TOMA 11.

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Llovía.

Las gotas eran gruesas y caían ininterrumpidamente una tras otra sobre el techo del auto. Apenas lograba escucharlas, tenía que esforzarse para no perder el ritmo de su golpeteo, y apartar el pitido que atravesaba su cabeza en rebote. Aún era mejor que escuchar los reproches de las voces de culpa en su cabeza. Además, la lluvia que generaba un frío inusual helando las entrañas, le permitía pensar que era ella quien congelaba intencionalmente su cuerpo, quería estar así por siempre, rígida e impávida. Deseaba estarlo, deseaba no tener que enfrentarse a nadie de nuevo.

Abrió los ojos una vez más, observando desde su posición acostada, la oscuridad al otro lado de la ventana a pesar del mareo y los puntos blancos en su visión. Algunas luces apartaban la noche, proveniente de los autos que pasaban a su lado, para después regresar a las tinieblas, a la lluvia, a la culpa.

—Debí haber cancelado todo para acompañarte.

No dijo nada, cerró los ojos de nuevo para seguir escuchando la lluvia, y a veces sólo cuando lograba colarse, la voz de quién conducía el auto.

—Kotori está viajando ahora. Nosotras llegaremos en diez minutos más.

Nico sonaba tan enojada consigo misma que sus palabras salían acompañadas de gruñidos. Aunque quisiera responder, decirle que no era su culpa; no lo lograría. Las dosis combinadas de pastillas mermaban su coordinación del habla, le dejaban la boca seca y con ganas de volcar el estómago de nuevo. Tal vez no podría decir algo coherente hasta dentro de unas cuantas horas, o tal vez un día o en dos. No le importaba que apenas pudiera respirar, con la sensación de algo tapando sus fosas nasales. No recordaba cuando fue su última crisis.

Sólo esperaba que cuando pudiera hablar, fuera honesta. Pero, tampoco estaba segura de poder serlo.

No se sentía capaz de decirle que sus sentimientos por Umi se desbordaron, que no se habían ido, que estaban más vivos que nunca, que la besó… ¿tendría que dejar ir a Nico? ¿Lograría vivir sin la estabilidad que ella le daba?

Nico la mantuvo centrada por tantos años, le dio una oportunidad de vivir de nuevo, de entrar al mundo del espectáculo, de amar lo que hacía, ¿cómo podría perderla?

La idea de eso, la hizo encogerse aún más en los asientos traseros del auto, con los ojos cerrados, en silencio.

Ella no quería esto de nuevo. Ella sólo quería…

—Por favor Honoka, resiste.

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Para Nico, toda la situación había sido una proeza. Una locura, una completa falta de juicio. Sin embargo, lo peor de todo era ver a la chica de atrás, por el espejo retrovisor, en posición fetal y en algún lugar lejos de esta realidad. A ella le gustaría estarlo a veces, pero no era algo que envidiaba considerando el costo.

Horas antes, la Honoka perturbada, histérica, en plena crisis la llamó. Le dijo que fuera por ella, le rogó que la recogiera. En el fondo escuchó golpes a una puerta, gritos de una voz que se le hacía familiar y que terminó de reconocer cuando el nombre de Honoka se escuchó. Sonoda Umi.

No necesitó más. Llamó a una chica que conocía del equipo de la película y a quien solía conseguirles buenos empleos en producciones, para informarse de lo que había pasado, todo mientras se cambiaba de ropas y buscaba las tarjetas del tren. La tipa le dijo que había visto a Honoka salir, y después a una indispuesta Sonoda. No parecía nada extraño, las vieron interactuar y después tomar un taxi, algo que dos amigas usuales harían. Pero ellas no eran amigas usuales.

Lo supo entonces, que algo había pasado. Y maldijo una y otra vez por haberle hecho caso a Kotori, por dejarla ir sola. Honoka no estaba lista aún para enfrentarse a sus demonios. Kotori quería creer que todo marcharía bien, que seguirían avanzando. Pero la psiquiatra no había estado con la jengibre tanto tiempo, ella también se confió. Ambas se equivocaron.

