TOMA 6
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Sentada en medio del Dojo, con los talones y barbilla recogidas, los hombros caídos naturalmente, las manos reposando sobre su abdomen, las palmas hacia arriba y los dedos pulgares juntos de forma horizontal, tocándose con una ligera presión como si fuera uno la prolongación del otro; Umi intentaba mantener su mente en blanco.
Respiró lenta, larga y profundamente centrándose en su exhalación. Llevaba veinte minutos en esa posición y, lamentablemente, no había funcionado para mantener alejados sus pensamientos de una sola persona: Honoka.
El tiempo seguía transcurriendo y la chica no llegaba, su concentración era un asco. Si su padre la viera, sería seriamente reprendida, agradecía que no estuviera en casa para verla fallando en el mokuso.
Tuvieron que pasar otros diez minutos para que finalmente se rindiera.
La puerta del Dojo se abrió de pronto y Honoka entró jadeante con su mochila al hombro.
—¡Uwaa! ¡Lo siento mucho, Umi-chan! ¡Ya estoy aquí!
—¡Honoka! —exclamó Umi, sorprendida por la repentina aparición, para dejar salir la molestia después— Llegas tarde, ¡¿por qué no avisaste que te retrasarías?!
La chica se encogió ante su duro tono.
—Mi batería murió —explicó Honoka—, fui a almorzar con Tsubasa-chan, y se me fue el tiempo tomando algunas fotos, ¡en serio quise avisar! Pero no me di cuenta de la batería.
El enojo de Umi aumentó, junto al extraño sentimiento de desagrado que le provocaba escuchar el nombre de aquella chica. No le agradaba por alguna razón, y ni siquiera la había conocido aún.
—¿Tsubasa? ¿Por qué irías a comer con ella?
—Es que ella se irá de viaje mañana y quería despedirse, es una amiga muy considerada, ¿no crees?
Amiga…
—Hoy es sábado —repuso, molesta. Se alejó del centro de la sala de entrenamiento, sintiendo la frialdad del suelo bajo sus plantas descalzas; Honoka la seguía viendo con una sonrisa tonta en la cara—, sólo quedan dos semanas para la competencia, aún hay mucho por entrenar y tú… ¿decidiste irte con una idol que acabas de conocer?
—Umi-chan, ¿estás enojada? —Honoka la miró sorprendida unos segundos antes de regresar a su usual ánimo— Oh vamos~ ¡sólo me he atrasé un poco! Estoy lista para entrenar y si quieres, ¡puedes ir conmigo la próxima vez a recibirla! Se llevarán bien…
—¡No se trata de eso Honoka! —rebatió, alzando la voz y haciendo que la chica se callara, ni siquiera Umi sabía de dónde venía esa ira—, el kendo no es un juego, aún hay movimientos que no dominas, dijiste que querías ganar.
—Pero ya estoy aquí…
—Te esperé por una hora —espetó sin mirarla.
—Aún es temprano, ¡me quedaré más tarde para recuperar el tiempo perdido!
Sacudió la cabeza, negándose a verla. Estaba furiosa, el kendo era una disciplina sagrada para ella y su familia y creía que para Honoka lo era también. Más que eso, le dolía que la chica no le hubiese dicho nada de verse con esa otra persona, ¿acaso no era su mejor amiga? Sentía que tenía derecho de saberlo.
—La práctica de hoy se cancela —dijo, terminado de atravesar la puerta del Dojo.
—¿Qué? ¡Umi-chan! ¡Vamos, no sabía que te enojarías tanto!
No dejó que las súplicas de Honoka la doblegaran, se marchó rápido de ahí, con el corazón oprimido y la culpa llegando en tropel, ¡¿por qué estaba actuando así?! ¡Ella misma sabía que estaba siendo injusta con Honoka! Pero ahora que lo había dicho, no podía retroceder.
Y Honoka iría tras ella de todos modos, ¿verdad?
