Lamento mucho la tardanza TT, pero es que tuve unos cuantos percances, el primero y más importante es que mi neurona se negaba a cooperar lo que ocasionó que me bloqueara con este capítulo y eso fue frustrante; el segundo es que por más de una semana estuve viviendo en casa de uno de mis tíos y ahí no podía tomar la computadora de mis primos porque no tenía la suficiente libertad para hacerlo, pero afortunadamente ya estoy de vuelta, y aquí tienen el siguiente capítulo de esta historia. Así que comenzaré por responder sus reviews.
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Elisa Moony.- Oh, no te preocupes por eso que sabré entenderte . Me alegra que te haya gustado, y sip, Remus es tan perfecto ##
Jakluna.- Claro!!!!!
Luzy Snape.- Jajaja, claro que Harry necesita a alguien como Remus, y me encanta que sea así de protector. Besos
Annya Potter.- Claro que no molestas, y lamento la tardanza pero es que se me presentaron muchas cosas a la vez y tuve que resolverlas primero. Créeme que este capítulo estará más melancólico. Pues bien, la intención es una relación amorosa, claro que aún no se desarrolla y creo que tardará unos capítulos más en darse, pero eses es el fin. Bye.
Ariadnacreta.- Muchas gracias, esa era la intención, hacer pensar a los demás que Remus y Harry de alguna forma se complementan . La razón por la que Harry huele así no es porque haya madurado, su olor es a causa de un plan bien estructurado que pronto diré en alguno de los capítulos siguientes (uyh que mala) Y sobre la mujer, lo único que puedo decirte es que no es Bellatrix. Nos vemos.
CBMLupin.- Hola!! Me alegra que te haya gustado, y muchas gracias por tus buenos deseso. Besos.
JIBRAEL.- A mi también me gusta mucho Sirius, y trato de enfocarme a los sentimientos de Harry y Remus ante su perdida, y si, aunque nos cueste aceptarlo Harry es indirectamente culpable por su muerte. Trato de que el fic no empalague y que a la vez demuestre las sensaciones amargas de la pérdida de un ser querido. Besos.
Annya Potter.- Jajaja, créeme que le espera un buen regaño a Dumbledore.
PotterGrangerhermione.- Jajaja, gracias, harás que me sonroje #-#. Lamento haber tardado más tiempo, pero tuve algunas cosas que resolver antes, pero aquí esta este capítulo que espero te guste. Besos.
Sakura Snape. Hola!! Jajaja, claro, aquí tienes el siguiente capítulo. Yo también quiero que ese vejete manipulador muera, pero no creo que eso pase pronto, ni modo.
FermiBlack.- Hola!!!!
Sakuratsukamori.- Gracias, gracias. Claro que sabrá apreciar ese apoyo, ya que se necesitan uno al otro. Muchísimas gracias #-# jajaja. Besos.
Kagome Black.- Hola! Me alegra que te haya gustado, a mi también me gustó mucho esa escena. Oh bueno, respecto a esa mujer en el quinto capítulo sabrás quien es ella y que relación tiene con Harry. Bye.
Pekenyita.- Muchas gracias, me esfuerzo en que mi escritura sea buena, además de que tengo un par de betas que son unos ángeles, jaja. Besos.
Gala Snape.- Si, es algo triste, pero no te preocupes que también habrá momentos felices, aunque creo que tardarán en llegar, ups. Besos.
MEIKO.- Claro, capítulo a capítulo nacerá en ellos esa paz que necesitan, aunque tardará un poco en llegar por completo -U. Gracias, me alegra que te haya gustado la historia. Y créeme que habrá un "buen" eclipse - jajaja. Besos
Saya.- Hola!! Y Harry seguirá sufriendo, ya lo verás, y si, Remus le ayudará, pero habrá uno que otro obstáculo que tendrán que superar. Besitos.
Aiosami.- Jajaja, eres la primera que me dice que te gusta la forma en que Harry sufre. Oh, creeme que no eras la única que quiere que los Dursley mueran, cierto licántropo y cierta mamá de ciertos pelirrojos también lo quieren. Jajaja, yo también baberaría, te lo aseguro. Besos.
Ali.- Me alegra que te haya gustado el capítulo, sabes que tu opinión es muy importante. Exactamente eso quise plasmar, que en su inconciencia Harry se aferre a Remus, ya que aunque él no lo sepa todavía, Remus será su aliciente para salir adelante. Jajaja, ya verás que la pelea será de lo mejor. Besos.
Lizzblack.- Lamento tenerte en suspenso, pero se presentan muchas cosas que no puedo evitar, así que espero que este también sea de tu agrado.. Nos vemos.
Kat basted.- Jajaja, a mi también me encanta esa parte. Oh, créeme que le dirá unas cuantas verdades. Besos.
Azera.- No te preocupes, me alegra que te haya gustado. Besos.
Serendipity-789.- Me alegra que pienses eso, y ojala pienses lo mismo de este capítulo. Nos vemos.
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Antes de pasar el capítulo quiero agradecer a mi amiga María (una de las grandiosas mentes de Alima21), por ayudarme a destrabar mi neurona. ¡¡¡Gracias amiga, por escuchar mis locuras y ayudarme!!
