TOMA 8

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Escuchó el despertador tras el cuarto tono, del intervalo de cinco minutos. No escuchó antes ni el primero, ni el segundo y mucho menos el tercero, en resumen, fue un sueño placentero, sin pesadillas, sin recuerdos, sin nada más que oscuridad por breves minutos antes de que su conciencia se apagara. Fue como cerrar los ojos y abrirlos en el mismo segundo.

Ya sea por el cansancio, la ansiedad o las imágenes que acechaban en sus paredes, era uno de esos días donde podía decir que en verdad había descansado; y gran parte de la causa era su acompañante.

Giró sobre la cama, buscando el confortable calor que el cuerpo ajeno siempre le proporcionaba, la sensación de alguien a su lado siempre mataba los pensamientos, la amarraban a la realidad. Sin embargo, cuando sus manos no se toparon con nada, cuando sólo sintió el vacío, la pesadilla regresó. Sintió el vértigo familiar lanzándola al pasado, a una alcoba que quería olvidar con tanto ahínco.

Era la misma situación. Una cama deshecha, muchos sentimientos que habían sido tendidos bajo las sábanas, el sol entrando imponente por la ventana apuntando con gracia al único registro de que otra persona estuvo en el mismo lecho, la pequeña nota con únicamente dos palabras, escritas con premura pero sin perder el estilo de la caligrafía impecable y perfectamente reconocible.

Palabras que abrieron el infierno, su infierno.

—¡Hey, Honoka! ¡Apresúrate que pronto vendrán por ti!

Abrió los ojos de nuevo, sin siquiera comprender cuando los había cerrado. Sus manos temblorosas se aferraban a las sábanas, y el sudor caía a gotas en ellas.

«No es lo mismo, Nico no se ha ido»

Sus ojos se dirigieron a la pequeña bolsa de la farmacia que se había quedado en su pequeña mesa, una pequeña parte de su mente le incitaba a tomar los frascos y usar los beneficios del adormecimiento de sus pensamientos, pero otra parte, la más racional, le decía que sólo debía usarlos en los casos extremos; cuando la soledad fuera demasiada. Cuando sí estuviera sola.

—¡Honoka!

—¡Voooy~! —canturreó con la voz más fuerte que pudo obtener de su garganta seca.

Dejó las sábanas y tras sentir el frío suelo de su habitación, tomó las prendas que Nico le dejó sobre el escritorio metiéndose con ellas al baño. No se molestó en poner el reloj esta vez, la otra mujer lo había hecho por ella como siempre pasaba cuando dormían juntas.

Una vez vestida y arreglada para el día, en el justo tiempo que requería, fue hacia el comedor donde la variedad de olores deliciosos se encargaron de animar su estómago, olvidando la leve angustia del despertar. No era para menos, Nico tenía preparado una gran variedad de alimentos: sopa de miso, tazones de arroz, salmón a la parrilla, tortillas y estofado de algas. Un auténtico desayuno japonés, perfectamente balanceado.

—¡Eres la esposa perfecta, Nico-chan! —halagó Honoka, ocupando su lugar en el pequeño comedor.

La mujer estaba terminando de servir el café y el jugo de naranja, dejando ambos en cada lado respectivo.

—No me llames así —replicó, ocupando su propio asiento y bebiendo del líquido oscuro que emanaba un fuerte olor a cafeína—, me hace sentir demasiado vieja.

—¡Pero no lo eres en absoluto! Eres linda y adorable~ —dijo, animándose a probar una cucharada de la sopa que de inmediato hizo explotar sus papilas—, y una excelente cocinera.

—Sí, si, como sea, come antes de que se haga más tarde.

—Está bien~ —Hizo caso al ligero regaño, poniendo atención a las porciones servidas.

Honoka sabía que Nico no odiaba que le llamara esposa por la edad, sino porque lo que no deseaba, es que el término se usara para su relación.

