Disclaimer:………………………………….(Interpreten a su modo)

Clasificación: Shounen Ai, Yaoi, Rape, AU y un toque de Gore (aunque no demasiado, por alguna pendeja razón nací con asco a las vísceras)

Killing Loneliness

.€…€….€…€….€…€….€…€….€…€….€

Capítulo 3: I can't forget because I don't want.

Cuando le dijeron que solo estarían por unos días, Mihaeru ya era consciente que esos días se transformarían en pesadas y tormentosas semanas. Lo mismo sucedía cuando decían "Vacaciones en una cabaña en las montañas" ¿Cual cabaña?...patrañas, siempre era esa estúpida casa que parecía un perro con orejas caídas—en ese aspecto, cuando estaba furioso le daba la razón a Mathilda en cuanto a la graciosa comparación establecida—

— ¡Mihaeru!—al llamado le siguió un leve golpeteo a la puerta.

— ¿Max?—alzó un ceño, era muy extraña esa llamada.

— ¿Puedo pasar?—antes de terminar de pronunciar la última palabra ya el platino chico había abierto la puerta.

— ¿Qué quieres?—inquirió en un nada afable tono. Max entendió de inmediato que lo mejor era hablarle de una vez. No era bienvenido en los territorios de Mihaeru…

—Disculparme—dijo rápidamente. No podía ignorar aquel nerviosismo e incomodidad al mirar de frente a su primo. Desde niño siempre había sido así, pero a cada peculiar encuentro frente a frente esa turbación se acrecentaba.

Después de todo, su familia le inculcó el miedo a lo desconocido. Y más a aquello que no tuviera explicación lógica.

Y la actitud, personalidad y forma de pensar de Mihaeru para él no tenía sentido. Le interesaba enormemente por justamente esa razón. Por eso siempre intentaba hablarle, decir algo agradable, ofrecerle sus pertenencias por si las llegara a necesitar. No, siempre era é mismo quien le pedía algo prestado a él—como el mp3 o cosas así— pero nunca abusaba de sus cosas. Después de lo ocurrido el día anterior, decidió no volver a pedirle algo. ¿Con que cara? Todas las reprimendas que de seguro recibió eran culpa suya. Fue muy impulsivo de su parte. ¿Qué sabía él sobre sus preferencias musicales? De casualidad sabía su día de cumpleaños solo por el recuerdo de las bonitas fiestas que le celebraban en conmemoración. No tenía la menor idea de quien era su primo como individuo.

Al decir verdad, una de los poderosos motivos por los cuales el estaba parado allí, a las 10:30 PM y en la puerta de su nada más ni nada menos misterioso y distante primo era por su tío Vaslav. Jamás había sentido un ambiente tan pesado, tan tenso en miembros de su tan querida y apreciada familia. Y algo en su corazón le decía que ese pequeño incidente causado por su inmadurez y cobardía había afectado a Mihaeru. Odiaba lastimar a alguien—sin intención de causar daño, si era a propósito ese era ya otro tema…—y cuando esto sucedía, hacía lo posible para ayudar a repararlo.

Después de todo, el era un buen chico. Ignorante pero bueno…

— ¿Qué razón tienes para pedir disculpas?—preguntó sin ganas.

—Por lo de ayer—El azul confrontó al violeta, pero la imponencia del violeta le obligo al azul a bajar la vista—Fue una tontería de mi parte, bueno ya sabes…lo que escuché no era muy fuerte, pero yo...

—Tienes razón, no era muy fuerte—su voz se endureció—tu fuiste el débil.

—Eso es lo que vengo a admitir—El ceño de Mihaeru se frunció aún más. ¿Estaba hablando con Max? No pensó que era posible sostener una conversación por más de cinco segundos con alguien como él.

—Dime¿Qué pretendes obtener con esto?—cerró los ojos, acentuando su serio semblante.

— ¿Obtener?

