Disclaimer: Beyblade no me pertenece…ni ningún personaje…si eso…¡Esto de los disclaimers es una estupidez en esta página! Ni Beyblade es mío, ni tuyo (al menos que sea Takao Aoki quien este leyendo cosa que doy mi cabeza por que nunca ocurrirá) yo solo soy una chica a la cual le gusta escribir, más nada.

Killing Loneliness

··€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€

Capítulo 1: Waiting for disaster

No todos poseían La Gracia. Aquella necesaria para ver más allá de la rutinaria realidad. Muchos siempre desearon poseer esa capacidad, en especial querían ver espíritus, ¿Morbosa curiosidad? ¿Ansias de observar algo diferente? ¿Deseos de encontrar belleza en la muerte?

Pero no todos tenían esa capacidad. Esa razón era una de las principales por las que él estuvo, esta, y estará solo. La otra, que los pocos que lo lograban ver se alejaban espantados.

- "Antes pensaba que era estúpido, pero ahora estoy triste porque nadie viene a colocar flores..." - Pensaba todas las noches y días. Él era el único espectro en ese cementerio. Al parecer sus "vecinos" habían logrado el descanso eterno definitivo. Si su vida fue turbia, su muerte aún más siniestra. Se quedó allí sentado en su propia lápida en busca de algún ser tangible o intangible. Alguien que resistiera ver sangre.

Ya que el murió bañado en esta. Su agresor era fanático de ese líquido de sabor metálico, el lo conocía muy bien. Cuando su mente no podía evitarlo recordaba sus últimos segundos de vida. Rememoraba ese intenso dolor físico y esa extraña sensación en su piel. Su olfato con horror percibió el característico olor de su propia sangre manando de las heridas. El no podía ver nada, nada...una venda le impedía ver como jugaban con su cuerpo.

- "Ya casi esta lista mi obra de arte..." - esa voz inicua se reía, jubilosa, llena de orgullo a su propia costa. Estaba desesperado, sabía que su cuerpo era un compendio de lo que fue. Sentía millares de cortadas en cada centímetro, también un molesto ardor en ciertas zonas….suponía con horrible certera que no poseía piel en esas partes.

- "No puedes resistirlo, se que dentro de poco vas a morir pero al menos aguanta unos segundos más, eres el diamante en bruto que más he pulido, eres el mayor de mis orgullos ¡Tienes que verte!

- "No...No quiero" - el estaba atado a una cama, percibía la mezcla del olor metálico de la sangre y la fragancia del suavizante. Sintió que el nudo de su venda era cuidadosamente desatado, le trajo cierto alivio, ya que estaba muy húmedo. Sus lágrimas de dolor y espanto habían sido demasiadas.

- "Verás que tu poco narcisismo tomará un matiz más poderoso, te enamoraras de tu nueva imagen, tal como yo lo estoy"

El pañuelo cayó, la horrible imagen, la agónica debilidad y el inaguantable dolor le despojaron de su vida mortal segundos después.

···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€

Ahora solo le quedaba una estoica e imborrable lápida con su nombre, fecha de nacimiento y defunción. Ni una sola frase, ni una sola palabra más.

El seguía esperando a ese alguien que deseara compartir la eternidad junto a su lado. O mejor dicho, en sus más alocados e incoherentes anhelos contemplaba la posibilidad de que "él" regresara a su lado. Si, días antes de morir encontró a un joven, el único que llegó a manifestar simpatía por él y lo más maravilloso: no permaneció ese corto tiempo a su lado por interés o aburrimiento, el lo llegó a saber y si era sincero ese chico fue lo único que valió la pena en su vida, y la absoluta razón por la cual lamentaba su horrenda muerte.

- Deseo volver a verlo… – observó detenidamente lo que le rodeaba. Que ironía…en vida siempre le agradaron los cementerios. Un detalle que le hacía ser diferente a los demás. En él hallaba la mayor de las tranquilidades, era como si las flores desprendieran una densa paz en cada esquina, en cada centímetro y en todas las tumbas. Si pertenecías a la Sociedad, ese silencio debía ser horroroso, lúgubre, tétrico…todos los adjetivos negativos existentes. Él no, ese silencio lo encontraba inspirador, calmo, pacífico, tranquilo…como siempre creyó que era el estar muerto.

