Perdido en mí

Capítulo 8: Empezar de nuevo

Me siento débil. He caído, he sido vencido… La realidad acaba de pisotear mi sueño como si fuera un simple trapo en el suelo. ¿Qué puedo hacer en estos momentos? Siento lástima de mi mismo, perdido en estos pensamientos… Me siento débil, muy débil. Mi sueño era ser fuerte, tomar mi espada y defender a mi pueblo. ¿Podré ahora defenderme a mi mismo?

Faltaban unas pocas horas para el amanecer. Sain cabalgaba con una antorcha en la mano hacía el orfanato. Se sentía cansado, llevaba 2 semanas trabajando para Limtia. No era fácil, el tal Exequiel lo tenía observado todo el tiempo como si fuera un posible traidor. Él necesitaba ese dinero más que nada en estos momentos.

Se bajo de su caballo, entro en silencio al orfanato. Todos dormían. Se quedó parado un momento en la entrada, un viento suave y frío paso por su cabello… La soledad y la tranquilidad reinaban en ese momento. Miro el techo, respiró profundo y siguió su camino hacía la pieza.

En ese caminar, observó la puerta de la pieza donde estaba Guy. La abrió un poco para ver como estaba. Para su sorpresa, Guy estaba despierto, después de haber estado 2 semanas sin dar símbolos de vida.

Guy miraba el techo, además de sus ojos abiertos y un pestañeo de ves en cuando, se podría decir que estaba muerto. Su cuerpo no sé había movido ni un solo centímetro desde la última ves que Sain lo vio.

Lentamente, Sain entró a la pieza. Parecía que Guy no sabía de su presencia. Sain lo miró más de cerca, noto una expresión muy triste en su mirada. Guy cerró los ojos, unas lágrimas rodaron por sus mejillas. Sain se sentó en una silla al lado de él.

El silencio que rodeó a los dos conmovería a cualquiera. Guy abrió los ojos a medias y siguió mirando el techo.

- Lamentarte de ti mismo – rompió Sain el silencio – no te servirá de nada

Silencio de nuevo, Guy solo pestaño un momento. No parecía querer escuchar a Sain.

- Sé que es difícil – continuó Sain – pero sigues vivo, así que aun puedes hacer tu vida

Unos pequeños rayos de luz lograron pasar las cortinas de la pieza, estaba amaneciendo.

- Lo que hagas de aquí en adelante – siguió Sain algo enojado por el silencio de Guy – no me importa ni me interesa, si quieres suicidarte, hazlo… pero antes, solo quiero que sepas una cosa…

Sain miró el suelo, respiro 4 veces profundamente, abrió la boca unas cuantas para decir algo pero no lo hacía.

- Ginna – dijo Sain con algunas lágrimas en los ojos – ella arriesgo su vida para poder devolverte tu brazo… Sé que no puedes moverlo… Pero… para lograrlo se debilitó, ahora, ella esta muy grave… ¡Te digo que pienses en eso antes de hacer cualquier estupidez!

Silencio, Guy no se movió para nada. Seguía mirando el techo con expresión triste. La rabia interior de Sain, al no escuchar ni una respuesta de Guy, fue grande pero decidió tragársela. Salió de la pieza.

Guy se sentó en la cama. Vio las vendas y su brazo que le pego Ginna.

- ¿Acaso no es lo mismo – pensó Guy – tener un brazo muerto que no tenerlo?

Movió su hombro, era lo único que le quedaba movimiento de ese brazo. Miraba su mano, su mano muerta, aquella mano que era fuerte y tomaba la espada. Ahora, solo caía… Aunque mucho intentara, no se movía.

- ¿Por qué? – pensó Guy, pegándole a la cama con su otra mano y con lágrimas en los ojos - ¿Por qué a mi?

Lucius terminó sus oraciones, al salir, vio a un Sain enojado que caminaba hacía su pieza

- Sain – dijo Lucius - ¿Paso algo en el turno?

- Despertó Guy – dijo secamente Sain

- ¿Despertó bien? – preguntó Lucius preocupado

- Si – dijo Sain – la cosa es que se de cuenta… ¿Cómo esta Ginna?

- Mejor – dijo Lucius – el obispo dijo que despertará entre hoy y mañana

Sain sonrió, con eso, se sentía aliviado para todo el día.

