Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de Rowling.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Ignora la historia del sexto libro pero toma datos de él.
Es un SS/OMC (personaje original masculino)
Capítulo 10. Química- Seleccione las sanguijuelas con marcas moradas y cámbielas al otro frasco.
Severus miró de reojo a Charnag mientras este cumplía y se decepcionó al comprobar que el profesor de DAO no mostraba la mas mínima repugnancia al meter las manos en el bote lleno de sanguijuelas e iba sacando las que ya habían desarrollado las marcas adecuadas.
No había manera, ni siquiera había podido echarle en cara algún error al llevarle ingredientes, Charnag tenía un nivel de conocimiento de pociones mas que aceptable.
- Son sanguijuelas de la marisma¿verdad?
- Obviamente.- Severus removió el caldero.
- Te recomiendo las sanguijuelas de la marisma que vende Elment, el brujo de la calle del Sapo Negro. Parece poca cosa pero son ligeramente mas eficaces.
Severus dejó de remover y alzó la vista sorprendido.
- ¿Lo son?
- Si.- Charnag siguió sacando las sanguijuelas distraidamente.- Las compré un día casi por casualidad porque la tienda habitual estaba cerrada, y creeme, tienen mas capacidad de filtrado.
- Metasé en sus asuntos y limitesé a sacar las sanguijuelas, Oloth.
No añadió nada más pero Severus clavó la mirada en la poción, tomando buena nota de la sugerencia. El resto de la tarde continuó en un agradable silencio roto solo por peticiones de ingredientes y breves pero interesantes sugerencias de Charnag.
Severus guardó la poción en sus correspondientes botellas y empezó a levantar el caldero para llevarlo con los demás cuando las manos de Charnag rozaron las suyas y le ayudaron a llevarlo. Severus dejó el caldero en su sitio y se apartó rapidamente, como escaldado.
Charnag se limpió las manos con un trapo y se guardó una sonrisa al notar el suave color que tomaron las pálidas mejillas de Severus.
Aaah, poco a poco aparecían grietas en la muralla.
- Eso es todo, Oloth, puede irse.
- Ha sido un placer.
Severus ya no le prestaba atención, dedicándose a ordenar, innecesariamente, unos papeles.
Charnag se marchó con gran satisfacción.
Charnag, amigo mio, es obvio que no puede resistirse a tus encantos.
Severus se miró las manos como si le hubiesen traicionado, apenas se había rozado con Charnag. ¿Qué le ocurría? Aquel hombre le afectaba demasiado. Tenía que concentrarse, fue a sus habitaciones y cogió un libro de su librería, pero se limitó a pasar los ojos por las páginas, sin poder quitarse de la cabeza a cierto profesor de larga melena y facil sonrisa. Gruñó y arrojó el libro contra la pared con ira.
La mañana trajo el periodico de El Profeta y este traía buenas y malas noticias.
El ataque a los Shackelbot había fracasado, un mortífago había sido apresado, el ataque a los Jones había sido parcialmente exitoso, el auror miembro de la orden del Fenix había sobrevivido, pero su familia había muerto, ningún mortifago había caido. Los Ressien habían muerto, todos ellos. Un mortífago había sido encontrado muerto.
Dos bajas entre los mortífagos contra nueve muertos de los contrarios a Voldemort. No era una buena estadística.
Severus suspiró dejando el periodico sobre la mesa para seguir desayunando. Voldemort no reaccionaría bien al fracaso contra los Shackelbot, los encargados del ataque serían salvajemente castigados, y Severus no dudaba de que Voldemort les invocaría para que todos viesen el precio del fracaso. No sería un espectaculo agradable.
Desvió la vista a la mesa de Slytherin, observando a Draco. El joven Malfoy estaba radiante, sin duda ya había leido las noticias de la nueva fuga de Azkaban, entre ellos su padre. Lo que no sabía era si Lucius se había puesto en contacto.
Pero no quería saber donde estaba Lucius. No creía que Lucius intentara escapar, de hacerlo pondría en peligro a su esposa y a su hijo... pero si llegaba a hacerlo, Severus no quería saber donde tendría que ir para matarle, ni quería poseer una información que después Voldemort pudiese sonsacarle con Legimenens.
Esperaba que con su padre fuera de Azkaban lo que fuera que Draco hubiese estado haciendo terminará. Después de todo el joven nunca había dedicado demasiado tiempo a nada y perdía el interés con facilidad.