—No finjas ser estúpido—los abrió, para de nuevo fijarse en su interlocutor—Te advierto, no te prestaré de nuevo el mp3…

—No se trata de eso, muy lejos—por un segundo le entró ganas de destriparlo con sus propias uñas, esos detestables ojos azules y grandes adquirieron un brillo molesto, y sus tontas cejas formaba un arco de tristeza. Como le repugnaba esa imagen de cachorro abandonado—es que me siento mal…no puedo evitar la sensación que te he metido en problemas…

— ¿Problemas? Casi me haces reír…

OwowOwowO—FlashbackOwowOwowO

(Para los lectores, no todo pertenece a los recuerdos de Mihaeru)

Nueve años atrás

— ¡PAPÁ¡NO¡POR FAVOR!—los gritos descomunales de un pequeño niño de seis años podían ser percibidos en todo el vestíbulo. Un hombre, muy parecido a él lo llevaba debajo del brazo fuertemente sujeto—hasta el punto de lastimarlo—

--¡CALLATE¿¡QUE TE CUESTA SER AMABLE CON LOS DE TU PROPIA FAMILIA¡TU PROPIA SANGRE!—bramó el hombre con un leve tufo de alcohol. El pobre niño lloraba, no entendía nada. A su edad apenas llegaba a comprender que aquellos que lo visitaban constantemente, que el hombre a quien le enseñaron a llamar padre, el cual lo sujetaba más fuerte a cada paso que marchaban, eran solo algunos miembros de aquello a lo que se llamaba "Familia". También, al escuchar la palabra sangre se asustó. El sabía que era ese "chorrito rojo" que brotaba al cortarse. Cuando se caía de la bicicleta le salía ese chorrito en las rodillas.

Esa cosa roja le producía dolor. Le tenía miedo. Para él era sinónimo de sufrimiento.

¿Qué quería decir su papá cuando fuera amable con los que tenían esa cosa roja? Aquel ser humano no comprendía—o no le daba la gana, podía ser el poco alcohol—entender que solo trataba con un infante que apenas manejaba conceptos primarios de las cosas a su alrededor, aquellas que conformaban su vida.

Aún con eso…

- ¡Papá¡Bájame por favor¡Me duele!—intentó llegar al suelo, dando patadas, sacudiéndose lo más posible, pero el hombre solo tuvo que propinarle un golpe con la otra mano para tranquilizarlo. Lógicamente el niño lloró con más intensidad.

Finalmente, llegaron a una puerta. La noche difuminaba sus oscuras aguas en una semilla llamada Horror, germinando de ésta unas espantosas y filosas redes que se extendían a cada segundo por todo su cuerpo, apoderándose de sí.

El padre, sin decir una sola palabra, abrió la dichosa puerta. El niño volvió a gritar aún más, con fuerzas que no se sabía de donde venían. Siempre fue un niño débil en físico, no destacaba por ser enérgico. No obstante los berridos que lanzaba en protesta por tal maltrato atormentaban cada vez más al adulto, quien sin dudarlo arrojó al platinado al vacío inundado en oscuridad proveniente del interior del recinto.

— ¡Papá¿Dónde estás?—echado en el suelo, el niño comenzó a temblar. No podía ver absolutamente nada.

¡NADA!

-¡SÁCAME DE AQUÍ¡TENGO MIEDO¡MAMÁ!—Aquel diabólico payaso de hacía dos días llegó a aparecer en su mente--¡MATHILDA!—La fea mujer de la película de horror que llegó a ver a escondidas de su madre mientras esta se divertía a medida que ese espectro femenino de piel muerta ahuyentaba a un chico--¡PAPÁ!—Cada uno de sus miedos de infante adquiría una forma más definida y aterradora al no obtener respuestas de esas personas con quienes convivía el día a día, que le brindaban seguridad.

Por muchísimos minutos gritó, lloró y suplicó. Sin que él lo supiera esos minutos se convirtieron en horas.