Había pasado tantos años junto a ella, cuidándola, procurando su bienestar… amándola, o al menos intentando hacerlo. La conocía, y aun así… aun así quiso creer que estaba bien. Que lo que trabajaron tanto, finalmente rendiría frutos… qué ilusa fue. Los demonios de Honoka eran demasiados.

Honoka era indefensa a ellos.

No ayudaban a Honoka, sólo… sólo la ayudaron a crear y perfeccionar una versión que fuera capaz de sentir indiferencia hacia su pasado, hacia sus sentimientos.

Y ahí estaba el resultado de su credulidad: una Honoka inconsciente, apenas respirando mientras era sacudida por temblores y su cuerpo parecía arder en fiebre, todo debido a la fuerte dosis de antidepresivos en su sistema. Eso sin contar la habitación semi-destrozada, donde Umi estaba dormida junto a la puerta del baño, apestando a alcohol en un desastre de ropas y llanto.

A Nico no le importó la escritora, le sorprendía, pero no le importaba. Sólo tomó las cosas de Honoka con la mayor rapidez posible, su propio corazón estaba en pánico, el tiempo era valioso. Hizo cheques cuantiosos para comprar el silencio de quienes la ayudaron a trasladarla hasta el auto rentado. Lo último que hizo fue llamar a Nozomi, para decirle dónde estaba su escritora favorita.

Una vez todo se estabilizará, se encargaría personalmente de darle un puñetazo.

El camino fue un calvario, tuvo que hacer malabares para conducir y llamar al hospital para que tuvieran una camilla lista en urgencias, antes de que las convulsiones empezaran. Kotori estaba en vuelos y trenes, llegando lo más rápido posible con los expedientes de Honoka y las indicaciones de su tratamiento.

Sus dientes castañeaban producto de la tensión y enojo que corría por sus venas. Un enojo dirigido hacía sí misma, ¿no lo estaba haciendo bien? ¿Le había fallado?

Cuando el hospital estuvo a la vista, lo estaban también los enfermeros preparados. Las ambulancias se habían hecho a un lado para dejarla pasar, y un par de guardias estaban dispuestos también esperando. El asunto debía tratarse con la mayor privacidad posible, por eso había elegido el hospital privado más caro, el dinero podía darles el lujo de pasar desapercibidos.

Las llantas del auto casi derraparon cuando frenó de golpe en la entrada, la puerta trasera se abrió de inmediato y los hombres comenzaron a trabajar.

Honoka no decía nada, estaba inconsciente de nuevo, y verla ahí, siendo puesta en camilla, con la mascarilla de oxígeno y los cables para verificar su ritmo cardiaco, las inyecciones para estabilizarla… fue una imagen dura de asimilar. Honoka era un sol que no merecía estar en un estado tan… lamentable.

No era la Honoka que vio en algunas fotografías de Yukiho, no se parecía en nada a la joven vivaz e hiperactiva que alzaba copas de victoria y horneaba panes…

¿Alguna vez la vería?

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—Todo resultó mal.

—No diría que es todo, todo mal. Ella sigue viva.

—¿Comprender? ¿De verdad? ¡Tuvo una sobredosis! ¡No se supone que esto pasaría!

—Nico-chan, cálmate. Alguien podría oír.

La palma de Kotori cubrió su puño, el tacto era tan cálido y tierno que lograba que su mente regresara al sosiego. Lo lograba por poco, la frustración excedía los niveles de su paciencia. El té tampoco ayudaba mucho, iba por la segunda taza y seguía sintiéndose tan jodida.

No paraba de revisar los portales de noticias y los sitios de fans, para ver si alguien ajeno que no pudo prever, captó algo y tuviera que enviar a algún bot para contrarrestar el efecto con chismes. Eso y los constantes mensajes de Nozomi insistiendo en preguntar si estaba mintiendo cuando dijo que tenía asuntos personales que la obligaron a ir por Honoka, dejando a Sonoda en la habitación.

