Los personajes de esta historia no me pertenecen. Son propiedad de Rowling.
No obtengo beneficio alguno por escribir esto salvo mi propio entretenimiento.
AVISO: Este fanfic es YAOI (y slash), si este género no te interesa o te resulta desagradable no lo leas, comprendo perfectamente esa postura.
Ignora la historia del sexto libro pero toma datos de él.
Es un SS/OMC (personaje original masculino)
Capítulo 15. Envenenamiento
Charnag se llevó una mano a la mejilla enrojecida y miró a Severus con absoluto pasmo. Severus parecía tanto o mas sorprendido que él, lo que daba una idea de lo involuntario del instintivo ataque.
- ¿Me... me has pegado?
Severus se miró la mano y después a Charnag, cambiando la consternación por la furia que había provocado la bofetada en primer lugar.
- Tu alianza con el lord Tenebroso nos hace aliados, aparte de eso... no vuelvas a acercarte a mi.
Severus se volvió con un vuelo de túnica y continuó su camino haciendo vibrar los cristales al paso de su magia enfurecida.
Charnag Oloth no era una naga feliz. Cerró la puerta de su despacho de un sonoro portazo y gritó con rabia y furia al tiempo que revertía a su forma natural, desplegando su cola por el despacho y golpeando una silla con un chasquido como de látigo.
Waess asomó la cabeza por la puerta del dormitorio, alarmada.
- ¿Se puede saber que pasa¿Te has vuelto loco?
- ¡Callate, Waess!
Levantó uno de los pisapapeles de su mesa y lo arrojó contra la estantería con rabia. La magia vibró a su alrededor y las ventanas se resquebrajaron.
- ¿Cómo se atreve¿Cómo ha osado?
Un frasco se rompió y la estancia se llenó de la fragancia de las violetas. Waess se deslizó hacia Charnag, ahora solo era un frasco de esencia, pero había cosas mucho mas peligrosas en ese despacho. Y si seguía irradiando poder en forma de naga acabaría por llamar la atención. Y encima gritando en parsel.
- ¡Basta ya, Charnag, recuerda nuestra situación!
La naga pareció recuperar el sentido lo suficiente y finalmente se concentró y polimorfó su cuerpo para volver a ser humano. Eso reduciría un poco su habilidad mágica y la posibilidad de que destruyera el despacho.
- Sientate, tomate una tila o muerdete la lengua pero no vuelvar a montar ese numerito.
Charnag masculló un insulto y en respuesta la gran serpiente le golpeó las piernas haciendole tropezar y precipitarse sobre el sillón. Charnag se sentó con toda la dignidad de la que fue capaz pero pronto perdió la compostura de nuevo y Waess tuvo que evitar un proyectir en forma de libro.
- Deja de comportarte como un crio¿qué ocurre?
- Severus Snape, eso ocurre.
Waess cerró los ojos conjurando su magia, no tenía mucha, pero la suficiente para activar conjuros sencillos, como invocar un vaso de whisky desde el armario y la botella necesaria.
- Oh, Waess, eres la mejor amiga que nadie pudiese tener.
- ¿Por alcoholizarte para que te calmes? Me alegro.- Siseó irónica enroscandose frente a la chimenea sin quitar la vista de encima de Charnag. Charnag se tomó un vaso del ardiente líquido agradeciendo el efecto sobre sus nervios.
- Ahora escupelo¿qué ha ocurrido con el estirado mortífago?
- El estirado mortífago es incomprensible, presuntuoso egocentrico, cretino...
- Aaah, ahora le veo... te ha dado calabazas.
Miró a Waess con tanta rabia que sus ojos revertieron a forma ofidia.
- Me ha plantado de una bofetada... el muy... gusano...
- Te dije que no iba a durar, eso lo sabías incluso tú, solo te molesta que seas tú el abandonado y no al reves.
- ¡Callate, Waess! Todo iba bien, se supone que saber que ya no tiene que ocultarme su alianza le gustaría¡en cambio está disgustado¡Es incomprensible!
Ante eso Waess siseó irritada y alzó la cabeza mirando a su amigo con toda la sabiduria de una sierpe vieja que había visto mucho y había estado al servicio de gente más sabia.
- Eres un mocoso petulante¿incomprensible? No entenderé jamás que ves en tus amantes humanos pero sé como reaccionaría yo si mi amante apareciera una mañana con brazos y piernas.
- ¿Dándo la alarma porque hay un saurio en la ciudadela?.- Se burló Charnag con cinismo.