No se movió de allí. Desde que su padre lo arrojó no ha vuelto a moverse.

¿A dónde? No había una luz que lo guiara, ni un mísero indicio.

¿Cuándo? No dependía de él, a su corta edad no sabía que la oscuridad solo era ausencia de luz. El miedo le impedía fijar un cuando, un momento en el cual buscar una salida. Jamás había experimentado una situación semejante, ni permanecido tanto tiempo en un lugar como ese y menos aún solo. Al ir a dormir, su mamá siempre dejaba una lámpara de luz intermedia por si llegara a despertarse para ir al baño o tomar agua. Siempre creyó que en todo lugar oscuro estaría presente una lamparita igual a la suya para guiarlo.

No contaba con esa luz, ni con nadie.

Su cuerpo le avisó que necesitaba alimento por un gruñido proveniente de su estómago. Su boca reseca, su lengua a punto de quedar sin rastro de saliva. Tenía muchísimo sueño pero no atrevía a dormirse. Sus párpados a cada segundo amenazaban con despojarle la vista…

¿Cuál vista? Esta no servía si no había nada que ver.

Lo que le impedía cerrar los ojos era la inquietante sensación que algo oculto en esa maldita y profunda oscuridad aprovechara su vulnerable estado y hacerle daño, asustarlo, llevárselo…

¿Acaso su mamá cuando le decía que no tuviera miedo porque ella iba a estar a su lado era mentira¿Esos "Mi pequeño Miha, cuando tengas miedo estaré allí" eran solo falsedades? Si poseían algo de verdad ¿Dónde estaba para sacarlo de allí? a otro lugar peor que ese... profunda oscuridad aprovechara su vulnerable estado y hacerle daño, asustarlo, llevarselo.

—"Mamá dice que no debo mentir, pero mamá si puede hacerlo"

Su padre…el fue quien lo metió allí.

—"Tengo miedo…"

¿Tan malo era¿El no prestarle ese muñeco de armadura roja a Max fue tan terrible?

Si había visto a Mariam meterle el pie a Mathilda y nadie la vio. Los lloriqueos de Max fueron los que alertaron a sus padres y…

No recordaba muy bien, pero todo indicaba que gracias a Max estaba allí. Se lo imaginaba comiendo helado de chocolate con galletas, en cambio el tenía tanta hambre que su pequeño estómago le dolía. Volvió a llorar. Imaginó al niño en una cómoda fogata con los mencionados dulces—SUS dulces—sentado en la pequeña y suave mecedora—SU mecedora—mientras jugaba con el muñeco de armadura roja por el que tanto berrinche armó—SU muñeco—mientras el veía una y otra vez a la señora de la película acercarse a sus ojos en el medio de la nada teñida de negro.

— ¡NO LO VOLVERÉ A HACER!—corrió hacia una dirección presa del pánico— ¡MAMA¡SÁCAME POR FAVOR¡PAPÁ NO ME DEJES AQUÍ!—su cuerpo ceso de correr al chocar con un material duro, cayendo estrepitosamente. Se levantó. Sus manitas desesperadas tantearon velozmente. Era una pared con grietas.

Hubiera sido más fácil intentar forzar la manija de la puerta, pero era pequeño para dar con esa idea. Y su estado emocional no fue de ninguna ayuda.

Y en ese lugar, nació esa extraña ira que tanto acudía a su corazón. Ese sentimiento que le permitía darse cuenta de los aspectos más negativos de cada persona. Lo repugnante y asqueroso que posee cada individuo en su corazón. Solo que a su edad, lo interpretaba de un modo más personal.

—"Papá se veía malvado"—sus manos se cerraron en puños—"Papá se hizo malo por mí"

Pero por más que gritara sabía que nadie lo iba a sacar pronto. Eso era lo que su instinto le susurraba y simultáneamente le indicaba una solución.

—"¡Derriba esa pared¡Golpéala¡Papá y Mamá están detrás esperándote!"