Ahora estaban en la cafetería del hospital, esperando el reporte del estado de Honoka después de su ingreso horas antes. Kotori acababa de llegar y después de hablar con los médicos encargados, se encontró con la máganer echa un manojo de nervios. Ambas estaban exhaustas del viaje repentino y del giro de los acontecimientos.

—No sé si Honoka deba continuar con esto —Dijo con sinceridad. Kotori apretó su mano de nuevo, y ella, correspondió volteando su palma para tomarla. Necesitaba sentir que no estaba fallando, creer que en algo ayudaba—. No creo que pueda soportar más.

—Creo que estás sacando conclusiones precipitadas, Nico-chan. Primero debemos hablar con Honoka-chan para saber lo que la orilló a hacerlo.

—No son precipitadas, no viste lo que yo vi —rezongó ofuscada—. Sonoda estaba dormida, seguramente con una resaca terrible por el estado en que se veía, y la cama hecha un desastre. No soy idiota como para no creer que algo pasó entre ellas. Algo que asustó a Honoka por mucho. Maldita sea, debía saber que estaba algo mal, nunca ha sido tan vaga en sus respuestas.

¿La escritora forzó a Honoka a hacer algo? Lo hizo antes, ¿por qué no lo haría de nuevo…?

No, no fue así, pero para Nico, era casi lo mismo que hacerlo.

Si tan sólo hubiera sabido antes que la responsable de todo el dolor de Honoka era Umi, jamás la hubiera dejado ir a la audición. Pero la actriz no le dijo nada, Yukiho estaba también negada a revelar el secreto y Kotori usó el secreto profesional para callar.

Si no fuera por la propia estupidez de la escritora, al tomar en brazos a Honoka durante su primera reunión, jamás se habría enterado. Ver a Honoka a punto de desmayarse antes de llegar al auto donde la esperaba, recibirla en pánico y llorando tan desgraciadamente, fue todo lo que necesitó para saber quién era Umi. Lo que Honoka confirmó, una vez pudo calmarse.

Aquél día, la chica estaba tan necesitada de confort y seguridad que, en el refugio de sus brazos, fue capaz de confesar que la persona que le había hecho tanto daño, que había destruido y pisoteado parte de su cordura, era la misma Sonoda.

Odió a Umi desde entonces, no podía evitar sentir el profundo desprecio y rencor por haber lastimado tanto a una sola persona que lo único que hizo, fue amarla. Le enojó tanto encontrarla después en ese restaurante, viéndose como alguien que había bebido lo suficiente, y luego de averiguar sobre su vida con los más ocultos contactos, descubrir su antecedente de alcohol y su paso por el hospital; sólo acrecentaba esas ganas de golpearla.

Quería con tantas ganas alejar a Honoka de ella. Estaba segura de que solo la dañaría de nuevo eventualmente y, no se había equivocado.

Viéndose tan amable, seria, tranquila y fuerte. La chica perfecta. Pero no lo era, Sonoda era egoísta, violenta y deshonesta. No quería tener a Honoka y no quería que nadie más la tuviera.

Fue su culpa que Honoka casi muriera en el pasado, aun sin ser ella quién lo hiciera por sus propias manos. El imbécil que se atrevió a tocarla ya estaba pudriéndose en la cárcel como la basura y desperdicio humano que era.

¿Y Umi? ¿Umi pagó su condena? ¡Por supuesto que no!

¡Sólo se dedicó a triunfar a sus anchas contando una versión distorsionada de su historia!

Y ahora esto.

No podía seguir perdonando y haciéndose de la vista gorda cuando Honoka estaba en riesgo de seguir lastimándose o morir.

—Honoka-chan lo estaba manejando bien, si algo muy malo pasaba desde el inicio, me lo hubiese dicho —Kotori por el contrario, parecía tomar la situación con una calma aterradora. Era obvio que por su profesión trataba con cientos de casos parecidos, viendo a las personas en su peor momento.