Un olor dulce le sorprendió y al mirar su plato vió que alguien le había servido... tarta de manzana... Severus alzó la vista y dirigió a Oloth una mirada amenazante. ¿Es que no iba a cansarse nunca de incordiarle?
Los alumnos de Severus, y en especial el trio Gryffindor, pagaron el mal humor del profesor con creces.
En el exterior del castillo las primeras nieves empezaban a asentarse en el suelo cubriendo el suelo con un manto blanco, pero en las mazmorras la temperatura era mas estable.
Y en el aula de pociones hacía un calor infernal. Tres calderos estaban sobre fuegos mágicos a máximo calor. Severus tenía de nuevo que hacer grandes dosis de Matalobos para Lord Voldemort.
El llamamiento para torturar a aquellos que habían fracasado había sido desagradable, pero al menos Severus no había sufrido mas tortura que observar la de otros. Voldemort le había encargado mas matalobos para los licántropos.
Severus ya había advertido a Dumbledore de que en la proxima luna llena se preparasen para ataques de licántropos coordinados y distribuyesen armas de plata.
Por su parte Severus estaba poniendo su pequeña contribución, las pociones matalobos estaban ligeramente adulteradas de modo que, aunque cumplirían su función, también provocarían una cierta confusión mental aleatoria que despues Severus podría atribuir a un efecto normal en la poción.
Llamaron a la puerta y Charnag asomó la cabeza por el marco.
Tras un buen rato Snape alzó la vista de uno de los calderos.
- ¿Está esperando el juicio final¿Qué quiere, Oloth?
"A ti" pensó Charnag... El calor había hecho mella en el gélido profesor de pociones y Severus se había quitado la túnica larga a favor de unos practicos pantalones negros y una larga camisa negra con las mangas arremangadas.
Por algún motivo aquella estampa resultaba mucho mas sugerente que verle solo con túnica interior. Probablemente porque el calor hacía que Severus estuviese algo sudado y el resplandor rojizo del fuego apartaba de su piel el tono macilento.
- ¿Oloth?
- ¿Se puede? El pestazo del Matalobos se huele por todo el pasillo y pensé que como asistente podría hecharte una mano.
Severus asintió distraidamente mientras daba vueltas a uno de los calderos. No le vendría mal ayuda para ir removiendo los calderos sin deshidratarse. No le gustaba la idea de estar con Oloth, pero estaba dispuesto a soportarle por una vez, al menos en la anterior ocasión como asistente había resultado... por duro que fuera reconocerlo, util.
- Hay que remover los calderos con seis vueltas en el sentido de las agujas del reloj cada minuto y medio. Y vigile la temperatura.
- ¿Qué tiempo hay entre caldero y caldero?
- Son consecutivos empezando desde el que estoy removiendo ahora.
- De acuerdo.
Severus y Charnag trabajaron en un silencio cómodo, ocupados en el trabajo sin prestarse a mas que a las pociones, cuyo borboteo llenaba el silencio con un constante sonido de fondo.
Un sonido fuera de lugar desconcentró a Severus, que alzó la vista hacia Charnag... para ver como el profesor se quitaba la camisa verdeazul que había llevado puesta.
La tela se deslizaba perezosamente pegada al sudor de la piel de Charnag, la piel brillaba a la luz llameante, dandole un tinte broncineo, el torso era musculoso pero agil, de atleta, el vello ensortijado del pectoral seguía una linea entre los abdominales hasta el pequeño ombligo y seguía suavemente la senda hasta desaparecer insinuadamente en los pantalones. Charnag dejó su camisa en el respaldo de una silla y siguió removiendo la poción, arriesgando una mirada de reojo a Severus.
Aaah, el tempano de hielo le estaba mirando, su expresión era tan seria y petrea como siempre, no había descuidado su caldero. Pero Charnag ponía esperanzas de que la gota de sudor que resbalaba por su nuez no era debida solo al calor de los fogones.
Finalmente el reloj de la pared marcó las nueve y Severus bajó la intensidad de los fuegos con un vuelo de varita.
- Ya está.
- Me alegro de ser de ayuda¿Hay agua por aquí? Necesito refrescarme la cabeza.
- Al fondo a la derecha hay un pequeño lavabo.
Severus esperó a que Charnag entrara al lavabo y se apoyó pesadamente en uno de los calderos con la mirada perdida en la poción.