- ¿Qué hacen ustedes dos conversando? – Interrumpió bruscamente Francesca – ¡hay muchas cosas que hacer!

- Sain viene del turno – dijo Lucius – creo que debe descansar

- Pero si me deja trabajar con usted creo que podría seguir trabajando eternamente – dijo Sain a Francesca – ¡Porque nuestro amor nunca será vencido!

- Eh… - dijo Francesca – mejor descansa

- Buuu… - dijo Sain

Lucius sonrió y fue a ver a Guy. Al llegar, Guy estaba de pie. Se veía algo debilitado. Recién había logrado pararse. No sé si ustedes han estado acostados sin pararse por más de 2 semanas, pero si es así, sabrán que al volver a pararse uno se marea. Eso le paso a Guy

- ¡Cuidado Guy! – gritó Lucius

Guy sintió que se caída, no alcanzó a reaccionar. Lucius tuvo que agarrarlo a la mitad de la caída, a pesar que apenas se lo podía. Lucius logró que Guy se hincara. Francesca y Sain aparecieron en la pieza, el grito de Lucius los había preocupado.

- Ayúdame a dejarlo en la cama – le dijo Lucius a Sain – no ha comido en 2 semanas…

Sain se limito a ayudar a Lucius. Guy no abrió los ojos mientras lo dejaban en la cama.

- Traeré algo para comer – dijo Francesca

- No debes pararte hasta comer algo – dijo Lucius a Guy - ¿entendido?

- Entendido… - dijo Guy, con voz cansada

Una pequeña persona, algo débil, entro por la puerta.

- ¿Qué haces aquí Gin? – preguntó Lucius al ver a Ginna ahí

- Debes ir a la cama – dijo Sain – estas enferma…

Guy miró a Ginna. La pequeña se veía mucho más delicada de lo que ya era. Esta se acercó a Guy, Guy pudo ver reflejado a si mismo en los ojos de Ginna.

- Lo siento – dijo Ginna – no pude… no pude devolverle su brazo como era

No saben la sorpresa que fue para Guy escuchar eso. Abrió su boca sin decir nada, miró su brazo y después a Ginna.

- No creo – dijo Guy – que sea necesario… disculparse…

Sain cruzo los brazos, miró seriamente esto.

- Realmente – continúo Guy – yo debería darte las gracias

Ginna miró confundida a Guy

- ¿Por qué? – dijo Ginna

- Al tener mi brazo – dijo Guy, como intentando parecer animado – puedo buscar alguien que pueda devolverle el movimiento… sino me lo hubieras devuelto, ya no tendría esa opción

La felicidad que apareció en la cara de Ginna, hizo que Sain le perdiera algo de enojo a Guy. Igual, había que entenderlo, no era fácil recuperarse de una caída como la que había tenido.

- Ahora debes ir a descansar – dijo Sain a Ginna – o sino, lo que le pagamos al obispo será inútil

- Ya voy… - dijo Ginna

Sain puso su mano en la cabeza de Ginna, sonrío un momento

- Cuando te recuperes saldremos y te compraré un gran helado – dijo Sain a Ginna – asi que recupérate pronto

- Si! – dijo Ginna alegremente

Sain y Ginna salieron de la pieza al mismo tiempo que Francesca entro con la comida para Guy.

- Bueno – dijo Francesca – cómetela toda, yo debo ir a ver a los niños

- Yo iré más rato – dijo Lucius

Francesca salió. Ahí, Lucius se sentó en la silla al lado de la cama de Guy.

- Guy… - dijo Lucius – que bueno que estés mejor, estábamos muy preocupados por ti

Guy empezó a comer, el hambre se había apoderado de él un momento.

