Perdido en mí
Capítulo 5: Un joven de Sacae

Los dos se enamoraron en la guerra. Pero ella era noble y él solo un nómada. Él se fue antes que las lágrimas de ella lograran tocar el suelo.

Caminando por un soleado día, iba un joven. Su forma de vestir, su largo pelo verde que formaba una trenza en su caída y su caminar, decía a leguas que era de Sacae. En lo único que era distinto era que no usaba un arco, sino, una espada. Su convicción era convertirse en el mejor espadachín aunque su corazón se había perdido en unos inocentes ojos verdes. No se había dado cuenta, pero su convicción de convertirse en el mejor espadachín se había pasado poco a poco en una manera de intentar olvidarla.

Pasaba por las tierras de Araphen. Estaba con poco dinero y su estómago le pedía algo con que llenarlo. Definitivamente, no podía llegar ha ser el mejor espadachín sin fuerzas para levantar la espada. Lo único que se le ocurrió ha este joven fue ir al coliseo, apostar lo poco que le quedaba de dinero y ganar.

- Excelente – dijo el señor del coliseo mirando la hoja de inscripción y el dinero del joven – muy bien… - lee el nombre en la hoja – Guy, ahora solo tienes que esperar – apunta a un pequeño patio con su dedo de la mano izquierda – ahí es donde esperan los que pelean
- Muchas gracias – dijo Guy, el cual partió hacía ese patio ha esperar su desafío del día

Estaba animado, esperaba encontrarse con un buen contrincante. Miró atentamente a la gente que estaba en el patio. No parecía conocer a nadie, siguió mirando.

- Hey – dijo una voz detrás de Guy – a ti te conozco
- Aaaaaaaaah – gritó Guy, lo había sorprendido
- Te he traído la más grande maldición de tu vida – continuo la voz - has entrado a un coliseo donde… ¡Casi no hay mujeres!

Guy se dio vuelta rápidamente. Sí, conocía a la persona que estaba ahí. No eran íntimos amigos, pero se habían conocido en el campo de batalla. Nunca se hablaron, pero sabía que no era alguien de desconfiar

- Si mi memoria no me falla – continuó el hombre de la voz – tu eres Guy… te ví hace 3 años, cuando viajaba con Lady Lyndis, Lord Eliwood y Lord Hector

Guy lo miraba algo confuso, no lograba recordar su nombre. Empezó a rascarse la cabeza intentando recordar.

- ¿No me recuerdas? – continuó – bueno, con tantas chicas hermosas que había ahí es algo difícil que me recordarás, soy Sain, caballero de la desaparecida Caelin
- Ya te recordé – dijo Guy – eres el que hablaba con todas las mujeres
- Con tantas preciosuras – dijo Sain - ¿Quién no?
- Eh… - dijo Guy
- ¿Qué haces aquí en el coliseo? – preguntó Sain - ¿Andas necesitado de dinero igual que yo?
- Si – contestó Guy

Bueno, Sain no estaba tan necesitado de dinero realmente. Él no había gastado ni la mitad del dinero que tenía para su viaje. Pero… ejemp… Lucius le había dado una mala noticia hace algunos días. Ellos dos estaban planeando hacer un viaje a Etruria, donde quizá podrían saber como sacar el espíritu del cuerpo de Ginna.

- Sain – dijo Lucius, aquella ves, algo preocupado – he estado calculando los gastos para el viaje
- ¿Por qué pones esa cara Lucius? – preguntó Sain – no creo que sea mucho dinero, le dejarás algo a Francesca para que se ocupe del orfanato, Ginna y yo no comemos tanto y tú mucho menos que nosotros dos
- No es eso realmente – dijo Lucius
- ¿Ah? – dijo Sain
- Yo tengo una pequeña plantación de las hierbas que le doy a Ginna para dormir – dijo Lucius – pero no suficientes para un viaje que puede durar meses…
- ¿Y eso qué? – dijo Sain – compra más hierbas, el dinero esta para gastarse
- Sain… - dijo Lucius – son caras esas hierbas
- ¿Muy caras? – preguntó Sain – no creo que sea más de lo que reuní para mi viaje
- 20.000 monedas – dijo Lucius – nos costaría comprar las hierbas suficientes para 6 meses
- ¿Qué? – dijo Sain al escuchar ese número – yo solo le escuche decir a Kent una ves que una Caballero Pegaso ganó ese dinero...
- Con mi trabajo de profesor – dijo Lucius – me demoraría 1 año en reunir ese dinero, tomando que tengo que pagar los gastos del orfanato…
- Parece que – dijo Sain agarrando su lanza – tendré que ir al coliseo más cercano…
- ¿Estas seguro? – preguntó Lucius – solo ha pasado 1 semana desde que te enfermaste, quizá tengas una recaída
- Yo ya estoy bien – dijo Sain – no debes tratarme como uno de los niños del orfanato
- Solo eres bastante descuidado – dijo Lucius – así no podrás cumplir la promesa que le hiciste a la hermana de Ginna
- Quedándome sentado tampoco – contestó Sain

