TOMA 16

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Umi despertó en la madrugada. A través de la poca luz que entraba por las ventanas, logró distinguir un techo diferente al de su cuarto y que, sin embargo, solía verlo a menudo. Conocía ese techo, así como conocía la textura de esas sábanas rosas y los posters en las paredes.

El sonido de las sábanas y un gemido silencioso la forzaron a mirar al otro lado de la cama. Su corazón se aceleró. Las sábanas yacían sobre el esbelto y perfecto cuerpo de la chica, su piel desnuda ligeramente bronceada, era simplemente un cuadro hermoso. Notó las marcas de dientes en su tonificada espalda y sólo ahí, entre la confusión, supo que estaba desnuda. Al igual que ella misma.

Los recuerdos bailaron en su cabeza. Las sensaciones de los toques, de los besos, de las caricias, los gemidos y el amor…

Umi sintió el remordimiento inmediato. Sus manos temblaron, podía sentir que sus ojos se agrandaban y la amargura subió a su garganta eliminando cualquier sabor que tuviera.

Apretó las sábanas hasta que sus manos perdieron color.

No se supone que eso pasara.

No así.

¡Ella fue para decirle la verdad! ¡Estaba a punto de comprometerse! Sólo quería consuelo, apoyo, valor… no esto. No debieron hacerlo. Hizo algo imperdonable, estaba tan vulnerable, ella se aprovechó de su amabilidad, ¡cruzó una línea que no debía!

Ella amaba a Honoka, necesitaba a Honoka en su vida, pero… ¿qué es lo que hicieron? ¡Ni siquiera se dijeron apropiadamente sus sentimientos! Si no podía deshacer el futuro matrimonio… si no podía evitarlo, si se casaba…

NO.

ESTABA SIENDO ESTÚPIDA.

Sino pudo deshacerse del compromiso en meses, ¿cómo podría hacerlo en un día?

¿Realmente Honoka se merecía eso?

Incluso si lo conseguía, sus padres nunca la aceptarían. JAMÁS LA APOYARÍAN. Iba en contra de sus principios, de su casta, de su herencia.

SERÍA UNA DESHONRA, UN MONSTRUO, UNA ABOMINACIÓN.

Al lado de Umi, ¿QUÉ FUTURO PODRÍA DARLE?

¡No había ningún futuro a su lado!

Y Tsubasa…

Tsubasa amaba a Honoka, no parecía tener problemas con su familia, era buena, era famosa, estable económicamente, valiente y audaz, ¿traicionó los sentimientos genuinos de Tsubasa? ¿Estaba arruinando la oportunidad de Honoka de que fuera feliz?

Honoka no merecía la vida que Umi le podría dar. Ella merecía a alguien mejor.

No queriendo enfrentarse a eso, al no saber cómo pedirle perdón, se levantó de la cama recogiendo su ropa a prisa, para cambiarse entre la oscuridad que aún reinaba en la habitación. Estaba a punto de salir corriendo, cuando dando una última mirada llena de pesar a su amiga en la cama, miró la libreta en el escritorio.

Sabía que tenían que hablar, pero no estaba preparada para hacerlo ese día.

"Lo siento"

Logró escribir a pulso tembloroso.

Se sentía sucia, detestable, un asco de persona y de amiga. Se aprovechó de la chica a la que más amaba y le arrebató su pureza.

Ni siquiera ese lo siento, era suficiente para decirle.

Lo arruinó, simplemente lo arruinó todo.

Salió del cuarto, odiando haberse atrevido a entrar. Odio cada paso que dio para salir de la casa, sabiendo que la ensució con sus pecados. Que deshonró a una familia que le abrió las puertas de corazón, y la quiso como si fuera otra hija.

Las lágrimas caían al suelo mojando el piso antes de desaparecer, dejando apenas el rastro de su presencia.

Nunca debió entrar a esa casa.

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Durante el transcurso del día previo a la ceremonia de compromiso, no recibió ninguna llamada de Honoka. Aunque tampoco fue capaz de hacer una.

