TOMA 14
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Daichi Kira era un joven extremadamente atento y responsable. De buen porte y galante, demasiado serio cuando se lo proponía, y relajado cuando la ocasión lo permitía. No podía decir que no lo conocía, porque lo hacía. Era el mejor y más querido estudiante de su padre, había estado un buen período atendiendo a las clases particulares de su familia, lo vio entrenar en el dojo al lado de su progenitor como un digno rival, y lo observó halagar las lecciones de su madre cuando enseñaba la danza y contaba sobre la sangre guerrera que corría por el apellido Sonoda. Era hábil con las palabras y con las atenciones. Sus padres estaban fascinados con él, e incluso su abuela estaba encantada de su trato.
Todos lo aceptaron como un miembro más, todos menos Umi. Ella no era consciente del impacto que tenía en su familia hasta que le hablaron de su compromiso y entonces su presencia se hizo más remarcada.
Desde antes del torneo, mientras Honoka se ocupada con Tsubasa, ella lo hacía con Daichi quién siempre esperaba paciente en su casa para hablar de la escuela o de cualquier tema de los negocios de su familia que no le interesaban en absoluto.
Así que, por un lado, mientras su madre la entrenaba para ser la esposa perfecta, el tiempo que pasaba con Honoka disminuía, y cuando había alguna oportunidad, ella estaba con Tsubasa.
De alguna forma, Umi sentía que la actriz le estaba alejando a propósito de ella, aunque era poco probable en realidad. Tal vez sólo eran ideas suyas, Tsubasa jamás haría algo que perjudicara su amistad.
Las veces que entrenaba con Honoka, él también hacía lo propio con su padre, Umi siempre trató de no pensar en la cercanía, centrándose sólo en su entrenamiento. Siempre evitó que Honoka y él se vieran, todo mientras luchaba con los sentimientos confusos de tener a Tsubasa cerca.
Nunca encontró el momento ideal para decirle a Honoka que estaba cerca a tener un compromiso, temiendo que afectara su rendimiento, y mientras más pasaba el tiempo, más temores se juntaban, el más fuerte era el miedo a que Honoka la dejara. Un miedo tonto e infundado, porque sabía que no lo haría.
Pero, después de que Honoka ganara el torneo y Tsubasa le confesara lo que sentía por ella, ese miedo se hizo real.
Umi comprendió muchas cosas en ese breve lapso de tiempo, el por qué le molestaba la extrema cercanía de la actriz con su amiga, el por qué sentía una soledad abrasadora cuando muchas de las cosas que hacía con Honoka se acabaron, y el por qué detestaba a Daichi cuando intentaba acercarse a ella tan personalmente.
Umi lo supo todo.
Ella amaba a Honoka.
Y el reconocimiento de sus sentimientos la arrolló por completo.
No sólo por el hecho de descubrir que lo que sentía por Honoka era amor, al igual que lo hacía Tsubasa, sino también porque el peso que su familia le impuso la aplastó. Las expectativas que tenían, lo que ella iba a ser y heredar. El hecho de tener que preservar el honor y apellido con alguien a quien no amaba.
Fueron muchas cosas al mismo tiempo.
Y a eso le sumaba una más, una que la aterraba a extremos inimaginables, ¿cómo se atrevería a romper el compromiso de sus padres?
Daichi no era sólo un estudiante. Era… extraño, diferente. Sabía que era de buena familia, accionistas de Being. Inc, una subsidiaria importante de diferentes compañías discográficas, así como marketing, producción e ingeniería musical. Contaban con poder e influencias en los medios. Además, había un brillo en él que la atormentaba en sueños, podía ver el cambio de sus expresiones cuando se enfrentaba a sus rivales, la fuerza intencional de sus golpes, la sonrisa petulante y amenazadora, la fiereza de sus gestos.
Su padre lo veía como un gran guerrero.
Umi lo veía como… alguien cruel.
¿Podría ella deshacerse de su compromiso con esa persona antes de que Tsubasa terminara por llevarse a Honoka?
No era lo único que no sabía en ese entonces.
No sabía que Daichi tenía una hermana.
Y que esa hermana, era cercana a ellos.
Fue ese desconocimiento, lo que hizo que todo explotara a un punto de no retorno.
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Las respuestas que buscaba finalmente parecían acercarse. Aunque al principio el viaje pareció sin sentido, la breve visita a dos lugares entrañables y el ataque de ansiedad arrojaron dos nuevas pistas: Daichi Kira y la chica misteriosa de la foto.
Como escritora, Umi sabía la importancia de la investigación, de lo efímero de las ideas cuando no les tomaba la atención y tiempo necesario. Sabía que, si dejaba pasar esto, cualquier oportunidad de nueva información se iría.
Los remanentes de la ansiedad aun recorrían sus venas, sentía un cosquilleo intermitente en sus extremidades y un leve martilleo en la cabeza, pero no le imposibilitaba de razonar. Estaba emocionada. Sentía una conexión entre esas cosas y el pasado, una conexión que podía tener el secreto de su memoria perdida.
—Regresemos al departamento lo más pronto posible, necesito mi computador para investigar.