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CAPITULO TRES.- Cruel realidad
Dolor.
Era lo único que sentía...
Un dolor terrible, quemante, que le laceraba cada una de las terminales nerviosas, que le torturaba sin piedad.
Le dolían los ojos por la luz que se filtraba a través de sus párpados, le dolían los pulmones cuando respiraba ese aire que a su parecer era impuro, le dolía la boca al intentar moverla... todo su cuerpo era una masa de dolor. ¿Porqué sentía tanto dolor?
Otra pregunta surgía en su mente: ¿Dónde estaba?
No lo sabía, y esperaba no saberlo, tenía el presentimiento de que la respuesta no le gustaría para nada. Sin embargo, y pese al dolor, podía sentir que estaba sobre una cama, si bien no suave, al menos sí mucho más cómoda que su pequeña cama de la alacena. Tal vez podría saber donde se encontraba si abriera los ojos, pero además de que le dolían, no quería hacerlo, a pesar de sentir todo ese dolor, le gustaba lo que en ese momento sentía y no quería echarlo a perder abriendo los ojos.
Todo el cuerpo seguía doliéndole, aunque cada vez con menos intensidad; ya que una sensación cálida comenzaba a llenarle el cuerpo, y que, aunque sonara cursi, lo hacía sentir querido, a salvo. Por eso no quería abrir los ojos, no quería dejar de sentir eso, quería dejarse perder por todas esas sensaciones que rara vez llegaba a sentir...
Pero aún así, tenía curiosidad por saber en donde se encontraba.
Recordaba haber estado en su alacena, encerrado junto con Hedwig, recordó vagamente que intentó liberarla, pero algo salió mal, yo no recordaba el que, después de ponerse de pie para acercarse a su lechuza todo se volvía borroso como si sus recuerdos estuvieran empañados. Quería saber que había pasado, pero su mente se negaba a darle las respuestas que quería, y el dolor de cabeza no ayudaba a averiguarlo, tal vez lo mejor sería abrir los ojos y así averiguar por si mismo que había pasado. Pero no quería dejar de sentir esa calidez que le embargaba, así que prefirió dejarse envolver por ella, sumiéndolo en un profundo sueño.
Pero su mente, estando en la inconciencia que el sueño le daba, comenzó a remembrar imágenes, tejiendo un sueño a su parecer irreal, pero que ocultaba la respuesta a muchas de sus preguntas...
Se encontraba en una sala circular, la sala del Departamento de Misterios, a su alrededor había varias puertas, todas cerradas, a excepción de una... una puerta frente a él estaba abierta, mostrando dentro de la habitación que resguardaba un pedazo de tela vieja y sucia que ondeaba ligeramente con si un suave viento lo meciera, el pedazo de tela pendía de un arco de piedra que cualquiera diría llevaba ahí varias centenas de años y que con un solo toque podría venirse abajo. Pudo sentir como su corazón se detenía y sus pulmones dejaban de respirar cuando pudo reconocerlo: Era el velo por donde había caído Sirius.
Sabía que estaba remembrando el sueño que antes había tenido, pero esta vez no veía la pelea entre Sirius y Bellatrix, esta vez estaba frente al velo que lo había hechizado desde el primer momento en que lo vio.
El viejo velo ondeaba apaciblemente, pero de pronto, Harry pudo ver como el velo comenzó a mecerse con mayor fuerza, como si algo lo hubiera atravesado de repente. Murmullos apenas audibles invadían el silencio que lo rodeaba, murmullos inentendibles que llegaban a sus oídos como susurrados por el viento, murmullos de palabras que poco a poco alcanzaba a escuchar y comprender.
Antes
que los Ángeles de envidia te los quitaran
a pesar de que
el sol los añorara y llorara
tus párpados sellaron
para que no separaran
las estrellas del cielo y las almas humanas
Se sentía hipnotizado por esas palabras, por esa cadencia al cantar. Era una voz suave, vibrante y hermosa, era la voz de un hombre que cantaba con todo el dolor de su corazón. Observó con aprensión el movimiento del velo, y de un momento a otro, como si el arco fuera una puerta hacia otro mundo, vio la figura de alguien, no la figura de una mujer como antes, sino de un hombre...
Un hombre alto, de cabello negro y largo, lacio y brillante como ala de cuervo, su piel era más pálida de lo normal, y una capa negra ondeaba dejando entrever una túnica blanca, tenía los ojos cerrados, y sus labios se movían, entonando esa canción.
Harry intentó acercarse, pero al hacer el primer movimiento, la figura frente a él guardó silencio, para luego abrir los ojos, mostrando unos ojos tan bellos como un mar negro y profundo, chispeado de vez en cuando como una amatista, con solo mirar esos ojos supo que en su mirada había un poder terrible. Antes de que pudiera hilar algún pensamiento coherente, el hombre desplegó sus alas, alas tan negras como el cielo nocturno sin estrellas, alas de cuervo que cuando desplegó casi le hace desmayarse
-¿Qu... quién eres? – alcanzó a preguntar con voz estrangulada. Hubo un silencio prolongado, tenso, donde Harry se preguntaba de donde había sacado el valor para formular esa pregunta, y si había sido correcta el formularla. No sabía porque, pero estar frente a ese hombre le estaba produciendo una extraña sensación de ansiedad. El hombre lo observó con intensidad, su rostro no mostraba expresión alguna.