—Sé que eres la experta aquí, pero no veo absolutamente ningún lado bueno. Si me retrasaba un minuto más en llegar, ella estaría muerta ahora.

—Entiendo tu molestia, pero por suerte, los antidepresivos que le receté a Honoka-chan son menos concentrados que los que tenía antes de que empezara la película.

—¿Qué? —Eso tomó desprevenida a Nico. Ella misma pensaba que dada las circunstancias, la dosis nueva era más fuerte que antes para aliviar su estrés y pánico.

La psiquiatra rompió el contacto de sus manos demasiado pronto para su pesar. Su semblante era preocupado, aunque no llegaba al nivel que ella misma tenía, además, mantenía una ligera sonrisa que, de alguna forma, le daba algo de calma.

—Los doctores nos lo comprobarán dentro de poco, lo peor que tendrá es gastritis y un desorden de coordinación. Nada que nuevas dietas y descanso no arreglen. Y además, no es como si se hubiera tragado un frasco entero.

—¿Por qué hiciste algo así?

—Mi intención fue precisamente evitar el peor desenlace. Honoka debe dejar de huir.

Ahora estaba de nueva cuenta molesta. Lo que hizo Kotori se veía arriesgado, ¿qué si en vez de tomarse pastillas saltaba por la ventana?

—Hay otras formas de suicidarse ¿¡Cómo permites que pase algo así de grave!? No te entiendo.

—Estoy segura de que Honoka-chan también lo sabe, y si no lo hizo, si en vez de eso sólo tomó un par de pastillas más, ¿no crees que significa algo?

Nico estaba perturbada con las decisiones que Kotori tomaba sobre Honoka. En parte, admiraba su positivismo, parecía ver cosas que nadie más lograría. Ver entre el mar de tragedias una luz. Kotori era una propia luz a su modo, y eso, de alguna forma, seguía asustándola. Lo mucho que su presencia la aturdía.

—Honoka-chan no ha superado lo que ocurrió —Kotori continuó hablando, respondiendo a sus pensamientos—. Sólo hicimos algo así como un remedio, no una cura. La hice olvidar sólo una cosa, y eso fue toda la ganancia de estos años. Ella ha creído en cambio, que fue curada por completo y forjó una nueva vida creyéndolo. Pero lo que la tiene así en primer lugar, no ha sanado. Si nunca llega al punto más bajo, este comportamiento errado continuará una y otra vez, pasará desapercibido bajo un sentimiento de negación que lo único que hará es crear más disfunciones y una caída mucho más complicada. El cambio de medicamento fue para evitarlo —La psiquiatra bebió de su café con un largo sorbo—. Esto es lo que comúnmente le llamamos tocar fondo. Y es la única forma de que Honoka-chan realmente avance, ella debe enfrentar el inicio del problema.

—Enfrentarse a Umi Sonoda —Nico frunció el ceño, comprendiendo la idea de la especialista.

—Exacto. Nico-chan, sé que lo sabes mejor que yo, no por nada has pasado todos estos años junto a ella —La mirada de Kotori cambió, había algo extraño en sus ojos ámbar, una tristeza que disimulaba perfectamente—, ella tiene que comprender, que su vida no está en el sitio donde debe de estar.

—Entonces sugieres que, ¿continúe en el proyecto? ¿Cómo sabemos que no intentará algo peor?

—Eso dependerá de lo que hablemos cuando esté consciente, aunque no lo parezca, Honoka-chan no es sólo una paciente más, es también una gran amiga y lo que más deseo es que sea feliz. Aún si tengo que verla mal de nuevo. Lo que sea necesario para que pueda atravesarlo. Paciencia, eso es lo que necesitamos.

—Paciencia —Nico bajó la mirada a su té vacío.