—…
Maki no respondió, cómo si ni siquiera la hubiera escuchado.
—¿Hey Maki? ¿Me estás escuchando?
—Oh sí, claro. Pararemos a cenar en cualquier lugar.
Aquello sólo le confirmó que Maki no parecía compartir su misma emoción y urgencia. Desde que tuvo esa revelación, ella no había dejado de verse tan ensimismada. Parecía mucho menos emocionada que cuando iniciaron esto.
Maki entró al único lugar que no se atrevería a pisar, al menos no mientras consiguiera resolver las cosas, ¿halló algo que no podía decirle?
—Encontraste algo, ¿verdad? —Le preguntó cuándo el silencio en el auto se hizo demasiado pesado— ¿Ella estaba ahí?
—Sí… digo no, Honoka no estaba ahí, c-creo que vi algo, o sé algo. Diablos, haz una sola pregunta ¿quieres?
—¿Por qué estás tan nerviosa? Soy yo la de la amnesia y pánico —Umi replicó— ¿Qué viste ahí?
Maki se revolvió incómoda.
—Espera a llegar al departamento. Necesito un calmante también.
La chica actuaba extraña, si había encontrado o descubierto algo le diría enseguida, ¿verdad? Decidió no darle vueltas … tal vez ni siquiera era nada y sólo se imaginaba cosas.
—Bien —dijo.
Se acomodó en el asiento y observó el paisaje que cambiaba ante sus ojos mientras más avanzaban. Entonces sintió el olor familiar del pan dulce recién hecho que inundó sus sentidos. Umi volteó a los asientos traseros, bolsas con el logo de Homura estaban ahí. Ella reconoció cada aroma y evocó cada forma. Fue un poco difícil que el cinturón de seguridad se estirara lo suficiente sin entorpecer la conducción de Maki para que tomara alguna de ellas.
Verlas en sus manos fue un gran impacto. Otros recuerdos llegaron a su mente, golpes contundentes del mazo sobre la masa, manos expertas que moldeaban cada dulce y galleta. El olor a judías rojas, el colorante que cubría el blanco de sus delantales.
La sonrisa de Honoka.
Su corazón se aceleró de nuevo, solo que esta vez, de añoranza y alegría pura. Abrió la bolsa de manjus, sus favoritos, y sin importarle el mundo, trasladó su mente a aquellos días. Comió como si fuera la última cosa en el universo, hizo lo mismo con los dangos, mochis y panes.
—Dios Umi, son dulces.
—No, son mi vida.
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No tenía nada de hambre cuando llegaron al departamento, aunque Maki prometió parar en algún lugar, ya sea por la avidez con los dulces o porque lo olvidó, llegaron al departamento pronto.
Al entrar, se dirigió a la cocina para guardar celosamente los preciados dulces que quedaron, había los suficientes para que Maki no se privara de probarlos, asegurándole que eran los más deliciosos que probaría en toda la vida.
La compositora la acompañó a la cocina, no bromeaba cuando dijo que iría por alguna pastilla. La vio tomar una para el dolor de cabeza.
—¿Qué descubriste? —La abordó de inmediato, la emoción no le permitía dar tregua a ningún minuto más.
Quería saber todo, cada día era mucho más asfixiante que el anterior.
—¿Por qué crees que sé algo? —Maki se masajeó la sien, como si de pronto todo le pesara.
Umi frunció el ceño, su amiga actuaba raro.
—Cuando dije el nombre de mi ex prometido, reaccionaste, y no fue por mi pequeña crisis, ¿lo conoces?
La vio dudar.
—Bueno… sí, lo conozco. He oído de él, tiene… relación con alguien que sí conozco.
De nuevo sintió su corazón dar saltos de alegría.
—¿Y ese alguien puede ayudarnos?
De nuevo, el silencio fue la respuesta de Maki. Se veía turbada, indecisa. Se llevó las manos al cuello y desvió la mirada.
—Creo que ahora entiendo eso de sentirse entre la espada y la pared —dijo.
—No entiendo.
—Yo… voy a pensarlo. Necesito pensar un poco.
—¿Pensar? ¿Qué hay que pensar? —replicó, el tono de su voz cambiaba, el enojo estaba subiendo por su garganta— Se trata de mi vida, Maki, ¡de mi pasado! Pensé que querías ayudarme, dijiste que harías todo, ¿por qué actúas tan extraño? Sólo es un nombre, y si sabes algo deberías decirme.
Maki soltó el aire.
—Ya no se trata sólo de ti.
Justo cuando iba a pedir una explicación, el celular de Maki sonó. Las asustó a ambas. Ella lo contestó de inmediato, saliendo de la cocina, cómo si era justo lo que necesitaba para escapar.
Umi estaba atónita, ¿por qué ese cambio tan repentino?
—Tengo que irme —Maki se asomó por la cocina, para avisarle. No le sostuvo mucho la mirada, volviendo a desaparecer. Umi la siguió por la sala mientras recogía sus llaves de nuevo y tomaba sus cosas—. Tengo una reunión de improvisto con un productor.
—¿Cuándo vuelvas hablaremos?
Más que una pregunta parecía una orden, ¿quién podría culparla por las ansias?