Pasó el tiempo mirando el chat sin ningún nuevo mensaje desde ayer por la mañana.

Apenas registró en su mente los momentos clave, cuando su madre le llevó el atuendo y la ayudó a cambiarse. Su abuela entró y con ágiles manos le cepilló el cabello, colocándole bellos arreglos que pasaron de generación en generación.

Nadie pareció notar las marcas en su cuerpo, los pequeños moretones oscuros formados en su cuello. Y si lo hicieron, no dijeron nada. Todos son fácilmente ocultados con el kimono y el maquillaje.

El reflejo en el espejo se veía tan ajeno. Una chica que nunca en su vida había visto, la mira, pesarosa y acusadora.

Las horas siguieron su curso hasta que es el momento. La puerta se abrió, un chico estaba ahí de pie, ataviado de un precioso kimono masculino. Sus padres y otras personas que no reconoce le acompañaban, cargando sake, pasteles de arroz y otros regalos.

Su mente siguió pensando en la noche anterior con Honoka, aunque desearía olvidarlo. Cada caricia y sensación siguen ardiendo en cada centímetro de su piel.

El cortejo transcurrió como debía ser. Escuchó a sus padres hablar, a los futuros suegros dándole bienvenida a su familia, y a su prometido Daichi, mirándola orgulloso cómo si estar ahí, fuera un trofeo más a su grande lista.

¿Es esto lo que le esperaba?

Casarse, dar a luz a un hijo, honrar su apellido, continuar en el Dojo, enseñarle las tradiciones a su descendencia y… repetir la historia.

Generación por generación. Siempre el mismo ciclo para preservar su sangre.

¿Esto es la felicidad?

Una parte suya, suplicaba que Honoka llegara y se la llevara. Por supuesto, eso nunca sucedió.

Cuando Daichi tomó su mano, sintió que quemaba y que en cualquier momento se prendería fuego, hasta que ni siquiera las cenizas quedaran.

Ojalá pasara.

Pero no ocurrió.

Había un anillo ahora en el dedo anular de su mano izquierda.

Su vida fue sellada.

Voces lejanas, aplausos débiles, risas y llantos extraños. Umi ve todo eso sin sentirse parte.

Su madre es la primera en levantarse de la mesa de ceremonia, anunciando un gran banquete con los platillos más exquisitos y los dulces más deliciosos que pudieran existir. Es en la palabra dulces, dónde su mente reacciona, sabiendo que no existen mejores, más que lo de un lugar en específico.

Es conducida al patio donde el banquete será servido.

Y es ahí, al levantar la mirada, cuando sus ojos se encuentran con indistinguibles azules cielo. Opacados por una tormenta dolorosa.

Honoka estaba ahí, mirándola, detrás de la mesa de dulces.

Vaya Umi-chan, pensé que al menos le habías dicho a Honoka-chan, pero, aun así, es bueno que tuviera tiempo suficiente para preparar dulces cuando fui a verlos esta mañana. Honoka-chan será una digna heredera de la tienda, ella hizo todo esto sola.

Si su mundo estaba hundido, ver a Honoka ahí estaba terminando de matarla.

No era así como debía de ser. No después de lo que hicieron, no después del fiasco de persona en que se convirtió. La estaba lastimando, Honoka sufría.

Felicidades… Umi-chan.

Escucharla decir eso, con un tono desprovisto de toda emoción, le quebró el corazón y las lágrimas comenzaron a fluir.

Honoka yo… lo siento… lo siento tanto…

No tienes por qué sentirlo, Umi-chan, ¿no era esto lo que querías? Ahora… puedes ser feliz…

Sintió cómo una espada atravesaba su corazón. E incluso, ese dolor tal vez podría soportarlo, en comparación a lo que las palabras de Honoka le hacían.

No, Honoka… no…

¡Umi-chan! ¡Ven a saludar a los abuelos de Daichi-kun! ¡Acaban de llegar!

Su madre la tomó de la mano y la arrastró lejos de Honoka, llevándola hasta dos ancianos que sólo la miraban de arriba abajo, escudriñándola con sus arrugados y apenas visibles ojos.