—"¿Por qué me esperan?"—No obstante no puedo seguir preguntándose más nada. El niño que jugaba a la pelota con su propia cabeza invitó a jugar a la mujer. La cabeza no poseía piel, lo que veía era carne roja, viva, desprovista de toda clase de recubrimiento, adornada por unos fragmentos de huesos salientes. El rostro del niño contenido en esa malformación sonrío macabramente. El resto del cuerpo, también en el mismo estado de descomposición, tomó en sus brazos dicha cabeza. ¿De donde surgía ese niño? Seguramente una vez en un alquiler de películas se perdió por accidente en la sección de adultos.

La horrible mujer y el deforme—además desmembrado—niño comenzaron a jugar

Después el payaso comenzó a retorcerse, muerto de la risa por una mal atrapada por parte de la mujer. La cabeza, en el suelo y visiblemente adolorida comenzó a gritar cosas ininteligibles y la mujer también le respondía con el mismo lenguaje. Tal clase de alaridos comenzaron a espantar aún más al niño, quien al ver eso había tomado una decisión.

Le haría caso a aquella voz.

Y de esa forma, con un ritmo bestial alimentado por él pánico, embistió sus minúsculos puños contra la rústica y maltratada pared. Todas las nuevas y tormentosas sensaciones experimentadas durante su permanencia se presentaron juntas y poderosas en la psiquis del niño. La cólera daba fuerza a sus golpes, el horror le proporcionaba rapidez y las ansias de salir la constancia.

—"Me duelen las manos"—Los nudillos se despellejaban, cada pequeño trozo de piel dolía, pero tan intenso era su estado emocional que ni el más fiero de los golpes no lo detenía. Para aliviar un poco el ardor y el sufrimiento físico de cada embestida sus lágrimas se encargaban de drenarlo. No obstante el dolor seguía allí, a cada segundo, a cada intento de salir de allí. Cada aliento, cada miligramo de fuerza lo reunía en sus puños canela, en esos nudillos que se sacrificaban desintegrándose a cada paso.

Lo más desolador era que sentía que la pared no cedía, estaba allí en la oscuridad que la hacía invisible y no desaparecía.

El payaso, el niño y la mujer giraron sus rostros hacia él. La cabeza del niño sonrió abierta y retorcidamente. Si la oscuridad era tan densa ¿Por qué podía verlos?

Intento tragar pero su garganta era rasposa por la falta de líquido. Los tres espectrales seres le tendieron la mano, invitándolo a ser partícipe del macabro deporte.

Intentó recuperar el aliento lo más rápido posible pero el cansancio era demasiado para su condición física. No obstante al ver como se acercaban cada vez más, ignoró por completo su estado y volvió a aferrarse a la pared, incrustando las uñas en el concreto raído con fiereza. El moverse de allí era inútil, esos tres seres lo acorralaban cada vez más.

Sin duda alguna, el peor sentimiento que puede haber es el sentirse acorralado por aquello que más temes. Ese punzante y filoso suspenso que penetra los huesos y hace perder el control de tu cuerpo, sentidos, emociones, lógica…

Ya al ser despojado de todo, te quedas a la deriva en un mar de horror, donde te sumerges sin saber como salir. Para mayor angustia el hundimiento es muy lento, y eres consciente de que eso es lo que te arrastra, prontote dominará, y luego serás aniquilado por tu debilidad ante él.

Eso sucede cuanto te enfrentas por primera vez ante él, o cuando comienzas a darte cuenta de cómo reaccionas frente a frente. El pequeño Mihaeru no sabía hasta ese instante que le tenía tanto terror a la oscuridad, hasta que por crueldad de sus padres llegó allí. Al verse desprotegido y en un lugar donde no podía ser consciente de qué lo rodeaba sintió mucha inseguridad. La larga ausencia llevo esa inseguridad a otro nivel: pánico. Y ese mismo pánico, en conjunto con su alocada y extensa imaginación y recuerdos desagradables lo llevó al espanto en su estado más puro.

