"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro."
Albert EinsteinPerdido en mi
Capítulo 15: Llegada a Caelin
El ser humano es conocido por ser el único animal que se conoce que tiene la habilidad de caer en el mismo error más de una ves. ¿Qué acaso no aprendemos tan fácil? No, el ser humano tiene tantas tormentas en su interior que es fácil que se confunda de nuevo en algo
Es precio de tener sentimientos y razón al mismo tiempo…
- No es necesaria ir tan rápido – dijo Lucius a Sain – llegaremos a Caelin al anochecer…
- ¿Al anochecer? – dijo Sain - ¡Eso es perder un día en Caelin! Quiero que Ginna conozca a mi madre y a Kent lo más pronto posible
Sain estaba muy alegre, estaba muy cerca de Caelin. ¿Por qué sentía que extrañaba tanto aquel lugar? Solo llevaba unos cuantos meses afuera. Bueno, era la primera ves que hacía un viaje solo, siempre salió con su fallecido padre o con Kent.
Ginna estaba cansada, pero la alegría de Sain la obligaba a poner buena cara y no preocuparlo. Igual, en Caelin tendrían un largo descanso.
A pesar del apuro de Sain, llegaron al atardecer como Lucius lo había dicho. Sain abrió la puerta de su casa, la cual estaba iluminada.
- ¡He llegado! – gritó Sain abriendo la puerta
- ¿No deberíamos haber tocado la puerta? – preguntó Lucius a Sain
Al mirar a Sain, Lucius notó que Sain más que alegre parecía sorprendido. Ahí miró hacía la casa y vio un hombre sentado en la misma mesa con la madre de Sain.
- Disculpe si la hemos interrumpido en algo – dijo Lucius inmediatamente – no quisimos…
- ¡Sain! – gritó la madre de Sain - ¡Mi pequeño ha llegado!
Sain no pudo reaccionar para cuando ya tenía a su madre en su cuello abrazándolo. Él hombre que estaba sentado se paro y miró contento la escena.
- ¡Mi pequeño! – seguía gritando – ¡No sabes como te he extrañado¡Y traes visitas¡Qué lindo!
- Yo también me alegro de verte mamá – dijo Sain algo incómodo por tener a su mamá en el cuello
- Bueno jóvenes – dijo el hombre – me disculpan, pero yo ya me iba… Nos veremos Eliza
- Nos vemos! – dijo la madre de Sain alegremente soltando a Sain
El hombre salió, se veía que era una persona muy seria, pero en ese momento sonreía.
- Ya dime – dijo Sain al ver que el hombre se iba - ¿Qué hacía el padre de Kent aquí?
- Eso no le importa a un niño como tú – dijo la Sra. Eliza – son cosas de adultos
- Si ya estoy bastante viejo mamá – dijo Sain
- Nunca lo serás para mi – dijo la Sra. Eliza sonriendo – y ahora preséntame a tus acompañantes… - ahí mira a Lucius - ¡Oh! Por primera ves veo que traes una bella dama a la casa
- Señora Eliza – dijo Lucius lo más amable que pudo – mi nombre es Lucius y… soy hombre
- Wajajajajajajaja – rió la Sra. Eliza – buen chiste mi querida Lucy… - mira Guy - ¿Y este apuesto jovencito?
- Yo soy Guy – dijo Guy
- Gusto en conocerlo – dijo la Sra. Eliza – lástima que sea tan joven
Guy miró algo asustado a la Sra. Eliza después de ese comentario. Ella solo se limito a sonreír pícaramente y ver a Ginna.
- ¡Oh! – dijo la Sra. Eliza emocionada - ¡Si esta niña es igual a Sammy¿Cómo te llamas pequeña?
- Gin… Ginna – dijo Ginna -
- Que lindo nombre – dijo la Sra. Eliza - ¿Sabes? Eres igual a Samantha, mi difunta hija – cuando dijo eso le salió una lágrima en sus ojos – no sabes como la extraño a la pequeña… eres igualita…
Lucius notó un suspiro de Sain en ese momento. Lo más probable era que él hubiera notado ese detalle también, aunque nunca lo había expresado. Estaba bien, no tenía porque decirlo tampoco.
- ¿Tienes algo para comer mamá? – dijo algo cortante Sain
- Por supuesto mi pequeño – dijo la Sra. Eliza – ya les traigo algo, ustedes siéntense como en su casa
Ahí, Lucius observó la casa de Sain. Era sencilla. Tenía más cosas que el orfanato, eso si. Lo más característico era que tenía una chimenea bastante más grande que lo usual para una casa de mediano tamaño.