Aunque le había dicho a Kotori que era feliz a su lado, el futuro para ambas aún era incierto. Nico representaba un papel importante en su vida, estando a su lado, le proveía de seguridad y un poco de estabilidad emocional. En sus besos y caricias, obtenía el recordatorio de que era necesaria para alguien, y no sólo… desechable. Y pese a todos esos sentimientos y beneficios, también era consciente de que lo que sentía por Nico, no tenía la misma intensidad de la que llegó a sentir por Umi, no obstante, tampoco estaba dispuesta a perderla. De alguna forma, ambas se necesitaban, quería creer en eso, y no perdía las esperanzas de que aquella llama de amor, regresara alguna vez para dársela a Nico.

—Bueno, he comprobado el itinerario del viaje, programé la agenda electrónica en tu móvil de trabajo y estaré atenta si necesitas alguna llamada. Tienes como número de emergencia el de la doctora, y después el mío, ¡sólo no te equivoques de nuevo! Demasiado vergonzoso es que ella me recuerde los estúpidos apodos cariñosos con que me llamas.

—No volverá a pasar —aseguró sonriendo, mientras se metía otro bocado de salmón—, esta vez lo recordaré.

—Nozomi ha prometido informarme de cualquier situación, y ya tiene en sus manos las indicaciones que solicité exclusivamente para ti.

Con indicaciones sabía que se refería a la dieta, así como los mismos números de emergencia que en su situación necesitaba. Sabía que sólo Nozomi conocía a grandes rasgos sobre su vida, la mujer era amiga de Nico desde los tiempos en que coincidieron en su primera agencia, y aunque había una ligera diferencia de edad, de alguna forma su amistad era bastante sólida y redituable. No era extraño saber que una buena parte de las estrellas en las películas del dúo, eran gente enviada por la misma Nico.

—Entendido, capitana, voy a seguir todo al pie de la letra~

Para su sorpresa, Nico se aclaró la garganta, levantando la vista de su desayuno y poniendo una mueca de severidad.

—Honoka… —mencionó su nombre lentamente, supo que las bromas y cursilerías acababan ahí—, si hay algo que no le he dicho a Nozomi es sobre tu relación con Sonoda. La conozco a ella y Eli lo suficiente para saber que si saben de esto, no dudarán en alejarte de la película, son profesionales y apuntan a un éxito seguro, ¿lo entiendes?

Con la misma expresión de seriedad, dejó que un leve silencio recorriera la habitación.

—No pasará nada, no puede pasar nada que interfiera en mi trabajo —dijo, con la promesa de la amistad con Umi rondando su mente y que no le había dicho a Nico aún—, no te preocupes por eso.

Nico sin embargo, no suavizó su expresión.

—Esa chica… me da mala espina.

—No tienes nada de qué preocuparte —insistió, obviando el conflicto de su interior.

—Confío en ti y en Nozomi, no en ella —La sentencia recorrió fría su columna.

Su mirada no se despegó de los ojos rojos que la miraban seria. Intentó sonreír sin mucho éxito, Umi había demostrado ser… tan diferente a la chica recluida y tímida de aquella adolescencia. Ese abrazo en el parque y ese acercamiento en la reunión la tomaron desprevenida, no sabía qué esperar, pero si de algo estaba segura, es que no dejaría que se acercara de nuevo a su corazón. Esa puerta estaba cerrada, enterrada bajo las pesadillas.

—Yo tampoco confío —respondió, picando el salmón con el tenedor hasta que quedó bastante suave— no sé quién es ella.

Una de las manos de Nico tomaron la suya, que aún estaba sobre la mesa, sentir su piel sobre la suya apartó el resentimiento de sus palabras.

—Todo estará bien, Honoka —Nico susurró, tan cariñosamente que le aplastó el corazón.

Cuatro palabras que la sacaban de la ligera oscuridad.

Definitivamente, no podía dejarla ir.

Terminaron de comer en un cómodo silencio, apenas interrumpido por el móvil de Nico.

—Eli está en camino —Se levantó de su asiento, reuniendo sus trastos para llevarlos al fregadero— termina eso y ve por la maleta.

—Okey~

Hizo caso, comiendo el resto de su desayuno. Después, regresó al cuarto y tomó sus cosas; sacó los frascos de la bolsa de la farmacia y los metió en la mochila de mano, oculto bajo algunas otras cosas. Al regresar a la cocina con la maleta y la mochila, Nico le entregó unas barras de energía y una botella de agua que también acomodó de modo que fuera fácil de sacarlo.

