TOMA 3
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—YA, ¡MEN!
—¡YA! ¡KOTE, MEN, DO!
—¡Uwaa! —El grito derrotado de Honoka, dio por terminado la práctica.
Umi relajó sus brazos, bajando el shinai. Exhalaba rápido, tratando de recuperar un poco del aliento mientras el sudor hacía su camino. Un ruido sordo, y Honoka se desplomó en el suelo, con respiraciones y condiciones similares a las suyas.
Sonrió, ver a Honoka exhausta, con la piel perlada y el cansancio a tope, era una vista que a la que nadie más que ella tenía acceso, sus ojos azules tan vivos y radiantes hacían que su corazón se saltara un par de latidos. Caminó hasta el extremo para dejar su espada y tomar unas botellas de agua medio llenas y dos toallas pequeñas.
Mientras avanzaba a través de la madera del Dojo, secó el exceso de sudor de su cara con uno de los paños, Y cuando llegó hasta ella, se quedó de pie, esperando a que recuperara algo de energía para sentarse.
—No tuve ninguna oportunidad contra ti de nuevo —Honoka aceptó la botella, acabándose el resto. Umi hizo lo mismo, sintiendo el alivio de la frescura correr por su garganta.
—No creo que nadie se exija tanto a sí misma como lo haces tú, Honoka.
—¡Es mi orgullo de guerrero! —clamó la jengibre, aceptando la otra toalla que Umi le extendió— O eso intento, sigo sin ser tan buena como tú.
—Eso es porque llevo entrenando desde que pude caminar y tuve la fuerza para sostener una vara, pero aun así, creo que has avanzado más que nadie. Obtuviste el grado 1-DAN, y eso no cualquiera a nuestra edad podría tenerlo.
—Bueno, es que te ves tan genial cuando peleas que quisiera ser un poco como tú, tienes un aire de príncipe, y además conseguiste el 3-DAN, ¡eso te hace más increíble aún!
El elogio la hizo sonrojar, no estaba acostumbrada a recibir halagos por algo que sus padres le inculcaban como un deber. Una digna heredera, esa era su responsabilidad, sólo que Honoka lo hacía parecer más divertido.
—¿¡Príncipe!? Pero qué tonterías dices Honoka. Ambas tenemos que esforzarnos, se acerca la competencia nacional y como anterior campeona, no permitiré que alguien más ocupe el nuevo título, eres a la única que reconoceré como rival, ¿entendiste?
—Yaaaay —Honoka hizo una mueca de desgano—, a veces creo que no fue buena idea pedirte que me permitieras entrar a la competencia.
Umi enrolló parte la falda del hakama, para poder sentarse a la par de Honoka. Espalda con espalda. Aún a través de la tela, podía sentir la piel de la chica, trabajada gracias al riguroso entrenamiento que tenían. Hubo un pequeño pensamiento de querer tocar un poco de esos abdominales que sabía que se estaban formando, agradeció que estuviera de espaldas y Honoka no se diera cuenta del sonrojo y vergüenza por pensar en algo tan indecente. Últimamente tenía estos pensamientos, desde que habían avanzado un poco más en los gestos permitidos entre ambas.
—A-Aún puedes retirarte, si crees que es demasiado. No quiero obligarte —dijo, intentando sonar menos severa. Ella había sido forjada y entrenada todos los días de su vida, pedir a alguien que estuviera a su nivel era demasiado y pese a eso, Honoka estaba avanzando como nadie.
—¡De ninguna manera! —replicó la jengibre, empujándola un poco al moverse de repente, para su sorpresa, su enérgica voz se apagó hasta apenas un susurro—, es que, practicar kendo hace que Umi-chan pase más tiempo conmigo.
La admisión fue un duro golpe a su cordura, tenía tantas ganas de voltear y abrazarla, pero eliminó la idea de inmediato, eso no era algo propio de ella sino de Honoka.
