sus ingredientes eran, como poco, una abominación. Conseguir los ingredientes era ilegal y crearla se castigaba con Azkaban, beberla era igualmente castigado... por no decir que consumir semejante mezcla condenaba al que la bebiera. Aunque viendolo por otro lado, Voldemort hacía mucho que se había condenado a una existencia maldita. Pero era una locura.

- ¿Crees que estoy loco?

Severus sintió un nudo de pánico. Miró el rostro de Voldemort... y vió a Tom Riddle... cielos, que dificil era recordarse el autentico monstruo que era aquel hombre cuando tenía ese rostro.

Si, Tom era un asesino, un tirano egolatra y ambicioso, un hombre que no se detenía ni ante el asesinato ni ante la tortura por sus ambiciones... y también era una mente brillante, un estudioso, un hombre del renacimiento, docto en todas las materias, sin tabues, un hombre con metas, un lider nato...

- No, mi señor.

Voldemort soltó una carcajada seca, sin humor, y echó la cabeza hacia atrás, respirando profundamente.

- Loss genios han sido considerados locos ssiempre. Las personass especiales ssiempre han sido temidas, los cambios siempre han encontrado odio y dessprecio. Pero todo lo que esstoy sufriendo y todo por lo que esstamos luchando obtendra su recompenssa. Sse acerca un nuevo mundo, Severus, un nuevo futuro. Falta poco tiempo.

Severus permaneció en pie. Recordando los primeros tiempos de Voldemort, cuando aun había humanidad en él, el encanto y magnetismo de Tom Riddle.

Pero eso no podía ocultar el horror que había tras Tom, Severus sabía la verdad, que no podía seguir siguiendo a Voldemort en aquel camino de destrucción y muerte. Nunca olvidaría los gritos de los moribundos ni las miradas de los muertos... nunca. Aquel sueño que Tom Riddle presentaba a los aspirantes a Mortífagos no era una utopia... era una pesadilla, la pesadilla de Voldemort y su reino sustentado por una montaña de cadáveres en la que el miedo movía los engranajes de la maquinaria.

¿Le habían vuelto loco aquellas experiencias? Indudablemente, pero aquel poso de locura había estado allí siempre, y sencillamente había brotado ahora con toda su fuerza.

- ¿Sse ha reunido ya la Orden del Fenix?

El cambio de tema descolocó un poco a Severus pero se apresuró a recobrar el control y la calma, tragó saliva, haciendo un esfuerzo por controlar sus emociones. Luchó por mantener su voz serena, y elevar su muro de autocontrol, su ferrea armadura. Voldemort era un maestro de Legimenes y Oclumancia, pero Severus también era un maestro en ambas aptitudes. Ahora debía codificar sus pensamientos, no podía cerrar su mente al Heredero de Slytherin como si tal cosa, eso solo le haría sospechar.

Todo consistia en desviar su atención, poner pensamientos inocuos pero aparentemente relevantes en primera linea, camuflar lo importante entre una miriada de acontecimientos cotidianos... y concentrarse pacientemente en los ojos rubies de Voldemort. Y recordarse a si mismo no ceder ante su poder, porque Voldemort podía ser engañado y esta no sería la primera vez. No podía permitirse fallar.

- No, mi señor.

- ¿Y Dumbledore¿Cuáless son ssus planes para Potter?

- Entrenarle, pero dudo que consiga nada de él.

Y por supuesto las imágenes, mientras hablaba, Voldemort escarbaba en su mente en busca de correlaciones, Severus no tuvo problemas en dársela, Dumbledore pidiendole que enseñase Oclumencia a Potter, Potter fracasando en el intento, Potter siendo expulsado del aula, Severus negandose a volver a dar clases al desagradecido mocoso...

Voldemort sonrió.

- Oh, ssi, resultó tan facil engañarle.

Si, y eso había supuesto la muerte de Sirius Black, Severus dejó que aquel sincero sentimiento de satisfacción flotara a la superficie de su mente.