Esos tres seres tenían una identidad, pero era muy inocente para darse cuenta de ello. Eran producto de su propia mente.

—¡Mihaeru!—La voz de su madre llegó acompañada de una refrescante y gloriosa luz. El niño parpadeó al principio aturdido por tan repentino cambio de iluminación. Las tres figuras desaparecieron. Su madre lucía extraña. El niño no podía reaccionar, todavía seguía muy acelerado por lo sucedido.

— ¡Ven conmigo antes que tu padre…!—no pudo continuar la frase, sus ojos se desorbitaron al notar las heridas en sus nudillos.

—Mamá…—murmuró débilmente el niño— ¿Dónde estabas?

--¡MIHAERU POR DIOS!—corrió a abrazarlo asustada--¡Dime que tu padre no te hizo esto¡Por favor mi niño dime que te pasó!

—No…fue…mi…padre—se desvanecía a cada palabra, llorando cada nudillo lastimado. Además de estar muy débil por la falta de alimento y sueño.

--Bebé, no te duermas todavía, solo cuéntame—pero su hijo se quedó firmemente rendido e inconsciente en sus brazos y no se atrevía a despertarlo. Echó una ojeada al lugar. Solo era un cubículo donde no se guardaba nada. Miró con especial atención a las paredes descoloridas y de un gris ya muy antiguo. En definitiva necesitaban una remodelación, en particular aquellas zonas carcomidas y esas manchas rojas…

¿Manchas rojas? Nunca había visto esas manchas rojas. Al menos que…no, no podía ser que su hijo…

Cargo al niño y se dirigió a ellas. Ahora era la madre del niño la que estaba aterrada al tocarlas y darse cuenta que eran marcas de sangre. Abrazó a su niño con más fuerza que de costumbre.

p—"Permití que te hicieras esto… ¿Qué clase de madre estoy siendo para ti?"—salió corriendo de inmediato. Tenía que curar al niño y limpiar esas manchas antes que su esposo despertara. Todavía no podía creer lo sucedido. Sabía que su marido era muy estricto y que no aceptaba los hechos ni los pensamientos que fueran diferentes a sus ideales y creencias. Aquello que fuera incorrecto para él lo despreciaba. Era duro con sus hijos pero la noche anterior se había ido a los extremos. ¿Habrá sido por el alcohol? Pero si ebrio no estaba…si algo odiaba Vaslav eran a los borrachos inútiles.

¿O sería más bien el principio de una próxima tragedia? Eso no lo sabía la mujer, y menos aún que con el pasar de los años decaerían sus sentimientos como madre y pasaría a ser una de las mayores pesadillas del niño que llevaba tan dulcemente en los brazos…

OwowOwowO—Fin FlashbackOwowOwowO

—Mihaeru—Max estaba decidido. Más era su sentimiento de culpabilidad que su incertidumbre y vergüenza—Cuando estábamos en la camioneta, mi tío Vaslav se empezó a comportar de forma muy extraña desde que yo me paralicé por esa canción…¿Acaso le sucede algo malo¿Qué te dijo después de todo?

—Ese asunto es entre mi padre y yo, no quiero terceros y menos cobardes…—No…otra vez volvía a sentirse mal…

--¡No soy ningún cobarde!—exclamó el chico molesto--¡Tu no me conoces!

—Sé lo suficiente de ti para asegurar que lo eres. ¿Cómo puedes demostrarme lo contrario? En el pasado siempre llorabas para que el adulto te diera todo lo que querías y lo sigues haciendo. Lloras para que alguien solucione tus problemas y lo digo porque las pocas veces que he estado contigo ha sido lo mismo. Esa es la razón por la que evito estar cerca de ti, estas tan pendiente de obtener lo que deseas, sin considerar o medir como afectas a los demás.