—Aún si tuviera que entrenar más, buscaría el tiempo para estar contigo —dijo, tranquilizándola. Amaba la forma tan única de Honoka para hacerla sentir importante, tanto como lo era para ella.
—Supongo que si… como sea, ¡traeré ese título para el club de Otonokizaka! ¡Ya verás!
Umi rió, aliviada de que su ánimo regresara.
—Lo creo, estaré apoyándote.
Se quedaron unos minutos así, una contra la otra sin decir nada, dejando que sus músculos se relajaran antes de quitarse el hakama y darse una merecida ducha. Aún tenían tarea por hacer, que de hecho era la principal razón de que Honoka estuviera en su casa, pero aprovechando que no había clases en el dojo, decidieron entrenar un poco. Nada era más relajante que pasar el tiempo con ella.
—Oye, Umi-chan~ ayer estaba viendo un drama con Yuki, ¡era muy bueno! La protagonista era tan linda y hacía todas esas caras cuando tenía que pelear contra el malo, ¡era sorprendente! Y, ¿sabes? Me pregunté si yo podría hacer eso, no sé, se veía tan genial poder transmitir tantas emociones, ¡mi corazón hacía doki doki cuando la veía!
Frunció el ceño, tratando de pensar en esa posibilidad.
—¿Tú una actriz? ¿Sabes que las actrices tienen que memorizar muchas líneas? Y repetir como cien veces una escena hasta que salga bien, y tienen que llevar una dieta rigurosa, nada de pan —casi pudo imaginar la arruga en su cara, amaba el pan más que nadie y privarla parecía una cosa imposible—. No Honoka, jamás podrías ser una actriz.
—Mou~ pero sería… ¿qué otra palabra hay que se parezca a genial? —Umi volvió a reír en respuesta—, bien, bien, incluso si eso estuviera fuera de discusión, ¿Qué otra cosa podría hacer? Soy peor en la escuela, lo único que se me dan son las matemáticas y eso es demasiado aburrido como para pensar en trabajar de eso, ¡moriría!
No hubo mucho en que pensar, Umi tenía una respuesta exacta que había estado pensando desde que vio cuán bien le quedaba el hakama a Honoka y la furia que corría en sus ojos en las peleas.
—Tal vez… ¿podrías ser maestra de kendo? Ya sabes, aquí —dijo, encogiéndose de hombros y tratando de ignorar la ansiedad que sentía—, no es mucho lo que ganarías, pero has dicho que es divertido. Y yo… tengo que heredar el estilo de danza de mi madre y ser instructora… sería un desperdicio dejar el Dojo, ¿no crees?
Umi tragó duro apenas terminó, temiendo escuchar la respuesta, los segundos eran opresivos.
—¿Instructora de kendo? ¡Suena genial..!
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El clima en la ciudad era frío, las hojas de los árboles de tonalidades naranjas caían por todos lados, el escenario ideal se pintaba cuadro por cuadro en la ciudad. Si se concentraba, podía ver algunas escenas llevándose a cabo bajo los altos árboles del parque de Shiba, un cuerpo tirado, una herida abierta, un grito desgarrador, aunque posiblemente el equipo de producción haría un mejor trabajo con tanta tecnología actual, seguía pensando que no habría mejor esencia que lo natural.
Era un hermoso escenario, el mismo que vería el reencuentro de aquél fantasma olvidado.
No pensó que esta reunión sería tan pronto, vamos, ni siquiera pensó que Honoka le respondería apenas minutos después de su mensaje, ¿qué hacía ella despierta tan tarde? Su cabeza aún se sentía pesada y brumosa, no estaba segura de que esto no era más que un sueño.
—Esto está pasando, no pienses que estás soñando —Maki habló a su lado, sentada en la misma banca que ella mirando al resto de personas corretear en el pequeño espacio libre del parque, algunos incluso en camping.