El fondo apenas tenía unas gotas del líquido, como pequeños espejos que le regresaban un reflejo tan distante de la chica sin preocupaciones que quería ser famosa en el pasado. Si aquél día cuatro años atrás, no hubiera ido a visitar a Kotori, jamás habría casi atropellado a una Honoka sin luz en sus ojos. No habría salido del auto, no hubiera esperado a que su hermana fuera por ella y se rompiera para contar su historia.

¿Dónde estaría ahora?

—Creo que he tenido demasiada paciencia.

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Tener un día lleno de horarios con tiempos marcados para cada cosa se volvió una parte esencial de su día a día. Tanto como despertar.

Le tomó muchos años poder establecer un ritmo, contar los minutos con exactitud y saber qué era lo que seguía. Dejar a un lado la incertidumbre, avanzar.

Pero ahora, despertar de nuevo era difícil. Saber que no había más horario qué seguir, porque ni ella misma comprendía en qué parte del día estaba. O dónde estaba.

Lo primero que notó al abrir los ojos aparte de la luz tenue, fue la sensación punzante de tubos en su brazo izquierdo, productos del suero que la mantenían alimentada. También estaba la sensación de un lugar acolchado debajo suyo, mantas cubriendo su entumecido cuerpo y los sonidos vergonzosos de su estómago, como si una manada de osos estuviese liando una buena pelea dentro. Tenía un terrible sinsentido de la realidad.

No era la primera vez que estaba en esta situación, aunque desde la última vez hasta ahora, fue un largo período. Juró no tener que pasar de nuevo por ello… y no pudo cumplirlo.

Si tan sólo no hubiera despertado.

A través de la nubosidad de su mente, los recuerdos hicieron fila uno a uno, encontrando su lugar. No llegaron de golpe, la torturaron de forma tranquila y sinuosa, asegurándose de que nunca más los olvide.

¿Por qué despertó?

Claro, porque no era su intención irse de una vez. Estaba muy asustada, aterrorizada por recordar y comprender, por sentir la asfixia aplastante de la realidad y, sin embargo, algo luchó en su interior para prohibirle un escape cobarde permanente. Lo único que quería era que la voz de Umi tras la puerta se callara.

Dejar de escucharla, porque lo que decía le daba…

¿Qué le daba?

Esperanza.

¿Lo era?

Si.

¿Esperanza de qué?

No lo sé.

¿De dónde surgió?

Tampoco lo sé.

Pero existía. Se alzaba y por primera vez en mucho tiempo… se sentía bien.

Se durmió odiando su existencia, despertó con una vieja llama chispeante.

No lo entendía. Todo era tan confuso.

La puerta se abrió de pronto y una cara que solía recibirla todos los días en su dormitorio la miró. Sus ojos rojos estaban plagados de alivio, cansancio y de reprimenda a partes iguales. Se acercó hacia ella y Honoka sintió que su corazón se aceleraba.

Los pasos fueron brincos y pronto la tuvo sobre sí, en un tenue abrazo que casi la hace llorar por el vago dolor de la culpa. La calidez que siempre le había proporcionado un cobijo, se sentía ajeno y demandante.

—Estúpida idiota, ¡no sabes cuán preocupada estaba! ¿¡Cómo demonios te atreves a querer morir cuando hay tantos contratos hechos!? ¿Acaso sabes cuánto cuestan las indemnizaciones por incumplimiento? ¡Y ni hablemos de un estúpido funeral! ¡Maldita sea!

La bata que apenas notaba, comenzaba a mojarse ahí en donde la cabeza de Nico reposaba entre insultos. La llama se tambaleó, ¿perdería esto?

—Lo siento, lo siento. Lo siento mucho —gimoteó, aferrándose a sus brazos.

Estuvieron así por unos buenos minutos, ambas llorando. Honoka aceptó los regaños que la otra mujer le daba, porque sabía en su tono que sólo era preocupación. Una tan sincera y amable que hacía que los remordimientos la atormentaran.

—¿En dónde estamos? —preguntó Honoka cuando se calmaron luego de un tiempo que pareció eterno.