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Umi repasó las palabras de su discurso por enésima vez, no para evitar que se le olvidara sino más bien, para apaciguar su creciente nerviosismo. Sabía que estar en el proyecto de la película la haría tener que relacionarse con más personas, un gran problema para alguien como ella.
Nunca se le habían dado bien las relaciones, su ambiente natural era la soledad, desde mucho tiempo atrás.
Cumplir con sus obligaciones de la manera más impecable sin estar bajo la mirada analítica de alguien, esto venía a romper por mucho su ambiente natural.
Las únicas personas que podían mantener una relación duradera con ella, una se había ido, y las otras eran Maki, su editora y recientemente las dos productoras. Saber que tendría que infundir una confianza que no tenía a una multitud, hacía que su ansiedad se disparara y casi le hacía pensar en lo que equivocada que estuvo al aceptar que esto ocurriera. Pero de nuevo, no podía dar marcha atrás.
Tomó las llaves de su auto, y ajustó las correas de su portafolio. Podía conducir sin problemas, no quería darle más preocupaciones a Maki de las que ya tenía. Sólo necesitaba concentrarse en su destino.
Había pasado una semana desde su crisis nerviosa y su extraño encuentro con aquella mánager, a quien su mente le decía que debía pedir unas disculpas; no estaba muy segura del breve intercambio, pero era consciente que podía ser un poco extraña con la mente nublada, ¿qué imagen se llevaría Honoka si esa mujer le contaba sobre aquello? No quería que supiera de esta versión de sí, que ella misma repudiaba.
La reunión podría ser una oportunidad para saberlo, pero, ¿estaba lista para el encuentro? Esa era la mayor de sus preocupaciones.
Pasó una semana después de que se viera con Honoka y esta la alejara de una forma tan extraña, ¿acaso debía disculparse también con ella? ¿Por algo que no recordaba? No estaba segura siquiera de cómo actuar si se encontraban.
Aunque le había dicho a Maki que quería arreglar las cosas y regresar a ese punto de su antigua relación, la verdad es que no sabía qué hacer exactamente. La quería, pero tenía miedo de lastimarla y lastimarse de nuevo, si ella lo arruinó, ¿no era probable que pudiera hacerlo otra vez? Y ambas tenían una vida, le gustara o no.
Se sentía tan contradictoria, estaban esos extraños sentimientos que hacían que su mente se hiciera un caos, esa necesidad de estar juntas, de sentir su ánimo, su confort y la alegría que le inyectaba. Honoka era su luz, su sol, la que hacía que su vida fuese menos fría y sola.
Y ahora estaba de vuelta con una nueva oportunidad de tenerla, no podía echarlo a perder otra vez.
—Hey, Umi —Maki la detuvo antes de que saliera del departamento. Estaba en su usual lugar en el sillón, al parecer garabateando nuevos acordes.
—¿Qué ocurre?
La vio tomar su móvil y buscar algo dejando de lado sus cosas.
—Te estoy enviando una información importante —contestó, siendo respaldada por la vibración de su propio dispositivo en el bolsillo de su chaqueta.
Cuando revisó el mensaje, se encontró con la imagen de lo que parecía una tarjeta de presentación.
—Kotori Minami —leyó en voz alta, sin entender por qué había recibido aquello hasta que debajo de su nombre notó la leyenda de psicólogo clínico— ¿De qué se trata esto?
—Dijimos que, si era necesario, iríamos por un especialista para tu problema, ¿no? Bueno, conseguí uno, de una buena recomendación —Maki no la volteó a ver, buscando de nuevo su pluma y hojas como si no fuera gran cosa lo que estaba sugiriendo.
Umi no sabía cómo sentirse, tal vez porque no creía que su amiga iría tan lejos.