- La chimenea pertenecía a una antigua mansión que estaba aquí – dijo Sain, como adivinándole la mente a Lucius – fue lo único que quedo de ella después de un terremoto…
- Oh… - dijo Lucius – eso es interesante
- ¿Quiénes vivían en esa mansión? – preguntó Ginna
- No tengo idea – dijo Sain rascándose la cabeza – eso fue mucho antes de que yo naciera… lo más probable que unos nobles con bastante dinero, esa chimenea debe haberles costado una fortuna
- No puedo identificar los símbolos que tiene… - dijo Lucius
- Nadie lo ha podido – dijo Sain – mi padre trajo a varios eruditos, pero ninguno había visto ese símbolo antes… bueno, es bastante raro ver a un dragón que intenta perseguirse su cola o algo así
- Yo lo encuentro bonito – dijo Ginna – se ve tierno ese dragón
- No le puedo ver lo tierno – dijo Guy – pero si le da como un aire de importancia a la casa
- Si… - dijo Sain
- Tengo una mala noticia hijo – dijo la Sra. Eliza saliendo de la cocina – solo tengo comida para 2 personas…
- Yo puedo no comer hasta mañana – dijo Guy – es algo tarde para ir a comprar y estoy acostumbrado a pasar hambre
- Yo creo que lo más importante es que coma Ginna – dijo Lucius – y la Sra. Eliza…
- No – dijo la Sra. Eliza – estas muy flaca Lucy, así no encontrarás novio…
Sain y Guy se reían en sus adentros. Lucius miró el techo, respiró un momento y miró a la Sra. Eliza.
- Tranquila – dijo Lucius – yo estoy bien y… soy monje…
- Ya me vienes con eso de que eres hombre – dijo la Sra. Eliza – si eres tan linda
- Quizá podríamos salir los 3 – interrumpió Sain – a tomar algo afuera… podríamos invitar a Kent ¿Cuidarías a Ginna por nosotros mami?
- Como no – dijo la Sra. Eliza – será como tener a Sammy de nuevo en la casa
- Cuida bien a mi mamá Ginna – dijo Sain acercándose a Ginna
- No creo que sea buena idea – dijo Lucius – no tenemos dinero como para ir gastando así como así…
- Ya relájate! – gritó Sain – Alguna ves hay que pensar en otra cosa ¿No?
- Será interesante – dijo Guy – yo casi nunca ando con dinero como para tomar algo…
- Decidido! – dijo Sain - saldremos los 3
- Pero… - dijo Lucius
- Ya vamos! – gritó Sain
Sain agarró del brazo a Lucius, este no pudo oponer resistencia a la fuerza de Sain. La Sra. Eliza sonrió al verlos salir
- Mi pequeño Sain se ve tan bien al lado de Lucy… - dijo la Sra. Eliza a Ginna cuando ya habían salido
Lucius fue arrastrado hasta una casa algo más grande que la de Sain. La cual tenía algunos guardias afuera. Era obvio que Kent tenía que tenerlos ahora que era el regente.
- Vengo a visitar a Kent – dijo Sain al guardia – mi cara es mi tarjeta de presentación
- Si ya sé Sain – dijo el guardia – pero el Sr. Kent pidió que nadie lo molestara esta noche
- Por favor – dijo Sain – soy su mejor amigo…
- Ven mañana y tal ves te atienda – dijo el guardia – pero ahora no podemos dejarte pasar
- Aguafiestas… - dijo Sain
- Así – dijo el guardia – hace tiempo que no te vemos por estos lados. Parece que te fue bien en tu viaje, la chica esta bastante linda
- Emmm – dijo Sain – es hombre
- Wajajajajajaja – dijo el guardia – buen chiste Sain, yo pensaba que cuando tuvieras una chica nos la presentarías a todos, orgulloso de ello, pero como veo, dices que es hombre para que nadie te la quite… ten cuidado hombre, no seas tan celoso
- Creo que mejor nos vamos – dijo Lucius – igual, Kent no podrá atendernos hoy
- Mañana lo verás – dijo Guy – igual, no creo que nos pase algo esta noche
- Tienen razón – dijo Sain – ¡vamos a la taberna más cercana! Que tengas buena noche Willy
- No mejor que las de ustedes… - dijo Willy – ¡Toma toda la cerveza que no podré tomar yo esta noche Sain!
- ¡Eso y mucho más! – gritó Sain
Ahí, Sain vio en una de las ventanas de la casa a Kent ¿Acaso había observado todo? Debería por lo menos haber salido a saludar. Pero… su cara se veía cansada y tenía unos papeles en su mano.
- Debe estar trabajando mucho… - pensó Sain – tiene cara de zombie… mañana lo convenceré de que se tome el día libre
Sain caminó decidido y algo pensativo. Oía que Lucius intentaba convencerlo que ir a tomar no era buena idea, pero no procesaba nada. Estaba pensando en como convencer a Kent de tomarse el día libre mañana.