-Azrael – su voz al hablar era ronca, pero suave y llena de misterio –, el Ángel de la Muerte
Harry se levantó de un salto, provocando que un intenso dolor le recorriera todo el cuerpo. Su piel estaba empapada de sudor, y su respiración era agitada
-¿Harry, te encuentras bien? – le preguntó Remus sentándose junto a él. – ¿Harry? – volvió a llamarlo, pero el chico no reaccionó, seguía sentado sobre la cama temblando y respirando agitadamente. – ¿Harry, Harry escúchame? – lo llamó tomándolo por los hombros y obligándolo a verlo.– Harry, fue solo un sueño – le dijo, pero el chico seguía sin reaccionar.
Tomó la barbilla de Harry obligándolo a encontrar sus ojos. Remus se estremeció a la vista de esos ojos verdes, tan parecidos a los de Lily, pero a la vez tan diferentes, los ojos de Lily eran siempre brillantes y alegres, y los de Harry estaban opacos, cubiertos de sombras y miedos. Alejó esos pensamientos que en nada le ayudaban y se concentró en atrapar la atención de Harry.
-Harry, soy yo, el profesor Lupin... Remus – le dijo con voz firme –, tranquilízate, fue solo una pesadilla, no hay porque temer, no pienso dejarte en ningún momento... te lo prometo.
Fue como si una corriente eléctrica atravesara su cerebro, haciéndolo reaccionar ante esas dos últimas palabras. Cerró los ojos con fuerza. La voz suave y preocupada de Remus le hacía doler la cabeza, las manos sobre sus hombros y barbilla parecían quemarle la piel, el aire que se filtraba hasta llegar a sus pulmones parecía quemar su nariz y su garganta al respirar. Su cuerpo comenzó a transpirar y temblar violentamente
La luz que se filtraba por la ventana, casi lo había cegado; por eso lo pensó muy bien antes de volver a abrir los ojos, lentamente y con desconfianza. La bella faz del Profesor Lupin apareció ante él, su semblante lucía preocupado. Un súbito mareo le hizo perder el equilibrio, su organismo sufrió un repentino agotamiento, cualquier tipo de fuerza con la que había podido sentarse se escapó de sus miembros, apenas y Remus alcanzó a sujetarlo por los hombros para evitar que cayera hacia un lado.
Lupin se asustó por los repentinos cambios de Harry, lo recostó sobre las almohadas, y tomó nuevamente su barbilla, pero Harry seguía temblando, por lo que la asió con un poco más de fuerza
-Tranquilo, Harry, no temas – la voz ronca y dulce de Remus llegó hasta él, y a pesar de su dulzura y suavidad, cada sonido parecía querer reventarle los oídos –. Harry mírame – le ordenó y Harry le obedeció por inercia, a pesar del dolor que eso le provocó, encontrándose con unos ojos dorados llenos de preocupación –, tranquilízate, confía en mi, en este lugar estas a salvo, no hay nada que temer ¿me entiendes? – Harry asintió – Bien, ahora trata de respirar con calma ¿de acuerdo? Bien... así esta bien... ¿cómo te sientes?
Él trató de responder, pero su garganta le ardía como si tuviera brasas en ella y no pudo emitir más que un gemido ronco. Remus acunó su cabeza con una de sus manos, sosteniendo un vaso con agua con la otra, que presionó delicadamente contra los labios del joven, al mismo tiempo que elevaba ligeramente su cabeza. Después de un par de sorbos de agua y varios intentos infructuosos, al fin logró articular algunas palabras
-M... mal – respondió. Su voz sonó demasiado áspera, como si no la hubiera usado en días y sus cuerdas vocales estuvieran dañadas. Lupin pareció notar eso porque frunció el ceño
-De acuerdo, trata de mantener la calma en lo que yo llamo a la señora Pomfrey
-¿Dón... de... estoy? – alcanzó a preguntar, sintiendo como si a cada palabra su garganta se desgarrara, y negándose a permitir que Remus se alejara y se alejara con él la calidez que hasta ese momento le había rodeado.
-Hablaremos más tarde de eso – le dijo Remus, poniéndose de pie y caminando con rapidez hacia la puerta –, regreso en un momento – le dijo antes de salir.
Harry lo observó irse. Su pecho le dolía, sentía como si algo le apretará los pulmones, dificultándole el respirar. Intentó llevarse una mano hasta él, pero fue inútil, su cuerpo se negaba a obedecerle a causa del dolor que le recorría; aún sentía en su garganta como si tuviera hierro hirviendo en ella. Todo a su alrededor daba vueltas, era eso o su cabeza era la que daba vueltas. Cerró los ojos en un vano intento por alejar esos mareos, sin tener buenos resultados. Intentó moverse, pero fue inútil, su cuerpo estaba demasiado débil como para responderle, así que desistió de sus intentos.