—No creo que…
—Detente —Maki la interrumpió con voz severa—, lo necesitas. No has hecho ningún progreso, ¿o me equivoco? —No pudo negarlo, era verdad, Maki volteó a verla, sonriendo un poco— ¿Lo ves? No importa cuánto hablemos o cuanto quieras recordar, esto va más allá de lo que podemos manejar. Con suerte será rápido y en la primera lo tenemos.
No estaba segura, pero prefirió evitar el comentario y sonreír. Ella no merecía que la hiciera pasar por más.
—Está bien —aceptó—, voy a revisar mis días y haré una cita lo más pronto. Gracias, Maki.
La compositora asintió, satisfecha de haberla convencido, la despidió con un gesto de mano que Umi también imitó. Guardó su teléfono y salió del lugar, caminando a prisa por los pocos minutos retrasados.
La idea de contarle cosas privadas a otra persona no le gustaba en lo más mínimo. Estaba consciente de ese tipo de terapias, y que incluso los detalles que parecieran insignificantes podían ser un detonante de problemas.
Hablar con Maki nunca fue así, había cosas que no le había dicho, ella conocía su historia en general, sobre su huida y el daño a quien más quería, pero nunca hablaron a fondo sobre la clase de relación que tenía con Honoka en sus días felices.
Era vergonzoso, no estaba segura de poder decirle esas cosas, no quería que ella tuviera una imagen suya diferente. Sin embargo, el hecho de no recordar no era para menos, sabía que algo grave ocurrió, algo que provocara aquellos gritos de Honoka.
Gritos angustiados y aterrorizados que le erizaban la piel. Lamentos que la habían perseguido desde que los tuvo en mente, dejando una sola pregunta.
¿Qué fue capaz de hacer?
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Le costó un poco poder conseguir un buen lugar para estacionarse, a un par de cuadras del edificio. El estacionamiento estaba lleno e incluso un par de autos ocupaban espacios en las aceras contiguas. Por primera vez parecía que todos se pusieron de acuerdo para llegar temprano, lo que no era tanta sorpresa si lo que buscaban era dar una buena impresión, esta era la primera reunión oficial del elenco.
Dejó su confiable Mitsubishi en el espacio que le pertenecía a una cafetería cercana, no creía que hubiera algún problema si al regresar se quedaba a comer en ella. De regreso al edificio vio la variedad de autos nuevos y algunos de años atrás como si fuera una exhibición, sin querer su mente se desvió a la chica jengibre, preguntándose cuál de ellos podría contener la energía radiante de la joven, tal vez un Subaru o un Daihatsu le vendría bien, había algunos pares ahí, aunque no es como si supiera mucho de autos, o de Honoka.
Al entrar al edificio, pidió indicaciones al vigilante para llegar a la sala de entrenamiento, ya que las veces que había ido, sólo visitaba la sala de reuniones o la oficina de las productoras. Pese a saber la dirección, fue más fácil ubicarse con el ir y venir de personas cargando papeles y corriendo de un lado para otro, un previo de las jornadas extenuantes que comenzarían pronto.
Mientras el flujo se incrementaba, de pronto el portafolio se sentía más pesado. Tenía la sensación de ser una extraña, ajena a todas estas personas que sabían lo que tenían que hacer. Al acercarse a la sala, las caras desconocidas fueron aumentando, apenas unos cuantos se le hacían familiares, reconociéndolos como los que observó en la lista de Eli.
Casi pasó desapercibida, solo unos cuantos se dignaron en saludarla tratando de disimular miradas escépticas, tal vez pensaban que era otra actriz más y que no era suficiente para el trabajo, lo cual no estaba lejos de la verdad. Umi no podría lidiar con tantas miradas esperando a que ella hiciera algo ya escrito. Su papel era crear, no vivirlo.
Entre el tumulto, podía diferenciar a las estrellas reconocidas de quienes apenas buscaban hacerse un hueco en la fama, los primeros vestidos con ropa de lino, cambray y cachemira impregnadas en chaquetas, botines y lentes oscuros para proyectar una impecable imagen de altivez y orgullo; el resto llevaban ropas casuales y miradas intranquilas donde podía ver el nerviosismo latente.