Una silueta pequeña se movió hacia Honoka y sólo le tomó dos segundos ver que era Tsubasa.

La chica llegó e inmediatamente abrazó a Honoka mientras ella lloraba. El abrazo fue tan intenso e íntimo que el dolor se reemplazó por un sentimiento mucho más complicado que la tristeza: el enojo. Y este se encendió más cuando la vio tomarla de la mano y llevársela.

Honoka llamó a Tsubasa.

Aún a pesar de todo, aún a pesar de que necesitaban hablar y aclarar todo lo que estaba pasando, Honoka le pidió a Tsubasa que fuera por ella.

Honoka estaba con Tsubasa y Umi se casaría para dar a luz a herederos…

Si eso es lo que debía pasar, ¿por qué dolía tanto?

No, no era eso lo que quería.

No podía verse en ese futuro, no sin Honoka a su lado.

Era a Honoka a quien necesitaba. Nadie más.

Necesitaba sus besos, su sabor, su piel, todo lo que Honoka era, más que nunca podía sentir su cuerpo reclamarla.

Había sido suya, y sólo así debía ser. Nadie más tenía derecho a llevársela, nadie tenía derecho más que Umi.

¡Su felicidad era estar con Honoka! ¡Amarse una y tantas veces hasta que sus corazones explotaran!

¡Umi merecía a Honoka! ¡Se pertenecían!

Nada del compromiso valía la pena, no era la vida que quería.

Llegando a esa realización, aún tenía tiempo. Todavía podía hacer las cosas bien, solucionar todo a pesar de que su familia la repudiara.

Si era Honoka, si podía estar con ella…

Se alejó de los viejos, ignorando sus ceños fruncidos y sus muecas de disgusto. Los oyó llamarla insolente y poco le importó. Nadie de esas personas valía algo para Umi.

Los dos pasos se volvieron tres y después cinco y cuando fue consciente ya estaba corriendo. Alejándose de los gritos de sus padres, de los regaños y de las amenazas luego de que empujara y volcara las mesas y destruyera los adornos.

¿¡Qué es lo que celebran!? —gritó, al compás de sus manos arrancando los manteles y estrellando las copas de vidrio en el suelo— ¡No hay nada qué celebrar! ¡Jamás me casaré con nadie!

No era consciente de la fuerza de su ira, y sus padres no estaban en la mejor posición para detenerla.

Sellando su audición a los gritos coléricos, salió de la casa, desesperada buscando algún rastro de Honoka y de repente, cómo si su corazón supiera a dónde llevarla, encontró camino hacia el parque de su infancia, el que vio sus mejores momentos juntas.

Aún estaba a tiempo, pensó. Aún podía hacer algo.

Sus piernas dolían, el kimono apenas le permitía tomar velocidad.

Fastidiada y odiando lo que representaba, no dudó en parar para romperlo, y darles mayor abertura a sus pies. Ya nada le importaba más que encontrar a Honoka. Volvió a correr, su ritmo cardíaco incrementándose por el esfuerzo.

Siempre había sido rápida y no había mejor forma de demostrarlo que ahora.

Dobló la última esquina, sabiendo que su verdadera felicidad estaba ahí.

Que una vez que la encontrara, la abrazaría, le diría cuánto la amaba, la besaría y huiría con ella hasta el final del mundo si era necesario, para que nadie las separara.

Sin embargo, cualquier plan y futuro se detuvo, cuando en vez de encontrarla, encontró algo mucho más doloroso.

Vio a Honoka y Tsubasa besándose.

El tiempo pareció detenerse ante la vista.

El aire cálido de pronto se puso frío, y el bello atardecer ahora se veía tempestuoso.

El calor que sentía explotó, pero no de la manera que quería.

Hubo un enojo que pronto se transformó en odio puro. Acababa de arruinar su vida y futuro, para perseguir una esperanza de felicidad, ¿y qué fue lo que encontró?

¿Qué era lo que le quedaba?

En aquél instante, no supo exactamente el momento en que su cuerpo actuó solo. El resto, fue parte del inicio de una reacción en cadena.