En su caso no era del todo así. El todavía tenía conciencia, sufría por recuerdos, sentía las viejas heridas que no cerraban. Lo único que le alegraba era estar rodeado de ese silencio que desde niño siempre le agradó.

No, si hay Silencio Absoluto no hay Vida, y si no hay Vida es porque reina la Soledad.

Y el no estaba muerto, tampoco estaba vivo, pero si estaba solo. También creyó que al morir se liberaría de todos sus errores, olvidaría para siempre su sufrimiento, se libraría de aquellas cargas que en sus días mortales se acrecentaban día a día, producto de convivir en una Sociedad ignorante que no comprendía nada, que solo aceptaba a aquellos individuos seguidores de sus infames, absurdas y opresoras reglas. De su familia, que no sabía quien era realmente. Una que nunca supo –o no quiso enterarse- porque lloraba todos los días, o cual era la causa por la que no jugaba con los otros niños, o que motivos tenía su maestra para decir que él no hablaba con ella ni con nadie.

Todos esos factores eran como peñascos que cargaba en su espalda. Le lastimaban la piel, le formaban hematomas cada vez más profundas, y su sangre se volvía de un tono más oscuro al mismo tiempo que su alma.

Una vez escuchó decir a alguien que uno podía escoger a sus amigos, pero en cambio no podías librarte de tu familia. Al principio eso le dio más esperanzas. "Puedo escoger a mis amigos" se dijo a los once años.

A los doce descubrió otro hecho, ¿Y si nadie lo escogía? Otros días esperando a que alguien apareciera.

A lo largo de su pubertad intentó relacionarse con la gente, pero mientras más conocía a las personas más las odiaba. Superficiales, comerciales, estúpidas, cerradas, sumisas y a la vez autoritarias. Sumisas por seguir unas reglas que ni ellas mismas comprendían y también autoritarias por obligar a uno a ser como ellos.

"Se un individuo, únete a las masas" frase irónica y muy absurda…para tener una identidad ¿tenías que ser como ellos? Si eras diferente o simplemente de mente más amplia ¿no eras nadie? Entonces prefirió la Nada antes de relacionarse con los productos de la involución del ser humano.

Sin embargo, a los quince años todavía seguía siendo menor de edad y todavía dependía de aquel grupo enfermizo y decadente llamado "Familia". En las vacaciones de verano no se les ocurrió otra mejor idea que ir a una cabaña en las montañas.

- No quiero ir… - el se negaba, ese chico de cabellos platinados y ojos azules se sentía mal, algo no le gustaba de ese repentino viaje.

- Mihaeru… - su madre, con un tono falso de dulzura y comprensión se aproximó a él – tienes que venir, no será tan terrible…

- ¡Te dije que no! – replicó alejándose de sus uñas con acrílico y tono rojizo chillón.

- No me obligues a llamar a tu padre maldito mocoso… - lo jaló por los cabellos como advertencia. Mihaeru escuchó un leve gemido del otro lado de la puerta. Debía ser su pequeña hermana Matilda sintiendo lástima por él de nuevo.

- Mi padre…todo menos eso… - si era de daño físico le tenía más miedo a su madre, pero era todo lo contrario su padre. Este volvería pedazos su autoestima con una retahíla de acusaciones, insultos bien planeados, palabras que maltratarían su espíritu. Después le hará sentir culpable por todos los problemas que le causaba…

- Por Dios, yo pensé que apreciabas un poco a tu tío Barthez – al escuchar ese nombre su cuerpo se estremeció involuntariamente – todo lo que ha hecho por nosotros, y tanto que te quiere…

- "Me quiere como juguete sexual, está obsesionado conmigo" – el desvió la vista…el año pasado había vivido una experiencia espantosa, todavía invadía sus sueños.

- De todos modos vendrás con nosotros y ni se te ocurra escaparte como la última vez, inténtalo y no respondo – se giró, pero antes de irse – partimos en la mañana muy temprano, serán seis días y quiero que estés listo.

Mihaeru fue de inmediato a su habitación. A los cinco minutos unos leves golpes se escucharon en el exterior.