—Tal vez mañana. Llegaré tarde. Será mejor que descanses.
La idea de que Maki podría saber algo y se negaba a decirle la desconcertó. Ella era su amiga, veía lo mal que la pasaba con todo este remedo de malos entendidos y memorias perdidas. Una situación cada vez más absurda, ¿cómo no iba a ayudarla?
Tal vez eran sólo ideas suyas y suposiciones tontas. La chica tenía también sus propios problemas, ¿y no estaba trabajando con una artista secreta que nadie podía saber? De pronto, la idea de que estaba arrastrando a sus propios problemas fue demasiado. Era lo que menos deseaba.
Cuando Maki la dejó sola en el apartamento, y la frialdad del lugar la envolvió, no dejó que decayera su ánimo. Sea lo que sea, lo descubriría por sí misma. Tanto la identidad de la otra chica como la historia completa de su compromiso roto, y si estaban relacionados como creía, podría ser la llave a la puerta que tanto buscaba.
Tuvo que tomarse un baño para despejar la mente y centrar sus ideas antes de poder lanzarse a ir en línea. Sonaba demasiado bien, sólo tenía que teclear el nombre del chico y buscar todo lo que hubiera en redes.
Pero, tal y como estaba aprendiendo, mientras más cerca creía estar, más lejos se encontraba.
No había mucho de Daichi Kira en internet.
Actualmente era accionista principal de la discográfica Honey Bee Records, filial del gigante de entretenimiento Being Inc, casualmente, la misma firma para la cual Maki trabajaba.
Entendía el por qué Maki podría conocerlo y esa coincidencia junto a la inusual actitud de su amiga, le dio mal trago, ¿realmente ella podría saber algo?
Al seguir buscando, sólo encontró noticias sobre contratos y acuerdos con diferentes grupos de la industria, estaba casado e incluso esperaba ya a su primer hijo. Lejos de sentir alguna pena o decepción de ver a quién hubiera sido su pareja durante algún tiempo, lo único que podía sentir era alivio y cierta tranquilidad.
¿Habría alguna posibilidad de que pudiera hablar con él? Tenía el nombre de la empresa donde laboraba. Podría sólo ir y pedir una cita. Si lograban reunirse, podría explicarle el por qué repentino rompimiento. Y sabría si tenía razón en creer que se debió al descubrimiento de su preferencia sexual. Una cosa menos.
Mientras más veía la foto de él en las notas… más grande era el presentimiento de que no debía hacerlo. Algo le daba mala espina.
Algo en su sonrisa, en su expresión. Algo como…
«—¡¿Cómo te atreviste!? ¡Le destrozaste la vida!
No podía soportar el llanto retenido.
—¡No quise hacerlo! ¡No era consciente de lo que estaba haciendo! —gritó, sus manos aún le dolían, seguían hinchadas.
—Y todo por, ¿por qué fue? ¡Por una aberración de sentimientos que no valen la pena!
—¡Fue un error, lo sé! ¡No podía controlarme! —empuñó las manos, bajando la mirada. No era capaz de verlo. Las lágrimas seguían brotando, su espalda seguía ardiendo, podía sentir el calor brotar del golpe que la madera le provocó.
—Pero tu vida ya está demasiado arruinada, tu familia se encargará —él berreó con odio puro—. Y este compromiso se acabó de forma definitiva.
Había una parte suya que se sentía feliz de oír esas palabras, unas ganas de sentirse liberada.
—No es suficiente —agregó, en un tono de gracia que le heló la sangre.
Alzó la vista y lo miró sonriendo, extasiado de verla imposibilitada de actuar.
—¿Q-Qué quieres decir?
Él se acercó a paso lento, inclinándose cerca de ella.
—No dejaré que mi hermana sea la única arruinada. Ha sido tu culpa y la de esa chica, ambas pagarán. Ella aún más.
Umi jadeó, tropezando hacia atrás.
—¡No te atrevas! ¡Honoka no tiene la culpa! ¡He sido yo! ¡He sido yo!
Él la ignoró, sonriendo ampliamente. El terror de pronto se convirtió en odio puro, su cuerpo volvió a reaccionar por sí solo. La cegó por completo.
—¡No te atrevas a tocarla! —Se abalanzó hacia él pese al dolor de su cuerpo. Le golpeó la cara, derribándolo, sus manos volvieron a encenderse.
El ruido alertó al resto de su familia que llegaron de inmediato.
—¡UMI, NO!
Su padre empuñó de nuevo el shinai.
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Se alejó de la computadora cómo si quemara, empujando la silla y cayéndose al suelo.
Nada del dolor físico fue tan intenso como el dolor palpitante en la cabeza, el terror que la invadía y la falta de aire que le cerraba la garganta. El recuerdo de las voces ardió. Su cuerpo comenzó a temblar y sintió como la habitación se hacía más pequeña para aplastarla.
Se quedó acurrucada en el suelo, con las uñas clavadas su cabeza, llorando por algo que no entendía. Por sentir un miedo que no comprendía.
Por un recuerdo que no quería.