- Por favor Charnag, por mucho que disfrutes mirándote al espejo hay una gran diferencia entre que los humanos se sientan fascinados por las nagas y que deseen retozar con una.
Charnag se sirvió otra copa con gesto agrio y la vació de un trago.
- Como si ese humano tuviese mucho donde elegir¡puedo estar con quien se me antoje y pierdo mi tiempo con él¡Debería sentirse halagado!
Era inutil argumentar con él cuando decidía comportarse como un crio. Waess meneó la cabeza con un silencioso reproche y reptó silenciosamente hacia el dormitorio adyacente.
- Me da igual lo que hagas, pero no pongas en peligro la misión.
- Pierdete.
Se tomó otra copa, y otra, estaba enfadado, tan enfadado que le sorprendía que el whisky no entrara en ebullición al contacto con su lengua. Severus Snape... ¡le había abofeteado¡le había dado la espalda! Nunca se había sentido mas ultrajado e insultado, era Charnag Oloth, había estado entre los humanos durante años y sabía que ninguno, ni los casos mas difíciles, podían resistirse a su atractivo y encantos. Nunca le había revelado a ninguno su naturaleza de naga, pero no dudaba de que ninguno hubiese dejado que el detalle les apartase de tan magnífico amante.
O quizá si... Charnag frunció el ceño meditabundo... ¿le había asqueado a Severus descubrir que se había acostado con una naga? Despues de todo era un humano y los humanos tenían dilemas absurdos... pero los mortífagos e incluso Voldemort se habían mostrado extasiados por su aspecto y poder...
Fuera lo que fuera Severus pagaría muy caro su desprecio. Nadie, nadie le daba a Charnag con la puerta en las narices.
Se las pagaría. Severus Snape no tenía ni idea de lo que era una naga despechada.
- Han roto.
- ¿Qué?
Harry se preguntó nuevamente porque siempre era el último en enterarse de todos los rumores que corrían por el colegio. Parvati le miró con exasperación y los demás alumnos que estaban en la clase de DAO seguían cuchicheando.
- ¿Quién va a ser?
Harry frunció el ceño y ladeo la cabeza aun más confuso¿quién había roto?
- El profesor Oloth y Snape.- Aclaró rápidamente Hermione.
- ¿Han roto¿Qué os hace pensar eso?
Ron masticó apresuradamente su almuerzo y se apresuró a contestar ansiosamente.
- En primer lugar lo del buen humor se acabó, hoy Snape está hecho un basilisco.
- Y los slytherin confirman que Charnag ya no baja a las mazmorras.- Añadió Parvati.
- Y no se les ha vuelto a ver hablar desde hace cinco días, de hecho nadie les ha visto a menos de seis pasos, se evitan como la peste.
- Y ya no se sientan juntos nunca, y Severus no le mira ni de reojo.
La labor de espionaje de los alumnos de Hogwarts era sin duda digna de elogio, Harry no podía creerse que dedicaran tantos esfuerzos a algo tan secundario como la vida sentimental de los profesores, nadie se había puesto a aquella increible labor de espionaje cuando había tenido lugar el ataque del basilisco u otras amenazas.
- ¿Qué les habrá ocurrido? Parecían tan felices en la taberna de las Tres Escobas.
Hermione suspiró románticamente precedida por las demás chicas de la mesa mientras los chicos ponían cara de consternación... mujeres.
- En fin, realmente el problema es que ahora Snape ha perdido la poca compasión que Charnag le producía y el profesor Charnag está bastante más irritable.
- Todos perdemos.
Harry miró a su alrededor... sonrisas que iban extendiendose por toda la mesa del comedor de Gryffindor. Oh oh...
- Tenemos que ayudar a que se reconcilien.- Parvati dio voz a los pensamientos de todos.
Harry suspiró y se cubrió la cara con las manos. En fin, era mejor que preocuparse continuamente por los mortífagos asesinos y Voldemort. Aunque de momento no pensaba volver a Hogsmade, este fin de semana iba a quedarse tranquilo.
- El futuro no es definitivo, eso es algo que los humanos olvidais con frecuencia.
Severus no hizo ningún comentario, Firenze, como casi todos los adivinadores, solía ser críptico en sus palabras sin decir nada claro. El centauro hacía repicar sus cascos al caminar por la calle, no era el vigilante mas discreto que se podía pedir pero su presencía imponía en las calles de Hosmade. Y las estudiantes no se alejaban demasiado de su adorado profesor de Adivinación. Para despecho de los estudiantes celosos.