Sin embargo, no lograba divisar a Honoka entre el tumulto, se sentía un poco extraña por no poder evitar que sus ojos vagaran a su búsqueda, casi obsesiva con la idea de verla y comprobar cómo estaba. Si realmente la odiaba y su intento de amistad se acabó o si aún podía albergar esperanzas. Su escaneo se acabó cuando encontró a las dos mujeres que encabezaban la empresa, hablando con un par de chicas a las que reconoció de inmediato.
Dudó en acercarse, pero Nozomi la identificó y la instó a hacerlo. Cuando estuvo a su altura, los ojos curiosos y las sonrisas amables de las otras dos la recibieron. No se veían como el resto, jactándose de sus talentos o temiendo el desarrollo, pertenecían a un tercer grupo, casual y simpático que parecían amar lo que hacían, este era el grupo al que pertenecía Honoka.
—Buenas Sonoda-sensei, justo a tiempo~ la reunión está a punto de iniciar, sólo estamos esperando a que el equipo confirme el sonido —Nozomi explicó con su usual tono cantarín que bajaba cualquier tensión existente—, y aprovechando, supongo que las reconoces, ¿verdad? —Señaló a las chicas que ya habían volteado para verla, con Eli en el extremo—, Riko Sakurauchi y You Watanabe.
—Es un placer Sonoda-san —La joven carmín hizo una reverencia.
—Mucho gusto Sonoda-san, estoy lista para iniciar este embarque, ¡yousoro~! —La chica ceniza la saludó con un gesto militar acompañando a su muletilla, lo que le sacó una sonrisa.
Podía ver el ánimo e interés de ambas, Riko con una seriedad y respeto y You con un ánimo desbordante. Ambas personalidades contrastaban y no se alejaban mucho de la personalidad de sus personajes, podía entender por qué Nozomi las había elegido.
—El gusto es mío, estoy deseando ver sus actuaciones —dijo sonriendo y ofreciéndoles un saludo de mano, eran personas bastantes curiosas a su parecer, que le recordaban a sí misma y a Honoka.
Aunque quién más llevaba su atención era la propia Riko, una estrella reconocida que no podía pasar desapercibida. Linda y elegante, había trabajado antes en algunas películas de romance y tragedia, de un temple tranquilo pero que si la situación lo ameritaba podía sacar una fiereza poco convencional. Era precisamente eso lo que encendía su interés, ella representaría a la "villana" de la historia, sus más oscuros pensamientos y deseos egoístas siendo personificados.
—Bueno, ya es hora de comenzar —Eli anunció tras recibir un mensaje de texto en su teléfono—, ¿nos acompañas, Sonoda-sensei?
Asintiendo, las otras dos chicas se despidieron con pequeñas inclinaciones de cabeza dejándole el paso libre para que siguiera a las productoras. Había creído que ellas también estarían al frente, pero al parecer, su trato era ser parte del elenco, no ponerlas ahí podría evitar algún sentimiento de superioridad por sus papeles, una decisión curiosa y efectiva.
La sensación de inquietud volvió cuando al subir al pequeño escenario acompañando a las mujeres, las miradas se volcaron sobre ella cuando le otorgaron un micrófono, ojos que la observaban con inusual curiosidad, tal vez creyendo que era parte del equipo de producción, una aseveración no tan lejos de la realidad. De nuevo, su visión se entorpeció buscando cierta figura, necesitaba verla aún si no había planeado un encuentro después de esta reunión.
—Muchas gracias a todos por acudir a la cita —Eli fue la primera en hablar, incrementando el volumen de su voz gracias al micrófono. Lucía bastante animada, como si estuviera a punto de iniciar una épica batalla, lo cual no distaba mucho en realidad—, primero, quiero darles la bienvenida a Sunrise, Inc. A partir de ahora y por el próximo año, esta será su casa, ¡siéntanse libres de venir cuando lo necesiten!