- Pasa Matilda, se que eres tú – la frágil y bella figura de su hermana entró temblorosa. Físicamente no se parecían. Mientras él era de piel morena, ojos azules, cabello platinado y apariencia un tanto sombría ella era lo contrario. Ella poseía la luz de un hada y la belleza de una mariposa. Sus cabellos rosas claros y sus ojos de un dulce carmín le hacían ver aún más adorable.

- Mihaeru… - ella recostó su cabeza en el hombro del chico. Creyó ver unas gotas de rocío en su rostro. Comprobó que estaba llorando – Se que nunca te llevarás bien con ellos, pero no creo que pasen por alto el hecho que nuestro tío te quiso violar- esta bien, rectificaba para sí mismo. Lo único que valía la pena de su familia era ella.

- Se los dije – abrió los ojos en grande la chica – no obstante piensan que es otra mentira más para quedarme solo. No es la primera vez.

- Tienes que hacer algo, sabes lo que te advirtió si volvías…

- Se que si voy puedo considerarme muerto – ella se aferró a su pecho – tranquila, haré lo posible para no quedarme a solas con él.

- ¿Por qué no fui yo? –Bajó su cabeza – Si se hubiera atrevido a tocarme, ya estaría de por vida tras las rejas. Quien sabe si hasta muerto.

- Tú misma lo acabas de decir – se separó para mirarlo a los ojos – porque tu tienes el poder de hacerle daño a pesar de lo dulce que eres – sonrió limpiándose las lágrimas – en cambio yo…le atraigo por no poder hacer nada ante él, si me mata no se arriesga tanto como a ti. No vuelvas a negarlo pero sabes que tú eres la favorita – quería replicar pero con un gesto se detuvo – además el es homosexual, sin que se diera cuenta una vez entré a su habitación…en todas las revistas solo encontré imágenes de hombres. Y sabes que el no es muy aficionado al físico culturismo.

- ¿Acaso no puedes ver esperanzas en nada ni en nadie? ¿Ni siquiera en mí?

- Mathilda…lo único que puedes hacer es alejarte de mí.

- ¿Vas a empezar con lo mismo otra vez? ¿Qué no te he dicho que eres mi hermano y que haré lo posible por que estés bien? – la joven lucía ahora más desesperada, el le miró intensamente…no obstante no era una mirada de cariño.

¡Había hipocresía en su voz! ¡Eso era! ¡Mil veces imbécil que nunca se percató de nada!

- "No puedo creer en ti" – se levantó bruscamente – Lo digo porque soy un obstáculo para tú felicidad. Ya dilo de una vez, siempre he sido una maldita carga para ti ¿Soy una carga muy pesada? ¿O eres tú la débil? – su expresión cambió radicalmente, esa rabia hacia todo contenida en su alma se propagaba en cada rincón de su ser.

- Eso…nunca…nunca lo dijiste…no es cierto…no – ahora tenía miedo, tanto que retrocedía lentamente.

- "No, ella tampoco vale la pena…" – si, la tenía frente a sus ojos. La perversidad oculta en su hermana era tan cristalina. En ese estado era capaz de percibir el lado repugnante de cada ser humano, incluido el suyo.

- ¿Mihaeru? – ella al ver que su respiración volvía a la normalidad quiso acercarse de nuevo. El chico negó con la cabeza.

- No…vete…lo digo enserio… - sus ojos se encontraron. Los violáceos ojos del chico ante los rosas de ella se teñían de un púrpura cada vez más oscuro ¿ilusión óptica? ¿Imaginación desbordada? ¿Espejismo? No interesaba. El instinto de la joven reaccionó a esa mirada. No era la primera vez que se topaba con ella. Le inspiraban un profundo sentimiento de terror que se le clavaba en el corazón. Le hacía sentir un alambrado filoso en la mitad de la garganta, impidiéndole respirar. Buscó a sus espaldas la puerta, estirando sus brazos lo más posible. Al encontrarla se desplazó rápidamente y la cerró de un portazo.