Tener un hombre atractivo medio desnudo y sudoroso a solas era mas de lo que podía controlar, sobre todo teniéndo en cuenta que no había tenido relaciones desde... ni se acordaba... Y su hasta ahora silencioso líbido estaba revolucionado.
Respiró hondo el desagradable olor de las pociones tratando de aclararse las ideas y olvidarse del insistente y hambriento latido de su entrepierna. Se ajustó los pantalones y tragó saliva, calmándose ligeramente... Solo para que Charnag saliese del lavabo con la camisa en la mano, echándose la melena hacía atrás con un gesto de caballo salvaje y arruinará sus intentos de menguar su erección.
Maldita sea¡es el profesor de DAO! Aun podría ser un agente de Voldemort, o de otra organización menor, o bien un espía del ministerio¡Ni siquera es humano¡Quizá su verdadero aspecto era una serpiente gigante o un troll hechicero!
- Deberían haber puesto esta clase en un sitio superior, las mazmorras no son un buen lugar para trabajar con algo que suelta gases o necesita fuegos.
- Me gustan mis mazmorras, Oloth.- Replicó Severus con acidez.
- No le gustan las mazmorras, le gustan la oscuridad y el silencio.
Severus casi dejó caer los frascos vacios que estaba preparando.
- Oloth...
- ¿Puedo hacer algo para que me llames Charnag?
Ya pensaba en él por el nombre, y eso le quemaba por dentro como ácido.
- No. Y detesto que me llame por el nombre de pila.
Charnag sonrió, y por primera vez Severus supo que ya no podría presumir de ser inmune a aquella cálida y burlona sonrisa.
- ¿Ser su asistente no me da derecho a llamarle Severus?
- Ser mi asistente le da derecho a no ser maldecido inmediatamente por hacer esa presunción.- Gruñó.
- ¿Ni siquiera me dará un azucarillo?
- Si desea uno espere y le proporcionaré uno bien untado de veneno de quimera.
- No sea cruel¿quién cuidaría de mi pobre serpiente?
- No tema, seguro que podríamos sacar unos zapatos de ella.
Sinceramente divertido, Charnag alzó las manos en señal de rendición.
- De acuerdo, piedad por favor.
- Buenas noches, profesor Oloth.
- Hasta mañana.
- ¿Qué le hace pensar que nos veremos mañana?
- Que hay partido de Quidditch, Gryffindor contra Slytherin.
Con ese comentario ganador, Charnag hizo una elegante reverencia y marchó a paso de bailarín. Severus solo pudo quedarse en pie con los puños apretados y rechinando los dientes. Como podía ser deseable, divertido, insoportable e indigno de confianza al mismo tiempo era algo que escapaba a su comprensión.
Severus miró hacia abajo, mas concretamente a su hombria. Ciertos órganos no entendían de razones y de lógica.
Quidditch. Detestaba ese deporte, lo que no le impedía tratar por todos los medios de llevar a su casa a la victoria. Sencillamente nunca había sido aficionado a los deportes ni había encontrado su sentido, sobre todo en los deportes de equipo.
Detestaba profundamente trabajar en equipo. Depender de otra persona o que tu esfuerzo se viese fracasado por la estupidez de una tercera persona le enervaba. Y en el quidditch eso estaba elevado al cubo, sobre todo por culpa de la estúpida regla de la snicht, aquella maldita bola dorada podía hacer que el trabajo de todo un equipo se viniera abajo solo por la buena fortuna o velocidad de la escoba de un solo jugador.
Minerva por supuesto no lo veía del mismo modo, excepto cuando era ella la que llevaba la racha perdedora, como había sido antes de la aparición del imán de problemas y de snichtes, Harry Potter.
Aunque al menos ese año el comentarista ya no era aquel insufrible Gryffindor de subjetividad absoluta.
Draco y Harry se rondaban en el cielo, buscando la bola dorada sin dejar de darse bandazos, desde luego no parecían haber olvidado la pelea de la vieja aula.
Sabía que se le olvidaba algo. Severus se mordió el labio, tenía que volver a ese almacen y descubrir que les había llevado hasta allí.
- Charnag¿a quien animará usted?.- Preguntó Vector.
- Aun no lo he decidido.- Confesó Charnag.