Grandes aplausos retumbaron en el lugar, algunos vítores y chiflidos se unieron al barullo general, Umi se sorprendió del ánimo que todas esas personas mostraban.
—Decía el buen Akira Kurosawa —continuó la rubia, citando al viejo director de cine, famoso ganador del Óscar— que «Los seres humanos son incapaces de ser honestos acerca de ellos mismos. No pueden hablar de sí mismos sin embellecer» ¿Y saben qué? Él tiene razón, ése es nuestro trabajo, presentar una película digna que logre conectar esos sentimientos, que cada uno de nosotros ha albergado al menos un par de veces. Estamos a punto de iniciar una batalla, para lograr traer a la vida esta historia cruda, fantástica y que hará replantear nuestras emociones y deseos más profundos. Otra perspectiva de la vida ideal que muchos sueñan, y que serán visiones pisoteadas cuando esos demonios ocultos salgan —La severidad de Eli hacía que la atmósfera se pusiera tensa, reemplazando la anterior algarabía. Sabía que la mujer estaba exagerando, tratando de influir confianza y aplomo en los demás, pero no podía evitar sentirse aludida, directamente señalada. No distaba de la realidad, de lo que creó en torno a sus arrebatos, era como si Eli hubiese podido ver a través de ella y la idea, la asustó—, tenemos esta gran oportunidad gracias a una persona, la mente maestra detrás de tan intrigante trama, una joven audaz que pese a su edad, no es impedimento para trazarse un camino de éxito entre los mejores autores literarios: Sonoda Umi —La mujer apenas retrocedió para poder apuntarla y que todos hicieran el reconocimiento, correspondió con una sonrisa que esperaba no se viera titubeante—. Nada de esto sería posible si su mente no hubiese creado esta gran historia, y es nuestro deber hacer que sienta que llevarlo al cine no es un error, ¡juntos haremos de esta película un éxito!
Otra ronda de aplausos hizo coro con el grito de guerra de Eli. Nozomi a su lado mantenía una gran sonrisa, admirada de la fuerza del discurso casi como lo estaba ella, no era de extrañar el por qué eran consideradas la mejor dupla de cine en Japón, y eso que la mujer espiritual aún no había hablado, pero era su sola presencia la que imponía una especie de positivismo y energía, un aura que hacía pensar que nada podía fallar.
—Hemos recibido la bendición de Hikiboshi y Orihime para cumplir nuestro amor por el arte —Nozomi tomó la palabra, apagando poco a poco los aplausos—, sé que el discurso de nuestra querida Elichi ha sido inspirador~ pero no vamos a olvidar las formalidades ya que puede que no hayamos tenido el gusto de hablar personalmente con cada uno de ustedes, así que, me presento como Toujo Nozomi, Directora de esta película, ella es Ayase Eli, la Productora y la mente tras la realización y por último, Sonoda Umi, nuestra querida escritora y guionista —con cada mención, hizo el subsecuente señalamiento—, en este punto, cada uno ha recibido ya su parte del guión, secuencia de escenas y notas de rutinas para el caso; en el transcurso del día les haremos llegar los horarios para los ensayos, grabaciones y entrenamientos así como las citas para prueba de vestuario. Todos y cada uno son importantes, tanto el equipo actoral como el de diseño y producción. Esperamos contar con su mejor ánimo, la estrella del norte brilla sobre nosotros~
Casi no escuchó las ovaciones, concentrada en el leve temblor de su mano en el micrófono, era su turno de hablar, de decir algunas palabras inspiradoras. Se seguía sintiendo tan irreal, como un sueño. Pronto, fue su momento y el portafolio en su mano sólo sirvió de peso extra para evitar que huyera con éxito.