—Lo sé —murmuró, pese al frío ella sentía calor, tal vez por la ansiedad que sentía.
No sólo eso, tenía miedo. Estaba aterrorizada de ver de nuevo a Honoka, quién alguna vez fue su lugar seguro, la única persona a la que le permitió derribar su coraza de soledad y en quién tanto confió. Ahora, la idea de tener que verla, la hacía sentir… mal, terriblemente mal.
No ayudaba en nada que en los breves intercambios de correo que se dieron esa misma mañana, Honoka fuera tan… ¿efusiva? La forma en cómo se refería a ella, sin tanta formalidad, pero tampoco sin estrecha amistad, le provocaba cosas.
—Cuando te dije que prometieras arreglar las cosas, no me refería a que lo hicieras precisamente hoy, no te ves muy bien.
Umi negó, exhalando un poco del aire que estaba reteniendo con sus respiraciones lentas.
—Es mejor ahora y no durante el proyecto, si vamos a trabajar juntas… —No continuó porque no sabía qué más decir. Honoka estaba en camino, no había marcha atrás— aunque agradezco que me acompañaras.
—Supongo que es lo que una amiga hace, evitar que salgas corriendo — Maki sonrió a su lado, con una expresión de amabilidad que pocas veces dejaba ver—, y aún puedo quedarme, si quieres. Prometo no decir nada.
Era una idea atrayente, pero no parecía correcto. Quedarse significaría no tocar temas pasados o hacer la reunión breve. Umi sentía que Honoka merecía más que eso.
—Lo agradezco, pero estaré bien.
—Bueno, sé que lo harás bien Umi, siempre has manejado los problemas a la perfección y aunque sé que este en particular te lastima, confío en que lo podrás hacer. Aún estaré cerca por si me necesitas.
—Gracias —No dudó en darle un abrazo a la pseudo-artista. Antes, mucho antes, estas demostraciones eran un imposible para ella, pero fue la chica a la que esperaba, que le enseñó que era buena mostrar su afecto hacia los demás.
Cuando se apartó, revisó la hora en su celular dándose cuenta de que ya se acercaba el momento. Tragó duro, saboreando la ansiedad y temor.
Quería seguir hablando con Maki, eliminar cualquier pensamiento que hiciera peor la espera, si Honoka seguía siendo como era, aún le quedaba tiempo para calmarse.
—Creo que ahí viene.
Umi levantó la vista, esperando que fuese una broma, pero no lo era. Honoka estaba ahí, caminando con una sonrisa por el sendero rocoso del parque hacia ellas. Se levantó de un salto, sintiendo cómo su corazón aceleraba su ritmo y temió que Maki escuchara el tamborileo aplastante.
La imagen de su antigua amiga era impactante, tal vez mucho más de lo que fue en la audición. No estaba hipnotizada ni sorprendida como en ese entonces, y el efecto del vino se había esfumado horas atrás, estaba consciente de qué era ella. Más alta, menos regordeta, su cabello jengibre que siempre fue tan suave se veía brilloso, atado en una coleta que la hacía emanar un aura de madurez… se veía demasiado bien, que dolía. Por un momento, incluso se olvidó de respirar.
Honoka caminaba lento, sonriendo ampliamente sin ningún gesto de decepción o acusación.
Bajo los frondosos árboles otoñales, una imagen se contrapuso: el uniforme azul de la preparatoria hacía juego con el rosa de los pétalos de sakura que llenaban el fondo, no había frío, apenas una brisa fresca y su cabello seguía en el mismo lugar de siempre, a un lado dejando otros mechones sueltos por ahí. Estaba de vuelta a aquellos días felices, los que nunca debieron irse.
—¡Hola! Oh wow, ¿llegué tarde? Estaba segura de que estaba a tiempo —Su voz la sacó de su mente, desapareciendo los recuerdos.
Honoka ya había llegado hasta ellas y se encontraba de pie con el ceño fruncido, mirándolas.