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Despertó a la mañana siguiente en un desastre de cama. Ni siquiera tenía una sábana encima. No recordó cómo exactamente llegó ahí, tal vez cuando el dolor del cuello por la mala postura fue inaguantable, su cuerpo en automático actuó por sí solo.
No fue un sueño, lo sabía. El estremecimiento de su cuerpo lo comprobó.
Fue casi tan claro como si apenas lo hubiera vivido, vio a un joven Daichi frente a ella en, ¿cómo describir el lugar? Era bastante borroso, se sentía familiar y por lo poco que logró vislumbrar, estaban en su cuarto discutiendo.
El recuerdo era después de aquél "error". Estaba segura.
Ella le hizo algo a alguien y por la sensación hormigueante de sus manos, supo que la golpeó, de una forma grave. No tenía sentido, Umi no era alguien que golpeara a las personas, estaba convencida de que la violencia nunca era la solución a nada, entonces, ¿por qué lo hizo?
Y ese alguien parecía ser la hermana de Daichi, ¿cómo es que se relacionaba con Honoka? Su mente estaba muy nublada. Las imágenes y voces seguían reproduciéndose en su mente, el recuerdo era tan reciente y abrumador que le daba repulsión.
Lo golpeó a él por amenazar con hacerle algo a Honoka… ¿Por qué? ¿Por qué ella pagaría algo? Esa mirada, la sonrisa…
Algo le decía que era capaz de cumplirlo.
El pensamiento quemó su estómago. Se levantó a trompicones de la cama y entró corriendo al baño para vomitar lo que no había comido. Recordó la cara de horror de Honoka en su primer encuentro después de la audición. Ese temor y miedo.
La tierra parecía girar con la bruma de su mente. Siguió vomitando lo poco que quedaba, se sentía tan asqueada y horrorizada.
Jalar la palanca fue un suplicio.
Se quedó junto a la tina, con cada respiración doliendo.
Se levantó a duras penas, cuando estaba segura de que ya no tenía nada más que tirar por el inodoro. Tuvo que lavarse los dientes más de una vez para dejar de sentir el residuo asqueroso de su lamentable estado, y una ducha bien fría para que el temblor al menos fuera por el frío y no, por no poder explicar lo que estaba viviendo.
No sabía qué hacer. En un momento se sentía tan feliz de tener alguna pista para arreglar todo y ahora, con un recuerdo nuevo, sentía que todo era un sinsentido. Necesitaba regresar a su computadora para investigar sobre su familia, sobre si había algún indicio de esa chica a la que no le prestó atención, pero sus fuerzas la habían abandonado. Sentía que no podía hacerlo sola.
¿A quién debía llamar? ¿A la psiquiatra? ¿A Maki? No estaba segura de nada.
Cuando salió del cuarto, notó que el departamento estaba demasiado silencioso.
—¿Maki? —Llamó.
No hubo ninguna respuesta. Echó un vistazo a su cuarto y a su estudio, sin encontrarla. Al ir a la cocina, encontró el desayuno hecho, envuelto en refractarios para que nada lo arruinara.
Maki había llegado y se había ido sin que le dijera nada. No sabía qué pensar de ella, ¿a dónde fue? La necesitaba ahora, tenía que contarle su nuevo descubrimiento.
El recuerdo seguía muy latente en su memoria.
Sin Maki en ese momento, tuvo que recurrir a su segunda opción, la psiquiatra, ¿estaría ella disponible? ¿Cuándo era su próxima sesión? No estaba segura de poder resistir tanto.
Cogió el teléfono, dispuesta a comprobarlo.
Sin embargo, en vez de hacer una llamada, vislumbró un mensaje. Era de una tal Takami Chika, que se presentaba como la mánager de Riko Sakurauchi. Le decía si podía reunirse con ellas, para coordinar un evento importante que les beneficiaría a ambas.
Seguido de ese mensaje, también había uno de Mari, su editora, pidiendo que se vieran de forma urgente.
Se mordió el labio. Estar en medio de toda la situación con la chica de su pasado casi le hacían olvidar que ella misma también tenía una carrera y una vida que mantener. No todo era sólo amor y perdón, la ausencia y las cicatrices del pasado construyeron su presente actual, y aunque daría todo para recuperar la felicidad, a su propia manera, había conseguido algo de ello.
Se cambió de ropa, tomó sus cosas y salió de casa para encontrarse primero con Mari. También le envió un mensaje a la chica Takami para decirle que estaba bien, que revisaría su agenda primero para que pudieran coincidir. Luego llamó a un taxi y se fue.
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—¡My darling~! ¡Parece que han sido siglos desde que te he visto!
Un abrazo y en beso en la mejilla fue lo primero que recibió cuando entró en la oficina de su editora. Ohara Mari era una mujer especial, profesional en su trabajo y muy excéntrica con su trato hacia todos. Fácilmente te hacía sentir incómoda si no aprendías a conocerla. Algo que a Umi le costó con su renuencia a las relaciones sociales.
Mari la condujo hasta el asiento frente a su escritorio.