Un juego de verdad y mentira, así se conseguía evadir la oclumencia de Voldemort.

- Pero ahora hay otrass cosas que hacer.

Voldemort se incorporó e indicó a Severus que le siguiera. Con un gesto y unas palabras murmuradas Severus se vió cubierto con las vestimentas de mortífago.

- Hay cossass que hacer essta noche... Severuss, como en los viejos tiempos.

No le gustaba como sonaba eso.


La Marca Tenebrosa brillando en el cielo. Sangre, gritos, el resplandor verde, los ojos vacios mirandole, los dedos acusándole, los gritos, culpable, asesino, monstruo...

Y aquellos ojos rojos, y el mar de sangre y cadáveres, y él se hundía...

Y se hundía...

Madame Pomfrey oyó el apagado gemido y cerró el estante de medicinas para ir hasta los dormitorios de la enfermería. Apartando las cortinas de la cama mas apartada y recogida miró al profesor Severus Snape con un gesto de angustia en el rostro.

Sabía de sobras que no debía tocarle, Severus reaccionaría instintivamente, en una ocasión Poppy había estado a punto de recibir un puñetazo cuando se había atrevido a tocar el hombro de Severus tratando de despertarle.

Despues Severus se había disculpado, lo que era todo un acontecimiento en el agrio hombre, pero Poppy y Severus se conocían bien, el reservado profesor de pociones siempre estaba dispuesto a hacer las pociones que Poppy le pedía, probablemente debido a que agradecía en silencio la discrección de la enfermera, que hacía pocas preguntas y ofrecía mucha ayuda.

- Profesor Snape, ya está, tranquilo.

Aquello bastó para que los ojos negros como la noche se abrieran. Severus frunció el ceño y después reconoció el lugar y a la persona que tenía delante.

- Poppy... buenos días.

Severus se frotó la cara y se calmó. La enfermería tan blanca, la palida luz del amanecer... estaba en Hogwarts. Y Poppy, la recta, mandona y diligente enfermera, estaba allí a su lado.

- Buenos días, profesor Snape. Le diría que descansase un poco más, pero sé por experiencia que ignorará mi petición¿no es así?

- Ciertamente, Poppy, eso haré.

Poppy suspiró con resignación y le dejó sus ropas, negras como eran de su gusto, sobre la cama para que pudiese marcharse cuando gustase.

Severus se recostó para calmar sus pensamientos, había sido una noche espantosa. Apenas había dormido, no sabía a que hora había regresado a Hogwarts pero sospechaba que apenas había dormido tres horas. Pero no se sentía capaz de volver a conciliar el sueño. Temía lo que veía cuando cerraba los ojos.

- ¿Severus?

Albus. Severus tuvo la tentación que fingir que había vuelto a dormirse pero finalmente abrió los ojos para encontrarse con el rostro del anciano director.

- Director.

- Buenos días, Severus, no sabes lo preocupado que está Hagrid, Severus, le diste un buen susto.

Severus no dijo nada, apreciaba a Hagrid, pero el semigigante era tan simplón que Severus no podía evitar irritarse con él, no tenía paciencia para alguien con tan poca profundidad de pensamiento y una actitud tan poco sensata.

El rosto del director cambió de una sonrisa a una gran preocupación.

- Debes descansar, Severus¿te han despertado las pesadillas?

- Como siempre.- Replicó Severus.

Dumbledore se sentó en el borde de la cama con gesto sereno y tranquilizador.

- Severus... ¿qué ocurrió anoche?

Snape suspiró y comenzó con su llegada a la mansión y la poción que Voldemort le había ordenado preparar... fue la parte en que ambos marcharon lo que le hizo volver a sentir garras heladas en las entrañas. No quería recordar.

- ¿Ha llegado ya El Profeta?

- ¿Eh? Si, hace poco llegó mi ejemplar.

- ¿Hablan de la familia Erssen?