Unos pasos acercándose a él captaron la atención. Antes de que pudiera ver de quien se trataba, se encontraba preso de un par de brazos que lo envolvían con fuerza
Un pinchazo de dolor le atravesó todo el cuerpo, provocando que un quejido brotara de su garganta lastimada.
-Oh, lo siento cariño – le dijo la recién llegada deshaciendo el abrazo y acomodándolo en la cama.
-¿Se... ñora... Weas... ley? – preguntó con dificultad. Molly frunció el ceño ante la voz del chico.
-Si, no te preocupes querido, Remus esta llamando a la señora Pomfrey, en un momento ambos vendrán y te sentirás mejor – la voz de la señora Weasley le taladraba la cabeza
-¿Dón... de...? – una expresión sombría cruzó por el rostro de la mujer, y antes de que terminara de formular la pregunta lo interrumpió
-Eso no importa ahora querido, lo importante es que despertaste, Ron y los chicos han estado muy preocupados por ti, en cuanto estés mejor les permitiré verte – Molly acomodó a Harry en la cama, arropándolo con las mantas, justo en ese momento entró la señora Pomfrey seguida de Remus.
-Me da gusto que hayas despertado – le dijo la medibruja en cuanto lo vio – pero ahora necesito examinarlo, así que déjennos solos por favor – enseguida Remus y Molly salieron de la habitación para encontrarse con cuatro cabezas pelirrojas que en seguida los asaltaron con preguntas.
-¿Cómo se encuentra?
-¿Esta bien?
-¿Ya despertó?
-¿Se va a morir?
-¿Por qué vino la señora Pomfrey?
-¡¡¡BASTA!!! – Gritó la señora Weasley, y enseguida los cuatro guardaron silencio – si, esta bien; si, ya despertó y ¡No! No se va a morir, y la señora Pomfrey esta a aquí para revisarlo, así que hagan el favor de ir a sus cuartos y esperar por noticias – al parecer los chicos iban a objetar algo, pero la fiera mirada que les lanzó su madre calló sus intentos por obtener más información de su amigo, así que le obedecieron a regañadientes.
-Avisaré al Profesor Dumbledore que Harry despertó – le dijo Remus una vez que todos los chicos se habían ido
-Será lo mejor, además de que necesito una buena explicación de porque no mantuvo a raya a esos muggles – respondió molesta
-Yo también la necesito Molly, y te aseguro que la obtendremos
-¿Cómo se encuentra? – preguntó el Profesor Dumbledore en cuanto llegó a Grimmauld Place. A su alrededor se encontraban Alastor, Remus y el señor y la señora Weasley, que lo observaban con seriedad.
-No lo sabemos, Poppy aún no ha salido – informó el señor Weasley
-Harry es fuerte, logrará salir de esto – respondió Dumbledore con calma
-Harry es fuerte – aceptó Remus, sus ojos relampagueaban con rencor e ira – pero eso no significa que abusemos de su fuerza – las palabras del licántropo tomaron por sorpresa a los presentes, incluso a él mismo, puesto nunca en toda su vida le había hablado de esa forma al profesor, pero es que encontrar a Harry en ese estado, simplemente le había hecho cuestionarse muchas cosas, entre ellas, la actitud del profesor Dumbledore – es demasiado lo que ha sufrido, y nosotros lo único que hacemos es empeorar las cosas, no lo hemos ayudado, solo le damos más cargas.
-Remus, comprendo tu frustración y dolor, pero estamos en medio de una guerra, y lamentablemente Harry es una parte primordial en ella. – Dumbledore suspiró con cansancio – he intentando por todos los medios mantener a Harry lo más lejos posible del peligro, pero parece que nada de lo que hago funciona, Harry siempre termina sufriendo, no importa que haga, siempre es así
-Pero debe de haber algo que nosotros podemos hacer para evitar ese sufrimiento – insistió Remus, de alguna manera necesitaba saber que podía hacer algo para evitarle más dolor a Harry
-Si hubiera algo que me asegurara que Harry no sufriría más lo haría sin dudar
-Sin embargo Dumbledore – comenzó Ojo loco, centrando ambos ojos en el profesor – encontramos a Potter en medio de un charco de sangre, tan pálido y delgado que casi podría asegurar que era la muerte misma quien nos recibió.
-Es cierto, profesor – continuó Artur – Harry estaba en terribles condiciones cuando Remus llegó aquí. Tardaron demasiado tiempo en poder atenderlo a pesar de los esfuerzos de Poppy y Remus, porque el chico no dejaba de gritar y retorcerse como si sufriera por la maldición Cruciatus
-Artur dice lo correcto – intervino Molly, adelantándose unos pasos hasta quedar frente al Profesor Dumbledore – Fue horrible ver a Harry retorcerse y gritar de esa forma, ardía en fiebre, y una de sus costillas rotas estuvo a punto de perforar un pulmón, sin contar los golpes en el rostro y la anemia, Harry esta así por culpa de esos muggles idiotas – Molly movía sus manos de forma exasperada, tratando de controlar la creciente sensación de enojo y frustración – ¿Profesor, es posible que usted no supiera del trato que le daban? ¿Arabella no se lo decía? ¿O Mundugus?