Aplicando todo su autodominio regreso a su estado normal. Aún con eso no estaba arrepentido, al contrario se sentía agradecido porque pudo adentrarse en los sentimientos de ella. He aquí su hallazgo completo:

Mathilda Valkov: 14 años. Desde que tenía memoria siempre ha sido esa típica chica que todo ser humano en plenas facultades mentales y psicológicas adoraría. Hija ejemplar, alumna destacada, dulce y frágil personalidad….mejor dejaba sus "cualidades" a un lado, prefería repasar lenta y analíticamente su hallazgo.

Solo era una maldita hipócrita, una zorra de la más baja prole que buscaba la aprobación y amor de TODOS, incluso de aquellos a quien odiaba o simplemente le eran indiferentes. Buscaba desarmar y encantar a los que le rodeaban para nunca ser lastimada. Se hacía amiga de quienes consideraba en secreto sus enemigos para luego darles una estocada en el momento menos pensado y así barrerlos de su camino. Su actitud complaciente y tierna le permitía poder, le gustaba ser mimada y sentirse superior tanto física como espiritualmente.

El mismo, su propio hermano, solo era un espejo en donde ella veía su supuesta "bondad". ¿Cómo pudo creer que ella se preocupaba enserio por él? Ella deseaba asegurar su amor solo por orgullo. "Soy una buena hermana, siempre estoy a su lado para consolarlo" de seguro se repetía una y otra vez esa frase para acrecentar su narcisismo. Casualmente NUNCA contaba con su presencia en el momento exacto, si le insultaban no lo defendía, si le recriminaban ella nunca contradecía por él. Si sus padres le juzgaban ella jamás objetaba ningún argumento a su favor. Siempre se desliza por la puerta después del disturbio para consolarlo…y la muy desgraciada lo hacía tan bien…

Nunca lo ayudaría sinceramente por una simple y llana razón. Si ella lo hacía, su grupo de amigos le darían la espalda, la reputación cuidada con tanto celo sería manchada e incluso perdería la confianza de sus padres. Y si algo no soportaba era saber que no le agradaba a otra persona. "Nadie es moneda de oro para caerle bien a todo el mundo" ella hacía lo increíble para serlo.

- "Sin embargo…ha llorado por mí…no puedo creer que sus lágrimas sean falsas. No dejo de quererla a pesar de mi repentino desprecio" – Se repetía ya envuelto en las sábanas. Su cuerpo lentamente iba siendo seducido por la suavidad del colchón y su cráneo relajado y masajeado gracias a la almohada – "¿Llorará por mí cuando muera?...más preciso aún ¿Cuál será el sentimiento que contenga cada lágrima derramada? Podría llorar de alegría y fingir la más honda y dolorosa tristeza, ella era tan buena en eso…

- "Debería ocuparme de mi mismo en estos momentos, no por ella" – su masa muscular temblaba ligeramente, recordando al tío Barthez y su mortal promesa. El le estaba esperando, volvería a quedar a merced de sus manos profanadoras y repugnantes, su piel volvería a ser contaminada por su contacto frío y libidinoso que tanto asco le producía. Esa vez…se libró por muy poco, golpe de suerte quizás.

Estaba consciente que los golpes de suerte ocurrían por errores del cruel destino, o simple piedad, por los que estos eran muy escasos.

···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€···€

N/A: ¡Hola! Este es mi primer fic de Beyblade, el cual es muy especial para mí ya que se trata de una de mis tantas pesadillas oU. La mayor parte de estas son muy claras, son como historias que se narran solas en mi mente. ¡Espero sus rewiews! Es que me encantan las críticas, las amo, las adoro ya que tiendo un poco a ser perfeccionista, si quieren ser duros, séanlo pero con bases. Si veo reviews que dicen algo como "No me gusta, esta horrible, impresentable, mejor no lo hubieras publicado…" digan el por qué. Si quieren decirme algún error en mi forma de escribir y/o ortografía CON MUCHÍSIMO gusto lo recibo nn.

Se que hay varias cosas que quedaron difusas, pero todo será más claro en los siguientes capítulos. ¡Ojalá que les haya gustado! Xx y por favor unos rewiew ni enriquecen ni empobrecen xD

Antes de irme…si se habrán dado cuenta no di referencia a la pareja Yaoi de Mihaeru…es que estoy indecisa! Pensé primero en Raúl, luego en Kai…estoy indecisa entre estos dos…¿Cuál creen xDD?

Sin más que decir…¡Hasta pronto!