Realmente parecían años desde que pisó su oficina, había nueva decoración en las cortinas que daban la vista a los edificios detrás, desde el tercer piso donde se encontraban. También se unió un nuevo anaquel, con varios nuevos y olorosos libros que relucían con sus colores sencillos. Novelas y más novelas productos de una exitosa carrera.
La mujer rubia tomó asiento en su propio lugar haciendo que el sillón rebotara por la fuerza ejercida.
—So… ¿Cómo vamos con los avances de la novela?
Umi acomodó su bolso en su regazo antes de responder.
—Oh… si, bueno, la producción está en marcha. En dos meses iniciarán las grabaciones y hay cada vez mejores críticas por…
—¡Stop! —Mari la interrumpió riendo—, Sonoda-san, tranquila, sé que la película va bien, si no lo fuera, sería la primera en informarte. Además, dije novela, no película, no me digas, ¿acaso te has olvidado de nuestro nuevo trabajo? Because, eso sería very sad.
Umi se sintió estúpida de pronto. Tan centrada estaba en la película y sus implicaciones que había dejado de lado el libro en el que se supone estaba trabajando.
—N-No… —forzó una risa, esperando que fuera convincente—, ¿cómo podría… o-olvidarlo?
Por la mirada afilada de Mari, supo que no la convenció.
—¡No lo puedo creer! Ahora sí estoy verdaderamente triste Sonoda-san, no puedo creer que olvidaras lo cerca que está el Dengeki Taishō.
Umi quiso golpearse la cara por haber relegado ese detalle en su carrera.
¡Estaba concursando para el premio de la revista! Y conseguir que su nueva novela ligera fuera publicada. Además del dinero, obviamente. Un millón de yenes no era poca cosa.
Incluso antes de que la película fuera un hecho, ella y Mari se habían comprometido a obtener el primer premio para una serializació éxito mayor en su carrera, que podría proyectarla a nuevos horizontes.
Mari la acogió cuando era nadie, cuando sólo escribía pequeños artículos de películas y reseñas de manga y anime. La conoció durante la misma pasantía donde conoció a Maki, al ingresar por recomendaciones escolares a la firma ASCII Media Works, Inc., hasta que su amiga se hizo una carrera y mudó a Being Inc.
La editorial, bastante famosa y reconocida en el país, hacía un concurso anual para escritores novatos y no tanto, el Dengeki Taishō, quién ganaba, era publicado en la rama que se dedicaba a la literatura: Dengeki Bunko, obtenía una serialización, un jugoso cheque y la oportunidad a producciones de anime y live action.
Mari vio en ella el potencial, en ese tiempo fue su asesora externa escolar, según decía, amaba mostrarle el "mundo shiny" a chicos sin aspiraciones con talento.
Por accidente, dejó el manuscrito que usaba como terapia, a recomendación de Maki, y le encantó. La secuestró apenas llegó al día siguiente y le habló de lo nuevo, inquietante, oscuro y fantasioso que era la historia. La convenció de pulirla, de mostrarla a la gente influyente y ver qué podía hacerse con ella.
Así nació En el Fin del Edén, lo que la había llevado hasta la actualidad.
Miró rápidamente la fecha en la pantalla de su teléfono, hizo las cuentas mentales y el resultado le dio pánico.
—Estamos a tres meses de que se reciba el manuscrito final.
—Right! Qué bueno saber que aún tienes memoria. Entonces, ¿cómo vamos?
Mari hizo tanto por ella, que ahora, no podía con la vergüenza de fallarle. Unió sus palmas y agachó la cabeza en una disculpa.
—¡Lo siento mucho Ohara-san! ¡No he avanzado nada en las últimas semanas!
La editora exhaló fuerte, haciendo que el sillón rechinara por el peso al desplomarse en el.
—Ya sabía, que esto de la película te absorbería por completo —Umi volvió a mirarla, observando cómo ella se cubría los ojos con desgano—, my god, ¿qué debemos hacer?
—Mari-san…
—¡Nop! ¡No tienes que disculparte! —La rubia descubrió sus ojos—, lo entiendo. Ninguna esperaba esto de la película, sé que será un éxito y te hará mucho más famosa de lo que crees, pero a estas alturas tampoco podemos retirarnos de la competencia, ¿sabes cuántos fans esperan leer tu nueva novela? ¿Cuánta expectativa hay entre los productores ahora que existe una película en marcha?
Umi asintió a cada pregunta, cada una con más peso y sintiendo la acumulación de piedras en su cabeza.
—No puedo retirarme —dijo, derrumbándose también en el respaldo de la silla. Tres meses para el concurso, exactamente los mismos meses para el inicio del rodaje. A su mente llegó la plática con Eli y Nozomi sobre la negativa a involucrarse de más, bueno, ahora ya tenía otra cosa más en qué ocuparse para cumplirles, aparte de pulir el guión—, supongo que eso significa que estaré en cuarentena.
—Y significa que deberás hacer una muy buena despensa y que estaré visitándote muy seguido, ¡it will be very fun! Cómo en los viejos tiempos~ —La editora le guiñó un ojo, haciéndola sonrojar.
—¿Lo será?
A punto de contestar, su teléfono sonó. Era un mensaje de respuesta de Takami.
—Creo que tendré otra reunión el día de hoy.