—¿Sabes si sólo será Eli? —preguntó mientras se ponía los zapatos.

—Eli y su asistente, Nozomi pasará por Sonoda y Sakurauchi.

No necesitó más información, fue suficiente para que su corazón se calmara ante el inminente encuentro.

Cuando fue hora de despedirse, Honoka se tomó un tiempo en besar a Nico, esperando guardar cada sensación y sentimiento para los siguientes dos días. Kotori no se equivocaba, ver a Umi, estar cerca de ella, movía algo en su corazón y ella… ella no podía permitir que el pasado se repitiera. Que heridas fueran abiertas de nuevo.

—Suficiente —Fue la máganer quién se apartó, aprovechando la necesidad de respirar. Le dio un leve empujón acompañado de una expresión de regaño—, Eli debe estar llegando, es mejor que bajes sola.

—Está bien~ está bien~

Se alejó de Nico dándole un último abrazo, se despidió de ella y salió del departamento. Sabía que ella se encargaría de limpiar y tener todo en orden antes de irse a su trabajo.

Tal como ella había dicho, apenas asomó por la caseta de vigilancia, escuchó el auto estacionarse al frente con un potente sonido del motor. Y no era para menos, asomando desde el asiento del conductor, Eli lucía increíblemente alegre, en contraste con una perturbada asistente a su lado.

—¡Pero qué increíble auto! —exclamó, imposible de no maravillarse ante la brillante carrocería del auto deportivo negro.

—Motor V6 de 3.7 litros de desplazamiento capaz de generar 332 caballos de fuerza, y tiene una transmisión automática de 7 velocidades con modo manual de 6 cambios —explicó Eli, acariciando con una extraña fascinación el volante.

—No sabía que supieras tanto de autos.

—No lo sé en realidad, pero eso me dijo el vendedor que me dio esta belleza y al parecer, es importante decirlo, ¿sabes cuántas citas consigue?

Honoka rió divertida.

—Debes tener una agenda apretada.

—Si bueno, una agenda pospuesta hasta que tenga ése Óscar en mi estudio.

Eli bajó del coche y la ayudó a poner sus cosas en la parte trasera, abriéndole incluso la puerta para que se sentara.

—Buenos días, Kousaka-san —saludó Hanayo, la pequeña y curiosa asistente, a quien conocía por ser el contacto entre las productoras y su agenda.

—¡Tengamos un buen viaje, Hanayo-san!

La chica se ruborizó ante la gran familiaridad, lo que le sacó una sonrisa a Eli.

—Te acostumbrarás —le dijo, ocupando su asiento y haciendo vibrar el auto con el arranque.

Nico las observó irse cuando pasaron enfrente de la ventana del apartamento.

Esta no era la primera vez que Honoka se iba de viaje por cuestiones de trabajo, pero si era la primera con alguien de su pasado, el pasado que luchaba a diario por olvidar. Quería a Honoka, sabía que ella la necesitaba y sólo procuraba darle el empuje para vivir, quería verla feliz siempre.

Sólo que aún con todo eso, había cosas que por su bien, no podía decirle.

Cuando el auto desapareció, regresó a la cocina en busca de su móvil para marcar un número conocido, no tardó mucho en ser atendida.

—¿Kotori…? Si, ella acaba de irse…

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El viaje fue relativamente tranquilo, con Eli hablando sobre lo que estaba permitido decir ante las cámaras para evitar spoilers o filtrar información del rodaje, así como las indicaciones de horarios de parte de Hanayo para la estancia. No había tiempo de paseos, las conferencias, fotos y firmas ocupaban casi en su totalidad ambos días, incluyendo una sesión de fotos al día siguiente en el bosque de Bambú de Arashiyama.

—Tenemos preparado uno de los trajes que usarás en la película, no está muy detallado pero será suficiente para encender el foco de los fans —Eli alternaba la mirada entre el camino por delante y ella, a través del espejo retrovisor—. Intentamos tener a Watanabe también, pero fue imposible coordinar su agenda en estos días, está grabando las escenas finales de una serie, aun así, su personaje sigue catalogado como secundario, tú y Sakurauchi siguen siendo la sensación.