- ¿Qué le pasa a Sain? – preguntó Guy finalmente

- Le preocupa mucho Gin – dijo Lucius

- ¿Gin? – preguntó Guy

- Ginna… - dijo Lucius – desde que ella te curo, ha estado muy enferma… tanto, que Sain se ha gastado todo su sueldo en 2 semanas para traer a un obispo todos los días para que la vea…

- Nunca lo pensé de él – dijo Guy extrañado – no diré que lo conozco, pero todos los que viajamos aquella ves, sabíamos que Sain no era muy responsable que digamos

- La gente puede cambiar… - dijo Lucius – puede cambiar…

- QUE TE DIJE QUE NO QUIERO AYUDA – gritó Francesca desde la cocina

- O no… - concluyó Lucius

Guy terminó su comida y durmió un par de horas. Al despertar de nuevo, pensó en lo que había pasado

- No puedo quedarme aquí – pensó Guy – si es que quiero lograr mi sueño… tengo que… - miró su mano que se aun tenía buena – continuar peleando, aunque sea con esta mano…

Decidió levantarse, fue algo difícil en un principio, pero con un poco de ánimo lo logro. Al final, tomó su espada y salió a la llanura.

Hermoso era el día, el lago estaba limpio, el pasto verde, algunos niños jugaban por ahí. Guy movió la espada, pero perdió el equilibrio inmediatamente.

- Auch – dijo Guy al caerse en el suelo

- Debes tener cuidado – dijo Lucius – como tienes un brazo inmóvil se te hará más difícil el equilibrio

- ¿Cómo? – dijo Guy

- Tú usabas el brazo para equilibrarte mientras atacabas con la espada – siguió explicando Lucius – pero no los hacías conciente

Guy miraba algo confundido a Lucius, se paró y decidió continuar

- Debes practicar como moverte primero – dijo Lucius

- ¿Cómo sabes tanto? – preguntó Guy a Lucius

- Siempre me intereso ser guerrero – dijo Lucius – mi padre fue un mercenario… pero como soy débil, no pude… pero igual, aprendí muchas cosas, aunque más teóricas que otra cosa

- Oh… - dijo Guy - ¿Me ayudarías entonces?

- No sé – dijo Lucius – quizá Sain pueda ayudarte más… él fue caballero en Caelin, quizá tenga algo de entrenamiento con la espada… aunque ya tiene bastante trabajo. Ni hablar yo con los niños…

- Lo haré solo entonces – dijo Guy – siempre lo he hecho solo y lo seguiré haciendo

- Esta bien – dijo Lucius – pero mientras no pases de cierto nivel, por favor, no se te ocurra irte

Guy no entendió bien eso

- ¿Por qué? – dijo Guy

- Estás débil aún – dijo Lucius

- ahh… - dijo Guy

- Hablando de eso – dijo Lucius – a la cama

- Pero me siento bien – dijo Guy

- Oh si claro – dijo Lucius – te hubieras visto esta mañana… a la cama se dijo, no seas niño mal educado

- No soy un niño… - dijo Guy

- Yo soy el jefe de la casa – dijo Lucius – así que a la cama

- Pero… - dijo Guy

- NADA DE PEROS – gritó finalmente Lucius

- Esta… - dijo Guy – bien…

Guy entró al orfanato, Lucius respiró profundo. "Si que tiene energía" Fue lo único que pensó

- Lucius… - dijo una voz

- ¿Qué haces aquí Sain? – preguntó Lucius – si tu turno termina en 3 horas

- El señor Exequiel – así le había tenido que llamar Sain mientras estuviera trabajando para él – saldrá por unas semanas… lo más probable es que me quede toda la semana allá

- Entiendo… - dijo Lucius – cuídate

- Cuida a Ginna – dijo Sain

- Lo haré – respondió Lucius

- Y dile a lady Francesca que pensaré en ella todo el día – dijo Sain – una hermosa mujer nunca será olvidada aunque el tiempo pase o la pasión se opaque

- Son solo unas semanas Sain… - dijo Lucius

- El amor no permite que nos separemos ni siquiera 1 día… - siguió Sain – mi corazón siempre ha palpitado por ella…

- Creo que debes irte ahora Sain – dijo Lucius

- Tienes razón – dijo Sain – Lady Limtia me dio solo media hora para decirles… ¡Nos vemos!

Lucius miró el cielo, suspiró un momento. Todo lo que estaba pasando, no podía quitarle de la cabeza la preocupación por una persona.

- ¿Qué estas haciendo – pensó Lucius – Lord Raymond?

Mientras Sain cabalgaba, vio a un hombre pelirrojo. Aquel hombre pelirrojo se le hacía muy conocido. Decidió no pensar en eso y seguir cabalgando

Esta noche… - pensaba el hombre pelirrojo – esta noche…

Fin del capítulo