Charnag estaba ataviado en un abrigo blanco y bufanda lavanda, sentado entreVector y Minerva. Severus devolvió su atención al partido. Si Draco volvía a perder el tiempo insultando a Potter en vez de a jugar bien iba a acabar diciendole al capitán que pusiese a Malfoy en el banquillo el proximo partido.
Esta vez Lucius no podría venir a poner el consejo escolar patas arriba.
- Eso ha sido falta¿cómo no lo ha visto Hooch?.- Comentó Minerva.
- Si una mujer con ojos de halcón no lo ha visto es que no ha ocurrido.- Replicó Severus.
Dumbledore rió por lo bajo, divertido por las infantiles trifulcas entre Severus y Minerva, resultaba realmente gracioso como se picaban entre ellos aun cuando en el fondo se apreciaban. Gryffindor contra Slytherin siempre era un buen partido.
- ¿Qué es lo que hay tras el pasadizo, Malfoy?
- Nada de tu incumbencia, Potter.
Se rondaron por el cielo entre empujones y golpes mas o menos reglamentarios. Harry sabía ahora que Draco salía de aquella aula por un tunel que tenía una contraseña pero no sabía cual. Sospechaba que Malfoy estaba usando ese pasadizo para salir de Hogwarts.
- Cuando descubra lo que estas haciendo...
- Mete las narices en tus asuntos, cara cortada.
Otro bandazo y ambos empezaron a volar en zigzag. Mas concentrados en mirarse con odio que en fijarse en el destello dorado que seguía su rumbo con toda tranquilidad.
- Acabarás como tu padre...
- Yo seré mucho más que mi padre...
Desde el suelo muchos espectadores empezaban a cansarse de ver al duo de Buscadores persiguiendose y molestandose el uno al otro mientras la snicht describía parábolas entre las banderas como si quisiese reclamar atención.
- Ese par no ha dado por zanjada la trifulca.- Comentó Charnag mas para Severus que para los demas profesores.
- Habrá que darles un toque de atención.- Añadió Severus.
Finalmente fue la propia Madame Hooch, que arbitraba, la que expulsó a Harry y Draco por malgastar el tiempo y realizar faltas personales continuas.
Severus y Minerva salieron del palco a amonestar a duo a aquel par. Y efectivamente cada uno de ellos cogió al alumno de su casa llevándoles hasta un apartado yles dieron un rapapolvos digno de los anales de Hogwarts.
- Espera ahí Draco, no he terminado contigo.
Malfoy se quedó donde estaba, cabizbajo pero con claro malhumor. Mientras Minerva acompañaba a Potter al banquillo de Gryffindor para que al menos pudiese seguir viendo el partido.
- Profesor, al menos dejeme...
- El partido ahora es lo de menos, Draco.- Severus se sentó enuno de los bancos de piedraque había en el jardín cercano al campo, sabía que ahora venía lo dificil.
Draco y él se conocían, de hecho de crio el joven Malfoy practicamente le habría tratado de Tio Sev si el profesor de Pociones no se hubiese negado en redondo. Casi había sido el padrino de Draco, se había negado en su momento.
- ¿Qué ocurre?
- Draco, siempre he tratado de ayudarte. ¿Hay algo que quieras contarme?
El joven Malfoy movió los dedos con nerviosismo. Draco dudaba... se mordió el labio... y finalmente apretó los puños y alzó la vista con desafio. Mala señal, la sobervia Malfoy.
- No, profesor.
- Draco, tu padre debe permanecer oculto. Y no debes mezclarte en ese problema.
- Eso ya lo sé, no es problema.- Replicó Malfoy herido.
Gracias a la varita de Morgana...
- Me alegra oir eso.
- ¿Puedo irme ya? No estoy metido en nada.
- Draco, te prohibo que insultes a mi inteligencia.- Severus mantuvo la voz controlada pero cualquiera hubiera percibido el peligro.
Draco volvió a dudar pero plantó los pies firmes.
- No tengo ningún problema, profesor, le aseguro que no hay nada por lo que deba preocuparse.
Mentira. Severus no necestiaba Legimenens para saber que aquello era mentira. Percibía la duda, la frustración y el doble sentido. No sacaría nada mas que Draco.
- Vuelve al partido.
- Si, profesor.
- Y Draco...
- ¿Si?
- Sé que me has mentido.
El joven Malfoy se mostró sorprendido, entreofendido y respetuoso. Y finalmente regresó al partido de quidditch a paso rápido y mirando por encima del hombro hacia el cabizbajo Severus que estaba inclinado, sentado en el banco con aire melancolico.