Caminó hacia ellas, sacando a Tsubasa del cuerpo de Honoka.

¡Aléjate de ella! ¡No tienes ningún derecho a besarla, infeliz!

Tsubasa, sorprendida, sólo la miró y ante su propio asombro, sonrió.

Yo no hice nada que no quisiera —objetó.

Umi miró con los ojos pasmados a Honoka. La chica desvió la mirada, incapaz de sostenerle la mirada.

¿Estuviste de acuerdo? —No obtuvo ninguna respuesta—. No puedo creerlo, ¿¡cómo pudiste!?

Vio a Honoka estremecerse, pero fue Tsubasa quién reaccionó, tomando a Honoka de la mano e interponiéndose entre ellas.

¿Por qué demonios actúas así? ¿Quién te crees que eres? Acabas de comprometerte, ¡te casarás!

La acusación se enterró en lo más profundo. Apretó los dientes y se acercó amenazadoramente a Tsubasa.

No lo entiendes, ¡tú no lo entiendes!

U-Umi… —sintió a Honoka dar un paso hacia adelante, cómo si pudiera interceptar lo que sea que estaba ocurriendo.

No necesito entender cuando lo veo todo claro, eres una simple cobarde. Pero yo no lo soy.

Tsubasa se dio media vuelta y sosteniendo a Honoka, intentó alejarse con ella.

Vámonos Honoka. No tienes por qué estar aquí. Ven conmigo. Y tú —dijo, dándole a Umi una mirada de advertencia— no la mereces, no fuiste capaz de hacer nada hasta y ahora ya es muy tarde, te vas a casar con mi hermano.

La declaración la dejó atónita y pasmada.

Tú… ¿qué?

Ambas, ella y Honoka miraron a Tsubasa, la confusión ocupaba todas sus expresiones.

¿Tu hermano es el prometido de Umi-chan? ¿Por qué…? ¿Por qué no me dijiste nada? —Honoka exigió, perturbada.

El enojo que Umi sentía desde antes sólo se incrementó. Más que eso, la rabia y el descontrol tomaron partida en su turbia mente. Sentía que su cuerpo hervía de ira comprendiendo de golpe, lo que estaba sucediendo.

¡Tú lo planeaste! —acusó.

Tsubasa no se inmutó.

No, te equivocas. Si de algo puedo tener culpa es precisamente de no hacer nada. Se supone que quieres a Honoka, que la amas y proteges, ¿por qué no le dijiste la verdad, Umi? ¡Nunca fuiste capaz de decirle que la amabas! ¡Te ibas a casar esperando que ella no se enterara! Ella no es tu segunda opción.

Su cuerpo se movió sólo. Agarró la mano de Tsubasa y ejerciendo fuerza, la obligó a soltar a Honoka, empujándola hacia atrás.

¡Umi-chan! —Honoka protestó enseguida, y ella hizo caso omiso del tono preocupado.

Sus manos se enrollaron en el cuello de la camisa de Tsubasa, quien apenas opuso resistencia. Su ceño estaba arrugado y la miraba con cierto desprecio y superioridad.

¡Tú planeaste todo desde el inicio! ¡Hiciste que tu hermano pidiera ese compromiso! ¡Quieres que me case para robarla de mi lado!

¡Estás loca! Honoka es la que decidió venir conmigo, ¡por qué tú eres incapaz de aceptar que te gusta una chica! ¡Nunca vas a enfrentarte a tu familia ni por ella ni por nadie! ¡Sólo eres una estúpida cobarde!

¡Ella me ama!

¡Eso es lo que tú quieres creer!

Su vista se nubló, el dolor y rabia fueron lo único claro. Soltó a Tsubasa y estrelló su puño en su cara.

El cuerpo de Tsubasa cayó al suelo.

¡UMI-CHAN! ¡POR FAVOR NO! ¡PARA!

Fue impresionante la forma en cómo Tsubasa apenas se recuperó del golpe, se levantó y se abalanzó contra ella, regresándole el puñetazo.