- Es una suerte que Potter haya decido no salir a Hogsmade a ser otra vez un blanco humano.
- Nadie debería ser privado de la libertad de alzar el vuelo.
Excesivamente poético para el gusto de Snape, pero cierto. Suspiró, nunca había tratado demasiado con Firenze, se limitaba a considerarlo tolerable, no se embarcaba en conversaciones intrascendentales ni molestaba en absoluto a nadie, ni había duda alguna de su lealtad. Severus no solía pasar tiempo con los demás profesores, exceptuando a MacGonagall y quizas a Vector, la aritmancia no era un temaprimordial para Severus, pero algunas de sus aplicaciones si que podían resultar practicas en la preparación de nuevos conjuros. Ya lo había comprobado al crear un par de conjuros cuando solo era un estudiante.
Hacía un frio clasico de invierno, en una semana empezarían las vacaciones de invierno y muchos alumnos regresarían con sus familias. Potter, como siempre, permanecería en Hogwarts durante la Navidad. Y esa misma noche Voldemort le llamaría para el gran ataque programado... y Dumbledore aun no había regresado de Merlín sabía donde...
- Ayer las estrellas me hablaron de usted, profesor Snape.
- Creía que solo hablaban de generalidades.- Replicó Severus no pudiendo evitar el cinismo...
No podía evitarlo, estaba irritable, muy irritable, cualquier cosa le ponía a flor de piel. Cada vez que tenía que estar en el mismo espacio que Charnag se enfadaba tanto que le sorprendía que nadie oyera el rechinar de dientes. Esa serpiente...
- Ayer la estrella de Zeta estaba especialmente opaca, es una estrella doble. Es una mala señal.
- Creía que las predicciones de muerte y desolación eran exclusividad de Sybill.
Severus solo quería ignorar al centauro, examinó con ojo clínico a una bruja que trataba de vender a un par de alumnas unos collares que supuestamente las protegerían de filtros de amor y de control mental. Una pasada le bastó para comprobar que el aura mágica de los collares no era mas que un conjuro de eso mismo, aura mágica.
Mientras no les hiciera daño los alumnos podían tirar su dinero donde quisieran.
- ¿No le interesa la Adivinación, profesor Snape?
- Ni lo más mínimo, es inexacta, caótica, confusa y muy poco práctica.
Firenze le dirigió una mirada de curiosidad.
- En general los humanos siempre estan inquietos respecto al futuro, buscando respuestas.
- No creo en el destino, nos labramos nuestro propio destino y todo es consecuencia de nuestras decisiones, no de una bola de gas ardiendo a miles de kilometros.
El centauro sonrió haciendo suspirar a cuantas jovencitas lo vieron. Severus fulminó al grupo de adolescentes con la mirada y estas se dispersaron.
- ¿Qué signo zodiacal es usted profesor Snape?
- ¿Por qué no lo adivina?
- Me atrevería a decir que es un Capricornio, pero nada en esta ciencia es exacto.
Como odiaba cuando acertaban, si, era un Capricornio. Severus chistó a un vendedor que se acercó demasiado y el tipo salió por piernas dandole no poca satisfacción.
Firenze interpretó el silencio como un sí, continuaron caminando por las calles de Hogsmade siguiendo a los alumnos, o al menos a la mayoría de ellos, Severus disfrutó del paseo invernal, le gustaba esa época del año... o le gustaría si el calendario no hubiese decidido llenarlo de festividades absurdas, invierno era la estación de las fiestas ruidosas, Halloween, Navidad, Año Nuevo... el miercoles sería el baile de Navidad.
- Cuando Zeta está opaca solo puede ser por un motivo.
- ¿Qué estaba nublado la noche que miraste en su dirección?.- Conjeturó Severus.
- Que la estrella doble ha perdido brillo porque sus partes se han separado.
- Pobre.- Severus escupió la palabra con auténtico veneno, ahora podía poner a Firenze en la lista de profesores que no apreciaba.
- Hay tres finales para la estrella de Zeta. O bien una de ellas se apagará para siempre, dejando a su hermana a medias, o ambas morirán... o bien se reconciliarán y brillaran mas que nunca.
Severus reprimió el deseo de maldecir al centauro, lo que oía le hacía pensar que se refería a Charnag y él, y eso le molestaba en gran medida. Le irritaba mucho.