Sintió las miradas de Nozomi y Eli sobre ella junto a los otros cientos esperando, cómo deseaba que Maki estuviera ahí, al menos su usual indiferencia le haría pensar que no era tan importante como para estar inquieta. Este no era su lugar, de ninguna forma. Esperaban algo que ella no era capaz de darles, esperanzas que ella no tenía, y, aun así, entre sus pensamientos pesimistas y el retorcimiento de sus entrañas, una voz logró llegar hasta sus oídos, encendiendo los interruptores apagados.
«¡Vamos, Umi-chan!, ¡tú puedes!»
Enfrentó a la multitud que seguía esperando, sus ojos yendo directo a la fuente del sonido: con una sonrisa que opacaba cualquier miedo, porque era su luz la única que se proyectaba, Honoka la miraba infundiéndole una confianza perdida.
Su voz encontró lugar al mirarla a los ojos.
—¡Muchas gracias por hacer esta historia posible! —exclamó—, no esperaba que decidieran hacer de ella una película, poder transmitir esas emociones a través de ustedes. Siendo sincera… no sé mucho de cine o de actores y actrices; mi vida es la literatura, los grandes exponentes y los miles de libros que circulan a diario, pero viendo sus rostros, su ánimo y el empeño que ponen en la idea, no puedo estar más feliz de haber escrito esto, ¡agradezco que crean en mí! Y creo en ustedes, que van a hacer la historia suya para el mundo.
Aplausos, gritos, algunas palmadas y abrazos, y Umi sólo podía ver la sonrisa de Honoka moverse entre los cientos de personas. Esa sonrisa que guardaría en su mente por siempre.
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Ambas productoras siguieron presentando a más del equipo que trabajaría, además de diversas indicaciones respecto a papeles y documentos. También resolvieron algunas dudas en general y acordaron el curso de acción sobre la confidencialidad y lo que podrían revelar. En total, la reunión duró cerca de dos horas más.
Al finalizar hubo un pequeño refrigerio, con café y una buena variedad de dulces. Umi recibió sendas felicitaciones y saludos de mano, elogios y compromisos de caras que ya la hacían sentir extraña, sabía que de todos modos no pasaría tanto tiempo con ellos como lo harían entre sus compañeros actores así que solo actuó cordial y amable dando palabras extras de apoyo y confianza.
Tardó un poco en que estuvo finalmente alejada de tanta energía, momento que aprovechó para ir a por unos manjus. Verlos a la lejanía le traía gratos recuerdos, así no fuera el mismo sabor, el evoco de días pasados alegraban su interior.
Pero al parecer, no era la única que tenía una idea similar, sea coincidencia o no, el objeto de su recuperada confianza estaba ya en ello, degustando a mordiscos los dulces.
Sintió un poco de frío correr por su columna, el pequeño vértigo de estar frente a ella de nuevo. No pudo evitar recordar su último encuentro y lo horrible que fue, y el hecho de no poder recordar la causa de que ocurriera. Pero Maki debía tener razón, fue Honoka quién se acercó y si eso le daba una oportunidad, la tomaría definitivamente.
Se acercó cautelosa, tanteando el terreno, la sonrisa de antes le daba el ánimo de que no sería un problema, al menos eso esperaba.
—Hey, Honoka —dijo, en un tono suficiente para que la chica escuchara.
Lo logró, los hombros crispados de la chica fueron su primera respuesta. Ella volteó lentamente, con un manju atrapado en su mandíbula, en otros tiempos habría reído, ahora sólo podía esperar a que se lo comiera.
—Oh, Umi-san —contestó tras tragarlo, hubo un pique en la mención del honorífico en su nombre.
La escritora no estaba segura de qué decir exactamente, si agradecerle por las palabras de ánimo o disculparse, decidió ir por lo seguro.
—Lo lamento, creo que me sobrepasé el otro día.
—Oh —repitió, sin mucho ánimo. Hubo un breve lapso de silencio donde sus ojos se quedaron fijos en ella—, ¡el error fue mío! Yo… sólo estaba un poco… desprevenida, reaccioné mal.