El moreno esperaba alguna reacción negativa por su parte, estaba seguro de que por su siempre inconfundible habilidad le había dicho sus verdades. Consideraba que un niño tan sensible como él poseía un límite y que ya lo había cruzado. Un golpe, un insulto, algo.

El solo se limitó a agachar la cabeza, ni una maldita respuesta.

— ¡Di algo¿O es que vas a llorar para que mi padre o nuestro tío me insulten de parte tuya?—bramó con más furia.

—Estas mal, otra vez—La tristeza seguía en sus lagunas azules y dulces, pero su semblante era más serio—Por eso vine aquí. Para intentar enmendar lo mejor posible los inconvenientes que te he producido por mi imprudencia. Me gustaría saber en que te he dañado—el platino quería decir algo pero Max lo detuvo—pero se que no me lo dirás, por los momentos.

—La única forma de que hagas algo es que te mantengas alejado de mí y mis problemas—lo dijo de una forma tan fulminante y cortante que un chico un poco despistado como Max entendió que ya tenía que irse.

—Si eso es lo que quieres, será así—se dio vuelta—me vas a rechazar, pero si necesitas algo te ayudaré, pidas ayuda o no—Mihaeru lo vio irse a su habitación sin decirle algo, era mejor estar callado si no había algo importante que agregar.

Por su parte Max pensaba en que algún día se llevarían bien…

…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€

Ya Max le había dejado en paz. Agradecía a la vida por ello. No soportaba más esos recuerdos y sentimientos encontrados nacer, crecer y morir de nuevo. Ese ciclo era muy enfermizo y tortuoso. Tenía suficiente con su aberrante y siempre presente pavor a la Oscuridad Absoluta.

Pensando en ella, encendió una pequeña lámpara ubicada en su mesita de noche. La luz era tenue, lo suficiente para disfrutar las ventajas de uno de sus principales miedos. Eso era lo que más le gustaba de permanecer en la oscuridad con tal lámpara. Simbolizaba su fe, su certeza que existía un mejor modo de vivir, que solo necesitaba tiempo y paciencia para quitar un poco de polvo a su mugrienta vida.

Después de todo, uno nace para fregarse ¿o no?

Cada individuo es consciente de esto, pero no son muchos quienes lo admiten.

Y también son pocos los capaces de ser francos con respecto a sus miedos. A sus verdaderos temores, aquellas sombras que son un estorbo para sus vidas perfectas o quizás a sus reputaciones. O simplemente no quieren sentirse vulnerables, escondiéndolos, maquillándolos, reemplazándolos por otros menos profundos y alarmantes.

"¿Le tienes miedo a algo?" es una pregunta a la que nadie escapa. Ni el mismo Mihaeru era sincero. "A las alturas" respondía en esos casos.

En caso de que respondiera "Le temo a la Oscuridad Absoluta" lo confundirían con un niño mimado, alguien que no es lo suficiente hombre como para afrontar la vida. Un mocoso pegado a las faldas de su madre temeroso y cobarde. No, tampoco, si a la vez se sentía a gusto en esa misma oscuridad, sentía que era un refugio si podía manejarla, dominarla y poseer el control de su propio temor. Utilizarla era lo más conveniente.

Utilizarla para esconderse cuando no quería que nadie supiera sus verdaderos sentimientos y padecimientos. No cualquiera era digno de ver y percibir sus estados de ánimo y emociones, las últimas más que todo porque era lo único que realmente le pertenecía. O al menos eso era lo que él sentía.

Si hubiese sido por él, utilizaba esa noche para seguir indagando en sus yo interno.

Por supuesto…si algo no cambiaba.

Y eso fue lo que sucedió.

Cuando quiso buscar un guía en el astro lunar dirigió su vista a la ventana. Un objeto extraño flotaba en las cercanías del muelle, flotando a la deriva, a merced de las aguas dirigidas por el viento. Al no lograr identificarlo buscó con urgencia sus binoculares. No tardó mucho en encontrarlos.