El rostro de Dumbledore se ensombreció, algo parecido a la culpa se reflejó en sus ojos, dejándolos sin ese brillo que lo caracterizaba.
-Siempre estuve al tanto de cómo trataban los Dursley a Harry, pero mantenerlo ahí era lo más seguro para protegerlo de Voldemort.
-Si embargo Dumbledore... – insistió Moody, instándolo a continuar hablando.
-Nunca pensé que su aberración hacia la magia fuera tal que lastimarán a su propio sobrino, a su propia sangre.
-¡¡Pues debió pensarlo!! – rugió Molly
-Molly, querida, por favor, tranquilízate – intervino el señor Weasley.
-Todo este tiempo, Dumbledore – prosiguió Remus con voz gélida, intentando controlar al lobo que rugía por destrozar al hombre frente a él – fuiste cómplice de sus maltratos. ¿Nunca pensaste eso?
-Remus, yo no...
-Debí de haber sacado a Harry de esa maldita casa – Remus mantenía los dientes apretados, tratando de controlar su ira – debí de haberlo hecho aún en contra de tus estúpidos consejos. Debí de haber desconfiado un poco, si lo hubiera hecho, Harry no habría sufrido lo impensable con esa familia, pero no lo hice – la voz de Remus se volvió un susurro peligroso – y nunca me perdonaré por ello, al igual que nunca te lo perdonaré a ti.
El rostro de Dumbledore se contrajo en una mueca de dolor, como si las palabras de Remus hubieran sido una bofetada en su mejilla. Sus ojos azules se oscurecieron ante la comprensión de esas palabras.
-Tal vez era seguro para Quien-Usted-Sabe – continuó Molly, ignorando el dolor que Albus mostraba –, tal vez él no podría lanzarle una maldición o secuestrarlo, pero esos muggles si pudieron haberlo matado.
-Molly, entiendo tu preocupación, pero... – intentó decir Albus, pero la señora Weasley no le permitió continuar.
-Dígame Profesor, ¿qué hubiera pasado si yo no hubiera insistido en traerlo? ¿Qué hubiera pasado si la Orden hubiera llegado cinco minutos tarde? ¿O si Remus no lo hubiera encontrado? ¿Sabía que lo mantenían encerrado en una alacena? ¡¡¡Una alacena, por Merlín!!! ¡¡¡Bajo llave y candados!!! ¡¡¡Lo estaban matando de hambre y a golpes!!! ¡¡¡Hubiera muerto si Remus no escucha a la bendita lechuza, que por cierto también estaba en las mismas condiciones que Harry!!! ¡¡¡Claro, si no les interesaba su propio sobrino que les iba a importar una lechuza ¿cierto?!!! ¡¡¡Dígame profesor, ¿lo sabía?!!! ¡¡¡Sabía la forma infrahumana con que trataban al pobre de Harry!!! ¡¡¡Porqué si lo sabía, no puedo entender que lo coaccionó a seguir enviándolo a ese horrible lugar, cuando en la Madriguera hubiera estado mejor atendido y protegido!!! – el cuerpo de la señora Weasley temblaba de forma alarmante, sus ojos estaban llorosos, y apretaba sus puños con tal fuerza, que los nudillos estaban casi blancos. Artur se apresuró a rodear sus hombros, tratando de tranquilizarla. Remus dio un par de pasos, situándose entre el profesor Dumbledore y los Weasley.
-En cualquier otro lugar, Harry hubiera estado mejor, incluso al lado de un licántropo – la voz de Remus era tajante, y no había cabida para las replicas, recordándole al profesor Dumbledore la conversación que tuvieron hace quince años, cuando él le pidió la custodia de Harry, y el profesor se había negado a dársela argumentando que con los Durleys estaría mejor.
La habitación donde se encontraban quedó sumida en un silencio sepulcral. Todos se observaban como si fueran extraños y no supieran como reaccionar. En sus miradas había una mezcla de emociones: confusión, resentimiento, ira, dolor, y en su mayoría iban dirigidas al hombre más viejo de la habitación. El silencio fue roto de manera abrupta, por la repentina aparición de la señora Pomfrey, la mujer estaba pálida y agitada, como si hubiera estado corriendo, cuatro cabezas pelirrojas podían vislumbrase a cada costa de la puerta. Nadie hizo movimiento alguno, demasiado sorprendidos como para reaccionar, sin embargo, una repentina sensación de ansiedad se cernió sobre Remus, pero antes de que pudiera descifrarla, su olfato capturó un olor particular que impregnaba a la señora Pomfrey: el olor de Harry, pero éste tenía algo más: una nota de miedo.
-¡Harry! – gritó comenzando a correr hacia la habitación del chico. El resto de los presentes lo siguieron comenzando a asustarse por la reacción del normalmente calmado Remus.
El licántropo corría lo más rápido que podían sus piernas, adelantándose por mucho a los demás, en menos de veinte segundos estuvo frente a la puerta de la habitación que ocupaba Harry. Abrió la puerta de un fuerte movimiento, recibiendo de golpe una esencia que le era familiar, pero a causa del poder que emanaba, no pudo evitar estremecerse. Antes de que pudiera identificar el origen de esa esencia, tan pronto como la percibió desapareció, dejándolo momentáneamente aturdido. Un grito desgarrador lo sacó de su aturdimiento, haciéndolo centrar su atención en el cuerpo sobre la cama, lo que le provocó un escalofrío.