Maki carraspeó a su lado mientras negaba, ella también se había puesto de pie solo que sin tanta velocidad.
—Nosotras llegamos temprano, teníamos negocios cerca —explicó Maki, tratando de ser condescendiente y dándole el tiempo para que encontrara su voz.
Los ojos azules se posaron en la compositora, y por un breve segundo, pese al tiempo en que se distanciaron, Umi juró ver un pequeño fruncimiento en sus cejas y una ligera caída de su eterna sonrisa.
—Lo lamento —Honoka se disculpó, recuperando su estado—, quería ser la primera en llegar y no hacerte… hacerles esperar.
Sus palabras atravesaron a Umi, quién no esperaba el tuteo. Recibirlo en correo era una cosa, pero oírlo, hacía sentir que no había cambiado nada entre ellas.
—No hay problema —dijo, forzando una ligera sonrisa que esperaba fuera convincente.
—Te ves mejor en persona —Sus ojos se volcaron sobre Maki, sorprendidos. Ella notó su estupor, encogiéndose de hombros—, no soy fan de la televisión y siempre he creído que hacen algo para que las personas se vean mejor, pero parece que no es así.
—Oh~ gracias, hago lo que puedo, aunque hay quienes se ven mejor que yo —Honoka giró su cabeza y se quedó observando a Umi— ¡Pero trabajaré más duro para hacer un buen papel! ¡Ya estoy empezando a ganar músculo!
Umi quiso replicar, de ninguna forma podía hablar en serio diciendo que no era suficiente, ¡era mucho más que suficiente incluso sin hacer nada! En vez de eso, se quedó callada, intentando no prestar atención al sentimiento conflictivo de verlas interactuar.
Hubo un destello en los violetas de Maki que no pasaron desapercibidos, cómo si hubiera notado algo que ella no. Sin embargo, tampoco dijo nada.
—Como sea, me tengo que ir. Debo atender unos asuntos, fue un gusto conocerte Kousaka-san —Maki extendió su mano que Honoka apretó sin titubear, luego se volvió hacia ella y le dio otro ligero abrazo para despedirla—, te veo más tarde.
Asintió, mirándola desaparecer por el mismo sendero que la chica frente a ella usó. Era una suerte que pudiera contar con ella como su amiga, no sabía que habría sido de su vida sin su apoyo.
—Entonces… —dijo, guardando la angustia de su interior, estaba preparada para enfrentar esto. Tenía que hacerlo— ¿qué tal si caminamos por el parque?
—Por supuesto —Honoka aceptó con una sonrisa de mil vatios.
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El parque Shiba lucía esplendoroso en el otoño, los pequeños caminos que atravesaban el lugar estaban casi vacíos y el sonido de las aves en sus nidos hacía que todo se sintiera tan irreal. Umi soñó tantas veces en cómo sería su reunión, si sería ella la primera en romperse o si al menos recibiría un golpe que aceptaría sin meter las manos. Esto era tan diferente.
Si bien ella sugirió el paseo, no sabía que decir exactamente, ¿para qué se supone la había citado? No lo recordaba.
—Tengo buena memoria, no necesitaré de los apuntadores y podré moverme libremente en las escenas, ¡estoy preparándome para esto! —Fue Honoka la que inició la charla—. Eli-san me ha enviado con un entrenador personal, para practicar movimientos y ejercicios que me ayuden en la flexibilidad, ¡juro que estoy cubriendo cada aspecto! Voy a hacer el mejor papel de todos.
Umi apenas la miró de reojo, sin poder creer que estuviera a su lado, ¿cuánto medía ahora? ¿desde cuándo su voz tenía ese tono ronco? ¿Los pequeños mechones de cabellos rubios eran recientes? ¿Cómo se hizo esa casi imperceptible cicatriz cerca de su ceja izquierda?
