Perdido en mi

Capítulo 16: Desesperación

He caído de nuevo en el mismo error ¿Lograré salir airoso esta ves? Me siento como un completo imbécil en este momento. ¿Qué puedo hacer? Pagar el error de equivocarme en algo tan importante… Por segunda ves

El sudor de Sain caía por su frente cuando este llegó a su casa. Las luces de las velas estaban encendidas

- ¡Mamá! – gritó Sain entrando

Reviso la cocina, las piezas, la sala de estar… Todo estaba solo, pero todo abierto.

- Mamá… - dijo a si mismo Sain después de revisar toda la casa - ¿Dónde estas?

¿Has estado alguna ves buscando a un ser querido sabiendo que le puede haber pasado algo malo? Imagínate lo mismo en el corazón de Sain, un nudo de desesperación y culpa por lo ocurrido.

Corrió un viento helado cuando Sain salió de su casa. Pasaron unos guardias corriendo. Llevaban sus armaduras y sus lanzas listas para dar la batalla. Uno de ellos llevaba una antorcha

- Ginna… - pensó Sain

"Ojos amarillos y profundos. Ojos como de gato, pero con un fuego interior, un fuego que quedaba en tu mente y que nunca se apagaba"

Un escalofrío sintió Sain en su espalda solo pensando que tendría que reencontrarse con Ginna convertida. ¡No! No podía sucumbir ante el miedo de un simple recuerdo, era un caballero que podía proteger a cualquier dama de cualquier cosa. Subió a su caballo

- Disculpa por molestarte en el descanso – le dijo Sain – pero es una emergencia

El cabalgar fue largo, recorrió la ciudad lo más rápido que pudo. Sus oídos estaban muy atentos a si alguien gritaba que veía una bestia.

Cada segundo fueron 2 para Sain. ¿Por qué el tiempo es tan relativo en la cabeza de cada uno?

- AAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRGGgggggg… - se escucho un grito en la plaza

Más fuerte que nunca fue el tiro de las riendas del caballo de Sain. Al llegar a la plaza, vio en el suelo a un guardia. El brazo estaba lleno de sangre

- Me arde… - dijo el guardia - ¡AAAAAAAAAAAAAAArrrrrrggggg….!

"Sain sentía fuego en sus manos, fuego que intentaba pasar a sus brazos, pero se quedaba ahí quemando más la mano".

Sain bajo de su caballo, casi inconcientemente saco una medicina que llevaba para ayudar al guardia. Vio la herida

"Lucius lanzo un gritó ahogado al ver que alrededor de las mordeduras de las manos y del brazo había una gran mancha negra".

Aquella herida… En aquel momento, el guardia estaba igual que cuando Ginna lo había mordido a él.

- Willy… - dijo Sain mirando al guardia

- Sain… - dijo Willy, se veía cansado – La bes-bestia esta… persiguiendo a Ke-kent esta… la bestia…

Ahí, se desmayo. El ardor lo estaba consumiendo. Su cara de dolor, su exagerado sudor…

- No puedo dejar a Willy aquí… - pensó Sain

- ¡Hijo! – se escucho un gritó

- ¡Mamá! – dijo Sain esperanzado, su madre se escuchaba bien

Entre una de las penumbras, la Sra. Eliza apareció. Miró a Sain preocupado.

- La pequeña Ginna… - dijo la Sra. Eliza acercándose a Sain – ella salió corriendo de repente… me gritaba que no la siguiera pero… ella… ella…

- Lo entiendo madre – dijo Sain pensativo

"- Cuida bien a mi mamá Ginna – dijo Sain acercándose a Ginna"

Ahora no podía preguntarle a Willy donde se había ido Kent. Sain intentó pensar en que podría hacer Kent en esta situación mientras otros jinetes se acercaban a ellos.

- ¡Hay que llevar a Willy con un médico! – gritó la Sra. Eliza a los jinetes

Los jinetes tomaron a Willy y lo subieron a uno de los caballos con el mayor cuidado.

- ¿Qué ha pasado? – preguntó Sain a los jinetes que quedaban

- Una bestia invadió la casa del regente – dijo uno de los jinetes – supuestamente Willy y él tenían que escapar… Encontrar a Willy así no augura nada bueno

- Kent es excelente jinete – dijo Sain seguro – sé que no le pasara nada

Aquella seguridad fue decayendo de a poco en el corazón de Sain. Se acordó de la cara de Kent cuando fue a verlo hace unas horas. Esa cara de cansancio y demacrado. Aunque fuera un excelente jinete, no estaba en sus mejores condiciones.