- Gracias por la información, disculpa sino baso mi vida en las predicciones de un exiliado.
Era un golpe bajo, lo sabía, pero al menos haría que la proxima vez Firenze se lo pensara dos veces antes de acercarse a él a conversar sobre su futuro. Se echó la bufanda sobre el hombro y apresuró el paso alejandose del centauro. Le había herido, en el fondo lo sentía, pero era mejor que el centauro viese desde el principio con que tipo de persona trataba, mejor dolido que traicionado.
Severus no era una buena persona, prefería dejarlo claro y evitar dolor a la gente. No como otros gusanos.
- Capricornio sin duda.- Oyó decir a Firenze a su espalda.
Como detestaba que hubiese acertado su signo zodiacal, se volvió lentamente mirando a Firenze con profundo desprecio.
- ¿Y qué horrible faceta de mi personalidad te anuncia tan claramente que soy Capricornio?
- Poco emotivo en general, parapetado y siempre a la defensiva. Gran capacidad de concentración, frío, retraido, duro, desconfiado, sólido como una roca... Severus Snape, eres el Capricornio por autonomasia.
Suficiente. Severus entrecerró los ojos, sus negras pupilas indistinguibles del iris como gemas de obsidiana. Ira fria como la nieve que le rodeaba.
- Nada es definitivo.
- No, incluso el ambicioso, solitario e inexorable Capricornio tiene cualidades preciosas. Si da su corazón, será para siempre, y su lealtad por supuesto.
Severus apretó los puños, lealtad¿él¿el traidor por excelencia? Estúpido centauro.
No veía el momento de regresar a Hogwarts, aunque fuera para esperar una reunión que no deseaba en absoluto.
- ¿Qué se supone que estas haciendo?
Waess había aguantado el mal humor de Charnag con estoicismo, pero lo había preferido a la sonrisa de diabolica satisfacción que ahora veía en su cara. Le recordaba demasiado a esas ocasiones en que un Charnag mas joven había esperado a que su padre se durmiera para atar su cola a de otra naga. O había colado escorpiones bajo la cama de sus hermanas... Fuera lo que fuera, era malo.
No sabía que pretendía Charnag colandose en el despacho de Severus Snape pero no le gustaba en absoluto.
- Oooh no temas querida amiga, nada que ponga en peligro la misión. Solo un poco de dulce venganza.
- ¿Venganza? Me temo que debo recordarte que tu ex –amante es un mortífago y por tanto actuar contra él...
- Voldemort come de mi mano y hará lo que yo desee para complacerme, esto no alterará en absoluto nuestro pacto.
- Aun así juegas con fuego, es muy pronto para hacer este tipo de afirmaciones.
Charnag movió la boca imitando la tipica regañina y sacó un frasco marrón de su bolsillo... vertiendo dos gotas del líquido en cada caldero que había allí reposando.
- Esas pociones son un encargo de Voldemort, eso es actuar contra...
- Son pociones de Sigilo para los mortífagos, nada imprescindible, pero sin duda Voldemort culpará a Severus por su incompetencia.
- Charnag... eso es excesivo.
- Oh, vamos.- Charnag sonrió al comprobar que los calderos empezaban a bullir.- Solo es una travesura.
- Snape pagará esta travesura, Charnag, deberías pensar en eso.
La naga movió la mano quitandole importancia mientras se iban.
- Disfrutaré viendo como le ponen en su sitio. ¿Qué es lo peor que puede pasarle? Le degradaran a hacer pociones de primer curso o algo así.
Severus Snape sintió plomo en el estómago al entrar en su despacho... las pociones de Sigilo, arruinadas... alguien había añadido algo que las había hecho bullir y volverse gelatinosas...
Charnag... esa asquerosa naga... nadie más hubiese tenido la habilidad para entrar en su despacho ni los motivos para arruinar esas pociones. Ya no podía tenerle en la cama así que se proponía destruirle por medio de Voldemort...
La marca de su brazo ardió... tenía que reunirse con el señor tenebroso para entregarle las pociones... y no podía. Voldemort le destrozaría sin importarle sus excusas, ahora ya tenía otro espía en Hogwarts, aunque no fuese miembro de la Orden del Fenix... Incluso siendo un maestro en pociones... Voldemort no estaba muy razonable en su estado mental.
Y tenía que acudir.
Nota de la autora: Soy cruel, muy cruel, soy maliiisima,lo sé, lo acepto, pero prometo un final feliz.