Sain y Lucius se quedaron en silencio un momento. Lucius respiró profundo, Sain tenía razón.

- Esta bien – dijo Lucius – pero cuídate, estando muerto tampoco puedes cumplir tu promesa…
- Si… - dijo Sain – lo sé

Y así, terminó en el coliseo. Sain llevaba 1 día. Según sus cálculos, si ganaba todos los días podría juntar el dinero en 1 mes.

- Solo necesito un poco de dinero para comer – dijo Guy – y algo de practica para llegar ha ser el mejor espadachín
- Aaaaaah… - dijo Sain
- ¡Sain!

Ese gritó era de una pequeña que acababa de entrar en ese lugar. Era la pequeña Ginna que venía con Lucius

- Hola Sain – dijo Lucius acercándose

Todo el lugar quedo en silencio. Todos miraban a Lucius, cuando Lucius se percató de esto empezó a sudar a mares.

- Eh… - dijo Lucius
- ¡Pero que linda mujer! – gritó un señor que tenía un hacha el cual después miró a Sain - ¿Es tu esposa muchacho?
- ¿Ah? – dijo Sain – Pero que…
- ¡Cualquiera te envidiaría hombre! – interrumpió el señor
- Pero si es hombre – dijo Sain

De nuevo hubo un silencio, todos miraban a Lucius confusos.

- Eh… - dijo Lucius
- WAJAJAAJAJAAA – empezaron a reír los presentes
- Buena broma muchacho – dijo el señor – ¡Excelente! No creas que por decir eso dejaremos de mirarla
- ¿Qué acaso no… - dijo Sain antes de sentir que Lucius le tocaba el hombro
- Déjalos – dijo Lucius
- ¿Acaso no te enoja que te confundan con mujer? – preguntó Sain

Lucius miró algo dudoso a Sain, nunca había pensado si le enojaba o no que lo confundieran con mujer. Realmente, ya estaba hasta acostumbrado ha eso.

- No es eso… - dijo Lucius, no muy seguro – pero poco interesa lo que piensen de mi ¿No?

Si, pensaba Sain, poco interesa. Lo que le molestaba a Sain no era que confundieran a Lucius con mujer, sino era que habían dicho que Lucius era su esposa ¿Entienden como ahuyenta eso a las mujeres?. Guy se acercó a Lucius

- Tú eres… - dijo Lucius – debes ser Guy

Guy tampoco recordaba el nombre de Lucius. Pestaño unas cuatro veces antes de articular palabra ante él.

- ¿Realmente eres hombre? – preguntó Guy
- Eh… - dijo Lucius – sí… soy hombre
- ¿Era verdad? – preguntó Ginna

Lucius ya se sentía algo agotado por eso ¿Nadie sabía que era hombre realmente?. Sain y Lucius se miraron, respiraron profundo y decidieron no seguir con el tema.

- ¿Por qué ustedes dos andan por aquí? – preguntó Sain a Lucius y a Ginna
- Pensé que tendría hambre – dijo la pequeña Ginna – así que le traje algo para comer
- Yo aproveche de traerla – dijo Lucius – acabo de terminar las clases

Ginna le paso a Sain una pequeña caja donde había una carne asada, un poco de ensalada y algo de arroz.

- Gracias – dijo Sain

Sain se sentó en una banca que estaba cerca de comer. Cuando empezó a masticar el primer pedazo de carne notó que alguien lo miraba atentamente. Levantó su vista y busco a quién era, era Guy

- ¿Tienes hambre? – preguntó Sain

El estómago de Guy respondió por el, sus tripas se retorcieron. Guy se sonrojó un poco y empezó a mover un dedo nerviosamente sobre su mejilla.