La taberna esa noche estaba media vacía. Era obvio, día de semana, rara ves se llenaba en esos días. Sain, Guy y Lucius se sentaron en una mesa. La niña que hacía de mesera se acercó dando un grito de susto.
- ¿Le pasa algo señorita? – preguntó Lucius
- De-des… ¡Desde cuando Sain trae a chicas a este lugar! – gritó la mesera
Lucius no dijo nada, se sentó y se dedico a ver la ventana. Se veía que ya estaba algo aburrido de eso.
- Eso no te interesa – dijo Sain, el cual también se había rendido de intentar explicar que Lucius era hombre – tráenos 3 cervezas por favor
- Esta bien… - dijo la mesera corriendo
Lucius seguía algo molesto mirando la ventana. Guy y Sain lo notaron inmediatamente
- Vamos Lucius – dijo Sain – este es momento para relajarnos, con un trago se te pasara todo
- Yo no tomo – dijo Lucius sin desviar su mirada de la ventana
- Para todo hay una primera ves – dijo Guy como intentando animar a Lucius - ¡Vamos!
- Además – dijo Sain – tú siempre has sido el calmado, no creo que te vas a enojar por tan poca cosa
- No es eso – dijo Lucius – es que creo que se me olvidó algo, cuando me pasa eso me pongo así…
- Lo que sea – dijo Sain – no tiene importancia
Ahí la niña llego con las cervezas
- Provecho – dijo la mesera
Lucius miraba algo desconfiado la cerveza que tenía al frente suyo.
- Eh… - dijo Lucius – no creo que sea buena idea…
- Para ti nada que te relaje es buena idea – dijo Sain – vamos! Toma
Sain agarró su jarra y bebió la mitad de ella.
- ¿Ves? – dijo Sain – es fácil
Lucius parecía reacio. Sain levantó una ceja, tomó la jarra de Lucius y lo obligo a tomársela.
- Sain… - dijo Guy mirando aquello
- ¿Pasa algo Guy? – preguntó Sain
- ¿No es algo peligroso que Lucius toma toda su jarra así? – preguntó Guy – es la primera ves que toma algo que no sea el vino de la iglesia…
- Tranquilo – dijo Sain - ¿Estaba bueno Lucius?
- ¿Ver luces de colores… hip… es parte de esto? – dijo Lucius, el cual parecía algo mareado, aunque contento
- Eh… - dijo Sain – creo que se saltó varias etapas… ¿Quieres otra cerveza Lucius?
- ¿Cerveza? Hip… – dijo Lucius – no creo que halla… hip… problema…
- Ehhh – dijo Sain contento – ese es mi Lucius, vamos que se puede!
Guy, el cual ya se había tomado la mitad de la jarra, estaba algo preocupado. Pero habían logrado que Lucius se relajara
- Lucecitas de… hip… de colores – cantaba Lucius – de colores! De colores! Hip!
A pesar de todo, fue un rato ameno. El la segunda cerveza, Guy se relajo un poco. Sain empezó a notar que sus compañeros no tenían mucha resistencia etílica, ya que él empezaba con esos estados después de varios litros de cerveza.
- Y me acuerdo que ahí Lord Raymond…hip!... me dijo – decía Lucius – hip!... que no quería una esposa… hip¡Jamás le creí!
- Quizá ahora termine casado con Francesca – dijo Guy alegremente
- Con lo mal que se llevaban – dijo Sain – ¡Demás!
Los tres rieron
- Sería útil ¡hip! – dijo Lucius – así Lord Raymond hip! Estaría siempre en un lugar hip! Y no me preocuparía hip!
- Pues si… - dijo Guy – cuando estábamos en el viaje con Lady Lyndis llegue a pensar que tu y raven eran novios…
- Hip – dijo Lucius – ni me acuerdes… hip… todos piensan que soy mujer… hip!... es algo que me tiene aburrido… hip!...
- No te preocupes por eso – dijo Sain – son tonterías de la vida, nadie creería que un hombre es tan bello
- ¿En serio hip! Soy bello? – dijo Lucius – hip!
- Si tuviera una pluma te lo fimo en tu cara! – dijo Sain
Ahí, un hombre desesperado abrió la puerta.
- ¡Una bestia! – gritó el hombre - ¡Una bestia de ojos amarillos esta atacando el pueblo!
¿Una bestia de ojos amarillos? El alcohol no dejo reaccionar de inmediato a Sain. Bestia…ojos amarillos ¡Ginna!
Sain saltó, recordando lo que había dicho Lucius
"- No es eso – dijo Lucius – es que creo que se me olvidó algo, cuando me pasa eso me pongo así…"
Era obvio. Se les había olvidado darle a Ginna la poción para dormir.
- ¡Cuida a Lucius Guy! – gritó Sain saliendo de la taberna
Sain salió corriendo hacía su casa, estaba preocupado, su madre estaba con Ginna…
Fin del capítulo