Siempre creyó conocer a Honoka, mejor que nadie, cada palmo de su ser y de su figura. Pero ahora, le costaba aceptar que la mujer a su lado era ella.
—Eso espero —dijo tratando de sonar indiferente cuando logró reconectar su mente—, "En el fin del Edén" es mi mejor obra, y Sálikan es un personaje único que ha hecho que muchas personas se identificaran con ella, sólo… quiero que sea una versión aceptable para los demás.
—¡No te preocupes por eso! Hablaré también con los otros actores, si hacemos una buena amistad eso se reflejará en pantalla, es lo que mi representante siempre ha dicho.
—Eso es… una buena idea.
—He leído el libro como diez veces, aún lo leo cuando estoy descansando así que me he aprendido la mayoría de diálogos, eh… aunque el guión tiene diferencias.
—Sólo unas pocas escenas recortadas, las esenciales seguirán al pie, me niego a hacer una mala adaptación de mi obra.
—Siempre tan estricta~
Hubo algo en el comentario que agitó sus nervios, una familiaridad que creía perdida.
—Yo… sí, siempre lo he sido.
—Sabes, no es el único libro que he leído, tengo todos los que has escrito, ¡eres fabulosa! Aunque mi favorito es este. Es tan… triste, y un poco cruel, pero justo. Muy justo, a su manera.
—G-Gracias, trabajé duro en ello… es bueno saber que no… que no eres una fan nueva.
No era lo que quería decir, y tampoco era de lo que quería hablar. Esta charla podían tenerlo en cualquier momento, no era necesaria la privacidad, pero tampoco sabía cómo siquiera encaminar al tema. Honoka se veía radiante, hablando sobre las cosas que pensaba hacer para cumplir las expectativas del personaje, sobre todo para las escenas de pelea. Umi estaba maravillada con esta faceta, conocía su carácter y los alcances de su determinación, ella era un cúmulo de suerte y positivismo que hacía que las cosas funcionaran a su favor, siempre lo hizo.
Le encantaba verla feliz y, al mismo tiempo, era doloroso. Honoka seguía siendo la misma chica alegre de aquellos días… ¿Significaba que la ausencia no le afectó como lo hizo con ella? ¿Fue solo ella quién sufrió y lloró cada noche y ahogó sus penas en alcohol intentando no pensar en la soledad? ¿No significó nada para Honoka?
Eran demasiadas preguntas, preguntas que no se atrevía a hacer porque se sentía aterrada de escuchar las respuestas, de confirmar que era la única que no avanzó. La extrañaba, la extrañaba tanto pese a todo.
—Así que… —Honoka bajó de pronto su tono, evitando mirarla y concentrándose en el camino por delante—, tu… uhm… tu amiga es linda.
Umi frunció el ceño, volteando a verla sin que ella hiciera lo mismo.
—¿Maki?
—Sí, ella es linda, aunque un poco joven —La vio rascarse la mejilla, algo que solía hacer cuando estaba nerviosa.
—Es un año menor.
—Parece tener menos —Honoka siguió sin mirarla, hizo una leve mueca y cuando se dio cuenta de que la miraba, su expresión se congeló y rápidamente se relajó—, ella te quiere mucho.
Umi se quedó sin palabras, acaso… no, era imposible. No podía estar celosa, ¿celosa de qué? ¿De tener una amiga?
—No estamos saliendo —Se encontró diciendo, más rápido de lo que le tomó encontrar las palabras—, sólo es mi amiga, vivimos juntas, en un departamento en el barrio de Minato y también hacemos algunas colaboraciones. Ella escribe musicales y yo, bueno, solo libros.
Umi observó con incertidumbre el leve temblor en los labios de Honoka, todavía sin que ella la mirara. Dejó de caminar, haciendo que también se detuviera.
—¿Qué ocurre?
—No es nada —dijo, volviendo a recuperar su habitual sonrisa para mirarla.