Harry se retorcía como unas horas antes lo hacía, solo que esta vez sus manos estaban sujetando su cabeza, como si en cualquier momento fuera a estallarle. Gritaba con toda la fuerza que tenía su garganta, terminando por lastimarla más. Sus piernas estaban flexionadas, lo que ocasionaba que el cuerpo se arqueara una y otra vez, a medida que gritaba.
Remus vio con horror como su cuerpo se convulsionaba, rápidamente se acercó a él y lo tomó por los brazos, tratando de alejar sus manos de la cabeza, pero Harry se resistía, continuaba retorciéndose y gritando.
-¡Harry! ¡Harry! – lo llamaba pero el chico seguía en las mismas condiciones. En ese momento, el resto de los adultos llegaron, más cuatro pelirrojos que veían la escena con miedo.
-¡Dios mío! – murmuró la señora Weasley
-Voldemort – murmuró Dumbledore, lo que hizo que los demás comprendieran lo que ocurría
-Esta teniendo una pesadilla – susurró Ron, recordando las veces que había tenido que despertar a Harry de una de sus pesadillas
-¿Una pesadilla? – vino la voz de Fred
-¿No estaba ya despierto? – preguntó Ginny
-Ya le había sucedido estando despierto, el curso pasado – alcanzó a responder Ron
-¿Profesor, no puede hacer algo? – pidió la señora Weasley desesperada por ver como Harry seguía gritando.
Dumbledore intentó acercarse a Harry, pero algo lo detuvo: una poderosa aura que le era ligeramente familiar, pero que en vez de darle la bienvenida y permitirle acercarse a Harry, se lo impedía. Comprendió entonces que estaba al limite de una barrera especial que no dudaría en mostrarse hostil, pero entonces, ¿por qué a Remus si se le permitió entrar? Se detuvo en medio de la habitación viendo como Harry dejaba de sostener su cabeza para abrazar a Remus, al parecer la visión había terminado.
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El dolor y la intensidad de la visión, le hizo acercarse a la fuente de calor que lo sostuvo, buscando esa calidez que le confortaba, aunque el movimiento le provocó un intenso dolor, pero había valido la pena, porque esa sensación de seguridad comenzó a invadirlo de nuevo.
Inseguro de sus movimientos, y a pesar de que los dolores seguían recorriéndole el cuerpo, abrió sus ojos con miedo, logrando ver un rostro asustado sobre sí. Lo siguiente que hizo fue un impulso. Levantó los brazos y se cogió de la persona que tenía al frente con todas sus fuerzas, escondiendo el rostro en el cuello que tenía aquel aroma tan agradable, tratando de controlar su respiración. Pero no podía... su cuerpo temblaba sin poder evitarlo, a causa de los dolores que le recorrían, tenía frío, y le dolía el pecho, su garganta le ardía y sabía que estaba llorando... Lo había visto... estaban muertos...
Antes
que los Ángeles de envidia te los quitaran
a pesar de que
el sol los añorara y llorara
tus párpados sellaron
para que no separaran
las estrellas del cielo y las almas humanas
Habían muerto... más muertes por su culpa.
¿Qué nunca iba a detenerse? ¿Cuántos más morirían en su lugar? ¿Cuándo iba a terminarse el dolor? Las mismas preguntas se repetían en su cabeza una y otra vez, mientras sentía cómo cada fibra de su cuerpo se retorcía de dolor, sólo podía pensar en la muerte de otros seres humanos, seres que conocía y con los que había convivido. ¿Porqué la muerte no lo libraba a él de esa horrible agonía? Harry dejó salir un pequeño grito de dolor que fue menguado por las ropas de Remus
Cerraste
los ojos
antes de que el brillo de las hadas apagara
a pesar
de que las noches sin luz se quedaran
para que mas suspiros no se
llevaran
cuando tus cuencas sus sueños iluminaran
Una voz le estaba susurrando algo. Eran suaves murmullos que le llegaban de alguna parte indefinida. Era... como una canción... la misma entonación, el mismo inicio, pero... era otra voz, diferente a la de aquel hombre que le había cantado en su sueño. Alguien más le estaba cantando ¿Pero quien? Parecía una voz femenina... ¿La señora Weasley? No, la voz que le cantaba era más suave, de alguna manera hechizante. El escucharla le producía una extraña sensación de seguridad, como si supiera que esa persona que le cantaba no le lastimaría.
Poco a poco fue sintiendo como su cuerpo se relajaba y dejaba de temblar, todo el cuerpo seguía doliéndole, aunque cada vez con menos intensidad; su respiración se fue normalizando, aunque aún le dolía el pecho y la garganta, y se sentía débil. Harry contuvo la respiración cuando una suave y fría mano le acarició el cabello con la delicadeza de una pluma. Intentó girarse y ver de quien se trataba, sentía la imperiosa necesidad de saber quien le cantaba, pero no pudo hacerlo, no solo porque estaba demasiado débil para moverse, sino porque un par de brazos lo rodeaban por la cintura, inmovilizándolo.