—¿Ellos ya están en camino también? —Honoka preguntó, notando que había sonado un poco más ansiosa de lo que planeaba.

—¿Hanayo?

Eli no podía responder debido a estar concentrada en la carretera. La chica castaña respondió después de echar un vistazo a su móvil.

—Eh… Nozomi-san tiene que recoger a Sakurauchi-san en Kanatsugawa, d-deberíamos coincidir en el cruce de Nagoya en 3 horas aproximadamente.

Honoka soltó las correas de su mochila, sin haber notado que las estaba apretando.

—Con las bellezas de motor que tenemos, incluso será menos —Y como si quisiera comprobarlo, Eli aceleró el auto provocando un chillido sorprendido de la pobre chica a su lado —¸ aún estamos en el límite, tranquila, no pienso tener una detención de nuevo.

Si buscaba calmarlas, definitivamente con el "de nuevo" consiguió lo contrario.

—Tenemos todo cubierto —continuó hablando—, tendremos una sala sólo para nosotras; esperamos unos 1000 asistentes entre prensa y fans. No es una cantidad que no hayan manejado antes, aunque esperamos que en las siguientes presentaciones haya más personas.

Profesional como siempre, la mujer de negocios dio una completa cátedra sobre algunas de las cosas planeadas para la promoción, afiches, comerciales, contratos con músicos de renombre y fotógrafos especiales para los póster con las otras dos chicas. Honoka no estaba segura si era bueno que soltara tanta información de golpe a alguien que sólo sería una actriz, pero al mirar lo maravillada que estaba Hanayo, se dio cuenta de que la productora solo trataba de hacerla sentir un compromiso mayor y un apego real a lo que estaban por iniciar. Que no pensara en ello cómo un trabajo más, sino también, que se metiera en el proceso y viviera la intensidad del personaje.

Poco a poco fue masticando una de las barras, más para mantener sus funciones, escuchando atenta cada palabra para evitar dejar la mente en blanco y que pensamientos se inmiscuyeran. El tiempo pasó volando en un abrir y cerrar de ojos.

—Nozomi-san está detrás de nosotros.

Honoka cedió al impulso de voltear para intentar distinguir el auto, era imposible no prestar atención al mini countryman morado que las seguía, aunque no fue eso lo que llamó su atención, sino que, a diferencia de ellas, sólo Nozomi se encontraba al frente conduciendo, lo que significaba que Umi y la otra actriz, estaban en el asiento trasero, ¿estarían hablando? ¿Conversando de la película? ¿De las expectativas? ¿O tal vez… sólo de ellas? No sabía por qué lo estaba siquiera pensando cuando no debería importarle, pero lo hacía, le importaba.

Decidió que no tenía caso darle vueltas a algo que no tenía que ver con ella ni con nada. Empezó a hablar sobre cualquier cosa que llegara a su mente, cosas graciosas de situaciones en algunas series o encuentros desafortunados con fanáticos. Cualquier cosa era mejor que pensar.

Una hora y media más tarde, entraron a la tradicional y bien conservada Kioto, con cientos de construcciones que envolvían a la ciudad en eterno pasado. Hacía un clima perfecto, con el sol en lo alto del mediodía dando un aspecto mucho más brillante a la ciudad.

Aun les tomó media hora más llegar a su hotel, que incluso desde metros de distancia, se podía apreciar la inmensidad del edificio y el nivel de lujo del mismo.

—Grand Price Hotel, lo mejor de lo mejor. Podrían pensar que es un lugar carísimo pero después de un par de visitas y hacer unas cuantas reuniones en sus suites, te dan un precio preferente, y lo mejor, es que queda a unos diez minutos del centro internacional de conferencias —Eli explicó mientras estacionaba en el lugar designado por uno de los vallet del lugar, el mini countryman hizo lo mismo a dos lugares de ellos.

Hanayo fue la primera en bajarse, avisando que iría por las llaves de los cuartos y que las vería en el lobby. Era una chica tímida y fácilmente adorable pero tenía una sorpresiva capacidad de organizar las cosas que casi le daba la impresión de ser una segunda Nico.