—Honoka… —Umi vibró cuando pronunció su nombre, y la chica a su lado reaccionó similar. No sabía cómo es que tuvo el valor de llamarla, no merecía ese derecho—, dime que pasa.
Honoka suspiró, cerró los ojos un par de veces y luego giró hacia ella.
—Está bien, está bien, se supone que debo tomar las cosas de frente así que… voy a hacer eso.
Umi no entendía lo que quería decir y se preguntó si este era el momento para salir corriendo del parque y buscar a Maki.
—Umi-chan —un escalofrío la recorrió al escuchar su nombre venir de ella, una necesidad agobiante de llorar llegó en tropel a su mente—, sé que… sé que ambas tuvimos una historia y que nuestra… relación se volvió algo caótica. Pero antes de eso, fuimos amigas, las mejores amigas. Y me gusta mucho pensar que podríamos intentar retomar eso, porque, sé que es difícil olvidar y aunque intentemos no pensar en ello, pasará… quiero hacer esta película, quiero que salga bien y quisiera que podamos llevarnos mejor para al menos ser capaces de estar en el mismo lugar sin que sea incómodo.
No entendía gran parte de lo que estaba diciendo.
¿Cuándo la infantil y desaliñada Honoka se convirtió en esa mujer firme y madura? ¿Acaso fue su ausencia lo que la transformó en eso? Ser amigas de nuevo, retomar años perdidos y risas vacías.
Ella todavía quería a Honoka en su vida, por más egoísta que pareciera, quería poder hablar con Honoka y estar cerca de ella, enmendar su error, pedir su perdón. Si algo más entre ambas estaba fuera de discusión, quería tener la oportunidad de llamarla y escuchar su anímica voz. Incluso si era apenas un puñado de lo que alguna vez tuvieron, Honoka seguía siendo la persona por la que más se preocupaba en su cruel mundo.
—Y bien… ¿qué dices? —continuó Honoka, luciendo preocupada.
—Tienes razón —aceptó, sintiendo como su arrítmico corazón buscaba la calma—, acepto tu… solicitud de amistad, Honoka —extendió su mano, aligerando la tensa atmósfera alrededor, la chica estrechó su mano, ambas intentaron ignorar el contacto chispeante cuando se tocaron— ¿Realmente debería ser tan fácil?
Honoka se encogió de hombros.
—La vida es demasiado corta como para guardar rencor.
Tenía razón, y si era así, entonces esta era su oportunidad de corregir las cosas. Tenían un año por delante, un año de verse y hablar y esta vez, Umi no se iría de nuevo. Se enfrentaría a Honoka, a lo que perdieron por su inmadurez y miedo, sin padres ni responsabilidades, sin sentimientos conflictivos. Sólo Honoka.
El agarre en su mano se hizo más fuerte y fue cuando se dio cuenta de que seguían tomadas. En vez de apartarse, hubo un rayo de valor que la cubrió y sin darle tantas vueltas, abrió los brazos y apresó a Honoka.
Fue un impulso, una idea, no supo exactamente qué. Pensó que, si habían hablado, todo estaría bien, que la promesa se cumpliría, que Honoka la había perdonado…
Por eso, no comprendió cómo es que la calidez familiar, el nostálgico aroma, apenas duró unos segundos. Un leve empujón, y Umi estaba lejos de ella.
Honoka la apartó. Cuando la miró, buscando una explicación, el dolor la atravesó cuando captó la mirada de miedo en sus ojos azules.
—Yo…
—¡L-Lo siento! —Honoka la interrumpió, temblando— Lo siento… yo… ¡tengo que irme!
—¡Honoka! —Su grito fue en vano, la chica se había dado la media vuelta y huido.
Se quedó de pie, mirando el lugar, sintiendo su corazón hacerse pedazos. Lo supo, que nunca podrían recuperar nada. La realización era peor, Honoka no la odiaba, Honoka le temía.
—Soy una imbécil.