El impacto la aturdió. La fuerza era considerable, probablemente por la resistencia de sus años de entrenamiento como idol. Era una lástima que la furia de Umi no la dejara halagar su habilidad, viéndola como una total amenaza.

Eres una infeliz, ¡la dejaste tirada como basura! ¡Te acostaste con ella y la desechaste, para casarte con alguien más! —Tsubasa escupió—, ¡SÓLO TE APROVECHASTE DE ELLA! ¡TÚ NO LA AMAS!

¡TSUBASA!

La visión se le nubló. Honoka le contó a Tsubasa lo que sucedió entre ellas. Le contó todo.

Era cierto. Honoka era la que no la amaba.

Su juicio se perdió.

Los puños de Umi se cerraron. Alzó la mirada, enfocada únicamente en Tsubasa, todo lo demás desapareció, y arremetió contra ella de nuevo. Tsubasa logró bloquear su siguiente puñetazo, pero Umi no perdió tiempo y le propinó un gancho en las costillas que rompió su defensa, enviándola de vuelta al piso. Se le montó encima sin dejarle espacio para incorporarse.

¡Ella es mía! ¡Ni tú ni nadie me la quitarán!

¡Eres una perra psicópata! ¡Voy a hacer que se olvide de ti!

Su puño se estrelló en la cara de Tsubasa. Aún con el aturdimiento, ella logró propinarle una patada lateral en las costillas que la hizo encogerse, lo que aprovechó para girar las posiciones y hacer que estuviera abajo, recibiendo el puñetazo de la idol.

Sintió el dolor, y el regusto óxido en su boca.

¡Tú no la mereces! ¡Yo si la amo y pronto ella ni siquiera recordará tu nombre! ¡Voy a borrar cada sabor y marca que le dejaste!

Si la ira en su cabeza ya era demasiada, las palabras sólo terminaron de lanzar la chispa que hizo que explotara.

Sus manos se lanzaron a su cabeza y enterraron sus uñas en su rostro. El chillido de Tsubasa fue ensordecedor, y lo suficiente para desequilibrarla. Otro golpe a su cara y Tsubasa fue tendida a su lado. No perdió ni un minuto.

Sus puños impactaron el rostro de la chica, una y otra, y otra, y otra, y otra vez, sin que Tsubasa pudiera meter mano. Por supuesto que no, Umi era más alta, más fuerte y más entrenada. Jamás podría ganarle, jamás alguien estaría a su nivel.

Eso le provocó risas.

¡NO! ¡YA NO MÁS! ¡UMI! ¡DÉJAME EXPLICARTE!

Toda la frustración y sentimientos contenidos desde meses atrás se fueron en cada golpe, era como si la sangre y los gemidos no existieran. Se sentía igual a golpear un saco de arena.

¿No te lo dije? ¡Yo la amo y voy a protegerla siempre! ¡Soy suya, y Honoka es mía! ¡No te la vas a llevar jamás!

Apenas era consciente de que Honoka lloraba, gritaba, y suplicaba que la dejara.

Hubo un momento en que sintió su mano ser detenida, antes de impactar nuevamente la cabeza de la chica bajo ella. Enojada por la interrupción, se deshizo del agarre y con la misma fuerza, le dio propinó un puñetazo para deshacerse del estorbo.

El grito desgarrador irrumpió en su mente, y fue cuando finalmente las nubes se alejaron y observó lo que había pasado. Tsubasa, la antes hermosa y elegante idol que robaba suspiros de cualquiera, ahora tenía el rostro apenas visible tras la sangre que brotaba de su frente y boca. No se movía, sus ojos estaban cerrados.

A su lado, Honoka estaba en el suelo, con una mano apretando su ojo, intentando sin éxito contener el líquido rojizo que resbalaba por sus mejillas, mezclándose con las lágrimas. La mirada en su rostro, era de terror, incredulidad, miedo.

Asustada, Umi se levantó, miró sus manos. El rojo brillante tiñendo sus dedos y goteando. Su kimono lejos del hermoso azul que era, manchas rojas se impregnaron en los colores.