Cerraste
los ojos
antes de que mi ultimo aliento se enamorara
a pesar
de que tras ello el viento cesara
mataste tus ojos para que no
acariciaran
y la carne de los huesos del mundo arrancaran
El cuerpo de Remus se tensó en señal de advertencia, el aire alrededor de Harry se espesaba de forma peligrosa y nuevamente, pudo captar esa esencia que lo había hecho estremecerse, aunque esta vez con mayor claridad: era muy similar al aroma de Harry, pero éste tenía tintes más oscuros y misteriosos. Con disimulo, paseó sus ojos alrededor de él y de Harry, viendo las expresiones asustadas que todos le dirigían al chico en sus brazos. No, ellos no habían sentido esa esencia, aunque...
El profesor Dumbledore tenía el ceño fruncido, y estaba situado junto al resto de los presentes, sin atreverse a acercarse a Harry; frunció el ceño sospechando el significado de esa actitud.
Sintió como Harry comenzaba a relajarse, los efectos de la visión parecían alejarse a medida que la esencia lo envolvía, los brazos alrededor de su cuello fueron aligerando su presión.
Cerraste
los ojos
antes de que los muertos tras ellos marcharan
a
pesar de que la tierra se marchitara
y de que las montañas
sus aguas amargaran
para que de otra vida no se adueñaran
Harry no quería alejarse de ese abrazo, sabía que si lo hacía, comenzarían las preguntas, tendría que decirles lo que vio, la forma en que torturaban sus cuerpos, el terror reflejado en sus miradas. No, no quería decirles, quería seguir siendo abrazado y seguir escuchando esa voz que de alguna manera le calmaba, pero sabía que eso no podía ser, como muchas otras cosas que tampoco serían. Levantó la mirada vidriosa, encontrándose con unos ojos dorados que le miraban preocupados.
Remus se abstuvo de jadear al ver la imagen de Harry, la piel de su cara lucía aperlada por el sudor y sus labios temblaban a causa del dolor, y sus ojos... sus ojos estaban opacos, como si no tuvieran vida.
-... Dudley... esta... muerto –borbotó el mago con voz quebrada y emitió una dolorosa queja al sentir como su garganta se desgarraba a cada palabra.
Pudo escuchar jadear a quienes estaban a su alrededor, pero no los vio, su vista seguía pegada a los ojos dorados que lo veían con una mezcla de preocupación y... angustia. Vio como los ojos dorados se ensombrecieron en señal de comprensión, él lo sabía, sabía que lo acababa de suceder era porque había visto morir a su primo, y no vio lástima en esos ojos, no vio compasión ni miedo, que era lo que siempre veía después de tener una pesadilla, vio... dolor, un dolor genuino y tan claro que desgarraba el alma con solo verlo, Remus sufría, y sufría por él.
-Harry ¿estás seguro de lo que viste? – la voz del director lo hizo salir del transe en el que se encontraba, desapareciendo de forma abrupta el relativo sopor en el que se había encontrado. En cuanto reconoció la voz que le llamaba, sintió arder hasta la ultima gota de su sangre como si fuera un infierno de llamas y destrucción. ¿Cómo se atrevía a dudar de lo que decía? ¡Claro que estaba seguro! ¡Era su primo quien había sido torturado por la maldición Cruciatus, era él quien gritaba y se retorcía! ¡Era él a quién destrozaban, sin importarles sus alaridos de dolor! Pero claro, estaba hablando de Dumbledore, el culpable de que su padrino estuviera muerto y de que él estuviera a punto de morir también, para el viejo mago nada parecía ser suficiente.
-Si – fue la fría respuesta, dicha sin siquiera mirarlo.
-Si algo le hubiera pasado a tu primo o a tus tíos, Arabella me habría mandado llamar, además, he de recordarte que tus visiones pueden ser manipuladas...
-Se... que mis visones... pueden ser manipuladas... pero tal vez... Arabella no pudo avisarle... porque... también esta muerta – cada palabra le costaba un esfuerzo sobrehumano, pero no permitiría que Dumbledore lo manejara a su antojo, no permitiría ser manipulado, y que decidiera sobre su vida como había hecho hasta ahora. Estaba seguro que la mayoría de quienes lo estaban viendo, ahora lo hacían con una mezcla de miedo y ansiedad, siempre era así, pero no le importaba, ya no. – no tiene... por que fiarse... de mi profesor – continuó con dificultad, sintiendo como su fuerza le abandonaba, su cuerpo se hacía más pesado ahora que no escuchaba esa voz que le cantaba – puede enviar... a alguien... para cerciorarse
-Alastor, Artur – los nombrados por el Director asintieron antes de salir de la habitación rápidamente. Fue entonces que la señora Weasley pudo reaccionar correctamente.
-¡Ustedes, fuera de aquí! ¡A sus habitaciones inmediatamente! – les dijo a sus hijos que permanecían fuera de la habitación que ocupaba Harry – ¡Sin objeciones! ¡He dicho fuera! – los cuatro pelirrojos no tuvieron más remedio que correr a sus habitaciones antes de que su madre les lanzara alguna maldición.