—Seguimos en Tokio —El miedo la atravesó, Nico notó el cambio y enseguida continuó—: es un hospital privado. Me aseguré de que firmaran un contrato de confidencialidad, nadie dirá nada de tu estadía, y estamos bastante al norte de dónde estaba la producción, no hay forma de que se enteren.

Tragó duro. La hiel subía por su garganta.

—Eli-san, Nozomi-san… ¿Qué saben ellas?

Nico bufó.

—Estaban demasiado ebrias como para darse cuenta de algo. Sólo hablé con Nozomi, le dije que… esa mujer estaba igual o peor y fuiste muy amable de llevarla al hotel —La forma en cómo Nico habló de Umi no pasó desapercibido, había un odio profundo en sus palabras—, también le dije que tenías un compromiso de última hora con una revista importante. Me preocuparé de que lo creyera cuando estemos en Tokio de vuelta.

Asintió, complacida con la idea de que no estaba en peligro su carrera.

—Eso es bueno.

Su estómago seguía doliendo y su cabeza no estaba mejor. Sólo esperaba el momento en que Nico le exigiera razones.

—Entonces… el doctor dice que podrás salir mañana temprano, una vez comprueben que tu estómago no ha tenido mayor daño. Llevarás un tratamiento con los doctores en Tokio para terminar de desintoxicar tu sistema.

—Lo siento —volvió a decir. Se sentía mal estar ahí, saber que fue vulnerable, que dejó que la tormenta ganara.

—Es más fácil ver que lo sientes que decirlo —Nico suspiró. Se quedaron en silencio, ella estaba sentada en el sillón a su lado—. Necesitas hablar con Kotori cuando regresemos.

Asintió mientras apretaba las sábanas. Odiaba sentirse derrotada por sus propios problemas. Saber que no era suficiente, que no era fuerte como quería creer. Que su mente seguía dominándola.

—Me gustaría hablar con ella ahora.

—Eso se puede arreglar~ —Tanto ella como Nico brincaron sorprendidas. La psiquiatra estaba de pie, asomándose por la puerta.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —preguntó Nico.

—Se sorprenderían de lo increíble que es este lugar, las puertas no hacen nada de ruido —contestó Kotori, terminando de entrar al cuarto. Traía en su mano dos tazas de café, una le entregó a Nico.

—¡Kotori-chan! —La llamó, feliz y extrañada de verla ahí, ¿cuánto tiempo estuvo dormida para que pudiera llegar?

—¡Honoka-chan! ¡Me alegra ver que estás despierta! —La psiquiatra se acercó breve a darle un abrazo reconfortante con el cuidado de no derramar su bebida—. Has pasado casi un día dormida —dijo respondiendo su pregunta mental. Como siempre, era buena leyendo a las personas.

—¿Ha sido muy grave?

—Nada como las primeras veces —respondió sin darle importancia a la implicación de sus anteriores recaídas—. Acabo de terminar de hablar con los médicos, el exceso de la fluoxetina y el effexor te provocaron una úlcera gástrica, estarás un poco adolorida por el lavado que hicieron y no podrás comer cosas irritantes por unos meses. También tendrás algo de confusión, la presión alta y desequilibrio que desaparecerá en al menos una semana. Sugiero que no tengas actividades por estos días.

La psiquiatra les explicó serena al tiempo que tomaba asiento al lado de Nico.

—Vamos a suprimir la ingesta de las pastillas por dos semanas, para dejar que tu estómago sane. Estaré monitoreándote por si hay una reacción de abstinencia.

Sólo escuchar las consecuencias de su debilidad era suficiente para volver a sentirse miserable.

—Lo siento.

—Ya te dije que no te disculpes, tienes que evitar que pase de nuevo —replicó Nico.

—Lo entiendo, lo siento.

—¡Honoka!

—¡Agh! Está bien lo… ugh. Esto es difícil.

Nico rodó los ojos.