No… yo no…

Miró a Honoka, la garganta le dolía, sus puños quemaban. La mirada aterrada de Honoka fue lo último que vio, antes de que el golpe en su cabeza le quitara las fuerzas, y la mandara a un estado de oscuridad total.

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La siguiente vez que despertó, fue con las amenazas de que Daichi le hiciera daño a Honoka.

Y de lo último que fue consciente, es que su padre volvió a golpearla con el shinai para que soltara al chico.

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Abrió los ojos una vez más, en su cuarto de la universidad. En la segunda semana de clases después de perderse la inicial de inducción.

Se había ido de casa en busca de sus propios sueños. Sus padres no merecían que ella heredara el Dojo, no se sentía digna.

Honoka… ya no estaba ahí.

Le hizo algo malo y ya no podía estar en su vida…

Aunque, ¿qué fue lo que hizo?

Bueno, no es como si importara.

Nunca volvería a verla.

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—Los golpes me provocaron una lesión cerebral grave, estuve inconsciente por semanas y cuando desperté… no podía articular oraciones, ni coordinar mis movimientos. Me costaba caminar y orientarme. Supe que mi vida como artista se terminó. Todos mis sueños, mis grandes metas, todo lo que era… lo perdí todo.

Siempre supe que tú eras la chica que se casaría con mi hermano, desde que él nos dio la noticia. Me sorprendió, y si no dije nada, es porque pensé que eras tú quién debía hablarlo con Honoka. Pero, el tiempo pasó, los días se acabaron, y mi espera fue en vano. Nunca dijiste nada. Siempre fuiste una cobarde.

El día del compromiso, fui a buscar a mis abuelos. Por eso llegué tarde. Honoka se veía al borde de un colapso. Ella me contó todo lo que pasó la noche anterior, que eras la chica que amaba tanto, y por la que me pidió ayuda para olvidar, porque no parecías estar interesada en ella. Ya le había ofrecido días antes que viajara conmigo, en parte porque quería ayudarla y en parte porque… la amaba tanto. Pensé tontamente, que podría hacerla olvidarte… y mira lo que ocurrió. Hasta tuvieron sexo y luego te fuiste arrepentida, dejándole una estúpida nota —Tsubasa soltó unas risas sin que sonaran reales—. No sólo mi vida se arruinó. También la de mi hermano. Su odio lo cegó. Un odio que un tipo como él jamás debía sentir en su vida. No me enteré hasta después, cuando la policía entró a la casa y se lo llevó esposado, culpable de haber planeado y ejecutado el secuestro de Honoka.

Si no se procedió legalmente contra ti, es porque mi hermano estuvo en la cárcel por años, yo no pude volver a cantar y bailar como antes. El prestigio de la marca de mi padre se fue a la ruina. Se tuvo que vender parte de la compañía para callar a los medios y pagar mis terapias. Mi familia sufrió, ¿y todo por qué? ¿¡TODO PARA QUÉ!?

Tsubasa la miró. El desprecio y cólera contenida inyectaba sus ojos.

—¡Todo porque unas estúpidas niñas no fueron capaces de aceptar que estaban locamente enamoradas! Me tomó mucho tiempo entender todo, que sólo fui un juego para ustedes. Busqué a Honoka, creyendo que ella no tenía la culpa de nada de lo que pasó. Que sólo fue una víctima. Pero no, resulta que nunca fue una santa. Siempre lo estuvo planeando todo, ella ya sabía de tu compromiso con mi hermano, mucho antes de que yo supiera algo. Y me usó para darte celos y que te confesaras... porque ella era igual de cobarde que tú, ¡ninguna pudo ser honesta! ¡Y tú sólo te dedicaste a huir! ¡Nunca tuviste el valor de nada! ¡Ambas pisotearon mis sentimientos! ¡ME USARON COMO A UN JUGUETE Y ME ARRUINARON LA VIDA!

—N-No… no sabía nada, ¿Honoka fue secuestrada? ¿Estuviste en el hospital? ¿Ella lo sabía? ¿Qué…?