Eso pareció encender la curiosidad de la editora.
—Déjame adivinar, ¿Sakurauchi Riko?
La pregunta la tomó por sorpresa.
—¿Cómo sabes?
—My Darling~ lo sé todo. Es mi trabajo, ya sabes, aparte de editora… representante. Que, por cierto, creo que has olvidado informarme de algunas muchas cosas.
Nuevamente Umi quiso darse una palmada en la frente. Todo el asunto de Honoka le había volcado la vida a un punto donde no reconocía lo que estaba haciendo.
—Cómo sea, espero que no me estés ocultando nada más, aparte de la psiquiatra a la que estás viendo —La voz de Mari se puso seria de pronto—, no es sólo tu carrera Umi-san.
—Lo siento —volvió a disculparse. Mari tenía razón, le estaba ocultando demasiado. Aun así, a pesar del cariño y agradecimiento, no podía permitir que más personas se metieran en sus errores. Ver a Maki tan insegura le hizo pensar en ello—. Es un tema personal. Juro que no afecta en nada mi trabajo. Sólo… estoy manejando mi problema de…. ya sabes, alcohol. Quiero mejorar en ello.
Los ojos dorados de Mari brillaron, produciéndole un escalofrío.
—Me conformo con eso por ahora. Well, creo que es importante que aceptes las propuestas que Sakurauchi tiene para ti, ambas pueden proyectarse y sacar mucho provecho. Y también, espero que te centres en la novela, van a ser meses difíciles. Nada que no hayamos vivido antes.
Si Mari supiera que difícil incluso sonaba fácil para lo que realmente ocurría.
—Claro, nada que no haya pasado.
La puerta se abrió, un chico tímido que parecía ser adolescente entró a la oficina con una bandeja de cafés, puso uno en el lado de Mari y otro en el escritorio frente a Umi. Aquello le recordó a sus días de estudiante, cuando era ella la encargada de traerlos. En cambio, hoy en día, estaba en el otro lado.
El chico se fue tan pronto acabó, haciendo una reverencia de despedida.
—Ahora hablemos de la película.
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La cita con Riko fue unas tres horas más tarde, en el Bar Wakanui. Casi era una lástima que precisamente se reunieran ahí, con la tentación del alcohol andando por los pasillos en las bandejas de los meseros. Si no fuera por la comida, de verdad que no valdría la pena.
Igual y no podía quejarse, ella no hizo la reservación ni mucho menos pagaría. Incluso cuando llegó en el taxi y se acercó a la recepción, el responsable la condujo de inmediato a la mesa donde las otras dos chicas ya la esperaban.
Eligieron una mesa apartada y privada, lejos de las miradas de curiosos. Reconoció a Riko primero, imposible de no quedarse embelesada por la sensualidad y gracia que irradiaba a su alrededor. La finura de sus gestos y los modales precisos, fueron cosas que llamaban la atención de cualquiera.
Sin embargo, la atención de la actriz estaba centrada en la persona a su lado. Una chica también, joven, de cabellos naranjas y vivaces ojos carmín expresivos. Tenía una sonrisa despreocupada, casi boba y no paraba de hacer reír a Riko, quien la escuchaba muy alegre. Desde la distancia podía ver la conexión entre ellas, un aura de confianza y camaradería que las rodeaba.
Ver a esa otra chica, riendo, le hizo sentir un aura similar a la Honoka del pasado. Ellas eran el reflejo de lo que no eran. Fue una comparación dolorosa de hacer.
—Buenas noches Umi-san —Riko fue la primera en saludarla apenas llegó a la mesa. Se levantó para hacer una reverencia a modo de saludo.
—¡Es todo un honor conocerla! —La otra chica repitió la acción justo después de Riko. Incluso extendió la mano para complementar el saludo—. Takami Chika, representante de Sakurauchi Riko.
Aceptó el efusivo saludo, tan enérgico que hasta la mano le dolió. Disimuladamente tuvo que tallarse mientras se sentaba, aunque por la expresión penosa de Riko, supo que no pasó desapercibido como quería.
—Digo lo mismo, es todo un placer, aunque dudo que tenga que repetir mi nombre, ¿verdad?
—En absoluto, tengo el nombre grabado en la mente, Riko habla mucho de ti todo el día, ¡se ha vuelto una fan! —Takami respondió animada, recibiendo una mirada de advertencia de parte de la actriz. Pareció darse cuenta y enseguida trató de cambiar su expresión a una más seria—. Lo siento, me he dejado llevar.
—No tienes que disculparte, en verdad me siento muy halagada —replicó Umi, empezándose a sentir en confianza. Esa hiperactividad de la joven era tan nostálgica que la atraía—, esta reunión, mi representante me dijo que estaba planeada para algún momento, aunque no me explicó bien de qué se trataba, ¿es sobre lo que hablamos en Kioto? Del análisis del personaje.
Riko asintió. Antes de responder, un mesero se acercó a ellos con vasos de agua y las cartas para que eligieran la comida. Umi sintió un temblor cuando la selección de vinos estuvo en sus manos, tantos colores, botellas de diferentes formas y tamaños. Era una tentación mucho más grande verlas, tanto que juraba sentir el sabor y el olor de cada uno de ellos. El sudor frío corrió por su cara, se sentía bastante sedienta e inquieta.