Al colocárselos parpadeó estupefacto. Era la figura de un ser humano. Las extremidades, cabeza, torso, pies, manos. Todos los miembros completos. Imposible deducir si era hombre o mujer, y más complicado aún si estaba vivo. Es más, en su sorpresa no hallaba explicación lógica a cómo pudo verlo tomando en cuenta la distancia que los separaba—Su habitación estaba en el cuarto piso, el lago alrededor de veinte metros—y hasta ahora su visión era normal, ni muy aguda pero tampoco le fallaba.

—"¡No es hora de preguntarse eso! Debería decidir de una vez que hacer"—Mihaeru lo medito por pocos segundos. Él a pesar de todo conservaba la suficiente humanidad como para considerar la posibilidad de escapar de la casa y correr a ayudarlo.

Aunque podía perfectamente avisar a todos y que alguien fuera a ayudarlo. Eso era lo diferente. Él quería ir solo, como si ese cuerpo o la atmósfera que formaba con el ambiente y el tiempo lo sedujeran a abandonar su alrededor e ir de inmediato a su encuentro.

Abrió las ventanas en su extensión. Se encontró con el techo de la casa en pendiente. La vez que intentó escapar no pudo porque no poseía el suficiente equilibrio para deslizarse hasta el final. Ahora era diferente, con más habilidad y cuidado. Tocó la superficie. El material era rugoso, si rozabas la piel con dureza te lastimaba.

Se fijó en algo más. El estaba en el cuarto piso, por lo que fácilmente podía buscar como soporte una ventana de cada piso que le restaba bajar. Todas las ventanas poseían pequeñas tejas en la parte superior, de igual forma y material que el techo.

Sin pensar en más nada se recostó, listo para bajar. Tomó impulso y se dejo llevar. Su deslizamiento era fluido y firme, lograba manejarse pero al mismo tiempo se lastimaba la espalda por el material. Así fue sucesivamente—En la última parte estuvo muy cerca de caer de cabeza contra el pavimento pero por reflejo se sujeto en una de las tejas de la última y final ventana.

Ya en tierra firme corrió con la máxima potencia que sus piernas le permitían hacia el muelle. La iluminación era adecuada gracias a los faroles encendidos que se distribuían alrededor. Eso le aliviaba.

Allí estaba flotando a diez metros. Sin detallarlo muy bien era un hombre joven con un semblante serio, lucía muy tranquilo para haberse ahogado. Este pormenor no fue tomado en cuenta por Mihaeru, quien por el susto se tiró al agua a rescatarlo, ya estuviera vivo o muerto. Era buen nadador, había aprendido bien ese deporte cuando era más pequeño. Llegó en pocos segundos al cuerpo inerte.

Justo cuando se disponía a cargarlo, el hombre abrió sus ojos. Agarró de un brazo al moreno, quien no tuvo tiempo de reaccionar. Sintió un fuerte jalón, era arrastrado hacia las profundidades del lago por ese hombre. Cuando asimiló la peligrosa realidad en la que se encontraba forzó su brazo intentando liberarse. El individuo lo notó, tomándolo del otro brazo, inmovilizándolo para luego rodearlo por completo, ciñendo sus propios brazos en el cuello del chico mientras este perdía la vida a cada burbuja que exhalaba, además de tener a la vista el vivo y puro color de la sangre en los ojos del agresor.

…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€…€

Notas: Hola! Estoy en la mitad mas alborotada del cyber y en mi propio cumpleaños! Si, hoy 11 de mayo cumplo 16 años! (soñaba con anunciar mi cumple en un fanfic…ahora puedo suicidarme en paz…XDDD!) ejem no puedo decir mucho solo que esos tres seres que Mihaeru observó ya ustedes los conocen jejeje!. Vaya capítulo tan malo u.uUU en fin, un review para confirmarmelo o para criticar algun error de ortografìa o escritura, ingles lo que deseen regalenme al menos un corto o largo revi y se los agradeceré mucho n.n

Sayonara!