No sonaba convencida, sino más bien, esquiva.
Umi negó, tenía que empezar a limpiar su conciencia.
—No, Honoka, fue mi culpa. No debí… acercarme tanto, no debí… no era necesario eso.
—Está bien, está bien, digamos que fue culpa de ambas, ¿mejor verdad? —dijo con una risa que intentaba ser animada sin mucho éxito.
Estaba a punto de replicar cuando sus palabras salieron antes sin pensarlo:
—¿Por qué me rechazaste?
Honoka abrió los ojos y la boca de asombro. Luchaba con decir algo y mientras no lo hacía, Umi siguió:
—¿Por qué estabas tan aterrada? ¿Es por lo que hice verdad? Honoka, la verdad es que yo no…
—Suficiente —Honoka la interrumpió con voz severa. Se veía mortificada—. Por favor, no traigas eso ahora —El semblante de la jengibre cambió, ya no estaba animada sino seria y trayendo una máscara de indiferencia que le impidió ver más allá de sus palabras—, estoy intentando avanzar, no quiero que lo… —pausó— no quiero arruinarlo.
Otra vez, la amargura hizo fiesta en su mente. "No quiero que lo arruines" eso era lo que quería decir en realidad.
Pero Honoka no parecía estar dispuesta a culparla, y no sabía por qué. Tampoco podía decirle ahora que no recordaba, que tenía una especie de amnesia. No así, esto apenas iniciaba, tendría muchas oportunidades de hacerlo.
—¿Aún podemos ser amigas al menos? O también fue un error sugerirlo.
Honoka ni siquiera lo pensó mucho, la sonrisa regresó a ella, menos radiante pero sí cariñosa.
—¡Por supuesto! Amigas, colegas… —dijo sumiéndose de nuevo en algo lejos de la lectura de Umi— necesitamos hacerlo para llevar esta película al éxito.
De pronto todo tomó forma en la mente de Umi. Honoka no quería recuperar su pasado, ella quería llevarse bien para hacer un buen personaje y triunfar, ¡eso era lo único que quería! Maki tenía razón, la parte oscura y mala de la situación era la verdad.
Dolió como el infierno saberlo, dolió tanto que quiso irse de inmediato. No lo hizo, ni volvería a hacerlo, si era su castigo vivirlo, lo haría, una y mil veces…
¿Lo haría? ¿Lo soportaría? ¿Podría luchar contra algo condenado?
—Claro, la película triunfará, no me cabe duda —murmuró, sintiendo sus palabras caer—, no sólo eso, no es lo único que triunfará —dijo de pronto, llamando la atención de Honoka que la miró atenta—, voy a recuperar lo que perdimos. Lo haré, juro que lo haré.
La estupefacción de la actriz fue inminente, Umi juró ver su expresión tambalearse y sus ojos cristalinos.
No hubo más, ninguna respuesta ni nada, algo que le diera un indicativo. Lo único que obtuvo de Honoka fue el ofrecimiento de manjus, y una senda discusión de por qué no sabían bien debido a la falta de amor a la cocina.
Umi no se alejó tampoco, permaneció de pie asintiendo a la crítica de la preparación, de lo poco que las tiendas valoraban el trabajo artesanal y las horribles máquinas que hacían más fácil todo.
Una charla simple y sencilla, como la de aquellos días.
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N/A
Yei~, sigo viva (?) Bueno, debo decir que agradezco sus comentarios y que la tardanza es debido a un bajón de ánimos, llegué a creer que lo había arruinado pero agradezco especialmente a mi querida hermana y semibeta AniKamia666, que si no han leído de ella, ¡¿qué esperan?! ¡Ella es la diosa ficker por estos lares! Y bueno, aquí está el resultado, espero no volver a tardar de nuevo. Sus opiniones son bien recibidas.