No sabía qué cara estaba poniendo. Sus manos yacían a sus costados, cansadas de tapar sus oídos. Observó a Tsubasa, vio que su expresión se relajó, y en cambio, sólo mostró pena.

—Eres tan lamentable Umi. Todos estos años, pensé que estabas feliz viviendo una buena vida después de todo lo que me hiciste. Pero ahora, cuando puedo volver a bailar y cantar, cuando mi hermano es feliz con una familia, y mis padres han vuelto a tener su empresa… verte aquí, sufriendo, destrozada y sin poder arreglar tus errores… me hace sentir aliviada. Ni tú ni Honoka jamás serán felices. Ambas tienen lo que merecen.

No hubo más palabras de su parte. Tsubasa se levantó del suelo y se dio la vuelta para salir de ahí. Antes de hacerlo, se volteó una vez más, pero hacia Maki. Recuperó su teléfono, sin que su amiga se opusiera. Ignorando a Umi que seguía en el otro lado de la habitación sin moverse, intentando recordar como respirar.

—Entenderás que nuestro contrato está terminado, que cualquier vínculo con mi disquera se ha roto y que prontamente solicitaré que quedes fuera de los proyectos que me involucren a mí y a nuestra empresa.

Maki no habló. Sólo asintió lentamente, sin dirigirle una mirada.

Tsubasa tampoco aportó más. No había nada más que pudiera decir. Sus pasos, demasiado audibles, regresaron a la puerta y tras el sonido de abrirse y cerrarse, se perdieron por los pasillos de la empresa.

Sin su presencia, Umi sintió que su cuerpo tenso podía empezar a relajarse. Los pálpitos en su cabeza seguían latentes, provocándole náuseas. Intentó como pudo levantarse, sus piernas crujieron en protesta por la postura forzada, y casi se cae de frente sino fuera porque logró asirse del sillón. Caminó hacia Maki, afligida por el giro de eventos.

No estaba bien esto. No se supone que Maki saldría perjudicada.

—Lo s-siento… Yo no sé cómo… no se supone qué… —Sus palabras se trababan entre los sollozos.

Maki movió la cabeza obligándola a detenerse. Suspiró pesadamente y llevó sus manos a su rostro para cubrir sus ojos.

—Conocí a Tsubasa cuando iba a una de sus terapias, en el tiempo en que estabas internada en el mismo Hospital. La reconocí porque fue gran parte de mi inspiración para ser compositora. Fue gracias a ella que me convertí en esto. Por supuesto, supe de su historia, y al igual que lo absurdo de este maldito enredo, nunca mencionó nombres. La ayudé tanto como lo hice contigo, deseando ser parte de cuando finalmente volviera a estar en un escenario, ¿no es gracioso? Todo es una gran porquería.

Las palabras pesaban tanto en su corazón.

—Sabes, si hay una gran diferencia entre tú y ella, es que con ella sólo deseaba cumplir mi deseo de verla en un escenario. Y contigo… todo este tiempo, todo lo que hice por ti, el por qué estuve siempre a tu lado, fue porque te amaba.

—¿Cómo…? —La confesión fue un balde de agua fría—. Nunca… nunca me di cuenta.

—¿Cómo lo harías? Sólo pensabas en ella. Alguna vez creí tener alguna oportunidad, pero… me di cuenta que jamás harías a un lado tus sentimientos por Honoka, así que sólo… me rendí. Yo… luché tanto para sacarte de mi corazón, ser la amiga que necesitabas, concentrarme en mi propia vida y en mi trabajo para cumplir mis sueños, ser la mejor compositora… y ahora ya no tengo ni siquiera eso.

Su pecho punzaba.

—L-Lo s-siento.

Maki tardó en responder.

—Vete Umi. Por favor.

Su cuerpo se sentía sin vida

Salió de la habitación entendiendo todo.

Todo siempre fue su culpa.

En el pasado arruinó la vida de Honoka, arruinó a su propia familia y arruinó a Tsubasa.

Y en el presente, arruinó a Maki.

No había ninguna esperanza.

Todo lo que hacía sólo generaba más y más consecuencias.

¿A cuántas más personas les haría sufrir?