Dumbledore negó con la cabeza, sintiendo un temor inmediato. Jacobi Erssen era un mago competente, un auror del ministerio, fuerte, decidido... entrenado por Moody pero con un carácter mucho mas benevolente. Casado, con tres hijos.

- Entonces hablaran mañana.- Replicó Severus ante la negativa.- Voldemort me llevó hasta su casa. Con ordenes de matarles, a todos. Él solo miraba.

Dumbledore se puso pálido. Sabía lo que iba a decirle Severus. Porque estaba claro quien había sobrevivido. Puede que Jacobi Erssen fuese un auror poderoso, que su esposa fuese una magnifica bruja... pero a veces muchos olvidaban lo realmente poderoso que era Severus Snape. Incluido Albus.

- Jacobi era un auror...- Susurró Severus, su mirada perdida, sumido en recuerdos.

- Severus...

- Pero no pudo hacer nada contra mi.

Dumbledore le agarró por los hombros preocupado por el estado letárgico de Severus y finalmente este reaccionó, enfocó la vista y se apartó con un gesto disgustado, no con Albus, sino consigo mismo.

- Severus...- Dumbledore inclinó la cabeza.- Lo lamento mucho...

Severus no dijo nada, permaneciendo en silencio, ordenando sus pensamientos. Finalmente la presencia de Albus empezó a agobiarle, con aquella mirada cargada de culpabilidad...

- Estoy bien.- Gruñó con mas sequedad de la deseada.

Albus entendió y se marchó, dejando a su profesor de pociones en la soledad que deseaba.

Severus se abotonó con minuciosidad los botones de su larga túnica. No podía soportar aquella mirada del director. Albus se sentía culpable por haberle enviado como espía, por no haberle detenido, porque eso le había obligado a matar... pero también tenía miedo, miedo de él. Porque había matado, a sangre fria, para mantener su coartada ante Voldemort, que le había puesto a prueba de ese modo.

Se sentía tan cansado de todo aquello, nadie podía confiar en él. Y él no podía confiar en nadie.

Otro gran día para el mortífago traidor. Y solo acababa de empezar.


Pociones a las 11:00 de la mañana, con Gryffindor y Slytherin de cuarto curso.

Estaba cansado, le dolía la cabeza... y ahora tenía que afrontar a un grupo de pequeños demonios tratando de destruirse entre ellos y a si mismos.

Aferró la manilla del aula y se dispuso a enfrentarles con la máxima ferocidad para compensar la falta de energias. Les pararía los pies desde el primer minuto y se evitaría problemas posteriores.

- ¿Profesor Snape?

Severus se volvió para encontrar a Hermione Granger parada en el pasillo. La joven Gryffindor se había convertido en una preciosidad, Severus había sorprendido a Theodore Nott, un Slytherin brillante, mirándola con algo mas que curiosidad. Inteligente, bonita, Severus nunca entendería como había acabado en Gryffindor a desperdiciarse, ni que veía Granger en el cabeza hueca de Weasly. Mujeres...

Ahora la generelamente segura de si misma Granger parecía alarmada y con todo el aspecto de haber llegado hasta allí corriendo.

- ¿Si, señorita Granger?

- Señor, me temo que... Harry... Harry y Ron hanestadohaciendoporsucuentaunapociónpararevelarlaverdadperoahoraestáyendomaly...

- Pare a respirar, Granger.- Gruñó Severus.- ¿Potter y Weasly están haciendo la poción Revelaere por su cuenta?

Granger asintió vigorosamente.

- Y ahora la poción¿qué aspecto tiene?

- Cambia de color del rojo al violeta y está burbujeando y resbalando por el caldera echando un humo espeso.

Por el báculo de Mordenkaiden... aquel par de descerebrados habían pretendido hacer una poción de alta dificultad sin la capacidad ni supervisión, y ahora muy bien podía estallarles en la cara.

- No se quede ahí parada como un espantapajaros, Granger¿dónde están?

- En el aula de repuesto de pociones de segundo curso.- Saltó Granger claramente ansiosa.