- Si quieres – dijo Sain – Puedo compartir un poco contigo
- ¿En serio? – dijo Guy algo sorprendido
- ¿Por qué no? – preguntó Sain – No creo que a Ginna le importe ¿O no?
- No – dijo Ginna sonriendo – no me importa
- Gracias – dijo Guy a la pequeña Ginna tomándole las manos a Ginna – y… lo siento por no presentarme pequeña Ginna, mi nombre es Guy
- Guy… - dijo Ginna algo sonrojada
- Si quieres comer te apuras – dijo Sain algo enojado – que yo también tengo hambre

Lucius miró con curiosidad aquella reacción de Sain ¿Qué acaso le molestó que Ginna se sonrojara al frente de Guy? Lucius empezó a creer que Sain inconcientemente iba a tomar el papel de papá de Ginna, aunque no lo podría asegurar aun.

- Por supuesto – dijo Guy sentándose rápidamente

Guy iba a tomar un pedazo de carne cuando…

- ¿No te voy a deber nada por esto? – preguntó Guy acordándose de que Matthew le había dado 3 pedazos de carne y por eso le debía unos favores
- ¿Por qué me deberías algo? – preguntó Sain algo confuso – solo come

De ahí en adelante, Guy y Sain comieron muy callados. Los dos tenían hambre y la comida de Ginna estaba exquisita. Lucius miró como Ginna sonreía mientras veía eso

- Por lo menos ahora se esta relajando – pensó Lucius – eso bueno tener un rato feliz entre tanta tragedia

Lucius no lo había querido decir, pero su enfermedad del alma se había agudizado en algo. Solo la joven Francesca sabía que la tenía, la enfermedad de alma donde él tomaba algo del sufrimiento del otro y lo hacía suyo. Absorber en algo el sufrimiento de Ginna y Sain de las últimas semanas lo había dejado muy cansado. Tanto así, que tuvo que mentirle a Sain, no fue ha hacer clases, había estado en cama recuperando fuerzas por orden de Francesca.

Justo al terminar, Sain fue llamado a su primer combate

- No nos enfrentaremos hoy Guy – dijo Sain – pero cuando lo hagamos, debes estar listo para perder
- No creo que seas tan bueno – dijo Guy – pero sea lo que sea, servirá para entrenar
- Oh – dijo Sain – ahí veremos…

Sain subió a su corcel, tomó su lanza y entró a la arena. Al frente de él estaba el señor del hacha.

- Quizá si te mato sin querer – dijo el señor del hacha – pueda quedarme con tu nenita
- No creo… - dijo Sain
- ¿Tan fiel es a ti? – preguntó el señor del hacha

Sain se pegó un manotazo en la cara ¿Qué acaso aun no entendía que Lucius era hombre?

- Mejor peleemos – dijo Sain algo cansado del asunto

Una mujer, con apariencia de ser una maga de experiencia, pelo café amarrado en forma de tómate y un cuerpo que cualquiera desearía a su edad, miraba atentamente las peleas del coliseo.

- ¿Estas segura que hay buenos peleadores en el coliseo? – preguntó un hombre que estaba al lado de ella. Este parecía ser un guerrero de amplia experiencia, con grandes músculos, piel curtida y una mirada seria
- Necesito mercenarios – dijo la mujer – desde que aquel joven Raven esta desarmando nuestros negocios hemos perdido muchas de nuestras tropas…
- Se entiende – dijo el hombre – pero sé inteligente, tampoco deben darse cuenta de nuestros planes originales…
- Lo tengo muy claro – dijo la mujer – más de lo que lo tienes tú

Guy esperaba ansioso su pelea, pero antes tenía que esperar que terminara la de Sain. Pensaba en muchas cosas, pero siempre aquellos ojos verdes volvían a su memoria. Ginna lo estaba mirando

- ¿Pasa algo pequeña Ginna? – preguntó Guy
- Eso me preguntaba… - dijo Ginna mirándolo a los ojos

Guy se sintió algo nervioso al verse reflejado en los ojos de Ginna. Ginna movió su cabeza un poco

- Usted… - dijo Ginna – tiene un peso en su alma
- ¿Un peso? – preguntó Guy algo confuso - ¿Cuál peso?
- Usted lo sabe mejor que yo – respondió Ginna

Guy miró hacía arriba, sus ojos se humedecieron un poco.

- Espero que estés bien – pensó Guy – Priscilla

Fin del capítulo