- Kent… - dijo Sain en sus adentros

- Ke-kent – dijo Willy casi muerto – él fue… fue a la lla-llanura al norte del pueblo…

Ni un segundo paso en el cerebro de Sain antes de decidir que debía ir a la llanura del norte. Subió a su caballo y cabalgó. Los demás jinetes, excepto el que tenía a Willy, salieron persiguiéndolo

- ¡Ten cuidado hijo! – gritó Eliza

No había luna. Las estrellas y las antorchas de los otros jinetes eran lo único que podía hacer ver a Sain en ese momento. Pero no le importaba, sabía que los ojos amarillos podría verlos de cualquier manera, aquel miedo que provocaban, aquel escalofrío… Era inconfundible.

Willy estaba en lo cierto. Kent estaba en la llanura, con las riendas y una antorcha en la mano izquierda mientras tenía una espada en la derecha. Al verlo de lejos, se veía que estaba buscando algo entre el largo pasto impacientemente. Movía su cabeza constantemente. Al acercarse más, se podía notar sus apretados dientes y su cansada cara. Ya a media distancia, algo saltó detrás de él.

- ¡Kent! – gritó Sain

Kent supo inmediatamente que Sain le había advertido que aquella bestia había saltado detrás suyo. Rápido fue el movimiento. Saltó la antorcha la, cual se apagó inmediatamente, levantó su espada y le dio en el estómago a la bestia.

- AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH – gritó Ginna

¿Ginna? Si, aquel grito no era de la bestia, no era el demonio de los ojos amarillos ¡Era Ginna! El corazón de Sain dejo de palpitar un momento al escuchar eso. No vio caer a la bestia, vio caer a Ginna. Caía Ginna sangrando, caía Ginna sufriendo… Ginna… Si esto seguía así ella… como Samantha ella…

- ¡Déjala! – gritó Sain con lágrimas en los ojos cabalgando hacía Kent, el cual tenía su espada levantada para terminar con aquella bestia

Casi no pudo reaccionar Kent al ataque proporcionado por su propio amigo. Hace meses que no se enfrentaban frente a frente. Menos pensó tenerlo así en estas condiciones.

- ¡Déjala! – seguía gritando Sain - ¡Es solo una niña¡Déjala!

Kent solo podía defenderse. Sain había empezado unos ataques desesperados hacía él. Kent estaba confundido, era muy extraño ver a Sain en aquellas condiciones.

Nunca se borraría esa imagen de los recuerdos de Kent. Sain peleando enojado y desesperado al frente de él, como si él hubiese cometido el mayor pecado del mundo. Ya se le hacía muy difícil a Kent seguir bloqueando los ataques de Sain.

- ¡Deténganlo! – gritó uno de los jinetes

- ¡Déjala! – seguía gritando Sain, ya sin razón

4 jinetes tuvieron que ponerse al frente de Sain para que este no pudiera seguir atacando a Kent. Kent, cansado, respiraba agitadamente mientras no podía creer ver a su amigo así. ¿Podría Sain luchar contra 4 jinetes?

Pero… ¿Qué estaba haciendo en ese momento? Un momento de razón entro en los pensamientos de Sain. Busco a Ginna. Un quinto jinete la agarraba del brazo como si fuera un cadáver sin vida

Un cadáver… Ginna… Un cadáver… ¿Acaso importaba ahora tener a 4 jinetes en tu camino?

- AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH – gritó Sain

Sonidos, espadas, lanzas… Los jinetes no entendían como Sain podía estarle dando batalla a 4 jinetes. Movía sus brazos con una agilidad impresionante, su caballo parecía coordinar perfectamente con él. El jinete que tenía agarrado a Ginna, la siguió levantando como si ella no fuera nada, como si ella fuera una amenaza…

Tenía que atravesar a todos ellos de una ves, tenía que encontrar un hoyo entre ellos. ¡Empezó a cabalgar directamente hacía ellos sin importar las heridas! Los jinetes no entendían nada, pero tuvieron que salir de su camino para no ser arrollados por un desesperado Sain.

Sin embargo, antes de llegar a donde estaba Ginna, una figura se atravesó. Sain tiró las riendas deteniéndose.

- ¡Cálmate! – gritó Kent

¿Calmarse? Sain cerró los ojos, apretó los dientes ¿Cómo quería que se calmara? Ginna… Ginna…

Sintió un dolor en el estómago, abrió los ojos. Kent le había pegado en el abdomen. Todo empezó a ser borroso… Ginna estaba completamente cubierta de sangre… Ginna… Sain miraba a Ginna, mientras su vista se nublaba…

- Ginna… - dijo Sain antes de caer inconciente

Lo último que sintió fue una lágrima caer de su mejilla

Fin del capítulo