Nunca nadie dijo que la abstinencia sería fácil. Estaba teniendo una dura batalla con sus instintos para no pedir siquiera una copa.
—Sólo quiero un filete de ternera, gracias —dijo lo más rápido posible, devolviendo ambas cartas. No le importaba si se veía extraño o no, necesitaba cumplir con el tratamiento.
Curiosamente, escuchó a la chica Takami lanzar lo que parecía un suspiro de alivio.
—Pediremos lo mismo, nada de alcohol —El mesero recogió los menús y ante un asentimiento, se marchó— Uff, ¡nos has salvado de una! Estuvimos investigando para hacer la reunión más amena, y nos dijeron que este era tu lugar favorito así que hicimos una reservación de inmediato, ¡estaba esperando pagar un buen vino! Pero si no bebes, significa que Riko tampoco lo hará y eso evitará menos ejercicios y dieta, ¿no es genial Riko-chan?
Chika recibió un certero golpe en la cabeza de una molesta Riko.
—¡No tenías por qué decir eso! —La regañó la mujer.
Chika tuvo que acomodarse el cabello, y de paso, sobarse el recatado golpe. Rió apenada por la escena montada.
—Ups, lo siento, me dejé llevar de nuevo.
Umi no aguantó más, la risa comenzó bajo intentando retenerla. La expresión de cachorro de Chika era demasiado que cuando se dio cuenta, ya estaba riendo a carcajadas. Las lágrimas incluso saltaron.
—En verdad…. no… esperaba nada de esto —dijo como pudo, entre risas. Ambas chicas se veían apenadas.
—Tampoco yo —admitió Riko, con el sonrojo en las mejillas mientras seguía regañando con la mirada a la otra chica.
Apenas pudo calmar la risa y limpiarse las lágrimas, Umi recobró la compostura.
—No se preocupen, ciertamente no es muy común encontrar personas como Takami-san, con un gran humor natural. Creo que puedo ver cómo es que se complementan —mencionó, evocando viejos recuerdos. Miró a Chika, pensando que veía en ella a alguien más—. Me recuerdas mucho a una vieja amiga.
—Oh, ¿acaso te refieres a la amiga que mencionaste en la comida de la conferencia? —Riko le preguntó, captando la referencia. Asintió, dándole la razón— ¿Cómo va todo con ella? ¿Has logrado acercarte de nuevo?
Suspiró.
—He hablado con ella, pero falta mucho para poder volver a cómo éramos antes. Cada quien tiene una vida ahora, una muy inusual y alejada.
—¿Eh? ¿Qué amiga? ¿Qué historia hay ahí que el ambiente se pone deprimente? ¿Por qué tarda tanto la comida?
Chika tenía una extraña forma de aligerar las cosas. A Umi le agradaba, ambas de hecho. Si antes sentía que eran algo que ansiaba ser con Honoka, con unas pocas palabras casi creía que eran sus doppengalger.
Mientras pensaba en ello, la comida llegó.
Ver el exquisito corte con el punto exacto de cocción y el acompañamiento de verduras, abrió su apetito. No comió nada en todo el día, era obvio que de pronto se sintiera tan hambrienta.
—Entonces, ¡a comer! Y de paso, hablemos de lo que nos trajo aquí —declaró Chika, siendo la primera en trozar su platillo.
Totalmente de acuerdo, comieron a gusto.
La propuesta era simple, querían que Umi estuviera presente en algunas conferencias y presentaciones de Riko, además claro, de poder hablar libremente del personaje, y aprovechar cada oportunidad para hacerle mención y promoción. Riko se comprometía a entrar de lleno en el papel cada que lo requiriera algún evento, y usaría atuendos alusivos a la obra. Quería abrazar a Kinjátsil como suya, con la libertad que la aceptación de Umi le daría y bajo su supervisión. Aparecer en comerciales, programas de radio, escenificar la voz y la actuación.
A cambio, la promoción en manos de Riko atraería muchos más fans, asociados y genios de la industria del entretenimiento. También, con las conexiones de la actriz, podría hacer una promoción masiva en el extranjero, asegurándose de que la mayor cantidad de países voltearan a verlos.
Mari le habló a grandes rasgos de lo que Riko buscaba, y le sugirió de antemano que aceptara. Sabía que Eli y Nozomi harían un trabajo excepcional, pero si la propia actriz quien tenía una buena fama precediéndola, le daba esta opción, no podía desaprovecharla. Menos aún con su propio concurso cerca. Aún si no ganaba el premio, sí ganaría reconocimiento y una publicación segura en alguna editorial.
Umi aceptó los puntos, salvó las conferencias. Les dijo que estaría ocupada, pero que, si tenía tiempo, las acompañaría. No era una promesa como tal, sólo haría el intento.
Le gustó cómo ellas pensaban en cubrir cada punto, la disposición y ganas de entrometerse en la película.