—Déjala tranquila Nico-chan, acabo de decir que estará un poco confusa —Kotori rió un poco, haciendo que el ambiente se aligerara más, al menos unos minutos antes de que su mirada se encontrara con la suya—. Bueno, creo que escuché que querías hablar, ¿quieres hacerlo ahora?

—¡De ninguna manera! —La mánager se adelantó, exaltada—. Será cuando lleguemos a Tokio. Es mejor que descanses.

Sonaba como lo mejor, pero ver a Nico tan preocupada por ella hacía que el arrepentimiento fuera demasiado difícil de digerir.

—Quiero hacerlo ahora —dijo.

Nico la miró cómo si esperara que fuese una broma, y al no ver una sonrisa que la siguiera, comprendió que lo decía en serio.

—No es una buena idea —insistió.

—Si ella quiere hablar, es porque es necesario —Kotori la secundó.

Vio la duda en los ojos de la mujer.

—¿De verdad estás bien?

No era así.

—Si.

—Bien —Nico se levantó con café en mano y caminó hacia la puerta, pero antes de salir, volteó a verla—. Yo también quiero explicaciones. No más mentiras.

Y se fue.

No podía negarse. Merecía saberlo… aunque ni ella sabía qué era lo que pasaba.

—¿Empezamos? —Kotori se acomodó en el sillón ahora desocupado. La miró expectante, con un brillo de dulzura con ella. Dio su confirmación sacudiendo la cabeza—. Kotori-chan psiquiatra activada —bromeó, antes de ponerse seria por completo—. Bien, la pregunta es, ¿por qué Honoka-chan? ¿Por qué lo hiciste?

Honoka se desliza dentro de las sábanas, sin frío, pero sintiéndose tan desnuda a la vez.

—No quería hacerlo, no era mi intención llegar aquí. Sólo quería olvidar por un segundo lo que estaba pasando. Porque… Kotori-chan, he recordado todo de nuevo, recordé todo lo que él me hizo después de que Umi desapareciera —No fue extraño ver el horror breve cruzar en el rostro de la psiquiatra.

—Siento que lo revivieras, no pensé que alguna vez volverías a pasar esto. Y eso significa que algo más grave lo desencadenó, ¿fue por Umi-chan?

Su rostro contraído fue la respuesta.

—Dijiste que te bastaba con el amor de Nico-chan, ¿ya no es así?

Sintió los latidos de su corazón. La llama y la angustia danzando dentro y más que nada, el temor.

—La besé. Vi a Umi en un estado que nunca pensé encontrar, tan débil como yo, tan vulnerable como yo, tan… necesitada de amor como… —dejó al aire el resto. Bajó la mirada. Le era pesado hablar, Kotori se dio cuenta y le extendió un vaso de agua que yacía en la mesa de la habitación. Lo bebió de un solo trago, sus manos apenas lograban sostener el vaso entre temblores.

Las palabras estaban echadas, tenía que continuar.

—¿La amas?

—Yo… —las lágrimas se acumularon en sus ojos. Comenzó a hipar—. Pensé que no, pensé que se había acabado, ¡que todos esos sentimientos murieron cuando se fue! Pero… ella dijo que me amaba, ella lo gritó.

—Por lo que ha dicho Nico, estaba ebria, los ebrios suelen distorsionar la realidad. No siempre dicen la verdad.

—¡Y por eso me duele! —Se encorvó, aplastando con sus manos su pecho donde su corazón seguía frenético— ¡No sé si ella lo dijo enserio! ¡No sé si lo que estoy sintiendo es real! ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué solo no puedo ignorarla? ¡No lo comprendo! ¡Odio sentir esto!

—¿Es esta la vida que querías Honoka-chan?

La mirada de Kotori se suavizó, conmovida de su llanto, ¿qué era Kotori? ¿Una doctora, una amiga? ¿Podría ayudarla, podría dejarse ayudar?

Entre jadeos siguió llorando. Dejando salir toda su frustración y sufrimiento.