Bajaron del auto y fueron a sacar sus maletas de la parte trasera. Decir que estaba nerviosa era poco, Honoka no perdía de vista las siluetas que se movían a unos metros de ellas, por más que intentaba no hacerlo.

Dejando el auto atrás, caminaron hasta encontrarse con las otras tres, que ya las esperaban con sus cosas en mano.

—¡Kousaka-san~! ¿Un viaje rápido, verdad? —saludó Nozomi con su siempre confiable y maternal sonrisa a la que correspondió con un leve abrazo, conociendo lo dispuesta que estaba al afecto, en palabras de Nico.

—¡Por supuesto!

—Es un gusto verte de nuevo —Riko apareció tras ella, luciendo amable y tranquila como siempre. No era la primera vez que se veían, no sólo por la película, había coincidido con ella un año atrás en algunos capítulos de cierto drama y sabía que en comparación a ella, su carrera como actriz de películas era mucho más extensa e influyente. Ella era la verdadera carta fuerte del elenco, junto a Watanabe con quien sí sería la primera vez que trabajara.

—Lo mismo digo —le correspondió con un saludo de manos.

Por último, quedaba la chica de sus pesadillas, del pasado. Y aunque se repitió que no debía mostrarse ansiosa ni estresada, rebuscó la mejor de sus sonrisas para saludarla.

—Saquemos el mejor provecho a estos días, Umi-san.

Lo notó de nuevo, el ligero aturdimiento que provocaba en la mujer usar un honorífico y por una vez, sintió la sonrisa meterse en su cabeza. Una sonrisa de victoria.

Para su sorpresa, contrario a lo que esperaba, Umi sonrió eliminando cualquier rastro anterior y estiró la mano, buscando un saludo con ella. Hizo temblar su corazón, hizo que el miedo regresara.

Tomó la mano y la apretó con fuerza por unos segundos, esperando que fuera suficiente para decir que todo estaba bien, para que Umi se lo creyera, para que ella misma se repitiera que era estúpido, intransigente e idiota por ponerse nerviosa con sólo estar a su lado.

—Seguro que lo serán, Honoka.

Si el celular de Nozomi no hubiera sonado, probablemente hubiera hecho algo que la condenaría.

—Tenemos las habitaciones listas —indicó la directora, marchando hacia el lugar con Eli a su lado.

Honoka temió por un segundo que tuviera que caminar al lado de la escritora. Tal vez debió tomar un par de pastillas antes de llegar y se reprochó por no haberlo hecho antes.

De pronto, Umi volteó hacia Riko para continuar una charla pendiente que al parecer, no siguieron debido a la llegada y aquello, provocó un leve impacto en su mente.

¿Era ella la única afectada? ¿Era la única que debía sufrir estos encuentros?

De pronto no era Riko quién estaba ahí; era otra persona, tan diferente, tan… varonil. Una figura que había jurado olvidar con todas sus fuerzas, alguien que a Kotori le costó hundirlo en lo profundo de su mente y ahora volvía a verlo, joven, jovial, hablando con la mujer que alguna vez amó.

Y a la que dañó y fue dañada de regreso.

—Honoka, le decía a Riko-san que…

Umi dijo algo que no alcanzó a escuchar, ya que se había dado vuelta y se apresuró a caminar lo más rápido que pudo para pasarlas y llegar al lado de Eli y Nozomi con quienes de inmediato conectó, hablando cualquier cosa sobre el lugar, las enormes columnas y estatuas que adornaban el lobby y demás cosas sin importancia que obligaba a sacar para desaparecer aquél recuerdo.

Vagamente sintió a Umi y Riko siguiéndolas, pero procuró no voltear ni una sola vez hasta que se encontraron con Hanayo en el lobby.

—M-Muy bien, hola a todos —saludó a las tres con las que no había coincidido en el viaje, después extendió en una mano tres llaves y en la otra con su libreta abierta, prosiguió leyendo—, bueno, atendiendo a las indicaciones de Eli-san y a las mánager de Sakurauchi-san y Kousaka-san, tenemos tres cuartos disponibles. En una habitación estará Kousaka-san, en una suite familiar estaremos Eli-san, Nozomi-san y yo, y por último, Sonoda-san y Sakurauchi-san en una doble.

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