Una parte profunda, deseó que Honoka hiciera lo mismo, no lo dudaría, tanto que podría hasta renunciar a la competencia sólo si eso significaba pasar más tiempo juntas. Una cosa imposible, lo sabía.
Al término de la charla de negocios, siguieron con las cosas personales. No es que fuera curiosa en extremo, sino que ellas le proyectaban una comodidad que pocas veces había sentido. Diferente a Maki, diferente a Honoka e incluso diferente a la Nozomi maternal. Pensó en lo caótico de su vida, en lo extraño que se comportaba Maki, en lo mucho que necesitaba nuevas visiones de lo que estaba haciendo, ¿acaso Riko y Chika podría ser lo que buscaba?
Estaban relatando cómo es que Riko ganó el concurso que la proyectó, cuando una llamada interrumpió el momento, Chika tuvo que responder de inmediato, con frases breves y aceptaciones sencillas.
—Es de Otonokizaka de nuevo, otro comercial para promocionar la escuela, ¿puedes creerlo? ¡Ya ni siquiera tienen abasto para tantos estudiantes y aún quieren más atención!
Esa mención le detuvo el corazón a Umi.
—¿Otonokizaka? ¿La preparatoria Otonokizaka que está cerca de Akiba?
—¿Uh? Claro, ¿cuál más?
—¡Chika!
Las alarmas de ideas se encendieron en la mente de la escritora.
—¿Qué negocios tienes con ellos?
—Bueno… no son negocios en sí, es más como un favor. Estudié ahí, fueron buenos años, estuvo a punto de cerrar si no fuera por la ola idol de aquél entonces. Antes de entrar en la actuación, estaba muy metida en la música, tocaba el piano. Obtuve mucha ayuda de los profesores y ánimos para seguir la carrera, así que, gracias a todo ese apoyo, suelo aparecer en sus promos para ayudarlos a continuar.
La mente de Umi no dejaba de darle forma a la idea que estaba surgiendo para su dilema.
—Es una gran casualidad —dijo—, también estudié ahí.
La sorpresa fue inmediata. Justo lo que quería.
—¿De verdad?
—¡Es una gran coincidencia!
Umi rió.
—Si… bueno… —calló un momento, ¿realmente estaba a punto de pedirles algo ridículo? Ni siquiera estaba segura de que fuera creíble— Estuve en el club de kendo por toda mi estancia ahí, tengo buenos recuerdos también. O al menos los tenía. Hubo un incidente y perdí algunas cosas. Quisiera recuperarlas, pero por una u otra razón no he podido regresar y justo ahora me es aún más imposible. Así que estaba pensando… si aprovechando que tienen buena relación… podrían buscar algo ahí por mí.
Ambas chicas se miraron extrañadas. Umi creyó que hasta ahí había llegado la buena suerte.
—Claro, ¿por qué no? ¿Qué necesitas? —Chika fue quien preguntó, restándole el misterio a la situación.
Umi bailó interiormente.
—Otonokizaka suele tener un albúm de los ganadores de las competencias, si no mal recuerdo… sólo necesito una foto en especial…
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Llegó al departamento bastante cansada. Maki seguía sin verse en el lugar y eso comenzaba a preocuparla.
Se arrastró a su cuarto, queriendo dormir. Para su pesar, tuvo que ducharse y preparar algunas notas de tareas pendientes que debía cumplir para su auto encierro. Cuando fue el momento de ir a la cama, el sueño ya la llamaba.
La arropó enseguida y la llevó a un mundo onírico perfecto, de risas incontenibles y fantasías extraordinarias. El descanso que no tenía en bastante tiempo. El mismo tiempo que cobró factura dejándola reposar sin interrupciones.
Abrió los ojos casi al mediodía de la mañana siguiente. Lo primero que hizo fue revisar la hora, sorprendiéndose de lo tarde que era. Notó que tenía un mensaje de Chika, con varios emoticones llenos de carisma y emoción.
"¡Encontré la foto!" fue el primer mensaje, seguida por una imagen adjunta que necesitaba descargar primero. Lo hizo, y los segundos que tardó en ponerse nítida parecieron eternos.
Lo reconoció.
Sus latidos se detuvieron.
"¡Wow! ¡No sabía que eras compañera de Honoka Kousaka y Tsubasa Kira!"
Su mundo se cayó.
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N/A:
Cómo si no fueran suficientes las sorpresas y dolores a Umi, el pasado poco a poco se le revela (?)
¡Epa! Menuda pandemia que nos ha tocado, ¿verdad? Espero de todo corazón, queridos lectores, que estén bien de salud y de vida. Para nadie ha sido fácil estos meses, mucha fuerza desde mi selva escondida. Por mi parte, me disculpo la tardanza. Aparte del COVID, las cosas se pusieron pesadas en mi tiempo libre (¿tiempo libre? ¿Qué es eso?), estuve en una de las pocas empresas que no cerraron y bueno… ya se imaginaran el caos de plena pandemia y resultados que entregar. En fin, ¿qué tal ha ido este capítulo? ¡Espero que haya valido la pena la espera!
Nos vemos en el siguiente, tardado eso sí, pero lo habrá ;D
P.D Síganse cuidando, ¡nunca bajen la guardia!