Remus acostó con suavidad a Harry, e inmediatamente después Poppy estaba haciendo un examen de su cuerpo. El hombre lobo se alejó un poco de la cama sin perder detalle de las reacciones de Harry. El chico cerró los ojos en cuanto se vio acostado nuevamente, intentando alejar las imágenes de la muerte de su primo y de la señora Figg, prefería no ser conciente de lo que ocurría a su alrededor.
Podía sentir como los ojos azules lo estaban mirando intensamente, pero no le regresaría la mirada, tal vez no tuviera su poder, pero no le daría el placer de verlo débil, no más. Según el director, todo lo había hecho había sido para protegerlo, y por eso había perdido a Sirius, pues bien, ya no sería débil, buscaría venganza por la muerte de Sirius y mataría al desgraciado que le había arruinado la vida y Dumbledore sabría que no necesitaba de su protección.
Porque era gracias a esa protección que más personas morían, como él mismo le había dicho el curso pasado: "Que le importaba si montones de personas y criaturas sin nombre y sin rostros pudieran perecer en un incierto futro, si en ese momento él estaba vivo", pues a él si le importaban esas personas y criaturas, no quería que más personas murieran por su culpa, él mismo se encargaría de matar a Voldemort, y después... se encargaría de dar fin a su propia existencia.
Remus frunció el ceño al notar la aparente tranquilidad de Harry, ni siquiera se le veía apesadumbrado por la aparente muerte de su primo, sabía que Harry no sentía simpatía por ellos, pero de ahí a no sentir pena por su muerte... algo raro estaba pasando con el chico, y él se encargaría de saber lo que pasaba.
-Señor Director, Remus, si no van a hacer algo útil, les pediría que nos dejaran atender a Harry – les dijo Poppy, comenzando a examinar a Harry
-Claro Poppy, estaremos abajo si nos necesitan – le dijo el profesor comenzando a avanzar hacia la puerta. Una última mirada fugaz fue lo único que le dirigió a Harry antes de salir, mirada que obviamente no fue regresada.
Al escuchar la puerta cerrarse, pudo permitirse el relajar su cuerpo, había estado tenso tratando de no quejarse por el dolor, ahora que Dumbledore se había ido, al menos podría permitirse expresar un poco del malestar que sentía.
Una suave risa llegó a sus oídos.
Abrió los ojos tratando de ubicar la fuente de esa risa. Por un momento pensó que esa risa proviniera de la señora Weasley, pero ella y la señora Pomfrey discutían algo sobre una poción que le darían, por lo tanto no eran ella quien se reía.
-No, no son ellas – escuchó la misma voz femenina, susurrándole cerca del oído – de hecho, ellas ni siquiera tienen la capacidad de sentirme
-¡¡¿Qué... – iba a gritar, pero sintió como un par de dedos fríos se posaban sobre sus labios.
-Tranquilo, no pienso matarte, y si les dices que alguien te llama y ellas no ven a nadie, pensarán que te has vuelto loco – le dijo en un tono que dejaba claro que la situación le parecía divertida
-¿Todavía no...? – preguntó lo suficientemente bajo como para que no lo escucharan, ahogando el gemido de dolor que eso le causó.
-No, todavía no estas loco – le respondió la misma voz en el mismo tono divertido
-¿Quién... eres? – susurró
-Esa es una buena pregunta, lastima que tendrás que esperar para conocer la respuesta – y antes de que pudiera objetar algo, sintió como una mano fría acariciaba su mejilla con suavidad, y luego la misma voz comenzó a cantar de nuevo
Antes
que los Ángeles de envidia te los quitaran
a pesar de que
el sol los añorara y llorara
tus párpados sellaron
para que no separaran
las estrellas del cielo y las almas humanas
Cerraste
los ojos
antes de que el brillo de las hadas apagara
a pesar
de que las noches sin luz se quedaran
para que mas suspiros no se
llevaran
cuando tus cuencas sus sueños iluminaran
Cerraste
los ojos
antes de que mi ultimo aliento se enamorara
a pesar
de que tras ello el viento cesara
mataste tus ojos para que no
acariciaran
y la carne de los huesos del mundo arrancaran
Cerraste
los ojos
antes de que los muertos tras ellos marcharan
a
pesar de que la tierra se marchitara
y de que las montañas
sus aguas amargaran
para que de otra vida no se adueñaran
Una extraña calidez comenzó a invadirlo a medida que la canción llegaba a su cerebro, algo que contradecía la fría naturaleza de la letra, pero aún así era agradable el escucharla, nunca nadie le había cantado antes, y se sentía bien el que por una vez se preocuparan verdaderamente por hacerlo sentir bien. Bueno, podía esperar por la respuesta, lo único que por el momento deseaba era descansar y seguir escuchando la canción, tal vez estaría mejor si los fuertes brazos que minutos antes lo habían abrazado, lo estuvieran haciendo nuevamente, pero por el momento, con lo que tenía era suficiente.
-Claro, por el momento es suficiente – escuchó que le decían al oído
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