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—Bien, todo está listo. No nos falta nada, ¡nos esperan meses muy divertidos!

Chika acompañó su ánimo con un pequeño brinco. Lo que provocó las risas de Riko y una negación que se veía más, como algo a lo que estaba acostumbrada de ver.

—Más bien serán ocupados, Chika-chan. Demasiadas conferencias y promociones, sin contar las entrevistas y los entrenamientos. Además de que cuando empiece el rodaje, te quedarás a cargo de seguir la gira para los enlaces con patrocinadores.

—Ah~ vaya qué sabes quitar el ánimo, ¡pero no deja de ser fantástico! Ir de un lado a otro, visitar ciudades, ¡y comer las diferentes clases de mandarinas en los continentes! ¡No puedo esperar a esta aventura…!

—Eres todo un caso Chika-chan —comentó alegre Riko—. Lo siento, así suele ser siempre. Espero que eso no te moleste Sonoda-sensei.

Ambas jóvenes fijaron su vista en ella.

Umi negó, restándole importancia. Tomó su maleta y la subió al maletero del auto de las chicas. Les dedicó una sonrisa serena.

—No se preocupen por mí. Realmente es un honor poder acompañarlas. Ya he enviado la revisión final del guion de la película, ya no tengo nada que hacer aquí. Además, creo que viajar será una gran inspiración para terminar mi nuevo libro. Es… justo lo que necesitaba.

—Estamos seguras que de una u otra forma se divertirá.

—¡El viaje de las three mermaids finalmente comienza!

—¡Te dije que olvidarás ese nombre!

Umi estalló en risas.

Cerró el maletero ya que su equipaje era el último y se subió.

Cuando el auto comenzó a avanzar, no miró atrás.

No vio a Maki observarla desde las ventanas del departamento. Ni notó el auto rojo que llegaba hasta la entrada del edificio.

Acomodó su cabeza en el respaldo del asiento y se dedicó a mirar solamente al frente mientras llegaban al aeropuerto.

—Todo estará bien, como debió haber sido desde un principio.

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Notas finales de autor:

Ah que no se esperaban doble actualización (?) Pues sí, ¡doble actualización! Así como Tsubasa y su triunfal regreso (?)

Okey, fue una larga, larga espera, lo reconozco. Tuvieron que pasar tantos capítulos para llegar a esto y sé que probablemente no es lo mejor. No es sacado de última hora, desde el primer párrafo escrito, ya tenía el borrador y la idea de lo que pasó.

En algún punto, viendo todo su increíble apoyo y teorías, me planteé si continuar la historia. Pensé en abandonarla como miles de otras, por el temor de llegar a este capítulo. De que no fuera lo esperado y creo que, al momento incluso ahora de publicarlo, aún temo ello.

Sin embargo, me he decidido a llevarlo hasta el final. Porque en el transcurso aún me gusta la historia y todas las emociones que conlleva. Porque a pesar de sus fallos, puedo reflejarme en mucha desesperanzas y ánimos, así que, con todo dicho, si continúan conmigo hasta el final, ¡se los agradeceré! Tendrá un buen cierre, o al menos uno que todos merezcan.

Y de verdad, si sienten que hay algo por corregir, algo por hacer para que vaya por el camino correcto, ¡no duden en decirme! Leo, analizo y corrijo cualquier cosa que ustedes sientan que ayude a sobrellevarlo mejor.

También, les comento que he reeditado los capítulos anteriores esperando encaminar mejor el hilo de eventos. Algunos cambios fueron mínimos, y otros, pequeñas nuevas claves a este presente.

Sin más que decir, sigo agradeciendo su cariño, atención y apoyo, ¡es un gusto leerte siempre NinjaBritten11! No sabía que era pronto tu cumpleaños, pero oye, ¿puede este acaso ser un regalo adelantado? Espero que sí Xd ¡MUCHAS FELICIDADES! ¡Que los pases súper!

¡Y a los demás, de verdad que los adoro amigos lectores, gracias por esperar! ¡Vamos hasta el final de esta desastrosa película! XD