- Bien, Granger, entre a esta clase y encargue a los alumnos de cuarto curso una poción de Agilidad de Gato, vigilelos, queda al cargo.

Incluso preocupada por sus amigos, Granger se hinchó de orgullo ante la responsabilidad que le daba. Puede que fuera una Gryffindor, pero era aceptable, a veces Severus pensaba en ella como una Minerva en miniatura.

Ahora tenía que volver a salvar a Potter de su pretenciosidad. Era agotador.

Llegó hasta el aula que Granger le había indicado, la abrió y una vaharada de humo rojizo le asaltó. Olía fuertemente a algo metálico, probablemente el caldero resintiéndose de la brutal reacción de la poción mal realizada.

Oyó toses entre el fuerte borboteo, seató un pañuelo sobre la cara y entró en el aula tratando de ver algo entre el humo.

- ¡Ron¡Ron!

Vale, Potter estaba vivo. Severus sacó su varita y formuló un conjuro para limpiar el aire, aunque fuera por unos instantes hasta que encontrase el caldero y pudiese detener la reacción y la producción de aquel humo apestoso.

Entonces lo vió, la poción no solo burbujeaba si parar, la reacción estaba siendo tan violenta que todo el caldero temblaba, el cambio de color ya no existía, la poción era de un rojo bermellon intenso y el líquido que resbalaba hasta el suelo siseaba.

Aquello ya no podía pararlo nadie, Potter y Weasly habían superado a Longbottom con creces.

Hablando de los cuales, Weasly estaba tendido en el suelo, Severus esperaba que solo se hubiese desmayado por el humo, Potter tosía y tiraba de su amigo tratando de sacarlo de allí. Ambos estaban chamuscados, señal de que la poción ya había hecho explosión una vez. La poción empezó a producir un borboteo intenso y el humo volvió con mas fuerza que antes

Se avecinaba otra explosión, y esta tenía pinta de ser la grande.

- ¡Potter¡Salga de aquí ahora mismo!

Lejos de hacerle caso, Potter alzó la vista sorprendido, y al comprobar quien era el rescate frunció el ceño con rabia y agarró el cuerpo de su amigo con fuerza.

- ¡No le abandonaré!

- ¡Yo le sacaré¡Salga ahora!

- ¡No¡Yo no abandono a mis amigos!.- Replicó Potter con una mirada de odio.

Insensato cabeza hueca, Potter era tan miope en vista como en cerebro, incapaz de ver mas alla de su propia nariz. El mocoso le culpaba de la muerte de Sirius, sin comprender que Severus no había podido hacer nada desde Hogwarts, mucho menos en presencia de Umbridge, claro que Potter se había dedicado a culparle de todos los males que habían pasado por Hogwarts. No era extraño, resultaba facil cargar las culpas sobre Severus Snape.

Con un gruñido de odio profundo, Severus apuntó amenazante con la varita.

- Adelante.- Gruñó el Gryffindor.- Siempre supe quien eras.

- No, no tienes ni idea. Mobilicorpus celeritas.

El cuerpo de Ron se elevó en el aire y con un rapido gesto de varita Severus lo lanzó literalmente por la habitación hasta tirarlo por la puerta abierta. Harry se puso en pie tosiendo con una expresión entre confusa y molesta, resistiendose, como siempre, ha pensar que se había equivocado.

- ¡No se quede ahí parado¡Muévase, vamos!

Con un gesto Severus conjuró una protección elemental sobre ambos, pues desconocía que tipo de explosión sería y no podía ser específico, si no salían a tiempo eso tendría que valer. Salió tras Potter hacia la puerta... cuando un revelador silbido avisó al maestro de pociones.

El tiempo se había acabado.

Severus se lanzó sobre Potter y le tiró al suelo cubriendole en el momento en que la poción estallaba.

Nota de la autora: Charnag no ha salido este capítulo, pero su momento llegará para que empiece el romance. Gracias por el review, aquí sigo escribiendo.