Severus bajó los hombros con rendición. No podía hacer nada mas con ese chico. Draco debía saber que podía confiar en él. Era amigo de su padre, y sin duda era sabido por Draco que era un mortífago.
Si Draco estuviese trabajando en un plan de Lucius o hubiese entrado al servicio de Voldemort, habría confiado en él... pero no lo hacía. ¿Y si Draco había decidido vender a su padre y a los mortífagos¿Ganarse el favor del ministerio? Esto le aliviaba en parte y le horrorizaba en otro.
No podía soportar la idea de ver a Draco sufrir su mismo sino, vivir la vida del traidor, del espía, no era una vida. Era un infierno, y no quería ver a Draco en él.
- Pareces tenso, Severus.
- ¿La relación ente eso y tu presencia se te escapa, Oloth?
Charnag estaba tras Severus, de pie tras el banco. A lo lejos se oían las exclamaciones y aplausos del partido. Los vitores, los abucheos y el comentarista.
Charnag apoyó las manos sobre los hombros de Severus. Charnag sintió la tensión del profesor de pociones, todo Severus estaba tenso como un animal asustado. Pero no hubo una reacción violenta ni aguijonazo verbal.
Una brecha...
- ¿Qué está haciendo, Oloth?
- Nada malo, Severus.
Empezó a masajear lentamente, hundiendo los dedos con suavidad y en movimientos circulares. Charnag apenas podía creer que alguien pudiese tener semejante tensión acumulada, trabajó metodicamente hasta que Severus se irguió levemente y un ahogado gruñido de satisfacción llegó a sus oidos.
Charnag se arrodilló y continuó masajeando, recorriendo la espalda, deshaciendo nudos de tensión, calmando los músculos...
Agudizando el oido Charnag percibió la respiración de Severus, levemente acelerada...
- Severus...- Susurró a su oido sugerentemente y se arriesgó, tomando el sensible lóbulo entre los labios.
Severus se estremeció bajo sus manos con suspiro. Súbitamente el cuerpo se tensó de nuevo bajo sus manos y Severus se puso en pié como un resorte, volviéndose hacia Charnag, que pudo deleitarse en el rubor del pálido rostro y el brillo de sus ojos.
- ¿A qué te crees que juegas, Charnag?
- No juego, Severus, eres tú quién lo hace.
Charnag saltó sorteando el banco y rápidamente se plantó ante Severus.
- Apártate.
- Si quisieras apartarme realmente ya me habrías maldecido.
Severus intentó replicar. Pero vió sus labios sellados por los de Charnag.
Sedosos. Suaves. Llenos. Los labios de Charnag eran perfectos para besar, se movían sobre los suyos deslizándose hasta volverse mas insistentes e invadir su boca con la inquisitiva lengua. Sabía a menta. Severus se aferró a los hombros de Charnag sintiendo como las rodillas empezaban a fallarle ante el asalto. Su labio inferior desapareció en aquella boca deliciosa... Realmente Charnag sabía besar.
Los fuertes brazos le rodeaban la cadera con fuerza y el beso se volvió mas urgente, Severus se entregó al magnífico beso, dejando que le consumiera el deseo que no podía seguir reprimiendo. Lucius era una monja de clausura comparada con el modo en que Charnag le estaba excitando solo con un beso, un beso intenso, jugoso...
No sabía cuando le había desabrochado los botones pero pronto Severus sintió los calidos y húmedos labios recorriendo su cuello desde la oreja.
Los gritos subieron de todo y los coros a favor de Slytherin se dejaron oir. El partido había terminado.
- Espera... Oloth... el partido...
- Mmmmh... habrá que celebrarlo..
No podían quedarse allí, Severus hizo un esfuerzo sobrehumano para apartarse de aquellos deliciosos labios que recorrían su clavicula.
- ¡Charnag! Aquí no.
- ¿Dónde entonces?
Severus se quedó nuevamente anonadado hasta que finalmente dejó a un lado sus ya escasas reservas al respecto y cogió a Charnag por la muñeca.
- Ven.
Nota de la autora: Aaaadelante Charnag, le han animado los reviews y ha cogido carrerilla. Y lo cierto es que ahora que lo pienso, realmente Charnag está totalmente impregnado de otro personaje, ciertamente se parece a Jarlaxle... jo, si es que mis otros fanfics nunca me abandonan realmente.