—Creo que estamos en el fondo, Honoka-chan. Ya es hora de empezar a escalar.

Los peldaños puestos frente a ella.

¿Cuál era el primero?

—A-Aún amo a Umi-chan.

—¿Qué pasará con Nico? ¿La dejarás?

Dejar su seguridad, su confort. Dejar el lugar que Nico creó junto a ella, la estabilidad de una vida de mentiras que se empeñó en creer.

—No quiero hacerlo.

Kotori comprendió las dudas que aquejaban su herido corazón. Se acercó hasta sentarse junto a ella en un acto que pocas veces hacía, derribando la barrera de paciente-psiquiatra. Sus brazos la alojaron con cariño.

—A veces tenemos que soltar el presente, para volver al pasado y arreglar lo que dejamos ahí.

—N-No entiendo qué quieres decir —dijo entre el llanto.

—Honoka-chan, en el pasado, ¿Umi te rechazó? ¿Te lo dijo de forma directa? —negó, apretujó la bata que la cubría, sintiendo la tela tensarse sobre su piel— ¿Dijo que te amaba? ¿Se te confesó alguna vez incluso cuando lo hicieron? —El dolor la carcomía, se sentía tan reciente—. Umi no te rechazó ni dijo que te amaba, sólo desapareció. Eso significa que hay un hueco en lo que ella pensaba, en lo que ella ha estado pensando hasta ahora.

—N-No sé qué hacer.

Kotori le acarició la espalda para tranquilizarla.

—Debes continuar con esta película para descubrir si lo que sientes es real, y si lo que Umi siente también lo es. Y cuando estés segura, debes hablar con Nico-chan, sea cual sea el resultado.

Honoka, quién se aferró al presente cómo lo único que le daba vida, que sólo observaba el futuro que tenía por delante con su carrera y Nico, justo ahora, tenía que regresar siete años atrás, ¿lo lograría sin terminar de perder la poca cordura que le quedaba? Kotori se veía confiada en lo que estaba proponiendo, cómo si ella conocería todas las respuestas que buscaba, pero se negaba a dárselas tan fácilmente. Quería que fuera ella quien hiciera el viaje.

Todo se veía tan imposible de conseguir.

¿De verdad había esperanza?

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N/A:

Hello boys~ Sí que ha sido un tiempo (?) Pues bueno, con este llegamos al cap 11 y terminamos la intervención de Honoka. Sé que debería seguir un cap más pero siento que sería bueno ver el punto de Umi después de este fatídico despertar. A menos que opinen lo contrario.

En fin, debo decir que este es mi primer longfic que ha rebasado los 10 capítulos y aún faltan bastantes más, por lo que siempre me asaltan las dudas de si estoy conduciendo todo bien o no, sobretodo con temas tan delicados como la depresión. Honestamente, mi interés fue hacer un fanfic cómico pero en el transcurso, los personajes tomaron vida y este ha sido el resultado. No quiero tratar un tema tan a la ligera y por eso me tomo el tiempo en investigar, trato de que lo escrito sea lo que está en guías médicas y de psicología, pero no soy a prueba de errar así que si alguien sabe del tema y ve que estoy mal, son libres de hacérmelo saber. Por todo lo dicho antes, es que en este largo tiempo he estado batallando con la idea de dejarlo, porque no sé si les está gustando la forma en cómo se desarrolla y recibir sus comentarios me ayuda a no perder la batalla contra el hiatus.

Por eso, Daniel guest, un fuerte hagu, tu comentario sobre Umi con tus impresiones han jugado también en ello, no esperaba que lograran conectar con los pensamientos tanto de Umi como Honoka o alguna de las demás que participan en esta travesía. En serio, espero de todo corazón poder llevar al final, la esperanza que necesitan. También gracias especiales a Anikami666, hermana, siempre me apoyas con esta historia y el ánimo que brindas es importante.

A ellos y a los demás, ¡gracias!

Espero seguir contando con su apoyo. Nos vemos~